Capítulo 14:
VICENZO:
Termino mi porro mientras contemplo mi obra de arte: los tres hombres con claras evidencias de tortura guindados de una soga atada alrededor del cuello en medio del bosque a las afueras de la vieja casa de Iván. Esto no es lo que tengo en mente para los rusos, pero estaría mintiendo si dijera que no satisface si quiera un poco mi hambre. Cuando termino de fumar, agradecido con Arlette por empezar a ver la luz, inclino la cabeza hacia Milad mientras arrojo la colilla al suelo y ajusto el cuello de mi chaqueta.
─Vámonos.
*****
Cuando finalmente llego a mi habitación, alrededor de las dos de la mañana, no me sorprendo al hallar a Arlette de pie junto a la ventana que da con el jardín, el cual recorrí antes de venir aquí al visitar a mi madre y robar un poco de estofado de su refrigerador. Está usando un camisón, no un conjunto de lencería que haga que apartar la vista sea imposible, y una bata de seda verde sirena. Se abraza a sí misma. Esta es una de las pocas veces que la he visto parecer vulnerable y sé exactamente por qué. Se gira al oírme llegar, momento en el que su expresión se vuelve dura de nuevo.
Tras soltar un suspiro, me acerco a ella.
─Arlette...
─¿Cómo te fue con los rusos?
─Están muertos. ─Asiente, satisfecha─. Los dejé en un buen sitio.
Sus cejas se juntan con curiosidad.
─¿Dónde?
─En el patio de Alik. ─Me encojo de hombros ante su expresión en blanco─. ¿Qué? ─le pregunto mientras rodeo su cintura con mis brazos, a lo que hace una mueca, pero no se aparta. Entendiendo que lo que sea que esté pasando por su mente ahora no la tiene aquí, me separo con un gruñido─. Quiero que sepa que no es el único que puede mear en el patio del otro. Funcionará.
A pesar de la duda en sus ojos, asiente.
Lo que hice esta noche no fue difícil.
En realidad, lo disfruté.
Y es solo un ejemplo de lo que haré ininterrumpidamente si esta situación termina por sacarme de quicio. Espero que Alik sea listo y lo tome en cuenta al momento de pedirle a mi esposa follarlo.
*****
La mañana y tarde del día siguiente transcurre como siempre que Arlette y yo nos quedamos en casa. Penélope odiándome por no dejarla salir de la mansión. Penélope odiando a Arlette. Flavio odiando a Arlette por hacerle lo mismo que su padre solía hacerle a ella: subestimarlo. Mi madre intentando ayudarnos tanto como puede. Fósil siendo un pervertido. Hether, Luc y Matteo pasándose a tomar el té, pero quedándose para comer. Beatrice demostrando que su hermana la educa para seguir sus pasos.
Todo, hasta el anochecer, fue normal.
Cuando el sol se oculta, Gavin nos asiste tanto a Arlette como a mí para prepararnos para la cena en casa de Alik, dónde esta le dará la respuesta a su propuesta ya que hoy se cumplen los siete días exactos. Para entonces ambos ya hemos comido, puesto que de ninguna forma probaremos lo que los rusos prepararán. Una vez termino de arreglarme, salgo de nuestra habitación ya que estar en ella me hace sentir como un modelo o un objeto que todos pueden tocar en lugar de como un capo. Aunque no he visto la ropa de mi esposa todavía, lo que usará probablemente tenga algo de azul oscuro porque ese es el tono de mi traje. La camisa bajo de este es blanca. Mientras Arlette termina, hablo con Luc, quién mira a Matteo jugar con Beatrice en pijama en la sala y luce listo para acompañarnos. Hether se quedará a pasar la noche aquí. Ella, como siempre, aparta la vista cuando me ve observando en su dirección, a lo que hago una mueca ya que el recuerdo de habérmela follado ya no es tan gracioso ahora que sé cómo se siente que quieran o hayan tenido a tu maldita esposa.
─¿Estás listo para no asesinar a Alik a penas lo veas?
─No ─respondo, encogiéndome de hombros.
He perdido la cuenta de las veces que he querido matarlo a lo largo de los últimos siete días. Confío en que la mirada de Arlette, sin embargo, me mantenga bajo control. Luc hace una mueca ante mi respuesta, pero no me dice nada más. Arlette empieza a bajar las escaleras, por lo que se acerca a su mujer para despedirse se mientras yo veo a la mía con una ceja alzada. No está usando precisamente un vestido, sino un top de látex del negro más oscuro que existe, sin mangas y que deja la parte superior de su estómago expuesto, y una falda del mismo material que se arremolina a sus pies como un artificial charco de petróleo.
Su cabello está peinado hacia atrás, suelto tras su espalda, y lo que la hace estar a juego conmigo es el maquillaje azul de sus ojos. Sus manos están cubiertas con guantes del mismo material, los cuales sobrepasan sus antebrazos. Usa joyería en las orejas.
─¿Qué? ─pregunta cuando me alcanza, extrañada con mi manera de observarla, pero lo único que puedo hacer es parpadear y negar porque esta noche ni siquiera parece jodidamente real.
─Nada ─respondo robando el abrigo que va a ponerse de los brazos de uno de nuestros escoltas y pasándoselo sobre los hombros antes de tomar su mano y arrastrarla a la calle mientras hago hasta lo imposible por ignorar la preocupación dentro de mí.
Si yo fuera Alik, también la querría sin importar que tenerla significase perderlo absolutamente todo.
Inclusive la vida.
*****
Aprieto mis puños cuando llegamos a la mansión victoriana de mármol negro más allá de casa que solía pertenecer a los abuelos maternos de Arlette, dónde esta asesinó a Marcelo, debido a la manera en la que estos miran a mi mujer. Para el momento en el que estamos llegando, la cena definitivamente ha terminado y los miembros más importantes de la Bratva rusa se encuentran bebiendo y fumando a lo largo del salón de reuniones de la propiedad. Para el momento en el que transitamos entre ellos, una suave versión de Sweet Dreams de Eurythmichs inunda el ambiente. Arlette, consciente del poder que le otorga su presencia, roba un vaso de whisky de la mano de uno de los presentes y lo bebe de camino al sitio en el que se encuentra Alik sentado como si fuera el dueño del mundo. Junto a él están su hermano Vladimir, Rondion y Greg. Se levanta cuando mi esposa lo alcanza.
─Arlette ─canturrea él sobre la mano que ella extiende para él, lo que hace que sus hombres gruñan debido a su evidente veneración hacia ella─. ¿Cómo te sentaron estos días en Sicilia?
─Bien ─responde mi esposa.
─¿Te sirvieron para reflexionar?
Ella le sonríe.
─Mucho.
─Ah. Magnifico. ─Me observa. Al momento en que sus ojos, azules como el cristal, se ponen en mí, se llenan de furia, pero eventualmente esta es apaciguada por la burla─. Capo di tutti i capi. No recuerdo haberte invitado. Solo a tu linda esposa.
Separo los labios para responder, pero ella se me adelanta.
─No está aquí en calidad de capo, sino como mi escolta ─le responde a la par que se cuelga de mi brazo, apretándolo con fuerza. Esto hace que cada músculo de mi cuerpo se apriete con ira reprimida─. Y para ver lo que ambos tenemos planeado para él. Se supone que en un buen matrimonio no guardas secretos.
A pesar de que lo que dice hace que las cejas oscuras de Alik se unan con sorpresa y Rondion se ahogue con su vino, a lo que Greg le golpea la espalda con expresión molesta, este asiente. Nadie a nuestro alrededor tiene una idea exacta de lo que Alik le está pidiendo a Arlette, si la tuvieran lo colgarían por venderse por una mujer, pero estoy seguro de que se hacen la idea de que la desea. Pero aparte del hermano de Alik, Rondion, su esclavo, el cual ahora identifico arrodillado a su lado, y Greg, nadie más parece saber cuán obsesionado está.
Al menos por ahora.
Este le sonríe ampliamente, sus ojos destellando mientras se acerca demasiado y se inclina sobre ella, su mirada en mí.
Veo todo rojo.
De no ser por Luc, quién tiene claras instrucciones de intervenir si pierdo el control, me inclinaría y partiría su jodido cuello en dos.
─Me alegra tener la sospecha de que has tomado la mejor opción.
─Lo he hecho ─susurra ella a cambio─. Pero primero quiero mostrarte algo. ─Me sorprende llevando sus ojos a Gregori, el padre de Silvia y de los rusos que me golpearon la vez que terminé en la Mansión Cavalli y Arlette abrió la puerta. Cuando realmente empezó todo─. A ti también, Gregori. Es solo un regalo para todos.
Rondion, quién es el único al tanto de lo que es capaz, una especie de traidor, empieza a sudar, pero también nos sigue a las afueras de la mansión de Iván. Está empezando a nevar, pero eso no parece importarle a mi esposa. Tras quitarse los tacones cuando el camino de graba termina, camina con pies descalzos sobre una fina capa de nieve como si supiera el lugar exacto donde los colgué. Se lo describí, sí, pero camina como si hubiera estado ahí.
Gregori, quién fue la competencia directa de Iván y es el ruso en Chicago que más se opone a una tregua, retrocede cuando ve a sus tres hijos varones colgando de la gruesa rama de un árbol.
Evidentemente muertos, torturados y congelados.
Aunque la visión de ellos haría estremecer a cualquiera, lo que realmente los pone mal es la manera en la que mi esposa se da la vuelta y le sonríe a Alik, copos de nieve atascados tanto en su cabello casi rubio como en sus gruesas y espesas pestañas y piel expuesta.
─He sido mala, ¿podrás perdonarme?
Mi pene se estremece en el interior de mis pantalones ante el sonido de su voz dulce y canturreante, el mismo tono angelical que usaba para hablar con su padre. Cuando Greg se apresura hacia ella, alzo mi brazo y hago que caiga al suelo debido a que este impacta contra su garganta. Rondion se ha quedado viendo los cuerpos de sus sobrinos como si no pudiera creer lo que está frente a él, pero no lo veo sufriendo. Víktor, el esclavo, solo mira hacia abajo, ajeno a lo que está sucediendo. Luc y yo ponemos a Gregori de pie, sosteniéndolo uno de cada uno de sus brazos mientras se agita.
─¡Perra bastarda! ─grita, temblando─. ¡Mátala!
─Pensé que la familia no era importante para ustedes ─dice dando un par de pasos hacia el nuevo Pakhan de la Bratva, quién la mira con un tic en la mandíbula debido a cuán apretada la mantiene. Sus pantalones también se ven ajustados─. Alik, los asesiné cuando todavía creía que podía encontrar otra manera, pero pesándolo mejor... ─El mencionado se estremece cuando Arlette traza un camino sobre su pecho con sus dedos─. ¿Por qué no si mi esposo incluso pidió ver? ─Me tenso cuando roza sus labios con los suyos─. Perdóname por esto y empezaremos. ─Alik tiembla cuando Arlette lo insta a darse la vuelta. Tras hurgar en mi bolsillo, le tiendo una navaja de platino─. Escógeme a mí.
A pesar de los gritos de Greg y de las protestas de su hermano, el rubio de cara bonita, Alik toma la navaja de mi mano con expresión enloquecida en el rostro y la entierra en el pecho de Gregori. Esta vez Rondion sí se encoge, viéndolo con deseos de venganza. Arlette sonríe cuando el viejo hombre se desploma en el suelo. Tras girarme, me doy cuenta de por qué lo hace además de su muerte, la cual también trae justicia al recuerdo de Iván debido a que este intentó asesinarlo más de una decena de veces.
Hay varios rusos viéndonos.
Cuando Alik se percata de ello, de que aunque Arlette le dio su palabra, ha caído en una trampa en la que ahora deberá justificar ante sus hombres por qué uno de los líderes favoritos ha muerto, deja caer la navaja en el suelo y retrocede mirándola con ira.
─Vete ─gruñe─. ¡Vete!
No se lo tiene que pedir dos veces. Tras verlo como si no entendiera el motivo tras su reacción, incluso como si se sintiera dolida, camina conmigo y con Luc hacia el estacionamiento, dónde se encuentran el resto de nuestros hombres. Estos nos rodean a penas nos ven, pues sabían que nuestra retirada sería tensa.
*****
Logro controlar mi ira hasta que llegamos a nuestro hogar. Entonces despacho a todos nuestros hombres, retándolos con la mirada a intervenir, y halo a Arlette en dirección al jardín. Esta se tensa al ver hacia dónde vamos e intenta apartarse, pero no se lo permito. La levanto y coloco encima de mi hombro. Ella golpea mi estómago con sus manos y mi espalda con sus piernas hasta que cruzo en dirección al laberinto de rosas y nos adentro en él. Continua nevando y ninguno de los dos lleva puesto su abrigo, por lo que nuestras pieles lucen blancas como el papel y nuestros labios azules. Su cabello se encuentra desordenado y sus ojos azules enloquecidos, lo que veo por la escasa luz de las farolas que rodean la cúpula en la que nos detengo, cuando la bajo.
─¡Vicenzo, ¿te has vuelto loco?! ─exclama mientras golpea mi pecho con sus manos convertidas en puños, lo cual ni siento─. ¡Juramos no pelearnos en público e hiciste un espectáculo!
─Al igual que tú prometiste no tocarlo ─siseo en italiano─. Lo que no cumpliste cuando presionaste tus labios contra los suyos.
Nuestro plan era que aceptara, pero también que Alik no pudiera tocarla hoy y hallar formas para que tampoco pueda hacerlo mañana. Ganar tiempo, que es lo que necesita para idear un plan. Acepté con la condición de que no quedara como un cornudo.
Arlette me mira como si hubiera perdido la cabeza.
Probablemente sí.
─Corre ─gruño─. Y empieza a creer en Dios y ruega por que no te atrape porque si lo hago, Arlette, te haré pagar el traicionarme.
Arlette no me obedece al instante, pero retrocede cuando avanzo. Mi pecho colapsa con placer, aliento helado y espeso escapando de mis labios, cuando veo una chispa de miedo, pero también de emoción, en sus ojos agrandados. Con el fantasma de una sonrisa en su rostro, se da la vuelta y empieza a correr por el amplio laberinto que ambos conocemos. Le doy una ventaja de diez segundos. Luego corro tras ella. Puede ser más rápida que yo, sí, pero sin una falda que mantiene sus piernas prácticamente juntas.
Cuando dejo de oír sus pasos, lo que significa que se ha detenido debido a que el laberinto solo tiene una salida y la he estado mirando de reojo, empiezo a ir más lento. Considero volver a correr cuando escucho un par de ramas agitándose a la lejanía, pero conozco ese truco. Cuando éramos niños y jugábamos a las escondidas, Arlette se ocultaba en el arbusto central y arrojaba rocas desde allí para que pensara que estaba en otro lugar. Funcionó hasta que un día la descubrí. La dejé ganar un par de veces después de ello porque quería que fuera épico cuando la venciera, lo cual sucedió en mi maldito cumpleaños número seis.
Atraparla, derrotarla, fue el mejor jodido regalo.
Ella probablemente piensa que lo olvidé.
Paso junto al arbusto con forma de cuadrado como si no tuviera ni idea de que pudiera encontrarse en él y corro un poco en dirección contraria, pero a los segundos escucho nuevamente las ramas y me doy la vuelta. Arlette me mira y sonríe cuando me congelo, puesto que se ha deshecho de su falda y de su top. Hay cortes debido a las espinas en su piel, en sus pechos, costado, hombros y abdomen, que sangran, pero esto parece no importarle en lo absoluto. La victoria, en cambio, sí. No puedo permitirle ganar.
No cuando todos la verían desnuda.
─Mierda ─gruño mientras corro todavía más fuerte, mi pecho sintiéndose liviano pese a estarse quedando sin oxígeno debido a la adrenalina que corre por mis venas mientras miro a mi presa.
Mi jodida y bonita loca esposa.
Arlette jadea cuando la tacleo a solo un metro de la salida y cae sobre el césped conmigo sobre ella. Suelta un jadeo debido a ello, sus ojos volviéndose llorosos, pero no lucha contra mí cuando me posiciono sobre ella y separo sus piernas tras desabrocharme el cinturón y abrirme los pantalones. Mi erección apunta directamente hacia su centro entonces. Su piel se siente igual de fría que la mía, pero la intensidad en su mirada, la manera en la que su pecho se alza y baja al ritmo veloz y entrecortado de sus respiraciones, me dice que se siente muy caliente por dentro.
Grita cuando entro en ella de golpe, pero alza sus caderas y me aprieta contra su pecho cuando tomo uno de sus pezones en mi boca y lo muerdo con fuerza, succionándolo mientras la follo. Su centro me aprieta como un puño envuelto alrededor de mi pene. Tras mis primeras estocadas es casi doloroso resistirse a la idea de dejarse ir de una sola vez, pero ninguno de los dos está preparado para ello todavía. Hay una corriente eléctrica originándose en mi pecho a raíz de la ira, del odio y de todos los profundos e incomprendidos sentimientos que hay entre nosotros, y descendiendo por mi abdomen e ingle hasta acabar en la punta de mi miembro. Esta también mantiene tensos mis testículos. Es una maldita y cruel tortura estar con Arlette.
Hago lo mismo con el otro pecho, lo que parece gustarle pese a sus quejidos, cuando tira de su cabeza hacia atrás y rodea mi cintura con sus piernas como si quisiera que estuviera dentro de ella para siempre. La forma en la que ha quedado el otro, hinchado y un poco sangrante, hace que me estremezca con placer, pero lo que verdaderamente me enciende es que le guste lo que le estoy haciendo tanto como a mí. Me acabo de dar cuenta de que sus tetas son su segundo punto G, lo que es una maravilla debido a que tengo un fetiche con ellas.
Sobre todo con las suyas.
El solo imaginar su incomodidad al usar ropa interior debido a mis marcas, mierda.
Me hace perder la cabeza la idea de desestabilizarla a ella, la psicópata del control y de la perfección pese a que en el proceso por obtener ambas cosas barre con todo lo que se encuentra a su paso, de cualquier forma. Necesito ser su jodido punto de quiebre como ella es el mío. Necesito que solo me permita a mí romperla y destrozarla de esta manera.
A nadie más.
─Vicenzo ─suelta cuando termino dentro de ella tras sentirla estremecer, aplastándola con mi peso debido a la intensidad de mi orgasmo y a cómo este me vació los testículos─. Apártate.
─Cállate por un jodido minuto, mujer ─gruño, lo cual me hace sonar un poco como un vejestorio pese a que solo tengo veinticinco años, pero la verdad es este año estando a su lado se ha sentido como toda una maldita vida debido a todo lo que hemos hecho y a todo por lo que hemos atravesado estando juntos.
Me pregunto si así será siempre.
Y me sorprendo al darme cuenta de que lo que una vez me aterraba, ser quién recogiera su mierda, no me molesta en lo absoluto. Incluso me alegra ser quién tenga ese papel. No puedo decir que sea aburrido o que tenga malos beneficios cuando nunca he vivido tantas emociones intensas o he tenido tanto dinero a mi nombre. Ahora mismo podría comprar un pequeño país en bancarrota y hacerlo mi patio de juegos si así lo deseo.
Una zona sin reglas.
Sin consecuencias.
Mi erección vuelve al solo pensar en ello, por lo que me incorporo y ruedo al sitio a su lado. Arlette gruñe cuando salgo de ella, pero tampoco se levanta pese al frío que nos hace tiritar ligeramente, probablemente tan exhausta como me siento.
─Prométeme que cuando todo esto con los rusos termine, no te interpondrás en mi camino a reabrir las peleas en Chicago. Solo es cuestión de tiempo antes de que alguien lo haga y nos conviene tener su mando ─digo mientras miro hacia el cielo nocturno de Chicago, disfrutando de los copos de nieve que caen sobre mi rostro.
─Mi palabra no vale nada ─responde con firmeza, lo que hace que gire el rostro para verla mirar fijamente las estrellas también─. Siempre hago lo que quiero cuando quiero. ─Trago cuando se incorpora apoyándose en uno de sus codos, lo que hace que mi atención se desvíe a sus lastimados pezones e inconscientemente relama mis labios, deseando trabajar más en ellos o tomar una foto de ellos. Si le sugiero cualquiera de las dos cosas, sin embargo, sé que me castrará─. Y tú también. Ahora que la emoción de la muerte de Marcelo ha pasado, mientras que las peleas no representen un problema para nosotros, no veo por qué no podrías reabrirlas.
Su respuesta y la idea de tener sangre empapando mis manos hace que me excite de nuevo, por lo que extiendo mi brazo y enredo mis dedos en su cabello. Por alguna razón Arlette sonríe cuando guío su cabeza hacia mi entrepierna, la cual recibe con una tímida lamida que hace que una gota de semen escape de mi hinchada punta.
Descubro el por qué cuando acabo y este no es lo único que sale de ella debido a sus dientes, ante lo cual no puedo hacer más que molestarme conmigo mismo mientras un dolor que nunca he sentido antes me recorre debido a que tiempo atrás recibí una advertencia de lo que sucedería si alguna vez follaba su boca.
─Maldita perra loca Cavalli ─gruño cuando se levanta, sangre goteando de sus labios, y corre en dirección a la casa riendo.
Cuando la atrape, deseará no haber nacido.
Y, probablemente como ahora, yo tampoco.
Holaaaa, ¿qué tal les pareció el capítulo?
A mí me encantó jajajaja
Capítulo dedicado a: Pikachiquisilvolover por siempre comentar y estar ahí desde el inicio
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