Los juegos olímpicos se llevan a cabo este año en Corea, llevo compitiendo por mi país tres años consecutivos, dos de ellos ganamos primero y segundo lugar mundial en Voley, mismos años que llevo enamorada de el mismo sujeto que es mi contrincante más no en mi categoría.

— ¿Ya le avisaste que llegaremos hoy? —mi mejor amiga y partner se sienta a mi lado en el avión.

— ¿A quién? —finjo amnesia pero sé perfectamente de quién habla.

— El campeón del kamasutra —sonrió.

— Es Taekwondo —aclaro y ella ríe de mí.

— Entonces, si le avisaste, ¿recordarán viejos tiempos?

— Solo fue algo de una noche, Dan, nada importante.

— Ajum, ahora dilo convencida —me quedo mirándola fijamente— esa noche hermosa que te dió te dejo un regalito.

— Oye, él no puede saber de eso, jamás.

— Si, bueno, nadie lo sabe, creen que eres como la virgen María, nunca se supo quién es el…

— Ya, ya —miro en todos los sentidos para confirmar que nadie nos oiga— cambiemos de tema.

— No sé cómo puedes con tanto —se deja descansar en el asiento y cierra sus ojos— ese chico te trae de cabeza, desde los primeros juegos a los que asististe que tienen una conexión especial, ya admitelo Ara, Jeon Jungkook te vuelve loca.

— Yohan me vuelve loca —sonrío para mis adentros.

Pero no puedo negar que tiene toda la razón del mundo, El campeón internacional de Taekwondo, me trae vuelta loca, y a pesar que nuestros encuentros son super esporádicos, es decir, solo cuando tenemos este tipo de eventos, cada que nos juntamos, recordamos a nuestra manera lo que sentimos y por obviedad, guardamos.