Capítulo 25:
ARLETTE:
─Fui por su biberón y cuando regresé su cuna se encontraba vacía.
─Nadie puede entrar a esta casa, no hay manera de hacerlo sin ser invitado. Me aseguré de ello durante las renovaciones ─respondo a cambio, haciendo que se estremezca con violencia mientras las lágrimas se deslizan por sus mejillas─. ¿Estás insinuando que hay un traidor entre nosotros, Aria? Porque tú, más que nadie, sabe cuál es la cortesía con la que trato a los traidores y más si son cercanos.
No me deshago de ellos.
Los destruyo hasta que ellos mismos ruegan morir.
Pregúntele a Constantino prefiriendo lanzarse de un edificio a vivir.
Pregúntenle a Mariano rogando por su muerte cada vez que lo visito a su celda.
A Marcelo.
Aria retrocede ante mi pregunta, pero eventualmente su espalda choca contra la pared y yo me encuentro demasiado cerca de ella. De no ser por el firme agarre de Vicenzo sobre mi brazo, mi mano se encontraría injustamente presionada contra su garganta. Injustamente, sí, porque ha sido ella quién ha cuidado a Chiara desde su nacimiento, pero en este momento no soy yo quien domina mis acciones. Es una voz en mi cabeza que no tiene nada que ver con la esquizofrenia, una voz que tiene pleno control sobre mi toma de decisiones y de mi cuerpo. Por el rabillo del ojo veo a Flavio acercarse a nosotros con Fósil, ambos conscientes de que Vicenzo podría no ser suficiente para separarme de su madre, pero los engranajes de mi mente van a mil por hora y termino quitando mi atención de ella para ponerla en el verdadero culpable de todo esto. En el rostro de quién arrojó la cerilla a un incendio que he estado evitando desde la muerte de Iván. Desde que tengo uso de razón, en realidad.
Solo tengo que darme la vuelta.
─Tú.
Vicenzo imita a su madre, retrocediendo al ver la expresión en mi rostro, y mi hermano y Fósil se alejan. Todos lo hacen porque son capaces de sentir cómo me siento. La ira, como nunca antes, recorre cada centímetro de mi cuerpo. Mi corazón corre riesgo a fallar debido a cuán rápido va. Nunca en mi vida había sentido tanto, ni siquiera tras la muerte mi padre.
Tanta rabia.
Tanta impotencia.
Tantas ganas de tomar a alguien, quién sea, y hacerlo pedazos.
─Este es el motivo por el que no quería una guerra. ─Lo empujo con fuerza, moviendo a Vicenzo solo porque no estaba preparado para un ataque violento─. Por el que no podía asesinar a Alik. ─Vuelvo a hacerlo, pero esta vez ni siquiera se tambalea, su mandíbula apretada. Es como si el rojo, solo que en diversas tonalidades, se hubiera adueñado de mi imagen del mundo, borrando el resto de los colores de mi sentido de la visión─. Por el que quería mantener la paz. ─Aunque no sé describir con exactitud el sentimiento que las produce, las lágrimas se deslizan libremente por mis mejillas mientras pienso en Chiara, el miembro más débil de nuestra familia, en manos de nuestro enemigo. Podrían hacerle lo que sea, desde pellizcarla a matarla, y ella no sería capaz de defenderse. Tan solo tiene cuatro meses. Sin procesarlo, levanto mi mano y abofeteo a Vicenzo, con fuerza, en el rostro. La sangre se desliza de uno de los orificios de su nariz tras ello, pero continúa sin moverse ni un centímetro. Solo me mira con una mezcla de lástima e inexpresión en sus ojos negros. De repente volvemos a tener dieciocho años y todo lo malo que me sucede en ese entonces es su culpa. Suya y de su toma de decisiones impulsivas─. ¿Cómo arreglarás esto? ─le pregunto tras volver a golpearlo, todo mi cuerpo temblando─. Insiste en querer arreglarlo todo por ti mismo, en que confíe en ti para solventar esta situación y para tomar las riendas de nuestra familia, ¿pero cómo solucionarás esto?
Estuve despierta y consciente mientras Flavio lo rescataba y yo tuve que huir con Alik para animarlo a pertenecer a nuestro bando. A confiar en mí, esfuerzos que él mandó a la basura poniéndole fin a su vida. Hemos asesinado a casi cincuenta rusos en los últimos días, entre ellos tres de sus líderes, cuatro si contamos a Iván. No estamos lidiando con enemigos que sigan un código moral, así que espero lo peor provenir de su parte. Ellos podrían hacerle cualquier cosa a mi hija ahora y ella no tendría a nadie para protegerla.
Ni a mí ni a su padre.
─Si perdemos el tiempo buscando culpables entre nosotros, ellos ganarán ─dice Flavio tras nosotros, pero no le presto ningún tipo de atención, concentrada en Vicenzo.
Pero él no dice nada.
─No tengo nada que buscar. Está frente a mí.
─Arlette...
─Tú me quitaste de mi posición. Confíe en ti y me pagaste creando un plan a mis espaldas para asesinar a Iván, pero no conforme con ello pusiste a quién no debías en su lugar y luego lo mataste porque no podías soportar las consecuencias de tus propias decisiones ─le reprocho, tomando su camisa entre mis manos y arrugándola en mis puños. Sus ojos negros nunca se habían visto tan oscuros y peligrosos como se ven ahora, pero no me importa. No le temo a la muerte─. Todo esto es por tu culpa, Vicenzo. Todo.
Tras oírme, rodea mis muñecas con sus manos, apretándolas con fuerza, pero no me separa él.
Intenta mantenerme anclada, me doy cuenta.
Esta vez, sin embargo, no funciona.
─Si Chiara hubiera tenido su habitación en el interior de la casa, como los demás miembros de nuestra familia, gozando de las mismas medidas de seguridad, probablemente no hubiera sido secuestrada ─responde a cambio, ante lo cual lo suelto solo para alejarme de sus acusaciones, pero estas me persiguen─. Te lo pedí un millón de veces, Arlette. Te pedí que le dieras una oportunidad a tu hija, pero no lo hiciste y ahora estas son las consecuencias.
Algo dentro de mí se retuerce al recordar todas las veces que Vicenzo me insistió que le diera una oportunidad a mi papel como madre, pero algo aún más fuerte me dice que de haberlo hecho ella habría salido lastimada por mí y no por quién sea que la tenga en este momento. Al oírlo retrocedo, lista para ir a revisar las grabaciones de las cámaras de seguridad por mí misma, pero esta vez es él quién me alcanza, impidiendo que me aleje al presionarme contra su torso mientras su boca se dirige a mi oído.
─Deseaste tanto que Chiara no existiera que tu deseo se hizo realidad, esposa.
Y solo esas palabras son lo que mi control necesitaba para terminar de perderse.
Mis manos se dirigen a su cuello, la cual es una apuesta ridícula, pero antes de alcanzarlo soy retenida por el cuerpo de alguien que ahora es más fuerte físicamente que yo. Flavio. Él me atrae hacia él y mantiene mis manos tras mi espalda. Intento deshacer su agarre sobre mí, pero no puedo. Tras mirarlo de una manera que lo hace consciente de que pagará por esto más tarde, vuelvo a mirar nuevamente a Vicenzo, quién ha caminado directamente hacia el bar por una botella que lleva a sus labios.
─No tienes ni la más remota idea de lo que dices ─siseo hacia él.
─Tomando en cuenta que he sido más una madre para Chiara que tú, sí lo hago.
─No, no lo haces. ─Nuevamente siento mi vista nublada por las lágrimas. El agarre de Flavio sobre mí se vuelve más fuerte. Mi sangre corre por sus venas, estamos conectados, siempre estaremos conectados, por lo que sabe que lo que estoy sintiendo solo está a punto de empeorar─. Porque mi madre no tenía razones para odiarme y aun así lo hizo, Vicenzo. ─Mi esposo se congela y dirige sus ojos a mí cuando las palabras escapan de mis labios ya que nunca he hablado de ella con él ni con nadie que no fuera mi padre y ahora, luego de veinte años de silencio, lo estoy haciendo en una habitación repleta de personas. Por el rabillo del ojo veo cómo Luc termina de sacar de ella al último guardaespaldas que nos acompañaba de tal manera que solo quedamos familia─. Mi madre no desaprovechó ninguna oportunidad para maltratarme mientras los demás no veían. Me hizo sangrar. Me hizo llorar. Me hizo rezarle a un Dios en el que no creía por la absolución de cualquier pecado que hubiera cometido y me hubiera hecho merecer su odio cuando se suponía que era la persona que más debía amarme. Que debía protegerme. ─El agarre de Flavio se deshace, pero todavía se mantiene cerca. Escucho a Fósil tomar una honda inhalación de aire y a Aria sollozar─. Pero en cambio me golpeaba en sitios que nadie pudiera ver. Mientras Francesco y tú cenaban su comida favorita, susurraba en mi oído palabras que no pude entender hasta ser lo suficientemente mayor mientras fingía darme de comer. Depositaba cualquier responsabilidad sobre mi cuidado en Fósil y Petrushkha porque la mitad del tiempo simplemente no soportaba verme. ─Ahora a duras penas puedo aguantar el temblor de mis manos y de mi voz, pero esto era lo que él había pedido a gritos durante todo este tiempo: una explicación. Una razón. Un motivo por el cual cuando veo a mi hija agitar sus pequeñas y regordetas manos hacia mí, no siento nada. No puedo sentir nada─. Tenía celos de mí ante mi propio padre. Me acusaba de acaparar todo su amor para mí y se aseguraba constantemente de que no estuviera acostándome con él. Yo. Una niña de cuatro años. ¿Cuán loca crees que debía estar para pensar que podría hacer algo como eso? ─pregunto, dándole la espalda a todos en mi camino hacia la ventana que da con el jardín de rosas de mi familia─. Pero lo peor de todo es que no podía odiarla. No podía dejar de ansiar que me quisiera porque había momentos, cortos y escasos, en los que se comportaba como una verdadera madre para mí.Podía soportar su odio porque estaba acostumbrada a él, pero era su amor lo que me destruía porque hacía que la próxima vez que me lastimara, doliera más. ─Me giro para ver su reacción, la cual es más allá de confundida mientras busca a Aria en busca de alguna confirmación, pero esta mantiene la mirada lejos de él─. Mi madre no me comprometió contigo porque pensara que haríamos una alianza como nunca otra. Me comprometió contigo por venganza. Porque veía cuánto me odiabas y ansiaba que pasaras toda tu vida lastimándome para hacerme pagar por crímenes que solo cometía dentro de su cabeza. ─Trago el nudo en mi garganta─. Así que no me digas que lo entiendes cuando has decidido ser ciego ante la mitad de la historia. Prefiero mantenerme alejada de Chiara a marcarla de la manera en la que ella me marcó o peor, puesto que mientras yo era la hija del amor de su vida, Chiara es la hija del asesino de mi padre.
Del hombre que me arrebató a mi padre por las mismas razones por las que yo lo maté.
Pero aun así era mi padre, así que no lo pude perdonar.
Y eso significa que Chiara a mí tampoco, o en su defecto a Vicenzo.
Por eso no podía asumir la culpa de su muerte.
─Arlette... ─dice, intentando acercarse, pero ya es demasiado tarde.
La herida ha sido abierta.
Y después de tanto tiempo, escuece.
─Y yo soy igual a ella.
Dando por finalizada la conversación, salgo al exterior.
*****
El granero de Gavin tiene una pequeña habitación al fondo que todos suelen visitar menos yo. Sus paredes son blancas. Los muebles en ella son blancos. Las cortinas. El moisés en una esquina. Su cuna. El hermoso armario con bordes dorados en el que guardan su ropa. Chiara significa claridad y pureza y a pesar de que durante todo el embarazo sentí que mi cuerpo estaba siendo envenenado y en ocasiones tenía la tentación de abrir mi estómago con un cuchillo y pagarle a alguien para que la llevara en mi lugar, yo escogí su nombre. Vicenzo me obsequió un libro con opciones repleto de ellos una vez no fui capaz de abortar el fruto de la unión de mi sangre, la sangre de mi padre, y de alguien más, alguien que marcó a nuestra familia de manera atroz con sus actos.
Que le diera la espalda a mi hija lo habría decepcionado tanto.
Él nunca lo hizo conmigo.
Soy la hija de una mujer que dentro de nuestro mundo de monstruos es considerado uno de los más viles y mi padre no renunció a mí. Se me permitió vivir pese a que con mi nacimiento su mundo se hizo añicos. ¿Cómo podría deshacerme de una Cavalli que nació de la misma manera que yo lo hice y no estar insultando su memoria?
No deseada.
No querida.
Maldita y etiquetada para una vida llena de sufrimiento desde el minuto cero de esta.
¿Cómo podría ver a mi familia luego de violar mis propios principios?
La familia es sagrada para nosotros, así amarla duela y te arranque la piel a tiras.
Y Chiara solo es culpable de ser el precio a pagar por mi venganza.
Mi daño colateral hacia mí misma.
Es inocente, es mi hija y merece algo mejor a cualquier cosa que pueda darle, lo que significa que no darle nada es la mejor apuesta, en especial cuando no puedo verla sin ver a Marcelo. Aunque por mi mente nunca pasó la idea de hacerla pasar por su hija, por la de Vicenzo sí lo hizo y cualquier plan que tuviera al respecto se hizo añicos cuando tuve una bebé de cabello negro y brillantes ojos verdes.
La primera Cavalli en generaciones en no tener los ojos azules.
Así que Chiara, que significa claridad y pureza, está bien para ella.
Porque desde que llegó a nuestras vidas, es todo lo contrario a lo que debería ser.
─Arlette ─dice Vicenzo tras de mí, pero no dejo de estar concentrada en el sitio en el que dormía, en calma por las atenciones de Aria, y agitaba el sonajero de oro que ahora está entre mis dedos, probablemente un obsequio de alguno de mis hermanos o de Francesco.
En una de las repisas en las paredes hay una larga hilera de osos de felpa que sé que le dio Vicenzo, puesto que lo vi venir varias veces hacia aquí con ellos a través de la ventana de nuestra habitación que da con el jardín de rosas. Con pañales. Con formula de bebé ya que mis senos se secaron a la semana de haber dado a luz.
Con toda la dedicación y el cariño que debería darle yo, no él o su madre.
─No sabía que podía tener hijos de esta manera hasta que quedé embaraza ─murmuro. Veo mi periodo solo una o dos veces al año por las pastillas que me vi forzada a tomar toda la vida. Cuando estaba comprometida con Vicenzo siempre supe que debería recurrir a métodos de fertilidad si alguna vez quería tener hijos. Ya que Marcelo y yo tuvimos una aventura de dos años sin que sucediera nada, nunca pensé que habría consecuencias de mis actos y menos cuando por fin ya estaba a punto de matarlo─. Y tampoco pensé que perderla, luego de haberla rechazado todo este tiempo, me haría sentir de esta manera.
─Porque la amas ─repite lo mismo que me dijo mientras estuvimos secuestrados por Alik, atrayéndome hacia él y colocando ambas palmas de sus manos en mis mejillas, la pelea de hace un rato puesta en pausa durante este momento de intimidad. No mentí cuando lo escogí a él para sobrevivir. Vicenzo podrá no ser apto para manejar a la mafia, pero sí lo es para ser padre y eso es mucho más importante para mí ahora que tengo una hija y no puedo ser su madre como todos me exigen que lo sea, incluso nuestros amigos─. Y aunque ahora está perdida, la encontraremos, Arlette. Los rusos saben lo que pasará si le hacen algo. No creo que debamos perder la esperanza de hallarla sana y salvo tan rápido. ─Afirmo, ladeando la cabeza para concentrarme de nuevo en la habitación. Es la primera vez que estoy en ella pese a que Chiara nunca durmió en la casa principal debido a mi acuerdo con Aria. Las dos nos cuidamos las espaldas─. Pero no lamento haber matado a Alik. Algo como esto sucedería de todas formas.
Aprieto la mandíbula ante sus palabras y me separo de él, pero contengo las ganas de golpearlo mientras inspecciono la alcoba en busca de alguna pista. Vicenzo, quién la conoce más que yo, me imita, pero ninguno de los dos encuentra nada que sea de utilidad. Todavía debo revisar las grabaciones de las cámaras, pero sé que si hubiera algo en ellas Luc ya me habría dicho.
Ambos terminamos sentados en el piso con la espalda apoyada contra la pared, probablemente viéndonos como basura debido a que no nos hemos aseado o cambiado de ropa desde hace un día entero, yo desde dos, elaborando teorías sobre cómo pudieron burlar la vigilancia, entrar en la casa y llevarse a mi hija. Ambos estamos convencidos de que uno de los nuestros tuvo que habernos traicionado, pero sé que no fue él, que no fue ningún integrante de nuestra familia, ¿pero entonces quién?
¿Quién podría acercarse lo suficiente a ella como para hacerla desaparecer?
Aunque todos los autos y los hombres que vi en la calle cuando llegué probablemente están poniendo a Chicago patas arriba para traer a Chiara a su hogar, tanto dentro como fuera de la mafia italiana, una parte de mí me dice que no tendré noticias de ella hasta que quién la tenga en su poder quiera que las tenga, por lo que después de unos quince minutos me levanto y le hago un gesto con la cabeza a Vicenzo para que me siga de vuelta a la casa y reúna a los hombres que cuidaban el granero cuando todo esto sucedió.
La otra parte de mí no puede darse por vencida.
Como madre, no puedo no hacer nada.
Como cassetto de la mafia siciliana, alguien tiene que pagar por ello.
─Mi hija desapareció ─susurro, caminando frente a la hilera de escoltas que Vicenzo y Luc organizaron. Todos son hombres que custodiaban la casa. Evalúo sus reacciones mientras hablo de la misma manera que lo hice con la de los hombres de la Cosa Nostra para descubrir al asesino de mi padre─. Pero eso ya lo saben. ─Me detengo frente a uno. Tomo su arma de la cinturilla de su pantalón y ni siquiera se mueve cuando lo apunto. Los otros tampoco lo hacen─. ¿Dónde estabas cuando eso pasó?
─En mi puesto, señora.
─¿Dónde era eso?
Era, sí, en pasado.
Porque está despedido.
Y en la mafia solo hay una manera de ser despedido.
─En la entrada del granero, señora.
Sin escuchar más, disparo. La sangre salpica mi rostro y su cuerpo cae al piso con un sonido sordo, manchando el mármol, pero todavía no he terminado. Me detengo junto a su compañero. A pesar de la incomodidad en los ojos de Luc, no me interrumpe.
Él haría lo mismo si se tratara de Matteo, de Hether o de su bebé.
Siguiente.
─¿Dónde estabas tú? ─pregunto, obteniendo solo llantos, así que vuelvo a disparar y por suerte para el próximo, la pistola se queda sin balas, así que me doy la vuelta y subo a mi habitación para cambiarme porque si me quedo aquí me quedaré sin soldados y no puedo ir sin ellos a la guerra.
Porque ya la decisión no está en Vicenzo o en mí.
Al llevarse a Chiara, al tomar a uno de los nuestros, ellos escogieron.
Holaaa. Espero que el capítulo les haya gustado. A partir del siguiente empieza la verdadera emoción de este libro. Ya después de conocer tanto este como el punto de vista de Carlo y lo que sucedió en pasado, espero que entiendan muchas cosas
También que recuerden que esta no es una novela rosa
No puedo esperar a ver las cosas que hará Arlette para recuperar a su bebé
Capítulo anterior dedicado a: Darkobsession8
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