XI
La estampa concreta de tu ausente esencia se dibuja, triste, al margen de mis recuerdos llorosos. No en balde pienso en tu nombre cuando despierto, pero sí el llanto que le sigue luego se ha vuelto, en cosa de significados, una alegoría fácilmente reprochable.
Y es que no debería ser de esa manera oceánica, no debería partir del mar el principio y el final de mis lamentaciones cuando, entre un recuerdo y otro, lo que llevo de ti conmigo son solo sonrisas.
Perdona mi atrevimiento. Perdona mis lágrimas. Perdona también mi gris descenso cuando, en vez de eso, debería tomar alto vuelo contigo sembrado en mis miradas... sobre todo porque el volar se ha vuelto, ahora, la manera más pura de tenerte siempre conmigo a pesar de la etérea distancia.
A.V
12/05/2021
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