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× Fourteenth Part×

Andaban entre las tiendas mirando a todos lados. Ninguno hablaba. Hyunjin no paraba de preguntarse que decir. DongWo solo quería terminar ya todo aquello.

- Vayamos al Buger King - dijo entonces el pelinegro.

- Que original - respondió el otro sarcásticamente.

- Lo sé. Venga, vamos - le cogió de la muñeca y tiró de él hasta el local, sin ser consciente del leve sonrojo que el otro tenía.

- ¡O-oye! ¡Más despacio!

Le hizo sentarse en una mesa vacía y le guiñó un ojo - Yo iré a pedir. Dime que quieres.

- Lo que sea, me da igual - respondió sin mirarle.

- Ok - se fue alegremente. La verdad era que estaba bastante nervioso. Había conseguido hablar con Jisung y arreglar las cosas, pero seguían sin verse en los recreos. El pelirrojo se excusaba con que se había ofrecido a ayudar a los profesores con algunas cosas en ellos, pero sabía que le ocultaba algo. Por lo demás, todo había vuelto a la normalidad entre ellos dos. Habían estado hablando sobre que podría el pelinegro hacer con DongWo, pero ahora la cabeza se le quedaba en blanco.

¿Qué haría para convencerle de que era un buen chico y podía confiar en él?

Volvió a la mesa con los pedidos. Se sentó y repartió la comida.

- Gracias - le dijo el otro.

- Nada. Oye... Hablame de ti. Cosas que te gusten y eso.

- ¿Por qué debería hacerlo? ¿Para qué lo puedas usar contra mí?

- Si que eres desconfiado. Es solo para conocernos.

- Pues haber hablado de ti.

- Eso es egoísta y descortés. Lo más educado es preguntar por el otro.

- Para mí no.

- Mis padre murió cuando era pequeño. - soltó de repente - Mi hermano mayor le recuerda más que yo. Mi madre tiene que matarse a trabajar para cuidar a tres chicos en casa. No somos problemáticos. Siempre buscamos la forma de que tenga los menos problemas posibles y ayudarla. Mi hermano suele fingir ante mí cuando se encuentra mal para no preocuparme. Sienpre intenta ayudarme y no se deja ayudar por alguna razón. He sido su único amigo y por eso ahora que estamos en colegios diferentes no quiere preocuparme. Quiere que tenga mi propia independencia de él ya que siempre he estado bajo su ala. Mi hermano mayor es lo más parecido a un padre que tengo. Pero es más que eso. Es mi amigo y le quiero muchísimo. Por eso me sienta fatal el no poder ayudarle. El que no me deje hacerlo.

Silencio. Un silencio incómodo para los dos. Hyunjin no sabía como reaccionaría a sus palabras ni porque las había dicho. Tenía los puños apretados sobre la mesa, con la cabeza baja y el ceño fruncido. DongWo estaba completamente sorprendido. ¿Por qué le había dicho todo aquello? ¿Era verdad o estaba mintiendo para ganarse su confianza?

Cuando el pelinegro alzó la cabeza para mirarle con fuerza, una única lágrima bajaba por su mejilla.

- ¿De verdad crees que soy una mala persona que intenta engañarte? Te haya pasado lo que te haya pasado en el pasado, no puedes aplicarlo a todo el mundo. Las personas somos todas diferentes. Sí, hay personas traicioneras y tienes que tener cuidado. Pero no todos somos así.

- Yo... Lo siento - bajó la cabeza avergonzado.

- Déjame ser tu amigo. Te prometo que no seré igual que el resto - le tomó del rostro y le hizo mirarle.

- ¿Y como sé que no me estás mintiendo? - ahora era él quien lloraba. Una parte de él gritaba porque huyera y la otra le decía que confiara en él.

- No hay forma. No puedes saberlo al 100%. Solo confía en mí.

- Está... Está bien - su parte más débil ganó.

Hyunjin sonrió y volvió a su comida. Comía con alegría, mientras que su compañero comía tímidamente.

Caminaron juntos por el centro después de eso. DongWo escuchaba con interés y atención cada anécdota que el otro contaba, cada opinión de cada tienda, cada cosa que decía que le gustaba... Cada palabra que salía por su boca. Callaba y escuchaba. Asentía en los momentos que hacía falta y le sonreía cuando le miraba.

Hyunjin sentía un gran alivio en su corazón. Tal vez el otro no hablara, pero podía notar que ya no desconfiaba tanto de él. Había dado un gran paso. Seguramente; el fuera así, un chico de poco hablar y nada más. Se sentía feliz de haberse ganado la confianza de aquel chico.

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La cocina era amplia y con demasiadas cosas para cocinar, pero estaba muy ordenada. El pelinegro no entendía la necesidad de tener tantas cosas y tan grandes. Le gustaba más lo sencillo.

Buscó en el frigorífico lo que le habían recomendado, pero había tantas cosas que no lo encontraba. Alguien le golpeó suavemente el hombro por detrás.

Al girarse, pudo ver a una mujer de avanzada edad y sonrisa amable. Él se apartó e hizo una reverencia.

- Disculpe señora. ¿Es usted la cocinera?

- Sí. No hace falta que se disculpe. ¿Eres el pequeño mayordomo?

- Supongo que sí - rió levemente.

- Es un placer. ¿Necesitabas algo de la cocina?

- Sí. Buscaba un poco de la tarta que les sobró ayer. El señor Kang me dijo que el señorito Félix no cenó anoche ni ha comido nada hoy y que tal vez si se lo daba comería algo.

- Sí. Ese niño no come con el resto de la familia después de discutir con su padre. Siempre viene a escondidas por la noche a comer de las sobras. Por ello le dejo preparada comida en la encimera para cuando venga. No tiene una buena relación con su padre.

- Ya, me di cuenta.

La mujer le sacó el trozo de tarta que buscaba y se lo dio - Cuida bien de él mientras esté aquí. Necesita amigos de verdad.

- Sí, lo sé. Muchas gracias, ajumma - hizo otra reverencia y se marchó.

- Parece un muy buen chico - se dijo a sí misma la cocinera - ¿Cómo podría ser el que pintó aquel grafitti?

Changbin subió las escaleras hasta la habitación del menor de los Lee. Llamó a la puerta y tras que le dieran permiso de entrar se sentó junto al otro chico en la cama.

- Te traje pastel - le dijo.

Félix estaba inmerso en un trabajo de clase con el portátil. - Gracias - dijo sin mirarle - Puedes dejarlo en la mesilla.

Tenía el ceño fruncido y parecía bastante concentrado. Changbin obedeció lo que dijo y luego le retiró el portátil.

- ¡Hey! - se quejó el otro. El mayor puso un dedo entre sus cejas y alzo la piel hacia arriba, para que dejara de fruncir el ceño.

- Te saldrán arrugas.

Félix le quitó la mano y relajó la expresión suspirando. Se miraron por unos segundos sin decir nada.

- Come algo de tarta y descansa un poco. Llevas todo el día con el trabajo ese y aún queda una semana para entregarle.

- Lo siento.

- ¿A qué viene eso ahora?

- Te lo he hecho pasar mal. Te he culpado de algo que no has hecho. Te he dicho cosas feas. Todo el instituto te odia por mi culpa. Y tú... ¿por qué haces todo esto?

Changbin le sonrió dulcemente - Porque es lo correcto.

- Eres demasiado bueno, Seo.

- Y usted demasiado controlador señorito Lee.

- Félix.

- ¿Eh?

- Llámame solo Félix.

- Como quiera. En ese caso puedes llamarme solo Changbin.

- Tienes un nombre demasiado largo. Prefiero llamarte solo Chang o Bin. ¿Cuál prefieres? - apoyó los brazos sobre la cama.

- ¿Binie? Tu hermano me llama así - se encogió de hombros e imitó su postura.

- Jeongin te llama hyung, Seungmin Changbin-hyung, mi hermano Binie y el resto Seo. ¿Cómo podría llamarte yo?

- ¿Cómo sabes todo eso?

- Soy observador. ¿Qué te parece Hyung-bin?

- ¿Hyung-bin?

- Sí, eres más mayor que yo ¿no? Por lo que eres mi hyung. Y el bin es de tu nombre.

- Parece que mi nombre sea Hyungbin - se rió.

- ¿Entonces?

- Hyung-bin está bien.

- Estupendo.

- Lixie.

- ¿Qué? - le miró extrañado.

- Si tú me vas a llamar de forma especial yo también. Lixie.

- Parece un nombre de chica.

- ¿No te gusta? - le miró. El otro negó.

- Me gusta.

De pronto  Changbin se levantó y le cogió de la muñeca - Ven.

- ¿Eh? ¿A dónde me llevas? - se dejó llevar por él a través de los pasillos de la casa.

- El otro día estaba muy aburrido. Caminaba por la casa y descubrí un sitio. He instalado una guarida allí.

- ¿En serio? ¿Cuándo? Ayer casi no te dejé tiempo con... Todo lo que pasó.

- Pero hoy he estado bastante tiempo solo desde que llegué. Ninguno de los dos me decía de necesitar ningún tipo de ayuda, así que lo preparé todo sin que nadie me viera.

- ¿Qué habrás hecho?

- No te preocupes. Confía en mí.

De pronto se encontraban en el jardín. Pasaron junto a la piscina hasta el cobertizo. Changbin apartó una estantería llena de utensilios de jardinería. Como casi no podía con ella, Félix le ayudó.

- ¿Qué necesidad de tener todo tan grande tenéis?

- No lo sé - rió el pelirrojo.

En el suelo; donde antes estaba la estantería, se encontraron con una trampilla. El mayor la abrió. Daba a unas escaleras de caracol.

Bajaron por ellas con cuidado y apoyándose en la pared.

Estaban en una sala enorme. Changbin había intalado allí un radiocaset antiguo que había encontrado en el trastero de la casa y una consola de vídeojuegos del mismo lugar. En el suelo una colchón antiguo y unas sábanas junto con unos cojines de almohadas. Una lámpara de lava iluminaba la habitación con un color azulado.

- Tenéis muchas cosas en el trastero que no utilizáis así que... Bueno ¿Qué te parece? - se rascó la nuca el mayor nervioso.

Félix lo miraba todo asombrado.

- En verdad ya sé lo que dirás. Estás acostumbrado a las cosas lujosas y todo eso y esto solo es una habitación con cosas de segunda mano. Estaba vacía cuando la encontré. Pensarás que es...

- Increíble - le cortó el pelirrojo. Corrió gritando de felicidad y se tiró en el colchón. Comenzó a reír sin razón - Esto en genial.

- ¿De verdad?

- No a todos los ricos nos gusta la riqueza ¿sabes? Siempre quise un lugar así. Sencillo, cómodo y... ¿normal? No sé, un lugar no lujoso.

- Me alegra oír eso - caminó hasta la cama improvisada y se sentó en el colchón.

- ¿La consola funciona?

- Ni idea. Solo la encontré y la traje. Aunque parece en perfecto estado. El televisor también.

- Probémoslo - se levantó ilusionado y corrió hasta el lugar.

- Pareces un niño pequeño - se río el otro yendo junto a él.

- Es la primera vez que hago algo de esto. Es emocionante. Bueno... No sabrás de lo que hablo porque eres normal... Pero estar siempre rodeado de todo lo que quieres y no hacer las cosas por ti mismo. Es agobiante. Gracias.

- No tienes porque darlas - le revolvió el pelo.

Pasaron la tarde jugando videojuegos y bailando canciones del radiocaset hasta quedar exahustos sobre la cama, mirando el techo.

- Ha sido la mejor tarde de toda mi vida.

- Aún te quedan muchas cosas por vivir, no digas que es la mejor cuando puede que la pases mejor en el futuro.

- De momento, es la mejor tarde que he pasado.

- Me alegra oír eso. También... También ha sido mi mejor tarde.

- ¿De verdad? ¿Por qué?

- Hasta Jeongin no he tenido amigos de verdad. Y como me destinaron a ser tu mayordomo no he podido salir con él. Así que es la primera vez que paso la tarde con alguien que no sea de mi familia.

- ¿De verdad? No lo sabía... Lo siento.

- No te disculpes. El pasado pasado está. Es más... Te agradezco por esta tarde. Sin nada de eso... No habría sucedido ¿no?

- Eres un buenazo. Va en serio.

- Te enseñaré algo. Quedáte quieto.

- Está bien.

Changbin se levantó y caminó hasta una pared en la que había un botón. El día anterior le había pulsado y sabía lo que haría. De pronto, el techo pareció desaparecer y el cielo estrellado era lo único que se veía en él. Era como un cristal de la policía. Desde fuera no se veía y parecía el suelo de baldosas del jardín, nada más. Pero desde ahí abajo se podía ver el extrerior si pulsabas aquel botón.

Félix abrió mucho los ojos observando las estrellas. Changbin se tumbó junto a él para hacer lo mismo.

- Eres demasiado bueno, Hyung-bin... - susurró Félix sin poder creerse que aquel chico hiciera todas esas cosas después de lo mal que le había hecho pasar.

- Sí, eso ya lo has dicho, Lixie - dijo el otro con una sonrisa. Había logrado su objetivo. Había ganado aquella pelea.

#ThisIsStrayKids

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