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Capítulo 30: Atsushi online

Si tuviese que elegir una de las múltiples razones por las que está enamorado de Atsushi, Dazai elegiría esa amabilidad y dulzura incondicional del chico. La misma que le había arrastrado a no querer rendirse con Murakami y que él, imprudentemente, apoyó y animó.

Así que habiendo hecho eso, tal vez en la actualidad no estuviese en las mejores condiciones para quejarse.

- El arroz es un alimento simple, pero me gusta que mezclándolo con los condimentos adecuados, al final puedes obtener un gran plato.

- No te lo negaré, es la base de la nutrición japonesa.

- ¿Verdad?

Y hasta ahí una charla común y rara de arroz, el alimento y tema favorito de Atsushi. Lo que no terminaba de entender Dazai es por qué narices estaba Atsushi, SU gatito y con mucha suerte en el futuro, SU futuro esposo, dando de comer a Murakami. Forzando una sonrisa tan falsa que hasta le dolían los labios, Dazai caminó apresuradamente hasta llegar a la mesa donde su ángel y su nuevo archienemigo estaban sentados.

- ¡Hola! ¿Qué hacéis?

- Dazai-san - el rostro de Atsushi se iluminó al identificarle - Buenos días. Murakami-san y yo terminamos pronto la grabación así que bajamos a comer.

- Ya - eso le frustró, como extrañaba trabajar con su gatito - Pero... solo hay un plato. ¿Lucy-chan no quiere traerte el tuyo? - preguntó mirando mal a Murakami.

- Si Lucy es la camarera pelirroja que me ha pedido 10 autógrafos y 25 fotografías con ella, entonces no se trata de eso - se encogió de hombros despreocupado - Es solo que no tengo hambre. El arroz es de Atsushi.

- ¿Sí? Pues bien que te alimentaba.

- Insistió en que lo probara.

- ¿Y por qué no usas tus propias manos? Actor ricachón mimado, digo, Murakami.

- El frío de la calle me las dejó algo adormecidas, seiyuu egocéntrico fanfarrón, digo, Dazai.

- A mí no me importaba compartir mi comida con Murakami-san, el arroz sabe mejor cuando se comparte - debido a su extrema inocencia, Atsushi no pudo percatarse del mal ambiente entre ambos y continuó centrado en su comida, haciéndose ahora con sus palillos con una porción que se acercó a la boca pero que no llegó a entrar en ella porque Dazai se alteró.

- ¡E-espera! ¿So-solo tienes unos palillos?

- ¿Mm? Sí.

- Y vas a comer con ellos... después de darle a él.

- Sí... ¿pasa algo?

- No... - o eso decía por fuera porque por dentro ardía en rabia cuando un insignificante beso indirecto se transformó en su mente en un ardiente beso con lengua de Atsushi y Murakami. ¡JA! Por encima de su cadáver - Atsushi-kun, ¿me puedes dar a mí también? - le preguntó mientras se sentaba a su lado, quedando el chico atrapado en medio de ambos.

- ¿Eh? Bueno... vale, tome.

Como le pidió, Atsushi le dio un poco, alimentándole él por motivos que no preguntó. Después de eso, intentó comer él, pero Murakami intervino.

- Atsushi, si no te molesta, ¿me das otro poco?

- ¿Eh? Vale...

Alimentó de nuevo a Murakami e intentó comer él inmediatamente, pero Dazai intervino de nuevo pidiendo otra porción para que después, bajo sorpresa de nadie, Murakami hiciese exactamente lo mismo. Ignorante de la batalla silenciosa entre ambos, Atsushi acabó obteniendo un tazón vacío de arroz mientras los otros dos suspiraban satisfechos.

Atsushi se quedó un rato mirando su tazón vacío. Los otros dos terminaron percatándose de lo que habían hecho y no pudieron sentirse peor.

- Gatito...

- Atsushi...

- Lo siento / Lo siento.

La mirada de Atsushi se oscureció, estampando con fuerza el tazón vacío contra la mesa y asustando a esos dos como resultado. Atsushi era gentil, le gustaba compartir, pero era un glotón, podía compartir siempre que no significase quedarse sin comida.

- Me tienen que ordenar otro tazón, se han comido el mío.

- Claro...

- Sí.

- Ya saben, dos tazones, porción doble.

- Sí / Sí - ninguno se atrevió a quejarse de que el tazón original era solo uno y porción normal.

Cuando sus nuevos tazones de arroz estuvieron frente a él, Lucy le retiró los palillos usados y le dio unos nuevos pues había visto de reojo la pelea y había intuido la razón estúpida detrás de ella.

- Gracias, Lucy-san.

- Haz el favor de dejarme de mostrar una vida que envidiar.

- ¿El qué?

- Olvídalo - se retiró con la barbilla bien en alto y el tazón vacío entre sus manos.

- De cualquier forma, no sé cómo te atreves a comer tanto, Dazai.

- ¿Ah?

- En la última foto que publicaste te veías algo fondón.

- ¡¿Fondón?! ¡¿Yo?! ¿Qué me dices de ti? En esa frente destapada ya se va notando alguna que otra arruga. No me hizo falta hacer zoom para verlas.

- ¡¿Arrugas?! ¡¿En mi frente?! ¡¿Cómo te atreves?!

- Es más creíble que pensar que yo estoy fondón.

- Pues que opine Atsushi, ¿no? Es desde luego más imparcial que nosotros.

- ¡Atsushi-kun nunca me va a ver fondón!

- ¿No? Hey, Atsushi.

- ¿Sí? - preguntó con la boca llena de arroz.

- ¿Qué opinas de la última foto que publicó Dazai?

- ¿Hmm? - ladeó la cabeza confuso, ¿publicar? ¿Dazai era además de seiyuu, fotógrafo? - No sé.

- ¿No lo sabes? ¿No le sigues?

- Ah, no, no, no me gusta acosar a nadie.

- ¿Qué? - Murakami sintió, una vez más, que hablaba en un idioma distinto al de Atsushi - Hablo de su Instagram, ¿sabes?

- ¿Insta...? ¿Qué es eso? ¿Es un restaurante? ¿Tienen arroz? ¿Y cupones descuento?

- No puede ser... ¿no sabes lo que es Instagram? ¿Cuántos años tenías?

- 18.

- ¡¿Y no lo sabes?! En serio tú... podía asimilar que grabases CD dramas siendo virgen, pero que no conozcas Instagram siendo tan joven...

Murakami suspiró cansado mientras Atsushi continuaba comiendo tan contento. Parece que para el chico todo lo que estuviese fuera de su círculo de interés (la comida) no era importante ni valioso.

Era como tratar con un extraterrestre, un lindo extraterrestre gatuno con desconocimiento del planeta.

En algún momento debería salir del cascarón, ¿no? Y mejor pronto que tarde.

- Esto es Instagram - Murakami, en faceta profesor, había mostrado su pantalla de inicio en la aplicación. Atsushi, que ya había terminado de comer, por fin prestaba la atención adecuada.

- Ya veo, ya veo. Es una aplicación de fotos, ¿no?

- ¿Una aplica...? ¡Es mucho más! Puede que para los simples mortales sin pena ni gloria sea solo eso, pero para las celebridades es mucho más. ¡Es la manera en la que se exponen a sus fans y les dejan sentirles más cerca!

- Ah, sí, claro - Atsushi asintió con una sonrisa. Parecía que entendía, pero era evidente que no y que le había dado la razón para no hacerle sentir mal.

- ¿Cómo es que no lo sabes...? ¿Nunca le enseñaste? - con mirada recriminatoria se dirigió a Dazai que simplemente apartó la mirada.

- Nunca vi necesario que Atsushi-kun tuviese que estar allí. Es un sitio peligroso para chicos lindos.

- Aunque digas eso, es raro ya la persona que no tiene un perfil aquí y es más raro todavía si está metido en el mundo del entretenimiento. Así, de ninguna manera se da a conocer.

- Te repito que me preocupa que Atsushi-kun atraiga a gente indeseable, aunque creo que ya lo ha hecho con uno sin estar ahí.

- ¿Ah? ¿Qué has dicho?

- Bueno, bueno. La verdad es que no entiendo mucho del tema - notando un mal ambiente entre ambos, Atsushi prefirió intervenir - Pero si Murakami-san insiste tanto, no creo que sea nada malo. ¿Hay que pagar?

- No, tranquilo. Podrás seguir gastando tu dinero en comida.

- ¡Genial! Tome entonces - Atsushi le entregó su teléfono para que Murakami le diese de alta.

Con lo primero que se encontró el mayor fue con una foto de Dazai como fondo de pantalla que prefirió no cuestionar. Con Atsushi, le daba miedo la respuesta, de todas formas tampoco iba a dejar eso ahí.

- Oye, Atsushi, ¿no te gustaría un gato o algo así de fondo de pantalla? Ya sabes, algo más bonito que tu fondo actual.

- ¡Ah, sí! ¡Me gustan los gatos!

- ¡AH! ¡OYE! ¡No te atrevas! - Dazai señaló de manera incriminatoria a Murakami pero al otro le importó bien poco mientras cambiaba la foto de Dazai por un gato vestido de sushi.

- ¿Te gusta?

- ¡Sí, es muy lindo!

Gatos y comida. Sería raro si Atsushi rechazase eso. Ignorando los gruñidos rabiosos de Dazai hacia él, Murakami se descargó la aplicación y comenzó a abrir una cuenta a Atsushi. Dazai, a pesar de mantenerse al otro lado de Atsushi, no quitaba la mirada de encima a Murakami por si se le ocurría algún acto inadecuado.

- Oye, ¿qué nombre le vas a poner? Espero que no le pongas algo obsceno y tampoco alguna mentira como "Murakami Lover".

- A diferencia de ti, no soy tan infantil como para hacer eso. De hecho, ya que va a ser su cuenta, mejor que decida Atsushi. ¿Cómo quieres llamarte?

- ¿Mm? Nakajima Atsushi, ¿no?

- Ya, sé que ese es tu nombre, pero verás, hay gente que en las redes sociales elige ponerse un alias, ya sabes usando algo que le guste.

- Ah... entiendo, entiendo. Entonces... ¡Amante de los cream...!

- Ya está, eres Nakajima Atsushi - viéndose venir lo que iba a decir, Murakami escribió rápidamente su primera opción. Dazai no objetó nada, de hecho, lo agradeció - Ya lo tienes.

Murakami le devolvió su teléfono que ahora reflejaba su perfil en Instagram, pero que como cabría de esperar estaba vacío.

- No hay nada.

- Claro que no, porque tienes que subir tú el contenido.

- Oh, entiendo...

- Atsushi-kun, ¿qué te parece si me sigues? - Dazai se señaló a si mismo bastante entusiasmado.

- ¿Seguirle...? ¿A dónde?

- No, no, hablo de en Instagram. Sígueme.

- Ah... bueno, si me enseña a hacerlo, no me importaría.

- Claro que no me importa...

- Espera - Murakami interrumpió mirándolo mal con los brazos cruzados - ¿Por qué tienes que ser tú la primera persona que sigue?

- ¿Te importa el orden? De todas formas, a mí me conoció primero - intentó restregarle ese hecho por la cara pero Murakami ni se inmutó.

- Eso no importa. Atsushi, mejor sígueme a mí primero. Ve al buscador y busca mi perfil.

- Bu-bueno...

- ¡Espera, espera! Búscame a mí, Atsushi-kun. ¡Yo debo ser el primero!

- No crees un derecho que no tienes.

- ¡Tú tampoco lo tienes! Además, que quieras o no, está escrito en el destino que yo voy a ser el primer hombre de Atsushi-kun. ¡El primer hombre que siga me refiero! Cla-claro que no hablaba de otras primeras veces.

- Pues Atsushi insistió mucho en ser alguien íntimo para mí - presumió con cierto orgullo Murakami - Como nuestra relación ahora es así de íntima y estrecha, pues está claro que yo tengo que ser el primero.

- ¡AH! - Dazai puso cara de espanto - Pe-pero serás... espero que no le hayas hecho nada obsceno en esos ensayos tan pervertidos que tenéis. ¡Te denunciaré a la policía!

- ¿Por qué los llamas obscenos si no sabes cómo son?

- Es evidente con ver tu cara de depredador sexual. ¡Pervertido!

- ¡¿Ah?!

- ¡Además! Que si hablamos de intimidad, mi relación con Atsushi-kun es muchiiiiiiiiiiisimo más íntima que la vuestra.

- ¿En qué te basas?

- ¡En que Atsushi-kun me ha marcado! - se destapó el cuello para presumir de mordiscos - ¿Qué? ¿Qué me dices?

- ¿Qué quieres que te diga? - Murakami le miró raro - ¿Te ha mordido un animal?

- ¡Que no son de animal, son de Atsushi-kun! ¡Marcas hechas en un fogoso momento en mi sofá!

- Mentiroso.

- ¿Eso crees? Atsushi-kun, díselo tú. Vamos, vamos.

- No le metas en tus mentiras.

- Que no son mentiras.

Los adultos (solo de edad) continuaban discutiendo entre ellos con Atsushi en el medio que con tanto griterío y reproches, no terminaba de enterarse ni de como buscarlos ni de a quien buscar primero para seguirle. Si hubiese sabido que le iban a volver tan loca la cabeza, les habría pedido cuatro tazones más de arroz por lo menos.

Al final intentó buscar él mismo con sus pocos conocimientos, pero en el momento en que iba a teclear el nombre de Dazai, su teléfono fue arrebatado de sus manos. Levantando la mirada para ver quien era el descarado ladrón, se encontró con Ranpo con Yosano pegada a su lado, ambos mirando la pantalla del teléfono que el seiyuu acababa de coger.

- ¿Y esto? No sabía que te interesaban las redes sociales.

- Bueno...

- Yo me alegro - comentó Yosano con una sonrisa que comenzó a volverse traviesa - Así te será más fácil encontrar novio, que ya estás en la edad.

- ¡NO, DE ESO NADA! / ¡NO, DE ESO NADA! - por fin Murakami y Dazai se pusieron de acuerdo en algo y fue para negar la idea de que algún internauta desconocido se robase a Atsushi.

- Yo... quiero seguir a Dazai-san y Murakami-san, pero no sé cómo.

- ¿No? - Ranpo miró un rato a los dos hombres desesperados. Aguantarse la risa fue difícil - Oye, oye, ¿quieres seguirme a mí?

- Es que Dazai-san y Murakami-san...

- ¿No quieres? - le preguntó con una voz más suave y con sus ojos verdes abiertos. Como cabría de esperar, los misteriosos poderes de Ranpo hicieron efecto y el corazón de Atsushi se estrujó con fuerza.

- Sí... ¡Sí, por favor, Ranpo-san, quedémonos juntos, para siempre!

- Eso no es lo que te he dicho, pero en fin - cerró de nuevo los ojos, buscando su perfil con la cuenta de Atsushi y dándole a seguir - Ya está, ya me sigues.

- ¡Sí, al fin del mundo si hace falta, Ranpo-san!

- Corta un poco que ya he cerrado los ojos.

Murakami y Dazai se quedaron congelados en su sitio al ver como con un descaro exagerado, Ranpo había arrebatado una primera vez digital de Atsushi. Ahora, hasta el día de su muerte, en el perfil de Atsushi figuraría Ranpo como la primera persona a la que siguió.

- Que caras tan deprimidas, ¿no? - soltó Yosano al ver la aura depresiva de los chicos - Yo quiero seguirte, ¿te importa, Atsushi?

- N-no, pero... ¿a dónde dice que me va a seguir? Si lo hace sin avisar me asustaré.

- Que no, bobo, que no es eso - comprobó cual era el perfil de Atsushi y lo buscó con su teléfono. Arrebatando frente a los dos tontos enamorados de Atsushi otra primera vez digital. Su primer seguidor. En este caso, seguidora - Ya está. Estaré pendiente de los perfiles de chicos guapos solteros y te pasaré alguno, ¿vale?

- Es que...

- ¡NO! / ¡NO! - objetaron al mismo tiempo Murakami y Dazai.

- Vas a tener que enterarte de cómo va todo - Ranpo tomó asiento frente a los tres chicos. Yosano tardó poco en seguirle y ponerse a su lado - Mira - dejó el teléfono de Atsushi en el medio de la mesa para que el chico pudiese verlo bien - En esta parte saldrán las fotos de las personas que sigues. Ahora sale una mía porque soy la persona más reciente que sigues.

- Sí - asintió atento a la explicación.

- Si le das a este corazón...

- ¡AH! - las mejillas de Atsushi enrojecieron - ¡Ra-ranpo-san, aunque mi corazón se siente muy cálido a su lado, yo no...!

- Calla que no es eso. Si le das al corazón me estás dando un me gusta.

- ¡AH! ¡Sí que era lo que pensaba! - llevó ambas manos a sus mejillas sonrojadas - ¡Esta no es la manera de expresar sentimientos, Ranpo-san! Yo... yo no puedo ser el otro de su relación con Poe-san, pero... ¡aaaaah! ¡Mi corazón late con fuerza! ¡¿Qué voy a hacer?!

- Akiko... mejor sigue tú - Ranpo cedió el teléfono a Yosano.

- Los me gustas que dejes no son lo que piensas, Atsushi - prosiguió explicando la mujer - Los das solamente porque te gusta la foto, bueno, también puedes dejarla si te gusta el chico que sale en ella. ¿Sabes? Hay un chico en mi barrio con el que creo que te podrías llevar bien. ¿Qué te parece si le buscamos por...?

- ¡NO! / ¡NO! - Dazai y Murakami mostraron de nuevo el único tema en el que estaban de acuerdo. No meter a más hombres en la ecuación amorosa de Atsushi.

- Como sacáis las garras, ¿eh? Bueno, eso para más adelante - Yosano le guiñó el ojo a Atsushi, que no entendió y continuó explicando - Este icono de aquí lo usas si quieres guardar la foto.

- ¿Guardarla? ¿Por qué haría eso?

- Pues porque te gusta mucho.

- Entiendo, entiendo.

- De momento te dejamos con esas funcionalidades básicas, luego te explicaremos las más avanzadas. La verdad es que es bueno que ahora tengas redes sociales - Yosano empujo el teléfono de vuelta hacia Atsushi - Te puede servir para promocionar tus trabajos y hacerte conocer.

- ¿Promocionarlos? ¿Cómo?

- Pues por ejemplo... - Yosano se cruzó de brazos y miró hacia el techo mientras pensaba - Con una foto con Murakami. Seguís grabando una serie de CD dramas, ¿no?

La propuesta de Yosano trajo la esperanza de nuevo al rostro de Murakami y además le abrió la puerta para presentarse como uno de los candidatos para otra de las primeras veces digitales de Atsushi.

La primera foto que cuelgue.

- Sí, eso que dices es muy cierto. Creo que una foto de nosotros juntos sería un buen reclamo publicitario y así tendrías una primera publicación en tu cuenta. ¿No te parece bien?

- Bueno... visto así...

- ¡Espera! ¿Por qué tú? - Dazai no tardó en quejarse - Que tengáis un trabajo abierto en la actualidad no significa que sea el primero de Atsushi-kun. Te recuerdo que sus primeros gemidos fueron CONMIGO. Yo fui la primera persona en este planeta en escuchar a Atsushi-kun delirar de placer.

- Eso da igual, es pasado y te recuerdo que para quien gime actualmente es PARA MÍ.

- ¡Pero no es lo mismo! Tú nunca sabrás como se siente el escuchar sus primeros gemidos, como se le trababa la voz, como sus ojos se humedecían por la vergüenza y como sus mejillas se sonrojaban. La timidez inicial de Atsushi-kun es un manjar que nunca experimentarás.

- ¿Sí? Pues tú no sabes cómo es ahora. Gracias a mí está mejorando muchísimo. Sus gemidos son firmes y sonoros, te absorben en un nuevo mundo en el que no puedes escuchar a nadie más que a él. Dentro de las cuatro paredes del estudio, Atsushi no puede pensar en otra cosa que no sea en mí y en el placer que experimentamos juntos.

- ¡¿AH?! ¡¿Cómo te atreves a gozar con un Atsushi-kun experimentado?! ¡Pervertido!

- ¡¿Y tú cómo te atrevías a gozar de un Atsushi principiante?! ¡Degenerado!

Mientras discutían, en una discusión que gracias a dios no tenía lugar en la calle, Ranpo y Yosano los miraban raro mientras que Atsushi estaba concentrado en la nueva app instalada en su teléfono.

- Oye, Atsushi, ¿tú tienes algo que decir respecto a todo eso? - le preguntó Ranpo.

Atsushi levantó la cabeza y rascó su mejilla.

- Es que... no entiendo por qué están discutiendo.

- Sí... mejor que no lo entiendas - Yosano suspiró - Pero resumiendo. Tienes que publicar una primera foto, ¿quieres que sea con Dazai o con Murakami?

- Hmm... - Atsushi levantó la mirada hacia el techo mientras pensaba. Los chicos sentados a su lado se quedaron mirándole fijamente, bastante ansiosos como si fuese a elegir al hombre con el que se quería casar - Pues la verdad... - bajó la mirada del techo, sonriendo inocentemente - Me da igual.

Dazai y Murakami casi se caen al suelo al escuchar la respuesta, pero no sabían que se esperaban, si esta era la respuesta más típica que podría haber dado Atsushi.

- Piénsalo si quieres, pero, ¿qué te parece si mientras sacamos tu foto de perfil? - propuso Yosano recostándose sobre el respaldo de su asiento.

- ¿Para?

- Es la foto identificativa de tu cuenta. Todos la verán.

- Oh... - Atsushi frunció el ceño algo inconforme - Y... ¿es obligatorio que sea de perfil? Creo que se me verá más despeinado y ni siquiera se me verá el rostro entero.

Ante el comentario extremadamente ingenuo y algo bobo de Atsushi, nadie se atrevió a decirle nada. Internamente, cada uno de sus cuatro acompañantes en esa mesa se puso a preguntarse internamente si de verdad había sido buena idea meter a un chico tan inocente en el espeluznante mundo de las redes sociales.

Pero lo hecho, hecho está.

Solo había pasado un día desde el día que Atsushi puso un pie (o le hicieron poner un pie) en el enigmático mundo de las redes sociales. Y si bien Dazai y Murakami seguían detrás de su oreja insistiendo en una primera foto con alguno de ellos, Atsushi estaba pensando más en la foto de perfil que hace poco descubrió que no era una foto de perfil literal.

- He visto que las fotos de perfil de Dazai-san y Murakami-san son bastante buenas - comentó con la boca llena mientras comía de un bol de arroz en su casa, con Lucy justo frente a él. Si quería consejos de este tipo, mejor pedírselos a Lucy que parecía ser alguien muy estilosa y muy bien enterada de las últimas tendencias - Si va a ser pública... me gustaría una buena foto.

- Olvídate. Las fotos de Dazai y Murakami las hacen fotógrafos profesionales.

- Suena caro...

- Y lo es.

Ambos suspiraron al mismo tiempo. Los pobres que apenas llegan a fin de mes se entienden bien entre ellos.

- De todos modos. Me cuesta creer todavía que trabajes con Murakami Tokio.

- ¿Es algo raro? - ladeó la cabeza confuso.

- ¡Pues para los mortales como yo, sí! Eres un caso digno de estudio. Tu primer trabajo fue con Dazai Osamu y el segundo con Murakami Tokio. ¿Cuál va a ser el tercero? ¿Con Brad Pitt?

- ¿Quién es ese?

- ¡¿En serio?! ¡Eres todo un caso! - Lucy se llevó las manos a la cabeza desesperada - Y encima quieren hacerse una foto contigo ¡y publicarla! ¿Sabes la de miles de seguidores que conseguirías con algo así?

- ¿Tan importante es eso?

- Pues en el mundo de las redes sociales, sí. Tu éxito o fracaso se mide en tu cantidad de seguidores.

- Hmm... ¿cómo las sectas?

- Sí, exacto. ¡No, espera, no lo compares con eso, que da mucha grima!

- La verdad es que me da igual. No lo veo tan importante.

- Eso dices ahora mismo, espera a cambiar de opinión.

- No creo - dejó su cuenco de arroz vacío sobre la pequeña mesa frente a ellos y se quedó mirando fijamente a Lucy.

- ¿Eh? ¿Q-qué pasa? ¿Por qué me miras?

- Lucy-san... ¿tiene Instagram?

- ¿Eh? - el rostro de la chica perdió color - E-eh... cla-claro, pero solo se lo doy a personas VIP, ¿sabes? Tienes que vigilar quienes te siguen no vaya a ser alguno un pervertido o....

- ¿Es esta la cuenta de Lucy-san? - Atsushi dio la vuelta a su móvil para que pudiese ver la cuenta de una tal Lucy Magical Girl que había encontrado navegando él solo. Sobra decir que la cuenta estaba llena de fotos de ella haciendo cosplay.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡CLA-CLARO QUE NO SOY ESA! ¡¿CÓMO LO VOY A SER?! - chilló presa del pánico y la vergüenza.

- Hmm... - Atsushi volvió a mirar la pantalla - Pues yo creo que sí.

- ¡Que no!

- Hmmm... - volvió a mirar la pantalla, esta vez una foto de la chica haciendo cosplay de colegiala de anime y abrazando un peluche de Odasaku Man - Definitivamente es Lucy-san.

- ¡AAAAAAAAAAAH! ¡Olvida todo lo que has visto en este momento!

- Pero son disfraces muy buenos y te quedan muy bien. Me gustan.

- ¡AH! - el rostro de Lucy se sonrojó ante el ataque infalible de honestidad angelical de Atsushi - ¡N-no digas tonterías, bobo! ¡Me voy!

Enfurruñada, Lucy se marchó de su piso, dejando a Atsushi algo confuso por si había dicho algo malo. Decidió restarle importancia al no entenderlo y simplemente darle a seguir a la cuenta cosplayer de Lucy. Después, recogió la mesa y el cuenco vacío y se marchó hacia el baño. Una vez allí, abrió el grifo de la bañera y comenzó a desnudarse, pero el timbre interrumpió.

- ¿Tienen que llamar ahora...?

Algo apresurado, cerró el grifo de la bañera y cubrió su cuerpo con un albornoz para salir corriendo a su puerta. Echó un vistazo por la mirilla solo para encontrarse con Dazai y Murakami. No entendía que hacían ambos aquí, pero tampoco les iba a dejar sin contestar así que abrió la puerta lo justo y solo se asomó un poco.

- Ho-hola.

- Atsushi-kun, vine para que nos sacásemos nuestra foto.

- Y yo viene para que te sacases la foto conmigo, porque soy con quien evidentemente la vas a hacer, ¿o no?

- Pues... es que lo seguía pensando.

- ¿Por qué no lo decides ya? Déjanos pasar - Murakami intentó abrir la puerta, pero Atsushi se hico bolita contra ella.

- ¡E-es que estoy desnudo!

Esa información fue suficiente para que Murakami soltase la puerta como si ardiese y se apartase con el rostro sonrojado.

- Lo... lo siento.

- No pasa nada - le sonrió con dulzura a pesar de la situación - Pero aunque no lo haya pensado todavía, ya que estáis aquí, ¿por qué no me enseñáis?

- ¿En... enseñarte? - Dazai parpadeó un par de veces confuso.

- ¡Sí! Ya sabéis, todas esas cosas que no conozco.

Ambos hombres se quedaron con la boca abierta mientras compartían el mismo pensamiento inapropiado de un Atsushi tumbado sobre el futón, vistiendo un desarreglado yukata blanco y suplicándoles con los ojos húmedos que le enseñaran. A medida que el Atsushi imaginario comenzaba a separar las piernas, ambos se vieron obligados a interrumpir su fantasía si no querían tener un inconveniente físico ahí mismo.

- ¡A-atsushi-kun, sabes que no me importa enseñarte cualquier cosa! ¡Pero ni loco con este presente!

- ¡Ja! Pues yo puedo decir lo mismo. Además... ¡que no apruebo este tipo de compartimientos sexuales tan descarados! La intimidad es solamente de dos personas.

- Ya... no entiendo... de qué habláis - Atsushi sonrió nervioso - Ayer me estabais enseñando ambos sobre las redes sociales, ¿por qué ahora no queréis?

Entendiendo por fin el malentendido, a ambos se les quedó una cara de estúpido que no tardaron en intentar arreglar.

- E-era eso...

- E-entonces claro que te queremos enseñar, Atsushi-kun.

- Bien, entonces pasad y...

- ¡NO! / ¡NO! - repitieron al unísono.

- E-es mejor que nos quedemos fuera.

- ¿Por qué?

- ¡Porque estás desnudo! - exclamó Murakami como si fuese algo obvio - ¿No te da vergüenza dejar entrar a dos hombres a tu casa mientras tú te bañas?

- Pero yo estaría en un sitio y vosotros en otro...

- Es lo mismo. Inaceptable.

- Bueno...

- Pues a mí no me importa en realidad - Dazai infló su pecho con orgullo - Porque Atsushi-kun y yo tenemos una confianza muy íntima, además de las ya varias veces que hemos dormido juntos. ¿Cómo te quedas?

- ¡Pues que eres un pervertido!

- ¡¿AH?!

- Nadie va a entrar, nos quedamos fuera.

- Como veáis entonces. Dejaré la puerta abierta de todos modos por si acabáis teniendo mucho frío. Intentaré acabar rápido.

Atsushi se machó y allí fuera quedaron los dos chicos que, con pocas ganas de mirarse a la cara, quedaron de espaldas a la puerta y mirando hacia el frente.

- ¿Qué haces exactamente aquí? - le cuestionó Dazai - ¿De verdad no tienes tareas más importantes en tu agenda?

- Te podría preguntar exactamente lo mismo. ¿Tan desocupada es tu vida?

- Si se trata de Atsushi-kun, puedo dejar mi agenda en blanco en cuestión de segundos.

- ¿Sí? Pues es exactamente lo mismo para mí.

- Y que sepas... ¡q-que sepas que lo de antes era cierto! Atsushi-kun y yo hemos dormido juntos muchísimas veces. Pasamos las vacaciones de verano juntos y una noche, durmiendo en la misma cama, Atsushi-kun se dejó llevar por la lujuria y se puso a meterme mano.

- ¿Por qué no escribes para algún CD drama? Tienes buena imaginación.

- ¡No es imaginación, es verdad! También se metió conmigo en la bañera y se vistió con el legendario traje de ero-maid neko solo para mí.

- No sé qué narices es el legendario traje de ero-maid neko, pero dicho así parece completamente algo salido de tu imaginación. Bueno, en realidad de un sueño húmedo que hayas tenido.

- ¡Hey! Cuidadito con menospreciar el legendario traje de ero-maid neko, gracias a él, la gente sigue procreando en este país.

- ¿Qué? - Murakami rodó los ojos. No entendía ni una palabra de ese traje - Cambiando de tema, ¿cuándo piensas marcharte?

- Que curioso, te iba a hacer la misma pregunta.

- ¿Yo? No me pienso ir, voy a sacarme la foto con Atsushi.

- ¿Por qué? Yo fui su primer compañero de trabajo. Si alguien tiene que aparecer en esa foto, soy yo.

- Incorrecto. Si alguien tiene que aparecer en una foto con él, soy yo que soy su actual compañero. Tú eres el pasado y yo el presente. Es puro razonamiento.

- Nuestro trabajo juntos fue excepcional. ¿Por qué no iba a promocionarlo?

- Ya - Murakami rodó los ojos de nuevo, poniendo de los nervios a Dazai - Oye, no hablar directo no es mi estilo, así que te diré las cosas como son. Por supuesto que defiendo que su primera foto sea conmigo por motivos laborales, pero no es solo por eso. Atsushi me interesa, sentimentalmente hablando.

- ¿Senti...? ¡Oye! ¡¿Cómo te atreves?! ¡Eso es muy poco profesional de tu parte!

- ¿Sí? ¿Y qué? - Murakami alzó la barbilla con orgullo - Atsushi es alguien amable, comprensivo y lindo. La conexión que experimentamos juntos es única, irremplazable e irrepetible, así que haz el favor de dejar de meterte en medio y...

- ¡Alto, alto, alto! Yo no me aparto. Atsushi-kun me gusta y me gusta cien veces más que a ti.

- ¡¿Ah?! ¡Pero bueno! ¿Cómo eres tan poco profesional como para enamorarte de tu coprotagonista? Eres todo un caso, Dazai.

- ¡Pero si a ti te ha pasado igual! Además, ¿cómo no me iba a enamorar? Atsushi-kun es alguien amable, comprensivo y lindo.

- ¡Esos eran mis motivos!

- ¡Pero yo los pensé muchísimo antes que tú! Además, yo tengo que añadir que el legendario traje de ero-maid neko le queda de lo más sensual. Reuniendo todos esos factores, era claro que la vida lo ha puesto en mi camino para que nos enamoremos.

- No, la vida lo ha puesto en MI camino y curiosamente, después de dejarte.

- ¡No me ha dejado! Solo que... ya no trabajamos juntos.

- ¡Ja! Pues eso es lo mismo que dejarte.

- No es verdad y que sepas que, si pudiera, Atsushi-kun volvería a grabar conmigo encantado. Adoraba nuestros íntimos ensayos juntos.

- Sí, sí, ya me contarás sobre esos "creampies" que dice que hacías juntos. ¡Eres un maldito pervertido!

- No eran... ¡n-no eran esos creampies que piensas! ¡Pero incluso Atsushi-kun adora los míos! Porque adora estar conmigo y yo le haría la cantidad de creampies que el me pidiese.

- ¿N-no te da vergüenza hablar así en la calle? - Murakami, que era muchísimo más pulcro que Dazai, se sonrojó por el tema de conversación.

- Si se trata de Atsushi-kun, hablaría de cualquier cosa por él. Aunque es normal que tú no puedas, en fin - se encogió de hombros satisfecho - Eso demuestra que mis sentimientos son más fuertes que los tuyos.

- ¡¿Qué?! ¡Cla-claro que no! - Murakami se giró para quedar frente a él, todavía sonrojado por lo que pensaba decir - Y-yo...

Como Atsushi seguía en la ducha, no se estaba enterando de la discusión de fuera. No pasaba lo mismo con sus vecinos, que llevaban ya un rato escuchando jaleo así que tanto Lucy como Katai abrieron un poco sus puertas y se asomaron para ver qué pasaba.

Lo que pasa, es que se asomaron en el momento menos oportuno.

- Y-yo... ¡Y-yo haré a Atsushi todos los creampies que necesite, los que me pida para ser feliz! Y-yo... - demasiado avergonzado por el lenguaje tan vulgar, Murakami tuvo que cerrar los ojos para continuar hablando - Yo... ¡¡L-le llenaré completamente si eso le hace feliz!!

-¿Eh? / ¿Eh? - tanto Lucy como Katai pestañearon confusos ante la escena.

- Con que esas tenemos, ¿eh? - Dazai chistó por lo bajo. Debía ir en serio si se atrevía a gritar aquello - Pues yo haría a Atsushi-kun mil creampies seguidos si eso le hiciese feliz. Si queda satisfecho... ¡¡no me importa morir en el intento quedándome completamente seco!!

- ¡¿AH?!

- ¡Tú en cambio no serías capaz nunca de satisfacer a Atsushi-kun! Está en plena flor de la vida. ¡Ja! No le durarías ni una mísera ronda.

- Tú... ¡¿cómo te atreves?! ¡¿Dudas de mi resistencia sexual?!

- Dudo de que un hombre con el pelo tan engominado y con un descapotable tan hortera como tú pueda ser la media bola de arroz de Atsushi-kun. Como mucho serías su medio brócoli, porque te apartaría en el plato.

- No sé por qué hablas ahora de arroz y brócoli. ¡Pero mi estamina es mil veces la que tú te piensas! Podría pasarme el día satisfaciéndole, cosa que tú, un adulto incapaz de algo tan sencillo como sacarse el carné de conducir, nunca podría hacer.

- ¡Eh! Si no me saco el carné es porque la autoescuela me catalogó como potencialmente peligroso para la seguridad vial, ¡no porque no quiera!

- ¡¿EN QUÉ LO MEJORA ESO?!

- ¡AAAh! ¡¿Yo qué sé?! Solo sé que me estás haciendo perder el sentido de mis pensamientos. Vete ya de aquí y deja que la primera vez... ¡digo! La primera foto de Atsushi-kun sea con alguien que no teme cumplir todos sus fetiches más inconfesables.

- Si le dejo contigo acabará en un video inadecuado en alguna página perturbadora de Internet. Yo tampoco tengo impedimento de cumplir cualquier deseo suyo, le mantendré satisfecho SOLO conmigo.

Las chispas empezaron a saltar entre ellos mientras su discreto público se quedaba mirándolos raro.

- Oye... ¿tú entiendes algo de toda esta pelea? - cuestionó Katai a su vecina. Ambos continuaban con solo la cabeza asomada al exterior - Es que a partir del creampie me he perdido.

- Prefiero no seguir escuchando - Lucy regresó a su piso dando un portazo. Katai seguía sin entender, pero prefirió hacer lo mismo que la chica y regresar a su piso.

Mientras tanto, en el de Atsushi, este terminaba de salir del baño con su cuerpo entero cubierto en un albornoz. Se dirigió hacia la cómoda donde estaba su ropa, pero antes de poder abrir el cajón, sus ojos fueron hacia el teléfono que había abandonado ahí.

Podía escuchar perfectamente como fuera había algo de jaleo por cortesía de Dazai y Murakami. Debía saber que era inevitable. Murakami necesitaba ensayar más eso de llevarse mejor con los demás y Dazai tenía la mecha muy corta si se trataba de comentarios sarcásticos. Juntarlos tal vez era algo explosivo, pero deseaba que se llevasen bien.

Por eso se le ocurrió una imprudente idea, usar él solo Instagram para encontrar un vídeo gracioso que destensase las cosas entre todos. Además, si viesen que lo ha hecho solo, tal vez le felicitarían y debido a su mentalidad infantil, le encantaba ser elogiado.

- Je, je, seguro que les sorprende que sepa usarlo tan bien - cogió el teléfono y se metió en la aplicación, pero se quedó en blanco sobre cuál era la opción para buscar cosas, así que optó por darle a algún lugar al azar que le acabó llevando a una función parecida a la de la cámara - ¿Eh? ¿Qué es esto? ¿Una función de espejo? Vaya... que útil.

Sin querer, Atsushi se movió en las opciones de la pantalla y comenzó un directo involuntario pensando que seguía en lo que él creía, la "función espejo". Dejó el teléfono apoyado en la cómoda y se alejó un poco. La verdad es que era cómodo, los espejos grandes ocupan mucho y este era pequeño y además portátil. Que buenas ideas tenían esos genios de Internet.

Mejores que las suyas seguro.

Fuera de su apartamento, una ruidosa notificación en sus teléfonos móviles detuvo la discusión de Dazai y Murakami. Como cualquier cosa era mejor que continuar viendo al otro, se ignoraron mutuamente y sacaron sus teléfonos solo para ver como una notificación idéntica en cada uno les informaba que su chico favorito había comenzado una retransmisión en directo.

- ¿Un directo? - preguntó extrañado Murakami.

- ¿De Atsushi-kun? Es extraño... él... - apartó la mirada de su teléfono, girando su rostro lentamente hacia Murakami que hizo lo mismo - ¿Atsushi-kun no estaba...?

- ¿Bañándose...?

En una rápida conexión mental ambos entendieron el predecible y vergonzoso accidente que estaba teniendo lugar y como lo importante era detenerlo, empujaron con fuerza la puerta que Atsushi había dejado entreabierta para que pasaran por si tenían frío y entraron rápidamente.

- ¡ATSUSHI-KUN! / ¡ATSUSHI!

- ¿Eh? - Atsushi, que en ese momento estaba quitándose el albornoz de espaldas al teléfono móvil, se sorprendió y se avergonzó al ver entrar a ambos en un momento tan poco adecuado - ¡¿Q-qué estáis...?!

No le dio tiempo a terminar su pregunta, Murakami se había lanzado hacia la cómoda para hacerse con su teléfono y cortar el directo mientras que Dazai se había lanzado hacia el cuerpo del albino, quien había perdido el albornoz por el movimiento, para atraparle en un abrazo con la intención de cubrir su cuerpo desnudo.

- ¡Apaga eso!

- ¡¿Qué crees que estoy haciendo?! ¡¿Y se puede saber qué haces tú, descarado?!

- ¡Pues cubrirle! ¡¿O acaso quieres que salga desnudo por todas las redes sociales?!

Aunque habían apagado el fuego de este incidente (y tal vez para no perder costumbres), Murakami y Dazai continuaron discutiendo un rato mientras Atsushi se quedaba estático entre los brazos del castaño, incapaz de escuchar nada por lo alto que escuchaba los propios latidos de su corazón. Sus mejillas estaban coloreadas de un intenso rojo y sus piernas temblaban con la amenaza de dejarlo caer, cosa que en realidad no pasaría porque Dazai le tenía atrapado. Su pecho desnudo estaba chocando contra el de Dazai que se sentía cálido y blando debido a que el mayor llevaba un abrigo y por eso pensó que la calidez repentina que estaba sintiendo en su cuerpo se debía deber a aquello, pero entonces, ¿por qué se estaba concentrando todo ese calor por debajo de su estómago? Sí... no era la primera vez que sentía ese calor desconocido, ya lo sintió el otro día cuando viendo las películas con Dazai se lanzó encima de él para castigarle con mordiscos.

El calor, esta vez, parecía amenazar con bajar mucho más allá de su estómago.

- Ah... - un pequeño gimoteo se escapó de sus labios e incapaz de continuar de pie, se aferró al cuerpo de Dazai al ya no poder mantener sus piernas erguidas - Da-dazai-san.

- ¿Eh? ¡Cu-cuidado! - Dazai le agarró con más fuerza, lo cual no ayudó a frenar la expansión de calor en su cuerpo, y se dejó caer junto a él en el suelo - ¿Estás bien, Atsushi-kun?

- S-sí... - todavía aferrándose con fuerza a Dazai, prefirió ocultar su rostro en el pecho del mayor - ¿Pu-pueden devolverme el albornoz, por favor? Es... es vergonzoso.

- ¿Vergon...? - Dazai por fin se dio cuenta de las condiciones en las que estaban e igual de sonrojado que Atsushi, prefirió apartar la mirada - Mu-murakami.

- Ya, no hace falta que me lo pidas - Murakami, apartando la mirada también, dejó el albornoz que se había caído sobre los hombros del albino y este, rápidamente y aprovechando que los otros dos habían apartado la mirada, se lo colocó y se lo ató para dejar de nuevo su cuerpo cubierto.

- ¿Q-qué...? ¿Q-qué hacíais? - les preguntó, aunque incapaz de mirarles a los ojos por la vergüenza - Me habéis pegado un buen susto.

- No, ¿qué hacías tú? Estabas haciendo un directo, Atsushi.

- ¿Di... recto?

Viendo que no entendía, Dazai procedió a explicárselo.

- Era una retransmisión en directo. Lo que veías en el móvil se estaba retransmitiendo en tu cuenta.

- ¿Eh? - pestañeó un par de veces para procesar la información - ¡¿EEEEEH?! ¡E-entonces me han visto...!

- No, no te han visto - le tranquilizó Murakami - Te detuvimos a tiempo.

- Menos mal...

- Creo que será mejor que te vistas - le aconsejó Dazai ante lo que Atsushi asintió tímidamente y tras recoger la ropa de la cómoda, se marchó corriendo de vuelta al cuarto de baño - Eso que has dicho... ¿era cierto?

- No, pero obviamente no se lo iba a decir.

- Mierda - Dazai maldijo, se levantó y se puso al lado de Murakami que ya se encontraba con su teléfono en la mano - ¿Quién ha osado ver el cuerpo de Atsushi-kun semidesnudo? ¿Quién es el pervertido tan degenerado que ha gozado de lo lindo con una imagen que me habría gustado grabar a fuego en mis retinas?

- ¿Y te atreves a llamar a alguien pervertido? - comentó Murakami mirándole raro - Me quedé con el nombre de la única cuenta que se había unido al directo y ya la estoy buscando.

- Sí, sí, búscala que cuando la encuentres le pienso decir unas cuantas cosas por...

- ¿Mm? Es una mujer.

- ¿Y por qué te extraña? Las mujeres también pueden ser unas pervertidas. Te lo digo yo que tengo experien...

- ¿Eh? Pero si es...

- ¿Quién es? - se juntó más al otro para ver la pantalla de su teléfono. En esta se mostraba la cuenta cuya foto de perfil era de una conocida mujer castaña con gafas abrazando con demasiada fuerza a un gato con manchas.

- ¿Esta mujer...? ¿No es la secretaria de Fukuzawa Yukichi?

- Sí...

- ¿Y entonces? Es una conocida suya.

- Sí...

- ¿Y...? ¿Le vas a decir algo?

- ¿Por qué?

- ¿Por qué? ¿No estabas diciendo hace nada no sé que mierda de los pervertidos y de que no tenían perdón?

- ¡Idiota! Haruno-san es una mujer decente. ¿Cómo te atreves a hablar así de ella?

- ¡Hace 10 segundos pensabas todo lo contrario!

- Creía que eras el típico hombre de apariencia de príncipe. Esa clase de hombres no son groseros con las mujeres.

- ¡Pero si eras tú el que...! ¡Oye! ¡¿Me estás escuchando?!

Dazai se había propuesto ignorarlo, cruzándose de brazos y alejándose tranquilamente de él.

La verdad, no podía reprochar nada a Haruno porque era la diosa que vistió de manera tan erótica a Atsushi en Halloween.

Y en cierta manera, incluso le debía una por ello y si supiese lo que escribía por Internet... se sentiría incluso más en deuda.

Dazai se detuvo de repente. Pensar en Haruno y su buen gusto para los disfraces le había dado una idea.

Atsushi ya tenía foto de perfil. No sabía bien por qué, después del incidente en su piso, Dazai no había parado de recomendar a Haruno como fotógrafa y estilista para la foto. Y de tanto insistir, Atsushi al final cedió y dejó que Haruno le pusiera una diadema con orejas de gatito en la cabeza, un cascabel en el cuello y que le tomase una foto en una pose aconsejada por ella. Lanzando un tierno y falso zarpado que él pensó que habría quedado mal pero que Haruno elogió con un derrame nasal manchando el piso.

Al final sí que había quedado bastante bien, incluso Murakami comentó que podría ser buen modelo, pero Atsushi no pudo hacer otra cosa que reír. Eso le parecía bastante imposible.

Ahora se encontraba realizando uno de sus pasatiempos preferidos, ojeando ofertas del supermercado hasta que una notificación en su teléfono distrajo su atención de los boquerones con un 40% de descuento.

Viendo la notificación que apareció en su teléfono, el rostro de Atsushi perdió completamente el color, levantó la mirada y echó un vistazo angustiado a su alrededor. Algunos clientes del supermercado se le quedaron mirando extrañado, lo cual solo sirvió para preocuparle más.

Angustiado por lo que acababa de ver, salió corriendo del supermercado como alma que lleva el diablo hasta que reconoció a lo lejos una espalda y mapache conocidos.

- ¡Poe-san!

- ¿Eh? ¿Atsushi? - Poe se detuvo, dejando que Atsushi le alcanzase con los ojos llorosos.

- ¡Poe-san, ayúdeme!

- ¿Qué pasa?

- Me... - miró de nuevo a su alrededor asustado - ¡Me están siguiendo!

- ¿Eh...? ¡¿Q-quién?! - preguntó incluso más asustado que el albino.

- ¡Gigi Candy!

- ¡¿Gigi Candy?! ¿Gigi...? L-los japoneses tenéis nombres muy raros...

- ¡Ayúdeme por favor!

- ¿Eh? ¡S-sí, sí! Esto... d-de acuerdo, creo... q-que lo primero que deberías hacer es buscar a un adulto responsable.

- ¡Sí!

- Bien.

Pero Atsushi no se movió del lugar, en vez de eso, se le quedó mirando fijamente.

-Oh, mierda... digo, sí, claro, soy yo. E-esto... ¿e-está aquí? ¿La persona que te sigue?

- No lo sé...

- ¿No lo...? Entonces, ¿cómo sabes que te siguen?

- Me ha llegado un aviso.

- ¡¿Un aviso?! - los ojos de Poe se hicieron visibles a través de su flequillo solo para mostrar espanto - S-si te manda un aviso... debe ser un acosador loco.

- Estoy asustado, Poe-san...

- ¡Tra-tranquilo! Los acosadores son fácilmente reconocibles. Tienen una pinta sombría, visten con ropa oscura y desfasada y llevan los ojos tapados con el pelo.

- Ah... - Atsushi dio un paso hacia atrás.

- ¡Espera! ¡Que no soy yo!

- No he dicho nada.

- ¿Y por qué te alejas? - suspiró derrotado - Si te están acosando, debes ir a la policía.

- Ya, pero... - cerró sus dos manos en puños y los apretujó contra su propio pecho - Estoy tan asustado...

Poe sintió un revoltijo de culpabilidad en el estómago, además de que encima de su cabeza, Karl le arañaba por fallar como adulto y como hombre. Delante de él había un chico asustado, alguien que no se merecía estar pasando por algo tan desagradable. Su deber como adulto, aunque no le gustase, debía ser brindar seguridad a las generaciones más jóvenes.

- Maldición... ¿por qué habré salido a la calle? A-atsushi, escúchame, démosle esquinazo y vayamos con la policía.

- Poe-san... - viendo su salvación ante sus ojos, la mirada de Atsushi recuperó su brillo - ¡Sí, confió en usted, Poe-san!

- Va-vale... - se tuvo que alejar un poco, temía que la luz de Atsushi transformase en polvo a su tétrica persona - E-este tipo de gente es peligrosa y más aun si encima se atreve a avisarte. Tenemos que librarnos de él, ¿vale?

- ¡Sí!

- Entonces, corramos, ¿crees que puedes?

- ¡Sí!

- Bien, pues entonces...

- ¡Huyamos, Poe-san!

- ¿Eh? ¡¿Eh?! ¡E-espera!

Tal y como pidió, Atsushi salió corriendo a una velocidad que ni teniendo su misma edad podría igualar. Poe le tuvo que seguir, igual que él iba corriendo, pero por supuesto que la velocidad no era comparable y la resistencia muchísimo menos.

- ¡Poe-san! ¿Hasta dónde deberíamos huir? - le preguntó Atsushi a demasiados metros por delante de él con la respiración perfectamente bien.

- ¡De-debería ser un... un rato hasta perderlo! - le contestó casi sin aliento. Ojalá hubiese gastado su juventud jugando en el parque en vez de escribiendo en su habitación, ahora no tendría que estar lamentándose - ¡A-Atsushi! Co-como te sigue, de-de... debería estar corriendo ahora mismo también.

- ¡Ah, es verdad! - miró a su alrededor, pero ellos dos eran los únicos locos corriendo por la acera - Es extraño, no veo a nadie, Poe-san.

- S-sí... y-yo tampoco veo, pero debe ser por la falta de oxígeno.

- Poe-san, ¿está bien? - Atsushi bajó su ritmo lo suficiente para igualarle.

- S-sí... tranquilo...

Atsushi extendió sus brazos y Karl se lanzó hacia él, recogiendo al mapache entre sus brazos, Atsushi pensó que le quitaría un buen peso al americano de encima, pero parecía igual que antes.

- Poe-san... ¿quiere que vayamos al hospital antes que a la policía?

- N-no... estoy bien... de cualquier forma, ¿cómo es que te llegó un aviso de que te seguía?

- Lo hizo, mire - sacó su teléfono móvil y lo giró hacia él. Aun en movimiento, Poe pudo ver bien como una cuenta de Instagram llamada Gigi Candy le había comenzado a seguir... a su cuenta, no a su persona.

- No puede ser...

- ¿Eh? ¡Ah, cuidado, Poe-san!

Su aviso llegó tarde porque por no mirar hacia delante, Poe se había acabado chocando de frente con una farola que le dejó K.O y lo tumbó en el suelo.

- ¿Poe-san? ¡¿Poe-san?!

Tras semejante desafortunado accidente, Atsushi arrastró el demacrado cuerpo del mayor hacia el estudio de grabación y pidió ayuda para él. Así, de alguna manera, habían acabado en la sala de descanso, con un Poe recostado con la cabeza en el regazo de Ranpo mientras este apretaba una bolsa de hielo contra su frente y casi se moría a carcajadas.

- ¡Jajajajajajajaja! ¡Jo, Atsushi, tú si que sabes hacer cosas divertidas!

- Y-yo... yo... - el chico se puso de rodillas en el suelo y estampó sus manos y su frente contra este en una perfecta postura de dogeza - ¡LO SIENTO! Lo siento, lo siento, lo siento, ¡LO SIENTOOOOOOO!

- Levántate, que tampoco ha sido para tanto - Yosano, que era la otra persona en la sala, se acercó al chico conteniendo un poco la risa - Ha sido un divertido malentendido. ¿Verdad?

- Sí... - Poe llevó la mano a su frente, con lo que Ranpo levantó la bolsa de hielo de allí - Uno en el que tal vez me haya roto el cráneo...

- ¡AH! Lo... ¡LO SIENTO! - Atsushi estampó de nuevo su frente contra el suelo. A este paso él también se rompía la cabeza.

- Pero que exagerado eres, Atsushi y levántate ya, que no estamos en la época de los samuráis para que estés haciendo esas disculpas - como era típico en él, Ranpo prefirió quitarle hierro al asunto.

- Sí... - levantó la cabeza, aunque se quedó de rodillas - Y-yo... ¡ju-juro que no volverá a pasar! Es que no me acostumbro a estos conceptos de las redes sociales...

- Y si es así... - Poe se levantó del regazo de su novio, quedando sentado a su lado y ordenando su flequillo para que sus tétricos ojos no quedaran a la vista - ¿Por qué no desactivas las notificaciones?

- ¿Oh? - Atsushi pestañeó confuso mientras le miraba - Poe-san... ¿sabe de esto?

- Pues claro, ¿por qué te extraña?

- Pues... - poco a poco, comenzó a agachar la mirada - Porque se llama... red... "social". Em, perdón de nuevo.

- Oye... antes de que los extrovertidos como vosotros las invadieran, las redes sociales eran el hogar de la gente como yo.

- Ah... ¿y se llamaban sociales entonces? ¡AH! ¡PERDÓN! - se tapó rápidamente la boca cuando vio un aura de depresión rodear a Poe.

- Hay que ver... - Yosano sonrió nerviosa y agarró uno de los brazos de Atsushi para hacerle ponerse de pie - ¿Qué te parece si tú y yo nos vamos ya?

- Sí... sí.

Ambos se marcharon, no sin disculparse por cuadragésima vez con cientos de reverencias, tantas que Yosano tuvo que detenerlo arrastrándole por el pasillos.

- Que ocurrente eres, Atsushi.

- N-no era mi intención...

- No es algo malo, de hecho, muchas veces es divertido.

- Pero no busco ser divertido...

- Oye, ¿qué tal va tu cuenta?

- Bien, desde que Haruno-san me sacó la foto de perfil, comenzaron a aumentar rápidamente los... esto, ¿seguidores?

- Pero todavía no tienes nada publicado, ¿no?

- No...

- Que desperdicio, con la cara tan linda que tienes - llegaron frente al ascensor y Yosano pulsó el botón para que la puerta se abriera - Oye, entonces, ¿sigues estando desinteresado en tener pareja?

- ¿Eh?

- Es que, como te habías abierto una cuenta, pensé que continuarías haciendo cosas de gente de tu edad, como salir con chicos y esas cosas. ¿De verdad no te interesa?

- Es que... cre-creo que mejor no. Ando muy ocupado trabajando y...

- Bueno, vale, pero al menos, existe algún chico que te guste, ¿no? Que lo mismo en el futuro pues... ya sabes, cuando sientas que quieres y esas cosas... - Yosano le miró de reojo, pero su expresión confusa habló más que las palabras - ¿En serio? ¿No te gusta nadie?

- Es que...

- Vale, vale, no hablo de estar locamente enamorado, pero habrá alguien que... no sé, te despierte maripositas en el estómago, ¿no?

- ¿Mariposas? - sobó su estómago superficialmente recordando el calor que experimentó por esa zona la última vez en el salón de Dazai con el castaño.

- ¿No me entiendes? Bueno, no pasa nada, eres joven - puntualizó palmeando la cabeza albina naturalmente despeinada - Tienes muchos sentimientos que experimentar y descubrir, no te pierdas ninguno, ¿vale?

- Sí.

- Y en cuanto a la foto... ¿te decidiste? Te recuerdo que tienes a dos caballeros muy bobos dando vueltas a tu alrededor.

- Es que... si me saco la foto con uno, el otro se enfadará, ¿no? La verdad es que no quiero eso...

- Ya - Yosano miró la pantalla del ascensor que informaba el piso por el que iban, bajando cada vez más - Tal vez me meta donde no me llaman, pero Murakami tenía algo de razón en lo de sacarse la foto con él. Es tu trabajo actual y es buena publicidad.

- Supongo.

- Pues entonces...

- Pero, es que Dazai-san... - levantó su mano derecha, quedándose mirando fijamente sus dedos y recordando con un sonrojo en las mejillas el momento en que Dazai los besó en su salón - Dazai-san ha estado conmigo desde el principio. Yo... lo valoro mucho.

- Pero tu trabajo ahora...

- ¡Pero eso me da igual! Yo... ¡quiero quedarme al lado de Dazai-san, sin importar el trabajo que tenga!

- Vaya... - Yosano le miró sorprendida - Eres muy decidido para ciertos temas. ¿Y cómo es que valoras tanto a Dazai? Con lo bobo que es la mayoría del tiempo.

- ¡No diga eso, por favor! Dazai-san siempre es bueno conmigo y está a mi lado cuando le necesito. Además... - cerró su puño y lo llevó contra su pecho, a punto de expresar sus sentimientos en palabras que tal vez hubiese tenido que pensar mejor - Dazai-san es...

La puerta del ascensor se abrió cuando llegó a la planta más baja. Yosano y Atsushi estaban tan sumidos en su propia conversación que no se dieron cuenta de que la puerta se abrió y Murakami estaba al otro lado.

- Atsushi, que bien, te estaba buscan...

- ¡Dazai-san fue mi primera vez!

- ¿Eh? / ¿Eh? - Yosano y Murakami se congelaron con la misma expresión mientras Atsushi continuaba navegando en su propia laguna de palabras sacadas de contexto.

- ¡Y-yo nunca había hecho cosas tan sucias! Y-y aunque me daban vergüenza al principio y todavía me siguen dando... Dazai-san lo volvió todo más fácil para mí. Me preparó, me guio y me ayudó a disfrutar. No me parece bien hacerle de menos solo porque ahora no...

Dejó de hablar cuando escuchó algo chocar contra el suelo. Ambos, tanto Yosano como Atsushi, miraron hacia el frente solo para encontrarse con Murakami desplomado en el suelo.

- ¡¿Ah?! ¡Murakami-san!

Atsushi no tardó ni medio segundo en ir a socorrerle, mientras, Yosano suspiraba sin apartar su vista del albino.

- Primero Poe y ahora Murakami. Tienes un verdadero don para tumbar a los hombres, ¿eh?

En la cafetería, Murakami se recuperaba bebiendo un poco de agua fría tras su desfallecimiento. Por supuesto que había tenido que preguntar a Atsushi por todo eso que había dicho en el ascensor y por supuesto que el otro le respondió, dejándole ver que solo se trataba de una mala elección de palabras para explicar que gracias a Dazai había disfrutado haciendo las grabaciones en el CD drama.

- ¿Solo es eso entonces?

- Sí, claro, ¿qué más iba a ser?

- No, nada - pegó un trago corto del vaso y lo devolvió a la mesa, prefiriendo rehuir la mirada de Atsushi sobre él - Supongo... que os lleváis muy bien.

- Sí. Aprecio mucho a Dazai-san.

- Ya... oye, Atsushi, aunque me moleste, sobre lo de la foto creo que deberías sacártela junto a...

- Espere, Murakami-san, la verdad es que ya he tomado mi decisión.

- ¿En serio?

- Sí.

- ¡Atsushi-kun! - Dazai llegó también a la cafetería, saludando con la mano alzada al albino, dedicándole una sonrisa que se transformó en mueca de desagrado cuando vio a Murakami - Vaya...

- Dazai-san, llega en un buen momento. Por favor, tome asiento.

- ¿Mm? ¿Sentarme? ¿Qué pasa?

Intentó tomar asiento al lado del albino, pero este prefirió que se sentase junto a Murakami y como Dazai es un enamorado obediente, y a pesar de que le fastidiaba, se sentó junto al actor.

- ¿Qué es lo que tenías que decir, Atsushi-kun?

- Es... sobre eso. Ya he tomado una decisión.

Tanto Dazai como Murakami se tensaron, aunque el último había estado dispuesto a ceder y otorgarle una victoria a Dazai, que el albino anunciase tan decidido que ha tomado una decisión le hacía pensar que lo mismo tenía alguna oportunidad.

- Dazai-san.

- ¡Sí!

- Usted... fue mi primera vez. Era un ámbito que no conocía, estaba perdido e incluso un poco asustado, pero me trató muy bien, fue amable conmigo y empecé a disfrutar cada día.

- Ja, claro. Tenía que ser cuidadoso con mi gatito para que diera los mejores maullidos - presumió delante de Murakami.

- Murakami-san.

- Sí.

- Después de terminar con Dazai-san, no sabía si podría volver a hacer las cosas tan bien como antes. No me considero experto en el tema y soy muy torpe, sin embargo, usted me trató igual de bien, me instruyó y me ayudó a mejorar. Decir cosas pervertidas sigue dando vergüenza, pero me alegro de que sea con usted.

- De... ¿de nada? - forzó su sonrisa, aunque las intenciones eran buenas, las palabras eran desde luego peculiares.

- Ambos me han aportado algo valioso, por eso... ni puedo ni quiero elegir. Hagámoslo los tres juntos.

- ¿Los tres? / ¿Los tres? - Dazai y Murakami intercambiaron miradas.

Obviamente, no estaban a favor de que el otro estuviera, pero era la decisión que había tomado Atsushi y aunque ambos eran muy distintos, compartían esa debilidad y sumisión por las peticiones del chico de rasgos felinos que les había robado el corazón.

- Si esa es tu decisión, la aceptaré - cedió Murakami manteniéndose sereno.

- Bueno... es imposible rechazar una petición de Atsushi-kun, así que...

- ¿En serio? ¡Muchas gracias! - Atsushi estiró sus manos para tomar las de los mayores por encima de la mesa, sonrojándoles en el proceso - Me hace muy feliz, espero poder estar a la altura.

- Tranquilo, siempre lo estás - le dijo Dazai, incapaz de apartar la mirada del rostro contento del chico.

Atsushi sonrió al castaño por el elogio y Murakami se quedó viendo el bonito y empalagoso ambiente que comenzaba a aglutinarse sobre esos dos. Era molesto, pero Atsushi se veía feliz, así que en realidad no le parecía tan malo.

Como el albino quería comprobar como estaba Poe, se marchó, dejando a esos dos solos. Sin Atsushi, su cercanía no tenía sentido así que Dazai se levantó para marcharse, cosa que no hizo Murakami.

- No entiendo bien por qué, pero... eres una persona muy importante para Atsushi.

- ¿Mm? ¿Te extraña?

- Más bien, me preocupaba - Murakami remató su vaso de agua, poniéndose de pie frente al castaño - Tus múltiples amoríos no son un secreto para nadie. Más que el amor, siempre he pensado que te mueve el deseo y por eso, aunque no lo demostrase, me preocupé al escuchar que a ti también te gusta Atsushi - los fríos ojos azules se clavaron con fuerza sobre su persona - Atsushi me gusta de verdad, por eso no toleraré que sea tu juguete desechable.

- Atsushi-kun no es mi juguete - sentenció con tanta severidad que incluso Murakami se sorprendió - Es mi amigo, mi antiguo compañero de trabajo, mi media bola de arroz y el chico que amo y no te extrañe que en el futuro sea mi esposo.

- ¿Esposo? Eso ya es apuntar muy alto - Murakami intentó contener la risa, hecho que avergonzó a Dazai.

- ¿Te ríes? ¡Es en serio!

- Sí, sí.

- Cuando veas el anillo en su dedo, no te pongas a llorar.

- ¿Llorar? ¿Por qué lloraría al ver a mi esposo llevar el anillo que yo le compré?

- ¡AH! ¡NO, NO, DE ESO NADA! ¡¿Cómo te atreves a insinuar eso?! ¡Retíralo!

- No quiero - Murakami comenzó a dirigirse hacia la salida, estirando su brazo hacia arriba sin darse la vuelta en señal de despedida - Adiós, Dazai o mejor dicho, seiyuu egocéntrico fanfarrón.

- ¡Piérdete, Murakami! No, mejor dicho, ¡actor ricachón mimado! ¡Y ni se te ocurra tener pensamientos impuros con Atsushi-kun! ¡Pervertido!

- No soy tan vulgar como tú.

Murakami salió del edificio con una sonrisa satisfactoria en el rostro. Molestar así a Dazai había sido divertido, tal vez debería repetirlo. Después de todo, era su venganza infantil por esta clara desventaja en la que se encontraba en cuanto a ganarse el corazón del albino.

Quería a Atsushi, pero comprendía sus bajas posibilidades con el chico después de haber visto su relación con Dazai. Aun así, se sentía feliz solo con estar a su lado. Un extraño efecto secundario de estar enamorado.

Manteniendo la sonrisa, Murakami sacó la infantil bufanda con estampado de tigre y se la enrolló alrededor del cuello. Hacía tiempo que no se sentía tan contento.

Su móvil vibrando en su bolsillo le avisó de una nueva notificación, al sacarlo y echarle un vistazo, se encontró con que se trataba de la primera publicación en la cuenta de Instagram recién abierta de Atsushi. No se lo pensó mucho y se metió, encontrándose con una (aparente) amigable foto del albino en compañía de dos de los personajes públicos más atractivos del país, Dazai Osamu y Murakami Tokio. El albino estaba en medio de ambos, sonriendo y por supuesto que ambos aparecían etiquetados. Solo por curiosidad y viéndose venir lo que habría pasado, se metió en las cuentas de los otros dos y descubrió que tanto Dazai como Murakami habían subido la misma foto solo que tapando la cara del otro con una sticker.

- En serio... - Tanizaki sonrió nervioso, regresando a la cuenta de Atsushi y quedándose mirando fijamente al chico que era el centro de la foto.

La verdad es que lo del chico tenía mérito, se había adentrado sin quererlo en un mundo complicado y cuando por fin podía quedar libre, volvió él solo y junto a Murakami Tokio ni más ni menos. La fama del actor no era desconocida en el sector, la frialdad de sus actos y su lengua afilada que no se callaba nada podían alejar y aterrar a cualquiera, pero ahí estaba, posando en una foto junto a Atsushi y Dazai, quien obviamente no era de su agrado por como había plantado la sticker de una bola de arroz sobre su cara.

Y si fuese solo eso...

La actitud de Atsushi no se demostró solo por apaciguar al lobo solitario de Murakami, en realidad, venía incluso de antes. En como no se dejaba nunca intimidar por el perro rabioso de Akutagawa Ryunosuke, como ha logrado domar al incontrolable Dazai Osamu, como plantó cara a la terrorífica Agatha Christie y como ha conseguido lo que para muchos sigue siendo todo un reto, acercarse al estoico Oda Sakunosuke.

Era extraño, era como si todas las personas llevasen un candado en el pecho y Atsushi supiese moldear una única llave de la forma correcta para que encajase en todos. Nadie podía rechazar su simpatía, casi nadie si contaba excepciones como Akutagawa, y al final, quieran o no, se veían arrastrados hacia él.

Definitivamente había nacido para destacar, todo lo contrario a él.

Nunca pensó que las cosas podrían cambiar así. La primera vez que él puso un pie en el estudio y conoció al resto de seiyuus fue inevitable pensar que todos estaban a otro nivel, uno tan alto que tal vez más que nivel debería decir que estaban en otra dimensión. La primera vez que vio a Atsushi, supo que debía de estar pensando como él en aquel momento, lo que nunca se habría podido imaginar, es que el chico pasaría a formar parte de aquella dimensión tan lejana para él, junto al resto de seiyuus, junto a Oda.

Sí, había personas tan lejanas, que solo podías alcanzarlas en sueños y ese era el caso de su amor platónico, Oda Sakunosuke. Al igual que una de sus fans promedio, su amor por el seiyuu del famosísimo super héroe de peluche fue a primera vista y es que, ¿cómo no te ibas a enamorar de un hombre que encarna la belleza misma? La verdad es que lo aceptó desde el primer momento, sabía que era un amor platónico y que, por definición, era idealizado, irrealizable y no correspondido, pero saberlo no evita que cayese más y más enamorado.

En algún momento dado, ya no era solo por su físico, porque tuvo la oportunidad de conocerle. Era por su bondad, su honestidad y muchísimas cosas más que no eran visibles a través de la televisión. Pero enamorarse más no resultó tan bonito como en los mangas shoujo, al contrario, resultó doloroso. Porque enamorarse más no transformaba su amor platónico en uno normal.

Al final, solo podía quedarse mirando desde el suelo la cima de la escalera que coronaban Oda y los demás y aunque pensó que Atsushi estaría allí a su lado, a la misma altura, ahora que se giraba y miraba, su lado estaba vacío, porque Atsushi estaba de pie, pero plantado en el primer peldaño de la escalera.

Al final, solo él se quedaba abajo.

Al final, en algún momento, Atsushi alcanzaría a Oda.

Al final, la gente en la cima haría tanta sombra que él quedaría completamente tapado.

Al final, estar con Oda no era más que un dulce e imposible sueño.

- Por supuesto que lo es...

Se lamentó en voz baja, ingresando en la cuenta del seiyuu que tanto adoraba. Sus fotos estaban plagadas de me gusta y comentarios. Él, como fiel seguidor enamorado, se aseguraba de darle me gusta a absolutamente todas sus publicaciones, pero nunca se había atrevido a comentarle nada, después de todo, ¿para qué? Seguro que Oda no le contestaría, no creía que le considerase su amigo, es más un conocido del grupo de seiyuus con los que se junta. Honestamente, nunca sabía cómo actuar a su lado y que fuese tan inexpresivo tampoco ayudaba. En cambio, Atsushi... él sí parecía conocer el método adecuado.

El recuerdo de la foto que se mostró en la pantalla grande la noche de Halloween decidió darse un paseo por su cabeza. Oda y Atsushi, juntos, tanto que... casi parecía como si estuviesen a punto de besarse.

Pero eso no era el caso, ¿no? Tampoco se atrevía a preguntar, las posibles respuestas le aterrorizaban.

El aviso sonando por la megafonía del tren le devolvió a la realidad, guardó su teléfono y se vio a sí mismo plantado ahí de pie rodeado de un montón de gente que creaba un ambiente sobrecargado, pero al que no podía haber prestado atención por estar en sus propios pensamientos. Al menos agradecía eso.

La chica del megáfono habló de nuevo, anunciando que se llegaba a una de las paradas y que tuviesen cuidado al bajar. Como buenos ciudadanos japoneses, ninguno hizo caso y bajaron en manada de manera descuidada, arrastrándole a él hacia fuera, aunque no quería.

- ¡¿Eh?! ¡E-esperen! ¡Q-que yo no quiero bajarme! - intentó ir en contra de la corriente, pero era bastante difícil.

Para su buena suerte, parece que algún alma caritativa le escuchó y agarró su mano, ayudándole a atravesar al montón de gente y quedarse en el vagón. Su salvador no midió bien la fuerza, así que acabó haciéndole chocar contra su pecho, aunque poco le importó porque había conseguido salvarse de la estampida.

- Uf, gracias.

- De nada.

Al escuchar la voz grave y áspera de su salvador, Tanizaki abrió los ojos como platos, separó un poco su rostro de su pecho y elevó la mirada para dar con la expresión estoica de Odasaku. Cuando pudo procesar mejor la situación, miró alarmado como su mano estaba tomada por el mayor y se dio el lujo de entrar en pánico.

- ¡AH! ¡Pe-perdón! - rápidamente, alejó su mano de la de Oda - ¡L-lo siento, Oda-san!

- Tranquilo. ¿Estás bien?

- ¡Sí! Digo... sí - se corrigió, contestando más tranquilo - Si me echaban... tendría que haber pagado de nuevo el billete.

- El tren está ahora más vacío, te puedes sentar - señaló con la cabeza los asientos justo detrás de ellos.

- Sí... creo que lo haré - y así lo hizo, pero quedándose sentado y Oda de pie junto a él, estaba el problema de que su cara quedaba a la altura de su entrepierna - Esto... O-oda-san, ¿n-no quiere sentarse?

- Estoy bien aquí.

- Y-ya... pe-pero... e-em... ¿puede sentarse, por favor?

- Bueno, si lo pides así - se encogió de hombros y tomó asiento a su lado. Tanizaki pudo suspirar satisfecho.

- ¿Vas a alguna grabación, Oda-san? ¿O tal vez es una sesión de fotos?

- No, en realidad estaba buscando un regalo de Navidad.

- ¿Un regalo...? Ah, sí, supongo que ya estamos casi en esas fechas.

- En realidad, no sé qué comprar.

- Supongo... que depende de los gustos de la persona a la que vayas a hacer el regalo, ¿qué le gusta?

Odasaku miró hacia arriba, lo único en lo que pudo pensar es en Atsushi comiendo con gusto un cuenco lleno de arroz.

- Comer.

- Ah... ja... ja... - rio algo tenso, era una respuesta... con pocas posibilidades - Entonces... ¿qué tal unos bombones? O un pastel. Si la comida es de buena calidad, seguro que le gusta.

- Tal vez... un pastel sea más adecuado para Navidad, aunque... - Oda sacó su teléfono y tecleó en Internet "pastel de Navidad". Las opciones fueron tan numerosas como se esperaba - La variedad es amplia y tampoco sabría cuál elegir.

- Sí, supongo.

- Las festividades sociales son complicadas.

Tanizaki asintió con la cabeza, quedándose mirando fijamente el perfil del mayor.

- Oda-san, ¿por qué no le ha pedido ayuda a Dazai-san? Es decir... es su amigo y creo que si de algo sabe, es de regalos.

La respuesta no fue inmediata y con eso Tanizaki supo que tal vez había preguntado algo que no debería.

- No es un tema en el que pueda contar con el consejo de Dazai.

- ¿Por qué? Siendo un regalo...

- Simplemente no puedo.

- Ya - Tanizaki dejó de mirarle para mirar hacia el frente, dejando que el traqueteo del tren rellenase de ruido el momento de silencio entre ambos - Si no le importa... ¿le parecería bien que yo le ayudase?

- No quiero molestarte.

- No lo hace. De todas formas, si buscaba un regalo, va al distrito comercial, ¿verdad? Yo también iba allí. Si vamos al mismo sitio, entonces... no pasa nada porque lo hagamos juntos, ¿no? Bu-buscar el regalo, digo...

- Si no te molesta, entonces te estaré agradecido.

Tanizaki asintió sonriente con la cabeza y junto a Oda se bajaron del tren en la siguiente parada que les dejó en el distrito comercial donde ya toda la decoración de Navidad se encontraba decorando las calles. Oda se detuvo en el medio, quedándose abrumado por la cantidad de tiendas de dulces existentes. Nunca se le dieron especialmente bien los regalos, pero sabía que, si cumplían con ciertos estándares, entonces debían ser considerados adecuados. Sin embargo, este era distinto, no bastaba con que cumplieran estándares de calidad, tenía que ser además capaz de dibujar una sonrisa en el rostro de Atsushi.

Siendo así, ya no estaba seguro de si algo "bueno" sería suficiente. Menos mal que había aceptado la ayuda de Tanizaki. Este, viéndole pasmado como un alienígena recién llegado a la Tierra, le arrastró hasta el escaparate de una tienda en concreto.

- Los materiales de esta pastelería son de primerísima calidad y el precio vale la pena para lo ricos que están.

- ¿La frecuentas?

- Ya me gustaría... solo lo hago para ocasiones especiales. Entremos.

Tanizaki le arrastró de nuevo, esta vez dentro de la tienda y le llevó a ver cada una de las muestras. Como se acercaba la Navidad, había múltiples pasteles decorados para la ocasión. De nuevo, la oferta tan variada le congeló.

- Este es un pastel red velvet - Tanizaki le señaló un pastel concreto detrás del mostrador - Esa es una tarta de queso, ese un pastel de ángel y ese un pastel alemán.

- Ah.

Tanizaki sonrió nervioso, puede que fuese demasiada información para el mayor.

- La enorme variedad hace difícil elegir.

- Sí, suele pasar.

- ¿Y cómo lidias con ello?

- ¿Eh? ¿Qué?

- ¿Cómo eliges la opción correcta cuando haces un regalo?

- ¿La opción...? Bueno, es que creo que no hay algo así como una "opción correcta". Al final, en los regalos, lo que importa son las intenciones. Si lo eliges con cariño y pensando en la persona a quien quieres hacer el regalo, entonces al final siempre estará bien. Que sea la "opción correcta" de la que hablas al final solo depende de ti.

- ¿Sí?

Los ojos azules de Oda vagaron por todo el mostrador hasta dar a parar con un pastel completamente blanco adornado con un montón de copos de nieve y un muñeco de nieve fabricado a base de nubes de algodón coronando el centro. Tal vez no fuese excesivamente extravagante como uno que tenía un árbol de navidad de chocolate u otro que tenía una casita de jengibre con sus respectivos habitantes, pero es que ese, decorado de tal manera que simulaba un paisaje nevado, le recordaba al cabello albino del chico al que quería hacer un regalo.

- Ese - Oda señaló el pastel que había llamado su atención y Tanizaki le echó un vistazo.

- Es muy bonito.

- ¿Le gustará?

- Seguro que sí.

Tanizaki le dedicó una sonrisa y eso le dio más confianza a Oda para decidirse por aquel pastel. Mientras el mayor pagaba en caja, Tanizaki le observaba a unos pasos de distancia, deshaciendo poco a poco su sonrisa mientras se preguntaba quién era aquella persona tan afortunada a la que Oda le iba a hacer un regalo.

Era tan tonto envidiar a una persona que no conoces, pero también tan inevitable. En un gesto rápido, recuperó la sonrisa cuando Oda regresó con él, ahora con una bolsa de la tienda entre sus manos.

- ¿Satisfecho con tu compra?

- Sí.

- Me alegro.

- Tanizaki, no es mi intención entretenerte más, pero, quiero encargar unas flores también.

- No me molesta, tranquilo.

Cumpliendo su petición, Tanizaki le llevó ahora a una floristería. Si Oda pensaba que la pastelería era caótica por la enorme variedad de dulces, entonces de la floristería no podía decir nada. En cada rincón de la tienda había una flor diferente al resto. No las había contado pero seguro que los tipos superaban un número de dos cifras. Se paseó por la tienda buscando una lo suficientemente bonita hasta que Tanizaki se le acercó.

- ¿Qué quiere transmitir?

- ¿Hmm?

- Las flores tienen significados. ¿Qué es lo que quiere transmitir?

Oda dio un recorrido rápido con la mirada a los cientos de flores que los rodeaban. Sin dirigir su mirada a Tanizaki, dio su respuesta.

- Amor.

Tanizaki apretó sus manos por detrás de su espalda, mordiendo su labio inferior con fuerza y pestañeando rápidamente para librarse de la humedad que se estaba comenzando a acumular en sus ojos. Era algo evidente que pasaría tarde o temprano, porque sabe cómo es Oda y lo extraño en realidad sería que no hubiese ninguna persona en la que estuviese interesado.

Nunca ha tenido la mínima posibilidad con él. Eso ya lo sabía, pero tener ahora una certeza era más doloroso todavía.

- Tanizaki - ante el silencio del chico, Oda se giró hacia él. Este levantó el rostro, dedicándole de nuevo una sonrisa.

- Rosas rojas. Simbolizan el amor y son preciosas. Seguro que... a esa persona le gustarán mucho.

- ¿Sí? - Oda se acercó a las flores mencionadas por Tanizaki y las echó un vistazo, mirando de reojo al chico que parecía haber decaído en cuanto a su ánimo.

Tanizaki se quedó plantado junto a la puerta de la tienda, esperando a que Oda hiciera la reserva de las flores para que fuesen frescas el día que entregase el regalo. Como seguía absorto en su propio mundo, Oda aprovechó para hacer una consulta a la dependienta. Cuando este regresó con el más joven, Tanizaki intentó de nuevo forzar su sonrisa.

- ¿L-las reservó?

- Sí.

- Que... que bien.

Tanizaki se dio la vuelta, abriendo la puerta y marchándose por ella con Oda a unos pocos pasos detrás de él. Ahora sinceramente no se sentía con ganas de buscar el regalo de Naomi, solo tenía ganas de marcharse a casa y llorar debajo de las sábanas, siempre y cuando no se le escapasen en este mismo momento las lágrimas.

- E-em... te-tengo que ir a ver el regalo de Naomi.

- ¿Te acompaño? Tú me has acompañado a mí.

- Prefiero... prefiero que no. No sé cuánto tardaré y sé que tiene muchos deberes y obligaciones. Prefiero... hacerlo yo solo, en serio.

- Bueno.

- Entonces... nos vemos otro día...

- Tanizaki - viendo sus intenciones de huir, Oda le llamó. Tanizaki se dio la vuelta al instante, encontrándose con el mayor de frente.

- ¿Qué...?

Sin poder terminar su pregunta, sintió como el mayor dejaba algo enganchado en su oreja. No sabiendo de que se trataba, Tanizaki lo palpó, entendiéndolo al instante solo con el tacto.

- Es...

- Una margarita. La dependienta dice que significa gratitud. Es por lo de hoy, gracias.

- N-no hacía fal...

- Te queda bien.

Tanizaki levantó su rostro de golpe, encontrándose directamente con los profundos ojos azul oscuros del seiyuu y mostrándole el descarado sonrojo en sus mejillas. Mostrarse tan expuesto en realidad solo le avergonzó más.

- ¡N-no era necesario, en serio! Pero... gracias. Tengo... tengo que irme. Nos vemos.

Se despidió rápidamente con la mano, huyendo del mayor a paso rápido, tan rápido que cuando Oda imitó su despedida con la mano este ya estaba a varios metros de él. Cuando consiguió una distancia segura de huida, Tanizaki giró hacia la derecha y apoyó su espalda contra la pared de una de las tiendas, dejándose escurrir contra esta hasta que acabó sentado en el suelo. Llevó su mano de nuevo hacia la flor que decoraba el lateral de su rostro y la acarició con cuidado como si fuese lo más frágil del universo.

Era un bonito recuerdo del pequeño momento vivido junto al chico que le gusta y al mismo tiempo un doloroso recuerdo del día en que se enteró de que el chico que le gusta ya está enamorado de otra persona.

- ¡NO ME LO PUEDO CREEEEEEER! - el grito de Lucy resonó por todo el complejo de apartamentos. La chica se encontraba en el apartamento de Atsushi restregándole en toda la cara la foto subida a su cuenta - ¡¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?! ¡¿QUÉ HACES EN UNA MISMA FOTO JUNTO A DOS DE LOS HOMBRES MÁS GUAPOS DE ESTE PAÍS REPLETO DE OTAKUS?!

- Bu-bueno... Dazai-san y Murakami-san querían hacerlo conmigo y yo pensé... ¿por qué no los tres juntos?

- ¡¿QUEEEEEEE?! - Lucy se desplomó de rodillas sobre el tatami, lamentándose sobre su propia vida - ¿E-en qué momento...?

- ¿Hi... hice algo mal?

- ¡PUES CLARO QUE SÍ! ¡No puedes quedarte para ti a dos chicos guapos! ¡Egoísta! ¡¿Qué planeas que hagamos los demás?!

- E-eh... n-no sé. Pero me gusta mucho, quiero repetir.

- ¡¿AH?! ¡Descarado! ¡Hay niños delante! - Lucy señaló a Kenji y Kyouka que se encontraban sentados junto a Atsushi sobre el tatami y alrededor de la pequeña y desgastada mesa ratonera. Katai también se encontraba allí, pero él estaba a un lado de la habitación tapado completamente, salvo su cabeza, con su futón bautizado como Yoshiko.

- Creo que te estás equivocando, compañera otaku. Nekojima habla sucio, pero con buenas intenciones. ¿Verdad?

- No sé... solo digo, que me gustaría que nos tomásemos más fotos juntos, los tres.

Katai miró directamente a Lucy y esta estampó su mano contra su rostro por la frustración. ¿Cómo se las apañaba para hablar de fotos como si se tratase de un trío?

- ¡Aprende a hablar más claro!

- Pero creo que a Dazai-san y Murakami-san no les hace mucha gracia - Atsushi ignoró las quejas de la pelirroja y se dirigió hacia Kenji y Kyouka - Ojalá se llevasen mejor.

- ¡Jajajaja! Si van a recoger patatas juntos en el campo, la amistad germinará como un campo de flores bien plantado.

- Pues yo a esos no los veo en el campo precisamente - Katai miró hacia el techo, imaginándose a esos dos entrar en crisis nerviosa al ver sus perfectos peinados manchados con tierra - Muy urbanitas me parecen a mí.

- Hace poco, Murakami-san ni siquiera accedía a reunirse con otros seiyuus, pero tú has conseguido que incluso se sacase una foto contigo - Kyouka levantó su vista de su teléfono móvil donde la foto de la cuenta de Atsushi era visible - Es fascinante.

- ¿En serio? - Atsushi se rascó la mejilla avergonzado - Yo solo... fui sincero y estoy feliz por ello. Murakami-san es una buena persona.

- Yo también estoy feliz - a pesar de sus palabras, Kyouka no lo expresó abiertamente, pero quien la conocía, sabía que se debía a que no era muy buena expresándose - Nadie quiere estar solo, pero muchas veces nuestra personalidad nos aísla de los demás, me alegra que tiendas las manos a los demás. Después de todo, yo también estoy aquí porque alguien me tendió su mano.

Kyouka intercambió miradas con Kenji y este le devolvió una sonrisa que fue replicada, aunque con menos fuerza, por la chica de ojos azules.

- Atsushi-san es alguien bondadoso ¡y ahora tiene un montón de seguidores!

- ¿Ah? - Lucy se sentó junto a ellos y echó un vistazo desde su móvil al número de seguidores del chico. Era increíble lo rápido que había aumentado el número - ¡Pero bueno! Este es el poder de una foto con famosos...

- Sí... bueno, como Dazai-san y Murakami-san la publicaron también en sus cuentas, algunas personas que les siguen a ellos han empezado a seguirme a mí.

- Eso es bueno - sentenció Kyouka - Darte a conocer es importante en el negocio.

- Supongo... pero es raro cuando empiezan a seguirme famosos.

- ¡¿AH?! - Lucy chilló de nuevo y revisó ahora las personas que seguían al chico. Se quedó con la boca abierta al identificar a algún seiyuu famoso entre ellos - ¡No me lo puedo creer!

- Las publicaciones de Dazai-san y Murakami-san están plagadas de comentarios - comentó Kenji - La gente tiene curiosidad por conocerte.

- ¿Eh? Pero si soy alguien normal... tampoco es que sea famoso ni nada.

- Pero es de ley que las fotos que publica una persona conocida sea con otra persona conocida - puntualizó Katai girando dentro de su futón para que Atsushi pudiese ver su rostro - Por eso la gente siente curiosidad por ti.

- Jo - Lucy apoyó sus codos contra la mesa y dejó reposar sus mejillas sobre las palmas de sus manos - Yo también quiero que un famoso publique una foto nuestra juntos y super acaramelados. Me volvería tendencia en Internet y facturaría millones.

Atsushi sonrió por la, a su parecer, actitud divertida de Lucy y se excusó un momento para dirigirse a la cocina y servirse una nueva taza de leche. Plantado frente a la nevera, giró su rostro para mirar contento a sus invitados. Era agradable que hubiese ambiente en su casa, el ruido de sus voces era muchísimo más reconfortante que el silencio sepulcral que se formaba cuando estaba solo.

Y estaba seguro de que habría habido más ruido si Dazai hubiese podido venir, pero Kunikida le arrastró contra su voluntad a grabar un comercial. Murakami tampoco pudo venir por temas de trabajo, aunque él lo aceptó de una manera más adulta que el castaño. Era divertido ver las actitudes tan opuestas que presentaban. Dazai era relajado y descuidado, pero Murakami era muchísimo más serio. Supuso que eran esas diferencias de personalidad lo que les impedía llevarse bien.

También había invitado a Tanizaki, pero contestó con un simple "No puedo" y nada más. Era algo extraño porque le parecía que las veces que entablaba conversación con él se habían visto disminuidas. ¿Estaría estresado por un exceso de trabajo o algo parecido?

Posó su mano sobre la nevera para abrirla, pero la vibración de su teléfono le detuvo. Lo sacó enseguida pensando que sería un nuevo mensaje de Dazai por Instagram mostrándole un vídeo de gatitos haciendo cosas graciosas de gatitos (a Atsushi le había enamorado descubrir ese mundo de gatos chistosos de Internet), pero la notificación que había en la aplicación no era de ningún mensaje sino de un nuevo seguidor.

- ¿Mm? - alzó las cejas sorprendido ante la nueva cuenta que le seguía.

El nombre que la identificaba parecía extranjero, con un apellido que la diferencia de idioma le hizo imposible pronunciar incluso en su cabeza. Movido por la curiosidad, ingresó en la cuenta y se encontró con las fotos de un hombre de rostro delgado y pálido, con un cabello de una mezcla de negro y violeta y unos penetrantes ojos púrpura oscuros.

Leyó la descripción de la cuenta que para su buena suerte estaba en su idioma (aunque también en ruso e inglés) y descubrió que se trataba de un seiyuu, además de un músico cuyo instrumento era el violonchelo. Bajó la guardia tras ver su profesión pues si era un seiyuu, lo más seguro es que se tratase de un amigo de Dazai o Murakami que le seguía tras verle en sus cuentas.

Tomando confianza en la cuenta, decidió ver uno de sus vídeos más recientes, tratándose de un concierto de violonchelo. Observó la maestría del hombre con el instrumento que seguramente pesaba diez veces más que él y quedó hipnotizado por el sonido.

Movió su dedo pulgar sobre la pantalla y pulsó el corazón debajo de la publicación para indicar que le gustaba. Tras esto, salió de la cuenta y guardó de nuevo su teléfono, hurgando en la nevera para sacar la leche y aprovechando que no había nadie alrededor para intentar pronunciar el nombre extranjero.

- Fyodor...

En una oscura habitación de hotel, la luz emanada por un portátil era lo único que arrojaba un poco de claridad sobre la única persona ahí presente.

En la pantalla de dicho portátil se mostraba la carátula del CD drama de Yuto y Mamoru cuyos sonidos impuros no inundaban la habitación gracias a que la persona que lo escuchaba estaba usando audífonos.

Una nueva luz llegó a la habitación, pero esta era solo de la pantalla del teléfono al lado del portátil iluminándose ante la llegada de una nueva notificación.

Detuvo la reproducción y se deshizo de los auriculares para ver de qué se trataba. Al investigarlo, se encontró con un me gusta en una de sus publicaciones, para ser más concreto, en la de su último concierto de violonchelo.

Sus labios se curvaron en una sonrisa y se metió de nuevo en la cuenta de Atsushi, deteniéndose para observar la única foto de la cuenta donde el albino le dedicaba una bonita sonrisa a la cámara.

Nakajima Atsushi. El nombre que Agatha escribió en su libreta como siguiente objetivo de su revista de cotilleos y el nombre del chico que de alguna manera ha molestado a Sasaki Nobuko y no solo eso, porque ahora el chico era también el que aparecía en una foto junto a Murakami Tokio, uno de los personajes más complicados de la industria.

Aunque antes de ser todo eso, lo primero destacable que fue el chico fue el novato que salió en un CD drama con el aclamado y popular Dazai Osamu y por lo visto en la foto y lo contado por Agatha, esos dos se llevaban bastante bien, tanto que le costaba creer que todo se limitase a simples compañeros de trabajo.

El albino parecía alguien interesante si revisaba su lista de logros y ahora que había escuchado ese CD drama tan popular, lo era aun más.

Su voz era preciosa escuchada a través de los cascos y la verdad es que se moría de ganas por escucharle en persona.

Llevó su dedo pulgar derecho contra sus labios y comenzó a morderse la uña. Agatha y Sasaki no habían movido ficha todavía contra el chico, pero estaba en el plan de aquellas dos crueles damas hacerlo. Él en ningún momento había valorado meterse en ese plan, era algo ajeno después de todo y le daba completamente igual.

No obstante, valorándolo todo de nuevo, tal vez podría aprovechar los movimientos de Agatha y Sasaki a su favor.

Aun mordiendo su uña, sonrió, esperaba con ganas el momento de escuchar en vivo y en directo a la persona que ponía voz al dulce personaje de Yuto.

Nakajima Atsushi.

Esperaba por su encuentro.


Pues eso es todo por hoy.

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