Capítulo 8: Todo el mundo ama a Odasaku Man
Entre varios recortes de revistas del supermercado con ofertas, Atsushi se encontraba señalando y marcando en rojo aquellas que más le interesaban. Puede que para cualquiera una diferencia de 10 yenes no fuera nada, pero cuando has vivido tanto tiempo con la cuenta en números rojos como él, cada yen cuenta.
- Ajá, la encontré - recortó con las tijeras la oferta de cangrejos más barata que había encontrado – Esta noche me pondré las botas.
La boca se le hacía agua al imaginarse comiendo cangrejos después de tanto tiempo. Su gastronómica imaginación echó a volar cuando su móvil vibró, así que alargó el brazo y miró la pantalla para ver un mensaje de Dazai.
Hot Daddy
Gatito, te mando material
¿Material? Atsushi abrió la conversación para ver lo que Dazai le había mandado, su rostro se quedó en blanco al ver que eran como 20 audios de CD dramas.
- Oye... ¿en serio? - algo avergonzado hizo el amago de pinchar en uno de los audios, era material de trabajo, no lo hacía por vicio, pero su dedo se quedó congelado cuando vio el nombre de Ranpo en el título del audio – Dazai-san... - bajó rápidamente los 20 audios, todos con el nombre de Ranpo en el título - ¡Dazai-san, no me pida imposibles!
Bloqueó el móvil y continuó su búsqueda de ofertas por los panfletos esparcidos por el suelo. Ya escuchó un audio de Ranpo una vez y no supo cómo sobrevivió. No lo entendía, ¿cómo es que la gente escuchaba esos audios y no moría de un infarto? ¿Acaso era él el problema? ¿Solo a él le afectaban las cochinadas subidas de nivel que decía Ranpo? ¿Cómo de degenerada era la sociedad?
El móvil volvió a vibrar y Atsushi volvió a cogerlo, más mensajes de Dazai.
Hot Daddy
😺👂🔊
Por un momento se quedó en blanco, ¿qué era eso?
Perdone, pero ¿qué dice?
Hot Daddy
Gatito, escucha los audios
Pero ten cuidado, no te vayas a 💦
¿Cómo me voy a mojar? Hoy no llueve
Hot Daddy
Q?
JAJAJAJAJAJAJAJAA
Atsushi se confundió, ¿de qué se estaba riendo? ¿Había dicho algo gracioso? Como si de un gatito molesto se tratara, comenzó a gruñir y volvió a bloquear el teléfono una vez más con la intención de proseguir su búsqueda de ofertas. Su hábil mirada de adicto a las rebajas le permitió localizar unos cupones descuento así que intentó recortarlos, pero el repentino sonido del timbre hizo que saltara en su sitio por el susto y terminara recortando mal los cupones, destrozándolos en el proceso.
- ¡Atsushi! ¡Sal, sé que estás ahí!
Atsushi no tuvo tiempo de deprimirse por su pérdida debido a la sorpresa de escuchar la voz de su vecina detrás de su puerta. ¿Lucy buscando hablar con él? Lo más seguro es que se le haya acabado la sal, eso lo ponía en un aprieto. Todo lo que implicara compartir comida era un aprieto para él.
Le daría vergüenza tener que rechazarla si le pedía comida así que optó por la táctica que se usa cuando viene un vendedor a domicilio: fingir que no está en casa. Aunque la estrategia era buena, no funciona con Lucy.
- ¡Pero bueno! ¡Espero por tu bien que no estés usando la estrategia de fingir que no estás en casa porque crees que vengo a pedirte comida!
¿Le pilló?
- ¿Me vas a tener más tiempo esperando mientras recortas ofertas y te mandas mensajes con tu novio?
- ¡N-no es mi novio! - protestó sonrojado. Al segundo de responder quiso golpearse, se acababa de delatar.
- Pues tu amante, me da igual. ¡Abre ya!
Temiendo por lo que le podría pedir la chica, abrió solamente un poco de la puerta, dejando ver solamente sus ojos. Ahí fuera se encontraba la chica pelirroja que era su vecina, pero era extraño, iba bastante arreglada, ¿por qué? ¿Tendría una cita? ¿Y para qué le llamaba entonces? ¿Para qué le regara las plantas durante su ausencia?
- Buenos días, Lucy-san.
- Buenos días - le devolvió el saludo algo fastidiada, se notaba que hablar con él no le agradaba.
- ¿En qué puedo ayudarte?
- Venía a felicitarte, hoy es tu día de suerte.
- ¿Mi día... ? ¿De suerte?
- Sí - la mano de Lucy se adentró por el pequeño hueco de la puerta y tomó a Atsushi del cuello de la camisa para hacerle salir y empezar a arrastrarle fuera del complejo de apartamentos.
- Lu-lucy-san, ¿q-que hace?
- Pues hacerte un favor – se encogió de hombros como si lo que acababa de decir fuera algo obvio – Hoy vas a salir por primera vez con una chica guapa, ¿no te sientes afortunado?
- ¿Salir...? ¡¿SALIR?! ¡Espera! ¡¿Cómo que salir?!
- ¡¿Quieres dejar de chillar?! Por dios, andas por la calle con una chica guapa y lo único que haces es armar un escándalo. ¿Se puede saber cuál es tu problema?
- Pero... pero... - intentó posar su mano sobre la de Lucy para ejercer resistencia, pero se dio rápidamente por vencido. Si Lucy quería arrastrarlo a algún lugar específico de Yokohama, Atsushi tenía clarísimo que se acabaría saliendo con la suya.
Ahora solo le quedaba preguntarse una cosa, ¿a dónde exactamente le llevaba?
Los chillidos de emoción de los niños impedían a Atsushi concentrarse en sus propios pensamientos. ¿Qué estaban haciendo exactamente aquí? Cuando Lucy le sacó a rastras de su casa, se pudo llegar a imaginar que le querría usar como mula de carga para transportar contenido otaku de precios exageradamente altos y que podrían valer fácilmente mucho más que 12 meses enteros de alquiler, sin embargo, no esperó para nada que le acabara trayendo a un parque en el que parecía que se estaba organizando alguna función.
La cola era demasiado larga y eso que habían llegado pronto. Para distraerse el tiempo que le quedaba, decidió pasear su mirada por el resto de visitantes. Había muchos niños así que supuso que era un espectáculo infantil, pero si se fijaba mejor, había muchísimas más mujeres que niños. ¿Era entonces un espectáculo dedicado al público femenino? Pero entonces, ¿qué pintaba él aquí? Al no poder más con la duda de a qué había venido, decidió preguntar a la chica que lo trajo.
- Lucy-san, ¿puedo saber por qué estoy aquí?
- ¿Hmm? Ah, nada importante. Dentro de poco vas a cumplir tu papel, así que no te preocupes.
Ante esto, Atsushi solo pudo sonreír nerviosamente. Intentó preguntarla más cosas, pero Lucy se dedicó a ignorarle completamente. No podía culparla, el enfado por lo de la pared era una herida reciente y que posiblemente no se curase nunca. El sonido de un maullido hizo que Lucy se girase parar mirarle raro, pero Atsushi sacó su móvil para enseñarle que era el aparato el que había maullado y no él.
Desbloqueó el móvil para ver sus mensajes bajo la atenta mirada de Lucy. Era simplemente Dazai mandándole más CD dramas que pudieran servirle como material.
- No me lo puedo creer – la chica tapó su boca sorprendida - ¿Tienes un sugar daddy? ¿Y aun así vives en esa mierda de apartamentos?
- ¿Sugar qué?
- Sugar daddy, no te hagas el tonto - señaló en la pantalla el vergonzoso nombre con el que estaba guardado Dazai - ¿"Hot Daddy"? ¿En serio? Tú no tienes vergüenza.
- Creo que te estás equivocando, yo no...
La mirada de Lucy acabó frunciéndose involuntariamente y aunque en el fondo no le importaba, acabó bajando su mirada hacia la imagen de contacto del sugar daddy de su vecino.
- ¿Pero qué...? ¡¡¡¿Qué?!!!!! ¡Tiene que ser una broma! - arrebató de un tirón el móvil de Atsushi solo para poder ver más de cerca la imagen de su sugar daddy, la cual la dejó completamente sorprendida – Da... Da-da-da-da... ¡Dazai Osamu! ¡¿Se puede saber qué está pasando aquí?! - estampó la pantalla del móvil contra la cara de su dueño, haciendo que Atsushi tuviera que retroceder un poco para poder mirarla.
- ¿Qué pasa?
- ¿"Qué pasa"? ¡¿Qué pasa?! ¡¿Me puedes explicar cómo es que tu sugar daddy es Dazai Osamu?!
- ¿Conoces a Dazai-san?
- ¿Conocerle...? ¡¿Cómo quieres que no conozca a la voz de Yagami Light, Oizumi Naoto, Fubuki Shirou, Kida Masaomi, Yogi, Ichinose Tokiya, Matsuoka Rin, Asano Gakushu, Miya Atsumu, Mashima Taichi, Miura Kento, Natsume Zange, Nanase Takeshi, Suou Tamaki, Tsukiyama Shuu y Tatsumi Kaoutaro?! ¡¿Sabes acaso la cola que tuve que hacer cuando salió a la venta su álbum FRONTIER?! ¡¿Sabes la de horas que me he pasado escuchando LAST DANCE?!
- Vaya... no sabía que Dazai-san cantaba...
- ¡¿AH?! Pero bueno, que descarado eres, no sabes nada del hombre con el que te estás acostando.
- ¿Acos...? ¡¿Qué?! ¡No, no!
- Mierda, mierda – Lucy mordió sus labios con fuerza mientras lloraba en silencio - ¿Sabes lo que pagaría yo porque Katou Haru me dijera que me quiere? Como siempre, dios da pan a quien no tiene dientes.
- ¿Katou...? ¿Otro personaje de Dazai-san?
- ¡¿Pero debajo de que piedra vives?! He vivido muchísimo tiempo lejos de Japón y conozco la carrera profesional de Dazai Osamu mejor que tú, pero se ve que a ti solo te interesa una cosa. Quien habría pensado que eras así... - le miró durante un momento de manera inquisidora, aunque no tardó en suspirar cansada y relajar su postura - Maldición, ¿cómo ha conseguido alguien como tú llamar la atención de alguien como él?
- Lucy-san, por favor, te estás equivocando. Para empezar, yo... y-yo no me acuesto con Dazai-san - confesó eso último bastante avergonzado.
- Eso no explica el motivo por el que tienes su número, ¿de qué le conoces entonces?
- De... - cerró su boca automáticamente antes de contestar cualquier cosa. No podía decirle la verdad a Lucy, si lo decía le confesaría su vergonzoso trabajo actual – Lo siento, no puedo decírtelo.
- Ya, obviamente es porque le has conocido en una página de sugar babies. Maldición, no sabía que Dazai Osamu tenía esos vicios, si lo hubiera sabido... ¡Me habría apuntado a alguna!
Lucy estampó el móvil de Atsushi contra su pecho y este lo atrapó entre sus manos para evitar que se cayera. Su vecina se encontraba ahora mismo dándole la espalda algo molesta, pero realmente Atsushi no podía hacer nada para cambiar su humor. Con el objetivo de matar el tiempo mientras esperaban y aprovechando que Lucy había mencionado la carrera de Dazai, Atsushi decidió buscar un poco más sobre el hombre castaño de irresistible voz.
La primera página que salía era su wikipedia, allí salían todos los personajes que Lucy había mencionado y muchísimos más, junto a canciones, personajes de videojuegos, de películas e incluso una lista de algunos premios que había recibido. Mentiría si dijera que no le había sorprendido, es decir, ¿el mismo Dazai que siempre andaba buscando escaquearse del trabajo había trabajado en tantos animes y grabado tantas canciones? Para su buena suerte, en esa página no salía ninguna información sobre los CD dramas yaoi que había grabado, puede que fuera contenido demasiado pervertido como para aparecer allí y la verdad es que daba gracias por ello. Sinceramente, a él no le apetecía que su nombre saliera allí, aunque fuera junto al de Dazai.
No había tardado mucho en revisar la página, pero no podía dejar de mirar la lista de canciones que había grabado el castaño. Eso le llamaba mucho la atención, después de todo, solo había escuchado la voz de Dazai diciéndole cosas subidas de tono en las grabaciones, nunca había escuchado su voz cantando.
- Lucy-san, ¿tienes auriculares?
- ¿Ah? - le miró algo fastidiada pero aun así metió las manos en sus bolsillos y le tendió los auriculares rosas que llevaba – Si los rompes, los pagas, ¿entendido?
Atsushi solo asintió con la cabeza y conectó los auriculares al móvil para después meterse en YouTube y hacer click es una canción de Dazai al azar, la elegida por el destino había sido una que tenía el nombre de "Eien Misui ni Goodbye". Una melodía suave pero alegre acompañada de una letra triste invadió sus oídos. De repente, el resto de personas dejaron de existir a su alrededor mientras escuchaba completamente cautivado la melodía que cantaba el castaño.
Cuando la canción llegó a su fin, en el rostro de Atsushi ya había aparecido una pequeña sonrisa junto a un débil sonrojo. Era la primera vez que le escuchaba cantar y la verdad es que le había encantado, puede que ahora comprendiera un poco mejor a Lucy.
- ¡Oye, despierta! - Lucy le agarró del cuello de la camisa y le llevó a rastras hacia adelante donde una mujer con gorra iba recibiendo a los espectadores.
- Bienvenidos – su mirada se centró en Atsushi, al cual sonrió - Espero que disfrutéis del show.
- Esto... ¿gracias?
- Disculpa, ¿cuántos años tienes? - preguntó la mujer, confundiendo a Atsushi.
- Pues...
- 15, tiene 15 – se adelantó en responder Lucy – Es mi pequeño y querido hermano menor, ¿a qué sí, Sushi-chan?
- ¡¿Eh?! Pe-pero, Lucy-san...
Ahora sí que Atsushi no entendía nada, por un momento llegó a pensar que Lucy le había traído aquí porque en realidad no quería venir sola pero entonces no habría habido motivo para mentir inútilmente sobre su edad, porque obviamente, él no podía pasar por un niño de 15 años.
- Ya veo, que joven eres.
- ¡¿Se lo creyó?!
- ¡Jajajajajaja! - Lucy empezó a reír nerviosa después de golpear disimuladamente el estómago de Atsushi con su codo – Sushi-chan es tan bromista.
- S-sí - la mujer le devolvió la sonrisa algo incómoda para después hurgar en una de las cajas a su lado y tenderle un peluche a Atsushi – Para ti, muchas gracias por venir.
Los ojos de Atsushi analizaron el peluche que le ofrecía la mujer. Un cuerpo marrón claro con pelo rojo oscuro, ojos blancos y un poco de pelilla creciendo en su barbilla. En cuanto a su ropa, esta no era mucha, llevaba una simple camisa de rayas blancas y negras y enganchada a su espalda había una capa marrón. ¿Se puede saber qué era eso?
- Lucy-san...
- ¡Vamos, vamos! ¡Tu show favorito va a empezar, Sushi-chan!
La pelirroja hizo entrar a Atsushi al recinto a empujones mientras él se confundía más a cada segundo que pasaba. Cuando llegaron a unos bancos cercanos al escenario, Lucy le obligó a sentarse a su lado, borró la amigable sonrisa que llevaba en su rostro y extendió demandante su mano.
- Dámelo.
- ¿El qué?
- ¿El qué va a ser? - señaló con su otra mano el peluche – El peluche de Odasaku Man, solo se lo daban al público menor de 16 años y yo no aparentaba esa edad así que te he tenido que usar para conseguirlo.
- Pero yo no tengo menos de 16, tengo 18.
- ¿Sí? Pues no los aparentas para nada, eres todo un bebé.
Atsushi infló sus mejillas en un puchero de molestia, pero accedió a la petición de su vecina y le entregó el peluche.
- Entonces, ¿eso se llama Odasaku Man?
- ¿Eso? - los ojos verdes le miraron con tanta rabia que podría haberle matado allí mismo - "Eso" tiene nombre, te lo acabo de decir, idiota.
- Perdón, pero... - miró a su alrededor, había niños y mujeres maquilladas - ¿Es un anime infantil? No entiendo por qué hay tantas mujeres.
- Bueno... ejem, ejem - aclaró su garganta con un pequeño sonrojo en sus mejillas - Simplemente es popular, ¿entiendes?
- Ya...
De repente los gritos de los niños inundaron el recinto mientras los focos iluminaban el centro del escenario, a Atsushi le pareció tierno ver como se emocionaban. De detrás del telón salió la versión enorme del peluche que le habían entregado a Atsushi y vino acompañado de chillidos todavía más potentes que antes solo que ya no eran de los niños, eran de las mujeres, Lucy incluida.
- ¡¡Kyaaaaa!! ¡¡Odasaku Man!! - chilló su vecina casi dejándole sordo.
Una voz proveniente de los megáfonos en la parte superior del escenario incitó al público a desear suerte a Odasaku Man en su pelea y estos lo hicieron entre gritos y chillidos, siendo Atsushi la única persona que no estaba haciendo ruido. De detrás del escenario salieron más personas disfrazadas que Atsushi supuso que eran enemigos de Odasaku Man, empezando así una pelea sin contexto ninguno pero que parecía encantar al público.
- Odasaku Man... - Lucy, al igual que todo el público, dobló su codo hacia atrás como si se estuviera preparando para asestar un puñetazo y eso es lo que hizo - ¡Punch!
Seguido a la petición del público, el enorme muñeco marrón asestó un puñetazo a sus enemigos que provocó más chillidos si era posible.
- ¡Odasaku Man, te quiero!
La confesión de una de las mujeres del público hizo que Atsushi casi se atragantara con su propia saliva, pero ¿cómo se le ocurría a la gente decir eso? ¡Hay niños delante!
- ¡Odasaku Man, cásate conmigo!
Los extraños comentarios de las mujeres seguían llegando mientras Odasaku Man luchaba contra sus enemigos con el apoyo de su público. Atsushi miraba de reojo a las mujeres que lanzaban esos comentarios, ¿tan desesperadas estaban que se habían enamorado de un muñeco? En serio, había visto algunas de las figuras que coleccionaba Lucy y debía admitir que había personajes de anime verdaderamente atractivos, pero esto... era un muñeco, por dios.
Suspiró cansado y se quedó observando el show del muñeco superhéroe. No conocía la trama, ni al personaje, pero debía admitir que se movía bien a la hora de dar los golpes. Tal vez le pediría clases para que le enseñase a dar esos golpes cuando hay rebajas en el supermercado.
Como todo esto en realidad no le interesaba, sacó su móvil y buscó el contacto de Dazai. Con la molesta duda de si le estaría molestando, al final se decidió por hablarle para matar el aburrimiento.
Hola
No tardó mucho en sentirse un estúpido así que intentó eliminar el mensaje, pero, oh, sorpresa, nadie le había enseñado a hacer eso.
Hot Daddy
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!!!
ATSUSHI-KUN ME HA HABLADO
*GRITOS DE FAN LOCA*
Ahora en serio
Hola gatito, es raro que empieces una conversación
¿Le molesto?
Hot Daddy
Depende
Qué llevas puesto?
Ropa, ¿por?
Hot Daddy
Q?
¿Qué?
Hot Daddy
Gatito, no sabes jugar a estos juegos :(
Escuchaste los CD drama que te mandé?
No puedo, sale Ranpo-san
Hot Daddy
Y?
No puedo escuchar a Ranpo-san
Hot Daddy
Le escuchas casi todos los días
¡Pero no gimiendo!
Su rostro se coloreó de rojo al escribir eso último y miró a su alrededor como si estuviera planeando un atraco y no quisiera que nadie se enterase, pero en serio, se moriría de vergüenza si alguien le veía esta conversación. Antes de volver a escribirle, sus ojos se fueron al cartel que colgaba en el escenario donde se podía ver el nombre del protagonista del show. Ahora que lo pensaba mejor, ¿de qué le sonaba su nombre? ¿No lo mencionó Dazai alguna vez?
Empezó a teclear su pregunta a Dazai pero la mano de Lucy tirando de su hombro se lo impidió, cuando se giró para verla, se la veía nerviosa.
- E-esto es malo... ¡Es Gide! - señaló angustiada a un nuevo enemigo en el escenario – Es el peor enemigo de Odasaku Man.
- Oh... que mal, pero seguro que le va bien.
- ¿Ah? - giró su rostro para mirarle mal, ya había vuelto a meter la pata con ella - "Seguro que le va bien" - imitó con una voz aguada a Atsushi - ¡No digas tonterías! ¡¿Como puedes estar tan tranquilo cuando la vida de Odasaku Man está en peligro?!
- Pero no está en peligro...
- Odasaku Man necesita todo nuestro apoyo, ¡así que más te vale apoyarle!
- ¿Qué?
- ¡Que le apoyes! Venga, que necesita nuestro apoyo para lanzar su Odasaku Man Punch.
- ¿Su qué?
- Argh, eres insoportable. ¡Tú solamente grita eso y da un puñetazo al aire!
Obligado por la chica a Atsushi no le quedó de otra que prepararse para dar un puñetazo como el resto del público. En el momento justo del ataque de Gide, todo el público dio un puñetazo al aire mientras gritaban "Odasaku Man Punch". El enorme muñeco marrón imitó el puñetazo y tumbó a su enemigo de un golpe siendo vitoreado por todo el mundo.
Odasaku Man elevó sus regordetes brazos y saludó a su público. Una emocionada Lucy también elevó sus brazos, devolviéndole el saludo.
- ¡Kyaaaaaa! ¡Odasaku Man nos saluda!
- Sí - aunque el show no le interesaba, Atsushi devolvió el saludo como todos al ver a Lucy tan emocionada. Siempre la veía gruñendo y molesta, así que verla entusiasmada como si de una niña pequeña se tratase era muy reconfortante.
- Vámonos - volvió a agarrar el cuerpo de Atsushi con fuerza y le comenzó a arrastrar entre la multitud que todavía vitoreaba al superhéroe.
- ¿A dónde?
- Después de la pelea, la gente se puede sacar fotos con Odasaku Man. Si llegamos los primeros a la cola, ¡entonces seré la primera que se sacará una foto con él! ¡Kyaaaaa! ¿Qué haré si se enamora de mí?
- Asustarte me parece buena opción.
De verdad que Atsushi seguía sin entender como había tantas chicas gritando lo mucho que le querían. ¿No veían que era un muñeco? Ahí debajo podría hasta haber una mujer y ellas sin darse cuenta.
- Lucy-san, ¿puedes darme un momento? Tengo que... - buscó una excusa con la que librarse de hacer cola para sacarse una foto con un muñeco - Tengo que hacer una llamada, es importante.
- ¿Importante? Ah, claro – puso los ojos en blanco al comprender – Tu sugar daddy te solicita. Tch, ¿de verdad vais a hacer alguna cochinada aquí?
- No, no, no es nada de eso. Volveré en un minuto así que tranquila.
Se despidió con la mano y con la esperanza de que Lucy no le dijera nada. No le gustaba mentir, pero era una mentira piadosa así que no pasaba nada. Simplemente necesitaba un poco de aire, allí había tanta gente que era estresante. En un momento dado y al no fijarse bien por donde caminaba, acabó chocando con un hombre trajeado de gafas redondas.
- ¡Perdone!
- Tranquilo, no pasa nada – este no le prestó más atención y siguió hablando por teléfono.
La verdad es que agradeció que el hombre pasase de él tan rápido, parecía tan elegante y formal que hablar más de 3 segundos con él le intimidaría. Como era difícil encontrar un sitio en el que no hubiera fans del muñeco superhéroe, a Atsushi no le quedó más remedio que ir detrás del escenario y sentarse en unas escaleras que conectaban el suelo de tierra con el escenario.
Allí, arropado por un ambiente más tranquilo, pudo relajarse por fin. Al estar tan relajado, no se percató de la presencia de una enorme figura que vestía de personaje de dibujos hasta que este posó su enorme mano sobre su hombro. Atsushi se asustó por esto, pero al darse la vuelta vio que solamente se trataba del enorme muñeco apodado Odasaku Man.
Al principio no entendió porque le había tocado el hombro, pero después de pensarlo un rato se dio cuenta de que estaba bloqueando las escaleras.
- ¡Ah! ¡Perdone, no me había dado cuenta de que...!
- Tranquilo – una voz grave y ronca vino desde dentro del disfraz del muñeco - No es ningún problema.
- Es que hacía tanto ruido allí delante que... que... - sus palabras no terminaron de salir de su boca debido a que el muñeco se quitó la cabeza, dejando ver al hombre que estaba dentro. Unos despeinados cabellos pelirrojos fueron lo primero con lo que se encontró Atsushi debajo de la cabeza de peluche. El hombre sacudió ligeramente su cabeza para librarse de algunas gotas de sudor y abrió sus oscuros ojos azules haciendo que a Atsushi se le olvidara completamente como se respiraba. Allí delante tenía la perfecta imagen de un dios griego que terminó de rematarle cuando volvió a hablar y pudo escuchar su voz sin ninguna máscara de por medio.
- Los niños son ruidosos – su voz ronca le puso los pelos de gallina – Pero eso también es lo que les hace agradables.
El calor se concentró en sus mejillas mientras se congelaba delante del hombre delante de él. Sabía que se tenía que apartar para que él pudiera bajar, pero de verdad que ahora no se podía mover, sentía que si lo hacía haría cualquier cosa estúpida. ¿No se había sentido así antes? Sí, cuando conoció a Dazai y se quedó congelado por su aspecto. Ahí sí que metió la pata tropezándose y diciendo que se llamaba Dazai Atsushi, gracias a dios, él aprendía de sus errores.
- Esto... y-ya me levan... - con sus piernas temblando se puso de pie, pero como parece ser que su propio cuerpo tiene la costumbre de dejarle en ridículo delante de hombres guapos, sus pies se escurrieron y casi cae para atrás si no fuera porque los brazos de Odasaku se estiraron y mientras uno agarraba la muñeca de Atsushi y lo atraía hacia él, el otro sujetaba su cintura para protegerle de una nueva caída.
- ¿Estás bien? - preguntó a escasos centímetros de su rostro.
La boca de Atsushi balbuceaba, pero no decía nada mientras su rostro seguía poniéndose más rojo todavía.
- Te podrías haber hecho daño, tienes que tener cuidado.
- S-sí...
- Deja que te baje.
- ¿Qué? ¡O-oiga! - antes de que pudiera protestar, el hombre vestido de muñeco le había cogido como si fuera una princesa y le había bajado al suelo de tierra - ¿Q-qué hace? N-no soy un niño - protestó completamente sonrojado.
- Yo no he dicho eso.
- Pe-pero... ¡Bu-bueno, pero suélteme por favor!
- Voy – hizo el amago de bajarle, pero la llegada de una persona interrumpió sus acciones.
- ¿Qué hacéis? - un sonriente Dazai se encontraba delante de ellos, lo cual avergonzó más a Atsushi por la situación.
El castaño sonreía, pero no necesitaba ser un genio para saber que estaba enfadado, pero... ¿enfadado por qué? Y de todas formas, ¿cómo le explicaba el motivo por el que había acabado entre los brazos de un desconocido tan sexy?
Si había que culpar a alguien, que fuera a Lucy por ser una otaku y arrastrarle aquí el día de hoy.
No sabía cómo y aunque se lo explicaran, tampoco lo acabaría de entender del todo. Esta mañana se había levantado con el inocente plan de recortar ofertas del supermercado durante todo el día, pero sin saber bien por qué, su vecina otaku le había sacado a tirones de su apartamento y le había llevado a un show desconocido. Tras presenciar la extraña pelea de un muñeco enorme y haber aguantado miles de voces femeninas aclamando al muñeco, se había apartado de todo para tener un poco de paz pero justo en el momento en que había pensado estar tranquilo, el mismo muñeco, que resultó ser un hombre bastante guapo, había aparecido y le salvó de caerse por las escaleras. Para rematar todo esto, Dazai había aparecido de la nada y le había visto en lo que a ojos de cualquiera podría haber sido una escena bastante malinterpretable. Bien, ese era el resumen de los hechos. Todos los entendían ¿no? Bien, genial, después de todo esto, ¿puede alguien explicarle como ha acabado en un restaurante de sushi giratorio sentado con el hombre que interpreta a Odasaku Man y Dazai?
- ¿Quieres? - el hombre pelirrojo había cogido uno de los platos que se movían en la cinta y se lo había ofrecido.
- N-no, no hace falta que... - se quedó pálido al ver los dibujos del plato, ese sushi era de los caros - Devuélvalo por favor.
- Tranquilo, come – tras ignorarle completamente, dejó el plato delante de él - Yo lo pagaré, no me importa.
- Pero...
- No maúlles para protestar – Dazai había cogido otro plato, más caro todavía y se lo había dejado delante – A los gatitos les gusta el pescado, come, come.
Algo incómodo por tener comida cara delante de él, Atsushi estiró la mano para tomar del sushi que le dejó Odasaku Man y metérselo en la boca. Tras masticarlo durante unos segundos, sus mejillas se adornaron con un pequeño sonrojo.
- Está muy bueno.
- Jajajajaja, genial, ahora cómete el mío.
- ¡Ejem! - el hombre trajeado y con gafas redondas con el que chocó Atsushi había llegado a su mesa - ¿Se puede saber qué estáis haciendo?
- ¡Hey, Ango! ¡Hola! ¿Qué tal? ¿Las almorranas bien?
- No tengo almorranas – se colocó bien sus gafas y se sentó al lado del pelirrojo – Dazai... - miró preocupado la figura de Atsushi – Tengo dos preguntas para ti, primera: ¿cuántos años tiene? Y segunda: ¿cuánto margen de tiempo quieres que te dé antes de que llame a la policía?
- Good question, pero la respuesta de la primera es 18 así que anula el tener que responder a la segunda. Bueno, ahora que estamos todos reunidos, puedo presentar por fin a Atsushi-kun a mis amigos.
- ¿Sus amigos?
- El gafotas que tiene pinta de ser un Kunikida 2.0 es Sakaguchi Ango, es fácil de reconocer por su inseparable verruga.
- Es un lunar.
- Y él es Oda Sakunosuke, aunque parece que ya lo sabes ¿no? Porque no creo que estuvieras entre sus brazos sin saber quién era, ¿no? Jajajaja, que graciosa ha sido la situación, ¿a qué sí?
- Oda Sakuno... ¿Odasaku Man?
- Me puedes llamar simplemente Odasaku.
- ¿Eh? Pe-pero suena tan... irrespetuoso.
- No te preocupes, no me importa.
- Odasaku le pone voz al famosísimo Odasaku Man, le conoces ¿no? Por algo estabas en el show, que emoción te ha tenido que dar el ser atrapado por el héroe que amas. Jajajaja, que graciosa la situación, ¿a qué sí?
Atsushi se revolvió algo incómodo, ¿por qué se reía tan falsamente Dazai? ¿Y por qué Odasaku estaba tan tranquilo? Gracias a dios, Ango estaba para decir lo que él no se atrevía.
- ¿Se puede saber qué te pasa? ¿El héroe que ama? Viendo como está delante de él, es obvio que ni le conocía.
Dazai giró su rostro para mirarle y recibir un pequeño asentimiento de Atsushi, dándole así la razón a Ango y haciendo que una verdadera sonrisa apareciera en el rostro de Dazai.
- ¿En serio? Habérmelo dicho antes, gatito. Venga, come pescadito, lo necesitas para maullar con fuerza.
- N-no hace falta, Dazai-san, además yo no me he presen...
- Nakajima Atsushi – antes de darle tiempo a decir nada, Ango se colocó bien las gafas y pronunció su nombre.
- ¿Me conoce?
- Bueno, Dazai habla un poco... en realidad bastante de ti cuando estamos en el bar Lupin. Me he imaginado que eras tú. Aspecto exageradamente joven, pelo blanco y asimétrico y parece un gato, esas eran algunas de tus descripciones.
- ¿Lo del gato hacía falta? - murmuró algo avergonzado.
- También me he quedado con tu cara porque el otro día te estabas pegando con Akutagawa Ryunosuke, ¿cómo es que sigues vivo después de enfrentarte al mismísimo demonio?
- Por favor... no me recuerde por esas cosas. Entonces... ¿Sakaguchi-san es un seiyuu también? ¿Es otro superhéroe?
- ¿Qué? Claro que no – para disimular la vergüenza que le dio la pregunta, se colocó mejor la corbata – Soy el manager de Odasaku-san.
- Oh... definitivamente usted luce como Kunikida-san.
- Si estabas en ese edificio, entonces eres un seiyuu ¿no? - le preguntó Odasaku.
- Sí... supongo que sí.
- ¿Qué grabas? Dazai no nos lo contó.
Vale, definitivamente no podía usar las palabras "CD dramas yaoi hard", no delante de un hombre tan apuesto como Odasaku ni tan formal como Ango. Entonces, ¿qué decía? Algo con clase, que sonara mejor, tal vez... "Audios de contenido altamente explícito de relaciones entre hombres". ¡Genial! El cerebro de Atsushi había hecho un fantástico trabajo.
- Atsushi-kun gime en CD dramas en los que le profano es todo tipo de superficies.
- ¡Dazai-san!
- Ah, esa clase de grabaciones – Ango bajó la mirada desinteresado hacia el menú para pedir alguna bebida. Eso definitivamente había hecho a Atsushi sentirse terriblemente avergonzado.
- Sé que son un poco...
- ¿Qué opinan tus padres de eso? - las palabras de Odasaku hicieron que Atsushi se quedara mirando fijamente el plato de sushi que le había cogido Dazai y del que todavía no había comido – No quiero molestarte con mi pregunta, pero no a muchos padres les hace gracia que sus hijos se metan en esos mundos.
- Creo que... no les puede importar.
- ¿Pero qué dices? Son tus padres, obviamente... ¡Ay! - Ango se quejó al recibir un golpe debajo de la mesa por cortesía de Dazai y de Odasaku. Aunque Atsushi no había dicho nada más, Odasaku había entendido perfectamente la situación por su tono de voz.
- Perdón, no era mi intención hablar de...
- No, no, no se preocupe por favor.
- Aun así, toma – Odasaku sacó una piruleta de su chaqueta y se la ofreció a Atsushi. Al ver el dulce, los ojos de este se iluminaron mientras la sonrisa de Dazai temblaba – Es mi disculpa por haber sacado un tema que no te agrada.
- Gracias, pero en realidad no hace falta que...
- Por favor – la voz de Odasaku sonó más grave que de costumbre mientras tomaba la mano de Atsushi y la hacía coger la piruleta – No me rechaces así.
- ¡¿AAAAAH?! - el rostro de Atsushi se había vuelto rojo ante sus palabras. No sabía bien por qué, puede que fuera porque se notaba que Odasaku no entendía el doble sentido de sus palabras, porque acababa de pronunciar palabras vergonzosas sin apenas cambiar su expresión, porque su voz había sonado más grave o tal vez porque más de una mujer sonrojada se había dado la vuelta para mirarle e incluso alguna camarera se había parado igual – O-oda-san...
- Odasaku, me puedes llamar Odasaku.
- Va-vale... - alejó la mano ahora con la piruleta en ella – O-oda... Odasaku-san - pronunció por fin con el rostro rojo por usar una mezcla de su nombre y su apellido.
- ¿Ves? No era tan difícil.
- No...
Mientras Atsushi desenvolvía sonrojado la piruleta y la introducía en su boca, Dazai miraba la escena de reojo con una de sus cejas temblando. La verdad es que hace tiempo le emocionaba la idea de presentar a Atsushi a sus amigos, pero ahora que la idea se había hecho realidad, podía decir que era una idea estúpida y desastrosa. Con Chuuya no había habido problema, de hecho, Atsushi le tenía asco por pensar que era un pervertido. En cuanto a Ango, parece que le intimidaba por el simple hecho de ir trajeado y Odasaku... ahí si la había fastidiado pero bien. Sin ningún esfuerzo el pelirrojo se estaba robando toda la atención de su compañero de trabajo.
Había sido torpe e iluso, su emoción por incluir a Atsushi en su círculo de amistades le había cegado demasiado como para ver las feromonas que acompañaban a Odasaku y había olvidado la ley más importante del mundo: Nunca le presentes a alguien un amigo que es más guapo que tú, no va a acabar bien.
Y efectivamente, no creía que fuera a acabar bien.
El sudor recorría la frente de Kunikida a medida que la manecilla de su reloj se iba moviendo y acercando hacia el número 12. Una hora, una maldita hora, ese era el tiempo exacto que llevaba su representado de retraso. No sabía cómo era que le había dejado andar libre, a Dazai había que atarle con correa y golpearle el hocico con un periódico cuando hiciera algo mal. Mierda, que bien sonaba la idea. A partir de ahora debería hacer eso.
- Good morning, Ku-ni-ki-da-kuuuuuun~ - como si no llevara ni un minuto de retraso, el castaño entro por la puerta tan tranquilo para recibir una cariñosa bienvenida de Kunikida.
- ¡¡¡LEGAS TARDE!!!
- Owww, me haces daño en las orejitas, mami.
- ¡¡¿DÓNDE MIERDA ESTABAS?!!
- Comprando.
- ¡¿Y QUÉ ES TAN IMPORTANTE QUE TIENES QUE...?! - la mirada de Kunikida bajó a una cesta llena de dulces que colgaba en la mano de Dazai - ¿Qué es eso? ¿Has molestado a Ranpo-san y buscas su perdón?
- Nop, nop, son... para Atsushi-kun.
- ¿Qué...? - Kunikida pestañeó confuso – Oh, ya veo, les has echado alguna mierda de afrodisiaco,¡¿CÓMO PUEDES SER TAN DEGENERADO?! ¡TÚ Y YU FETICHE POR LOS JOVENCITOS! ¡TE VOY A MATAR!
- No les he echado nada, eres un pervertido, Kunikida-kun. Solamente... quería dar un dulce a Atsushi-kun, ¿qué tiene de raro?
Kunikida no le terminaba de creer y menos si Dazai apartaba la mirada. Aunque sus acciones podían parecer sospechosas a ojos de su mánager, la realidad es que la cesta de dulces era una simple cesta de dulces, no tenía ningún truco oculto. Lo único que había que resaltar era que había decidido traerle dulces porque era precisamente lo que Atsushi recibió de Odasaku. Se emocionó mucho por una simple piruleta, por eso Dazai le había traído de todo. Piruletas, nubes, lenguas de azúcar, bolitas de chocolate y cualquier alimento no apto para diabéticos, vamos, lo que viene siendo el típico desayuno de Ranpo.
- Dame uno – el hombre de gafas señaló la bolsa de Dazai – Dame un caramelo para que pueda comprobar que no les has echado nada raro.
- ¿Eeeeeeeeh? - Dazai puso cara larga mientras se aferraba con fuerza a la cesta – No quieeeerooooooo, absolutamente todos son para Atsushi-kun.
- Tch, llevan algo raro ¿verdad? ¡Dámelos!
- ¡No, no! ¡Jo, Kunikida-kuuuuuun! ¿Por qué sospechas tanto de mí? Soy un alma noble e inocente.
- ¡JA! ¡Pero que buen chiste!
Como el hombre de coleta no estaba dispuesto a dejarle en paz, Dazai alzó en alto la cesta y huyó con ella hasta llegar a la cafetería del edificio con el objetivo de buscar a Atsushi pero nada más llegar se chocó con el cuerpo de Ango parado en la puerta.
- ¿Ango? ¿Qué haces aquí?
- Pues...
No hizo falta que el hombre de gafas redondas contestara, cuando Dazai miró hacia delante, entendió perfectamente que era lo que estaba pasando. Sentado en una silla y rodeado, seguramente de todas las féminas del edificio, se encontraba el seiyuu del héroe adorado por todos.
- Oda-san, escuché que ayer hubo un show de Odasaku Man en el parque que pena no haber podido ir, tenía tantas ganas - confesó algo apenada y sonrojada Yosano, la cual estaba sentada bien pegada al lado derecho de Odasaku.
- Oh, oh... - los ojos de Dazai viajaron al escote de Yosano el cual tenía demasiados botones desabrochados – A mí mamá no le va a gustar eso.
- Sakunosuke-san – Ozaki, que se encontraba en el lado derecho de Odasaku, tiró de su cuerpo para alejarlo de Yosano, lo cual provocó una mueca de disgusto por parte de esta – Mi sobrina Elise-chan es tan fan de tu programa, ¿podrías firmarme un autógrafo, querido? - pidió coquetamente mientras se enganchaba a su brazo y restregaba allí sus desarrollados pechos.
- Tch – Yosano bajó la vista hacia los suyos – Es una milf... obviamente no llego a ese nivel.
- ¡Odasaku-san! - haciéndose paso a codazos entre las mujeres que le rodeaban, Naomi llegó hasta el pelirrojo - ¡Odasaku-san! ¿Le gustaría profanar a mi hermano?
- ¡¡¡Naomi!!! - llegando veloz hacia su hermana, Junichiro la tapó la boca, pero ella hábilmente consiguió librarse.
- ¡18 años, es completamente virgen, tanto de trasero como de la boca! ¿No estaría usted interesado en desvirgarlo? Lo hace muy bien en los CD drama y como su hermana pequeña, nada me haría más feliz en el mundo que alguien guapo como usted lo penetrara.
- ¡Naomi, para!
- Disculpa, pero no deberías ir diciendo en voz alta esas cosas sobre tu hermano – aunque las palabras de Odasaku parecían ser un regaño, su monótono tono de voz no - Podría acabar enfadándose en serio y tiene un rostro muy bonito como para estropearlo frunciendo el ceño.
Al escuchar eso, Naomi no pudo evitar tapar su boca emocionada mientras que su hermano se ponía completamente rojo.
- ¡Onii-sama! ¡Ha dicho que tu rostro es bonito! ¿No es genial? ¡Rápido, agáchate y demuéstrale de lo que eres capaz con la boca!
- ¡Na-Naomi!
Odasaku no entendió la magnitud de sus palabras así que sacó dos caramelos de su chaqueta y se los ofreció a ambos Tanizaki. Naomi lo aceptó con gusto mientras que Junichiro lo cogió sin atreverse a mirarle a la cara.
- ¿Qué es esto? - preguntó Dazai con una ceja temblando.
- ¿No lo ves? Es un maldito harem – le respondió una molesta voz desde el suelo.
- Oh, Chuuchuuu, no te había visto, aunque estás acostumbrado a que te digan eso.
- ¡CÁLLATE! ¡MIERDA! - Chuuya se encontraba sentado en el suelo con los brazos cruzados – Iba al trabajo, pero Ozaki-san quiso desviarse un momentín, según ella, por asuntos de vital importancia. ¡¿Qué asunto de vital importancia es restregarle los pechos a Odasaku?! ¡Y PEOR AÚN! ¡¿POR QUÉ TODO EL MALDITO EDIFICIO QUIERE RESTREGARLE LOS PECHOS?! ¡¿CUÁL ES EL SECRETO?! ¡¿SU COLONIA?!
- No sé, tal vez sea su altura - comentó tranquilamente Dazai lo cual hizo que Ango empezara a sudar por el inminente enfado de Chuuya.
- ¡¿AH?! ¡¿DESDE CUANDO LAS GIRAFAS SON ATRACTIVAS?!
- Bueno, lo son un poquito más que los enanitos de jardín.
- Pero serás... - de un saltó se puso de pie y agarró del cuello de la camisa a Dazai – Eres un hijo de... santa y buena mujer, que pases un bonito y agradable día, mi querido amigo.
Dazai giró un poco la cabeza para ver el motivo del cambio de actitud de Chuuya aunque no era difícil de averiguar que era porque allí había llegado Akutagawa.
- Good morning.
- Buenos días, Dazai-san, se ve brillante, como siempre. ¿Qué es eso? - señaló la cesta que llevaba.
- ¿Esto...? Hmm... m-mi desayuno.
Obviamente no podía decir la verdad y decir que era para Atsushi porque entonces en 3 segundos pasaría de tener una cesta de dulces en la mano a tener una cesta en llamas en la mano. Akutagawa hizo una mueca no habiéndose creído del todo esa mentira, cuando vio a Chuuya se preparó para saludarlo mientras este sonreía bobamente, pero al percatarse de la escena de detrás, apartó a Chuuya de un empujón y miró mal al grupo de chicas reunidas en torno a Odasaku.
- ¿Qué es eso?
- Odasaku siendo Odasaku, supongo.
- ¿Y eso a usted le molesta?
- ¿Qué? No, yo no...
- Tch, esas fulanas que tienen la lívido por las nubes adoran a un hombre que no le llega ni a la suela del zapato a Dazai-san.
- Ya, creo que tú no eres el más adecuado para hablar de lívido por las nubes.
- Dazai-san, espere aquí, espantaré a esas féminas y le alimentaré como si fuéramos un entrañable y cariñoso matrimonio.
- Pero oye...
Ignorando lo que el castaño le decía, Akutagawa fue con paso firme hacia el conjunto de chicas reunidas alrededor de Odasaku. No le costó mucho a travesar la multitud debido a que las apartó a empujones. Pensaba comentar algo grosero sobre ellas, pero se quedó más pálido de lo que ya era al ver a su tía enganchada al brazo de Odasaku, al verse descubierta, esta le soltó como si le hubiera dado calambre y empezó a reír nerviosa.
- Hola Ryu, jajajaja, ¿estás más alto?
- Tch, tú... - sus oscuros ojos se posaron sobre la indiferente figura de Odasaku - ¿Qué estás haciendo? ¿Usas vudú o alguna magia negra para seducir a mí tía?
- No – su respuesta fue seca y sin cambiar el rostro, manteniendo la mirada de Akutagawa. Este pensó que en algún momento se sentiría intimidado, pero no fue así.
- ¿Qué te crees que haces? Tu alrededor apesta a estrógenos.
- ¿En serio? - se olfateó a su mismo.
- ¡Idiota! ¡No te huelas, no estaba hablando literalmente! Tch, definitivamente la sangre no llega a ese cerebro de guisante. Eres amigo de Dazai-san así que deberías actuar como tal.
- ¿Y cómo es eso? - ladeó la cabeza confuso lo cual provocó más de un chillido emocionado y obligó a Akutagawa a taparse los oídos un momento.
- ¡Callad, ruidosas! ¡¿Acaso estáis en celo?! ¡Y tú! - señaló al protagonista de la escena – Los amigos de Dazai-san deberían ser discretos, educados y formales, dignos de estar parados a su lado, pero tú... ¡Ni siquiera estás bien afeitado! ¿Qué se supone qué es lo que haces por la mañana?
- Pues... me levanto, desayuno, me ducho...
- ¡Era una pregunta retórica, no la contestes!
- Discretos y educados... - murmuró Junichiro por la bajo – Y lo dice él precisamente.
La mirada de rabia que le lanzó Akutagawa hizo que su alma abandonase su cuerpo, ya ni murmurar se podía a su lado, era un perro rabioso con una excelente capacidad auditiva.
- No toleraré tales comportamientos de amigos de Dazai-san, así que o te comportas y espantas a todo este harem o te juro que...
Odasaku se puso de pie, las chicas que estaban cerca de él se hicieron a un lado dejando que este caminara con su común rostro monótono y sin expresiones hacia Akutagawa. El gótico no se esperaba para nada que fuera hacia él y por un momento se puso nervioso, pero no iba a darle el lujo de saber que le había puesto así.
- ¿Q-qué quieres? - dejó escapar un pequeño gruñido al enfadarse consigo mismo por tartamudear, pero ante todo mantuvo su postura erguida – Si quieres pelea, no tengo ningún problema en...
El pelirrojo metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó un bombón que ofreció al gótico.
- Para ti.
- ¿Qué...? ¡Idiota! ¡No puedo comer chocolate!
- ¿Por qué?
- Porque... - miró alrededor, era vergonzoso decir que no podía porque su tío no le dejaba – E-es... no... el chocolate no entra en mi dieta, ¿te enteras?
- ¿Dieta? Pero ¿qué dieta? - tomó uno de los brazos del chico – Mira que delgado estás, ¿estás comiendo?
- Eh... ¡¿A-a ti que te importa?! ¡Y no me toques!
- No bases tu dieta solamente en verduras, debes equilibrarla con carne también y no pasa nada porque te des un capricho de vez en cuando - tomó la mano de Akutagawa y le hizo coger el chocolate, aprovechando que estaba cerca de su rostro, le susurró - Y tú tranquilo, tu tío no tiene por qué enterarse de que has comido chocolate. Será nuestro secreto, ¿vale?
Las palabras de Odasaku no iban con malicia y por supuesto que no iban con ninguna intención de seducir, pero a pesar de esto habían conseguido que las pálidas mejillas de Akutagawa se tiñeran de rojo.
- Ca-cállate...
- Deberías gruñir menos - acarició con cuidado su cabeza – El siempre estar enfadado hará daño a tu salud, ten cuidado con eso.
- ¡N-no me...! N-no me... - aunque quería protestar, Akutagawa se dejó acariciar con su rostro completamente rojo.
Todas las mujeres a su alrededor se quedaron sorprendidas. Odasaku era guapo, amable y había conseguido domar a la bestia llamada Akutagawa Ryunosuke, ¿podía ser más perfecto?
- Pero será... - todas las venas de la frente de Chuuya se hincharon por la rabia que le provocaba la escena - ¡OYE, OYE! - con pasos fuertes y una sonrisa falsa en el rostro se acercó hacia su amor platónico y el que creía que era su amigo - ¿Qué haces, Odasaku?
- Ah, hola Chuuya, no te había visto.
- ¡¿AH?! ¡¿Y con eso insinúas que soy bajito?!
- No, insinúo que no te había visto.
Enganchando con fuerza el cuello de la camisa de Odasaku, Chuuya le obligó a agacharse para ponerse a su altura.
- ¿Qué mierda haces coqueteando a mi Ryu? Pero que ganas tienes de quedarte sin amigos.
- ¿Coquetear? No he hecho eso, simplemente me preocupa que esté tan delgado.
- ¡Pero no le tienes que poner la cara tan cerca, ni darle chocolate!
- Ah, ¿era ese el problema? - Odasaku hurgó en sus bolsillos y sacó otro bombón - ¿Quieres?
- ¡AAAAAAAAH! ¡¿QUÉ HACES?! ¡NO INTENTES SEDUCIRME! ¡YO NO RECIBO, YO DOY!
- Bueno, en realidad todavía no haces nada – Dazai bostezó aburrido por la discusión que estaba montando Chuuya. Viendo que no había ni rastro del chico de pelo blanco y que Akutagawa estaba distraído, Dazai se dio la vuelta para seguir buscando, pero chocó de frente con un rabioso Kunikida – Hola, mamá.
- Tú... ¡DAME ESO! ¡¿No te da vergüenza intentar envenenar a un niño de 18?! - consiguió arrebatarle la cesta e intentó abrirla bajo las quejas del castaño.
- ¡Pero mamá! ¡Que no lleva nada raro!
- ¡MENTIROSO! ¿En qué universo tú...? - la mirada de Kunikida subió de la cesta al harem reunido alrededor de Odasaku, sobraba decir que al ver que Yosano se encontraba allí su rostro se quedó pálido.
- ¿Crees que es momento de preocuparte por mí? - aprovechando el shock de Kunikida, Dazai recuperó la cesta - Deberías preocuparte más por un serio problema tuyo. ¿Qué harás ahora? - con una sonrisa diabólica, Dazai comenzó a susurrar en su oído - Mi querido y estimado futuro sobrino ya no llevará el apellido Kunikida, sino Oda, bueno, la verdad es que le queda mejor.
Ango observó de lejos como el manager de su amigo estaba siendo manipulado por este. Representar a Odasaku no era fácil, sobre todo por su a veces problemática popularidad con el público femenino, pero estaba seguro de que era cien veces mejor que representar a Dazai.
- ¡EJEM! - Kunikida aclaró su garganta y colocó bien sus gafas - ¿Otra vez con tus tonterías? Por favor Dazai, madura.
- Cierto, cierto, maduraré y dejaré de pensar que Yosano-sensei está buscando un hombre de verdad que pueda complacerla. Por cierto, cuando hablo de "complacerla", hablo en términos sexuales, lo digo por si no te ha queda...
- ¡Yo-Yosano! - Kunikida no dejó acabar a Dazai y se dirigió hacia donde estaba la mujer.
- Ah, hola Kunikida. Ya sé lo que nos vas a decir "¿Qué hacéis que no estáis trabajando?" "El horario de mi agenda se va a estropear" Bla, bla, bla, ahora subo, no te estreses.
- ¡No es eso! ¡Yo...! - miró a su alrededor, Dazai riendo a lo lejos, Akutagawa mirándole con el ceño fruncido, Chuuya intentando estrangular a Odasaku con este tan tranquilo y el resto de chicas y Junichiro mirándole atentamente. Tragando duro por la presión de tener a tanta gente mirando, Kunikida hincó rodilla y provocó los chillidos de las chicas que hicieron que Akutagawa tuviera que taparse una vez más los oídos - ¡Yo-yosano!
- ¿Kunikida? - las mejillas de la mujer se vieron adornadas por un pequeño sonrojo debido a lo parecido que era la escena a una pedida de mano - ¿Qué haces?
- ¡Yosano Akiko! ¡¿Me harías el honor...?!
- ¡Kyaaaaaa! - Naomi comenzó a agitar a su hermano completamente emocionada.
- Ara, ara, esto sí que es llamativo, querida – le comentó Ozaki a Yosano con una sonrisa de lado.
- ¡El honor de...! ¡El honor de...! ¡¡EL HONOR DE DARME UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD Y VOLVER A TENER UNA CITA!!
- ¿Ah? - el rostro de Naomi, al igual que el de todas las mujeres allí presentes mostró decepción, eso no era lo que esperaban.
- Bueno... - Yosano apartó la mirada sonrojada – Si lo suplicas de esa manera, que remedio.
- Le ayudas de maneras raras - comentó Ango pegado a Dazai.
- Es así como ayudas a tu mamá, bueno, ahora si me perdonas, tengo que ir a buscar a un gatito.
- ¿Buscar el qué? - antes de que Dazai saliera en su búsqueda, Atsushi llegó a la cafetería.
- ¡Gatito, mira lo que te he...!
- Atsushi – con el enorme grupo de mujeres detrás de él, Odasaku llegó al lado de Dazai para saludar al chico de pelo blanco – Te estaba buscando.
- ¿A mí? - se señaló a si mismo.
- ¿A él? - preguntaron todas las féminas del lugar.
- Argh, que mal gusto por dios – aunque no se pudo ver quien había comentado eso, por la voz se podía averiguar fácilmente que había sido Akutagawa.
- Te traje un regalo.
- ¿A mí?
- ¿A él? - otra vez hizo eco el coro de mujeres.
- Esa zorra te pegará una ETS – una vez más se escuchó al fondo una voz fácilmente reconocible.
- Ango – Odasaku llamó a su manager y este le tendió una bolsa de la que sacó un monedero con la forma de la cara de Odasaku Man – Es para ti, es una edición limitada.
- Gra-gracias... - Atsushi aceptó con un pequeño sonrojo el objeto bajo la para nada mirada feliz de Dazai – Pero no hacía falta, ¿por qué...?
- Sé que eres especial, por eso quiero ser más cercano a ti.
- Ah... ¡¡¡¡¡¿QUÉEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE?!!!!!!!!! - el rostro de Atsushi terminó de colorearse completamente de rojo tras escuchar esas palabras - ¡¿Y-yo?!
- ¿Él? - le señalaron las mujeres.
- ¡Eres una puta! - Akutagawa se abrió paso a base de empujones hacia donde se encontraban Odasaku y Atsushi, estaba dispuesto a comenzar una de sus habituales peleas con Atsushi pero al verle con el rostro rojo por el regalo de Odasaku y a Dazai con mala cara, no pudo evitar sentir algo de felicidad – Bueno... tal vez me haya precipitado. Que regalo más bonito te ofrecen, esto... Putajima.
- Nakajima – le corrigió con rabia Atsushi.
- A quién le importa, vamos – de un empujón acercó de golpe el cuerpo de Atsushi al de Odasaku – Acepta su regalo, no seas maleducado.
Con las manos temblorosas, Atsushi tomó el monedero con la forma de la cara del superhéroe de peluche. No seguía sus aventuras, pero debía confesar que el personaje era terriblemente adorable. De repente el cuerpo del peliblanco se tensó cuando sintió como Akutagawa ponía su mechón más largo detrás de su oreja.
- Putajima, ¿no te parece adorable la caballerosidad de Oda-san?
- S-sí - bastante incómodo, recorrió de reojo a Akutagawa de arriba abajo.
- Y ahora que os veo tan juntos, empiezo a pensar que sois... - con una sonrisa de lado, Akutagawa golpeó el cuerpo de Atsushi con su cadera y le hizo chocar contra Odasaku – Una pareja perfecta.
Odasaku tuvo que agarrar de la cadera a Atsushi para frenar el choque, provocando miradas de envidia de las mujeres que rodeaban a Odasaku y una mirada para nada contenta de Dazai.
- ¿Lo ves? Preciosos, vuestros hijos serían... - recorrió a Atsushi con la mirada e intentó disimular una mala cara - Serían paliduchos y delgaduchos, con el pelo blanco como si estuvieran enfermos, pero oye, algo bueno sacarían de Oda-san.
- ¿Hijos? Pero, ¿qué dices?
- ¡Ejem! - Dazai carraspeó falsamente su garganta y miró a las mujeres detrás de Odasaku - ¿Acaso aquí no trabaja nadie?
Las féminas se miraron entre ellas y se retiraron a sus puestos de trabajo, dejando ver a un Kunikida en blanco por lo que acababa de decir Dazai. ¿Dazai mandando a la gente a trabajar? Pero, ¿con qué derecho se atrevía a decir eso? Si el que más se escaqueaba de trabajar era él. Una vez que la cafetería se quedó más vacía, Dazai volvió a sonreír y tomó a Atsushi de la cadera para alejarle de Odasaku.
- Gatito~, mira lo que traje para ti.
- ¿Para mí? ¿Todo eso? - miró impresionado la cesta llena de dulces – Pero... ¿por qué?
- ¿Por qué? Pues simplemente porque te quería dar un regalo.
- Oh... ya veo... - algo confundido, Atsushi tomó la cesta y le agradeció para al segundo escuchar a alguien, bueno, a quien engañamos, era Akutagawa el que susurró "ojalá de atragantes" - Ti-tienen muy buena pinta.
- ¿A qué sí? Resultó ser una cesta muy cara así que su calidad está asegurada.
El mencionar que era cara fue suficiente para que el rostro de Atsushi mostrara algo de incomodidad.
- Dazai-san... creo que no hacía falta ¿no?
- Que modesto, eres Putajima-chan – Akutagawa agarró con fuerza sus hombros y le hizo girarse para mirar a Odasaku – Ahora que tienes tu regalo, ve y compártelo con el hombre de tu vida.
- ¡¿Qué?!
- Jajajajaja, pero que cosas tan graciosas dice Akutagawa. Él siempre bromeando – con una sonrisa falsa, Dazai le hizo darse la vuelta otra vez – Son exclusivamente para ti, Atsushi-kun, no los puedes compartir.
- ¿No? - sin dejarle hablar, Akutagawa repitió la misma acción que antes y le hizo girar – Pero ya sabe cómo es el amor, Dazai-san, todo lo que es suyo, es de su pareja.
- ¡¿Pareja?!
- Buena observación, Akutagawa, pero aquí nadie es pareja de nadie.
- ¿No? Aquí hay dos parejas, usted y yo y la puta... digo, Putajima-chan y Oda-san.
- Jajajajaja, ¡¿cuándo me he vuelto tu pareja?! ¡Y Atsushi-kun y Odasaku no son nada!
Dazai y Akutagawa duraron un rato moviendo a Atsushi de un lado para otro bajo la tranquila mirada de Odasaku y la agobiada de Ango. De verdad que, aunque no lo pareciera, su trabajo como manager era duro, sobre todo si tiene en cuenta que la escena de ahora mismo se había causado por culpa de su representado.
- Esto... - Ango se ajustó bien la corbata e intentó interrumpirlos – Odasaku-san tiene que irse ya, así que...
- Claro, no vemos~ - Dazai despidió a sus amigos con una sonrisa mientras que Akutagawa se les quedaba mirando mal.
Como era obvio que Odasaku no había entendido nada del ambiente, simplemente se despidió con la mano de Atsushi, poniéndole nervioso y con el rostro colorado. Fijando su mirada más lejos, se encontró con los Tanizaki a los que también despidió. Los ojos de Junichiro se iluminaron por la emoción, pero no tardaron en apagarse cuando el pelirrojo abandonó la cafetería detrás de Ango. Naomi se acercó apresuradamente hacia el chico para que este le enseñara el regalo que le dio Odasaku.
- ¡Que mono! Y que envidia, seguro que mi onii-sama también quiere un regalo de Odasaku-san.
- Naomi... para.
- ¿Sabes, Atsushi? Si es una edición limitada y lo vendes en Internet, podrías sacar millones.
- ¿Millones...? ¡¿En serio?! - su mente se llenó enseguida de miles de tazones de chazuke, era un chico sencillo, después de todo no sabría que más hacer con tanto dinero – Pero... es un regalo, venderlo sería algo feo.
Atsushi dejó la cesta de Dazai en el suelo para sujetar el regalo de Odasaku y que Naomi lo pudiera cotillear tranquila, cosa que no agradó para nada al castaño, pero sí al gótico.
- Vaya, vaya – a paso lento, Akutagawa se situó detrás de Dazai y le susurró al oído como si del mismo demonio se tratase – Esa zorrita se ve tan feliz con el regalo de su nuevo novio, espero que duren.
- No son novios.
- ¿No? Hacen tan buena pareja, a lo mejor nos podemos llevar bien y todo. Que bien que esa putita esté aprendiendo a no meterse con lo que es de otro – con uno de sus dedos empezó a jugar con uno de los castaños mechones de Dazai pero este se apartó y salió fuera de la cafetería algo molesto.
¿Estaba enfadado? Un poco. ¿Por qué? No lo sabía. Desde que conoció a Atsushi, hacerle sonrojar se había vuelto una actividad casi diaria y la verdad es que para él era divertido. Sin embargo, no era divertido si lo hacía otra persona y menos Odasaku. Cualquiera en su lugar podría llegar a la conclusión de que estaba celoso, pero no nos confundamos, Dazai Osamu no sabe que son los celos. Solo sabe que avergonzar a Atsushi es su trabajo, el suyo y de nadie más, que es él quien le da regalos y es él quien pasa tiempo a su lado.
- ¡Hey! Vaya cara de mierda llevas hoy, Dazai – un contento Ranpo le saludó al aparecer en su camino - ¿Qué pasa? ¿El gato callejero se te volvió doméstico?
Dazai miró de reojo a sus espaldas, para ver a Atsushi y a los demás en la cafetería. Sabía que Ranpo era listo, pero a veces le asustaba la capacidad que tenía para saber que pasaba en cualquier sitio sin necesidad de estar ahí. Era una habilidad que te debería intimidar si eras su novio, así que ahora respetaba más a Poe, no solamente por su peinado. Además, se alegraba de que sus intentos de coqueteo con Ranpo la primera vez que le conoció no dieran sus frutos.
Hey, no le juzguen, todos tenemos un pasado y el de Dazai se resumía y se sigue resumiendo en coquetear a toda persona que considere lindo, incluyendo en esa lista a Ranpo, Yosano y Haruno. Ahora que lo pensaba, puede que la única persona del edificio al que no le haya hecho ojitos haya sido Akutagawa y con motivo. Si le lanzaba una indirecta al gótico, este se lanzaría de cabeza a su bragueta y seguro que eso no le hace gracia a Chuuya.
- Oye – Ranpo chasqueó los dedos delante de la cara de Dazai al ver que no le estaba haciendo caso - ¿Qué te pasa?
- Nada - bostezó algo aburrido - ¿Te has escapado del trabajo para ver a Odasaku? Siento decirte que te le has perdido, se ha ido.
- ¿Ah? - ladeó la cabeza confuso - ¿Y para qué querría ver a ese hombre con cara de pez muerto?
- Ranpo-san... - el rostro de Dazai demostró sorpresa ante su respuesta - ¡¡Eres inmune a las feromonas de Odasaku!! Pero de ser así... ¡Tengo que fabricar vacunas con tu sangre!
- Maldición, ¿estás borracho? - Ranpo sacó la piruleta de su boca y rascó su cabeza algo cansado – Bueno, no te voy a negar que Odasaku es guapo.
- ¡¡INFIEL!! - le señaló de manera inculpatoria - ¡Yo creía en ti, Ranpo-san, eras mi única oportunidad de salvar a la humanidad!
- ¿Me quieres dejar acabar? - la piruleta volvió a su boca solo que esta vez abrió sus ojos verdes para mirarle – Es guapo, pero no me atraen los hombres con caras tan neutras. Es que ¿dónde está lo divertido de ponerle nervioso si no tartamudea y se le pone el rostro rojo?
- Oh... pobre Hentai-kun, es una víctima de tus sádicos gustos.
- Como iba diciendo - pisó con fuerza el pie de Dazai causándole un grito de dolor – Odasaku es guapo, por eso a Atsushi le gusta.
- No le gus...
- ¿Me quieres dejar acabar? Por dios, tiene 18 y es virgen, ¿cómo no quieres que le hiervan las hormonas si un hombre guapo le habla y se porta bien con él? Seguro que se saltó la época hormonal de la adolescencia en el que todo le excita.
- Hmm... - Dazai pareció pensarlo - ¿Y cuánto dura exactamente esa fase? La época hormonal de Ranpo-san lleva ya diez años ¿no? Jajajaja – viendo venir su reacción, Dazai atrapó en el aire la pierna de Ranpo que se dirigía a su cuerpo para darle una nueva patada.
- ¡Suéltame!
- Vale, vale – le hizo caso y le soltó - Bien, creo que ya he entendido que es lo que Ranpo-san quiere decirme.
- ¿Sí?
- Por supuesto, Atsushi-kun es un adolescente tardío ¿no? Si Odasaku le llama tanto la atención es solo por un tema de hormonas locas, claro, claro, ya lo sabía hombre.
- Si lo sabes entonces simplemente...
- ¿Y qué llama más la atención de un chico en pleno despertar hormonal? Pues aparte de un hombre guapo... - chasqueó los dedos tras obtener una idea - Sí, bien pensado Ranpo-san, haré eso.
Sin darle tiempo a Ranpo de protestar de nuevo, Dazai abandonó el edificio sin ser muy consciente de que se estaba saltando su trabajo y que más tarde Kunikida lo mataría. Tal vez si Dazai se hubiera parado un momento y hubiera dejado a Ranpo acabar de hablar, habría sabido que sus siguientes acciones le iban a hacer meter la pata hasta el fondo.
La máxima concentración de Atsushi se encontraba una vez más dedicada al 100% en la búsqueda de ofertas del supermercado y tickets descuento en los folletos esparcidos por el suelo de su piso. Gracias a dios, nada escapa a la mirada del tigre.
- ¡Te tengo! - alargó su mano para tomar uno de los folletos y encontrase con una promoción de 3x1. Podía ser algo simple y ridículo para cualquiera, pero para Atsushi era de vital importancia encontrar la mínima oferta para ahorrar, aunque fueran 10 yenes – Jejejeje, me pondré las botas de... - alzó la mirada para ver de que era la oferta, era un 3x1 en condones -¡IAAAAA! - soltó el folleto como si ardiera, ¿se puede saber qué propaganda le echaban en el buzón?
Su susto por el pecaminoso folleto se vio interrumpido cuando alguien llamó al timbre. Debido al pequeño tamaño del apartamento, no tardó ni 10 segundos en llegar a la puerta y abrirla. Allí fuera se encontró con un sonriente Dazai sujetando una caja envuelta con papel de regalo.
- ¡Good morning, kitty!
- ¿Ki...? Me llamo Atsushi, pero Dazai-san, no le esperaba.
- Jajajaja, kitty es gatito en inglés.
- Ah, ya veo... esto, ¿a qué ha venido?
- A darle un regalo al gatito, ósea a ti.
- ¿A mí? - se señaló confuso – Pero, ¿por...?
- Simplemente me apetece, ¿está mal eso?
- No, pero... gra-gracias – algo dudoso, aceptó el paquete, Atsushi no estaba acostumbrado a recibir regalos así que no tenía muy claro cómo debía reaccionar. Como Dazai se le había quedado mirando con una sonrisa, Atsushi asumió que quería que lo abriese delante de él así que eso es lo que hizo, rasgó con sus uñas el papel de gatitos que cubría el paquete y dejó a la vista una caja, solo ver la marca hizo que se le secara la garganta – Da-dazai-san...
- Venga, venga, ábrelo.
Atsushi levantó la tapa con una sola mano y el oxígeno dejó de llegar a sus pulmones al confirmar el contenido de la caja. Dentro de ella había una cartera rectangular con dos enormes G incrustadas en el centro, las cosas de esta marca solo las había visto en la televisión y en las pancartas publicitarias, jamás se habría esperado ver una de cerca, básica y sencillamente porque ese objeto valía el doble que su alquiler.
- Gu-gu-gu... - empezó a balbucear sin poder articular una palabra coherente.
- Jajajaja, Gucci, ¿te gusta? Es un nuevo modelo que...
- ¡No puedo! - rápidamente cerró la caja y se la devolvió - ¡¿Sabe cuánto vale esto?!
- Pues claro, lo he comprado yo y por cierto - empujó la caja recién devuelta contra el pecho de Atsushi, obligando al chico a cogerla – Es un regalo para ti.
- ¡Pero espere, yo no puedo...!
- ¿No? Entonces, ¿puedes aceptar los regalos de Odasaku y no los míos? - preguntó con algo de recelo en su voz.
- Bu-bueno, no es...
- Lo aceptas entonces, genial. Por cierto, ¿vas a estar en casa el resto del día?
- S-sí, ¿por? ¿Quiere ensayar algún diálogo? Preferiría que aquí no, Lucy puede escucharnos.
- No, no, no es eso, pero estate atento, tienen que llegar más paquetes.
Dazai se despidió con la mano y se marchó del edificio. Tal y como prometió, por la tarde un repartidor le trajo más carteras de marcas tan caras que Atsushi juró que si las vendía podría comprarse un equipo de fútbol, un helicóptero y una mansión en Hollywood, pero eran regalos y por mucho que le agobiase su alto valor económico, no podía rechazarlos.
Pensó que los regalos serían algo puntual, un simple capricho de Dazai, pero no fue así. Durante el resto de la semana, Odasaku seguía pasándose por el edificio donde Atsushi grababa y le seguía llevando regalos que le hacían sonrojarse, eran tan infantiles como simples dulces, sin embargo, lo que traía Dazai al día siguiente hacía que su mandíbula se cayera al suelo. Odasaku traía dulces de una tienda de barrio, Dazai le trajo chocolates en una caja con palabras en otro idioma ¿suizo tal vez? No estaba seguro, pero si la comida viene en otro idioma, eso es que cuesta más de un riñón. Odasaku le trajo un lapicero monísimo de una edición especial de Odasaku Man con la cabeza del personaje en uno de los extremos del objeto sirviendo como borrador, Dazai le trajo una pluma que parecía estar bañada en plata. Odasaku le trajo una horquilla para el pelo que iluminó sus ojos al ser de un gatito blanco, Dazai le trajo una horquilla de una flor cuyo centro parecía ser un rubí. La situación era rara, era como si cualquier detalle que tenía Odasaku con él, Dazai lo replicara, pero con un objeto cien veces más caro.
Se sentía incómodo, claro que se sentía incómodo. No era bueno reaccionando cuando le regalaban algo, pero es que lo de Dazai no había por donde cogerlo. ¿Cómo reaccionas cuando sin ningún motivo te regalan algo con lo que te podrías financiar una hipoteca? También estaba el hecho de que le daba miedo usar los regalos de Dazai. Por dios, eran tan caros y él tan torpe que se los robarían a los 3 segundos de usarlos. No los quería en su piso, no cuando era tan fácil robarlos, pero comunicarle eso al castaño era algo imposible.
- Atsushi – Odasaku llegó una vez más al edificio, encontrando al chico saliendo del baño.
- O-odasaku-san – se sonrojó al llamarle por su mote, era para él algo vergonzoso todavía - Ho-hola.
- Te traje el almuerzo.
- ¿Qué? - algo impactado por eso, Atsushi bajó la mirada para ver un bento con carne y verduras.
- Deberías comer equilibradamente, intuyo que te nutres a base de arroz.
Una flecha pareció impactar con Atsushi tras eso, ¿cómo demonios lo supo?
- Es que... hay muchas ofertas de arroz en el supermercado.
- La alimentación es seria – con otro bento en su mano, dio un ligero golpe en su cabeza – No le pongas precio.
- Lo siento - acarició suavemente la zona que Odasaku golpeo y dirigió su mirada al otro bento - ¿Usted va a comer conmigo?
- No, este es para Akutagawa. ¿Puedes dárselo tú?
- ¿Yo...? Disculpe... ¿usted quiere que ese psicópata intente asfixiarme con un mini tomate?
Odasaku ladeó la cabeza confuso al no entender lo que estaba diciendo Atsushi. Lo que no sabían ambos es que unos ojos marrones les estaban observando de lejos. Ante tal escena, Dazai cogió su móvil y se preparó para contratacar.
Esta vez Atsushi había revisado cuidadosamente los folletos de propaganda de su buzón y había desechado cuidadosamente cualquier folleto que contenía propaganda de mercancía subida de tono. Parecía mentira que había recibido hasta propaganda de disfraces eróticos con un traje de maid en oferta, sí, algo así como el "Ero-maid neko", le parecía un nombre raro y le sonaba habérselo escuchado a alguien, pero no recuerda a quien.
Con sus folletos ordenados cuidadosamente unos encima de otros, Atsushi se dispuso a pasar ese viernes noche buscando una buena oferta de carne, pero el sonido del timbre hizo que su torre de folletos se derrumbara y estos se esparcieran por el suelo. Conteniendo sus lágrimas de frustración, Atsushi sonrió y se dirigió a la puerta.
- ¿Sí? Ah, Dazai... ¿san?
- Good night, Atsushi-kun – un Dazai trajeado le saludó fuera de su puerta.
- Vaya, usted está muy... arreglado, ¿ha quedado con alguien?
- Sí, con mi compañero de trabajo.
- ¿Akutagawa? - la mandíbula de Atsushi casi cae al suelo por la sorpresa – Sabe que él es capaz de echarle somnífero en la bebida, montarle en un taxi hasta el ayuntamiento y casarse con usted mientras está en el quinto sueño ¿no?
- Claro que sé eso y confía en mí cuando te digo que he informado a la gente del ayuntamiento de que no me dejen pasar si voy con un chico gótico. Bueno, a lo que voy, he quedado contigo.
- ¿Conmigo? ¿Cuándo?
- Ahora mismo, venga, vámonos - sin darle tiempo a replicar, Dazai tomó su mano y le arrastró fuera de su piso, lo último que pudo ver Atsushi de su frío hogar fueron sus queridos folletos de descuentos.
Dazai le acabó arrastrando hacia un taxi que estaba esperando abajo. Le abrió la puerta y como todo un caballero le dejó pasar sin ni siquiera decirle a donde le estaba llevando. Durante todo el trayecto, Atsushi intentó que el castaño le dijera hacia dónde estaban yendo, pero este solo cambiaba de tema con una sonrisa. En un momento dado intercambió miradas con el taxista a través del espejo retrovisor, pero este solo apartó la mirada cuando sus ojos se cruzaron. Rindiéndose y dándose por secuestrado, Atsushi se cruzó de brazos y se apoyó contra el respaldo del asiento en espera de que llegaran hacia donde quisiera que estuvieran yendo. Cuando el vehículo paró, Atsushi intentó bajarse, pero antes de poder reaccionar, Dazai había bajado antes que él y le había abierto la puerta.
- Gra-gracias, pero... - la mano de Dazai apareció delante de su rostro, Atsushi supuso que era una especie de ayuda para bajar del coche así que la tomó - ¿Dónde...?
Delante de sus ojos se alzaba un edificio oscuro de dos plantas completamente iluminado. El nombre del lugar se encontraba iluminado con luces de neón, pero a Atsushi no le dio tiempo de leerlo cuando notó un importante detalle en el ambiente. Sus fosas nasales fueron invadidas por un fuerte olor a mar y su piel sintió la humedad y el calor. Al darse rápidamente la vuelta, se encontró con que estaban cerca del puerto y de la enorme noria que hacía tan popular a Yokohama.
- Da...
- Jajajaja, ¿sorprendido? Claro que sí.
- Pero ¿por qué us...?
- ¿Qué dices gatito? ¿Qué tienes hambre?
- Dazai-san.
- Pues por eso venimos a cenar.
- Daza...
- No te quedes atrás - una vez más, sin dejarle acabar de hablar, Dazai tomó la mano de Atsushi y le arrastró dentro del restaurante donde fueron recibidos por lo que a ojos de Atsushi podría ser un mayordomo pero que a ojos de cualquiera era un metre – Dazai Osamu – el castaño le dio su nombre y el hombre asintió con una sonrisa, tras encontrar su nombre se ofreció a guiarle a la mesa, aunque antes le dedicó una mirada de arriba abajo a Atsushi que solo hizo que se incomodara más.
- Da...
- Siéntate, gatito - allí iba una vez más, Dazai interrumpía sus palabras haciendo pensar a Atsushi si de verdad tenía intención de dejarle terminar de hablar al menos una vez.
A pesar de la incomodidad y del pequeño enfado que estaba llegando a su cuerpo, Atsushi forzó una sonrisa y aceptó el sitio que Dazai le ofrecía. El castaño se situó al otro lado de la mesa y con su espalda desprotegida, Atsushi pudo sentir una vez más la mirada del hombre que les había guiado hacia la mesa, pero no era la única, más de un cliente se le había quedado mirando. Rápidamente llevó una de sus manos a su cabeza e intentó peinarse disimuladamente. La gente allí iba en traje, vestidos, tacones y joyas tan gordas que podrían causar daño si te golpearan, él en cambio llevaba su ropa de andar por casa. ¿Y qué más podía llevar? Dazai ni siquiera se había molestado en decirle a donde iban, es más, ni siquiera se había molestado en pedirle permiso para salir y mucho menos dejarle acabar de hablar. La asimetría de su pelo que siempre criticaba Akutagawa y que Atsushi ignoraba parecía importarle ahora más que nunca ya que había pasado su mechón largo por detrás de su oreja en un intento de que su pelo se viera más arreglado.
El camarero llegó a su mesa y dejó dos cartas para que pudieran elegir que cenar. La de Dazai se la tendió con una sonrisa, misma sonrisa que desapareció cuando le dio la carta a él. Atsushi aprovechó que la carta era grande para abrirla y usarla para cubrir su rostro de las miradas para nada disimuladas de los clientes y de los propios trabajadores.
- Gatito, ¿qué te apetece cenar?
- Pues no lo...
- El sushi de aquí es buenísimo.
Atsushi apretó con fuerza la carta e intentó contar hasta tres. Si Dazai no le iba a dejar acabar de hablar, ¿por qué mierda le hacía preguntas?
- ¿Quieres vino?
- ¿Qué? - bajó la carta para mirar a Dazai pero esta golpeó contra la mesa e hizo temblar los vasos y los cubiertos. El camarero le dedicó otra mirada extraña que no le sentó para nada bien a Atsushi – No quiero vino, quiero que me diga por qué me ha traído a...
- Yo si beberé, tranquilo, tomaremos luego un taxi, tampoco es que tengamos otra opción, digamos que mis habilidades conduciendo no son las mejores.
El camarero se fue para darles tiempo a decidir que pedir. El aroma al perfume de los clientes, las velas aromáticas del restaurante y los ambientadores repartidos por todo el local acabaron formando una combinación tan letal que hasta le dieron ganas de vomitar, aunque puede que la verdadera razón de su malestar fuera la ansiedad. La mal controlada risa de una mujer sentada en la mesa de al lado llamó su atención y cuando unieron miradas, esta solo pudo apartarla y cuchichear con su acompañante mientras le miraba de reojo.
- Necesito ir al baño - balbuceó rápidamente sin molestarse en asegurarse de que Dazai le hubiese escuchado, después de todo ¿para qué? Si le interrumpía todo el rato tal vez quería decir que no le importaba lo que tuviera para decirle.
Tras atravesar otras cuantas miradas fijas que incrementaron su grado de incomodidad, Atsushi consiguió llegar al baño y fue directamente al lavamanos para echar agua a su cara. No quería estar aquí, por nada del mundo quería estar en un sitio en el que hasta los propios empleados le miraban por encima del hombro, eso solo hacía que sus ganas de vomitar se incrementasen. El sonido de la puerta siendo abierta hizo que dejase de echarse agua en la cara para mirar a través del espejo quien era la persona que había entrado. Al principio pensó que podría tratarse de Dazai quien por fin había comprendido su incomodidad, pero para su desgracia quien había entrado era la peor de las personas que podía ser.
- Oh... no puede ser – un elegante Akutagawa negó decepcionado mientras miraba a Atsushi a través de su reflejo en el espejo.
- Lo mismo digo - cerró el grifo y se giró para encarar de mala gana a Akutagawa – Buenas noches – le saludó con una sonrisa falsa para después resoplar cuando por vigésima o centava vez en la noche alguien le recorría de arriba abajo con la mirada - ¿Qué te pasa? ¿Tengo algo en la cara o qué?
- Sí, tu fea cara.
- Que gracioso – Atsushi le dedicó una risa más falsa que las ganas de trabajar de Dazai e intentó salir por la puerta, pero Akutagawa le bloqueó el camino - ¿Te importa quitarte, por favor?
- Que educado estás esta noche, perra. ¿Es porque el putero que te ha pagado te va a llevar al motel de dos estrellas más barato que ha encontrado?
- ¿Qué dices? - intentó irse una vez más, pero otra vez el gótico le detuvo.
- Digo que cuando te decía "puta", lo decía como un insulto, pero veo que es tu profesión de verdad.
- Piérdete, he venido con Dazai-san – el cuerpo de Atsushi se congeló después de terminar de hablar. Debía tener poco instinto de supervivencia si se había atrevido a decir eso delante de Akutagawa. Buscó rápidamente con la mirada algo afilado que Akutagawa pudiera usar como arma para matarle, pero dejó de hacerlo cuando no notó ningún acto de represalia por parte del contrario. Levantó la mirada para mirarle, este se había apoyado en el lavamanos, tenía los brazos cruzados y se encontraba negando con una sonrisa - ¿No me vas a matar?
- No, en el fondo estoy aliviado.
- ¿Aliviado? - Atsushi le miró desconfiado - ¿Has... has comido algo en mal estado?
- ¿Crees que no los he visto?
- ¿Qué?
- Lo regalos, Dazai-san te ha estado llenando de regalos como si importaras algo. Increíble, no me esperaba que tus repulsivos encantos hechizaran de tal manera a Dazai-san, sinceramente me dan ganas de partirte la cara - descruzó sus brazos y Atsushi se puso alerta – No voy a pegarte, no hay necesidad de violencia física cuando Dazai-san se va a dar cuenta de lo poca cosa que eres esta noche.
- ¿De qué hablas?
- ¿Qué te crees? ¿Qué eres la primera puta busca fortunas que enfrento? Las mujeres se acercan a Dazai-san siempre por motivos ocultos. Sexo, dinero, nunca hay buenas intenciones detrás de esas zorras y tú no eres la excepción. Aunque han sido muchas las gatas rompe hogares que han intentado engatusar a Dazai-san, debo reconocer que tú eres el más patético de todos, pero es agradable saber que Dazai-san va a expulsarte de su vida de una patada.
Atsushi intentó ignorarle, posó su mano sobre el mango de la puerta, pero las últimas palabras de Akutagawa empezaron a perforar dolorosamente en su mente.
- ¿Por qué haría eso?
Ante su pregunta, Akutagawa negó con una sonrisa, caminó hasta él y agarró su brazo para llevarlo delante del espejo.
- Por algún extraño motivo, tu físico llama la atención de Dazai-san – los dedos de Akutagawa atraparon el mechón largo de su pelo, poniendo a Atsushi alerta por si le regalaba un tirón de pelo sorpresa, pero este solo puso el mechón detrás de su oreja – Pero no te emociones por eso, la belleza es superficial, cuando Dazai-san quiera ver más... se encontrará con eso – su cabeza se movió para señalar hacia delante, Atsushi siguió el lugar al que señalaba el cual era su reflejo en el espejo.
- ¿Con qué?
- ¿Hace falta decírtelo? Lo notas cada vez que te ves en el espejo - acercó su rostro a su oreja para susurrarle – Lo notas cada vez que le ves. No encajas, de ninguna de las maneras. Sois piezas de puzles distintos. Si lo entiendes bien, deja de hacer perder el tiempo y el dinero a Dazai-san y desaparece de nuestras vidas de una maldita vez – los oscuros ojos de Akutagawa se cruzaron con los de Atsushi en el reflejo del espejo – Todo era mejor antes de ti.
Atsushi rompió el contacto visual cuando se dio rápidamente la vuelta y sin decir ni una palabra más, abandonó el baño dejando allí solo a Akutagawa. Era increíble como siempre que hablaba con el gótico acababa haciéndose daño de alguna manera, ya fuese física o emocionalmente, pero, aunque no le gustaba admitirlo, esta vez llevaba razón. Dazai vivía en una realidad muy distinta a la suya, era alguien exitoso y con talento que podía vivir cada noche cenando en restaurantes de cinco estrellas. Él, por otra parte, solo podía vivir recortando descuentos de folletos. Akutagawa llevaba razón, eran piezas de puzles distintos, no sabía ni siquiera como se había atrevido a hablar tan causalmente a Dazai todo este tiempo.
No podían llevarse bien, no podían ser amigos, no podían... no podían ser nada, no viviendo realidades tan distintas.
- Gatito~ - al verle llegar, Dazai le recibió moviendo la mano - Pedí vino, ¿quieres?
- Me quiero ir a casa – le respondió al mismo tiempo que se sentaba en su sitio.
- ¿Qué? - la respuesta descolocó a Dazai, no se la esperaba.
- Que me quiero ir a casa.
- ¿Por qué?
- No quiero es...
- ¿No te gusta el restaurante?
- Dazai-san.
- Puedo buscar otro sitio.
- Dazai-san.
- Otro sitio más caro y exclusivo, hay más sitios así, ya verás, te tratarán como a un rey y te servirán una cena digna de...
- ¡¡¡¿Puedes callarte de una vez?!!!
La paciencia de Atsushi se agotó en ese mismo instante y acabó estampando su puño contra la mesa, haciendo que los cubiertos temblaran por el impacto. Si antes se sentía incómodo por estar llamando tanto la atención, ahora se sentía peor porque todos en el restaurante le estaban mirando debido al elevado volumen de voz que había usado. Miró de reojo a sus espectadores para encontrarse con la figura de Akutagawa a unas mesas de distancia junto a una chica de cabellos oscuros, un adulto con el mismo color de pelo y una niña pequeña rubia. Al ver la escena que estaba montando, Akutagawa se recostó bien en su silla como si estuviera viendo un espectáculo y sonrió de lado como todo buen villano de película cuando ve que todo va de acuerdo al plan.
- ¿Atsushi-kun? - Dazai le miró extrañado, no era la primera vez que le escuchaba gritar, pero sí que era la primera vez que le escuchaba enfadado con él - ¿Estás bien?
- ¡No! ¡No estoy bien! ¿Cómo quiere que lo esté? Se pasa toda la semana comprándome cosas estúpidamente caras sin motivo, me saca de mi casa sin preguntar, me lleva a un restaurante en el que no puedo pagar ni la servilleta y para rematar todo, no me deja acabar ni una maldita frase, ¿se puede saber qué le pasa?
- Yo... solo quería pasar tiempo contigo.
- ¿Pasar tiempo conmigo? ¿Y me está diciendo que no hay maneras más sencillas de pasar el tiempo conmigo?
- No sé más maneras, Atsushi-kun.
- ¿No? Seguro que las hay y seguro que no significan echarme cosas caras a la cara para estar a su lado como si fuera... como si fuera... - Atsushi se mordió el labio con fuerza – Como si fuera una puta.
El silencio se hizo entre ellos, los clientes devolvieron la atención a sus mesas, aunque alguno seguía mirándolos de reojo. El camarero no se atrevió a acercarse a su mesa y Atsushi agradeció eso, lo que le faltaba ya era que con el enfado y nerviosismo que tenía viniera a enseñarle la carta de postres. Quien sí se acercó fue el metre, el cual fue directo al lado de Dazai.
- Señor, ¿todo bien? Quiere... ¿quiere que llamemos a seguridad?
- No – Atsushi empujó la silla hacia atrás y se puso de pie – No se moleste, yo ya me iba.
El metre le sonrió cortésmente, aunque su sonrisa desapareció cuando Dazai se levantó a los pocos segundos y fue detrás del chico. Quien tampoco se vio muy contento fue Akutagawa, borró su sonrisa de satisfacción por el numerito que estaba montando Atsushi y frunció el ceño. En sus planes no estaba que Dazai fuera detrás del chico.
Tras abrir la puerta del restaurante y ganarse un par de miradas de los clientes que se dirigían al interior del restaurante, Atsushi pudo sentir por fin como el peso y el agobio desaparecían de sus hombros, aunque ahora eran sustituidos por una sensación de malestar después de haber gritado a Dazai. Llevó sus manos a su cara en un intento de contener las lágrimas, él no era así, de verdad que le había costado reconocerse a sí mismo mientras le gritaba a Dazai dentro del restaurante cuando en realidad sus intenciones eran buenas.
Pasar tiempo con él, el castaño solo quería pasar tiempo con él, pero ¿Por qué lo tenía que hacer todo tan complicado? Se abrazó a si mismo cuando el frío de la noche le asaltó, pero el peso de una chaqueta sobre él hizo que se diese la vuelta para encontrarse de frente con el rostro de Dazai.
- Lo siento – ante las primeras palabras que salieron del castaño, Atsushi pasó su puño por sus ojos para librarse de cualquier rastro de llanto.
- No, la culpa ha sido mía. No ha estado bien gritarle cuando no tenía malas intenciones.
- ¿Sin malas intenciones...? Oh, no sé yo – Dazai también pasó las manos pro su rostro.
- ¿Qué pasa?
- Es que... no sé, últimamente pasabas tanto tiempo con Odasaku que... no sé, me sentí de lado. Yo también... yo también quiero pasar tiempo contigo.
El cuerpo de Atsushi se relajó tras escuchar eso y se colocó mejor la chaqueta que Dazai le había puesto encima mientras sentía un pequeño ardor en sus mejillas.
- No necesita comprarme cosas caras para que quiera pasar tiempo con usted.
- Pero Odasaku te traía regalos y se te veía tan... tan feliz y... - rodó los ojos algo fastidiado – Y sé que piensas que es más guapo que yo, tu adolescencia tardía no te deja pensar bien.
- ¿Qué? - una pequeña risa escapó de Atsushi - ¿Y eso que importa?
- Importa mucho o al menos... al menos a mí me importa.
- ¿Por qué?
- Pues... no sé, simplemente me importa, que me veas como alguien genial hace que me sienta bien, no quiero que Odasaku me quite el puesto.
- ¿Puesto...? - Atsushi negó con una sonrisa – Da igual la cantidad de seiyuus nuevos que conozca, Dazai-san es y será el más talentoso para mí.
- ¿En serio?
- Por supuesto que sí.
- ¿Y quién es más guapo? - Dazai invadió su espacio personal señalándose a sí mismo con un brillo en los ojos – Lo soy yo ¿verdad?
- Bueno... Dazai-san es atractivo, pero pensé que eso ya lo sabía.
- Pero más que Odasaku ¿no?
Atsushi dio un paso para alejar sus cuerpos debido a que el castaño los había dejado muy cerca. Mirando hacia abajo, las mejillas de Atsushi se colorearon de rojo, estas no pudieron pasar desapercibidas para Dazai debido a la iluminación de las farolas de la calle. Durante unos pocos segundos se quedó embobado con la imagen de un sonrojado Atsushi llevando su chaqueta, pero volvió a sus cincos sentidos cuando la cabeza del menor se movió de arriba abajo.
- Dazai-san... - los labios temblorosos de Atsushi se separaron para hablar – Dazai-san es... es el hombre más guapo que conozco.
- Gatito... - la mano de Dazai se estiró con la intención de tocar su rostro, pero antes de llegar a su objetivo, fue atrapada por la mano de Atsushi.
- Y también el más estrafalario, ¿quiere pasar tiempo conmigo? Hay formas mucho más sencillas y más baratas para estar a mi lado.
- Yo... yo hablaba en serio cuando te decía que no conocía más formas.
Atsushi dejó escapar un suspiro pesado y soltó la mano de Dazai solamente para quitarse de encima la chaqueta del castaño y ponérsela debidamente. Después de tenerla bien puesta, comprobó avergonzado como las mangas le cubrían todas las manos, Dazai le sacaba bastantes tallas.
- ¿Todavía quiere cenar?
- Sí, pero... - miró de reojo el restaurante – Dijiste...
- Dije que hay formas más sencillas y baratas – Atsushi volvió a tomar su mano y empezó a liderar el camino hacia un sitio desconocido para Dazai - ¿Le gustan los fideos, Dazai-san?
Dazai asintió lento y confuso con la cabeza mientras dejaba que el más bajo le guiara. Al recibir una afirmativa, los ojos similares al amanecer de Atsushi se iluminaron de la emoción y empezó a correr más rápido llevándose al castaño con él.
El barrio al que le había arrastrado Atsushi no era lujoso y tampoco tenía referencias de que allí estuviera ubicado algún restaurante de estrella Michelín. Sin embargo, era el sitio al que le había querido traer Atsushi y él no le iba a negar nada, ni loco le negaba algo cuando se le veía tan feliz y emocionado buscando un local en concreto. Aprovechando que estaba detrás del chico y este no le miraba, Dazai se quedó observando cómo le quedaba la chaqueta que le había dado. La prenda le llegaba justo por debajo de su trasero y las hombreras le iban por encima del codo, a sus ojos, era endemoniadamente lindo.
- Allí - el brazo de Atsushi se estiró y uno de sus delgados dedos se asomó desde dentro de la enorme chaqueta de Dazai – Es allí.
Lo que señalaba el dedo de Atsushi era un local de ramen bastante viejo, no tenía nada que ver con el lujoso restaurante de cinco estrellas al que fueron al principio. Atsushi abrió la puerta vieja puerta corrediza de madera y entró sujetando todavía la mano de Dazai. El local se encontraba vacío a excepción de dos personas mayores, un anciano que se encontraba detrás de la barra y una anciana que estaba limpiando el suelo con una escoba. Al notar la entrada de clientes, la mujer se dio la vuelta, su rostro se iluminó rápidamente cuando distinguió la figura de Atsushi.
- Sushi-chan, viniste.
Al escuchar el apodo, Dazai tuvo que morderse los labios para no reír mientras Atsushi se avergonzaba por ello.
- A-abuela, no me llame así.
- Pero es que eres Sushi-chan, ¿verdad, cariño? - haciendo referencia al anciano, este solo pudo negar con el rostro serio.
- No le llames así ahora, ¿no ves que le estás avergonzando delante de su novio?
Las cejas de la mujer se levantaron por la sorpresa hasta que se percató de que su marido podía tener razón. Su Sushi-chan llevaba un abrigo que claramente no era suyo y además venía tomado de la mano del hombre castaño.
- Oh, cierto. La verdad es que estábamos a punto de cerrar, pero haremos una excepción para que Sushi-chan pueda cenar con su novio. Será como una cita super íntima. Cariño, saca las velas, hay que darle un toque romántico.
- ¡N-no, s-se están equivocando! - protestó Atsushi con el rostro del color de los tomates – N-no es mi novio.
- ¿No? - preguntaron ambos ancianos mientras fijaban sus ojos en sus manos unidas, al percatarse de que era lo que observaban, Dazai y Atsushi se soltaron las manos como si estas ardieran, lo cual hizo sonreír a los dos ancianos.
- A la juventud le da vergüenza cogerse de las manos, pero no comerse la boca en plena calle, en fin, sentaos, os prepararé algo rico para cenar.
- No me como la boca con nadie – se quejó inflando sus mejillas en un puchero que deshizo rápidamente la mujer al tirarle cariñosamente de la mejilla.
- Que alto estás, Sushi-chan, casi alcanzas a Tabito y estás tan guapo, eres la viva imagen de Chiyo-chan.
- Estás exagerando.
A Dazai le llamó la atención como la anciana mencionaba el nombre de los padres de Atsushi y aprovechando que el peliblanco se dirigía al anciano para decirle el tipo de ramen que querían, él se acercó a las viejas paredes del local para mirar las fotos que colgaban de estas. La más vieja de todas estaba en blanco y negro y en ella se podía ver la versión más joven de los dos ancianos que dirigían el restaurante. En el resto de fotografías se repetían los protagonistas, ambos ancianos en épocas más jóvenes con sus familiares, sus amigos o incluso algunos clientes habituales. La atención de Dazai se posó sobre una foto con marco rojo, los dos ancianos estaban en compañía de un hombre y una mujer, una mujer con ojos muy familiares para Dazai.
- Es tu madre.
Atsushi dejó de hablar con el anciano después de escuchar a Dazai.
- Sí - a paso lento, se situó al lado de Dazai – Son mi mamá y mi papá... ¡Digo! ¡Ejem! M-mi madre y mi padre.
- Deja de hacer eso, es más lindo cuando los llamas mamá y papá.
- ¡Dazai-san!
- De verdad que es preciosa – Dazai encorvó la espalda para quedar a la altura de la fotografía - Mierda, que envidia, Tabito-san tenía una mujer preciosa.
- Jajajaja, claro que sí - la anciana su unió a ellos – Chiyo-chan era la mujer más guapa de todo Yokohama y tú te has llevado a su hijo que ha heredado su belleza, que afortunado.
- ¡A-abuela, q-que no tenemos esa relación!
- ¿Por qué te da vergüenza contármelo? Te he cambiado tantas veces los pañales.
- ¡¿Y eso qué tiene que ver?!
- Era tan difícil ponerle los pañales a Sushi-chan, no se estaba quieto, se ve que prefería ir con el culo al aire.
- ¡Abuela! - Atsushi la gritó por la vergüenza que le estaba haciendo pasar, pero esto solo hizo reír a Dazai.
- Bueno, si él pensaba que tenía un buen trasero, puede que simplemente quisiera presumirlo.
- ¡Dazai-san!
- Jajajaja, me cae bien tu novio, Sushi-chan.
- ¡Abuela!
La mujer aprovechó el tiempo que tardaba su marido en hacer los tazones de ramen para explicarle a Dazai la historia o anécdota detrás de cada fotografía. Gracias a ella se enteró de que los padres de Atsushi trabajaban aquí para ellos como cocineros y que tenían tan buena amistad que ambos ancianos eran como unos abuelos para Atsushi, de ahí que este les llamase así. También se enteró de que estos habían estado enviando comida y dinero a Atsushi después de que sus padres fallecieran, pero este empezó a rechazar ambos. A Dazai no le costó mucho averiguar por qué, viendo el local era lógico que era viejo y sus dueños tenían un pie en la jubilación, era obvio que la situación económica de los mayores no era la mejor y Atsushi no quería que dedicaran su dinero a alimentarle, en su lugar prefirió salir solo hacia delante, callándose incluso lo que su casero le propuso para no preocupar a los ancianos.
- ¡Atsushi! - el anciano le llamó a gritos a pesar de estar casi al lado - ¡Venid a cenar!
Dazai y Atsushi se sentaron en unos taburetes delante de la barra y el hombre mayor dejó delante de ellos dos humeantes tazones de ramen. Dazai no sabía cómo reaccionar, era simple ramen, ¿qué tenía de emocionante? En su lugar, Atsushi dejó escapar un grito de felicidad provocando una risa del anciano.
- ¡Que buena pinta!
- Claro que sí, ¿cuándo he cocinado yo algo malo?
- Ya le está subiendo el ego por las nubes – la mujer se coló un momento entre Atsushi y Dazai y colocó una vela y un jarrón con flores delante de ellos – Es para darle un toque de romanticismo.
- ¡Abuela, ya te he dicho que no es eso!
- Bueno, los viejos como nosotros molestamos a los jóvenes - el anciano se deshizo de su delantal y lo dejó sobre uno de los taburetes – Disfrutad de un poco de intimidad, pero no hagáis ninguna cochinada subida de tono, en este local se cocina y si come.
- ¡Que no es eso! ¡Hey, abuelo! - las quejas de Atsushi fueron completamente ignoradas y ambos ancianos desaparecieron al otro lado de una puerta que parecía conectar el local con su propia casa – Lo siento, es que cuando se les mete algo en la cabeza...
- Parecen buena gente, me alegra que los tengas a ellos.
- Lo son, se preocupan por mí a pesar de que no nos une la sangre.
- Y esto... - la mirada de Dazai bajó al tazón de ramen - ¿Es...?
- El especial del abuelo, el "God Ramen Special Edition Super Deluxe".
- Es un nombre muy largo.
- Pero está muy bueno, pruébelo.
Dazai volvió a dirigirle otra mirada al tazón, seguía siendo simple ramen, pero si Atsushi tanto lo adulaba por algo sería. Separó los palillos colocados al lado del cuenco y enganchó unos fideos, los sopló y los sorbió bajo la atenta mirada de Atsushi.
- ¿Y bien?
- Están... - Dazai los tragó, ahora los miraba impresionado - Están bastante buenos.
- ¡Claro que sí, es la receta del abuelo! Además, el precio es muy asequible, todavía puedes pedir empanadillas y no habrás gastado ni 2.000 yenes.
- Y el ambiente es el mejor - comentó divertido mientras acariciaba una de las flores del jarrón que trajo la abuela.
- ¿A que sí? Que algo sea caro no tiene que estar relacionado con que sea bueno, al menos para mí no es así.
Continuaron comiendo de sus respectivos platos mientras que Atsushi le continuaba contando alguna anécdota que tenía con los ancianos en el restaurante, saltándose por supuesto las anécdotas vergonzosas, aunque todas causaron una risa en Dazai. La cena no fue en un restaurante de cinco estrellas, no tenía vistas a la noria de Yokohama y tampoco tenían vino. En su lugar tenían un puesto de ramen bastante viejo, las vistas eran a un jarrón de flores y el vino había sido sustituido por dos vasos de agua. No eran los lujos a los que estaba acostumbrado, pero sinceramente, le daba igual mientras pudiera seguir escuchando a Atsushi reír.
- ¿Y usted?
- ¿Yo?
- Sí, solo hemos hablado de mis padres y de mi infancia, ¿qué hay con la suya?
- Ah... pues... no sé, nada interesante.
- No le creo.
- ¿Qué?
- Pues... ¡Porque eres Dazai-san! Si me pongo a pensar en sus padres... - por la mente de Atsushi pasó la imagen de un Dazai más mayor como su padre y una Dazai femenina como su madre, si ambos eran así, tenía asegurado haber tenido una infancia de locos. Era muy infantil imaginarse a sus padres así, pero le resultó muy divertido pensar que, si fuesen así de verdad, Kunikida moriría al saber que hay personas tan idénticas a Dazai – Pobre Kunikida-san.
- ¿Ah? - Dazai puso mala cara ante eso - ¿Por qué nombras a otro hombre cuando estás conmigo? Que maleducado.
- Pero si empezó usted mencionando a Odasaku-san.
- Es distinto.
- No lo es.
- Sí lo es.
- No lo es.
- Sí.
- No.
- No - repitió su respuesta para tenderle una pequeña trampa.
- Sí lo es – Atsushi pegó un salto en su sitio y frunció el ceño al notar como había caído en un truco tan viejo – Jo, Dazai-san, eso es trampa.
- No lo es.
- Sí lo es.
- No.
- Sí.
- Sí.
- No... ¡Dazai-san, otra vez!
- Es tu culpa por caer en la trampa.
- Malo, Dazai-san es malo.
- ¿Sí? Antes dijiste que era el hombre más guapo que habías visto.
- ¡Dazai-san!
- Ay... ¿por qué no habré grabado esa confesión? Me gustaría restregársela a Kunikida-kun por la cara.
- No le diga que he dicho eso, me da vergüenza.
- Ok~ - Dazai ejerció un poco de fuerza sobre una de las flores del jarrón para despegarla del tallo y dejarla enganchada detrás de la oreja de Atsushi - It's a secret~ - le guiñó el ojo al mismo tiempo que ponía su dedo índice delante de su boca en señal de que no diría nada.
Atsushi bajó su mirada a su tazón de ramen como si fuera lo más interesante del mundo, su rostro se sentía caliente así que pegó un largo trago de agua con la esperanza de que eso equilibrara su temperatura corporal.
- Usted no me había contado que cantaba.
- ¿Mm? ¿Cantar? Ah, bueno, cualquier seiyuu tiene uno o dos CDs.
- ¿Yo también tendré?
- No sé, los seiyuus que gimen en todas sus grabaciones no sacan muchos CDs de canciones.
- ¿Hacía falta decir eso? - farfulló algo avergonzado.
- Oye, acaso tú... ¿quieres poner tu voz en animes?
- ¿Animes? No, no, eso es tan... simplemente no creo que pueda hacer eso, de momento estoy bien con los CD drama.
- Estaría bien escuchar tu voz en algún anime, le quedaría bien a un personaje mitad gato.
- Oiga...
- Así habría más motivos para llamarte gatito.
- No soy un gato, ¿sabe? Yo también podría ponerle a usted un mote vergonzoso.
- ¿Sí? Adelante.
- ...
- Te espero.
- Bu-bueno... ¡Ahora mismo no se me ocurre nada, pero más tarde tal vez!
- Jajajaja, puede que si comes sardinas algo se te ocurra, como eres un gatito y eso.
Atsushi respondió a las risas de Dazai con un débil codazo en su estómago. Al terminar de cenar, se despidieron de los ancianos, los cuales les pidieron que volvieran otro día. Atsushi no pudo pasar por alto la mirada pícara que les dedicó la mujer mayor después de desear que pasaran una buena noche, pero dio gracias a dios que Dazai no respondiera su comentario.
Caminando por las oscuras calles iluminadas por las farolas, Dazai giró su rostro hacia el de Atsushi al escuchar a este emitir un pequeño bostezo.
- ¿Atsushi-kun? ¿Ya te aburro?
- ¿Hm? No es eso... es que – otro bostezo salió involuntariamente de su boca – Es tan tarde, a estas horas yo ya estoy en el quinto sueño.
- ¿Quieres que llame a un taxi?
- No hace falta... podemos seguir caminando.
- No, no creo que tú puedas seguir caminando.
Aunque Atsushi no estaba muy de acuerdo, era evidente que no iba a poder seguir caminando con el sueño que llevaba encima así que Dazai llamó a un taxi para que los llevara a ambos al piso del menor. Cuando este llegó, Dazai tuvo que ayudar a Atsushi a montarse ya que el chico se estaba quedando dormido de pie. Con los dos en el vehículo, Dazai le dio la dirección al taxista y le abrochó el cinturón a Atsushi viendo como este llevaba su mano detrás de su oreja en busca de la flor que Dazai había puesto allí. Al palparla con la mano, una pequeña sonrisa surcó el rostro de Atsushi, sonrisa que se transportó rápidamente al rostro de Dazai.
El viaje transcurrió en silencio ya que Atsushi estaba prácticamente dormido y a Dazai no le apetecía parlotear con el taxista así que simplemente giró el rostro para mirar por la ventana del coche, pero un peso en su hombro le obligó a girar el rostro. Ese peso era la cabeza de Atsushi la cual había acabado apoyándose sobre su hombro. Los exóticos ojos del chico estaban tapados por sus párpados, su pecho subía y bajaba lentamente y sus labios estaban entreabiertos.
Todo a su alrededor gritaba "lindo", porque no podía negarlo, Atsushi era el chico más lindo que había conocido y le había sorprendido lo mucho que había disfrutado cenando con él en un viejo restaurante de ramen en lugar de uno de los mejores restaurantes de Yokohama. Puede que el sitio en realidad no fuera tan importante, puedo que lo único que importase fuese la compañía y no podía haber pedido mejor compañía esa noche que el chico de comportamientos felinos.
Aprovechando la postura de Atsushi y que este era más bajito que él, Dazai apoyó suavemente su mejilla sobre los blancos cabellos del chico, dejándose relajar por el aroma de su champú que llegaba a sus fosas nasales. El ambiente tan relajado que se había formado a su alrededor se deshizo cuando el taxi se detuvo delante del apartamento de Atsushi. Con todo el pesar de su alma, Dazai se vio obligado a despertar al chico, el cual frotó sus ojitos somnoliento con la manga de la chaqueta de Dazai. Después de pedirle al taxista que esperase abajo, Dazai ayudó a bajar a Atsushi y le acompañó hacia su piso para prevenir cualquier accidente en las escaleras provocado por el estado de sueño del chico.
- ¿Dazai-san se lo ha pasado bien? - el sueño que asaltaba a Atsushi había provocado que su voz sonara suave, como si acariciara tu piel con una pluma.
- Sí, me gusta pasar tiempo contigo.
- Sí... a mí también me gustar estar junto a Dazai-san, es agradable saber que se siente de la misma manera – al llegar delante de su puerta, Atsushi hizo el amago de intentar quitarse la chaqueta, pero Dazai le detuvo - ¿Qué pasa?
- Quédatela, te queda mejor a ti que a mí.
- Pero si me está enorme – para demostrar sus palabras, Atsushi estiró sus brazos dejando ver que las mangas no dejaban que sus dedos se asomasen.
- Aun así, te queda mejor.
- Pero si usted me da esto, entonces yo... - la mano de Atsushi se pasó detrás de su oreja y se sacó la flor de allí para ponerse de puntillas y dejarla ahora detrás de la oreja de Dazai.
- Atsushi-kun, no hace falta que...
- A Dazai-san le queda mejor que a mí.
- Lo dudo mucho.
- No... de verdad que le queda bien. ¿Sabe? Me lo he pasado muy bien esta noche, repitamos otro día.
- Y a una hora en la que no te dé el sueño, compartes hora de dormir con los bebés.
- Jo - infló sus mejillas en un tierno puchero - ¿Ya se está burlando de mí, Dazai-san?
- Jajaja, es divertido verte molesto por eso. Bueno, el taxi sigue abajo, nos vemos otro día, gatito - intentó irse, pero Atsushi tomó su mano impidiéndoselo - ¿Qué pasa, gatito? Oh, ¿me dirás ahora con un rostro avergonzado "Da-dazai-san, duerma conmigo esta noche por favor"? Waaa, Kunikida-kun me mataría si se entera ¿sabes? A... ¿Atsushi-kun? - la mano del chico pasó de estar sujetando la suya a subir por su brazo y tirar de este para obligarle a agacharse.
- Siempre que estoy con Dazai-san... - susurró con su somnolienta voz – Siempre me lo paso bien, gracias por eso Dazai-san, usted es mi seiyuu favorito.
Los ojos de Dazai se abrieron como platos cuando sintió como los finos y cálidos labios de Atsushi se posaban sobre su mejilla para darle un inocente e infantil beso. Al separarse de él, Atsushi frotó una vez más sus ojitos y le dedicó una sonrisa para despedirle.
- Buenas noches, Dazai-san.
Después de abrir la puerta detrás de él, Atsushi se adentró en su apartamento y dejó ahí fuera a Dazai completamente de piedra. La mano izquierda del castaño fue a parar a la mejilla recién besada mientras que la derecha acariciaba la flor que Atsushi dejó detrás de su oreja. Pocas veces pasaba esto y cuando pasaba era inédito, Dazai Osamu se había quedado en blanco. Su mano derecha acabó cayendo, pero la izquierda se mantuvo sobre la piel recién besada.
No tenía un espejo, pero por el calor que sentía en la cara sabía de sobra que estaba sonrojado.
El taxi que llevaba a Dazai se volvió a parar esa noche solo que no lo hizo delante de ninguna vivienda y esta vez no se quedó a esperar a que el castaño volviera ya que este tenía planeado quedarse bastante rato allí. Dazai pagó al hombre y le dijo que se quedara con el cambio. Una vez fuera del coche, elevó la mirada hasta ver el cartel rojo e iluminado del Bar Lupin. Abrió la puerta algo chirriante y bajó las escaleras que le llevaban al bar prácticamente subterráneo. Con lo que se encontró al final de estas fue con las conocidas figuras de sus amigos, unos más tomados que otros.
- ¡RYUUUUUUUUUUUU! ¡TE AMOOOOOOOOOOO! ¡CÁSATE CONMIGO, YO TE HARÉ FELIZ Y TE DARÉ ORGASMOS, TE LO PROMETO! - los chillidos procedían de un Chuuya, para variar, pasado de copas que intentaba abrazar a Ango.
- ¡¿Me quieres soltar?! No soy Akutagawa.
- ¿Y cómo le vas a dar un orgasmo, virgen enanín? - el comentario de Dazai hizo que los tres presentes se giraran para verle - ¿Sabes acaso como tener sexo?
- ¡Clarfo! - farfulló con su lengua algo dormida – Es... es bajarle los pan... y... y... ¡AH! - incapaz de mantener más el equilibrio encima de una silla, Chuuya se cayó hacia atrás y Dazai le pasó por encima.
- Señor, tiene un virgen en el suelo - comentó al barman el cual continuó limpiando el vaso que llevaba en la mano como si esto fuera algo común de todas las noches.
- ¿Dónde estabas? - se interesó Ango ante lo cual Dazai solo se encogió de hombros.
- Comiendo ramen.
- ¿Ramen? - la respuesta descolocó a Ango.
- Odasaku, ¿puedo hablar contigo?
El aludido levantó la mirada de su copa para dedicarle a Dazai una de sus inexpresivas miradas.
- ¿Sí?
- Quiero hablar de algo serio contigo.
- ¡¿Serio?! ¡¿Tú?! - las gafas de Ango casi se caen de su rostro por la sorpresa - ¿Bebiste en otro lado antes de venir aquí?
- ¿Te gusta Atsushi-kun?
La pregunta de Dazai salió directa y seca, sin ningún rastro de ocultar una broma o una intención de burla detrás de ella. Ango se le quedó mirando extrañado, no era común ver a Dazai así ya que las cosas que él se tomaba en serio parecían ser bastante escasas, sin embargo, cuando se le veía serio por algo podías estar seguro de que el tema de verdad le preocupaba y el seiyuu novato parecía ser uno de esos temas preocupantes para él.
- ¿A qué viene esa pregunta?
- Simplemente responde.
- Pues... - movió ligeramente su vaso haciendo que el hielo de dentro se moviera con él - Es un buen chico, pero no acabo de entender el significado de la pregunta, yo creía que eras tú el que estaba enamorado de él.
- ¿Eh...? ¡¿Qué?!
- Bueno, es normal pensarlo. Últimamente cada vez que hablas le mencionas un mínimo de tres veces y también te ves distinto a su lado, no sé, se ve que te gusta pasar tiempo con él.
- ¿Ah? Pero ¿qué estás diciendo?
- No sé cómo decirlo de otra manera – Odasaku rascó su cabeza pensando en otra manera de expresarlo – Pones la misma cara que Chuuya cuando ve a Akutagawa y la misma que Ango cuando ve una milf.
- ¡PUFFFFF! - la bebida de Ango salió escupida de sus labios - ¡A mí no me metas en todo esto!
- Pensé que estabas enamorado de él, por eso comencé a llevarle regalos, quería que se sintiese cómodo con los amigos de su futura pareja.
- ¡¿Pareja?! Odasaku, has malinterpretado todo, Atsushi-kun no me gusta de esa manera.
- No es lo que me parece cuando te veo.
- ¿Y qué parece según tú cuando me ves?
- Pues... - bajó su mirada a su vaso – Te brillan los ojos cuando le ves, te cambia la voz cuando hablas de él, no sé, se te ve... se te ve feliz. ¿No es eso lo que sientes cuando te enamoras? ¿Felicidad?
- Pero que tonterías dices - murmuró Dazai mientras se sentaba en un taburete a su lado – Es divertido poner nervioso a Atsushi-kun, por eso dirás que me ves feliz.
- ¿Era eso? Bueno, puede que me equivocara.
- Claro que lo hiciste.
- Sí - Odasaku pegó un trago de su bebida – Por cierto, Dazai, ¿puedo preguntarte algo?
- ¿Qué?
- ¿Por qué llevas una flor detrás de tu oreja?
El rostro de Dazai no tardó en ponerse rojo para después dirigir rápidamente su mano a su oreja y quitarse la flor.
- ¿Se cayó de algún árbol a tu pelo? - Odasaku le tendió la mano - ¿Quieres que la tire?
- ¿Eh? - parpadeó confuso durante unos momentos en los cuales solo el rostro sonriente de Atsushi se le pudo pasar por la cabeza – N-no, yo... quiero quedármela.
- Comprendo - después de pegar un trago más, Odasaku volvió a preguntar – Por cierto, Dazai, ¿Dónde está tu chaqueta?
- ¡¿Y tú por qué estás tan preguntón esta noche?! - le echó en cara un sonrojado Dazai.
Ango continuó bebiendo mientras una pequeña riña entre Dazai y Odasaku se desataba, aunque no sabía si se podía llamar así. La verdad es que Odasaku no era el único que lo había notado, Ango también se había dado cuenta de cómo Dazai parecía más feliz cuando hablaba de Atsushi.
Puede que el único que no se hubiera dado cuenta del efecto que tenía Atsushi sobre él fuera el propio Dazai.
Hola!!!! Hasta aquí el capítulo después de mil años, el siguiente vendrá después de otros mil años (ojalá fuera broma). Que nadie odie a Akutagawa por favor porque es mi uke gótico culón.
Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el próximo capítulo.
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