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Capítulo 3:

VICENZO:

Sin buscar sonar como un capo arrogante o egocéntrico, entre Arlette y yo elaboramos un buen sistema para la entrada de la droga a la ciudad. En primer lugar, Porfirio la lleva a Texas. Desde Texas es transportada de manera camuflada en camiones de empresas fantasmas, que no muchos podrían rastrear, hasta Chicago, donde finalmente nuestros hombres la bajan en un viejo almacén abandonado y redistribuyen. Suena malditamente sencillo y estúpido, como la manera en la que la droga se movía sin todos los controles que existen hoy en día, porque lo es.

Eso es para la policía y los medios.

Para la reputación de Richard y de Ben, a quién nos conviene mantener en el buen ojo de la mirada pública y en sus puestos de poder.

Mientras todos los capos anteriores a nosotros despilfarraron una fortuna en sobornos y medios de transporte, Arlette optó por conseguir un grupo de químicos alemanes que hicieran que la droga viniera inmersa en otros elementos directamente desde Colombia, entre ellos metales o los componentes de la madera, de una manera que no reaccione positivamente ante ninguna prueba. Para no atraer la atención a Chicago, los laboratorios que la separan de ellos se encuentran dispersos alrededor de todo el país. Estos, sin embargo, no la vuelven el polvo blanco y feliz que todos conocemos, sino que la transforman en caucho para hacer neumáticos y empacaduras que pasan a manos de un testaferro de la industria automotriz. Al encontrarse finalmente con nosotros, Luc, quién ahora es convenientemente dueño de un concesionario de autos de lujo, trabaja en ella y pone los kilos en los compartimientos secretos de los autos que alquila y vende, obteniendo sus propias ganancias por ello, o simplemente la pasa en panelas a las pandillas y a los rusos. Estos procedimientos, sin embargo, no duran demasiado tiempo. A los meses tenemos otra forma de hacer que llegue.

No podemos permitirnos establecer una rutina.

─¿Lo recibiste?le pregunto a Ben, a través de mi iPhone, de pie en el mismo borde del edificio en el que mi padre murió─. Olvídalo. Ya vi.

Cuelgo sin esperar una respuesta, disfrutando de cómo las patrullas se detienen junto a dos camionetas absurdamente sospechosas a unas cuadras de distancia. Me gusta supervisar mis entregas desde aquí porque me veo forzado a recordar que nadie es invencible. Este también fue el sitio en el que Carlo murió, así que el mensaje es claro. No importa lo fuerte o inteligente que seas, en la mafia siempre habrá alguien malditamente peor. Por fortuna soy el mejor en lo primero y Arlette es más que buena en lo segundo, a pesar de las peleas hacemos un buen equipo, pero estar aquí me ayuda a mantener los pies sobre la tierra. Mientras tengamos personas de quiénes preocuparnos, como nuestra familia, no podemos permitirnos confiarnos. Todos ellos por el momento son débiles y nos necesitan alerta. En lo que a nosotros refiere, no tendremos unas malditas vacaciones hasta que Flavio sea mayor de edad. He sido tan bueno como he podido llevando esta posición, pero cada vez que lo escucho hablar me doy cuenta de que él nació para esto. Para controlar, no para la sangre, lo que lo hace perfecto para el puesto más allá del hecho de que, a diferencia de su hermana, lo tendrá mucho más fácil debido a ser hombre. Aunque ya la aceptan como cassetto, a medias, debido a que nunca tuvieron tantos ingresos hasta ella, la mafia siciliana no está lista para ser comandada por una mujer.

Pero quizás, gracias a Arlette, para la próxima generación lo esté.

─¿No te causa dolor ver cómo se la llevan? ─pregunta Arlette a mi lado, sus labios curvándose suavemente hacia arriba─. Media tonelada perdida.

Me encojo de hombros.

─A cambio de cinco dentro, no está mal.

Arlette mete las manos en los bolsillos de su abrigo negro mientras asiente. Debajo de él lleva un vestido largo y azul. Azul oscuro, por supuesto, puesto que no la he visto usar nada en tonos pastel desde su graduación de la secundaria. Lo único claro que tiene en su armario es blanco y sospecho que es porque le gusta alardear de la sangre en su ropa. Mi mujer no se ensucia las manos, no a menos que sea una ocasión especial, pero se mantiene cerca cuando yo lo hago.

No hay nada que me excite más que me diga qué hacer mientras tanto.

─No, no lo está. ─Suelta un suspiro─. Esto es tedioso, ¿sabes? Ahora entiendo mucho más a mi padre. ¿Por qué desperdiciar el tiempo en esto, ensuciarse con esto, cuando hacía mucho más dinero desde su oficina?

Me siento identificado con lo que dice. Yo nací para la sangre. Ella nació para la estrategia. Este es un trabajo estúpido en comparación a lo que podríamos hacer de realmente estar enfrascados en lo que nos apasiona, pero es necesario. O tenemos la posición o alguien más, ajeno a la familia, la tendrá y ninguno de los dos confía en nadie más para cedérsela. Somos nosotros o nadie. Sin embargo, no siempre es tedioso. Me divierto controlando a las pandillas, a quienes he hecho mis perras, y Arlette disfruta manejando en silencio a nuestros hombres, pero no hay ninguna verdadera emoción extrema en ello.

Desde hace un año, todo se ha mantenido igual.

Por eso estoy tan malditamente asustado.

Llámenlo instinto o paranoia, pero siempre he sido capaz de intuir cuando la mierda está a punto de llover de la misma manera que lo hacía, todavía lo hago, con mi esposa. Arlette no me toma en serio cuando se lo comento, diciéndome que empiezo a sonar como una bruja gitana menopaúsica, pero la verdad es que desde hace unos meses lo estoy oliendo.

El caos.

─Al igual que tú, Carlo disfrutaba de ser el líder en secreto ─susurro mientras continúo viendo cómo los sujetos que iban en las vans son arrestados, pobres tipos que pasarán unos años en prisión a cambio de volverse ricos al salir, la jodida parte que odio de esto porque me recuerda cuán lejos puede llegar Arlette para que sus planes sean perfectos─. Dime una cosa. Antes de que tu padre muriera, ¿esto es lo que planeabas obtener tras nuestra boda? ¿El por qué eras tan insistente en lo que se refería a cómo me comportaba? ─le pregunto─. ¿Siempre quisiste gobernar a través de mí?

Arlette deja de mirar hacia abajo para concentrarse en mí con la frente arrugada. Sus labios, esta noche rosados, se separan como si fuera a decirme lo primero que pasa por su cabeza, probablemente un insulto, pero se lo piensa mejor y los mantiene cerrados por unos segundos antes de hablar, seguro dándose cuenta de que estoy hablando en serio. Su piel se ve mucho más blanca y suave que de costumbre debido al frío. Aunque amaría pasar mis dedos por ella, la imito metiendo mis manos en los bolsillos de mi propio abrigo, una copia masculina del suyo. Llevo un traje negro con una camisa igual de oscura debajo. De aquí nos vamos a cenar con Iván, quién nos dará nuestra parte del último cargamento antes de este.

─Nunca me molestó la idea de ser tu esposa. Nuestros hijos habrían tenido una buena posición en el futuro y tan estúpido y conformista como suene, me quería enfocar al cien por ciento en su crianza para que no cometieran los mismos errores que todos los capos anteriores cometieron, incluyéndote. Si tú, viéndolo, no aprendías nada, habría sido tu problema. Iba a ser tu esposa, no tu madre. En un dado caso, mi plan era gobernar a través de ellos. ─Sus ojos azules se apartan de los míos, volviendo a la redada, pero yo no dejo de evaluar su perfil─. Todo lo que he hecho desde la muerte de mi padre fue porque me empujaron a ello. La mafia siciliana se sentenció a sí misma cuando me lo arrebataron y todo perdió sentido o importancia. ─Hace una mueca─. Cuando renunciaron a su honor asesinándolo por la espalda, sus reglas dejaron de ser relevantes para mí.

─Si eso es lo que querías, ¿por qué es tan diferente ahora?

Arlette nuevamente me mira, solo que esta vez lo hace mientras se empieza a dar la vuelta para regresar al interior del edificio de Cavalli Enterprises. A pesar de la molestia que mi pregunta le ocasiona, responde.

─Porque ahora soy consciente de los riesgos, Vicenzo. Toda esta travesía hacia el trono me hizo darme cuenta de quién realmente soy sin mis pastillas, lo cual no es precisamente bonito o amable ─responde─. Y ciertamente prefiero no ser madre a ser una madre como la que tuve.

*****

Cada vez que llegamos a un lugar, los ojos de los presentes se dirigen a mi esposa. No importa si la alianza en su dedo grita que me pertenece, todos quieren un vistazo de ella. Al parecer el recelo que le tienen no impide que sus penes fantaseen con estar en su interior. La razón por la que no mueren es porque, genuinamente, no puedo culparlos. Arlette se viste, habla y se mueve para ser mirada. Camina por Fratello's como si el piso sobre el que pasa perteneciera a una pasarela de la moda en Milán. Su vestido azul deja sus hombros al descubierto debido a que sus mangas son caídas, por lo que aprovecho cuando se detiene para saludar a la chica de la recepción, a quién no tengo ni idea de por qué mierda le habla, para presionar mis labios sobre uno de ellos antes de dirigirme a la mesa en la que se encuentra Iván. Todos apartan sus ojos entonces, lo que me parece perfecto. No quiero empezar a ofrecer batidos de globos oculares en el maldito menú, lo cual sería bueno para hacer de las víctimas un ejemplo de lo que les pasará si continúan siendo sucios y depravados a su alrededor. Soy un hombre de la mafia, el jefe de la Cosa Nostra. Sé cuán oscuras son sus mentes. A mí no me van a subestimar al respecto cuando los mismos pensamientos, incluso más oscuros, pasan por mi propia cabeza mientras me masturbo. Estoy seguro de que a Arlette no le molestaría que fuera por una prostituta para desahogarme, pero si soy sincero el follar solo por follar perdió sentido para mí mucho antes de que regresara a Chicago. Ya no es tan divertido como solía, haciéndome sentir algo parecido a estar perdiendo el maldito tiempo cuando lo hago.

También supongo que tiene que ver con el hecho de que duermo junto a la mujer más hermosa, odiada y deseada de la ciudad, pero a la que he decidido por voluntad propia no tocar hasta que entre en razón ya que si lo hiciera, si permitiera que ambos nos habituemos a que me manipule con su cuerpo, estaría perdido. Finalmente convertido en solo un juguete.

Y probablemente también terminaría muerto como Marcelo.

─Iván. ─Algo parecido a un sonrojo cubre las mejillas del líder de la Bratva cuando me siento frente a él. La última vez que nos vimos estaba confesando sus sentimientos por mí ante la Cosa Nostra. Fue tan incómodo como divertido. Los italianos y los rusos están lejos de ser amigos. Solo pueden considerarse aliados─. ¿Cómo va todo?

─Podría ir mejor ─responde con una mueca─. Siempre podría ir mejor.

Afirmo, entendiéndolo. Desde que Carlo murió los rusos le han estado lanzando mierda para que nos derroque, pero Iván, decidido a mantener el acuerdo de paz que Mark firmó con Carlo, no lo ha hecho. Los rusos se han mantenido relativamente en silencio desde que empezaron a darse cuenta de que Arlette y yo no somos unos niños, pero periódicamente un pequeño grupo que todavía no se rinde al respecto intenta matarlo y debemos rescatarlo, pero sin intervenir en los asuntos de su gente.

Es una situación de mierda.

─¿Y con las mujeres? ─pregunto con la intención de distraer su mente─. ¿Conseguiste a alguna que finalmente saque de tu mente a Sveta?

Mi pregunta lo hace sonreír con nostalgia.

Cuando una Vólkova entra en tu mente, no sale de ella aunque muera. Te persigue en los recuerdos. En las cosas que crees que diría. En lo que piensas que haría ante una determinada situación. En cómo sonreiría ─responde en ruso─. Espero que nunca tengas que vivirlo por tu cuenta.

Ya que Arlette todavía no ha vuelto, ignoro su comentario y no dejo pasar la oportunidad de obtener algo de información.

¿Ella realmente fue tan mala con Arlette?

Iván hace una mueca, sabiendo que me refiero a Sveta sin que tenga que aclararlo. Para entenderla necesito escarbar en el pasado. Tomar en cuenta factores que nunca había pensado que fueran más que exageraciones o una cortina de humo para ocultar la insana relación entre Carlo Cavalli y su hija. Por más que no me guste la idea, después de ver de primera mano el conflicto que siente Arlette ante la idea de ser madre, debo tomar el que siempre haya dicho la verdad, que su madre haya sido un monstruo que merecía su odio, como una posibilidad.

Una que no quiero que se cumpla.

Que no me he puesto a investigar activamente porque ahora sospecho que puede que sea cierta. Que, de serlo, significa que siempre he estado en el equipo equivocado.

No me siento cómodo hablándote de ello, no cuando son secretos de mi socia que si no ha compartido contigo es porque quiere que no los sepas, pero puedo decirte que lo que sea que Arlette siente hacia su madre es fundamentado. Hubo un antes y un después en Sveta luego de que diera a luz y notara que no era un niño, sino una niña. ─Niega, visiblemente afectado ante el recuerdo─. Todo lo que solía admirar en ella se volvió repugnante debido a que lo usaba en contra de su propia hija. Es como si nunca le hubiera perdonado ser amada por su padre. Justo como suena.

Mi frente se arruga, mis puños apretándose, reacio a creerle.

Ambos conocemos a Arlette ─suelto─. Nunca ha sido un ángel.

La mirada en los ojos de Iván se vuelve dura.

Incluso los niños de la mafia nacen siendo inocentes. Arlette lo fue. Tú ciertamente lo fuiste antes de ser convertido en un asesino a sangre fría. ─Su mandíbula se aprieta─. Yo también lo fui. No vienes a este mundo con un puñal en la mano, hijo.

Niego.

Me crié con ella. Si hubiera sufrido de alguna manera, lo habría visto. En un dado caso, la que siempre sufría era mi madrina, no Arlette.

Iván hace una mueca. Por el rabillo del ojo veo como mi esposa se acerca.

Quizás es porque Arlette aprendió a defenderse antes de que la muerte supiera qué tan oscuro puede ser el mundo ─dice rápidamente antes de que ella se siente entre nosotros con una mirada cálida en los ojos, la cual solo está reservada para sus personas de confianza─. Arlette, ¿cómo estás?

─Hambrienta ─responde, lo que me alegra.

Nunca la había visto comer tanto como en el último año. Sin químicos en su cuerpo, es como si este finalmente hubiera recordado lo que significa estar vivo. Que necesita combustible para abastecerse. Esto ha hecho que su figura, aunque se mantiene esbelta y delgada, se vea un más llena.

Es más hermosa ahora.

─¿Todo marcha bien, Iván? ─le pregunta cuando nos traen la comida, pasta a la carbonara, y un par de botellas de vino que Arlette hace probar a la chica que lo sirvió antes de dárnoslo─. ¿Debemos discutir algo más que el dinero en esta ocasión? Sabes que cuentas conmigo para todo.

Iván niega, lo cual hace demasiado rápido para mi gusto, pero Arlette, ya que es consciente de su vergüenza al tener que pedirnos ayuda para mantener su posición, no insiste en lo absoluto. A diferencia de cuando me respondió a mí, luce malditamente optimista mientras le contesta.

─No, todo está perfecto. El dinero está en el auto. ─Sus irises azules se suavizan mientras se dirige a ella, lo que hace que por alguna razón sienta pena por él y finalmente entienda por qué siempre han encajado bien trabajando juntos. Quizás Iván ve en Arlette a la hija que pudo haber tenido con Sveta─. Estoy manteniendo a los idiotas bajo control. No te preocupes.

Ella le sonríe.

─Me alegro, pero si aun así necesitas...

Iván la corta, encogiéndose de hombros.

─Mientras que recuerdes que la promesa que me hiciste de no joder a Bratva solo me la hiciste a mí, está bien. Significa que puedo morir en paz si algo me pasa porque sé que irás por ellos apenas no esté ahí, puesto que serán ellos o tú y estoy en la bancada a tu favor. ─Le devuelve la sonrisa a mi esposa─. Ellos creen que te cuido de ellos, pero la verdad es que es al revés. Confío en que no sean tan estúpidos como la mafia siciliana. A pesar de cuán anticuado era tu padre, te has convertido en una mujer de la que no tendría más remedio que sentirse orgulloso... tanto él como Sveta. A pesar de todo, tu madre te habría admirado. Estoy seguro.

Aunque mi esposa usualmente suele enloquecer ante la sola mención de su madre, en este caso no lo hace. Se limita a alzar su copa y a brindar en el aire, la luz alumbrando directamente su expresión despreocupada.

Casi feliz.

─Por ti, Iván ─dice─. Porque creíste en mí cuando nadie más, a parte de mi familia, lo hizo.

Los dos, tanto él como yo, la imitamos, puesto que fue Iván quien le dio las pistas iniciales que Arlette necesitó para descubrir al asesino de su padre y también aceptó trabajar con ella a pesar de que iba en contra de todas las normativas de la Bratva. Ciertamente tiene mi respeto por su lealtad al linaje Vólkov. Es como Fósil, solo que con más cabello y unos cuantos años menos. No importa que Carlo haya deformado su rostro con una cicatriz, tengo el presentimiento de que si respetó el acuerdo de Mark con el capo fue porque, en primer lugar, no muchos se arriesgarían a ir contra los Cavalli y, en segundo, la sangre de su jefe sigue corriendo por las venas de Arlette.

─Aunque muchas veces me siento como si ellos tuvieran razón y estuviera traicionándolos, recuerdo las muertes, el odio, las lágrimas y la sangre que caracterizaron nuestros años en guerra y me doy cuenta de que la paz entre rusos e italianos es la única manera de sobrevivir al inframundo de Chicago ─comenta mientras empieza a envolver su tenedor con pasta─. Pero también recuerdo que tú eres parte de nuestra gente. A pesar de que un italiano sembró su cultura en ti, tienes la pasión de los rusos en tu corazón. Fósil hizo un buen trabajo contigo. Cumplió su misión.

─¿Su misión? ─pregunta Arlette con la frente arrugada.

Iván afirma.

─Sí. Cuando tu madre se casó con Carlo, Fósil fue obligado a dejar de ser su guardaespaldas. En realidad Mark lo desterró de la Bratva por haber permitido que su hija se enamorara de un italiano en sus narices, pero cuando naciste y Carlo te presentó con él a espaldas de tu madre, lo envió contigo junto con Petruskha. Su misión era enseñarte, sin que te dieras cuenta, a cómo pensar como un soldado de la Bratva. Cuán importante son cosas como memorizar un mapa, a pesar de la tecnología, y conocer los espacios en los que estarás. ─Tanto Arlette como yo nos quedamos en silencio, por lo que Iván prosigue─. Solo viendo cómo caminas, como si tuvieras cada elemento en la habitación bajo control, puedo decir que cumplió con Mark. Tanto Petruskha como él debían protegerte e instruirte hasta que pudieras hacerlo por tu cuenta y verdaderamente lo lograron.

Arlette no hace más que asentir en silencio.

Ya que luce visiblemente afectada por sus palabras, miro nuevamente a Iván con la típica sonrisa de imbécil que le daría a Kai o a Emi.

─Entonces, Iván, estabas hablándome de tu nueva puta de veintiuno.

Aunque solo hago que Arlette ponga los ojos en blanco e Iván se atragante con su comida, me siento satisfecho de que ya no se vea como si estuviera perdida en las profundidades de su maquiavélica y compleja mente, de dónde a veces incluso ella no puede salir.

*****

Aunque es difícil para mí mantenerme al margen, me acostumbré a que Iván y Arlette quieran un tiempo a solas para discutir sobre sus expedientes secretos y clasificados después de nuestras reuniones como si ella no me pusiera al tanto sobre ellos más tarde, por lo que me limito a fumarme un porro en compañía de los guardaespaldas del ruso mientras los veo discutir a unos veinte metros de nosotros. Estas son las únicas veces que ambos se permiten andar sin guardaespaldas por Chicago, tratándose del que puede ser el par más odiado en la ciudad luego de Arlette y yo, por lo que la seguridad de que este es mi restaurante normalmente es suficiente.

No debí haberme confiado.

No debí haberla dejado insistir en que todo estaría bien.

Ser un monstruo no es suficiente cuando te enfrentas a otros monstruos.

Debes ser el más malo y desconfiado de ellos, siempre.

Antes de que pueda anticipar lo que sucede, un vehículo pasa por la calle y dispara dos veces hacia ellos, buscando impactar a ambos. Iván, sin embargo, se mueve al último momento y empuja a Arlette al suelo, por lo que la bala con el nombre de mi esposa se incrusta en su pecho, dónde ya tiene una. Al instante una ráfaga de disparos es devuelta por parte de los nuestros, pero ya es demasiado tarde. Mis ojos se dirigen a Milad una vez, con mi arma en mano, llego al sitio dónde están Arlette e Iván. Ella está arrodillada en el suelo junto a él, viéndolo sangrar con tristeza. Sus ojos están abiertos, pero se encuentran en blanco mientras agoniza.

Graciasle murmura Arlette en ruso─. Gracias por salvarme la vida, aunque mi vestido era antibalas, y gracias, sobre todo, por ser mi amigo. ─Aunque se ve como si hiciera un gran esfuerzo haciéndolo, Iván sonríe─. Siempre serás el mejor aliado que pudieron tener los Vólkov, Iván Ivanov. Fuiste leal incluso cuando ya no tenías razones para serlo. ─Su barbilla tiembla, pero ninguna lágrima cae de sus ojos─. Te extrañaré, mi socio, más de lo que crees.

─Ve por ellos ─le gruño a mi hombre de confianza una vez Arlette deja de hablar, todo mi cuerpo temblando debido a la adrenalina y la ira─. Encuéntralos y tráemelos. Los quiero vivos, preferiblemente, pero no me molestaré demasiado si me traes sus cadáveres. Haré una maldita obra de arte.

Milad asiente. Empieza a retroceder para formar un grupo de hombres, pero Arlette lo detiene, encontrando la manera de pasar por encima de mí a pesar de su pena. Los escoltas rusos empiezan a intentar tomar a Iván para llevarlo al hospital en un auto, pero Arlette no los deja llevárselo.

Ya está muerto.

─No hagas absolutamente nada ─dice mientras cierra los párpados de su socio con suavidad─. Solo organiza su entierro en la Iglesia Ortodoxa, preferiblemente para esta misma noche. No dejaré que las personas que lo traicionaron lo entierren o profanen su cuerpo. No lo merecen. ─Mira a los dos rusos que siempre lo acompañaban. Alik, quién es algo escalofriante, y un rubio que parece un cascanueces─. Traigan a sus amigos, si es que tenía algunos todavía. Corran la voz de que auspiciaré la ceremonia y de que me encargaré personalmente de todo aquel que le falte el respeto, ruso, italiano, turco, sea la raza que sea, morirá si lo hacen. ─Con su vestido azul manchado de sangre bajo su abrigo, se levanta y finalmente me enfrenta una vez estos asientes y se dirigen al auto del soldado caído de la Bratva. Fallaron en su misión. Probablemente eso los está rompiendo por dentro─. Él sabía que moriría, Vicenzo, debí haberme dado cuenta. Durante toda la cena, sabía que algo iba mal. Debí haberlo obligado a decirme qué era. Pude haber impedido que esto sucediera.

─Quizás estaba cansado de pedirte ayuda, Arlette.

Ella niega.

─No importa. Él no debía, no podía, morir. Su seguridad no era ninguna carga para mí, pero Iván nunca lo vio así. Ni siquiera usaba la ropa de Venice que le daba. Era un hombre, después de todo.

Debido a lo afligida que luce, no insisto delante de ella en conseguir a los asesinos de su amigo ruso. En su lugar la estrecho entre mis brazos cuando se acerca a mí pidiéndolo a gritos, pero sin saber cómo expresarlo. Es entonces cuando me doy cuenta de lo errática que es mi respiración, puesto que se normaliza cuando la aprieto y percibo un atisbo del aroma de las flores de su laberinto de rosas con mi nariz. Para estar completamente calmado y conseguir dormir nuevamente, sin embargo, debo encontrar a los autores de esto, por lo que asiento en dirección a Milad mientras Arlette no está mirándonos, aun con el rostro escondido en el hueco entre mi cuello y mi hombro.

Los rusos no morirán por haber matado a Iván.

Lo harán por haberle apuntado a mi esposa.

Y porque, por primera vez desde que tengo memoria, cuando Arlette finalmente se recompone y me mira, veo genuino miedo brillando en sus bonitos ojos azules y nadie, salvo yo cuando me lleva al límite, tiene derecho a asustarla de ninguna jodida manera.


Mrk, admito que lloré. Amaba a Iván. Era súper tierno y leal. Aunque sospecho que todas sabían que iba a morir desde el libro pasado,  leerlo hacerlo es otra cosa. De verdad era uno de mis personajes favoritos porque sentía que en el fondo buscaba lo mejor para todos, para los rusos y para los italianos. Carlo le cortó el rostro, le quitó a la mujer y aún así pudo dejar eso de lado para que su gente no sufriera. De verdad lo voy a extrañar. Era el best. También me encantaba su sentido del humor

Siempre te extrañaremos, primer socio de Arlette 

En fin, capítulo dedicado a: TheReyFlight por sus bonitos dibujos. Esta hermosa nena hizo una representación de la última escena del capítulo pasado que subiré en un momento a mi Instagram para que la vean. Quedó hermosa

Siguiente al comentario más bonito en honor a la memoria de Iván

Estoy súper sensible, de verdad lo amaba jaja


Love u

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Si u leiter, mai friends 

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