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Capítulo 10:

Por favor, no se olviden de comentar, me pone triste no leer sus comentarios :(

ARLETTE:

Para el anochecer escojo un sencillo vestido negro de terciopelo de mis maletas. También un abrigo oscuro, tacones puntiagudos y medias. Ahora que estoy relacionada con el Gulag y no tiene sentido que si quiera piense que tengo una posibilidad de huir o atacarlos si no estamos de acuerdo en algo, no tengo por qué escoger ropa cómoda. Ya que ahora sé a dónde nos dirigimos, no necesito que nadie nos recoja. Fósil y yo vamos con nuestros hombres al nauseabundo edificio en medio de la nada a las afueras de Moscú. A pesar de que no niego que extrañe estar rodeada de mi círculo de confianza; Vicenzo, Hether, Luc, Francesco, entre otros, la verdad es que me alegra que no estén aquí conmigo. Por mucho que mi esposo insista en lo contrario, esta es una guerra que solo me concierne a mí. No a ellos.

Tengo que resolverlo por mí misma.

Es mi demonio.

─¿Confía en los hermanos Kuznestsov?

Kima, el luchador, y su hermano Oleg, su entrenador y manager, son unos de los pocos participantes de la masacre que están en ella por voluntad propia. De acuerdo a lo que le sacamos mientras entrenaban, vinieron a Moscú desde el pueblo pobre y sin oportunidades en el que nacieron para hacerse un nombre en la práctica de boxeo. Su sueño, sin embargo, se hizo añicos cuando nadie aceptó a Kima en los campeonatos oficiales. Han estado participando en peleas clandestinas desde entonces. Esta es su primera vez en un Gulag. Oleg tiene una esposa y una hija que arrastra con ellos, por no mencionar a su madre, por lo que su hermano alimenta a cinco bocas usando sus puños.

Obviamente le ofrecí una buena recompensa si ganaba.

─Confío en que ninguno de ellos quiere morir.

Fósil asiente.

─Nadie quiere morir, señorita Arlette.

Dejo de mirar por la ventana para observarlo fijamente.

─¿Qué hay de Mariano atrapado en mis mazmorras? Si le diera una pistola cargada con una sola bala y lo hiciera escoger entre matarme y volver a ellas o suicidarse, optaría sin dudar por morir. ─Fósil traga mientras lo veo. Su reacción hace que suavice todo en mí, desde mi expresión hasta mi tono de voz, y que recuerde una vez más que ya no soy una niña atrapada en sí misma y las personas, incluso mis más allegados, me temen─. Y hay algo sobre salvar a otras personas, personas que amas, que hace que no te interese si vives o mueres a pesar de que existen muchas posibilidades de que no sobrevivas. Lo sentí cuando entré a la isla de Luciano por Flavio. ─Niego─. Es mucho más complejo que eso. Kima puede no solo estar sacrificando su vida por codicia, sino vendiéndola a cambio de un futuro mejor para su familia, así que solo me queda esperar que se aferre en última instancia al deseo de sobrevivir. ─Relamo mis labios al sentirlos nuevamente resecos─. Hay cosas peores que la muerte, como recibir una sentencia sin final. Mariano a mi tormento. Kima a amar a los suyos sobre sí mismo. Ambas cosas terminan consumiéndote. ─Miro nuevamente hacia el exterior─. Así que no, Fósil, no todo el mundo desea sobrevivir sobre todo. Te lo digo por experiencia.

Ya que es un luchador voluntario que hasta el momento no ha hecho nada que enoje a la Bratva, en el caso de que muera su familia será bien recompensada. Eso no es lo que él y su hermano aspiran, pero es una salida para ellos en el caso de que pierda. Aunque me arrepentí de mi decisión luego de conocer su historia porque su amor por ellos lo hace débil de una forma que los otros no lo son, ya estaba hecho. Ya se la había comunicado a Rondion y la verdad es que soy de las que prefieren morir con sus malas decisiones a retractarse. La inseguridad es una debilidad mucho peor que la equivocación. Todos cometemos errores, a fin de cuentas. Mientras lidies con las consecuencias, nadie te apodará un fracaso debido a ello. Ante la duda, sin embargo, sí lo hacen.

*****

Rondion no se encuentra solo para el momento en el que nos encontramos en el estacionamiento del Gulag. No puedo evitar elevar mis cejas con sorpresa cuando noto al mismo chico de esta mañana, al que le lancé mi chaqueta, de pie junto a él con la mirada gacha. Esta vez no está desnudo, sino usando un traje hecho a la medida. Sus manos tatuadas con los nudillos tatuados con números romanos están entrecruzadas sobre su abdomen. Su respiración es rápida y superficial. Sus hombros tensos. Se estremece con violencia cuando Rondion pone una mano sobre su espalda, golpeándolo. Nuevamente no puedo evitar pensar en Flavio. A pesar de su altura y sus tatuajes, deben tener más o menos la misma edad. Son solo adolescentes atrapados en esto.

Verlo me hace recordar por qué no quiero que se involucre aún.

No está listo.

Pero si no es así, ¿entonces cuándo?

A su edad ya manejaba los libros de mi padre.

Arlette, te presento a Viktor. Si Vólkov no fuera uno de los apellidos más comunes de la Federación, podrían ser familia ─dice cuando nota mis ojos en él, empujándolo al suelo con fuerza─. Vamos, Vik. Salúdala como saludas a todos mis amigos.

Viktor Vólkov.

Él se arrastra por el suelo como una criatura acostumbrada a arrastrarse y presiona sus labios contra mis zapatos. Debido a que son abiertos, no puedo evitar temblar ligeramente al sentir su aliento sobre mis medias. Fósil se tensa a mi lado. Si estuviéramos en Chicago, yo misma asesinaría a Rondion por necesitar alardear de su poder sobre alguien indefenso para ser alguien. Eso es otra cosa que nos diferencia. Aunque luego me odien por aceptar, siempre les doy a las personas bajo mi control una opción.

Ellos toman sus propias decisiones.

Una de ellas fue pertenecerme.

Dudo que Viktor le haya dicho que sí a Rondion.

Suficiente ─lo detengo, pateándolo a un lado con fuerza más que necesaria, cuando me doy cuenta de que Rondion disfruta con mi incomodidad y que no le dirá que se detenga mientras piense que me importa la condición en la que este chico se encuentra.

Aunque haya alterado el negocio de Luciano, meterme con la mafia roja por practicar trata de blancas es como si desafiara a la mismísima naturaleza. No es una batalla que pueda ganar, por lo que ni siquiera la idea de confrontarlo por esto pasa por mi mente. Una vez Rondion queda satisfecho con mi comportamiento, continuamos avanzando. A diferencia de cuando vinimos más temprano, no nos dirigimos al gimnasio. Vamos hacia una arena de hormigón en cuyo centro se encuentra un cuadrilátero. La mayoría del centenar de personas a su alrededor son hombres y se encuentran vestidos de negro. Las pocas mujeres que hay usan tristes excusas de ropa y no porque lleven faldas cortas, sino porque lo que utilizan parece más lencería que otra cosa. A pesar de que Rondion se sienta junto a sus hombres de confianza en asientos exclusivos directamente frente al ring, niego cuando me señala el puesto a su lado mientras miro a Fósil de reojo.

Iré a ver a mi luchador.

Rondion agita su mano en mi dirección. Viktor está arrodillado en el suelo frente a él, mirando hacia abajo con las manos tras la espalda. Se ve tan acostumbrado y cómodo con la pose que no puedo mirarlo por demasiado tiempo. Siento ganas de golpearlo o insultarlo hasta que reaccione y se dé cuenta que es mejor morir.

Como gustes.

Tras asentir en su dirección y darme la vuelta, soportando las náuseas de que esto parezca que necesito su permiso para hacer algo, camino hacia la especie de vestidores con olor a orín y paredes de baldosas con suciedad y mugre de años en los que los luchadores se encuentran. No me quejo. El Gulag tiene dieciocho pisos subterráneos aún peores de lo que he visto.

¿Preparado? ─le pregunto a Kima cuando me detengo frente a él, quién se encuentra envolviendo sus grandes manos en vendas.

Al igual que el día anterior, solo lleva pantalones de algodón grises, por lo que no puedo evitar que mi mirada se deslice a su amplio y musculoso pecho lleno de cicatrices de lo que parecen puñaladas. Me reservo una sonrisa satisfecha cuando se incorpora y me mira con las fosas nasales expandidas, las venas de su cuello hinchadas. Su hermano nos mira desde lejos. A diferencia de Kima, cualquier resentimiento que pudo haber sentido hacia mí se desvaneció cuando le dije cuánto les daría si ganaban: treinta veces más de lo que conseguirían de cualquier otro patrocinador. Estos criminales mueren por treinta mil dólares.

¿Para matar? Siempre, pequeña escoria italiana.

Muerdo el interior de mi mejilla.

Al parecer el dinero no lo hizo olvidar mi amenaza de asesinar a su hermano, pero quizás lo que estoy por decirle sí lo haga.

Bien, más te vale que no lo olvides. ─Su cuerpo se tensa y siento sus ojos en mi anillo, su frente arrugada, cuando me pongo de puntitas y dirijo mis labios a su oído ─. Porque acabo de extender mi promesa a tu madre, a tu cuñada y a tu pequeña sobrina.

Kima se tambalea mientras retrocede con el rostro en blanco.

A pesar de que me refería a llevarlas a Chicago conmigo y ellos dos y no a asesinarlas, lo que seguramente piensa, no lo corrijo al obtener la reacción que quería obtener de su parte de todos modos, limitándome a darme la vuelta mientras siento los ojos de un hombre que se cree en la capacidad de matarme sobre mí.

No es la primera vez que uno quiere hacerlo, pero no puede.

Y no será el último.

*****

Kima gana con extrema facilidad sus cuatro primero combates, posicionándolo en la final casi al instante en el que sube al cuadrilátero. Esto molesta tanto como sorprende a la multitud debido a que los rusos quieren presenciar una masacre, no una ejecución y su método favorito es quebrar el cuello de sus víctimas a la menor oportunidad. Una sonrisa se posa permanentemente en mi rostro cuando tras su última pelea, la única en la que lograron darle un golpe significativo en el rostro, por lo que se ve levemente mareado, acaba. Todas las demás que he visto han sido sangrientas y desastrosas. Su contrincante, Zinov, es el hijo mayor de uno de los amigos de Rondion y no es bueno ocultando lo mucho que le gusta regodearse del sufrimiento de sus víctimas. Es un carnicero, como Vicenzo, pero hay algo en él que me causa desagrado. Quizás es porque no ama lo que hace, matar y descuartizar, no necesariamente en ese orden, sino porque lo que le gusta es la reacción del público ante sus horribles actuaciones.

Le gusta el miedo que solo puede generar de esta manera.

No la muerte.

Tengo tantas ganas de ver a Kima asesinándolo.

¿Preparada para la derrota? ─me pregunta Rondion, pausando su conversación déspota y arrogante con sus socios, quienes continúan viéndome como si no tuvieran ni idea de por qué el hombre si quiera ha permitido que continúe respirando.

Me encojo de hombros.

La verdad es que no pierdo nada ─miento, pero a la vez no lo hago, puesto que sé que se me ocurrirá algún otro plan para apaciguar a Alik y obtener la paz que tanto ansío para Chicago.

Solo que esa es la manera fácil.

Me alegra que lo veas de esa forma. ─Su tono de voz se escucha claramente a pesar de que no es alto─. Ya que es inminente que pierdas, lo cual es una lástima tomando en cuenta que el realismo y el optimismo son cualidades que considero importantes en un socio. Supongo que en otra vida volveré a trabajar con o para un Vólkov. ─Relame sus labios─. Así que por esta seguiré conformándome con tenerlos para o bajo mí, ¿no es así, Viktor?

Viktor asiente.

Apretando con demasiada fuerza los reposabrazos de mi asiento, me concentro en el cuadrilátero frente a mí y en lo que me dice Fósil a penas la pelea empieza. Kima es alto y robusto, pero no más que Zinov. Es más rápido, sin embargo, por lo que es el primero en asentarle un golpe a su adversario en medio de los riñones. Siento que la articulación de mis rodillas está siendo picada como hielo ante el sonido de su puño impactando sobre la piel de la espalda baja del luchador. Rondion se queda sin aliento a mi lado. Ansío que lo termine, aplastando su cuello con su pie o algo similar, pero empiezo a notar que algo está mal cuando Kima se separa de él, mirándome desde el cuadrilátero, y deja que se levante antes de continuar con la pelea. Si no lo hubiera visto luchar y entrenar ya, habría comprado la idea de que quiere darnos un espectáculo, pero no es la violencia lo que lo mueve.

Es su familia.

La posibilidad de un mejor futuro.

Me inclino sobre Fósil cuando nuevamente deja escapar la oportunidad perfecta para asesinar a su adversario, todo mi cuerpo en tensión. Ahora que lo pienso, Rondion ni siquiera se oía como si Kima tuviera una posibilidad en contra de Zinov. Debí haber escuchado todo este tiempo la voz dentro de mi cabeza que me gritaba que convencerlo de ayudarme no sería tan fácil.

─¿Existe la posibilidad de que esta pelea haya sido arreglada? ─susurro en el oído de Fósil, a lo que este afirma sin inmutarse.

─Altas posibilidades, me temo.

Ya que estoy segura de que los rusos no le ofrecieron más dinero que yo, lo que deben sostener sobre su cabeza para que perdiese debe ser otra cosa. Ya que tanto Fósil como yo nos estamos esforzando en no llamar la atención, niego en su dirección cuando me levanto y me imita, haciendo ademán de que va a perseguirme a dónde sea que esté yendo. Rondion no puede sospechar.

─Si vas tú con mis hombres, sabrá que algo va mal. Nunca pensaría que me fui sin compañía a resolver esto ─murmuro en su dirección antes de girarme al ruso─. Lo lamento. Toda esta sangre me ha dado nauseas. Los italianos no son tan agresivos. Debo ir al baño cuánto antes. ─Finjo una arcada que hace que su frente se arrugue con desagrado. Ya que siento que no he sido lo suficientemente convincente, aguanto la respiración hasta que de verdad parece que voy a vomitar─. Nos vemos en un rato. Por favor, haz que la pelea dure un poco más. No quiero perdérmela.

Malditos italianos maricas ─ríe.

Ya que Fósil retiene a mis hombres, no soy seguida por nadie de camino a la salida tras obtener un asentimiento de Rondion, quién se inclina sobre el padre de Zinov, probablemente para pedirle que le diga a su hijo que no asesine a Kima hasta que pueda ver mi derrota con mis propios ojos. Ya que no tengo un arma, lo primero que hago antes de dirigirme a los vestidores es seducir con una sonrisa al guardia más solitario que veo y romper su cuello en la oscuridad de un pasillo sin gente. Una vez me he apoderado de su semiautomática y su munición, camino con ella en la mano hasta mi primer objetivo. Unos segundos más tarde Oleg traga cuando presiono su punta contra su garganta. Es el único en los vestidores. Probablemente no podía ver a su hermano morir y se escondió aquí como un cobarde. Lo detesto por eso.

¿Qué tiene Rondion sobre ti? ─le pregunto mientras prácticamente lo asfixio con la punta de mi pistola.

Ni siquiera considero lo que me hicieron una traición.

Eligieron complacer al enemigo que mejor conocen. Yo habría hecho lo mismo de estar en sus zapatos. Sin embargo, se equivocaron al pensar que la mafia roja era a quién debían complacer por encima de mí. Pude haberlos ayudado. Ahora los tres contamos con apenas minutos para resolver esto y si no lo hago y pierdo por su culpa, me iré de Rusia tras matarlos a todos.

Al menos Kima habría sobrevivido de ganar.

Rondion le dijo a todos que a quién la italiana escogiera, debía morir si no quería ver a su familia nueve metros bajo tierra ─responde con un siseo─. Nos condenaste a penas nos viste.

Retiro el seguro de mi arma, lo cual lo hace tragar.

Ya no parece verme como la mascota de alguien.

Si le dices a Kima que pelee, puedo ayudarlos ─le digo─. Puedo ayudarte a mantener a salvo a tu familia y puedo sacarlos de aquí. Puedo darles la oportunidad que tanto ansían de una mejor vida.

A pesar de que veo autentico deseo en sus ojos castaños, niega.

No lo entiendes. Ellos ya las tienen.

Retrocedo con la mandíbula apretada, gruñendo mientras me paseo de un lado a otro por el vestidor con las manos encima de mi cabeza, forzándome a mí misma a pensar en un rápido plan.

¿Dónde las tienen?

Oleg niega.

Aun si supiera, no te lo diría. Están custodiadas. Intenta salvarlas y tomando en cuenta que eres alguien importante, quizás no te asesinen, pero a mi madre, a mi hija y a mi mujer sí las matarán.

Me detengo para fulminarlo con la mirada.

Entonces la respuesta es conformarte con que tu hermano, que no ha tenido la oportunidad de formar su propia familia, muera.

Oleg entrecierra sus ojos, pero estos están rojos.

Estoy segura de que lloraba.

No sabes de lo que hablas, italiana. Naciste teniendo dinero. No sabes lo que es nacer como un don nadie en un país como este.

No, no sé lo que es nacer como un don nadie, pero sí me he quedado sin nada y he recuperado tres veces lo que perdí sin ayuda de nadie siendo una mujer y siendo parte de la mafia, dónde no vales más que para tener hijos o follar hasta que seas flácida. ─Lo apunto─. Porque aunque no estoy ni con Dios ni con el diablo, me especializo en hacer que los milagros ocurran, así que por amor a tu hermano y a tu familia, a quiénes sabes que solo volverás a ver si a Rondion le da la gana, lo cual dudo, puesto que al morir Kima habrá muerto lo único con lo que podías negociar con él y este no dejará pasar la oportunidad de arrancar de los brazos de un cobarde a tres mujeres indefensas, haz algo por los tuyos por ti mismo y dime dónde las tiene. Las encontraré vivas o haré que las maten, lo cual puede ser mejor a lo que les espera.

Tras oírme, el conocimiento de lo cierto que es esto hace que sus hombros se hundan. Oleg sabe que tengo razón. Desconocida, italiana, mujer, apuntándolo o no, soy su única carta ahora. Los dieciocho pisos subterráneos bajo nosotros lo prueban.

Están en el piso cuatro del Gulag ─responde─. En una celda de máxima seguridad custodiada por al menos veinte hombres.

Bajo mi pistola.

Las encontraré, pero necesito que vayas a la arena y le digas a Kima que resista tanto como pueda ─le digo mientras me doy la vuelta sin esperar una respuesta y corro al estacionamiento.

Una pistola no es suficiente para resolver esto.

Tomando un cinturón que ato a mis muslos con granadas que no sé si pueda usar, cuchillos y otra arma de la guantera, finjo estar tomando una pastilla cuando uno de los escoltas de Rondion se acerca levemente a inspeccionar mis movimientos. Me estremezco cuando siento la familiaridad del fentanilo en mi garganta, mis viejas pastillas, pero este no tiene ningún efecto en mí. Para que lo haga necesito al menos dos o tres de ellas.

Cuando me doy la vuelta para ascender de nuevo en el Gulag y encontrar el antiguo y viejo elevador que lleva a los niveles inferiores, sin embargo, el mismo guardia con capucha se acerca. Es de mi estatura, pero grande y fornido. Lleva vaqueros ajustados y votas de combate. Un familiar reloj brilla en su muñeca, la cual mantiene sobre el rifle que sostiene como si fuera un bebé.

Me detengo en el acto al verlo.

Mis dientes rechinan entre sí cuando desplazo mi atención a sus ojos oscuros, pero no podemos llamar la atención. A pesar del millón de preguntas que asaltan mi mente, no puedo evitar agradecer su presencia mientras nos dirigimos al elevador y ascendemos en este antes de llegar al tope y descender.

En él, finalmente hablo.

─¿Qué se supone que haces aquí?

─Ayudándote a limpiar mi desastre ─responde Vicenzo todavía sin verme─. Porque nuestros papeles se invirtieron en los últimos meses y tuve que tomar decisiones. Decisiones que no resultaron tan bien como pensé que lo harían. ─Contengo la respiración cuando continúa─. Como asesinar a Iván y darle poder a Alik.

Ante sus palabras, ni siquiera sé qué responder.

Solo sé que cuándo lo sepa, Vicenzo no la pasará bien.

Pero este no es el momento para eso.

La verdad es que estoy feliz de que esté aquí.

─¿Cómo me encontraste?

─Dejé algunas de mis cosas en tu jet la última vez que lo usé. ─Para reunirse con el nuevo capo di tutti capi de Nueva York hace uno meses─. Puede que una de ellas tuviera un GPS. Considéralo mi compensación por dejar que sepas en dónde estoy siempre. ¿De verdad pensaste que, conociéndote, no consideraría que escaparías los fines de semana para expandir tu maldita secta?

Afirmo, entendiendo finalmente por qué no protestó tanto cuando se dio cuenta de que su reloj tenía un dispositivo de localización. Lo que él no sabe es que también bajo la cicatriz de su rostro, la cual fue reparada por uno de los mejores cirujanos de Chicago, también hay uno, pero eso es algo que seguramente nunca sabrá.

Al igual que pude nunca haber sabido que estaba rastreándome.

Lo subestimé, pero no lo subestimé al no pensar que lo tenía completamente bajo mi control, lo cual es el error principal de Alik. Creer que nos conoce cuando ni nosotros mismos lo hacemos a excepción del hecho de que nos somos leales el uno al otro. Mi esposo es un idiota que no es bueno usando la cabeza, por lo que es lo suficientemente estúpido para hacer cosas impredecibles como dirigirse a otro continente dejando a cargo de la mafia a un niño. Fue trasparente hasta que lo obligué a no serlo colocándolo en una posición que le exigía demasiado. Por eso no podré culparlo del todo por las decisiones que tomó cuando piense en ello. Yo fui quién, a fin de cuentas, lo puso ahí. Es mi responsabilidad, al igual que lo será si Chicago está prendida en fuego para el momento en el que regresemos, lo cual deberá ser de inmediato. A penas termine el campeonato, si es posible.

─¿A quién dejaste a cargo?

─A nadie. Nadie sabe que me fui, así que nadie piensa que tiene una posibilidad contra nosotros. No tienes de qué preocuparte.

─Vicenzo...

Finalmente me mira fijamente, empujándome a una de las paredes en descenso del elevador. Aunque el mecanismo de este es lento por su antigüedad, estamos por llegar a nuestro piso.

─¿Qué tienes aquí? ¿Son armas? Pareces a punto de ocasionar un desastre, esposa. ─Su mano se desliza en el interior de mi vestido, hacia mi muslo derecho─. Dime que no te alegras de verme y lamentaré haberle hecho caso a mi instinto y venir a penas me di cuenta de que no estabas yendo a Sicilia a meditar sobre follar o no a Alik porque no quieres lastimarme. Porque te importo lo suficiente como para que viajes a un sitio en el que todos quieren matarte y hurgues en lo que odias. ─Nuestros labios están rozándose, nuestros alientos entremezclados, y lo único que puedo hacer es contener las ganas de quebrar su nariz golpeándola con mi frente debido a que tiene razón, pero dudo que me sirva de algo si lo saco de juego antes de que el verdadero espectáculo, no el campeonato, empiece. Vicenzo interpreta mi silencio como lo que es. La aceptación de que por ahora, en este instante en el que solo la meta de matar a los hombres frente a nosotros existe, me alegra tenerlo a mi lado─. Bien, que el caos empiece ─dice mientras quita una granada de mi cinturón y le retira el seguro con los dientes antes de lanzarla hacia el frente.

Para el momento en el que los hombres que quedan se recuperan, reciben un disparo. El hormigón que nos rodea es tan ancho que la explosión no causa ningún estrago a la infraestructura y ya que los de los niveles más cercanos deben estar desalojados y en la pelea, nadie nos detiene mientras ambos dejamos salir lo peor de nosotros; lo que siempre somos cuando estamos juntos.

Destrucción y muerte.

Como Vicenzo lo dijo antes de empezar, caos


Espero que el capítulo les haya gustado.

Ya quiero leer/escribir la reacción de Arlette cuando se ponga a pensar en lo de Iván JAJAJA

Love u

Dedicación especial a Fabu_Payne por su cumple, que la estés pasando bien

Dedicación a Abby por ser Fósil en Ig, jajaja es de lo +

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