Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4: La cita del hombre virtuoso

Tras levantar su muñeca para comprobar la hora en su reloj de pulsera, Yosano pudo confirmar lo que sospechaba, llegaba tarde. Podría haber cogido un taxi o incluso un autobús, pero lamentablemente se había dejado la cartera en casa. ¿En qué momento se había vuelto tan despistada? Aceleró el paso para que el retraso de su llegada fuera el mínimo posible, pero con lo que no contó fue con encontrarse con un par de chicos con malas pintas fumando fuera de un bar.

Esperaba que la ignoraran, pero el mundo no era así de simple, uno de los hombres tiró su cigarro al suelo y le dedicó una asquerosa sonrisa en la que relucían sus dientes amarillos.

- Hola guapa, ¿a dónde vas con tanta prisa?

Yosano no contestó, evitó mirarlos y continuó su camino, pero uno de los hombres les cortó el camino.

- ¿No contestas, guapa?

- ¿Vuestras madres no os enseñaron a no molestar a una dama? - preguntó Yosano con calma.

- Que borde – el hombre se acercó más a Yosano y la recorrió con la mirada - ¿Te apetece tomar algo con nosotros?

- Llevo prisa, llego tarde a mi trabajo.

- ¿Trabajo? ¿En qué trabajas, guapa? ¿Secretaria? ¿O... algo más atrevido? - descaradamente, el hombre dirigió su mano a la tela de la falda de Yosano e intentó levantarla, pero la mujer se movió rápidamente para impedir esto.

- No seas así de fría, mujer – otro de los hombres se acercó a ella – Vente con nosotros.

Yosano intentó pasar de él, pero en el momento en que pasó a su lado, sintió como algo era quitado de su pelo. Cuando llevó sus manos a su cabeza pudo confirmar que sus sospechas eran ciertas. El hombre le había quitado su broche de mariposa.

- Dámelo.

- Oblígame - sonrió de manera asquerosa – Eres una fresca, vas provocando y luego no te dejas invitar. Maldita zorra.

Yosano ignoró el insulto y estiró el brazo para intentar recuperar su broche pero uno de los hombres agarró su brazo y la pegó más a su cuerpo.

- Ahora si te tomas una copa con nosotros ¿no?

- Déjame.

El asqueroso aliento del hombre la golpeó directo en el rostro, olía a alcohol y a tabaco que echaba para atrás. Los hombres eran increíblemente estúpidos, bastaba con que dejara ver un poco de piel, aunque fuera en un solo tobillo para que justificaran que estaba provocando cuando el verdadero problema es que de educación y respeto estos tenían más bien poca.

- Guapa, como brillan tus labios - tiró más de su brazo.

Yosano iba a tirar de él, estaba dispuesta a librarse del agarre y de partir la cara a esta pandilla de degenerados de un puñetazo, pero una mano posándose en el brazo que la agarraba llamó su atención.

Tanto el hombre como Yosano giraron sus rostros para ver al desconocido que había interferido. Un hombre bastante alto y con gafas era el que se había atrevido a meterse.

- ¿Ah? ¿Qué quieres? - preguntó el hombre que acosaba a Yosano.

- No sé si eres sordo, pero... - la penetrante mirada del hombre de gafas asustó a los hombres – Te ha dicho que la dejes.

- ¿Q-quién... quién te crees que eres?

- Un hombre guiado por la ética y la virtud y lo que hacéis no me parece correcto.

- Vete a la... ¡AH! - el agarre del desconocido subió hasta la muñeca del acosador y empezó a apretarla con fuerza - ¡Puto loco! ¡Suéltame! - debido al daño en su muñeca, acabó soltando a Yosano - ¡¿Qué mierda pasa contigo?!

- Desaparece de mi vista.

- ¡¿Qué te crees que...?!

- Desaparece – la voz del hombre se volvió más grave y su mirada más oscura – De mi vista.

El grupo de hombres se asustó por la intimidante mirada del hombre de gafas así que salieron corriendo de ahí, no sin antes tirar el broche de mariposa al suelo. Yosano se apresuró a recoger su adorno para el pelo, pero el desconocido hizo lo mismo y sus dedos acabaron chocando al intentar agarrar ambos el accesorio.

- Lo siento – se apresuró a disculparse el hombre de gafas.

- No, es al contrario – Yosano recogió el broche del suelo – Gracias.

- ¿Me permite?

Yosano se confundió por eso, pero entendió que se refería al broche así que se lo tendió al desconocido. Este lo atrapó en sus manos y sacó un pañuelo para limpiarlo.

- Esos idiotas lo han dejado caer al suelo, si es algo que usted lleva en el pelo lo mejor será limpiarlo. Sería una lástima que acabara manchando su cabello, señorita.

- ¿Señorita...?

- ¿Ocurre algo?

- Bueno... me ha parecido raro que me llames así, hace nada me han llamado zorra.

- ¡¿QUÉ?! - el hombre se sorprendió por eso y el broche casi cae al suelo otra vez per por suerte lo volvió a atrapar entre sus manos – No está bien insultar a una señorita, quienes lo hacen no deben tener ni media neurona, tome – tras acabar de limpiarlo, se lo devolvió.

- Gracias – Yosano volvió a agradecer y se colocó el broche en el pelo.

- No es nada, me alegra haberla ayudado. Tenga cuidado – aunque intentó irse, la voz de Yosano le detuvo.

- ¿Puedo saber cómo se llama el hombre guiado por la ética y la virtud que me ha ayudado?

El hombre se avergonzó un poco por cómo le había llamado.

- Kunikida Doppo, me llamo Kunikida Doppo.

- Kunikida - murmuró para sí misma – Gracias.

La imagen del hombre delante de ella se difuminó poco a poco, a medida que los ojos de Yosano se abrían se pudo dar cuenta de que no estaba en la calle si no en su apartamento. Todo había sido un sueño, había soñado con la primera vez que se encontró con el apuesto y exigente manager del desastroso Dazai. Un hombre recto y con valores, cualidades que Yosano admiraba pero que la mayoría del tiempo impedían un acercamiento entre ambos.

Lentamente se fue levantando de su cama y frotó sus ojos para enfocar mejor el panorama que allí había. Bolsas y envoltorios de chucherías y caramelos eran lo que manchaban el precioso suelo de su habitación.

- Ranpo – de sus labios salió el nombre del culpable del desastre. Bueno, en parte ella contribuyó a ese desastre.

Su mejor amigo había vuelto por fin a Japón, era obligatorio que pasaran una noche juntos para ponerse al día. Ese "ponerse al día" incluía por supuesto cotilleos picantes sobre cómo era Poe en la cama. Si el americano se enteraba de lo que habían hablado en ese apartamento, seguro que se desmayaba para no despertar.

Bueno, no tenía por qué enterarse.

Después de levantarse de la cama, sin molestarse en tapar su cuerpo semidesnudo, porque Yosano no usaba pijama, solo su ropa interior negra y morada. Abrió la puerta de su habitación y se encontró con un Ranpo vestido con un esquijama de mapache.

- ¡Buenos días! - saludó contento tras meterse en la boca su décima magdalena de la mañana - ¿Qué tal has dormido?

- Bien - bostezó mientras separaba una de las sillas para sentarse en ella.

- Ese "bien" suena muy mal.

- Es que he soñado con... nada, da igual.

- ¿Sueño húmedo?

- Si hubiese sido así, me habría levantado más feliz ¿no crees?

- Depende de en qué parte del sueño te despiertes.

- No ha sido eso, ha sido un sueño con... Kunikida.

- Oh, húmedo entonces. ¡Joooooooo! Cuentamelooooooo, yo te dije todo sobre Edgar ayer, guardarte tus perversiones para ti sola es de muy mala educación.

- Que no ha sido húmedo, fue de... del día en que nos conocimos, dios, necesito un café o no me voy a levantar – Yosano se levantó para ir a la cafetera - ¿Te sirvo?

- Quiero Cola Cao.

- Que sorpresa - comentó con una sonrisa.

- Akiko, pídele salir y ya.

- ¿En serio? Ranpo, estamos hablando de Kunikida Doppo, el hombre cuya vida está escrita minuto a minuto en su agenda. Me temo que, si no soy Dazai haciendo alguna estupidez o trabajo, no va a tener tiempo.

- Mmm... - Ranpo abrió sus ojos verdes para empezar a pensar algo – Oh, pues entonces es así de fácil.

- ¿Qué?

- Tú misma te acabas de dar la solución, ¿Kunikida solo tiene trabajo en su día a día? Pues entonces dale trabajo.

- No te sigo.

Ranpo sonrió de manera traviesa, parece que su amiga iba a acabar teniendo la cita que tanto quería. 

Los ojos de Atsushi se abrieron como platos al ver el postre delante de él. Un cremoso frappuccino de color rosa tenía toda su atención encima, encima de él había esparcido virutas de chocolate y de fresa asemejando pétalos de cerezo.

- Tiene muy buena pinta – la boca del chico se hizo agua.

- Jajaja, claro, todo para ti.

- ¿Eh? ¿Seguro?

- Claro.

- No puedo aceptarlo, usted ya gastó mucho en mí con lo del móvil.

- Relaja, relaja, siempre puedes devolverme todo el dinero y con intereses del 200% más adelante.

- Urgh... con ese porcentaje mejor no aceptar nada suyo.

- Que era broma, tú tómatelo antes de que nuestra mamá venga a regañarnos.

Atsushi asintió feliz, él y Dazai se encontraban en la cafetería del edificio esperando para realizar una grabación, pero como, por primera vez desde años, Dazai había permitido a Kunikida llegar pronto, les sobraba tiempo así que el castaño decidió consentir con algo dulce al nuevo seiyuu del negocio.

- Atsushi-kun.

- ¿Sí?

- ¿Es esto suficiente para que me cuentes que te enseñó a hacer Ranpo-san con la almohada?

Atsushi se atragantó con el primer trago del frappuccino, haciendo que una sonrisa se dibujara en el rostro de Dazai.

- Vamos gatito, si es algo de trabajo, yo te puedo ayudar.

Intentó no mirar a Dazai, la recomendación de Ranpo de que gimiera encima del castaño seguía avergonzándole en su mente. ¿Cómo le iba a pedir eso? Sería demasiado vergonzoso y aunque Dazai pareciera tan desvergonzado con todo, siempre existía la posibilidad de que se negara y que su relación laboral adquiriera una naturaleza extraña.

- Deje de preguntar por la almohada, no le voy a decir nada.

- Vale, vale, hablemos de otra cosa entonces. ¿Cómo es que eres virgen?

- ¡Dazai-san!

- ¿Qué? Es sana curiosidad, siendo sinceros, eres muy lindo Atsushi-kun, por eso me extraña que nunca... ya sabes.

- Es que simplemente nunca he tenido tiempo para una relación, ya sea por trabajo o por estudios, nunca me he podido permitir una y ya sé que es raro que a mi edad sea virgen, no hace falta que me diga eso.

- En realidad de la edad no te digo nada, hazme caso, hay casos peores.

Lo dicho por el castaño le dio curiosidad, ¿a qué se refería exactamente?

- Waaaa, que envidia me da Ranpo-san, yo también quiero darte clases privadas.

- En vez de pensar en eso debería pensar en trabajar más para hacer que Kunikida-san se estrese menos.

Dazai puso mala cara por eso y Atsushi continuó tomando del frappuccino. Cuando el chico volvió a alejar la taza de su boca, la graciosa escena de un bigote blanco en el rostro de Atsushi fue tan divertido como tierno para Dazai.

- Gatito.

- ¿Sí?

- Tienes... - estiró la mano para alcanzar el rostro de Atsushi pero la llegada de dos personas se lo impidieron.

- ¡Atsushi! - una animada Naomi llegó rápidamente al lado del chico junto a su hermano. 

- Naomi-san, Tanizaki-san, buenos días.

- ¡Ah! Tienes un bigote de nata.

- ¡¿Qué?! - Atsushi se limpió rápidamente avergonzado mientras Dazai maldecía en voz baja.

- Eso lo iba a limpiar yo.

- ¿Mm? ¿Ha dicho algo?

- Que buenos días.

- Tanizaki-san, ¿tienes que trabajar hoy?

- Sí.

- ¡Mi hermano va a gemir en un CD drama donde es profanado por dos hombres en unas duchas! ¡¿No es perfecto?!

- ¡No hace falta que lo grites! - protestó el chico.

- ¿Nos podemos sentar? - preguntó una animada Naomi.

Dazai hizo una mueca extraña, sería muy borde decirla que no, pero quería seguir pasando un tiempo a solas con Atsushi antes de que Kunikida viniera y le obligara a trabajar. Con todo el pesar de su alma tendría que decirles que no.

- Por supuesto – Atsushi se adelantó en responder solo que respondió lo contrario a lo que quería Dazai.

- ¡Genial! - Naomi se sentó al lado de Atsushi mientras que Junichiro lo hizo al de Dazai.

- Es extraño verle llegar pronto - comentó Junichiro refiriéndose a Dazai.

- ¿Por qué? ¿Qué tiene de raro?

- Es que eres tan irresponsable - respondió Naomi con una sonrisa.

- ¿Yo? Tenéis una malísima imagen de mí.

- Atsushi, ¿qué vas a grabar hoy? ¿Algún CD drama guarrete en el que te profanan varios hombres? - preguntó una curiosa Naomi.

- N-no, no, ¿cómo iba a grabar eso? Grabaré otra vez como Yuuto para Yosano-sensei.

- Que envidia me da Yosano-sensei – Naomi echó su cuerpo para atrás - Es tan guapa y se le da tan bien escribir yaoi, algún día yo también haré un guion excitante en el que mi onii-sama será profanado hasta el cansancio.

- No me uses como inspiración.

- Entonces usaré a Atsushi.

- A mí tampoco por favor.

- ¿Ah? Que aburridos – la chica hizo un puchero mientras se cruzaba de brazos.

Atsushi se removió algo incómodo en su sitio, había algo que quería preguntar a los Tanizaki pero no sabía se sería capaz.

- Ta... Tanizaki-san.

- ¿Sí? - el chico en seguida le miró - ¿Ocurre algo?

- Eh... no, nada.

A Naomi y a Tanizaki les extrañó eso, pero no le dieron más importancia, aunque Dazai se quedó mirando al nervioso Atsushi. Su momento a solas con Atsushi desapareció, pero como este parecía feliz por la presencia de los hermanos Tanizaki, Dazai decidió resignarse y dejar que les acompañaran, aunque siguió observando como de vez en cuando Atsushi abría la boca para decirle algo a Naomi o a Tanizaki y al final no les decía nada.

- Oh, es Kunikida-san – Naomi señaló al hombre que acaba de entrar a la cafetería.

- Buenos días, Kunikida-san – Junichiro fue el primero en saludarle.

- Buenos días - después de saludar a los Tanizaki, cambió su mirada hacia Dazai y Atsushi – Subamos ya, hay que aprovechar que el inútil de Dazai ha hecho algo bien hoy como madrugar.

- Tch, pero ¿por qué a todo el mundo le parece tan raro que venga a trabajar cuando me toca?

- Porque nunca haces nada bien, vamos – Kunikida agarró la oreja de Dazai y empezó a tirar de él - Cuanto antes acabemos, antes podrás hacer el vago.

- ¡Ay, ay! ¡Pero mamá!

- ¡QUE NO SOY TU MADRE!

- ¡Esperen! - Atsushi pegó un trago largo al frappuccino acabándoselo para salir corriendo detrás de los otros dos.

Naomi y Junichiro se despidieron con la mano, Atsushi hizo lo mismo. Quería pedirles algo, pero parece que hoy no iba a reunir el valor suficiente para hacerlo.

- ¡Mamiiiiiii!

- ¡CÁLLATE! ¡AGRADECE QUE NO SEA TU MADRE! Si lo fuera te despertarías cada día a las cinco de la mañana.

- No es sano madrugar tanto, Kunikida-kun.

- Tampoco dormir tanto.

- ¿Cómo no va a ser sano dormir? Te rejuvenece la piel y te la deja como la de un bebé. Atsushi-kun, apóyame, ¿a qué hora te vas a dormir tú?

- A las nueve de la noche.

- ¡¿AH?! ¡Pero si a las nueve es cuando empieza la noche! No te puedes ir a dormir tan rápido.

- ¿Qué se supone que haga entonces?

- Pues salir a divertirte, desconectar un poco del trabajo.

- ¡TÚ SIEMPRE ESTÁS DESCONECTADO DEL TRABAJO! - le echó en cara Kunikida.

- Y quedar con tus amigos también.

- Ya... no creo poder hacer nada de eso.

- Oye, Atsushi-kun...

- ¡Kunikida! - Yosano llegó delante de los tres, haciendo resonar sus tacones contra el suelo con cada paso que daba - ¿Estás libre esta tarde?

- ¿Esta tarde? - Kunikida lo comprobó en su agenda - Sí, todas las grabaciones de Dazai son por la mañana, ¿ocurre algo?

- Me he puesto en contacto con Higuchi, quiero que hablemos los tres sobre el comportamiento de Akutagawa en el edificio. Es imperdonable que siga actuando así ¿no crees? Además, a todo eso hay que sumar el que siguiera a Atsushi a su casa y le rompiera la pared, ¿no crees?

- Sí, es cierto. Va siendo hora de poner a ese perro rabioso en su sitio.

- Genial, entonces esta tarde a las cinco. Te paso luego la dirección, ponte guapo – Yosano se despidió con la mano mientras Kunikida se apuntaba la reunión en su agenda.

Detrás de él, Dazai estaba empezando a mirarle con picardía. A Kunikida no le hizo falta darse la vuelta para saber que le miraba raro.

- ¿Qué?

- Ara, ara, Kunikida-kun~.

- ¿Qué? - volvió a preguntar.

- Nada, nada.

- Si tienes algo que decir, dilo.

- No es nada, ¿verdad, Atsushi-kun?

- Yo me alegro de que vayan a hablar sobre Akutagawa, si consiguierais que me pidiera perdón estaría bien y que me pagara el arreglo de la pared todavía mejor.

- ¿Qué? Oh, no gatito, en las citas no se habla de trabajo.

- ¿Citas? - Kunikida arqueó una ceja para mirarle raro - ¿De qué hablas? Es una reunión de trabajo, Higuchi también estará allí.

- ¡Ah! ¡Que desastre Kunikida-kun! ¿Cómo es posible que no lo hayas entendido? Lo de Higuchi es una trampa para que no te niegues. Te falta algo de conocimiento sobre la mentalidad femenina.

- Es trabajo, Dazai.

- ¿Lo ves? Por eso precisamente Yosano-sensei ha tenido que hacer esto. Trabajo, trabajo y trabajo, esa es la única palabra que entra en tu cabeza. Ya lo he dicho antes, hay que desconectar del trabajo.

- No todos son tan irresponsables como tú, Dazai. Algunos sabemos lo que es la responsabilidad, lo de esta tarde es trabajo, que tú mente de loco piense otra cosa no es asunto mío.

Dazai resopló por la actitud de Kunikida mientras Atsushi estaba confuso respecto a todo. ¿Habría cita o de verdad hablarían sobre el comportamiento de Akutagawa? Él lo único que quería es que alguien se hiciera responsable del agujero de la pared y que eso calmara a su vecina.

Pero sospechaba que ese agujero iba a ser permanente en su vida. 

Kunikida terminó de arreglar su camisa delante del espejo, cuando volvió a mirarse en él, una mirada de amargura llegó a su rostro al ver detrás a Dazai con mala cara.

- Sigo sin entender porque habéis venido a mi casa.

- Para darte consejos en tu cita, ¿verdad, gatito?

- Bueno... a mí me arrastró Dazai-san.

- Pero apóyame.

- Cuando yo me vaya os quiero fuera, ¿he sido lo suficientemente claro?

Dazai hizo un puchero ante la mala actitud del hombre ignorante a su cita, cuando Kunikida se dio la vuelta, Dazai le miró la entrepierna y negó decepcionado con la cabeza.

- Kunikida-kun, no puede ser...

- ¿Qué?

- Mete relleno.

- ¿Dónde?

- En el paquete, ¡argh! Que desastre.

- Vete a la mierda y de mi casa.

- No puedo, me necesitas para no fastidiarla.

- ¿Desde cuándo te necesito para hacer algo bien? No bebas tan temprano.

- No estoy borracho.

- Esto... Kunikida-san, si Dazai-san llegara a tener razón y se trata de una cita, ¿usted qué haría?

- ¿Tú también? No es una cita, es una reunión para encargarnos del perro rabioso de Akutagawa.

Dazai resopló, ¿de verdad se estaba creyendo su manager esa mentira? Que lo siguiera repitiendo no iba a hacer que se volviera cierto.

- Bueno, tú por si acaso llévate esto – Dazai le tendió un par de sobrecitos pequeños que Kunikida observó con duda.

- Son...

- ¿Qué son? - una vez más, en su infinita inocencia, Atsushi preguntó.

- Condones – Dazai respondió con una sonrisa y tanto Atsushi como Kunikida enrojecieron por la vergüenza.

- ¡¿QUÉ MIERDA QUIERES QUE HAGA CON ESO?!

- Oh, pues... si me das un pepino te enseño como se ponen.

- ¡SÉ COMO SE PONEN! ¡Lo que no entiendo es por qué me los das!

- Verás, Kunikida-kun, el sexo es matemático. Sumas las ganas, restas la ropa, divides las piernas y el resultado fuera para que no se multiplique - agitó contento delante de él el par de sobrecitos.

- ¡DÉJAME EN PAZ! - Kunikida se dio la vuelta para buscar algo en su armario y Dazai aprovechó para colárselos en el bolsillo de atrás. Atsushi le miró inseguro, pero él solo le dedicó una sonrisa y vocalizó un pequeño "no pasa nada" para calmar al chico – Si habéis acabado, iros ya a vuestra casa.

- Una cosita más.

- Dazai, que te vayas – cuando se dio la vuelta se encontró con Dazai sosteniendo un objeto pequeño entre las manos - ¿Y ahora qué?

- Es un pinganillo.

- ¿Qué?

- Para que no metas la pata. Yo estaré cerca y te chivaré las cosas que le tienes que decir en la cita, no queremos que Yosano-sensei piense que eres un idiota.

- Dazai, por última vez así que escúchalo bien. ¡No es una cita!

Después de que Kunikida terminará de cambiarse y de que obligara a los otros dos a salir de su casa, se marchó en dirección al sitio donde le había indicado Yosano.

- Espero que arreglen lo de mi pared.

- Ay, gatito, ahí no se va a hablar de nada de eso. Vamos - empezó a andar con Atsushi detrás.

- ¿A dónde?

- A la cita de nuestra mami Kunikida-kun.

A una distancia prudente y sin que su objetivo se diera cuenta, Dazai y Atsushi se las apañaron para seguir con éxito a Kunikida hasta la cafetería dónde había quedado con Yosano. El manager revisó la hora como era típico de él y se adentró en la cafetería, un poco después entraron Dazai y Atsushi, apresurándose en sentarse en una mesa algo lejos para que su presencia no fuera evidente.

- Dazai-san, ¿por qué seguimos a Kunikida-san?

- Porque la va a fastidiar al pensar que se trata de trabajo, menos mal que me tiene a mí. Lo mínimo que espero después de esto es que le pongan mi nombre a su hijo. Kunikida-kun me debe mucho, debería ser más agradecido conmigo.

- Yo no creo que tenga ningún problema.

- Todavía eres ingenuo, Atsushi-kun. Entiendo que Yosano-sensei le haya engañado para que parezca trabajo, después de todo él es un adicto a ello, así seguro que no se negaba, pero... - se cruzó de brazos para empezar a pensar en algo – Si gracias a mi ayuda, esta cita tiene éxito y Kunikida-kun acaba casado y con hijos...

~💙~

- Dazai – Kunikida dio un paso al frente con su rostro serio – Nunca te lo he dicho hasta el día de hoy, pero... - se puso de rodillas para pegar su frente en el suelo - ¡Todo lo que tengo ahora mismo te lo debo a ti, Dazai!

- Kunikida-kun – Dazai echó su flequillo hacia atrás con elegancia – No hace falta que te pongas de rodillas.

- ¡Si que lo hace! Dazai, eres tan sexy, profesional, talentoso y responsable. Ojalá que hubiera más personas como tú en el mundo.

- Me temo que es difícil que haya otro Dazai Osamu en el mundo.

- Que pena – Yosano apareció cargando un bebé en sus brazos – Yo quería poner tu nombre a nuestra pequeña bendición ya que te debemos todo lo que tenemos.

- Oh, Akiko-chan, si es una petición tuya, no puedo negarla – Dazai le guiñó un ojo.

- Genial, entonces este pequeño será Kunikida Osamu – Yosano destapó la cabeza de su hijo para dejar ver un bebé con la cara de un Kunikida chibi con un chupete en la boca – Oh, creo que va a decir sus primeras palabras.

- ¡¿En serio?! - Kunikida se levantó para observar las primeras palabras de su bebé.

Yosano le quitó el chupete y empezó a mover la boca intentando decir algo.

- E... e... ¡El tío Dazai es increíble y muy sexy!

Los ojos de Kunikida y Yosano se llenaron de lágrimas por la emoción.

- Doppo, nuestro hijo acaba de decir una gran verdad.

- Será sabio en el futuro, como su tío Dazai.

- Claro que sí - Dazai volvió a echar su flequillo hacia atrás y se sorprendió cuando alguien le abrazó por la espalda.

- ¡Osamu-sama! - un Atsushi con orejas y cola de gatito blancas era quien le estaba abrazando por la espalda – Es usted tan apuesto, Osamu-sama. Siempre ayudando al pobre de Kunikida-san, él no sería nada sin usted.

- Shhh, Atsushi-kun, hay verdades que es mejor no escuchar – Dazai se dio la vuelta para quedar frente al Atsushi mitad gatito. Con una de sus manos levantó su barbilla para poder mirarle a la cara – Oh, ¿por qué están tan rojo, Atsushi-kun?

- No puedo evitar ponerme así cada vez que le veo, yo... - pegó más sus cuerpos pero sin despegar su vista de Dazai – Osamu-sama, ¿usted me podría enseñar a hacer el amor?

- Atsushi... - aunque se sorprendió por eso, en seguida se recompuso y pasó sus brazos por detrás del chico – Claro que sí, gatito. Yo te enseñaré.

- ¡Nyaaa~! Estoy tan feliz, Osamu-sama.

~💙~

- Definitivamente voy a hacer que esto salga bien – Dazai golpeó emocionado la mesa, aunque Atsushi no acababa de entender ese entusiasmo.

- Dazai-san – Atsushi le llamó para que mirara hacia la puerta, Yosano acababa de entrar con un atuendo distinto pero parecido al de esta mañana. A diferencia de su vestimenta habitual, ahora iba enseñando su escote en una camisa con los primeros botones desabrochados y sus piernas iban más expuestas en una falda corta, aunque seguían estando cubiertas por sus típicas medias negras.

- Oh, mierda – Dazai estampó su mano en su cara – Obviamente es una cita, maldición Kunikida-kun, ¿quién se vestiría así para hablar de trabajo?

- ¿Higuchi-san no vendrá?

- Ni de broma y si Kunikida-kun no cambia su actitud, entonces el pequeño Osamu nunca nacerá.

- ¿Eh?

- De momento observaremos en silencio y a una distancia prudente, mantengámonos tranquilos ¿vale? - Dazai tapó su rostro con la carta de la cafetería, Atsushi hizo lo mismo hasta que sintieron como una persona se paraba en su mesa.

- Dazai-san – la voz del chico sobresaltó a Dazai y Atsushi, ambos bajaron la carta nerviosos para ver a la persona vestida completamente de negro delante de ellos - ¿Qué hace usted con esta fulana? - preguntó refiriéndose a Atsushi.

- ¿Cómo que fulana?

- ¿Con qué has engañado a Dazai-san para traerlo aquí?

- ¿Qué?

- Seguro que has enseñado tus paliduchas piernas creyendo que así conseguirías que Dazai-san se acostara contigo. Eres ridículo.

- ¡¿Tú me vas a hablar de palidez?!

- ¡Deja de molestar a Dazai-san!

- ¡Pero si el único que molesta eres tú!

- ¡Shhh! Silencio - Dazai mandó callar a ambos - Siéntate, pero deja de llamar la atención - tiró del brazo de Akutagawa haciendo que se sentara a su lado y después miró en dirección hacia la mesa de Kunikida y Yosano, parece que no se habían dado cuenta de nada – Uff, no me hagas sudar así.

- Dazai-san – Akutagawa pegó más sus sillas, haciendo que Dazai pusiera mala cara – ¿Esta zorrita le está molestando? Yo me puedo ocupar de él.

- ¡El que molesta eres tú!

- Atsushi-kun – Dazai le regañó con la mirada por gritar.

- Lo siento, es que... - miró mal al gótico sentado al lado de Dazai – Akutagawa saca lo peor de mí.

- ¿En serio? No hace falta que yo esté cerca para que salga tu comportamiento de fulana barata.

- Deja de llamarme eso y arréglame la pared.

- ¿Por qué debería hacer eso?

- ¡Porque la rompiste tú! ¡De verdad, no puedo contigo!

- Yo tampoco te aguanto, confiesa ya tus oscuras intenciones con Dazai-san. Que te quede claro que no te dejaré meterte en su cama ¡Búscate a otro si quieres zorrear!

- ¡¿Zorrear?!

- Pero ¿qué os pasa? ¿Acaso hablo con la pared?

Atsushi y Akutagawa pusieron cara de cachorrito regañado y se disculparon en voz baja para luego dirigirse malas miradas entre ellos.

- Dazai-san, ¿con qué engaño le ha traído esta gata rompe hogares aquí?

- ¿Gata rompe qué?

- Estamos siguiendo a Kunikida-kun en su cita.

- Pero Yosano-sensei nunca habló de cita, es una reunión para hablar de ti - miró mal al chico sin cejas.

- ¿De mí?

- Sí, Higuchi-san vendrá en cualquier momento y...

- Eso es mentira.

Atsushi se sorprendió por eso.

- ¿Cómo que es mentira?

- Lo que acabas de oír, Higuchi no tiene ninguna reunión con nadie.

- Pero entonces... - Atsushi miró al castaño mientras una sonrisa de triunfo aparecía en su cara.

- ¿Qué te dije?

- Entonces... ¿entonces es una cita? - Atsushi enrojeció al estar confirmado esto, Dazai simplemente asintió con la cabeza mientras desviaba su vista a los futuros padres de Kunikida Osamu.

- ¿Dónde está Higuchi? - preguntó Kunikida tras mirar su reloj – El retraso es imperdonable.

- A saber, había mucho tráfico - su móvil empezó a sonar así que lo sacó de su bolso para contestar bajo la atenta mirada de Kunikida - ¿Sí?

- Akikooooo – la voz de Ranpo sonó al otro lado de la línea - Primera parte del plan completada, pasamos a la segunda.

- Oh, Higuchi, ¿ha pasado algo? Oh, comprendo, comprendo. Sí, que se le va a hacer. Oh, no, no, no es ninguna molestia. Otro día será entonces.

- Pásatelo bien y si hay mete-saca, quiero detalles.

- Hasta luego, Higuchi - colgó el teléfono.

- ¿Ha pasado algo?

- Parece ser que Higuchi no va a poder venir, supongo que la reunión se suspende.

- ¿Qué? Esto estropea completamente mi horario.

- No tiene por qué, ya que estamos aquí, nos podemos quedar. Reservaste toda la tarde para la reunión ¿verdad?

- Pero...

- Tómatelo como un pequeño descanso del que puedes disfrutar debido a un pequeño contratiempo.

Kunikida pareció pensárselo y Yosano cruzó los dedos para que accediera a quedarse.

- Bueno, ya que has venido, no es bueno haberte hecho perder el tiempo.

- ¿En serio? Entonces...

- Ya que estamos los dos reunidos, podríamos hablar del desempeño de Atsushi. ¿Qué te parece?

Tanto Yosano como Dazai casi se caen de la silla al ver como Kunikida había buscado un nuevo tema de trabajo que poner sobre la mesa.

- Que desastre, digno de Kunikida-kun.

- Esto... la verdad es que no me apetece hablar de Atsushi.

- ¿Dazai entonces?

- De él mucho menos. Podríamos hablar... no sé, ¿de nosotros tal vez? - preguntó mientras en un gesto coqueto colocaba uno de sus mechones de pelo detrás de su oreja, dejando ver unos pendientes de joyas moradas.

- Mm... ¿entonces quieres que hagamos una evaluación objetiva de nuestro trabajo?

- ¿Qué? No... lo que quiero es que...

El móvil de Kunikida interrumpió las palabras de Yosano la cual resopló molesta.

- Perdóname - descolgó la llamada y acercó el móvil a su oreja - ¿Quién es?

- ¡Ven al baño, la estás fastidiando pero bien!

Después de decir eso, la persona al otro lado del teléfono colgó.

- ¿Todo bien?

- Eh... - al mirar su registro de llamadas comprobó que acaba de hablar con Dazai - ¿Se puede saber que quiere este?

- ¿Cómo?

- Discúlpame un momento, vuelvo enseguida.

Kunikida se levantó para dirigirse al baño de chicos, al entrar puso mala cara al ver el rostro de las tres personas que le estaban esperando.

- ¿Se puede saber que está pasando aquí?

- Kunikida-kun – Dazai le miró con desprecio - ¿No te da vergüenza hacerte llamar ser humano?

- ¿Me lo dices tú?

- ¿Qué insinúas de Dazai-san?

- Incluso tú - Kunikida ignoró a Akutagawa y miró a Atsushi - ¿Cómo dejas que Dazai te acabe liando?

- Es que...

- Y en cuanto a ti – se giró para mirar a Akutagawa – Dile a Higuchi que no es nada profesional no asistir a una reunión de trabajo.

- Tch, estúpido miope, ¿tan ciego estás? Te han engañado.

- ¿Se puede saber de qué hablas?

Akutagawa marcó un número en su teléfono y puso el altavoz para que todos pudieran oírlo.

- ¿Akutagawa-senpai? - Higuchi fue la que contestó la llamada - ¿Ocurre algo?

- ¿Tú has quedado con el manager miope de Dazai-san?

- ¿Miope...? Ah, ¿Kunikida? No, no lo he hecho.

- ¿Qué? - Kunikida se confundió por eso, ¿acaso Yosano le había mentido?

- Y la mujer del broche de mariposa tampoco ha hablado contigo ¿verdad?

- Pues... no, no ha hablado conmigo. ¿Por qué me pregunta esto?

- Tenía que demostrar a un idiota lo ingenuo que es.

- ¿Eh...? Akuta... - Higuchi no pudo terminar de hablar porque Akutagawa colgó.

- ¿Quieres alguna prueba más? Estás en una cita~ - canturreó Dazai.

- No... ¡No digas estupideces! ¿Dices que Yosano me ha mentido para tener una cita conmigo?

- ¿De qué te extrañas? O te hablaba de trabajo o no conseguía convencerte, ¿cómo puedes hacer eso a una dama?

- Tú... n-no sé qué está pasando, pero esto no es una cita.

- Pero... Yosano-sensei se veía tan distinta hoy - comentó Atsushi – Su pelo ve veía más liso, puede que se lo haya planchado. Sus labios tienen un color más fuerte, parece que se ha puesto pintalabios. ¿Y no es su falda más corta? Además, sus... bu-bueno... su escote está más expuesto.

- Por supuesto que viste distinto, ella sabe diferenciar el entorno laboral del entorno social. Es normal que fuera del edificio cambie su imagen, allí va exclusivamente para trabajar.

- Aunque lo diga así...

- Kunikida-kun, eres estúpido - suspiró Dazai, ganándose una mala mirada de Kunikida – Tu obsesión con el trabajo ya es una enfermedad peligrosa de la que deberías tratarte.

- Mi enfermedad eres tú.

- ¡AHH! ¡QUE CRUEL!

- Llamas enfermedad a Dazai-san... - un aura oscura empezó a rodear a Akutagawa - ¡¿Cómo te atreves maldito miope?! - agarró de manera amenazante a Kunikida por el cuello de la camisa, pero este ni se inmutó - Si tienes valor, vuelve a insultar una vez más a Dazai-san y te mando de cabeza a la tumba.

- Deja a Kunikida-san – Atsushi separó a ambos, ganándose una mala mirada por parte de Akutagawa.

- No me toques, zorra.

- ¡Oye! No me insultes, solo quiero evitar que formes un escándalo aquí.

- ¿Me va a hablar de escándalos una putita como tú?

- ¡¿Putita?! ¿Me recuerdas quien fue el que dijo que estaba dispuesto a que Dazai-san cumpliera sus más oscuros deseos con él? Y te recuerdo que solo llevas lencería esperando a que un día Dazai-san se te lance encima.

- Oh, interesante, ¿quieres arañarme, gata roba hombres?

- Te arañaré si intentas morderme, perro rabioso.

- Ya, ya – ahora fue Dazai a quien le toco detener una pelea con Akutagawa otra vez en ella - ¿Vais a volver el agarraros de los pelos una costumbre?

- Ha empezado él insultándome.

- Ha empezado él zorreándole.

- ¡¿Me dices cuándo he hecho eso?!

- ¡No mientas! Te masturbas pensando en Dazai-san, en él encima de ti, desnudos, sudando, be... besándote, tocándote y... a... azotándote... - Akutagawa pareció relajarse mientras un ligero sonrojo llegaba a sus mejillas.

- ¿No será lo que te imaginas tú? Oye, iros a casa y dejadme en paz – Kunikida intentó salir del baño, pero Dazai no le dejó.

- Si te vas ahora sin aceptar mi ayuda, lo vas a estropear todo. Yosano-sensei quiere hablar para acercarse a ti, pero tú la alejas con el trabajo. ¿Cuál es tu problema? Creí que te gustaba.

- ¡Ca...! ¡Cállate! - Kunikida protestó con un sonrojo en sus mejillas – Supongamos... supongamos que por lo que sea tienes razón y esto es una cita ¿qué se supone que debería hacer?

- Fufufufu, llega la hora de brillar de Dazai Osamu - golpeó amigablemente el hombro de Kunikida - Tú vuelve a la mesa y déjame a mí el resto, ¿vale?

No creía en él, es decir, era Dazai Osamu. ¿Dejarle algo a él? Este desastroso hombre malamente conseguía cuidar de él mismo, pero sabía que negarse tampoco era una idea porque haría lo que le diera la gana, como acababa haciendo siempre.

- Solo te pido que no hagas nada que moleste a Yosano.

- Ok~

- Si lo haces te mataré.

- Ok~

- Sabes que hablo en serio.

- Diablos, Kunikida-kun, para ser mi madre eres muy cruel conmigo.

- No soy tu madre, pero por desgracia te conozco como si te hubiera parido. Haz algo innecesario y te prometo que pronto dejarás de respirar.

- ¿Por qué estás tan a la defensiva? ¡Si yo soy el primero que apoya el kuniyosa! ¿Qué le pasa a todo el mundo? Creen que soy inmaduro e irresponsable, ¡me llamo Dazai Osamu no Edogawa Ranpo!

- No insultes a Ranpo-san.

- Kunikida-kun – Dazai frunció el ceño – Yo también me puedo tomar las cosas en serio.

- Buen chiste, casi me rio - abandonó el cuarto de baño dando un portazo y dejando atrás a los tres chicos.

- ¿Qué va a hacer? - preguntó Atsushi.

- Tendré que hacerme cargo de la situación para proteger el nacimiento de su futuro hijo ¿me ayudáis?

- Dazai-san quiere mi ayuda... - los ojos de Akutagawa se iluminaron ante la petición del mayor - ¡Por supuesto! Cruzaría el mar, saltaría desde un avión al vacío, robaría un banco y me encargaría personalmente de todas las zorritas interesadas que se le acercaran si usted me lo pide.

- Ya... por algún motivo no suena a broma si lo dices de esa forma, ¿y tú gatito?

- Pues... - antes de siquiera contestar, sintió como la brillante y emocionada mirada de Akutagawa había desaparecido y en su lugar había una mirada asesina dirigida hacia él - Con mucho gusto.

Después de contestar pudo escuchar como el enfado de Akutagawa amenazaba con salir a flote mientras Dazai se alegraba por la afirmación.

- Yeiii~ seguidme.

Los tres abandonaron el baño con Dazai al frente y los otros dos empujándose entre ellos, volvieron a la mesa dónde estaban antes, no sin antes preguntar a uno de los camareros por papel y bolígrafo.

- Dazai-san, ¿qué va a hacer? - le preguntó un curioso Atsushi.

- Poesía en nombre de Kunikida-kun - acercó el bolígrafo a su boca para empezar a pensar – Mm.. Vale, ya lo tengo, dadme vuestra más sincera opinión ¿vale? ¿Qué tal esto? "Tus ojos son dos luceros, tus mejillas dos manzanas. Qué linda ensalada de frutas haríamos con mi banana".

- Dazai-san...

- ¡Increíble, Dazai-san! - antes de que Atsushi pudiera comentar lo horrible de su poesía, Akutagawa se adelantó, pero para elogiar el talento del castaño - No sabía que usted tenía este talento en poesía.

- Bueno, no es para tanto. Aunque... - apoyó su espalda en el respaldo de la silla, el elogio del gótico se le subió un poco a la cabeza - Sí, si es para tanto. Soy el increíble Dazai Osamu, ¿qué esperabais de mí? ¿Y tú, gatito? ¿Qué tal?

- Es un poco... no creo que sea adecuada.

- ¿No?

- No le haga caso, ¿qué va a saber una zorrita como él de poesía?

- Gatito, ¿qué pondrías tú?

- ¿Yo? Bu-bueno... yo no sé de poesía, tal vez... - rascó su mejilla algo sonrojado mientras lo pensaba - "No tengo dinero, ni plumas de oriente, pero tengo un corazón que te querrá siempre" o... o algo así.

- Efectivamente, no tienes dinero.

- ¡Oye! Pues... ¡pues tú lo que no tienes son cejas!

- Shhh – Dazai paró la pelea poniendo su dedo delante de su boca en señal de que se callaran – Ya que somos tres, saquemos al ganador por votación. ¿Votos a favor de mi poesía? - él y Akutagawa levantaron las manos – Bien, ¿votos a favor de la de Atsushi-kun? - esta vez solo Atsushi levantó la mano – Uff, lo siento gatito. Esto es una democracia.

- Claro... - miró con mala cara como Dazai escribía su poema en el trozo de papel, ¿nadie le iba a decir lo horrible que era?

Dazai escribió su, para él y el gótico, increíble y talentoso poema y se lo entregó al camarero que había visto atender a Kunikida y Yosano, pidiéndoselo que se lo entregue con lo que hayan pedido.

- Ay... es increíble como unas pocas palabras pueden enamorar. El pequeño Osamu estará en camino en poco tiempo, vosotros solo observad.

Atsushi no estaba tan seguro de eso, él creía que este voto democrático había fracasado. Miró inseguro hacia la mesa en la que Kunikida y Yosano estaban, esperaba que les fuera todo bien a pesar del intento tan extraño de Dazai de echarle una mano.

- ¿Todo está bien? - preguntó Yosano.

- Sí, solamente... - miró disimuladamente hacia la mesa en la que estaban Dazai y los otros dos. ¿Sería cierto lo que decían? ¿Yosano le había mentido para tener una cita? ¿Tan difícil era hablar las cosas claras con él? No le apetecía aceptarlo, pero puede que Dazai tuviera razón y en su mente solo entrara el trabajo – Oye, Yosano...

Antes de que pudiera decir algo, un camarero había llegado a su mesa dejando un café para cada uno. Eso le extrañó ya que no recordaba haber pedido nada, pero Yosano se explicó rápidamente.

- No sabía que te pasaba ni cuanto ibas a tardar así que he pedido por ti, ¿algo que no sea de tu gusto?

El camarero había dejado delante de Kunikida una taza de café que venía con unas cuantas galletas.

- ¿Es...?

- Descafeinado, no creo que tu cuerpo necesita cafeína el día de hoy.

Puede que Yosano estuviera equivocada, si esto de verdad era una cita, necesitaba estar más despierto que de costumbre.

- Las galletas son...

- De mantequilla, te gustan ¿verdad? Naomi las trajo una vez y dijiste que estaban muy buenas.

- ¿Te acuerdas de eso?

- Me acuerdo de muchas cosas y más si están relacionadas contigo.

Kunikida abrió la boca para decir algo, pero el camarero que les acababa de atender le interrumpió ofreciéndole un papel a Yosano.

- Señorita, esto es para usted.

Arqueó la ceja extrañada, pero atrapó el papel con dos de sus dedos y se dispuso a leerlo bajo la tranquila mirada de Kunikida y la emocionada de Dazai. Esperaba sorpresa, esperaba emoción, demasiadas cosas eran las que esperaba para al final obtener un rostro extraño por parte de la mujer.

- ¿Ah? ¿Qué mierda es esta?

Como si le acabaran de apuñalar, Dazai dejó de respirar.

- ¿Qué es?

- Un poema muy cutre, parece escrito por el mismo Dazai.

- Oh... - miró de reojo hacia la mesa donde los otros estaban – Que curioso.

- Mi arte... no aprecia mi arte – un pálido y shockeado Dazai se dejó caer encima de la mesa.

- Esa mujer no sabe nada, no la haga caso.

- Obviamente no iba a funcionar - comentó Atsushi en voz baja ganándose un gruñido por parte de Akutagawa.

Enfadado por las palabras dichas hacia la obra de arte creada por el dueño de sus pensamientos, Akutagawa frunció el ceño y apretó los puños con rabia.

- No perdonaré a esa mujer que no aprecia las habilidades de alguien superior como Dazai-san, arrancaré uno a uno cada pelo de su cabeza hasta dejarla calva.

- Las ideas locas déjalas para tu psicólogo.

- ¡¿Qué dices?!

- Yosano-sensei lleva hoy pendientes, no se ven bien porque su pelo tapa sus orejas, pero me he podido fijar. Ella no los lleva en el trabajo, creo que la haría feliz que Kunikida-san se diera cuenta de eso, creo...

Sin levantar su cuerpo de la mesa, Dazai giró su rostro en dirección a la mesa de los futuros padres de su sobrino, Atsushi tenía razón, Yosano llevaba pendientes, lo cual no era común en ella y el idiota de su manager no había comentado nada al respecto.

- Buena idea, Atsushi-kun.

La felicitación de Dazai al chico de cabello blanco hizo que el gótico frunciera el ceño en un claro signo de enfado.

- Putita - comentó en voz baja mientras golpeaba las piernas de Atsushi debajo de la mesa.

- Auch – se quejó por el golpe mientras ponía mala cara.

El móvil de Kunikida vibró indicando la llegada de un mensaje, se trataba de Dazai indicándole que mirara las orejas de su acompañante. Al hacerlo se dio cuenta del mismo detalle que Atsushi.

- ¿Llevas pendientes?

La pregunta sorprendió a Yosano, claro que Kunikida podía ser inteligente y capaz pero no veía posible el hecho de que se hubiera dado cuenta de ese pequeño detalle.

- Sí, así es – con elegancia puso detrás de su oreja un mechón de pelo para enseñar la pequeña joya morada que brillaba – Ranpo me los trajo de Estados Unidos. ¿Te gustan?

- Te quedan muy elegantes, no dudo de que Ranpo-san tiene buen gusto.

- Solo hay que ver el paquetote que se trajo de Estados Unidos - comentó en voz baja – Es raro que te hayas fijado en esto, ¿puedo suponer que me has estado observando muy detalladamente?

- Eh... bueno, algo así.

- Oh, eso hace que me ponga roja – los pies de Yosano chocaron con los de Kunikida en lo que para el hombre fue un choque accidental.

- Funcionó, tienes buen ojo, Atsushi-kun.

- No creo que haya sido para tanto.

- ¿Qué crees que debería comentar ahora? ¿Algo sobre sus pechos?

- N-no, mejor no hablar nada sobre sus pechos. Esto... - tras pensarlo unos momentos mirando a Yosano, Atsushi volvió a dar su opinión - El cabello de Yosano-sensei es liso pero el día de hoy se ve un poco más largo. Es posible que se lo haya planchado.

- Oh, bien visto, Atsushi-kun. Daré un premio a este gatito tan observador.

Otro elogio que hizo que las llamas de los celos en Akutagawa se avivaran. Volvió a patear a Atsushi debajo de la mesa y este volvió a protestar por el dolor, pero esta vez no se iba a quedar quieto. Le iba a devolver el golpe, solo que calculó mal y acabó golpeando la pierna de la persona sentada al lado de Akutagawa, es decir, Dazai.

- ¡AH! ¡Pero que...! ¡Ay, gatito! ¿Por qué me pegas?

- ¡Lo siento! Yo no quería pegarle a usted, quería pegarle a él - miró mal a Akutagawa.

- Eres ridículo, ¿cómo te atreves a agredir a Dazai-san? Dazai-san, no se preocupe, yo besaré su herida.

- ¿A dónde vas? - Atsushi observó atentamente como Akutagawa se metía debajo de la mesa - ¡Oye! - yendo tras él, Atsushi se metió ahí debajo también.

- ¿Por qué os metéis ahí debajo? La gente va a pensar que me estáis chupando el... mierda, no me distraigáis - volvió a enviar un mensaje a Kunikida con lo que le había dicho Atsushi. En la mesa de su manager, este acababa de leer el mensaje y parecía estar comentando lo de su pelo, cosa que hizo otra vez que Yosano se sorprendiera. Parece que Atsushi tenía un buen ojo para estas cosas.

- Dazai-san, ¿dónde le duele? ¿Es por aquí? - todavía debajo de la mesa, las manos de Akutagawa subieron más allá de su pierna.

- ¡Oye! ¡¿Se puede saber dónde estás tocando?! - Dazai se removió para librarse del agarre de Akutagawa.

- Dazai-san, si usted me lo pide... yo le complaceré usando cualquier parte de mi cuerpo.

- No hace falta y sal ya de ahí debajo.

- Ya has oído, sal de aquí, maldita zorrita.

- Está hablando de ti y deja de insultarme.

- ¿O qué? ¿Me vas a arañar? Eres ridículo - le señaló de manera despectiva con el dedo, lo que no se esperaba era recibir un mordisco de Atsushi - ¡AH! ¡¿Qué te pasa?! ¡Me has mordido!

- Gatito.

- ¡Ha empezado él!

- Me has hecho sangre. ¡Psicópata!

- Hablo el que me siguió a mi casa como un acosador.

- Maldita putita ¿se puede saber que tienes en la boca? ¿Dientes de sierra?

- No es eso, tengo los colmillos un poco largos eso es todo.

- ¿Eh...? - Dazai echó su silla un poco para atrás para ver como Atsushi enseñaba sus colmillos. Efectivamente, eran un poco más largos que unos colmillos normales, podría pensar que es tierno y que así parece un gatito, pero lo que pasó por su mente hizo que juntara las piernas nervioso y que su rostro se quedara pálido - Ugh... se me ha encogido...

- ¿El qué? - preguntó Atsushi sin entender.

- Tch, espero que no pienses dar felaciones a Dazai-san con esos cuchillos en la boca, no lo permitiré.

- No son cuchillos, son colmillos un poquito más largos que el promedio.

- ¿Poquito? ¡Si casi me atraviesas el hueso!

- ¡Exagerado!

- ¿Queréis dejar de discutir? El nacimiento del pequeño Osamu está en juego.

- Ridículo, estoy debajo de la mesa y a centímetros de su entrepierna, pero usted solo piensa en su manager miope y en la mujer del broche de mariposa. Esas personas no merecen su atención, estoy harto.

- ¿Y no podemos hablar de esto encima de la mesa?

- Dazai-san – Akutagawa separó sus piernas para quedar entre ellas, sonrojando completamente a Atsushi, ¿acaso él no sabía lo que era la vergüenza? - Si consigo que su manager miope se junte con esa mujer... usted... ¿usted podría... to... tocarme?

- ¡¿AH?! - Atsushi se sobresaltó por eso, 100% comprobado, Akutagawa no conocía la vergüenza.

Dazai miró aburrido hacia el techo. Bueno, que no fuera por no intentarlo.

- Vale.

- ¿En serio? - emocionado, salió de debajo de la mesa y se sentó más cerca de Dazai - No le defraudaré y si es así... - empezó a desabrochar sonrojado su abrigo negro – Castígueme... de la forma en que usted considere correcta.

- Y luego me llama a mí puta - comentó Atsushi en voz baja mientras salía también de debajo de la mesa.

- Haz lo que tengas que hacer y ya.

El gótico asintió con la cabeza y los dejó solos mientras desaparecía entre las mesas. Algo decía a Atsushi que, si Akutagawa iba a hacer algo, era algo malo y puede que se deba a que las pocas veces que ha visto sus acciones, estas han sido malas.

- No creo que esté bien confiar en él.

- Tampoco perdemos nada por intentarlo.

- ¿Acaso usted no ha oído lo que le ha pedido?

- ¿Mm? ¿Gatito celoso tal vez?

- Por supuesto que no.

La conversación entre Kunikida y Yosano prosiguió tranquilamente bajo la atenta observación de Dazai y Atsushi y la ausencia de Akutagawa. El gótico ya llevaba un buen rato ausente, ¿había huido? A Atsushi le parecería genial pero teniendo en cuenta el premio que tendría si tenía éxito, era un poco imposible. Miró la hora en uno de los relojes de la cafetería, Akutagawa no se merecía que se preocupara por él pero dejaría caer suavemente una indirecta por el retraso que llevaba para que Dazai hiciera algo.

- Akutagawa... tarda mucho, ¿no?

- No te atrevas a mencionarme, zorrita – como si fuera invocado, Akutagwa volvió a su sitio al lado de Dazai.

- ¿Y bien? ¿Qué has hecho? – le preguntó Dazai.

- Lamento el retaso, era necesario visitar la farmacia más cercana.

- ¿Farmacia...? – un malísimo presentimiento recorrió a Atsushi - ¿Qué has...?

- Bueno, es evidente que la pasividad del manager miope se debe a un mal flujo de sangre en su cuerpo. Además, su autoestima debe estar por los suelos al estar todos los días con alguien tan atractivo como Dazai-san.

- No había pensado lo primero y en lo segundo debo admitir que tienes razón.

- Oiga...

- Una mejora en la circulación de su sangre será suficiente para que tenga éxito.

- Pero... ¿se puede saber qué quieres decir con eso? ¿Le has comprado medicamentos para mejorar la circulación?

Akutagawa permaneció callado ante la pregunta de Atsushi, como si el chico no estuviera allí.

- ¿Me estás ignorando?

- Entonces... lo que has comprado es...

- Sildenafilo.

Dazai y Atsushi se miraron entre ellos, se habían quedado de la misma manera.

- ¿Qué es eso?

Otra vez ante una pregunta de Atsushi, Akutagawa le ignoró como si no escuchara su voz. Tuvo que ser Dazai el que peguntara otra vez.

- ¿Y eso qué es?

- Un fármaco que actúa mediante la inhibición de la fosfodiesterasa tipo 5 específica de GMP cíclico, una enzima que promueve la degradación del GMPc, que regula el flujo de sangre en el pene.

- Oye... ¿se puede saber qué has dicho?

- ¿Muchas palabras para tu cerebro de prostituta?

- Yo tampoco he entendido bien.

- Si, creo que he usado demasiados tecnicismos. Lo lamento, Dazai-san.

Atsushi le miró mal, mientras que era un borde con él, con Dazai parecía hasta un angelito.

- Usando términos más comprensibles, he comprado viagra en polvo.

La cara de Dazai cambió al entender por fin lo que había hecho el gótico aunque Atsushi parecía que seguía sin entender.

- ¿Viagra? ¿Qué es eso?

- Lo que tienen que usar los viejos que te pagan por sexo para que se les levante.

- ¡Oye!

- ¡¿Las has usado?! – algo alterado, Dazai giró el cuerpo de Akutagawa para quedar frente a frente, poniendo rojo y nervioso al chico.

- Da... Dazai-san... va... ¿va a tocarme ahora...? E-espere por favor, n-no se siente cómodo en un lugar público pe-pero... si es lo que usted desea, no puedo ir en contra de eso.

- En vez de tocarte debería azotarte.

- ¡Pe-pero eso en casa! – en lugar de asustarse por eso, Akutagawa pareció más excitado. Puede que el chico fuera masoquista.

- ¿La has usado o no?

- Esta ahí – señaló a un camarero que se dirigía hacia la mesa de Kunikida y Yosano con una taza de café.

- Está en...

- El café. ¿Mi plan no cumple con sus expectativas?

- ¿Cómo lo va a hacer? – se llevó las manos a la cara frustrado – Si Yosano-sensei ve que le surge una erección porque sí va a pensar que es un pervertido.

- Comprendo... interceptaré al camarero entonces. Necesitaré un chuchillo.

- No, mejor no hagas nada. Ya me ocupo yo.

Dazai se levantó rápidamente e interceptó al camarero, el cual no se veía muy dispuesto a no servir la taza solo porque se lo pidiera. ¿Qué opciones tenía? ¿Decirle la verdad? Un gótico obsesionado conmigo a metido viagra en el café para que mi manager se acueste con una mujer. Bastante difícil de digerir, ante esto, solo queda una opción. Arrebató el café de la bandeja ante la queja del camarero y se lo bebió entero de un solo trago.

- Kunikida-kun... me debes un favor demasiado grande – dejó la taza vacía en la bandeja.

Próximamente, en los pantalones de Dazai, iba a surgir un pequeño gran problema. 

Las normas siempre habían ayudado a Kunikida, cuando no sabía que decisiones tomar siempre se preguntaba lo mismo. ¿Qué es moralmente correcto? Ahí estaba la solución a todo. Nunca tendría que tomar decisiones complicadas si se apoyaba en eso y lo más importante, no debería cargar con las consecuencias de sus actos porque todo lo que haría sería, en principio, correcto. El mundo ya tiene sus propias leyes, solo hay que seguirlas, eso es todo. No era necesario dudar nunca, sin embargo, ahora sí lo era.

Aunque no lo pareciera, Kunikida tenía un problema en lo que se refiere a relaciones sociales. Lo único que él haría sería actuar formalmente con todo el mundo, porque así es como debe actuar un hombre de bien. No diría esto en voz alta y mucho menos lo reconocería nunca, pero tenía algo de envidia de Dazai. Él no se guiaba por la moral o la ética, hacía lo que quería, porque le surgía espontáneamente. Una lástima que él no pudiera ser capaz de hacer eso.

Laboralmente podría ser el mejor pero debido al exceso de moral, era un desastre en relaciones sentimentales, ya que sobre el amor no hay nada escrito. La primera vez que vio a Yosano la ayudó simplemente por eso, por la ética y la moral, no era correcto dejar que unos borrachos acosaran a una chica. Creyó que hasta ahí iría todo, pero la mujer volvió a aparecer delante de él en el trabajo, descubriendo ahí que Yosano Akiko no era para nada una damisela en apuros. Seria y responsable, pero con un lado informal y libre, como una mariposa que no se deja atrapar en el cielo. La mujer era como una mezcla perfecta de virtud y libertad, todo lo que podía desear Kunikida en su vida, pero el gran problema era ¿qué normas de la sociedad te pueden ayudar si estás enamorado?

- ¿Kunikida? - la voz de Yosano le despertó de sus pensamientos - ¿Estás bien?

- Sí, no ha sido nada. Estaba en mi mundo, supongo.

- Oh... ¿Kunikida Doppo distrayéndose? Nunca creía que viviría lo suficiente para ver eso, venga, venga, ¿en qué pensabas?

- No es nada.

- ¿Puedo adivinarlo? Mmm... creo que diré... - pinchó con uno de sus dedos la mejilla del más alto - ¿Una mujer?

- ¿Q-qué?

- Vaya, puede que haya acertado. No sé quién será, pero un consejo, no es nada correcto pensar en otra mujer cuando ya tienes a una hermosa señorita al lado.

- Yo... ejem, no hacía eso.

- Ya.

Yosano le miró de reojo con una sonrisa. Después de haber estado en la cafetería, había conseguido convencer a Kunikida para caminar por un parque cercano. Milagrosamente el hombre no se había negado.

- ¿Te importa que nos sentemos? Me duelen un poco los pies.

- Ah, sí, por supuesto.

Yosano intentó sentarse en un banco cercano, pero Kunikida agarró su brazo impidiéndoselo.

- ¿Qué ocurre?

- Tu ropa se manchará, permíteme - de su bolsillo se sacó un pañuelo de tela y lo puso sobre el banco. Para él esto era algo normal, permitir que la ropa de una dama se manchara no está bien visto pero para Yosano fue un detalle muy tierno y único. Pocos hombres, por no decir ninguno, eran tan atentos.

- Gracias – aceptando el educado detalle, Yosano se sentó sobre el pañuelo de tela encima del banco.

A lo lejos y ocultos en unos arbustos, estaban los tres espías de la cita. Atsushi observaba enternecido la acción de Kunikida mientras Akutagawa lo miraba con aburrimiento.

- Kunikida-san es todo un caballero.

- ¿También le quieres zorrear a él?

- No he hecho eso con nadie – se dio la vuelta para mirar a Dazai sentado en el césped, su camisa tenía algunos botones desabrochados y su rostro estaba empezando a ponerse rojo - ¿Qué tal se encuentra?

- Ah... no sé, ¿cu-cuánto tarda esto en hacer efecto?

- Entre 30 y 60 minutos - respondió Akutagawa.

- ¿Y-y dura...?

- Creo que depende de la persona, pero... el efecto podría alargarse durante cinco horas.

- Ah, genial, voy a caminar con una erección hasta que me vaya a la cama, perfecto.

- Lo siento.

Atsushi miró sorprendido a Akutagawa. ¿Había oído bien? ¡Había pedido perdón! ¿Era esto un suceso que solo pasa cada mil años? Verle disculparse es más raro que ver un unicornio.

- Como ha sido mi culpa... de-debería hacerme cargo – Akutagawa gateó hasta llegar hasta donde estaba Dazai, posó una mano en su pierna y empezó a subirla lentamente – Y-yo... ha-haré lo que sea por Dazai-san, to-tómeme de la manera que usted considere más satisfactoria. No le negaré nada.

- ¡Para ya! - Atsushi tiró del chico haciendo que cayera hacia atrás - Dazai-san lo está pasando mal, déjale en paz.

- Tch, maldita puta.

- ¡No soy yo el que se acaba de ofrecer para tener sexo!

- ¡Al contrario que tú, yo tomo responsabilidad por mis actos, por eso quiero encargarme de la calentura de Dazai-san!

- ¡Si fueras responsables con tus actos, me arreglarías la pared!

- ¡Tú y tu estúpida pared, olvida el pasado ya!

- ¡Pero serás...!

Dazai se abanicó con la mano, de verdad que se merecía que Kunikida le pusiera su nombre a su hijo. ¿No era consciente de lo mal que lo iba a pasar ahora mismo? Mientras se seguía abanicando, desvió la mirada para ver a Akutagawa y Atsushi discutir. Ahora que miraba bien al gótico ¿siempre había estado tan delgado? Debe ser muy fácil levantarle para ponerle encima y...

- Oh, mierda...

¿Acababa de tener un pensamiento inadecuado con Akutagawa? La viagra sí que era potente entonces.

- Dazai-san – la voz de Atsushi le trajo de nuevo a la realidad, estaba delante de él con un rostro preocupado. Ahora que miraba bien al chico ¿siempre había tenido los labios tan brillantes? Se verían perfectos rodeando su...

- Oh, mierda... ese pensamiento me ha gustado, pero ahora no es buen momento.

- Su rostro está rojo, ¿deberíamos ir a por agua?

- Y-yo le puedo dar agua directamente en la boca.

- Tú cállate que bastante has hecho por ahora.

- ¿Qué?

- ¡Lo que oyes!

Los dos chicos se pusieron de pie para pelear, ¿cómo se les ocurría hacer eso? De pie y a gritos, a este paso Yosano los vería.

- Dejad de discutir - él también se puso de pie para detener la nueva pelea de perros y gatos que se iba a desatar, pero no contó con que los chicos se empujaran entre ellos y acabaran chocando ambos contra Dazai, cayendo los tres al suelo.

- Ay... Dazai-san, ¿está usted bien?

- ¡Dazai-san! ¿Qué le ha hecho esta gata de peinado asimétrico?

- ¡Oye!

Dazai intentó levantarse, pero le resultó imposible al darse cuenta de que tenía a ambos chicos encima. Nunca le pasaban estas cosas, ¿le tenía que pasar cuando estaba sufriendo los efectos de una viagra?

- Chicos...

- ¿Tienes que ser siempre tan bruto? - preguntó un enfadado Atsushi apoyando sus manos en el pecho de Dazai y acercando su rodilla sin darse cuenta a la entrepierna de este.

- ¿Tienes que ser siempre tan puta? - Akutagawa se apoyó encima del mayor de la misma forma que Atsushi y al igual que él, acabó acercando su rodilla hacia su entrepierna.

- Ey...

- Eres un maleducado.

- Y tú una meretriz de bajo sueldo.

- Pues sabes qué, yo al menos tengo cejas – la rodilla de Atsushi acabó chocando con la entrepierna de Dazai, causando un roce que puso al mayor la piel de gallina.

- Gatito...

- Tch, también tienes una lengua sucia para las felaciones y unos dientes como cuchillas para arrancar un pene – Akutagawa echó inconscientemente la rodilla hacia delante, chocando también su rodilla contra la entrepierna de Dazai, provocando un roce que, aunque no quisiera, era placentero al estar sufriendo los efectos de la viagra – No quiero verte cerca de la entrepierna de Dazai-san.

- Akuta... 

- Si a su entrepierna ya estás pegado tú todo el día.

- Chicos...

- ¿Cómo?

- ¡Pues que en la cafetería bien que te habías metido debajo de la mesa!

- Oye...

- ¡Para besar la herida que le hiciste con tu patada de furcia!

- Hey...

- ¡Al que quería dar la patada era a ti!

Continuaron discutiendo e insultándose encima de Dazai, sin ninguna intención de levantarse y continuando rozando su entrepierna. La viagra había empezado a hacer efecto, su erección se estaba levantando y no ayudaba estar siendo torturado por las rodillas de los chicos y sus pensamientos se estaban yendo de su control. ¿Había sido siempre el cuello de Atsushi tan pálido? Podría quedar adornado perfectamente con un par de marcas. Podría ponerle a cuatro patas y hacerle maullar como el gatito que sabía que era. Le premiaría con un montón de leche, eso que no le falte a su gatito. Esos pensamientos con Atsushi no le molestaban, lo que sí le molestaba era la razón por la cual los estaba teniendo. Además, un parque no era el lugar perfecto para estar poniéndose cachondo.

- Chicos... - intentó llamarlos una vez más, pero seguían ignorándole. A este paso su problema seguiría creciendo, literalmente – Hey... Ryu... Ryunosuke...

- ¡¿Qué?! - Akutagawa dejó de prestar atención a Atsushi al haber sido llamado por su nombre – Da-dazai-san... ¿q-qué ocurre? - preguntó emocionado y con un sonrojo en sus mejillas.

- Ro... dillas...

- Está muy rojo, ¿está teniendo ya los efectos? - Atsushi tocó su frente preocupado, efectivamente estaba caliente – Puede que lo mejor sea llevarle a casa ¿no?

- ¿Tú? ¿Llevarle a casa tú? No puedo dejar a Dazai-san en tus manos, te aprovecharías de su condición y harías que te profanara en el callejón más cercano. Sé que te mueres de ganas porque Dazai-san te toque, porque... porque te desnude... t-te e-estampé contra... contra la pared y te lo haga como... como si no hubiera un mañana.

- Oye.

- Que te ate a la cama... y te haga suplicar por más.

- ¡Oye!

- Mientras suplicas... suplicas porque Dazai-san te penetre. Al final seréis solo dos cuerpos sudorosos, jadeantes y ansiosos de seguir disfrutando del pecado de la carne... - dejó de apoyarse en Dazai para recostarse encima de él - Sus embestidas serían tan potentes que no podrías pensar en otra cosa...

- Por favor... - Dazai miró hacia el cielo – Solo quiero que os levantéis.

- No puedo... - las manos temblorosas de Akutagawa se aferraron a la ropa de Dazai – No con usted en estas condiciones... si solo dejase que... - una de sus manos empezó a bajar lentamente hacia la entrepierna del mayor – Que yo calmase su calor...

- ¡Para ya! - Atsushi detuvo su mano para mirarle mal - ¿No puedes controlar tu perversión ni en un lugar público?

- ¡No me toques! - se libró de su agarre bruscamente – Me das asco.

- Tú también me estás empezando a dar un poco de asco.

- Ja, ya te gustaría ser yo. Después de todo, mi cuerpo es el único que puede complacer a Dazai-san.

La paciencia de Atsushi se estaba acabando ya. No podía, simplemente no podía con Akutagawa. ¿Se podía hablar con él? No, con él solo se comunicaba mediante insultos y golpes. Ni siquiera en esta situación era capaz de comportarse.

- Déjale en paz – Atsushi también se recostó en el pecho del mayor y empujó a Akutagawa - Le estás molestando.

- ¡El único que molesta eres tú!

Los chicos empezaron a empujarse pegados al cuerpo de Dazai, lo cual no ayudó en nada a la creciente erección en sus pantalones. El calor corporal de ambos y los roces contra su entrepierna que ahora eran más fuertes. ¿Podía empeorar más la cosa? Sí, sí podía.

- Tu cuerpo paliducho y demacrado de zorra hambrienta no duraría ni un asalto con Dazai-san. En cambio, el mío, entrenado cada día, podría complacerle de cualquier manera. Mírate un momento y luego a mí. Mis medidas perfectas dejan tu asqueroso cuerpo por los suelos. Mi cintura de 21 centímetros tiene la medida perfecta para ser tomada por las manos de Dazai-san y mis caderas de 43 tienen el suficiente aguante para soportar una noche de amor y pasión.

Atsushi enrojeció, ¿de verdad se había puesto a decir sus medidas en voz alta? Bien, pues a eso podían jugar dos.

- Para decir que mi cuerpo es demacrado, parece que tengo más carne que tú y eso que no hago ningún entrenamiento específico. Mi cintura es de 55 centímetros y mi cadera de 87 – una sonrisa de autosuficiencia apareció en su rostro ante la expresión de enfado de Akutagawa - ¿Qué? ¿De quién dices que es el cuerpo demacrado y paliducho?

Dazai pestañeó confuso con el rostro todavía rojo por los efectos de la viagra. ¿Le acababan de decir sus medidas? Unos datos perfectos para que su erección siguiera aumentando y doliendo. Bajó sus manos hacia los cuerpos pegados al suyo, pero se detuvo a escasos centímetros de tocarlos. Bastante estaba sufriendo con ellos restregándose encima de él, si los llegaba a tocar puede que no fuera solo para apartarlos.

- ¿Qué hacéis? - Naomi apareció delante de ellos mirando la escena algo confusa con su hermano detrás.

- ¿Eh...? ¡Na-nada! - Atsushi se apartó de un salto, Akutagawa acabó haciendo lo mismo, aunque algo molesto por la aparición de los hermanos.

- ¿Qué le pasa a Da...? - la pregunta de Junichiro se quedó sin terminar al ver el bulto levantado en su entrepierna. Ante esto tapó los ojos de Naomi y miró a cualquier lado menos a Atsushi – Pe-perdón, ¿he-hemos interrumpido?

- ¡N-no!

- Sí.

- ¡Akutagawa!

- No es... lo que parece... - Dazai se sentó con las pocas fuerzas que le quedaban y se quedó mirando las piernas de Atsushi – La situación es muy caliente, perdón, complicada. Mi misión era vigilar la cita de Kunikida-kun pero por cuestiones de la vida, me he tomado una viagra y... - ahora su mirada fue hacia Akutagawa – Estoy cachondo...

- Ah... comprendo...

Mentira, Junichiro no comprendía, ¿cómo narices habían acabado estos así?

- ¿Cita? - Naomi quitó las manos de su hermano de sus ojos y se asomó detrás del arbusto que les tapaba. Tuvo que tapar su boca por la sorpresa de ver a Kunikida y a Yosano juntos y sentados en un banco – Una cita entre Kunikida-san y Yosano-sensei... ¡Me encanta! Pero... - se giró triste para mirar a su hermano – Onii-sama... lo siento.

- ¿Mm? ¿Por qué?

- ¡Onii-sama! - Naomi abrazó con fuerza a su hermano – No te hagas el fuerte, sé que estás controlando tus celos y tu tristeza. Soy consciente de tu deseo y atracción por Kunikida-san, sé que tienes sueños húmedos en los que te penetra por ser un mal chico.

- Naomi...

- Ese fetiche que tienes con hombres más mayores que tú es encantador, onii-sama. Como tu preciada hermana, nada me haría más feliz que un buen hombre bien dotado te profanara hasta que te olvidaras de tu nombre.

- Naomi...

- ¡Pero debes ser fuerte! Aunque tu amor por Kunikida-san es imposible, hay muchos peces en el mar. ¿No acaba de decir Dazai que está cachondo? Podéis intentar tener un romance lleno de amor y de sexo hasta altas horas de la madrugada.

- ¡¡NI SE TE OCURRA!! - Akutagawa empezó a gruñir amenazadoramente como si se tratara de un perro.

- ¡S-son solo cosas de Naomi! - se justificó asustado por el aura asesina de Akutagawa – No me gusta nadie, ni Kunikida-san ni Dazai.

- Más te vale, como me llegase a enterar de que piensas en él de manera sucia... - frunció el ceño con rabia – Te mataré.

Un escalofrío recorrió a Junichiro, estaba empezando a tener la duda de si Akutagawa había matado de verdad a alguien que se acercara a Dazai.

- Entonces, ¿habéis estado vigilando su cita? - se interesó Naomi.

- Claro, soy el ángel guardián de Kunikida-kun - echó su pelo hacia atrás debido al calor que estaba teniendo – Pero me temo que ahora no estoy en la mejor de las condiciones para vigilarle, mi mente... solo puede pensar en una cosa ahora mismo.

- En ese caso, ¿le parece bien que intente ayudar yo? - Naomi se ofreció, asustando a su hermano, ¿ofrecerse a qué exactamente?

- Mm... Naomi-chan, creo que eres demasiado joven para que tú y yo...

- Me refería a ayudar a Kunikida-san y a Yosano-sensei, la viagra de verdad que le está haciendo mal – se volvió a asomar para mirar con cariño a la pareja – El escenario es perfecto, pero si fuera por la noche sería todavía más bonito. Ah... un escenario oscuro en el que Kunikida-san sucumbe a sus deseos más primitivos y posa su mano en la pierna de Yosano-sensei, diría algo así como "Akiko-chan, llevo tanto tiempo conteniéndome" y Yosano-sensei respondería "Doppo-san, nunca le he visto tan atrevido" "Es por ti, cariño" "Ahh~, Doppo-san~" - volvía su voz grave para imitar a Kunikida y más aguda para cuando imitaba a Yosano, ganándose miradas confusas de su hermano y de Atsushi.

- La pierna de Yosano-sensei... ah... me siento un pervertido por lo que acabo de pensar.

- No es su culpa – Atsushi miró mal a Akutagawa – Es de él.

- ¿Qué dices?

- ¿No me oyes? ¿Te faltan cejas y además capacidad auditiva?

Viendo que los chicos estaban a tres segundos de lanzarse a tirarse de los pelos, Dazai se puso en medio e intentó separarlos con las manos, pero se contuvo de tocarlos. Concentración, paz, debía pensar en cualquier cosa menos en anatomía humana.

- ¡Dazai-san! - Akutagawa sostuvo la mano que estaba a punto de tocarle y la pegó a su pecho, complicando así el autocontrol de Dazai - Sé que ahora mismo cualquier pensamiento o piel expuesta es demasiado para usted, pero quiero que sepa que yo no tengo ningún problema en entregarme aquí mismo.

- ¡Pero bueno! ¡¿Acaso eres una perra en celo?! - Atsushi también tomó la mano de Dazai pero lo hizo para apartarle de Akutagawa, haciendo que sus cuerpos chocaran y volviera a ponerle en su límite.

- De... dejadlo... - con la poca fuerza que le quedaba, Dazai se apartó de los dos chicos y se acercó hasta los Tanizaki - ¿Qué... qué tienes pensado?

- Mm... - Naomi miró hacia un lado con tal de evitar mirarle en su situación actual – Creo que... una casual caída romántica estaría bien.

- ¿Caída romántica? - Atsushi y Junichiro se miraron sin entender.

- Sí, ya sabéis. Una caída torpe en la que Kunikida-san cae encima de Yosano-sensei. La suavidad del césped, los repentinos aspersores que se encienden y mojan sus ropas... ¡El escenario en el que Kunikida-san mira hacia abajo y se da cuenta de que ahí está la mujer con la que se quiere casar! Aunque mi onii-sama llora y se toquetea en silencio...

- Naomi...

- ¡Es el escenario perfecto para un beso!

Dazai se cruzó de brazos para pensárselo.

- Parece una buena idea.

- ¿A que sí?

- ¿Y cómo harías para que se cayeran?

- Oh, de eso te ocupas tú - Naomi sonrió a Dazai aunque este no se la devolvió - Venga, es trabajo en equipo, ¿no?

- La idea es tuya.

- Y la ejecución tuya - levantó el pulgar en señal de aprobación - Trabajo en equipo.

- Oye...

- Mi onii-sama y yo les atraeremos hasta aquí, vosotros causad la caída ¿vale?

- Podrías al menos decirnos como...

- ¡Trabajo en equipo! - Naomi se despidió emocionada con la mano arrastrando a su hermano con ella.

Dazai se quejó por lo bajo, ¿De verdad cree Naomi que en sus condiciones es capaz de pensar bien con la cabeza? Ahora mismo solo le funcionaba una cabeza y no era la correcta.

- ¿Qué deberíamos hacer? - Atsushi le preguntó completamente seguro de que obtendría una idea, pero la cara de Dazai no era buena.

- Bien, ejem, primer paso del plan: contarme cómo es vuestra ropa interior hoy.

- ¡Dazai-san!

- Negra y casi transparente.

- ¡No le contestes!

- Lo siento, gatito, pero mi mente únicamente puede pensar en eso ahora mismo - volvió a abanicarse con su mano - ¿Cómo se le ocurre a Naomi pedirme que piense ahora? - se levantó del suelo y fue a sentarse a un banco cercano – Veamos... si en la caída se rompiera uno de los botones de su camisa... y se dejaran ver sus pechos... No, no, es la futura madre de mi sobrino, me siento sucio al pensar de esa forma.

Akutagawa bajó la mirada sonrojado y jugó un rato nervioso con sus dedos. Tras pensarlo durante un rato, levantó la mirada decidido. Venciendo la vergüenza que solo le surgía ante Dazai, se subió encima de este, alertando a Atsushi y llamando la atención de Dazai.

- ¡¿Qué haces?! - protestó sonrojado Atsushi.

- La condición actual de Dazai-san... es debido a un acto erróneo de mi parte. Y-yo... de-debería arreglarlo...

Aunque Dazai intentó protestar, su boca se cerró al sentir como las caderas del chico se movían de atrás hacia delante, rozando su entrepierna y, en su situación actual, causándole una sensación demasiado placentera.

- ¿E-es de su agrado...?

Dazai se mordió el labio, no podía contestarle porque Akutagawa se montaría una película extraña en su cabeza sobre que le ama con locura o algo así cuando toda su excitación era causada por la viagra.

- ¿Q-qué haces? - volvió a preguntar Atsushi más avergonzado todavía.

- La mente de Dazai-san está ahora mismo nublada porque solo puede pensar en una cosa. Si consigo que se libere, volverá a pensar igual que antes.

- ¿Qué se libere...? - miró nervioso alrededor, no había nadie, pero el pervertido de Akutagawa no se había parado a comprobar eso antes de subirse encima de Dazai – Si se libera... ¿podrá pensar en cómo ayudar a Kunikida-san...?

- ¿A quién?

Atsushi le miró mal.

- Tú no estás haciendo esto para ayudar en la cita.

- Ah~ - Akutagawa tapó su boca al volver a moverse encima de Dazai – Q-que usted no me aparte... es un privilegio para mí.

- Si es por ayudar a Dazai-san...

Atsushi caminó hacia el banco en el que estaban los dos y al igual que Akutagaw, se subió encima de Dazai, sorprendiendo a este último y enfadando a Akutagawa.

- ¿Qué haces, perra?

- Ayudar a Dazai-san.

- Eso ya lo estoy haciendo yo.

- Tú lo haces solo por ti.

- ¡Quítate de encima!

- Si esta situación es dolorosa para Dazai-san, entonces quiero ayudarle.

- Le ayudarías perdiéndote en tu casa al borde del derrumbamiento.

- Pues tú le ayudarías dejando de acosar a las personas que respiran a su lado.

Otra discusión más empezaba entre ellos, pero esta vez Dazai ya no tenía fuerzas para detenerla. Necesitaba calmar la situación por la que estaba pasando porque su mente ahora solo podía pensar en una cosa y lastimosamente, así no iba a ir a ningún lado. Aunque sabía que tendría problemas si los llegara a tocar, su mente ya no podía pensar, había dejado completamente ese trabajo a su entrepierna así que, siguiendo sus órdenes, puso una mano en las caderas de cada chico, haciendo que estos le miraran.

- Hacedlo... los dos.

- ¿Eh?

- ¡No! - el gótico fue el primero en quejarse - ¿Por qué esta gata? Yo soy suficiente para satisfacerle.

- ¡Hacedlo los dos y ya! - su grito hizo estremecer a los chicos, mirándole bien, no estaba en la mejor de las condiciones. Su pelo castaño estaba revuelto, su rostro rojo y su mirada se veía algo nublada.

A Atsushi no le gustaba verle en esas condiciones así que, decidido a ayudarle, buscó apoyar su mano en su hombro, pero los brazos de Akutagawa rodeando el cuello del castaño se lo impidieron. Tras dedicarle una mala mirada con sus ojos negros, ocultó su rostro en el cuello del mayor y comenzó a mover sus caderas.

- S-si es una petición de Dazai-san... n-no puedo negarme.

- Lo siento, gatito – tras disculparse impulsó las caderas de Atsushi hacia delante, poniendo a este un poco nervioso - Muévete tú también.

Atsushi asintió tímidamente con la cabeza y empezó a moverse encima de él al igual que el chico que estaba a su lado. No pudo evitar ponerse más rojo al recordar el momento de Ranpo enseñándole con la almohada. Esto era casi lo mismo que hacerlo con la almohada solo que se restregaba encima de uno de los hombres más sexis que había visto y que además era su compañero de trabajo.

Sinceramente no sabía cómo estar, si excitado, avergonzado o nervioso por si alguien los pudiera llegar a ver. Sus manos temblorosas se engancharon a la camisa del castaño y continuó moviendo tímidamente sus caderas. Agradecía que Akutagawa hubiera ocultado su rostro, no se podía concentrar si le viera la cara.

- ¿Me-mejor...? - preguntó tímidamente y evitando mirarle a los ojos, el Dazai sonrojado y acalorado se veía extrañamente sexy.

- S-sí, se-seguid... - todavía con el rostro de Akutagawa oculto en su cuello, se echó hacia delante para descansar su propia cabeza en uno de los hombros de Atsushi – Ga-gatito... s-si te incomoda niégate pero... ¿pu-puedo tocarte? Un poco, solo un poco.

- ¿Tocarme? - miró alrededor para asegurarse que seguía sin pasar nadie - ¿Dónde?

La mano de Dazai que se encontraba en su cadera bajó un poco más abajo, haciendo saber a Atsushi con eso a qué se refería.

- Y-yo... ¿e-eso le ayudaría? - sintió como Dazai asentía con la cabeza – Entonces... supongo que está bien.

- Akutagawa...

- Lo que en verdad adoro es complacer a Dazai-san, así que, si usted siente la necesidad de tocarme, no me quejaré de ninguna manera.

Aunque su calentura le pedía ahora mismo apretar ambos traseros, el permiso de Akutagawa le supo de alguna manera amargo. Cierta personita de cabello naranja estallaría por los celos si se enteraba de lo que estaba a punto de hacer con el gótico.

- Lo siento por esto... - sus manos apretaron con fuerza las retaguardias de los dos chicos, causando que Akutagawa se pegara más a su cuerpo y Atsushi cerrara los ojos con fuerza.

Era la primera vez que Atsushi se restregaba encima de alguien y ya sea por la vergüenza de estar haciendo lo que hacía o por sentir la mano de Dazai en su trasero, no era capaz de abrir los ojos. Ni si quiera sabía cómo iba a mirar al castaño después de esto. Por dios, iba a tener que seguir trabajando con él después de lo que estaba haciendo ahora mismo. Tenía que mantener sus ojos abiertos para asegurarse de que nadie les veía pero era imposible. Abrió la boca para al menos decirle a Dazai que estuviera atento a las demás personas pero de su boca no salió lo que esperaba.

- Ah~ - tapó rápidamente su boca al darse cuenta de que había gemido. La frente de Dazai se despegó de su hombro, mirándole de manera divertida – N-no quería...

- Sigue un poco más... creo que eso hará que acabe antes.

- Pe-pero... - volvió a tapar su boca cuando otro gemido casi sale de sus labios. Sus piernas estaban empezando a temblar, dudaba de que si se levantaba ahora pudiera caminar normal, sus piernas se desplomarían al levantarse de encima del mayor.

- Dazai-san... - Akutagawa habló con su rostro todavía oculto - ¿E-es satisfactorio para usted?

- S-sí... - respondió algo incómodo, el 99% de su mente podía estar perdida en la calentura pero el 1% restante era consciente de que el acoso del gótico hacia su persona iba a aumentar después de esto – Pero no lo hago porque yo...

- ¡Dazai-san! - el chico se despegó de su cuello y atrapó con sus manos el rostro del castaño. Sí, sus sospechas eran ciertas, no debía haberle pedido esto a Akutagawa – Pu-puedo... ¿verdad?

- Oh... no...

Atsushi miró hacia Akutagawa, sus movimientos encima del castaño se detuvieron al ver como lo que iba a hacer el chico era besar a Dazai.

- ¿Qué estás haciendo? - empezó a tirar de su mejilla, cabreándole en el acto.

- Tch – aprovechando que tenía la mano de Atsushi cerca, la mordió como venganza de lo que pasó en la cafetería.

- ¡Ay! ¡¿Pero qué te pasa ahora?!

- ¡Cállate! Es una venganza por tu mordisco de zorra de antes.

- Dazai-san no te ha pedido ningún beso.

- No hace falta, tú no te enteras ¿verdad, estúpido? Mi conexión con Dazai-san es tan profunda que entiendo lo que quiere sin necesidad de palabras.

Atsushi intentó protestar, pero Akutagawa volvió a intentar besar a Dazai, para librarse, este echó la cabeza hacia atrás.

- ¿Eh...? Oh, mierda, la caída - al acordarse por fin de por qué estaban allí, Dazai buscó con la mirada el banco en el que estaban Kunikida y Yosano, este ahora se encontraba vacío - Mierda, levantaos.

- No puedo... - Atsushi apartó la mirada – Me tiemblan las piernas.

- No me levantaré hasta besar a Dazai-san.

- Mierda... - la calentura de Dazai pareció ponerse en segundo plano cuando vio como Kunikida y Yosano se acercaban paseando cerca de ellos, parece que Naomi lo había conseguido, quien no había cumplido su parte era él.

Viendo que Atsushi no podía levantarse y que a Akutagawa no le daba la gana, volvió a apretar los traseros de los chicos, pero esta vez con la intención de levantarlos. Consiguió ponerse a duras penas de pie mientras los sujetaba, pero bastó con dar un solo paso para que acabara cayendo con ellos al suelo.

- ¿Lo has oído? - Yosano arqueó una ceja confusa.

- ¿El qué?

- No sé... ¿Dazai?

- ¿Qué? - escuchar nombrar a su representado le hizo temblar – N-no, que va, puede que te lo hayas imaginado, ¿exceso de trabajo tal vez?

- ¿Tú me estás hablando de exceso de trabajo? - dejó escapar una risa por eso para después seguir caminando con Kunikida aunque con la duda todavía de haber escuchado la voz de Dazai.

Dazai suspiró aliviado cuando los escuchó irse. Había aterrizado bien, con las rodillas y las manos en el suelo, aunque no sabía decir si los otros dos habían caído igual de bien. Al contrario que él, Atsushi y Akutagawa habían caído de espaldas y para mala o buena suerte, las rodillas de Dazai habían acabado entre las piernas de cada chico.

- ¿Estáis bien?

- S-sí...

- ¿Dazai-san se encuentra bien? - preguntó Akutagawa, más preocupado por el estado del castaño que por el suyo.

- Sí - suspiró cansado, él ya casi estaba, solo un poquito más y el calor que tenía dentro se habría liberado pero mejor que se relaje y vaya pensando en hundir la cabeza en el agua de una fuente para deshacerse del calor – Vamos a levantarnos antes de que llegue Naomi y... - movió las rodillas hacia delante para tener un mejor punto de apoyo a la hora de levantarse, pero no contó con la cercanía de las entrepiernas de ambos chicos.

- ¡Ah~! / ¡Ah~! - un gemido se escapó de las bocas de ambos chicos y fue la gota que colmó el vaso para Dazai.

- Ah... mierda... creo que... ya acabé.

- ¿Qué hacéis? - Naomi llegó algo enfadada a la escena, al ver como Dazai estaba en el suelo con los otros dos debajo, frunció el ceño - ¡La caída era para Kunikida-san y Yosano-sensei, no para vosotros!

- ¿Estáis bien? - preguntó Junichiro.

- Tengo... que ir al baño - pidió Dazai y ante su apariencia exhausta, no fueron capaces de negárselo.

Yosano miró extrañada hacia atrás, puede que se lo hubiera imaginado, pero también puede que no. Aunque debido a su trabajo, se consideraba una experta en reconocer ese sonido.

- Oye, ¿no acabas de escuchar a alguien gemir?

- ¡¿Eh?! ¡N-no, no creo! - Kunikida empezó a sudar, esperaba que ese ruido no hubiera sido causado por ciertas personitas que le seguían - Además, es un parque, ¿quién es el degenerado que se iba a poner a hacer algo así aquí?

- Dazai - contestó sin dudar.

- ¡¿EH?!

- A él si le veo capaz de hacer estas cosas en un lugar público, pero tú... ¿dónde harías estás cosas, Kunikida?

- ¿Estas cosas? N-no sé, no creo que sea éticamente correcto hacerlas en un lugar público.

- Ya, pero... es un poco excitante ¿no? - Yosano le dedicó una sonrisa traviesa, poniéndole nervioso, cosa que disfrutó la mujer – Supongo que el morbo de estas situaciones está en que te pillen con las manos en la masa.

- Yo... no veo ningún morbo a eso.

- Ya lo suponía, después de todo eres el serio y estricto Kunikida Doppo. Hacer cosas impuras no está en tu libreta.

- Por supuesto que no – para limpiar el sudor que le estaba causando esta extraña conversación con Yosano, Kunikida metió la mano en el bolsillo trasero de su pantalón con la esperanza de encontrar un pañuelo de papel. Lo consiguió encontrar y sacar, pero algo cayó al suelo cuando hizo esto.

- Kunikida, se te ha caído... - Yosano se agachó para recoger lo que se le había caído al hombre, pero se detuvo al ver de qué se trataba.

No dijeron nada por un rato mientras ambos observaban los preservativos tirados en el suelo. Ante la proximidad de un chico montando en su bicicleta, ambos se lanzaron a recogerlos del suelo, evitando así que se viera lo que era. Kunikida consiguió recoger casi todos, pero dos de ellos acabaron en las manos de Yosano.

- Vaya...

- ¡No es lo que...!

- Placer prolongado - leyó el tipo de preservativo que tenía en la mano - ¿Te gustan de este tipo?

- ¡No son míos!

- Son de un amigo ¿no? Kunikida, no somos dos adolescentes – le tendió los dos preservativos y este los ocultó en sus bolsillos rápidamente - Pero ¿por qué los has traído? ¿Pensabas que fuéramos a algún sitio más...? - se acercó más hacia él, poniéndole nervioso - ¿Íntimo?

- N-no, es un error - intentó apartar la mirada para que sus ojos no le traicionaran perdiéndose en su escote o en sus largas piernas tapadas por las medias.

- Comprendo – su mirada fue hacia un baño público cercano - ¿Te importa esperarme aquí un momento? Vuelvo en seguida.

- Claro.

Una vez dentro del baño público, Yosano se situó delante de los espejos, su flequillo estaba tapando sus ojos hasta que levantó el rostro de repente dejando ver su rostro rojo. Tras soltar un grito ahogado y con él toda su emoción, se tranquilizó un poco y sacó su móvil y un pintalabios rojo. Mientras esperaba que la persona a la que llamaba cogiera la llamada, empezó a pintar sus labios los cuales habían perdido un poco de color.

- ¿Yosano? ¿Qué tal todo? - la voz de Ranpo fue la que sonó al otro lado.

- Mejor de lo que esperaba, ¿sabes qué se le acaba de caer de los bolsillos a Kunikida?

- Mmm... ¿su libreta?

- Mucho mejor - apartó el pintalabios de su boca al no poder controlar su sonrisa – Condones.

- ¿Qué...? ¡Ja! ¿Estás segura de que era Kunikida?

- ¿Cómo no voy a saber con quién he quedado? Dios, no me esperaba que llevara eso.

- ¿De qué tipo?

- Placer prolongado.

- Wao, hoy tienes visita ahí abajo, Akiko. ¿Dónde estás ahora mismo?

- En el baño de un parque, me estoy volviendo a pintar los labios, el color se me ha ido.

- ¡Pero Yosano! Deja el sexo oral para la segunda cita.

El comentario de Ranpo, causó una risa en Yosano.

- No me los estoy pintando por eso.

- Entonces, ¿todo está yendo bien?

- Sí pero... - miró su reflejo en el espejo algo descontenta – Te va a sonar raro, pero no me puedo sacar a Dazai de la cabeza.

- ¿En serio, Akiko? ¿Un trío? No, no te juzgo por eso, pero... ¿Dazai? ¿Te has dado un golpe en la cabeza o algo?

- No me refería a eso, es que... en la cafetería algún pervertido me dio un poema muy cutre y me recordó a él. Luego me pareció verle por el parque y... escuché gemidos.

- ¿Gemidos?

- Sí y gemidos que creo reconocer, después de todos los escuchó en el estudio. Parecían los gemidos de Atsushi y Akutagawa. ¿Tú qué opinas?

- Tienes un don si sabes identificar a la persona que gime.

- Pues claro, por quien me has tomado.

- Pero puede que te esté traicionando la mente, estás nerviosa porque vas a tener sexo después de muuuuuuuuuuuucho tiempo.

- Ranpo.

- Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuucho tiempo.

- Deja de alargar la "u".

- ¿Te acuerdas de cómo es? Bueno, es cómo montar en bici, nunca se olvida. Tú acuérdate de lo más importante: separar bien las piernas y contarle luego todo a tu amigo Ranpo.

- Lo último es sin duda lo más importante.

- ¡Claro que sí! Ah, una última cosa.

- ¿Qué?

- ¿Por dónde dices que estáis?

Yosano arqueó una ceja confusa por la pregunta. ¿Para qué quería saber eso?

- Jooo – Naomi infló los mofletes en un puchero mientras seguían de lejos a Kunikida y a Yosano por la ciudad – Mi plan estropeado por vuestra calentura.

- Lo siento – Atsushi fue el único que pidió perdón, caminaba detrás de los Tanizaki y manteniendo bastante distancia del castaño.

- No te confundas, me gusta imaginarte siendo profanado, pero no en este momento. El primer guion para un CD drama que escriba debe ser de mi onii-sama siendo brutalmente abusado en algún despacho, el segundo podrá tenerte a ti como protagonista.

- Emm... mejor no.

- Por cierto, los seguíais de antes ¿no? ¡¿Y por qué no me llamasteis desde el primer momento?! ¡Jooooo!

- Déjalo ya Naomi, no tiene sentido enfadarse por esto.

- Claro onii-sama, tú te alegras porque si la cita fracasa, Kunikida-san será para ti solito.

Atsushi intentó decir algo, pero decidió mantenerse callado, cosa que llamó la atención de Dazai. No era la primera vez que hacía eso con los Tanizaki delante, esta mañana había hecho lo mismo. Le gustaría preguntar, pero parece que ahora mismo no podía mirarle a los ojos y parece que algo parecido pasaba con Akutagawa aunque este si le miraba de reojo.

- Gracias por lo de antes, a ambos.

- N-no ha sido nada.

- Haría cualquier cosa por Dazai-san, así que... ha sido un honor.

- Bien, la próxima vez miradme a la cara cuando me habléis.

- N-no... / Mejor no.

- ¿Te encuentras mejor? - preguntó Junichiro al castaño.

- Sí, de momento sí pero no sé si el efecto de la viagra volverá. Mientras debería aprovechar y pensar en algo bueno que decirle a Kunikida-kun ahora.

- ¡Ah! Se detuvieron – Naomi señaló hacia delante, efectivamente ambos se habían detenido así que todos se escondieron detrás de un árbol del camino.

- ¿Acompañarme a casa? - Yosano repitió la propuesta que le había hecho.

- Sí, creo que ya se está haciendo tarde y no es como si tuviera sentido que sigamos dando vueltas durante más tiempo.

- Pero, ¿y los condones? ¿No quieres usarlos?

- ¡Q-que no son míos! - protestó sonrojado para después apartar la vista - Además, por quien me tomas, nunca haría un acto tan indecente tan a la ligera.

- Sí, supongo que tú eres de los que planearían en su agenda hasta el segundo exacto de las penetraciones.

- Perdón por ser tan organizado.

- No, no te disculpes, me gusta ese Kunikida.

Por un momento se olvidó de cómo respirar. ¿Había oído bien lo que había dicho? ¿Le gusta ese Kunikida? Que no cunda el pánico pero ¡¿Qué significa exactamente eso?!

- ¿A qué te refieres con...?

- Kunikida – Yosano agarró con fuerza la correa de su bolso – Me gusta ese lado ordenado y virtuoso tuyo, pero a veces echo en falta un lado más espontáneo, no sé si sabes a qué me refiero.

- No... la verdad es que no entiendo.

Yosano suspiró frustrada mientras se masajeaba las sienes.

- Eres un hombre complicado ¿no crees? - dio un paso hacia delante, acercándose más al hombre y poniéndole nervioso - ¿Por qué crees que estoy hoy tan arreglada?

- Tal... - evitó mirarla a los ojos – Tal vez... ¿Habías quedado después?

Yosano se tuvo que controlar para aguantar la risa. A veces Kunikida era exasperante, pero por algún motivo no podía enfadarse con él, aunque en el fondo le fastidiara que no se hubiera dado cuenta de que toda la vestimenta que llevaba hoy había sido elegida específicamente para llamar su atención.

- ¿Qué creéis que está pasando? - preguntó Naomi algo preocupada.

- Se han acercado, eso es bueno ¿no?

- Onii-sama, que ingenuo, se puede acercar también para decirle algo malo, algo como... "Kunikida, sé que amabas en secreto a Junichiro-chan, ¡¿cómo me has podido hacer eso?!" ¡Ah! ¡Onii-sama! Van a pelear por tu culpa, ¿qué vas a hacer?

- N-no, no creo que sea eso.

- Kunikida-kun está metiendo la pata – Dazai puso mala cara – Me lo dice mi sexto sentido.

Atsushi se quedó mirando como ambos seguían hablando, la verdad es que él no sabría decir que estaba pasando con ellos. Si supiera leer los labios tal vez, pero ese no era el caso. La sensación de algo restregándose contra su pierna junto al pequeño chillido de un animal le hizo despegar la mirada de ellos para bajarla hacia su tobillo. Una bolita de pelo marrón conocida como Karl estaba restregando su cabecita contra él.

- Hola – se agachó para quedar a su altura - ¿Qué haces aquí?

Los demás se giraron al ver el animal con el que estaba Atsushi. Naomi se agachó emocionada, Akutagawa hizo lo mismo solo que más tranquilo y con un pequeño sonrojo en sus pálidas mejillas.

- ¡Es adorable! - los ojos de Naomi empezaron a brillar al ver como el animal se dejaba acariciar por Atsushi - ¡Tan kawai!

Atsushi asintió con una pequeña sonrisa en el rostro, después miró al gótico a su lado. Este estaba extrañamente tranquilo para estar tan cerca de él, aunque ya tenía una idea del por qué. Podría ser un acosador loco de Dazai y un psicópata destroza paredes, pero a los locos también les pueden gustar los animales. Sabiendo que si hablaba recibiría un gruñido de Akutagawa, simplemente separó la mano de la cabeza de Karl y dejó que Akutagawa intentara acariciarlo, aunque la reacción del animal fue muy distinta con él ya que salió corriendo, dejando algo triste al chico.

El animal acabó volviendo a los brazos de su dueño que se encontraba a unos pasos de ellos junto al chico amante de los dulces. Naomi, Junichiro y Atsushi intentaron saludar a Ranpo pero algo en su mirada les dijo que mejor no decir nada. Incluso el mismo Dazai sintió un escalofrío al ser capaz de ver los ojos verdes de Ranpo. No es que verle con los ojos abiertos fuera una mala señal, es decir, puede ser tanto bueno como malo, pero ahora mismo, era malo.

- Ra-ranpo-san, good morning~

- ¿Qué mierda haces?

- Oh... ¿bad morning~?

- ¿Qué mierda haces? - volvió a preguntar, asustando ahora también a Atsushi, Naomi y Junichiro, sin embargo, uno de ellos no se intimidó por su mirada.

- Mucho tiempo sin verte – Akutagawa caminó hasta pararse delante de él - Puta.

Atsushi y Poe le miraron con la boca abierta, la gente normal saludaba con un "Hola", Akutagawa saludaba insultando. ¿Se iban a acostumbrar en algún momento?

- ¿Has chupado muchas pollas en Estados Unidos?

- Solo una - contestó con naturalidad sonrojando a Poe - ¿Y tú? ¿Cuántos penes de goma te puedes meter ahora en el trasero?

- ¿Le-les decimos algo? - preguntó un nervioso Junichiro a Dazai.

- Nah, hace mucho que no se ven, deja que se saluden amistosamente.

La mirada de Akutagawa se clavó con rabia encima de Poe, analizándole de arriba abajo asustándole un poco.

- ¿Tanta es tu obsesión con Dazai-san que te buscas un hombre idéntico a él para fornicar? Eres una zorra repulsiva y además de muy mal gusto. Feo, paliducho y siniestro. ¿Eso es todo lo que tu flacucho trasero puede conseguir?

- ¿Po-por qué me insulta? Ni si quiera nos conocemos – se extrañó Poe.

- Bienvenido al club - murmuró Atsushi.

- Veo que tus juguetes de goma te dejan algo insatisfecho, ¿por qué no pruebas a meterte uno de verdad? - acercó más su rostro al de Akutagawa, mirándole con burla – Te puedo asegurar que un pene de verdad alcanza sitios que uno de plástico no podría.

- ¿Sabes cuándo es el único momento en el que necesito tu opinión? Cuando quiero rascarme el trasero.

- Jajajaja, tan simpático como siempre. ¿Has probado a comer un poco de maquillaje? A ver si así te vuelves más hermoso por dentro. También podrías cambiar un poco de ropa ¿por qué vistes siempre de negro?

- Por si te mueres.

La cara de Junichiro se puso pálida y buscó la mirada de Dazai para que parara esto, pero este simplemente se encogió de hombros como si no pudiera hacer nada.

- ¿En serio? Yo creía que era porque el negro adelgazaba, pero en tu caso no debes preocuparte por unos kilos de más, preocúpate de esas neuronas de menos.

- Eres bastante odioso, adorador secreto de Dazai-san. Sin embargo, no te odio, es más, si estuvieras ahogándote y yo pasara en un bote, hasta te saludaría.

- ¡Que gracioso! Jajajaja, en serio que dices cosas muy graciosas. Tu ano debe estar celoso de toda la mierda que sale de tu boca.

Viendo el entrecejo fruncido de Akutagawa y conociendo demasiado su carácter, Junichiro y Naomi se lanzaron hacia él para sujetarle. Hicieron bien ya que este tenía todas las intenciones de liarse a golpes con Ranpo.

- ¡Dejadme en paz! ¡Voy a reventar uno a uno esos dientes de perra que tiene!

- No puedes pegar a Ranpo-san – Junichiro tiró con fuerza de él.

- ¡¿Lo dices por el viejo canoso y con arrugas?! ¡No me da miedo! Le patearé y a la tétrica copia de Dazai-san con peinado de pervertido también.

- ¿Por qué quiere pegarme...?

- Las perras en celo a veces son violentas – Ranpo se encogió de hombros – Pero ¿qué culpan tienen los demás de que nadie se quiera acostar contigo si no llevas un bozal puesto?

- ¡Ranpo-san, no le provoque!

Ignorando al rabioso Akutagawa, Ranpo caminó hasta llegar a Dazai y mirarle mal.

- ¿Se puede saber qué estás haciendo?

- ¿Ayudar... a Kunikida-kun?

- ¿Tú?

- ¿Sí?

- ¿Lo preguntas o lo afirmas?

- ¡No lo sé! Ranpo-san, das miedo cuando no actúas como un niño.

- ¿Me acabas de llamar infantil?

- Me gustaría pedir el comodín de la llamada.

Ranpo suspiró cansado, cerrando por fin los ojos y relajando a todos. Se asomó detrás del árbol que los tapaba para mirar cómo le iba a la parejita.

- Kunikida no te necesitaba, seguro que solo has molestado.

- Eso me ofende, para que sepas, les he salvado de sufrir un momento muuuuuuuuy incómodo.

- ¿No lo han sufrido igualmente con los condones?

- Pero eso ya no es mi culpa, Kunikida-kun tendría que haber esperado a estar en un lugar más íntimo.

- ¿Has hecho alguna tontería más?

- Que crueeeel~

- Es que tú no te tenías que meter en esto – se giró para mirar a Akutagawa – Y menos con tu perrito faldero.

- Veo que el día de hoy quieres que te arranque el pelo a tirones.

De un tirón, Akutagawa se libró del agarre de Junichiro y Naomi para mirar amenazadoramente a Ranpo pero este dejo de mirarle, haciendo que chistara por lo bajo. Los ojos oscuros de Akutagawa fueron ahora hacia el mapache en los brazos de Poe, un pequeño puchero llegó a su rostro al ver como el animal parecía asustarse por su mirada, revolviéndose en los brazos de su dueño.

- ¿Qué te pasa, Karl?

- Estará incómodo por estar en los brazos de un pervertido como tú.

- Akutagawa – Atsushi le regañó con la mirada – Olvide lo que ha dicho.

- ¿Por-por qué me llama pervertido?

- Por su pelo ¿no? - de un salto, Naomi se plantó delante de Poe, poniéndole nervioso – Yosano-sensei me dijo que usted también hacía guiones, enséñeme algún día - sonrió con un pequeño sonrojo en sus mejillas – Hentai-sensei.

- ¿Eh...?

Hentai-kun y Hentai-sensei, ya tenía dos nombres que no eran el suyo de verdad. ¿Sería una costumbre japonesa poner motes tan raros? Intercambió miradas con Atsushi pero este estaba como él, no conseguía comprender los nombres tan raros que le estaban poniendo y mucho menos a que se referían con su pelo.

Con Kunikida y Yosano, esta última se había alejado unos pasos del chico para colocar su pelo detrás de su oreja y suspirar algo cansada.

- Eres un hombre muy inteligente, pero me temo que para algunas cosas eres bastante estúpido. Tu inteligencia emocional está estancada.

- ¿A qué te refieres con eso?

- ¿Te acuerdas...? - tocó ligeramente su broche de mariposa - ¿De la primera vez que nos vimos?

Kunikida iba a responder, pero una gota de agua aterrizando en su nariz le hizo mirar hacia arriba. Sin que se pudieran haber dado cuenta, el cielo se había acabado nublando y pequeñas gotas de agua habían empezado a caer sobre ellos. Rápidamente se quitó su chaqueta y cubrió la cabeza de Yosano con ella.

- ¿Kuniki...?

- Vámonos - tomó su mano, sonrojándola en el acto y buscando un sitio en el que refugiarse. No se fijó mucho en el lugar, simplemente entró en el primer sitio que apareció abierto ante sus ojos. Si se hubiera fijado donde se estaba metiendo, tal vez se lo habría pensado dos veces – Ya está, ¿estás bien?

- Sí, claro – Yosano se quitó la chaqueta de encima, sus ojos recorrieron el sitio en el que se habían metido. La baja iluminación, los colores rojos y negros y una alegre recepcionista mirándolos desde lejos – Oye... ¿no estamos en...?

- Bienvenidos al Hotel Roy, ¿desean una habitación?

Ambos se quedaron sin habla, la lluvia seguía sonando fuera mientras sus cerebros procesaban donde estaban. Kunikida cruzó los dedos para que se tratara de un hotel normal, podía ser eso ¿no? Era eso, no podía ser otra cosa.

- ¿Desean una habitación? Está prohibido fumar, disponemos de wifi gratis, paquete 12 de preservativos por cortesía de la casa. Si desean juguetes, películas o algún otro complemento, es aparte.

La recepcionista terminó de presentar todo con una sonrisa mientras Kunikida y Yosano seguían sin palabras. Era increíble, pero Kunikida no había necesitado a Dazai para acabar metiendo la pata de la peor de las maneras. Ahora mismo debe verse como un completo pervertido delante de Yosano.

- N-no... ¡Ha... ha sido un error! ¡Ya nos vamos, perdone las molestias! - intentó salir del hotel, pero la mano de Yosano le detuvo - ¿Yosano? - la miró sorprendido.

- La lluvia sigue y no tenemos paraguas.

- Pero...

- Yo no tengo ningún inconveniente, me parece bien si es contigo.

- ¿Qué...?

Yosano tiró de su mano y le acabó llevando a la recepción, la chica les esperaba con una sonrisa.

- Queremos una habitación.

- Por supuesto - sacó una tarjeta que funcionaba como llave y se la tendió con una sonrisa - ¿Desean algún complemento?

- ¿Complemento...? - preguntó Kunikida nervioso.

- Sí, ¿disfraces? ¿Algún juguete en particular? Tanto en recepción como en las habitaciones disponen de catálogos que pueden mirar y llamar si...

- Solo la habitación - Yosano sacó su tarjeta de crédito para que la cobraran.

- O-oye, espera un momento.

- Gracias, disfruten su estadía.

Intentó protestar, quejarse, decir algo, pero no fue capaz de ninguna. Yosano le había enganchado por el cuello de la camisa y le arrastró en dirección a la habitación que les había dado la recepcionista. Mirándolos desde la puerta, se encontraban todos los demás.

- Oh... el pequeño Osamu está a punto de nacer.

- ¿Qué? - Ranpo le miró raro – Ah... de cualquier forma, Kunikida la va a fastidiar aquí.

- Por eso le seguiré para vigilar que todo va bien.

- ¿Tú?

- Soy el tío del futuro bebé que va a nacer.

- ¡¿Cómo va a nacer un bebé si le has dado condones?! ¡Idiota! - harto de escuchar al castaño, Ranpo le acabó gritando e insultando, ganándose una mirada asesina por parte de Akutagawa.

- ¡AH! ¡Es verdad! Es un factor que no he tenido en cuenta. Bueno, de todas formas, tengo que asegurarme de que Kunikida-kun está a la altura – Dazai dio un paso para entrar, pero Naomi le detuvo.

- ¡Oye! Que yo no puedo entrar aquí - infló los mofletes en un puchero - Todavía soy menor.

- Perfecto, así te quedas con Karl – Ranpo bajó al mapache del hombro de Poe y lo puso en los brazos de Naomi para después abrir un paraguas y cubrir a la chica con este.

- Pero Ranpo-san...

- ¡Cuento contigo!

- Jooo... ¡Onii-sama! - ante su queja, Junichiro solo pudo vocalizar un lo siento y entrar junto a los demás - ¡No es justo! Yo también quería entrar... - apoyó su barbilla en la cabeza del mapache y siguió observándolos mientras hacía un puchero.

- Pe-pero... ¿sirve de algo que entremos? – ante la pregunta de Poe, todos se giraron para mirarle, incomodándole – E-es que... no sabemos en que habitación se han metido.

- Ah, bueno, déjame a mí – Dazai echó su flequillo hacia atrás y se dirigió con confianza hacia la recepcionista – Buenas tardes, señorita.

- ¿Desean una habitación? Está prohibido fumar, disponemos de wifi gratis, paquete 12 de preservativos por cortesía de la casa. Si desean juguetes, películas o algún otro complemento, es aparte.

- Lo que a mí me gustaría, es que me diera una habitación junto a la que le ha dado a la pareja que acaba de entrar.

- Lo siento señor, no puedo asignaros una habitación por un motivo como ese.

- Comprendo – tomó su mano y empezó a trazar círculos sobre su palma – Oh, que mano más suave posee, señorita.

- ¿Ah? – las mejillas de la mujer se tiñeron de rojo por el tacto y tono de voz de Dazai.

- Manos suaves y preciosas – llevó la mano de la chica a su mejillas, avergonzándola todavía más – Creo que una mano así solo pueden pertenecer a un ángel.

- ¿Qué hace? – preguntó un confuso Atsushi a Junichiro.

- ¿Eh...? ¿Seducirla...? Tal vez, pero..

- ¿Tiene que hacerlo con él presente? Maldito idiota – Ranpo apartó a Poe del camino mientra que Junichiro hizo lo mismo con Atsushi, dejando el paso libre a la sombra oscura que antes era Akutagawa.

Los pasos del gótico acabaron cuando se situó detrás de Dazai y aunque el castaño no se dio cuenta, la recepcionista sí, ya que perdió completamente el color al ver al chico detrás de Dazai.

- Oh, bella dama. ¿Qué puedo ofrecerte de mí para que me des una habitación pegada a la suya?

- E-esto...

A pesar de que no hablaba, los ojos de Akutagawa tenían un mensaje clarísimo "Devuélvele el coqueto y te mato".

- Ah... ¡Le-les daré la habitación! – apartó la mano rápidamente de la cara de Dazai, confundiéndole un poco.

- Gracias – Dazai se giró con rostro victorioso - ¿Qué os parecen mis hablidades?

- Dignas de alguien como usted, Dazai-san.

- ¿Verdad?

Atushi y Junichiro rieron nerviosos, la habitación no se había conseguido por las habilidades de seducción de Dazai, sino por el demonio que siempre iba pegado a su espalda.

- Pero antes... ¿podría mostrarme su identificación? – peguntó la recepcionista refiriénose a Atsushi – Los menores de edad no pueden entrar.

Esto último le avergonzó, ¿tan poco adulto se veía?

- Tengo 18 – ante la revelación, todos menos Dazai y Akutagawa le miraron sorprendidos - ¿Q-qué pasa?

- No, es que... - Poe rascó su mejilla nervioso – Te ves más...

- ¿Más qué?

- ¿De... 16?

- ¡¿16?!

- Yo habría dicho 14 – comentó Junichiro por lo bajo.

- También podría pasar por uno de 12 – aportó Ranpo.

- ¿Cómo es que me veis tan infantil? Y Ranpo-san, usted tampoco parece mayor de edad.

- A mí no me han pedido la identificación – se encogió de hombros.

- No les hagas caso, gatito. Están celosos de que estés en la flor de la vida – le guiñó el ojo – Además, tengo preferencia por gente más joven que yo.

Ante el comentario de Dazai, Atsushi se sonrojó y Akutagawa le miró con rabia. Él cumplía perfectamente esa preferencia de Dazai al ser más joven que él, pero Atsushi le había ganado al ser incluso más joven.

- Puta – insultó en voz baja mientras Atsushi mostraba abochornado su identificación al ser confundido con un adolescente.

La recepcionista le dio el visto bueno y le dio la tarjeta a Dazai.

- En la habitación disponen de una revista con nuestros complementos, si desean pedir alguno, hagan una simple llamada.

Dazai se despidió de ella con una sonrisa, volviendo a sonrojarla y volviendo a ganarse una mirada de "te mataré" por parte de Akutagawa.

- ¿Quieres dejar de hacer eso? – le regañó Atsushi.

- ¿Y tú puedes dejar de intentar seducir a Dazai-san? Das mucha pena.

- Yo no he hecho eso.

- ¿No? Estabas en plan "Soy una zorrita de 18 que aparenta menos", sabías que a Dazai-san le gustan más jóvenes que él y estabas esperando el momento perfecto para excitarle con eso.

- ¡Pero si me acabo de enterar!

- ¡Mentiroso! Y entérate, yo también soy más joven que Dazai-san, también cumplo su fetiche.

- Oye... que lo trates como fetiche me hace quedar como un pervertido.

- ¿No lo eres? – preguntó Ranpo.

- Jajajaja, veo que no acabas de comprender que implica el peinado de tu novio.

- ¿Qué le pasa a mi pelo?

- Ni siquiera el propio Hentai-kun es consciente de su poder, que aterrador.

Junichiro observó a todos desde atrás, puede que la elección correcta hubiera sido quedarse fuera con Naomi.  

- Mmm... ¿qué opina, Ranpo-san?

- Opino que no oigo nada si no te callas.

- Mmm... es razonable, pero Ranpo-san, ¿crees que este hotel tenga en sus complementos el legendario traje de maid gatito?

- ¡Cállate ya!

- Esto... ¿qué hacen? - Atsushi miró confuso como Dazai y Ranpo tenían los oídos pegados a la pared.

- Intentamos escuchar la danza del amor de Kunikida-kun y Yosano-sensei.

- ¿Danza...? No entiendo, ¿qué es lo que se tiene que escuchar al otro lado?

Dazai y Ranpo intercambiaron miradas, la inocencia de Atsushi a veces era complicada.

- Supongo que algo como... sonidos de aplausos – la respuesta de Ranpo solo puso más confuso a Atsushi.

- ¿Aplausos? ¿Hay un espectáculo dentro?

Junichiro y Poe le miraron raro, la mente de Atsushi de verdad que era terreno virgen e inocente que estaban corrompiendo de la peor de las maneras.

- Ridículo, además de puta, estúpida.

- ¡Deja de insultarme!

- Pues deja de zorrear a Dazai-san.

- ¡Que yo no hago eso, pesado!

- ¿Y tus gemidos de perra en el parque que eran?

- N-no los pude controlar - bajó la mirada avergonzado - Nu-nunca he hecho ese tipo de cosas y menos en un lugar público. ¿Y con qué derecho me recriminas los gemidos? ¡Tú también gemiste!

- ¿Cómo quieres que no gima si Dazai-san busca saciar su lujuria conmigo? - se abrazó a si mismo con un pequeño sonrojo en las mejillas – Sentir las manos de Dazai-san tocándome, su calor, su excitación, su... s-su cuerpo ansioso de enterrarse en mi interior.

Nunca tuvo dudas y estaba en lo correcto, no debería haber hecho lo que hizo en el parque con Akutagawa. Tal y como pensó, su mente ya estaba divagando sobre cosas que no eran, pero negarlas era tan eficaz como hablar a una pared.

- ¿Se puede saber que has hecho en el parque, exhibicionista? - le preguntó Ranpo mientras le miraba mal.

- Jajajaja, secret~

- De todas formas, me da igual – se separó de la pared aburrido para subirse a la cama y empezar a saltar como si de un niño se tratara – Me aburroooooo. ¡Kunikidaaaaaa! ¿Le estás haciendo el delicioso a mi amiga?

- Ranpo-san, no grite – le pidió Junichiro.

- Tranquilo, tranquilo – Dazai se alejó de la pared también y se puso a ojear una de las revistas de juguetes y complementos que ofrecía el hotel – Ahora mismo podemos hacer poco, como mucho podríamos decirle excusas a Kunikida-kun por si no se le levanta - continuó ojeando la revista con una sonrisa hasta que su expresión cambió completamente al llegar a cierta página - N-no puede ser...

- ¿Mm? - Ranpo dejó de saltar y abrió solamente uno de sus ojos para mirar desde arriba que era lo que había sorprendido a Dazai – Oye...

- De-debe ser mentira... - cayó al suelo de rodillas – E-esto es...

- ¡Dazai-san! – un preocupado Akutagawa se pus de rodillas a su lado - ¿Qué ocurre?

- E-es.... – dio la vuelta a la revista y la alzó para que todos vieran el contenido – ¡El traje "Ero-maid neko", la combinación perfecta entre dos legendarias fantasías para los hombres, las maids y los gatitos!

- ¿Es... eso para tanto? – la pregunta de Poe ofendió a Dazai.

- ¡¿Cómo que "es... eso para tanto"?! ¡Ero-maid neko! ¡ERO-MAID NEKO!

- S-sí, ya te he oído la primera vez...

- ¡ERO-MAID NEKO! – gritó una vez más ganándose que Ranpo le lanzara una de las almohadas de la cama.

- ¿Quieres dejar de gritar eso?

- Perdón, pero es... ¡ERO-MAID NEKO! La combinación de una servicial y dulce maid con la de un sexy y travieso gatito. Hentai-kun, ¿no entiendes mi emoción? Son dos fetiches juntos – se apoyó en el hombro de Poe para mirarle de forma traviesa – Puedes acariciar la piel desnuda debajo de la falda y jugar por detrás con la colita de gatito. Si dices que eso no te excita, sabré que es mentira.

- Bu-bueno... no es que no...

Una almohada voladora volvió a aterrizar en la cara de Dazai solo que ahora también Poe recibió una, las dos por cortesía de Ranpo.

- ¿Por qué nos agredes, Ranpo-san?

- Dame eso – le arrebató la revista para ojearla esta vez él – No me importa que Edgar tenga fetiches pero si son fetiches que comparte CONTIGO, entonces ya no me hace gracia – un escalofrío recorrió el cuerpo de Ranpo – No me agrada hacer algo que sé que podría excitarte a ti.

- Pero por eso no te preocupes – Dazai le sonrió – Ranpo-san es muy mayor para mi gusto.

- ¿Qué has dicho? – los ojos verdes se clavaron con rabia encima de él.

- Jajaja, no se ofenda Ranpo-san pero la razón por la que me gustan jovencitos... - levantó las manos e hizo como si estuviera apretando algo – Es porque mantendrán la firmeza en esa zona durante más tiempo.

- ¿Esa zona?

- Sí – asintió con una sonrisa – En el trasero.

- ¿Y qué estás insinuando de mí entonces?

- Mm... ¿qué a su trasero le queda poco tiempo de firmeza? – al acabar de hablar recibió otro golpe con otra almohada distinta – Pero, ¿cuántas almohadas tienes a mano?

- ¡Un montón! Entonces... - con pasos lentos, Ranpo se acercó más a Dazai que ahora se encontraba en el suelo - ¿Me has llamado viejo y culo caído?

- Urgh... - empezó a sudar y a sonreír nervioso al ver que se había ido de la lengua – Jajaja, era una broma, Ranpo-san – buscó con la mirada la ayuda de alguno de los presentes en la habitación, pero ninguno se veía dispuesto a ayudarle – U-una broma, era un bromiiii~.

Las excusas de Dazai se quedaron en eso mientras Ranpo le empezaba a lanzar todas las almohadas de la habitación y aunque nadie se veía dispuesto a mover un dedo por salvar al castaño de la rabia del amante de los dulces, él tenía la pequeña esperanza de que al menos Akutagawa acudiera en su rescate, pero no era así porque el chico estaba muy distraído mirando la revista que había caído al suelo.

- ¿Ero-maid neko? – frunció el ceño al leer el nombre del disfraz - ¿Algo así excita a Dazai-san? – pasó la página pero ahora sus mejillas adquirieron un tono rosado al ver esposas de peluche, correas y látigos – Oh...

Mientras Dazai era masacrado a almohadazos, en la habitación de al lado dos personas se mantenían sentadas en silencio sobre las blancas y limpias sábanas. Decir que estaba nervioso sería quedarse corto, Kunikida no estaba muy seguro de cómo habían acabado las cosas así, es decir, hace nada estaba en la cafetería y en un pestañeo había terminado en una habitación de hotel junto a Yosano.

- Kunikida – la tranquila voz de Yosano acabó con el silencio.

- ¿S-sí?

- ¿Es tu primera vez?

- ¡¿QUÉ?!

- En un sitio así me refiero.

- Ah, claro, ya lo sabía... ejem, sí, supongo que sí.

El silencio volvió entre ellos, siendo interrumpido una vez más por la voz de Yosano.

- ¿No vas a preguntar si yo entro en estos sitios?

- No lo considero adecuado – ante las palabras de Kunikida, Yosano giró su rostro para mirarle – Hurgar en la vida privada de una señorita es de mal gusto.

- ¿Señorita? - tapó su boca para controlar una risa – Me recuerda el día en que nos conocimos. Me agradó que me llamaras señorita después de que me llamaran zorra.

- Tch, sigo sin considerar correcto que la gente insulte tan a la ligera - protestó mientras se cruzaba de brazos.

- Tampoco es que reciba insultos cada día, pero los hombres no me llaman señorita si no es por algún motivo oculto - llevó una mano a su cabeza para acariciar el broche de mariposa en ella – Kunikida... ¿sabes por qué me agradas?

- ¿Por?

Yosano se movió en la cama, juntando más sus cuerpos y poniéndole nervioso. A pesar del aroma de la habitación y a pesar de haber estado bajo la lluvia, el suave olor del perfume de Yosano le seguía llegando.

- Tú no guardas segundas intenciones, lo que ves es lo que hay. Eres todo un caballero y ese tipo de hombres, por desgracia, se encuentran en peligro de extinción - poniendo uno de sus dedos debajo de la barbilla de Kunikida, Yosano le hizo girar el rostro para encontrarse con el suyo de frente – Un hombre guiado por la ética y la virtud ¿verdad? Pero... - acercó más sus rostros poniéndole todavía más nervioso – No creo que dejar la moral de lado y hacer lo que de verdad desees esté mal.

- ¿N-no?

- Kunikida – el aliento de Yosano se pudo sentir sobre sus labios - ¿Qué deseas hacer ahora mismo?

Algo blando chocó contra el cuerpo de Kunikida, cuando bajó la mirada se puso completamente rojo al ver que se trataban de los pechos de la mujer. Aunque gracias a que la cubrió con su chaqueta evitó que se mojara y que su camisa se transparentara, el escote abierto que llevaba no ayudaba de mucho. No eran visibles enteros, pero podía ver la parte que no llegaba a cubrir el sujetador. Por dentro se quiso dar una bofetada, no era nada correcto mirar de manera vulgar a una mujer, pero por otro lado...

- ¡Yosano! - no supo cómo pudo pasar, pero algo desconocido se apoderó de él y tomó de los hombros a la mujer para tumbarla en la cama con él encima. Yosano se mostró sorprendida al principio, pero se relajó y le sonrió, por el contrario, Kunikida empezó a sudar al darse cuenta de lo que había hecho - ¡Lo siento, no sé qué...!

- ¿Qué vas a hacer ahora?

- ¿Eh...?

- Has tirado violentamente a una señorita encima de la cama, ¿era eso lo que deseabas hacer? ¿Y ahora...? - ante la aparente puesta en blanco de la mente de Kunikida, Yosano tiró de su camisa para que este se agachara y acercar así sus cuerpos – Lo que hagas a partir de ahora... hazlo con suavidad, soy una dama ¿vale? Aunque puedo aguantar algunos... movimientos más bruscos.

Kunikida tragó duro ante esta indecente invitación. Los ojos de Yosano acabaron cerrándose, creando el escenario perfecto para que Kunikida iniciara un beso sin morirse de la vergüenza ahí mismo. Esforzándose por dejar la moral y la ética a un lado, bajó más su rostro hacia el de Yosano. Una vez más sus respiraciones se mezclaron, dejando sus labios a escasos centímetros, ella no hacía nada ¿le estaba dando permiso? ¿Quedaría ridículo si se lo preguntaba? Es decir, ¿y si había cerrado los ojos por otra razón? Contar con el consentimiento es importante, pero si se lo pregunta y al final Yosano no quería besarlo, quedaría como un idiota pervertido.

Su dilema mental podría haber continuado si su móvil no se hubiera puesto a sonar. De un salto se levantó de encima de Yosano y empezó a buscarlo en su bolsillo. Contestó algo nervioso y puede que se lo hubiera imaginado, pero le parecía haber escuchado a Yosano quejarse por lo bajo.

- Eh... s-sí, perdón - aclaró su garganta, recuperando su voz confiada – Si, soy Kunikida Doppo. Sí, ya veo.

Yosano se tumbó de lado y le miró mal mientras la llamada continuaba. No le gustaba eso, no necesitaba ser Ranpo para deducir que era un asunto de trabajo y ante una mujer en una cama dispuesta a recibirle y trabajo aburrido que le amargará la existencia, ya sabía cuál iba a elegir Kunikida.

- Entendido, muchas gracias – colgó la llamada.

- ¿Trabajo? - preguntó aun sabiendo la respuesta.

- Sí, Dazai audicionó para un papel en un nuevo anime. Se lo han dado así que tengo que ordenar de nuevo los horarios del mes.

- Oh... me imagino entonces que te vas a ir para trabajar.

- Lo siento.

- ¿Por qué te disculpas? - se levantó de la cama y ordenó su ropa - ¿Te arrepientes de tener que irte? O tal vez debería preguntar otra cosa, ¿quieres irte?

- Es trabajo.

- Ya lo sé, pero ¿sabes una cosa? - abrió la puerta para salir por ella – Los demás también tenemos trabajo y de todas formas nos las apañamos para disfrutar un poco de nuestra vida personal.

- Yosano...

- Me voy ya, ha sido una cita agradable.

La puerta se cerró, dejando a Kunikida solo en la habitación. Había metido la pata hasta el fondo, tanto que quería golpearse a sí mismo, pero espera un momento.

- ¿Cita?

Las neuronas de Kunikida empezaron a arder dentro de su cerebro. Podría ser inteligente en cuanto a ciencia y conocimientos se refería, pero Yosano tenía razón en lo de su inteligencia emocional. Dicho en palabras bonitas, Kunikida Doppo es un completo idiota en cuanto a relaciones.  

- ¡¿EH?! ¡¿Se fueron?! - el escandaloso grito de Naomi llamó la atención a más de una persona en la calle - ¿Por qué?

- Según el mensaje de Yosano – Ranpo sacó su móvil para leer lo que su amiga le había enviado - "Kunikida es un idiota que solo se excita con su trabajo" Mm... creo que la ha dejado con las ganas por atender algo del trabajo.

- ¡Jooooo! Pero ¿no han hecho nada? ¿Nada de nada? Hentai-sensei, ¿tu oído super desarrollado de depredador sexual no ha captado nada?

- ¿Q-qué...? ¿Y por qué me llamas...?

- ¡Ah! Jo – Naomi no le dejó acabar su pregunta y volvió a inflar más sus mofletes en señal de enfado - Habría acabado mejor si yo hubiera intervenido antes. Atsushi, ¿por qué no me avisaste antes?

- ¿Eh? Es que yo no...

Lo mismo pasaba otra vez, Atsushi intentaba decir algo a los Tanizaki pero no conseguía hacerlo. Dazai sonrió de lado al estar entendiendo por fin de que se trataba.

- Naomi, Atsushi-kun no podría haberte llamado porque no tiene tu número ¿verdad? - dio un ligero golpe en la espalda de Atsushi haciendo que se acercara a los Tanizaki.

- Oh... ahora que lo dices – Naomi intercambió miradas con su hermano.

- Eso es cierto – Junichiro extendió su mano con una sonrisa - ¿Quieres mi número?

Las mejillas de Atsushi se calentaron por la vergüenza. Él no había disfrutado de una juventud normal, cosas como intercambiar números de teléfono, lo cual era común para cualquier persona, era para él extremadamente complicado, aunque para su buena suerte parece que Dazai vio a través de esto. Le dio su móvil al chico y tras registrar su número, este fue arrebatado por Naomi para registrarse con una sonrisa.

- ¿Te parece bien si me guardo como "Naomi-chan"?

- "-san" estaría mejor ¿no?

- ¿Eh? - hizo una mueca disgustada – Eso me hace sonar mayor.

- A mí me puedes guardar como "Ranpo-sama" - Ranpo arrebató el móvil a Naomi, sus ojos verdes se abrieron para mirar con una sonrisa de lado uno de los contactos registrados - ¿Quién es "Hot Daddy"?

- ¡¿Qué?! - Naomi se pegó al cuerpo de Ranpo para mirar sonrojada el nombre del contacto - ¡Kyaa! ¡No puede ser! ¿Tienes un daddy? ¿Quién es? ¿Es guapo?

- ¡N-no es eso!

- Mmm... ¿me equivocaría en mi deducción sobre tu virginidad?

- ¡Que no es eso! - Atsushi intentó recuperar su móvil inutilmente porque Ranpo no le dejó - ¡Ranpo-san!

- ¿Te importa que le llame?

- ¡N-no lo hagas! - miró de reojo avergonzado a Dazai, este simplemente le sonrió, parecía que no le importaba que se enteraran de que era él quien estaba guardado bajo ese nombre – Tanizaki-san, ayúdeme.

El chico suspiró cansado y se acercó a su hermana y a Ranpo.

- Ranpo-san, no nos concierne saber quién es el daddy de Atsushi.

- ¡Que no es mi daddy!

- ¿Y por qué te pones tan nervioso?

- Por... ¡No estoy nervioso!

- Ranpo-kun – viendo que no iba a dejar de molestar al chico, Poe tomó la muñeca de Ranpo – Deja de molestarle.

- ¿Has dicho algo, amante del traje ero-maid neko?

- ¡Y-yo no dije que me gustara!

- Si te gusta solo dímelo, ¿quieres que me lo ponga?

- ¡N-no!

- Pero no me imaginé que te excitaran los gatos, siempre pensé que en todo caso sería el ero-maid tanuki o algo así. ¿Quieres que busque esa versión?

- ¡N-no, no busques nada!

- ¿Qué hacemos esta noche entonces? ¿Me pongo las medias blancas que te gustan y...?

- ¡Ya, ya! - viendo que no iba a dejar de abochornarle, le tapó la boca para que parara.

- Fetiches con medias – Naomi le sonrió - No podía esperar menos de Hentai-sensei.

- Deja de llamarme así...

Karl, que hasta el momento se había mantenido observando desde el suelo a los demás, dio un pequeño salto cuando notó sobre él la mirada fija de unos ojos negros pertenecientes a Akutagawa. El chico dio un paso hacia delante pero el animal intentó refugiarse en las piernas de Naomi, aunque esta no se daba cuenta al seguir hablando con los demás. Ante el nuevo rechazo del animal, Akutagawa formó un puchero en su rostro. ¿Qué le pasaba a ese mapache? Huía de él y ni siquiera le había hecho nada malo.

Dazai ignoró la conversación de los demás para mirar como Akutagawa se mantenía a cierta distancia de ellos y con la mirada clavada en el peludo animal. Ante tal escena solo pudo dejar escapar un profundo suspiro y caminar con pasos cansados hasta él.

- ¿Qué pasa?

- Nada - dejó de mirar al mapache para mirar ahora hacia el suelo.

- No mientas, me conozco cada una de tus caras – los ojos marrones fueron hacia Karl, el cual pareció no asustarse al sentir su mirada - ¿Quieres tocarlo?

Akutagawa no contestó, continuó mirando el suelo y tras unos segundos de silencio, respondió con un tímido asentimiento de cabeza.

- Habérmelo dicho antes – se agachó en el suelo, extendiendo su mano hacia el animal. Karl lo observó durante unos momentos para después dirigirse hacia él con pasos rápidos. Su hocico acabó enterrándose en la palma de su mano, como si estuviera buscando comida, aunque ahí no había nada – Ven - tomó la muñeca del chico e hizo que se agachara al igual que él. Esta vez pareció que Karl se asustó un poco, pero Dazai lo tranquilizó acariciando su cabeza, con la mano que quedó libre, tomó la de Akutagawa y la puso en lugar de la suya al terminar una de las caricias. No sabía si el animal se había dado cuenta o no ya que estaba con los ojos cerrados pero lo importante es que ahora no había salido huyendo - ¿Mejor?

Ante su pregunta, volvió a recibir un asentimiento con la cabeza en lugar de una respuesta con palabras. Dazai se quedó observando como Akutagawa acariciaba al animal con un pequeño sonrojo en sus pálidas mejillas. Todos conocían el lado obsesivo y peligroso de Akutagawa pero pocos conocían el lado tierno e inseguro, no era de extrañar ya que las personas a las que se lo mostraba se podían contar con los dedos de las manos.

- ¿Te cuento un truco para no asustarle?

- ¿Cuál?

- Deja de fruncir tanto el ceño - apretó con uno de sus dedos la frente de Akutagawa y este cerró los ojos por instinto – Le darás menos miedo.

- S-sí - acarició la zona apretada de su frente y bajó el rostro para evitar mirar a Dazai.

- Oye - rascó su cabeza nervioso – Sobre lo del parque...

- No se preocupe, no resultó molesto para mí.

- Eso ya me lo imaginaba, pero... no debí hacerlo, no contigo porque sé que te...

- Complacer a Dazai-san es mi mayor deseo, es lo que siempre me hará feliz. Si mi cuerpo sirve para ese propósito, entonces... - una pequeña sonrisa apareció en su siempre enfadado rostro - Será imposible que sea más feliz.

Dazai solo pudo suspirar cansado ante su respuesta. Las cosas con Akutagawa siempre habían sido y serían difíciles. El cariño que empezó teniendo el chico hacia él se transformó en una peligrosa dependencia emocional, aunque si se pusiera a analizarlo desde el principio, puede que se hubiera tratado siempre de dependencia.

El mundo de Akutagawa giraba a su alrededor y sabía que eso era molesto para cierta persona con pasión por los sombreros.

Atsushi desvió su atención de la conversación de los demás para mirar como a cierta distancia se mantenían Dazai y Akutagawa junto a Karl. Para él, ahora mismo Akutagawa se veía raro, básicamente porque se veía tranquilo y no sabía que él podía estar así. Puede que fuera una faceta suya que solo salía con Dazai. Su boca se abrió un poco por la sorpresa de ver como disimuladamente Akutagawa se juntaba más al cuerpo de Dazai sin que aparentemente este se diera cuenta.

La toxicidad del chico debía resultarle agobiante, pero por alguna razón que desconocía, Dazai no le espantaba. Dejaba que siguiera a su lado y hasta tenía momentos de amabilidad con él. No entendía del todo que tipo de relación les unía, pero le estaba empezando a dar curiosidad.

Puede que simplemente Dazai fuera amable y ya, independientemente de qué tipo de persona fueras. Era así cómo se había comportado con él, comprándole el móvil, ayudándole en los CD dramas, dejando que le confesara lo de sus padres e incluso ayudándole a conseguir el número de los demás.

Entonces, si Dazai era así con todo el mundo... ¿Él no era especial?

Sus mejillas se tiñeron de rojo ante este último pensamiento y las golpeó de repente. ¿Qué cosa estúpida acababa de pensar? Intentó ignorar a los dos chicos detrás de él, pero lo que no pudo hacer fue controlar el puchero que acabó formándose en su rostro y los pequeños gruñidos que se escaparon de sus labios como si fuera un gatito enfadado.

En el silencioso despacho repleto de fotos de una niña rubia de no más de diez años, dos personas se mantenían en silencio. Uno de ellos era Mori Ogai, el cual se mantenía detrás de su escritorio con los ojos cerrados y sin moverse ni un milímetro. La otra persona era una mujer alta y de cabellos rojos, los cuales estaban recogidos en un elegante moño japonés, la cual se encontraba concentrada leyendo unos papeles delante de Mori.

Tras terminar su lectura, la mujer suspiró y dejó los papeles en la mesa.

- ¿Y bien? - Mori abrió los ojos y la miró con una sonrisa - ¿Qué opinas, hermanita?

La mujer frunció el ceño ante lo último, su cara de disgusto resultó muy graciosa para Mori.

- ¿A qué viene esa cara?

- No me vuelvas a recordar que compartimos sangre - cruzó sus piernas y se masajeó las sienes estresada – Y estoy aquí profesionalmente, no lo olvides.

- Por supuesto, bueno, ¿qué dices?

- ¿Cuántas cómo esa hay?

Mori cogió la hoja que había dejado en el escritorio y la levantó en alto.

- ¿Quejas de seiyuus femeninas sobre tu representado? Por dios, Kouyou, eres muy permisiva con él.

- ¿Perdón? - frunció el ceño ante eso - ¿Quién es aquí el permisivo? Elise-chan hace lo que quiere y tiene todo antes de pedirlo y sin mencionar que nunca te has molestado en corregir el mal comportamiento de Ryunosuke.

- No puedo hacer nada contra eso~ - agarró una foto de la niña rubia y la abrazó mientras salían corazoncitos a su alrededor - ¡Es Elise-chan~! La niña más bonita del universo y en cuanto a Ryu – se encogió de hombros - Está en esa edad, supongo.

- ¿Supones...?

Apretó sus puños con fuerza para no pegar a Mori. Ozaki Kouyou era una mujer elegante y refinada, por eso sabía que ejercer violencia física contra el estúpido de su hermano no era la solución a nada. Además, era mejor mantener su relación en buenos términos para que no se fuera de la lengua e hiciera saber a todo el mundo sobre su relación biológica. Ese dato era algo que Ozaki había escondido durante toda su vida, ya haya sido en la primaria, secundaria o en el mundo laboral de los adultos, ni muerta dejaría que se hiciera público el árbol genealógico que le unía con el genio del hentai, Mori Ogai.

- ¿Sabes? Elise-chan es bonita solo porque no es biológicamente tu hija. Es algo escalofriante pensar en cómo habría salido una niña con tus genes.

- Kouyou... ¿tú de verdad eres mi hermana? ¿Por qué eres tan cruel? - volvió a abrazar la foto con fuerza - ¡Aun así es mi pequeña Elise-chan~! ¡La niña de mis ojos, la que crio con amor y que un día acompañaré al altar con ella llevando un hermoso vestido blanco!

- Mm... aún así, deja de consentirla en todo. No sé si te has dado cuenta, pero tu método de crianza es el mismo que usó Fukuzawa con su hijo y ya he visto con quién ha acabado.

- Ah... - la felicidad de Mori explotó - ¿Estás diciendo...? ¿Qué si consiento a Elise-chan...? ¡¿Ella se casará con alguien con el legendario y tradicional peinado foshador?! ¡AH! ¡NOOOOO!

Ozaki se quedó mirando como su hermano se llevaba las manos a la cabeza angustiado. ¿De verdad no se había dado cuenta de las similitudes entre Ranpo y Elise? Podía burlarse mucho de Fukuzawa pero ambos compartían métodos de crianza similares. Varios golpes en la puerta llamaron la atención de ambos, Mori recuperó la compostura y Ozaki se mantuvo serena mirando hacia adelante.

- Pasa.

Tras recibir el permiso de Mori, un hombre bajito y de pelo naranja y ojos azules entró en el despacho, cerrando la puerta detrás de él.

- Buenos días.

- Buenos días Chuuya, siéntate por favor.

- Claro – el sonido de sus zapatos dirigiéndose a la silla al lado de Ozaki fue lo único que se pudo oír durante unos segundos. Cuando ocupó el sitio que le correspondía, miró a Mori y después a Ozaki - ¿A qué viene esta reunión?

- Pues... ¿puedo hacerte una pregunta, Chuuya?

- Por supuesto.

- Tú... ¿crees tener un problema con el alcohol?

- Por supuesto que no – su respuesta fue rápida y clara y para los dos presentes, falsa.

- Entonces... - Mori levantó el papel que había estado mirando antes Ozaki - ¿Cómo es que vuelven a llegar quejas de tus compañeras de trabajo sobre que aparentemente llegas a trabajar con unas copas de más?

- Suena falso, ¿no cree? - apoyó uno de sus brazos en el respaldo de la silla para después echarla para atrás y empezar a balancearse sobre dos de sus patas, dejando las otras dos en el aire – Soy un profesional, ¿cómo se me ocurriría venir borracho a trabajar?

- Bueno... estas son algunas quejas que han llegado hoy, no las he leído todavía. ¿Te parece bien que las leamos juntos? - Mori aclaró su garganta y empezó a leer - "El enano rabioso de Nakahara-san llegó apestando a alcohol".

- ...

- "Vi al enano insatisfecho de Nakahara-san entrar al baño con una botella de vino oculta".

- ...

- "Ese enano de Nakahara-san tuvo que estar muy borracho en la grabación porque se equivocó de nombre y me llamó Ryuno..."

- ¡AH! - la silla en la que se balanceaba Chuuya acabó cayéndose al suelo con él acompañándola y su sombrero saliendo volando por la sala.

- Oh, ¿estás bien? - Mori se asomó para verle tirado en el suelo.

- Es... ¡Es un error! ¡Vale, lo admito! Bebo un poco de vez en cuando pero no es para tanto. Todo el mundo bebe, esas seiyuus de hentai también beben, ¿por qué la toman conmigo? ¡¿Y por qué me llaman enano?! ¡Mi altura solo está 10 cm por debajo de la de un japonés promedio!

- Pero ellas no beben antes de trabajar. ¿Bebes por alguna decepción amorosa? ¿Cuál era el nombre que decían en la última queja?

- ¡AH! ¡E-ESPERE!

- Mori-san – Ozaki se adelantó y le arrebató la última queja que acaba de leer – Pido disculpas en nombre de mi representado, pero usted ya tiene el conocimiento de que Chuuya tiene problemas con el género opuesto.

- Ya, pero entonces... - se cruzó de brazos para mirar con algo de pena a Chuuya - ¿Por qué eres seiyuu de hentais? Es un poco complicado ¿no?

- Soy muy bueno en el trabajo, mis habilidades nunca son puestas en duda.

- Yo no he dicho nada de eso. Claro que pienso que eres bueno, pero ¿por qué tienes que beber antes de grabar? No sé, eso de que te pones nervioso con las mujeres suena tan a chico virgen jajajaja, pero no te ofendas, que es broma.

Ozaki y Chuuya decidieron guardar silencio, aunque lo de la virginidad había sonado a broma para Mori, la verdad es que era cierto. Nakahara Chuuya, 22 años, un seiyuu popular en la industria del hentai, incapaz de grabar sin haber bebido antes y a pesar de su edad y atractivo físico, se encuentra soltero y entero debido a que en su mente solo hay sitio para cierto chico.

- Eh... - aunque Chuuya abrió la boca para continuar hablando, Ozaki le interrumpió levantándose de su silla y haciendo una reverencia.

- Vuelvo a pedir disculpas y aseguro que no volverá a pasar. A partir del día de hoy, Nakahara Chuuya controlará su alcoholismo.

- ¡No soy alcohólico!

- Cuento contigo, Ozaki-san.

- ¡¿Me escucháis?!

Ignorando al chico que seguía en el suelo, Ozaki se dirigió hacia una de las paredes dónde había apoyado su sombrilla, la recogió de allí y se marchó por la puerta con Chuuya siguiéndola de cerca tras recoger su sombrero del suelo.

Chuuya se mantuvo andando detrás de Ozaki. No se la veía muy contenta, pero en algún momento tendría que romper este silencio tan helado.

- Q-que exageradas son esas mujeres... ¿no?

- ...

- Be-bebí una copita... una, solo una.

- ...

- Lo demás fue agua.

- Chuuya – los pasos de la mujer se detuvieron, asustándole un poco – No es la primera vez que recibimos este tipo de quejas.

- Ya lo sé.

- Y si ya lo sabes ¿por qué lo sigues haciendo? - se giró para encararle, pero este solo miró a cualquier lado menos a ella – Por dios, Chuuya, eres incorregible.

Ozaki retomó su caminata, aunque ahora dio pasos más cortos, dejando que Chuuya la alcanzara y caminara a su lado.

- Todo el mundo bebe, ¿de qué se quejan?

- No todos beben tanto como tú.

- ¡No fue tanto!

- ¿No? ¿Cómo de borracho fuiste para decir en la grabación el nombre de Ryunosuke?

- ¡AH! ¡No lo digas en voz alta! - miró alarmado alrededor, gracias a dios no había nadie cerca.

- Chuuya... tu problema es que tienes dos problemas: tu alcoholismo y tu virginidad.

- No tengo el primer problema y en cuanto al segundo ¡EY!

- Te deben gustar mucho las causas perdidas – una vez fuera del edificio, Ozaki abrió su sombrilla para cubrirse con ella - A él le gusta Dazai, ¿no se le nota?

- Tch - metió las manos en sus bolsillos y empezó a caminar de mala manera - ¿Esas son las palabras de ánimo de mi mánager? Esperaba algo así como... "Esfuérzate, Chuuya. Está loquito por ti".

- No me parece bien mentirte.

- ¡OYE!

- Era broma – Ozaki le sonrió - Esfuérzate, Chuuya.

Algo avergonzado, apartó la mirada, causando una risa en Ozaki.

- No te burles.

- No lo hago. Ah y sobre el problemilla de la bebida... - sus pasos se detuvieron, haciendo que Chuuya también dejara de andar para mirarla – Si vuelves a venir borracho a trabajar... me temo que se me escapará delante de Ryunosuke cuáles son tus etiquetas favoritas en los vídeos porno que consumes.

- ¡AH! ¡YO NO VEO PORNO!

- ¿No? ¿Y tampoco tienes en etiquetas favoritas "góticos culones"? Querido, tus fetiches te delatan.

- ¡Ozaki-san!

- Tranquilo, tranquilo. No me enfadaré si bebes, pero debes saber cuándo parar, eres bajito, pero ya no eres un adolescente.

- ¡Ozaki-san! - protestó avergonzado – Ya me ha quedado claro.

- Me alegro - suspiró cansada – Es increíble lo complicado que habéis vuelto el amor la juventud de hoy en día.

- Hablas como una vieja – ante su comentario, recibió una mala mirada de Ozaki – N-no he dicho...

- Chuuya... mañana mismo hablaré con Ryunosuke y le comentaré sobre tu porno.

- ¡NO! ¡Espera, Ozaki-sama! ¡Perdóneme!

Ozaki aceleró sus pasos mientras Chuuya la seguía de cerca. El caso de Atsushi podía ser extraño, virgen y gimiendo en CD dramas, pero no era el único seiyuu que se encontraba en tales condiciones. Sus circunstancias eran similares en cuanto a virginidad y trabajo, solo que Atsushi no necesitaba haberse metido alcohol en el cuerpo para trabajar. Esto último era un detalle único y especial que caracterizaba al seiyuu conocido como Nakahara Chuuya.  


Hola!!! Hasta aquí el capítulo super extra larguísimo. Lo siento, esto ha sido tan largo que me ha superado hasta a mí, la próxima vez intentaré controlarme. 

Ya tenemos aquí a nuestro enano borracho favorito, le seguiremos viendo en el próximo capítulo. 

Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el próximo capítulo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro