Capítulo 34:
VICENZO:
Ya ha anochecido y todavía siento que cada neurona de mi cuerpo está siendo asaltada por un pica hielo. Mi garganta está seca. Mi estómago revuelto. Me apoyo en la barandilla del cuadrilátero en el gimnasio del sótano de la mansión y tomo aire, liberando una especie de bramido, antes de darme la vuelta en el momento justo para detener el puño del hombre que hace unas horas creyó que era buena idea tocar a mi esposa.
Él jadea cuando retuerzo su brazo tras su espalda, haciéndolo girarse.
Algo similar le pasó a Borgetti años atrás.
─Discúlpate ─gruño ante la negación de cabeza de Fósil, quién contempla todo el espectáculo junto a Flavio, con una ceja alzada, pero ojos divertidos.
─Señor ─dice─. Lo siento. No pensé que le molestaría.
Las venas de mi cuello se hinchan ante sus palabras. Sin poderlo resistir más, termino de ejercer presión contra su extremidad y tiro de ella hacia arriba hasta que su brazo se desencaja por completo de la articulación de su hombro. Lo pateo lejos de mí cuando empieza a gritar y me arrodillo sobre él para estampar mi puño en su rostro hasta que deja de hacerlo porque el sonido de estos aumenta mi malestar, dejándolo inconsciente o muerto.
Tras ofrecerle una mirada al resto de nuestros hombres que nos acompañan y presencian la escena con recelo, me bajo del ring y camino con paso tambaleante hacia Fósil. La mierda que tomé para que Arlette lo hiciera es fuerte. La cocaína ayudó a sobreponerme, pero ahora que su efecto ha pasado la sensación de entumecimiento ha regresado. A penas puedo soportarlo. Tengo que hacer el doble de esfuerzo para moverme y todo a mi alrededor me irrita. Los objetos muy brillantes para mí o demasiado pálidos.
El negro es lo único que puedo soportar.
Fósil no bromeaba cuando dijo que las dosis del fentanilo eran concentradas.
─¿Te teñiste el cabello? ─le pregunto a Flavio cuando los alcanzo, tomando su cabeza en mi mano y moviéndola mientras evalúo la tonalidad dorada de este─. Mierda ─río, negando ya que la pequeña serpiente venenosa Cavalli ahora parece una estrella de cine cliché de bajo presupuesto o un prostituto de señoras mayores─. Lo hiciste. Tu padre moriría de nuevo si lo supiera.
Flavio se limita a verme con una ceja alzada mientras se aparta.
─¿Lo dices por experiencia, Vicenzo? ¿Estoy equivocado con el orden en el que ocurrieron los acontecimientos? ¿No fue tu madre, sino tú, quién asesinó a Constantino cuando te teñiste de negro como un miembro de la plebe? ─Sonríe cruelmente, ladeando la cabeza─. ¿O fue cuando lo hiciste de rojo para salvar a mi hermana, quién no necesitaba ser salvada en lo absoluto? Todavía tengo imágenes de las cámaras de seguridad del psiquiátrico, si necesitas evidencia, y... ─Se relame los labios, sus pupilas dilatadas como si disfrutara dejar escapar veneno de su boca más que el sexo. Flavio me recuerda tanto a su hermana que a veces me pregunto si es hijo de Sveta en lugar de Beatrice, pero mientras a Arlette le gusta el poder, tengo la sospecha de que a Flavio solo le gusta tener el absoluto control de todo lo que está a su alrededor y jugar con cada elemento hasta que este sea consciente de su posesión. De que es un Cavalli y puede hacer lo que le plazca por haber nacido con ese apellido─. Un vídeo perdido en Pornhub de Grayson Anders en la categoría sadomasoquista en el que no es él precisamente el que lleva las riendas del encuentro con una mujer rica.
Frunzo el ceño, tensándome al recordar la única vez que tuve sexo y sentí algo mientras estuve escondiéndome con mi madre y hermana en Texas.
La madre de mi ex estaba trastornada.
Pero a pesar de que añadí prostituto a mi currículum durante esos tres años, no sabía que también había añadido actor porno o estrella porno, dependiendo de la cantidad de visitas que haya tenido. Considerando el tamaño de mi pene, probablemente exploté el puto internet y exageré preocupándome por los enemigos de papá cuando la verdadera amenaza eran los cazatalentos de la industria del entretenimiento para adultos.
Entrecierro mis ojos hacia el Cavalli.
─¿Qué vídeo?
La sonrisa de Flavio crece.
─Arlette no era la única siguiéndote el rastro cuando te fuiste, Vicenzo. Afortunadamente para ti lo bajé de internet antes de que si quiera tuviera una visita. ─Se levanta, posicionándose frente a mí. Nunca, ni en un millón de años, habría estado preparado para lo que sale de su boca a continuación─. La mitad del dinero que has hecho hasta ahora ocupando la posición que me pertenece, muerte, y es todo tuyo. Sin copias. Sin trampas. Sin trucos.
Fósil finalmente interviene en nuestro intercambio, levantándose y acercándose a Flavio con la frente arrugada con preocupación. Lo que él no sabe es que esta no es la primera vez que un protegido suyo me chantajea con un vídeo. A este paso tendré que usar una bolsa negra en la cabeza durante cada acto cuestionable que cometa, lo cual sería todo el tiempo porque mi sola existencia lo es, por miedo a que me estén grabando.
─Señor Cavalli...
Lo corto alzando una mano, inclinándome sobre Flavio para oler su nuevo aroma a deseo de muerte. Este no se inmuta, pero también me mira con ojos entrecerrados, esperando silenciosamente mi respuesta. Pongo mi mano en su nunca y la aprieto con fuerza, esperando el momento en el que se quiebre. No lo hace a pesar de su mandíbula apretada y facciones tensas.
─¿O si no... qué?
Se encoje de hombros.
─O si no abriré negociaciones con Francesco y Arlette.
Tras su respuesta lo suelto, retrocediendo.
─Hecho.
Fósil hace que me gire hacia él y me da una palmada suave en la mejilla. Lo separo de mí con un empujón, Flavio riendo junto a nosotros. Viejo perverso.
─Reacciona ─sisea, peleando conmigo para que lo mire directamente al rostro─. Le acabas de dar la mitad de todo lo que tienes. No me preocupa que lo hayas hecho, pero sí que termines vendiendo cada pertenencia de la señorita Arlette si sales de aquí a matar a alguien, a fornicar o a comer antes de que el efecto del fentanilo pase. ─Fosil tira de las solapas de la chaqueta de su traje, enderezándose─. Deberé hablarlo con su esposa de inmediato. Tiene que ser encerrado y puesto por al menos dos días en estricta vigilancia.
Tiro de mi cabeza hacia atrás y río amargamente.
─Como si no hubiera firmado un maldito prenupcial.
Las fosas nasales del ruso se expanden.
─Hijo, no firmaste un prenupcial ─revela─. Firmaste un seguro de vida. Si Arlette muere recibirás una fortuna y viceversa, ¿acaso no leíste el documento? ──No respondo. Niega, desesperanzado o una mierda similar a la que no le doy importancia─. ¿Quién mierda firma sin leer antes?
Flavio, entre nosotros, alza las cejas y me mira, pero no me interesa que lo hagan. Dejé de escuchar cualquier cosa que Fósil dijo cuando me llamó hijo y él no se follará a mi madre, si no lo ha hecho ya, así que alzo mi puño y lo golpeo, pero me esquiva con facilidad. A la lejanía escucho a Luc gritarnos mientras se acerca en un traje que es de Venice porque también lo tengo en mi armario. Viene acompañado de Matteo sujetando su mano, pero llevando un avión a control remoto en la otra, así que me fuerzo a tranquilizarme porque no quiero ser un mal ejemplo para el niño, así que lo dejo estar con Fósil tras dedicarle una mirada de adverencia. Un abrigo negro cubre el pequeño cuerpo de Matteo casi en su totalidad y un sombrero marrón adorna su cabeza porque Hether piensa que todos los capos debemos lucir como si hubiéramos salido de El Padrino. Él no se queja porque la ama.
No sé cómo, ya que Hether es sexy, pero insoportable.
Pero Arlette es aún peor y también se mete con mi ropa, así que no puedo juzgar a Luc por haberse casado con ella o a Matteo por dejarse tratar como una muñeca cuando un día será un hombre con sangre en sus manos.
─¿Qué demonios está pasando aquí? ─pregunta Luc, pero suena como si realmente no quisiera saber la respuesta, sin moverse cuando me acerco para darle una palmada en la cabeza a su hijo en reconocimiento y él se esconde tras su pierna, mirándome como un siervo asustado mientras asiente hacia mí. Nos teme a mí y a Arlette por igual, pero siempre nos saluda si no vamos a él. Es un chico listo─. ¿Por qué están discutiendo?
─No te incumbe ─responde Flavio mientras peina su cabello con sus dedos, su expresión serena y seria─. Vicenzo está drogado y dice incoherencias, así que ignora que está aquí y tomaré la responsabilidad atenderte.
Empujo a Flavio. Luc arruga la frente.
─Solo vinimos a cenar. Arlette nos invitó hace un rato.
Alzo las cejas.
─Creo que te pagamos lo suficiente como para que puedas comer en tu casa.
El sargento de armas de Arlette se encoje de hombros.
─No me lo digas a mí. Díselo a Hether. A veces pienso que tu esposa y la mía tienen una aventura ─se queja en voz alta luego de cubrirle los oídos a Matteo y mi mente empieza a darse cuenta de todo lo que no vi antes.
Hether pasando demasiado tiempo aquí.
Hether yendo tras mi esposa para llamar mi atención y que la folle.
Arlette confiando en ella a pesar de que no confía en nadie.
Ellas dos compartiendo la historia de ser madres del hijo de su enemigo.
Salgo del gimnasio jodidamente rápido. Si Matteo le perdonó a Arlette la muerte de su padre biológico, también deberá perdonarme la muerte de la zorra de su madre. Ayudaré a Luc a criarlo y será, un día, un buen capo.
─No seas imbécil ─gruñe Flavio con ira a mis espaldas, pero no se dirige a mí, sino a Luc─. Lo último que necesita mi hermana es lidiar con un drogadicto.
No escucho la respuesta que este le da, pero oigo risas. Son más de la nueve y antes de la desaparición de Chiara cada quién debería estar ya en su habitación, pero todo se ha descontrolado desde entonces. La puerta de la oficina de Arlette está cerrada con llave cuando tomo la manija, así que tomo una honda bocanada de aire y la pateo, reacio a pasar por lo mismo que pasé en el vuelo de Moscú a Roma. Arlette inmediatamente deja de hablar, apoyada en el borde de su escritorio, cuando entro. Hether está sentada con las piernas cruzadas frente a ella, llevando un vestido rojo como si fuera a la gala de los Oscar y no a cenar aquí, a dónde siempre viene, y me mira con molestia, como si hubiera interrumpido algo, y una ceja sumamente alzada.
Eso cambia, sonrojándose, cuando se da cuenta de que no estoy ignorándola.
─Un momento, por favor ─dice Arlette antes de extenderse y tomar un control remoto de su escritorio, por lo que me doy cuenta de la proyección que ahora no tiene dónde proyectarse porque rompí la puerta y ahora la imagen traspasa hacia el pasillo. Al darme la vuelta el rostro familiar de Samael, el nuevo jefe de jefes de New York luego de que Arlette se aliara con él para asesinar al antiguo, enviándome allá por un par de semanas, me saluda con un asentimiento─. Vicenzo, ¿por qué....?
De todas formas, me inclino sobre Hether y acabo esto antes de que inicie.
─Lo que pasó entre nosotros no va a volver a suceder. Fuiste una buena follada para mí, pero a Luc verdaderamente le importas. No me tientes y... ─Dirijo mis labios directamente a su oído─. Sobre todo, no tientes a mi maldita esposa. Si lo haces me aseguraré de que mueras calva y fea, mascota número dos. ─Me enderezo antes de obtener una respuesta, apreciando cómo intenta no verse asustada, pero falla miserablemente. Alzo y dejo caer los hombros cuando Arlette me hace dar la vuelta hacia ella, exigiendo una explicación con su mirada─. Me caía mejor mascota número uno.
Ella me mira como si me hubiera vuelto loco.
De ser así, podría ser la directa responsable desde su maldito nacimiento.
─Vicenzo, sal de mi oficina en este preciso momento si quieres vivir ─dice, así que la complazco, satisfecho con haber dejado mi punto claro─. Y acomoda la puerta y date una ducha, por el amor a la sangre. Pareces un vagabundo.
Lo hago. Tomo la puerta, la levanto sin dificultad y la ajusto para que esté cerrada a pesar de que sus bisagras están rotas. Después voy a mi habitación.
******
Durante la cena uso una camisa blanca y pantalones de lino. No estoy seguro de poder soportar una chaqueta cuando me siento malditamente agobiado por dentro. Tomo asiento junto a mi esposa, frente a Flavio, y al lado de Penélope. Los Romano no son nuestros únicos invitados. Mi madre y Gavin están aquí. Emi, Kai, Fósil y algunos hombres de la mafia siciliana, líderes, también. Beatrice y Matteo están en una mesa más pequeña al fondo, comiendo tranquilamente con Petrushka al lado de ellos. Luc se ve como si en cualquier momento pudiera presenciar un desastre, como siempre que nos acompaña en nuestras comidas familiares, y esta vez no puedo quitarle la razón. Arlette se cambió por un traje verde de satén antes de bajar conmigo. Mi estómago ruge con hambre, pero entre el hecho de que Chiara sigue desaparecida y la droga, no me creo capaz de procesar absolutamente nada.
También presiento que sea lo que sea que Arlette dirá, será otro motivo más para emocionarme y tomando en cuenta que lo último que ordenó fue la masacre masiva de sus enemigos a cambio de recompensas multimillonarias, quizás hoy nos citó a todos aquí para anunciar el inicio del apocalipsis.
El momento que he estado presintiendo toda mi vida.
Trago y le doy mi completa atención cuando todos terminan de comer, menos ella y yo, que hemos dejado toda nuestra comida en el plato, y se levanta con una copa de champagne en la mano. La hace sonar con un cuchillo, lo que hace que todos los presentes dejen de hablar entre sí sobre los rusos, la guerra y el próximo cargamento de droga que llegará a Chicago.
─Atención ─dice, obteniendo como respuesta el absoluto silencio. Incluso veo, por el rabillo del ojo, a Beatrice y a Matteo espiar en nuestra dirección hasta que Petruskha les ofrece el postre─. Como es de esperarse, en un momento como este no los habría invitado a mi hogar sin una buena razón de por medio, pero les complacerá saber que no es solo una, sino tres. La primera y más satisfactoria, informarles que la Bratva ha perdido un estimado ya de tres mil hombres en todo el mundo y en ascenso. ─Sonríe ampliamente ante los vítores, pero algunos de los presentes se quedan en silencio, asustados por las repercusiones e impresionados con el número de muertes en partes iguales. Supongo que cuando toda la vida les dijeron que los Cavalli eran capaces de comprar y destruir el mundo para volverlo a construir a su antojo si querían, no lo creyeron hasta ahora. No sabían lo que significaba hasta ahora─. La segunda, informarles que próximamente estaremos celebrando de nuevo la tan añorada fiesta de diamantes Cavalli de nuestra familia, tomando las medidas pertinentes para protegernos en medio de toda esta desagradable situación que hemos estado viviendo, y por último, pero no menos importante... ─Me mira, alzando su copa con champagne hacia mí. Sus ojos azules poseen, en este momento, su tonalidad más oscuro─. La reapertura de las peleas callejeras de Chicago y sus apuestas a manos de mi esposo, Vicenzo Ambrosetti, nuevo amo y señor del Sótano que solía pertenecer a Marcelo Astori, cuyo derecho a manejar ganó con su muerte.
No espero a los demás para brindar. Brindar me importa una mierda cuando estoy sintiendo pleno éxtasis correr por mis venas. A pesar de que sé que todo lo que dijo tiene una razón detrás, que forma parte de un plan, me levanto y ya que se supone que ante los demás tengo algún poder sobre ella, Arlette no protesta cuando rodeo su cintura con mis manos y la atraigo a mí con un movimiento brusco, pero efectivo. Se estremece cuando tomo su precioso rostro, las facciones de un ángel con la mirada de un demonio, y lo acerco a mí.
No la beso.
Presiono nuestras frentes juntas.
─Gracias ─susurro en ruso, haciéndola estremecer, para que nadie además de Flavio y quizás Fósil nos entienda. Acaricio su suave mejilla una vez se da cuenta de que no me propasaré y se relaja. Ya sabía que sería quién las manejaría, pero nunca esperé que fuera tan pronto. Que Arlette confiaría tan abiertamente en mí para la tarea de hacerlo─. ¿Qué tipo de muerte sería si prefiriera una comida casera al control de mi propio Inframundo?
Tras presionar mis labios contra el dorso de su mano derecha, vuelvo a mi asiento.
Tras ello Arlette se gira distraídamente hacia los presentes y sonríe, celebrando con ellos lo que acaba de anunciar, pero sus mejillas están levemente rojas. El tono sonrosado en su piel clara me hace preguntarme si sus pastillas realmente están surtiendo efecto o si solo están permitiéndole camuflar de mejor manera lo que sea que pasa dentro de ella.
Sea cual sea el escenario, sigue siendo un desastre.
Mi condena.
Mi responsabilidad aunque ella no lo acepte ya que puedo ser solo bueno asesinando y obedeciendo órdenes, pero la muerte sí tiene humanidad, incluso a veces más que la vida misma. El anticristo no y la poca que tiene, que intento mantener a salvo, el mundo se la arrebata constantemente por pedazos, aumentando cada vez más la atrocidad de sus crímenes porque no hay nada que Arlette Cavalli no haría por su familia, incluso lo impensable.
*****
Después de que terminamos de cenar y Arlette se desviste en nuestra habitación, sin dejar escapar alguna señal que indique que quiere que la folle, sino más bien viéndose exhausta, me aseguro de que esté bien cubierta con las sábanas y la veo dormir hasta que su respiración se hace suave y regular. No ha descansado nada en los últimos días ya que todo el tiempo tiene pesadillas aunque no se despierte de ellas y yo tampoco lo he hecho, pero la idea de dormir no concuerda con mis planes para esta noche. Deshago el posesivo e inconsciente agarre de sus manos sobre mi brazo antes de ponerme de pie y salir de nuestro dormitorio en conjunto.
En el pasillo me espera Flavio.
Lleva vaqueros oscuros y una simple sudadera con capucha. Zapatillas. Sus cejas se alzan cuando repara en mi camisa y pantalones de vestir. Mocasines. Me encojo de hombros. No tuve tiempo para cambiarme y de haber entrado en el cuarto del armario para hacerlo, probablemente habría despertado a su hermana y eso no me lo habría perdonado a mí mismo ya que no me creo que haya dejado atrás todos los sentimientos que le produjo lo de Chiara.
Estoy seguro de que sufre. No tiene que decirlo.
Yo también lo hago.
─¿Preparado? ─pregunto una vez nos encontramos a bordo de mi Audi, el auto de los crímenes secretos y de la libertad ya que no tiene GPS. También podría llamarse suicidio. Flavio asiente. Acelero, saliendo de la mansión tan rápido, llevándome por delante a alguno de nuestros hombres que por suerte se apartan antes de que los golpe, que nadie nos detiene.
─¿Herodes está en Chicago? ─Flavio niega cuando se da cuenta de que no tengo ni idea de quién es ese. Suelta un suspiro que grita desprecio a lo inculto antes de hablar─. Son muchos bebés muertos o desaparecidos en un mes. Es como si hubiera una plaga aniquilándolos. ¿Cómo es que no lo vieron anormal? ─pregunta mientras revisa los expedientes que Ben envió.
Ojeo la dirección de uno de ellos mientras conduzco.
─Todos murieron por causas naturales, Flavio. La mierda no solo nos pasa a nosotros, sino también a la gente común. ¿Alguna vez te has tomado la molestia de acercarte lo suficiente para averiguarlo? ─Esta vez soy yo el que niega cuando no responde, apretando el volante con fuerza al recordar el cadáver que enviaron a nuestro hogar─. Bueno, todos menos uno y vamos a descubrir cuál. Por la rapidez con la que sucedió todo, debería ser de aquí.
Flavio asiente lentamente mientras lee las hojas sobre su regazo.
─Por el bien de todo lo que conocemos, debe ser así.
Y no hay ni un ápice de burla en su voz.
¡Hola! Disculpen la tardanza. Estaba terminando. Espero que el capítulo les haya gustado
2/7
Capítulo dedicado a: AlwaysDreaming02
Siguiente a la que + comente
No olviden darle amor y seguirme en redes para fandom y más información de las actus
Nos vemos mañana. Love u
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro