He decidido permanecer como quien decide, sin pensarlo demasiado, saltarse una clase o dos. He decido tal cosa, no como un fetiche insulso por el dolor ni como propaganda, sino por cosas de amor.

Sí, de amor porque te amé por un tiempo que todavía transcurre -aunque te hayas marchado del todo-.

De amor porque te amo, muy a pesar del forzoso desarraigo de tu ser material, de volverte uno con el destino.

De amor porque en ti encontré un hermano demente y risueño, un hermano al que bañé con promesas -hoy rotas- y un sin fin de 'te quieros' casi ininterrumpidos.

He decidido permanecer porque no quiero otra cosa ahora, al menos de momento. No quiero pretender otorgar una repuesta a algo que, para otros, quizá es solo un martirio autoimpuesto... y quizá tengan razón en ello.

Pero permanecer es la única respuesta que me contenta -entre lamentos- porque revivirte me es indispensable en el recuerdo.

Y llorarte quizá no es la mejor manera, quizá no es la mejor respuesta, pero solo así comprendo el significado de mi propia esencia -vacía esencia- mientras busco atajo alguno para superar lo insuperable y -en el proceso- evitar el triste acto de olvidarte.

Pretendo permanecer, hermano, donde podamos seguir siendo dos, aunque ante el espejo tan solo exista uno.

Pretendo insistir, Alejandro, en darle -entre palabras- un futuro eterno a tu nombre.

A.V.
01/06/2021