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Capítulo 26: El número uno para ti

Cuando terminó de instalar la aplicación creada por Kajii en el teléfono de Atsushi, Dazai le devolvió este al albino, el cual se quedó mirando un par de segundos asombrado la pantalla y después le dedicó una sonrisa.

- Gracias, Dazai-san. Es increíble que Kajii-san sea capaz de crear estas cosas. Debe ser un auténtico hombre de ciencia tal y como dice.

Nadie allí se atrevió a compartir su punto de vista sobre que Kajii parecía estar un poco mal de la cabeza, no después de ver la fe que mantenía Atsushi en él.

- Entiendes bien cómo va el concurso, ¿no? Sacas la foto y la subes.

- Sí, lo que no sé... es por quién votar.

La indecisión de Atsushi pareció ser como una puerta abierta para Naomi pues a la chica se le iluminaron los ojos con una idea, pero no pudo decirla, no con todos allí y mucho menos con su hermano a su lado.

- Yo sí sé por quién voy a votar – Haruno se acercó al albino y le sonrió - ¿Puedo sacarte una foto, Atsushi?

- ¿Eh? ¿Va a votar por mí, Haruno-san?

- Bueno, tu traje lo elegí yo, es normal que te vote.

- Sí, supongo que es cierto. Entonces... - intentó peinar un poco su desigual flequillo, preparándose para salir lo más decente posible en la foto – Cu-cuando quiera.

- Sí.

Haruno le apuntó con la cámara del móvil, al principio apuntaba a su rostro, pero por motivos que nadie conocía, acabó bajando el aparato hasta que este enfocó solamente sus muslos.

- Ahí... esta foto sí lo vale.

- ¡Espere, Haruno-san! - avergonzado, intentó taparse las piernas - ¿Dónde está enfocando?

- Oye, digo yo que se tendrán que ver las caras – le señaló Lucy lo obvio.

- Jo, a veces sois unos aguafiestas – Haruno terminó levantando la cámara, sacando la foto a Atsushi y subiéndola a la aplicación - Ya está, mi voto va para el uke felino supremo, Nakajima Atsushi.

- Yo votaré a Kenji - confesó Kyouka mirando algo tímida hacia el suelo.

- ¿En serio? ¡Muchas gracias! Jajajaja, entonces yo te votaré a ti, Kyouka. Tu vestido es muy bonito.

- Gracias...

Lucy tuvo que apartar el rostro por un momento. Era terrible la tormenta de nubecitas de algodón que rodeaban a estos dos cuando se ponían melosos. Tan jóvenes y enamorados y ella tan adulta y soltera, ¡no, eso no era en lo que quería pensar! El asunto aquí era que parecía que nadie en aquel grupo de ilusos había entendido la gran oportunidad de oro que les estaba dando Ranpo por el funcionamiento del concurso. Ya lo había dicho el seiyuu, ¡tenían una excusa perfecta para fotografiar a aquella persona que les guste tanto! Es decir, Lucy tenía la excusa perfecta para sacar una foto a un chico guapo y no quedar como una pervertida o una acosadora, independientemente de que luego use esa foto como fondo de pantalla o la imprima sobre una almohada dakimakura para dormir abrazada a un chico guapo (aunque no fuese real).

El único problema al que se enfrentaba la pelirroja era el siguiente... ¿a quién demonios le pedía la foto? ¡Había demasiados chicos guapos en la fiesta! Poe era su opción óptima, al fin y al cabo era el príncipe que le socorrió en la calle cuando se cayó, pero Ranpo estaba aquí, no pensaba que conseguir esa foto fuese fácil. Dazai y Oda eran los siguientes en su lista, sacar una foto suya disfrazados sería como obtener una rara carta de colección, porque no iban a estar así vestidos en ninguna otra ocasión. Pero ¿a cuál elegía? Vaya, se sentía la protagonista de un triángulo amoroso, aunque la situación no podía estar más lejos de la realidad.

- Lucy, ¿Lucy?

- ¿Eh? Ah – al ver que era Mark quien la llamaba, frunció el ceño - ¿Qué quieres?

- ¿Puedo sacarte una foto? Quiero votar por ti.

- ¿Ah? Tch, prefiero que no, a saber qué haces luego con esa foto.

- ¿Por qué haría algo raro con ella?

Porque era precisamente lo que Lucy quería hacer con la foto que ella sacase.

- Simplemente no quiero un voto tuyo y punto.

- Puedes votar por mí si quieres – se ofreció Katai señalándose a sí mismo.

- Ah, pues prefiero que no, jajajaja - como siempre, Mark fue dolorosamente honesto. 

- No hace falta reír...

- Onii-sama, ¿votarás por Oda-san?

- ¿Eh? Pu-pues no sé... me da vergüenza pedirle la foto.

- Ay, tú en serio... ¡que desastre, onii-sama! A veces me gustaría que fueses tan desvergonzado como Atsushi, él no ha tenido ningún problema en venir medio desnudo a una fiesta.

- ¡Naomi! / ¡Naomi-san!

Ante las palabras de la chica, no tardó mucho en ser regañada por su hermano y por el chico mencionado.

- Perdona – un grupo de chicos llegó hasta ellos, cuando todas sus miradas fueron al mismo tiempo hacia el cuerpo del albino, este se escondió detrás de Dazai, enganchando sus manos en el abrigo que colgaba de sus hombros - ¿Nos dejarías sacarte una foto? Queremos votar por ti.

- ¿Por mí? - se asomó un poco desde detrás de Dazai para contar el número de chicos, eran un total de cuatro, lo que quería decir que con el voto de Haruno y el suyo, ya llevaría cinco. Nada mal para ganar la cesta de dulces.

- ¿No quieres que lo hagan? - Dazai se giró un poco para poder mirarle – Son votos para ti, ¿no querías la cesta?

- Sí, pero...

No sabía cómo decir que aquello era distinto. No era lo mismo que le sacase una foto Haruno, una persona que ya conocía, que un grupo de chicos con los que nunca había intercambiado palabra. Era solo una foto y la necesitaba para ganar la cesta, pero no podía evitar ponerse un poco nervioso al tratar con desconocidos yendo tan ligero de ropa.

- Venga, ¿por qué dudas?

- Porque... - agachó la mirada, pero al recordar algo, alzó su rostro para mirar al castaño.

- ¿Pasa algo?

- Haga eso que hizo con Gin-san.

- ¿Con Gin...? ¿Hacerte una donación para pagar el futuro y no muy lejano funeral de Tachihara? No sé, Atsushi-kun.

- ¡Eso no! Esto - tomó su mano y la hizo ponerla encima de su cabeza.

Para Dazai fue inevitable sorprenderse por eso, su cuerpo entero se tensó y sus mejillas se colorearon de rojo. En cuanto a Atsushi, este había cerrado sus ojos y sonreía como si fuese un gatito satisfecho con los mimitos de su dueño.

De repente, una cámara comenzó a sacar un montón de fotos, pero no era de ninguno del grupo de chicos sino de una Haruno que parecía poseída por un demonio por la velocidad con la que su dedo pulsaba el icono para hacer fotos en la pantalla de su teléfono. El grupo entero se sorprendió porque la velocidad, era tanta que su brazo derecho pasó a ser casi invisible, sus gafas estaban empañadas, su teléfono echaba humo y su pelo revoloteaba por el aire como si tuviese un ventilador debajo. La mujer jadeaba por el esfuerzo, pero cuando un recuadro de color rojo salió en la pantalla indicando que la memoria estaba llena, detuvo sus acciones y cayó de rodillas al suelo.

- ¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOO!!!! ¡LA NOCHE ACABA DE EMPEZAR!

- Ya está - ajeno a la crisis de Haruno, Atsushi levantó la mano de Dazai y fue algo avergonzado hacia el grupo para dejarse fotografiar.

Con la espalda recta, las manos unidas y la mirada algo cohibida, Atsushi se dejó fotografiar por el grupo. Cuando acabaron se despidieron y aunque uno intentó invitarle a acompañarlos un rato, Dazai le alejó de un empujón con una sonrisa forzada y un demonio invisible detrás que le aconsejaba que se marchase ya.

- Ya tengo cinco votos, Dazai-san. Tal vez pueda ganar.

- Sí, tal vez – le dio la razón mientras miraba mal al grupo que se marchaba.

- ¡Disculpa! - ahora fue un grupo de chicas el que se acercó, solo que estaba vez lo hicieron para dirigirse hacia Dazai - ¿Nos dejas votar por ti, Dazai-san?

- Sí, por supuesto.

No tardó mucho en sustituir su ceño fruncido por su típica sonrisa de príncipe azul, provocando más de un chillido de emoción femenino. Ante aquello, Atsushi infló los mofletes en un puchero y acabó bajando la mirada algo triste cuando recordó lo que dijo Oda sobre lo que hacía Dazai en este tipo de fiestas. Él quería ganar la cesta de dulces y compartirla con Dazai, ¿de qué iba a servir aquello si el castaño desaparecía esa noche en compañía de alguna bella señorita?

- Muchas gracias por la foto, Dazai-san.

- De nada, me cuesta mucho decir que no a unas señoritas tan guapas.

El grupito emitió un chillido emocionado y Atsushi se cruzó de brazos no muy contento mientras pensaba en que zona del cuello morderle primero como castigo. El grupo de chicas no duró mucho tiempo junto porque una persona las echó hacia un lado metiéndose entre medias. Cuando de entre las chicas vieron aparecer a Akutagawa, ya todos supieron que nada bueno iba a pasar.

- Tch, menudas busconas más molestas. Buscando restregar sus espantosos pechos operados contra Dazai-san. Si queréis vivir, deberíais desaparecer de mi vista.

No les hizo falta una segunda amenaza para marcharse. Contento con su trabajo, Akutagawa asintió satisfecho, pero su ceño no duró mucho tiempo sin estar fruncido cuando cruzó miradas con Atsushi.

- Argh... ¿tú todavía por aquí? Pensé haberte advertido ya.

- Déjame en paz.

- Que molesto... bueno, de todas formas – Akutagawa sacó su móvil - Dazai-san, déjeme fotografiarle.

- ¿Para votar por mí?

- Déjeme fotografiarle.

- En serio... ¿para qué vas a usar esa foto?

Como sabía que era una batalla perdida, Dazai se rindió y se dejó fotografiar, solo que al contrario que con las chicas, no hizo ningún esfuerzo por intentar salir bien en la foto, solo se quedó ahí plantado como un árbol viejo. Para Akutagawa parece que fue suficiente pues tras la foto, acercó su móvil a su pecho emocionado.

- Una foto de Dazai-san... sacada de frente y sin mandar a Higuchi a sacarla a escondidas...

- Sí... ¿qué has dicho?

- Nada, ¡ejem! - subió la foto a la aplicación, dejando ya su voto cerrado - Terminé, no tengo dudas de que se alzará con la victoria, Dazai-san.

- ¿Gracias?

- Sí, que bien – Chuuya llegó detrás del gótico con una sonrisa más falsa que sus fantasías y una copa en la mano la cual acercó a sus labios para beber no sin antes murmurar resentido - Ojalá se atragante con un caramelo y muera en el acto.

- Dazai-san / Dazai-san.

Tanto Atsushi como Akutagawa tomaron una de las manos del castaño, al ver lo que hacía el otro, se miraron mal entre ellos.

- ¿Qué haces? Ya tienes la foto, ¿no? Pues deja a Dazai-san que está con nosotros.

- ¿Dejarle aquí? ¿Contigo? ¿Para qué le eches algún tipo de droga en la bebida y abuses de él en un baño? Sigue soñando.

- Ese plan va más contigo.

- ¿Cómo va a ser mío? Si es el plan perfecto de una gata roba hombres como tú.

- ¡¿Qué?!

- ¡Que has venido medio desnudo a la fiesta con el plan de seducir y aprovecharte sexualmente de Dazai-san! ¡¿Crees que tus intenciones no son obvias?!

- ¡Pero si tú vienes casi igual de desnudo que yo!

- ¡Pero yo no comparto tus intenciones! Solo pensar que esta noche te piensas montar una sucia orgía de Halloween y quieres obligar a Dazai-san a ser parte de ella... ¡que repulsivo eres!

- ¡Pero si eres tú quien se imagina solito todas esas guarradas!

Aquellos dos estaban tan entretenidos peleándose, como era usual, que Dazai aprovechó para soltarse de ambos y dirigirse a Chuuya. Si quería una noche de Halloween tranquila, necesitaba la colaboración del amigo más bajito que tenía.

- Chuuya, hazme un favor.

- Cómeme los huevos, hijo de puta.

- ¿Estás borracho?

- No necesito estarlo para insultarte.

- Escucha, necesito que entretengas a Akutagawa aproximadamente... ¿toda la noche? Si no lo haces, estará todo el tiempo molestando a Atsushi-kun y es su primera fiesta de Halloween, quiero que se lo pase bien.

- Ay, claro, ahora mismo lo hago. ¿Me has visto cara de gilipollas? Tú lo que quieres es que me lleve a Ryunosuke para que tú hagas cochinadas con el novato. Pues ahora vas y te jodes. ¿Qué no follas una noche? Pues vete a llorar a la llorería.

- Pero, Chuuya, escucha, recapacita - pasó uno de sus brazos por detrás de los hombros de su amigo y le hizo alejarse un poco del grupo – Es una fiesta, una fiesta de Halloween. Akutagawa está muuuuuy provocativo, hay muchos dulces y tú estás muy cachondo, aunque eso lo estás siempre, pero en fin.

- ¿A dónde quieres llegar?

- Que para conseguir un poquito de... "contacto", solo necesitas charlar un poco con él, el ambiente del lugar hará el resto y en medio segundo os estaréis comiendo la boca en uno de los armarios de las escobas.

- Mmm... ¿d-de verdad crees eso?

- ¡Pues claro!

- Tch, es mentira – se quitó el brazo del castaño de encima – Ha votado por ti.

- Pero para disimular. Le encanta tu traje, le has puesto a cien, pero le ha debido dar vergüenza sacarte una foto. Y a todo esto... ¿has votado ya?

- ¿Cómo lo voy a hacer? Me da vergüenza pedirle una foto después de que él te ha votado...

- Pero es una oportunidad de oro, Chuuya. ¿Cuántas veces vas a poder fotografiar así a Akutagawa? ¿No quieres su foto? ¿Es eso?

- Claro que la quiero, ¿cómo no voy a quererla?

- Pues ya está, te le llevas, charlas con él, os lo pasáis bien y cuando el ambiente esté caldeado le pides la foto y... amigo mío, quién sabe lo que puede pasar después.

No le hizo falta decir más pues el movimiento sugerente que hizo con las cejas le hizo entender del todo a lo que se refería. Bueno, Chuuya sí que quería la foto de Akutagawa y sí que quería votar por él y por supuesto, quería pasar esta fiesta a su lado. ¿Que aquello beneficiaba a Dazai por dejarle con el novato? Pues, qué más daba, importaba más pasar tiempo con su Ryu.

- Bueno... que remedio, al final siempre dependes de mí. Ja, patético - se alejó de Dazai, yendo hacia el gótico y palmeando su hombro para hacerse notar.

- ¿Ocurre algo, Chuuya-san?

- Quiero... quiero comer dulces de aquella zona, pero verás... ha-hay mujeres muy pervertidas y... y bueno – todas las miradas fueron a parar encima de él, con lo que decir lo que iba a decir ahora se sintió demasiado vergonzoso – Temo... por mi integridad física. No me gustaría que me metiesen mano.

El grupo le miró con una cara extraña, ¿quién en su sano juicio iba a agredirle sexualmente en unas circunstancias así? No, peor, ¿quién iba a estar tan desesperada como para intentarlo con Chuuya?

- Oh, es entendible.

- ¡NO LO ES! - le reprochó Lucy al gótico ante su ingenuidad.

- Es natural que tema, esta fiesta está llena de perras en celo. Le acompañaré entonces, así nadie se aprovechará de usted. Luego volveré a su lado, Dazai-san.

- Sí... no tengas prisa.

Akutagawa le dedicó una última mirada de "ojalá te mueras" a Atsushi, quien se la devolvió y después se marchó junto a Chuuya. Al final, que la fiesta no se volviese un escenario de pelea de Atsushi y Akutagawa dependía de aquel enanito con aires de grandeza.

Aprovechando que con la marca del gótico el ambiente de tensión desaparecía, Naomi se acercó a Atsushi y susurrándole a la oreja le pidió que la acompañase durante un momento. Atsushi asintió con la cabeza y los dos se alejaron del grupo soltándoles la excusa de que iban a ir al baño.

Cuando consideró que estaban lo suficientemente lejos de su vista, Naomi se detuvo, con lo que Atsushi hizo lo mismo.

- ¿Qué es lo que ocurre, Naomi-san?

- Bueno... tal vez... tal vez suene algo grosero, sé que quieres ganar el concurso, pero... - ante su propia indecisión, la chica agachó la mirada y jugueteó nerviosa con sus dedos. Eso preocupó a Atsushi pues siempre había visto a la Tanizaki menor animada y era extraño verla en estas circunstancias.

- Naomi-san, sea lo que sea, me lo puedes contar.

- Es que lo que pasa es... que a mí me gustaría... me gustaría que... - respiró hondo para calmarse y poder confesar aquello a Atsushi – Me gustaría que mi onii-sama ganase el concurso y como puede haber dos ganadores, me gustaría que el otro fuese Oda-san.

- ¿Oda-san?

- ¡Sí! Me gustaría ver a mi onii-sama en el escenario recogiendo el premio junto a Oda-san, estoy segura de que eso le haría mucha ilusión, pero él es tan pasivo y no en el sentido pervertido, sino en el sentido de que nunca mueve ficha por sí mismo. Al final, siempre tengo que hacerlo yo todo. ¡Cla-claro que no te estoy pidiendo que rechaces las fotos que te pidan para no ganar! Sería ser muy injusta contigo... lo único que quiero, es que me ayudes votando por Oda-san. Yo daré mi voto a mi onii-sama, así pondremos nuestro granito de arena para su victoria conjunta.

- Bueno... visto así, no es que suponga un gran sacrificio para mí, después de todo, no sabía por quién votar – sin poder controlar sus ojos, estos miraron de reojo a Dazai aunque no tardaron en dirigirse de nuevo a la chica frente a él - Votaré por Oda-san.

- ¿En serio? ¡Muchas gracias, Atsushi! - por la emoción, la chica le atrapó en un abrazo que el chico le devolvió encantado.

- Pero... ¿de verdad es necesario mi voto? - ante su duda, la chica se separó para mirarle a los ojos – Es que Oda-san es muy popular entre todos. Seguro que un montón de gente le vota.

- Es que este año hay una gran cantidad de disfraces buenísimos, prefiero prevenir que curar.

- De acuerdo, entonces lo único que me queda es... - sacó su móvil, mirando fijamente la pantalla de este – Pedirle la foto...

- ¡Sí! Cuento contigo, Atsushi.

Naomi palmeó sus dos hombros y se despidió del albino, regresando más animada a donde estaban su hermano y los demás. En cuanto a Atsushi, a pesar de que había aceptado, no estaba seguro de poder hacer lo que le había dicho, aunque fuese una simple e insignificante foto.

Tal vez si se hubiese tratado de cualquier otra persona, podría hacerlo con facilidad, pero tratándose de Oda... las cosas seguramente fuesen un poco más complicadas.

Como Dazai y él estaban peleados, debería evitar que este se enterase de que va a votar por Oda y encima pedirle una foto después del momento en la entrada cuando limpió sus labios con su pañuelo...

Suspiró derrotado para después rozar sus labios con sus dedos, estando sus mejillas algo coloradas por la vergüenza que le provocó el recuerdo.

Por muchos nervios o vergüenza que sintiese, ya se lo había prometido a Naomi así que no le quedaba de otra que hacerlo. 

Gin sonrió mientras rechazaba tímidamente la foto que le querían tomar dos chicos. Como Tachihara y ella se habían acabado uniendo a la fiesta más tarde porque Gin se tuvo que cambiar, se terminaron enterando del concurso un poco más tarde y a la chica no le hizo mucha gracia lo de las fotos pues tenía algo de miedo de que de una u otra manera pudiese terminar llegando a su tío. Mejor no dejar pruebas, como en los asesinatos.

- Me parece bien lo del concurso, pero lo de las fotos...

- Haces bien – la apoyó Tachihara a su lado, mirando mal las espaldas de los chicos que se iban tras su rechazo – Nunca sabes quién puede ser un pervertido. A saber para qué usan la foto.

- ¡Michizou! - de un salto, la chica se enganchó bastante contenta a su brazo, dejando este presionado con fuerza contra sus pechos - ¿Quieres que busquemos mochis? Puede que no haya, pero como parece que te gustan porque siempre andas mencionándolos.

- Mo... mochi... - murmuró sin despegar los ojos del escote de su novia. Podía sentir la suavidad de sus pechos contra su brazo, como si fueran dos mochis haciendo presión contra él y por motivos pervertidos, no podía apartar los ojos de ellos.

- ¿Eso es un sí? ¡Vamos entonces!

- ¿Eh? ¡No, espera! - recuperando un poco de lucidez, se plantó con fuerza en el suelo para que Gin no le moviese.

- ¿Pasa algo, Michizou? - preguntó con una dulce inocencia, pestañeando de una manera bastante linda.

- Pues pasa que... pasa que... - miró a su alrededor, había algunos chicos que, aunque lo intentaban disimular, no podían apartar la mirada de Gin y la verdad, aquello le molestaba bastante – Es que... t-tu disfraz de ángel era muy lindo, ¿no te gustaba?

- ¿Mm? Ese disfraz no lo elegí yo, este sí, por lo que el que me gusta es este. ¿No te gusta este?

- Sí que me gusta, pero... e-es que le gusta a tanta gente que...

- ¿Qué pasa? - soltó su brazo y se situó frente a él para que pudieran hablar mejor.

Tachihara no sabía cómo tratar el tema, nunca había tenido este problema porque nunca había tenido novia. Tal vez puede que, independientemente de la situación, lo mejor fuese ser completamente sincero con lo que sentía.

- Me gusta tu traje, Gin, me encanta.

- ¿En serio? - sus ojos se iluminaron por la emoción de conseguir semejante elogio de su pareja.

- Pero...

Aquel "pero" disminuyó la emoción de la chica, pensando que en realidad sus pensamientos eran los opuestos y no le había gustado su disfraz, pero al ver como el chico apartaba la mirada sonrojado y se rascaba la mejilla con el dedo índice, intuyó que eso no era lo que pasaba.

- Me gusta... pero me gustaría... que solo yo te pudiese ver de esa manera. S-sé que tienes el derecho de vestirte como quieras, pero... nada, mejor olvídalo. Lo siento, Gin.

- Te molesta... porque otros me ven así.

- Sí... bueno.

- Y solo tú quieres verme así.

- Sí...

- Solo tú quieres verme tan provocativa.

- Sí... ¡ah! ¡Espera, no es eso exactamente!

- ¡Sí que es eso! - la chica se acercó más a él, dejando sus rostros a milímetros de distancia.

- ¡Gi-gin!

- ¡Quieres que mi imagen semidesnuda quede exclusivamente en tus retinas!

- ¡Es que si lo dices así...!

- Lo siento, Michizou, he sido un poco desconsiderada en este aspecto – entendiendo mejor la situación, Gin creó más distancia entre ellos – Yo también me molestaría si fueses medio desnudo y las mujeres te comiesen con la mirada.

- Ya... no creo que llegue el día en el que yo salga así a la calle.

- Pero yo me vestí así para ti, no tienes que molestarte, además... creo que ya va siendo hora.

- ¿Hora? ¿Hora de qué?

- De avanzar, por algo me vestí así.

- Ah... creo que no entiendo.

- Tranquilo, que no pasa nada. Déjamelo a mí, he estado informándome después de todo.

- Informándote... ¿de qué exactamente?

- Lo primero es encontrar un lugar en el que estemos solos, mmm... - miró a su alrededor, pues obviamente aquella planta baja no era una opción pues estaba llena de la gente de la fiesta - Habrá que subir después de todo. Vamos.

La chica tomó la mano de Tachihara y le arrastró hacia el ascensor, pensándoselo un rato, pulsó un botón al azar y le hizo bajarse en la planta en la cual las puertas se abrieron, para después comenzar a arrastrarle por los pasillos.

- ¿Gin...? ¿Se puede saber a dónde vamos?

- Ten paciencia - abrió un par de puertas al azar, eran simples despachos con poca cosa, cuando dio con uno mejor amueblado, se metió dentro de este y cerró la puerta a sus espaldas, llevando al chico hacia el sillón pegado a la pared de la oficina.

- Gin, ¿qué...? ¡¡¡AAAAAAAAH!!! - no pudo contener el chillido que salió de su garganta cuando la chica sentada a su lado comenzó a bajarse la cremallera de su top. Su instinto de supervivencia le llevó a frenar las manos de la chica - ¡Gin! ¡¿Qué haces?!

- ¿Mm? Desnudarme - contestó como si fuese lo más obvio del mundo. Era obvio, pero aun así...

- ¡¿Por qué?!

- ¿Por qué? - sin despegar sus ojos de los de su novio, pestañeó un par de veces confusa – Porque quiero hacer cosas de pareja, ya sabes, pervertidas y sexuales.

- ¡Pero Gin! - desesperado, tomó las manos de su novia para suplicarle con lágrimas en los ojos - ¡Yo quiero viviiiiiiiiir!

- Y-ya... ¿por qué irías a morir?

- ¡Porque tu tío y tu hermano me obligarán a cavar mi propia tumba, me enterrarán y me dejarán morir ahí!

- ¿Mi tío y mi hermano? Michizou... aquí, ahora mismo, solo estamos nosotros dos.

- ¡Pero...! Ah... - miró a su alrededor, la chica tenía razón - Pues ahora que lo dices...

- ¿Ves? Preocuparte por ese tipo de cosas ahora mismo no tiene sentido – con Tachihara más tranquilo, Gin se soltó de su agarre y usó su dedo índice para pincharle la mejilla – Esta noche, nadie que no sea yo puede ponerte las manos encima.

El atrevimiento de tales palabras coloreó las mejillas del chico de rojo y aunque Gin también estaba algo avergonzada, sus ansías de contacto le pudieron más y de nuevo intentó bajarse la cremallera, pero de nuevo Tachihara protestó.

- ¡Gi-gin, espera! Y-yo también quiero hacer estas cosas contigo, pero... y-yo nunca... nunca las he hecho y... y bueno... me da algo de vergüenza...

- Pero no debería darte tanta, ¿no? Entraste en mi ducha y me viste desnuda.

- ¡Eso fue un accidente! ¡Y te prometo que no vi nada, el vapor lo tapaba todo!

- ¿Y cuándo te metiste debajo de mis sábanas?

- ¡El recuerdo todavía me mata!

- ¿Y cuándo en las vacaciones de verano me tocaste en...? - cerró su boca de golpe. Ese hecho en realidad Tachihara no lo conocía.

- ¿En las vacaciones? ¿De qué hablas?

- ¡Na-nada! - negó repetidas veces con la cabeza – Y en realidad... no pasa nada si te da vergüenza. Me estoy haciendo la fuerte, pero... - agachó la mirada con sus mejillas coloradas – A mí también me da un poco de corte...

- Entonces...

- No tienes por qué mirar – con su dedo índice y pulgar enganchó la cremallera y comenzó a bajarla. Preso de la vergüenza, Tachihara apartó rápidamente la mirada – Solo déjame tu mano.

- S-sí...

Tal y como le dijo, levantó una de sus manos y con su top completamente abierto, Gin la tomó y la llevó contra uno de sus pechos, haciendo que su palma presionase contra este y que sus dedos se hundieran en él. Aquella nueva sensación la obligó a cerrar los ojos y a juntar las piernas con fuerza cuando experimentó un cosquilleo ahí abajo. Se había mentalizado en que aquello sería vergonzoso, pero no se esperaba que tanto. Ahora agradecía a Tachihara por no estar mirando, le preocupaba que no la viera linda cuando estaba mordiendo con tanta fuerza sus labios para que no se le escapase ningún gemido y cuando su rostro estaba tan rojo como un tomate.

En cuanto al chico, este estaba en completo shock. Estaba igual o incluso más rojo que Gin al sentir con sus dedos se hundían en aquella masa suave de carne. No había duda, era como estar hundiendo los dedos en la masa de un mochi. Los pechos de Gin nunca han sido excesivamente grandes, eso siempre se ha notado, pero se alegraba de que tuvieran ese tamaño mediano porque cabían completos en su mano. Quería comentar algo de su suavidad, pero no quería sonar pervertido, pero espera, ¿importa quedar como un pervertido cuándo ya está haciendo algo pervertido?

- ¿Hmm? - frunció el ceño confuso cuando notó algo duro chocar contra la palma de su mano, más concretamente, con el centro de su palma - ¿Qué es esto? - movido por la curiosidad, apretó con más fuerza.

- ¡Iiiaaa!

- ¡¿Q-qué pasa, Gin?! ¡¿Estás bien?! - apartó la mano de su pecho, girando el rostro por fin para verla a la cara.

Al sentir sus ojos sobre ella, Gin cruzó los brazos a la altura de su pecho para taparse y agachó la mirada con el rostro completamente sonrojado.

-Mi-michizou, si las cosas que te gustan son agresivas y brutas, tirando a sadomasoquistas, no me importa adaptarme, pero por favor... de-deja que estas primeras veces sean suaves.

- ¡¿Qué?! ¡No, claro que no! No me gusta el sado.

- Pe-pero... acabas de ser tan bruto con una parte tan sensible...

- Gin...

El corazón de Tachihara se estrujó ante la mirada llena de pena de su novia. ¡Era tan linda! Tan tímida por pensar que podía llegar a ser rudo con ella. Su lado lujurioso parecía estar comenzando a salir a flote con él, pero no podía dejar de lado que en realidad Gin era tan inexperta y tímida como él.

Un dulce ángel que no conoce la mancha del pecado.

- La rudeza de los encuentros íntimos... - se abrazó a sí misma mientras suspiraba extasiada – Anhelo ver cómo te dejas llevar por tus instintos más primitivos y salvajes y me tomas sin ninguna consideración para dejar marcado en mi mente y en mi piel que no existe hombre en este planeta que pueda satisfacerme de la misma manera que tú, pero... ¡a-al menos esta primera vez debes ser suave! El resto haz como te plazca, está bien si eres un salvaje en el terreno sexual, lo aceptaré con gusto, Michizou.

Retiraba lo dicho. Gin parecía un hermoso súcubo con deseos más pervertidos que los suyos. Bueno, qué se podía esperar de un Akutagawa.

- Gin... ¿puedo...?

La chica siguió la dirección de su mirada hacia sus pechos que se mantenían tapados por sus brazos cruzados. Entendiendo sus intenciones, asintió con la cabeza y cerró los ojos, dejando que Tachihara agarrase una de sus muñecas para descruzar sus brazos.

Tachihara tragó duro a medida que conseguía destapar lo más cercano a las vistas del paraíso para él, pero al final no consiguió ver nada pues alguien entrando en la habitación les interrumpió y ambos se giraron para ver de quien se trataba. Allí, en la puerta, un Ango con el ceño fruncido y sin gafas parecía forzar los ojos buscando a alguien que para su desgracia parecía no estar allí. Viéndose descubiertos en tales circunstancias, Gin se abrazó a sí misma con fuerza, agachando la cabeza y emitiendo un chillido lleno de vergüenza.

- ¡Kyaaaaaa!

- ¡A-Ango! ¡¿Pero de qué vas?! ¡Vete! - pasó una mano por detrás de la espalda de Gin, empujando su cuerpo hacia el suyo para que pudiese refugiarse contra él.

- ¿Tachihara? ¿Gin? - aunque no podía ver, les reconoció por sus voces. Ignorante de la situación al no poder ver, se acercó tan tranquilo a ellos, sorprendiendo a Tachihara por su osadía y avergonzando más a Gin que hizo todo lo posible por esconderse en el pecho de su novio – Menos mal que te encuentro, Gin. Te necesito.

- ¡No, váyase, por favor!

- ¿Eh? ¿Por qué?

- ¡¿Cómo que por qué?! ¡¿Tú eres tonto?!

Ango miró confuso a Tachihara, ¿por qué se le escuchaba enfadado con él? Que más daba, la cosa no tenía nada que ver con él al fin y al cabo.

- Gin, escucha, necesito que me digas dónde puede estar tu tía.

- ¿Ti-tiene que ser ahora...?

- ¡Ango, lárgate!

- Pero bueno, ¿qué os pasa? Estáis tan raros – como Gin continuaba rehuyéndole, a Ango no le quedó de otra que poner una mano sobre uno de sus hombros y mover así a la chica para que le mirase de una vez por todas a los ojos – Gin, escúchame.

Al ser movida a la fuerza, Gin quedó de frente a Ango, completamente expuesta en cuanto a su parte delantera. Por la vergüenza, sus ojos se aguaron y Tachihara a su lado abrió en grande tanto la boca como los ojos por la sorpresa, no se esperaba que Ango fuese semejante pervertido/depredador sexual. ¡Y encima delante de sus ojos! ¡Con su novia! Va a ser cierto eso de que los más calladitos son los más peligrosos.

- ¡¿PERO TÚ DE QUÉ VAS?!

Antes de que Tachihara pudiese dar rienda suelta a sus puños ante la actitud tan descarada de Ango, Gin actuó primero, propinándole una sonora y dolorosa bofetada en su mejilla que por poco le tira al suelo.

- Pero qué... ¿a qué viene eso? - sorprendido por aquello, Ango se tocó la mejilla recién abofeteada.

- ¡Es usted un cochino, Ango-san! - le reprochó Gin mientras terminaba de cerrar su top, volviendo a quedar vestida - ¡Y encima me estropea el ambiente con Michizou! ¡¿Cuántas oportunidades de intimidad como está cree que tengo?! ¡Insensible, pervertido! ¡Todo el tiempo que usé antes de salir para tranquilizar mi corazón tirado a la basura! ¡Jooooooooo!

Ahora más enfadada que avergonzada, Gin tomó a Tachihara de la mano y se lo llevó corriendo del despacho, dejando allí a un perdido Ango que no comprendía qué era lo que había hecho mal. ¿Y qué culpa tenía? Si es que no veía nada.

- Necesito mis gafas de vuelta... - volvió a sobar su mejilla golpeada – Que daño.

Salió del despacho y todo a su alrededor se veía tan borroso como desde que Ozaki le quitó las gafas. Eso era tan molesto como incómodo. Habría continuado caminando por los pasillos en busca de la mujer vestida de reina de corazones si el sonido de unos tacones detrás de él no hubiese llegado a sus oídos. Se dio la vuelta y aunque no podía distinguir su rostro, sí podía reconocer aquella figura femenina de color rojo. Podría haber sido otra persona, pero al escuchar su risa, a Ango no le quedó ninguna duda.

- ¿En serio se está riendo...?

- Ara, ara, ¿puedes culparme, tesoro? Intento ayudarte para tener éxito con una bella dama y en vez de hacerla compañía, pierdes el tiempo saliendo en mi búsqueda. Y por lo que veo, has enfadado de alguna manera a Gin por el camino. A cada segundo estás siendo menos caballeroso, a este paso me voy a quedar con tus gafas para siempre como castigo.

- Ozaki-san, la broma ha sido graciosa al principio, bueno... en realidad no... ¡pero a lo que voy! - extendió su mano derecha hacia ella – Deme mis gafas, por favor.

- No pongas esa cara, yo solo te estaba echando una mano. ¿No te interesa pasar una agradable noche con una bella dama?

- Murakoso no me interesa de esa manera.

- Eres joven, ¿por qué no te interesa probar una cucharadita de las mieles del amor?

- No soy un niño como para que tenga que estar juzgando todos mis actos.

- Es una chica muy linda y parece que le gustas, ¿qué inconveniente puede haber?

- ¡No hay ninguno! - escucharle gritar hizo que la sonrisa juguetona de Ozaki menguase – Murakoso es una mujer hermosa y una gran profesional en su ámbito de trabajo.

- ¿Y entonces...?

- Entonces... - en cualquier otra situación, Ango habría apartado la mirada, pero ahora mismo, no veía nada, con lo que no había ningún miedo en continuar mirando hacia el frente - ¡Yo ya estoy interesado en una mujer y no se trata de ella!

Que no pudiese verla no implicaba que no sintiese vergüenza sabiendo que Ozaki estaba frente a sus narices así que, aunque se atrevió a gritarla a la cara, aun así, no se libró de que la sangre se le subiese al rostro por la vergüenza. Esperaba risas de burla o algo parecido, pero no recibió nada de eso.

- Oh.... oh, vaya - posó una de sus manos sobre su propia mejilla – Siendo sincera, esto no me lo esperaba.

- Pu-pues ya ve como son las cosas, si hace el favor de devolverme mis gafas, se lo agradecería.

- Claro, te las doy ahora, pero... ¿quién es ella?

- ¿Eh?

- Dime quien es y te las devuelvo.

- ¿Po-por qué quiere saberlo?

- Sana curiosidad.

- No... ¡No se lo voy a decir!

- Ooww y yo que pensaba que te podría dar consejitos de amor, pues no te las devuelvo.

- Ozaki-san, en serio, esto tiene que acabar.

Ante las intenciones de la mujer de seguir jugando con él, Ango decidió tomar cartas en el asunto y con un par de pasos decididos se plantó frente a ella e intentó recuperar sus gafas quitándoselas del escote él mismo, pero las manchas borrosas que veía de su disfraz le complicaron la tarea, con lo que aunque estiró la mano, al final acabó agarrando algo al azar que por el tacto tan suave y la forma tan redonda y grande, supo al instante que no se trataba de sus gafas.

- No me digas que... - el manager de Odasaku Man comenzó a sudar a mares mientras intentaba enfocar aquello que acababa de agarrar.

- Oh... esto de verdad sí que no me lo esperaba – Ozaki bajó su mirada hacia la mano de Ango que, efectivamente, no tenía enganchada sus gafas sino uno de sus pechos – Al final eres más atrevido de lo que pensaba e incluso más pervertido que Chuuya, si eso puede ser claro está.

- ¡No, no, no es así!

- ¿No? - bajó de nuevo la mirada - ¿Y por qué no apartas la mano entonces?

- ¡AAAAAAAAAAAAAH! ¡LO SIENTO, LO SIENTO! - rápidamente, apartó la mano y levantó ambas en alto como si fuese un criminal al que la policía está apuntando con una pistola.

- Ara, ara, tranquilo y no exageres, no ha sido para tanto.

- ¡PERO YO... YO HE...! ¡¡No quería hacerlo, en serio!! - arrepentido por sus actos, se inclinó en una reverencia de disculpa que le resultó de lo más chistosa a la mujer.

- Ango... eres demasiado serio. Eres joven y está bien tener una lista de cosas de las que te arrepientes.

- No, gracias. Prefiero pensar bien las cosas, así no hay arrepentimientos luego.

- ¿En serio? Bueno, pues yo ya te he dado el primero – se quitó las gafas del escote y se las puso de nuevo a su dueño. Este, al recuperarlas, el primer rostro no borroso con el que se encontró fue con el de Ozaki así que se sonrojarse fue inevitable – De nada.

La mujer le regaló un coqueto guiño y se marchó de allí. En cuanto a Ango, este pudo respirar más tranquilo, pero seguía nervioso por lo que acababa de pasar. Ahora que veía bien, bajó la mirada hacia su mano derecha y la vergüenza por lo que había hecho sin querer regresó de nuevo.

Aquello no podía ser su primer arrepentimiento porque en realidad no se arrepentía de ello. 

- En serio... ¿por qué no se da cuenta?

No muy lejos de una de las mesas de bebidas, una rubia vestida de policía sexy miraba aburrida el vaso de plástico rojo con alcohol del que ya llevaba un par de tragos, pero ninguno era suficiente para que la injusticia que acababa de experimentar se le fuese de la cabeza.

- Yo... siempre cuido de él y cumplo con lo que me pide, saco miles, ¡cientos de fotos de Dazai Osamu para él! La gente me mira por la calle... - eso último le provocó algunas lágrimas por la vergüenza que sentía a veces de sí misma. No es cómodo ir por la calle siguiendo a Dazai y sacándole fotos desde detrás de un arbusto, desechando luego aquellas en las que saliese Atsushi para no provocar su rabia - ¡La gente me mira, maldición! Seguro que me ven como una pervertida... - pegó otro trago, el alcohol no la estaba haciendo mejor, solo estaba consiguiendo que hablase sola – Yo siempre miro por su bien... ¡Jo, por eso es muy injusto! - aunque quedase algo en el vaso, la rubia lo aplastó con tanta rabia que este quedó destrozado - ¡Al final soy la última persona a la que hace caso! ¡Le digo que Nakahara Chuuya tiene intenciones sucias con él y pasa de mí! Ah... - miró su vaso aplastado así que lo abandonó para hacerse con otro y continuar bebiendo consumida por la tristeza y la frustración - No es justo...

Sin que Higuchi lo notase, un nervioso Katai llevaba como 10 minutos observándola algo lejos. Se había decidido a ir a buscarla e intentar hablar con ella, pero cuando la divisó se quedó bloqueado. ¿No habría una combinación de comandos que le diese un empujón en la espalda o que aumentase su barra de valor? Ah, cierto, que esto no era un videojuego.

Maldición, ojalá lo fuese.

Respiró profundo y al final se decidió, caminando de manera torpe, pero consiguiendo llegar a su lado.

- Ho-hola.

La rubia le notó y le miró de reojo, pero eso duró poco porque parece que tomó la decisión de no mirarle de frente.

- Hola.

Le saludó, pero fue un saludo frío y doloroso que Katai temía que estuviese dinamizando los puntos de valor que tanto le había costado acumular. ¿Sería lo mejor volver a la mesa de Kenji y esconderse de nuevo debajo de esta? Bastante mal lo estaba pasando ya por los normies como ahora sufrir por aquella misteriosa frialdad. ¡No! Ya ha llegado hasta aquí, no puede reiniciar la escena.

- ¿Q-qué tal? ¿To-todo bien?

- Sí, supongo.

Caminó un poco más, lo justo como para ponerse a su lado y, al igual que ella, quedarse mirando hacia ningún punto concreto de la fiesta. Vale, eso era raro, ¿no? Cierto es que en un momento dado de borrachera y porque él se pasó de bocazas, Higuchi le asestó un potente y doloroso puñetazo, pero no estaban en malos términos, entonces, ¿a qué venía este ambiente tan frío entre ambos?

Las mujeres 3D deberían ser más cálidas que las 2D ¿no? Para algo están en tres dimensiones, ¿o estaba equivocado?

- Esto... q-que disfraz más bueno llevas.

- Gracias, pero no puedo decir lo mismo del tuyo.

- ¿Eh? ¿El mío? Es...

- Akutagawa-senpai, no soy tonta y la verdad, me alegro de que te tenga tan poca importancia que ni te haya mirado para ver tu disfraz.

- ¿No... no te gusta?

- ¿Gustarme? - Higuchi se giró por fin, pero fue solo para mirarle con el más absoluto desprecio – No digas tonterías. Me parece que has sido un grosero. No está bien vestirse de otras personas en Halloween, es muy descortés.

- Yo... n-no iba en serio. En Halloween hay que disfrazarse de cosas aterradoras y...

- Y Akutagawa-senpai lo es, ¿no?

- Sí, ¡no! ¡No, no! O bueno... un poco sí...

- Que imprudente por tu parte - suspiró - Si Akutagawa-senpai se hubiese molestado en mirarte, te habría asesinado.

- E-eeeeeh...

Pequeñas gotas de sudor comenzaron a caer de su frente, ¿qué situación social era esta? ¿Le estaba regañando? Y... ¿y qué se supone que tenía que hacer en esa clase de situaciones? ¡Kunikida! ¿Dónde estás cuándo un amigo te necesita? Si fuese un videojuego, Katai revisaría los tutoriales sobre las decisiones que debería tomar para que la ruta de la heroína principal transcurriera sin problemas, pero para su mala suerte, en la vida real no había ni tutoriales ni manuales. ¿Solución? ¿Quedarse callado tal vez o continuar hablando? Ya en este punto no sabía.

- Tú... ¿t-te has enfadado?

- Tanto no sé, es solo que... - sus ojos castaños bajaron hacia su vaso de plástico algo arrugado por como lo estaba apretando – Akutagawa-senpai es alguien importante para mí, lógicamente, no me va a parecer bien que se intenten reír de él y francamente, no te veía como alguien tan descarado, es una sorpresa, pero una mala sorpresa.

Quería negar aquello porque Higuchi lo estaba entendiendo mal. Sí es cierto que Atsushi se rio, pero las intenciones de su disfraz no eran las de provocar risas. Era Halloween y él solamente se vistió de algo que le daba miedo (a él y a más de uno), que tuviese tan poco contacto humano como para no saber que eso no era adecuado era un tema a parte, un tema que no sabía explicarle.

- Yo... creo que lo mejor será que me vaya.

- ¿Eh? O-oye, espera...

Higuchi estiró la mano hacia él, pero no llegó a tocarle, dejándole marchar. Tal vez había sonado muy borde con él y esa en realidad no era su intención. Solo estaba molesta por el disfraz que había elegido, porque lo veía como una manera de burlarse de Akutagawa, pero por lo que había llegado a interactuar con Katai, podía decir que no era un mal tipo y por eso le sorprendía precisamente que hubiese querido burlarse así del seiyuu gótico.

Bajó la mirada de nuevo a su vaso, tal vez si había sido borde de alguna manera había sido por culpa del alcohol y no era la primera vez, todavía recuerda que pegó a Katai estando borracha. Suspiró exhausta, entre esto y lo de Chuuya, la fiesta no estaba siendo nada entretenida para ella.

Abandonó el vaso de plástico en una de las mesas y cambió su objetivo hacia una de las mesas con dulces. Mejor que ahogar las penas en alcohol las ahogaría en azúcares.  

Avanzando todavía inseguro y algo nervioso, Atsushi se detuvo cuando dio de nuevo por fin con Oda. Se había separado del grupo con una excusa barata de que quería sonsacar a Ranpo toda la información posible sobre los dulces que habría en las cestas que eran el premio y para su buena suerte, como todos le veían como un glotón, coló perfectamente. No podía ser sincero e ir con la verdad,  porque Dazai y Oda estaban peleados, no podía dejar al castaño para decirle que iba a sacarle una foto a Oda para votar por él. Si se enterase de eso, lo mismo no volvía a dirigirle la palabra y Atsushi no quería eso.

- O... ¡Oda-san! - el albino levantó la mano y le llamó para hacerse de notar.

- ¿Atsushi? - Oda levantó la mirada de su móvil y lo guardó.

- Ho-hola de nuevo... ¿to-todo bien?

- Bueno... no sé dónde está Ango.

- Ya... l-lo mismo se dejó llevar mucho por el ambiente de fiesta, ¿no? Jajajaja.

- No creo, Ango no es así. ¿Y tú?

- ¿Y-yo qué?

- ¿Por qué tartamudeas todo el rato y por qué estás aquí? Pensé que estabas con Dazai.

- Bu-bueno... - negó con la cabeza, regañándose a sí mismo por tartamudear de nuevo – Esta es una fiesta con mis amigos y usted... es tan amigo mío como Dazai-san.

- ¿Somos iguales?

- ¿Pasa algo?

- No, no es nada.

- ¿Sí? - Atsushi ladeó su rostro, mirándole atentamente con aquellos ojos de dos colores para después plantarse justo a su lado – Oda-san... usted... no es muy bueno relacionándose ¿no? - se decidió por preguntar por fin con una sonrisa algo tensa por si estaba metiendo la pata por ello, pero al otro pareció no molestarle.

- ¿Por qué dices eso?

- Es que usted es siempre tan popular, pero ahora mismo... - miró a sus alrededores, nadie estaba con Oda, ni parecía tener la intención de acercarse – No hay nadie.

- No la hay – le dio la razón con simpleza.

Exactamente, no había nadie y no era de extrañar. De sus amistades, no se hablaba con Dazai, Chuuya andaba detrás de Akutagawa y Ango estaba en paradero desconocido. ¿Y las mujeres que se acercaban para intentar coquetearle? Hacía ya tiempo que las había alejado a todas, con lo que el resultado era ese. Estaba allí, en una fiesta rodeado de gente, pero completamente solo.

- ¿No se siente solitario ahora mismo?

- No es una sensación nueva para mí, así que supongo que no le doy importancia.

- ¿Y eso? - giró el rostro para quedarse mirando su perfil.

- Nunca he encajado bien.

- ¿Dónde?

- En ningún sitio – los ojos azules se perdieron entre la multitud que charlaba e interactuaba tan tranquilamente los unos con los otros – No entiendo el sarcasmo, ni sé leer el ambiente, no entenderé algo evidente a no ser que me lo digan claramente y no podré sonreír si no es con una cabeza de peluche gigante encima. Es ridículo, pero a veces me siento menos humano que nadie.

- Eso... es algo inusual - apartó la mirada, dirigiéndola ahora hacia el suelo - No sabía que se sentía así. Es decir, Oda-san es un gran seiyuu, siempre está en los mejores puestos, ¿no?

- Tal vez no debería ser así. Suelo quedar empatado con Dazai, pero, en serio, ¿de qué manera nos pueden poner en el mismo nivel siendo completamente opuestos?

- Puede deberse a que la gente ve más allá de su rostro estoico, ¿no?

- ¿Qué? - esta vez fue el turno de Oda de girar la cabeza y mirar al albino, este levantó la mirada hacia él, dedicándole una pacífica sonrisa.

- Creo que si Oda-san está en un puesto tan alto es porque la gente es consciente de lo mucho que se esfuerza por traer sonrisas a los demás. ¿Sabe? Hace no mucho, comencé a verme Odasaku Man y aunque sea un anime infantil, ¡es realmente bueno! - brincó por la emoción, acercándose más a Oda y sorprendiendo a este por eso – Los sentimientos que no puede expresar a través de su rostro los transmite a través de su voz, creo que esa es una habilidad fascinante, una que debe tener todo seiyuu, pero que usted tiene perfeccionada al máximo. No menosprecie sus propios esfuerzos por favor, hay mucha gente apoyándole y algún día estoy completamente seguro de que podrá agradecerlos a todos con una auténtica y enorme sonrisa, pero no será la de ningún peluche, será la suya propia.

Los labios de Atsushi se curvaron en una sonrisa, una sonrisa de ánimo sola y exclusivamente para Oda. Tanto el gesto como sus palabras le llenaron de felicidad, pero una vez más, como ya tantas, no podía transmitir nada a través de su rostro, así que tal y como le acababa de decir, usaría aquella fascinante habilidad suya.

Expresar sus sentimientos a través de su voz.

- Gracias, Atsushi. Compartir esto contigo me ha hecho sentirme más tranquilo.

- Me alegro - esbozó de nuevo una sonrisa.

- ¿Sabes? Tú también tienes una habilidad fascinante.

- ¿En serio? ¿Cuál es?

- Siempre ves el lado bueno de los demás.

- Bueno... no sé si es así, es decir - apoyó ambas manos en sus caderas y frunció el ceño - De Chuuya-san y Akutagawa no veo NADAAAAAAA bueno. Hay personas que simplemente son espantosas, como ellos dos. Maldición, si al final resulta que están hechos el uno para el otro.

- Chuuya sería feliz si te escuchase.

- Iugh - sacó la lengua en señal de disgusto – No es mi intención hacer a semejante pervertido feliz.

- Tus actitudes con esos dos son divertidas. Oye, Atsushi.

- ¿Sí?

- Voy a ganar a Dazai.

- ¿Mm? - al principio no entendió, pero al relacionarlo con el ranking de seiyuus lo comprendió mejor – Buena suerte, Dazai-san también es un seiyuu maravilloso.

- No hablaba de dejarme vencer en el trabajo.

- ¿Y entonces...?

Oda negó con la cabeza. No era necesario que lo supiese, no todavía.

- Atsushi, ¿ya has votado por alguien?

- N-no – al recordar por qué había venido aquí, le volvieron a entrar nervios - Todavía... todavía no.

- Yo tampoco.

- Ya...

Ambos se quedaron mirando hacia delante, hacia ningún punto en concreto, pero sin planearlo de ninguna manera, terminaron por girarse para mirar al otro.

- Oda-san / Atsushi.

- ¿Puedo votar por usted? / ¿Puedo votar por ti?

Escuchar las intenciones del otro les dejó sorprendidos, pero al final, Atsushi rompió el ambiente de sorpresa dejando escapar una suave risa de sus labios.

- Jo y yo tan nervioso por esto, si al final queríamos lo mismo. Claro que puede votar por mí, Oda-san.

- Tú también puedes votar por mí.

- Entonces... - Atsushi se movió para que le pudiese sacar la foto, pero al ver a Dazai a lo lejos, la expresión de su rostro cambió.

- ¿Pasa algo?

- ¿Eh? - miró primero a Oda y después a Dazai que se acercaba mientras, seguramente, le buscaba a él con la mirada.

Eso no era bueno, si Dazai le descubría ahí con Oda, acabándole de pedir una foto para votar por él, temía la que se podría armar ahí y por encima de todo, temía que el castaño se enfadase con él por eso, pero la promesa con Naomi ya estaba hecha y Nakajima Atsushi no es alguien que falte a su palabra.

- Aquí... aquí hay poca luz. Bu-busquemos otro sitio, por favor.

- ¿Otro sitio?

- ¡Sí! ¡Vámonos!

Tomó la mano del mayor y se lo llevó de allí, buscando alejarse lo más posible de Dazai. Mientras hacía esto, Oda tenía la mirada enfocada en sus manos unidas, tan centrado estaba en ellas que no se percató de que Atsushi se había detenido hasta que chocó con él.

- Lo siento.

- No, no, no se disculpe, que al final ha sido mi culpa por llevármelo así de repente.

Atsushi soltó su mano y Oda hundió sus hombros, desilusionado por la ruptura de contacto.

- Pase, por favor – le indicó Atsushi tras abrir una de las puertas del pasillo. El albino se adentró en el cuarto, siendo seguido de cerca por el mayor - Aquí debería estar bien...

- Escabulléndonos así... casi parece que venimos a hacer otra cosa.

- ¿Otra cosa? - se giró para mirarle. Sus ojos estuvieron unos segundos conectados a pesar de la oscuridad, pero no fueron los suficientes para que su inocente mente consiguiese comprender - ¿Qué otra cosa?

- Nada, mejor olvídalo - negó suavemente con la cabeza – Saquemos las fotos. ¿Dónde está el interruptor de la luz?

- Debería estar por ahí.

Ambos intentaron buscarlo, recorriendo con una mano la pared y ambos lo encontraron, pero al mismo tiempo, con lo que el resultado fue que sus manos acabaron chocando, pero no las apartaron. Atsushi levantó la mirada y aun en la oscuridad de la habitación, se encontró con los oscuros ojos azules de Oda, visibles gracias a la poca luz de la luna que entraba por la ventana. El más joven se quedó embobado mirándole y en el caso de Oda no fue muy distinto pues la luna hacía resaltar más la parte morada de los ojos del albino, haciéndole muy difícil el apartar la mirada.

Cuando, aun con la poca luz, Atsushi notó como el mayor se inclinaba un poco en su dirección, presionó el interruptor por impulso, iluminando completamente la habitación.

- Encontré... el interruptor - anunció con una sonrisa que delataba sus nervios.

- Sí.

- Sí...

A pesar de que la luz estaba ya encendida, sus manos permanecían pegadas. Tal insignificante pero vergonzosa situación hizo que Atsushi agachase el rostro, sintiendo como la superficie de sus mejillas se calentaba.

- Lo... lo siento – se disculpó finalmente el más joven, apartando la mano de allí y cerrándola en un puño que llevó contra su pecho.

- No te disculpes, porque no me ha molestado.

- ¿Eh?

- Saquemos las fotos.

- Sí... vale.

Oda se alejó de él, lo suficientemente lejos para que Atsushi pudiese enfocarle bien con la cámara de su teléfono móvil. Antes de sacar la foto, se quedó embobado mirando la foto de Dazai que tenía como fondo de pantalla, la cual no había sabido cambiar desde que el castaño le dio aquel aparato. No es que Atsushi hubiese tenido preferencias por a quien votar aquella noche, pero... tal vez si Naomi no se lo hubiese pedido, habría acabado votando al castaño, pero, eso daba igual, ¿o no?

- Voy a sacar la foto - terminó por anunciar, apartando aquellas ideas.

Enfocó al mayor, la cámara de su móvil emitió un sonido de "click" y la foto quedó hecha. Como era de esperar, Odasaku no estaba sonriendo, pero a pesar de ello, el hombre se veía exageradamente bien en la foto, como si las cámaras lo amasen a pesar de su rostro estoico.

- Oda-san sale tan bien... - comentó con admiración - Tal vez se deba a que está acostumbrado a las fotos.

- No creo que sea para tanto.

- ¡Me toca a mí! - terminó de subir la foto a la aplicación, dejando su voto por Oda y dirigiéndose a donde había estado él para que ahora le sacasen la foto – Estoy listo, así que cuando quiera.

Oda asintió con la cabeza y situándose donde antes había estado Atsushi, imitó sus acciones, sacando su teléfono y enfocándole con la cámara, pero no sacó la foto. Al principio se quedó embobado mirando sus ojos a través de la pantalla, pero después, para desgracia de su mente, su mirada bajó. Bajó a su disfraz, a la cantidad de piel expuesta que dejaba, a su estómago plano y a sus apretadísimos y ajustados shorts (que casi eran bragas) hundiéndose entre la piel de sus muslos. Recordar el incidente que tuvieron en casa de Dazai fue inevitable, recordar la piel desnuda y húmeda del chico, su hermosa carita de sorpresa y como su cuerpo, por unos momentos, estuvo encima del de Atsushi.

Encima del cuerpo desnudo y mojado de Atsushi...

Oda bajó el móvil, llevando su mano a su frente para comprobar que no le estaba subiendo la fiebre pues sentía la cara más caliente. Pocas veces le había pasado esto en la vida, pero se había avergonzado. Le había dado vergüenza mirar así a Atsushi y recordar lo que pasó encima de la cama de quien antes era su mejor amigo.

- ¿Oda-san? - notando aquel cambio tan raro en su comportamiento, Atsushi fue hacia él. Al llegar frente a él, la bombilla encima de sus cabezas comenzó a parpadear hasta que terminó por apagarse del todo, devolviendo la habitación a las penumbras - ¡Waaa! ¡Se fundió!

- No, no creo que esté fundida del todo. Simplemente estará dando fallos.

- Lo mismo girándola un poco vuelve a funcionar – se puso de puntillas y se intentó estirar para alcanzar la bombilla.

- Espera, no hagas eso. El interruptor sigue dado, puedes quemarte o recibir una descarga.

El seiyuu del super héroe de peluche se acercó más a él, estirando su mano para tomar la suya y detenerle y así lo hizo, en la oscuridad, sus manos se juntaron de nuevo, quedando sus dedos algo entrelazados al no verse bien entre ellos. Atsushi no llegó a tocar la bombilla y menos mal que fue así porque esta se volvió a encender porque tal y como dijo Oda, era un fallo puntual de una bombilla en su último tramo de vida.

La luz inundó de nuevo la pequeña sala, dejando a descubrir que por no ver ni ser conscientes de las distancias, habían quedado extremadamente cerca y por si fuera poco, tomados de la mano, aunque estas estuviesen por encima de sus cabezas.

- A-ah... ¡L-lo siento! - apenado por la cercanía, Atsushi se apresuró en intentar apartarse, pero como estaba de puntillas solo logró escurrirse y caer hacia delante, pero para su buena suerte, allí tenía a Oda para parar su caída.

El mayor soltó su mano, bajando ambas a su cadera para atraparle. Detuvo la caída de su cuerpo, pero no pudo hacer lo mismo con su cara que acabó estampada contra el pecho del mayor. Por instinto, Atsushi cerró los ojos, pero cuando sintió el choque, los abrió de nuevo, dejando sus puños apoyados contra el pecho del mayor y levantando la mirada apresurado para pedirle disculpas.

- ¡Lo siento, lo siento! Soy un torpe.

- Eso no importa, lo que importa es que estás bien.

Atsushi asintió con la cabeza para tranquilizarle, pero cuando le pareció escuchar algo en la puerta, se apartó del cuerpo de Oda, mirando extrañado hacia la entrada.

- ¿Pasa algo?

- ¿Eh? No, es solo que... me ha parecido escuchar algo. Tal vez me lo haya imaginado.

Pero no se había imaginado nada, fuera de la habitación, Akutagawa se encontraba pegado a la pared al lado de la puerta con el móvil contra su pecho. Su expresión tranquila se torció en una sonrisa triunfadora cuando despegó la pantalla de su pecho y vio la foto que acababa de sacar de Odasaku y Atsushi.

- Es hora de enseñar tu verdadero yo, gata roba hombres.

- ¡Ryu...! A-akutagawa – Chuuya llegó corriendo por el pasillo. Al verle llegar, Akutagawa deshizo su sonrisa y recuperó su apariencia tranquila – Por fin te encuentro, ¿dónde te habías metido?

- Necesitaba hacer una llamada y preferí buscar un sitio donde no hubiese tanto ruido – le mintió con calma, aunque tuvo que evitar mirarle a los ojos para ello.

La realidad era que había visto a Atsushi acercándose a Oda y luego marchándose con él por los pasillos. Los acabó siguiendo solo para encontrarse con aquella escena, escena que se vio obligado a fotografiar. Ya era hora de que Dazai conociese cómo era en realidad el chico que estaba monopolizando su atención. Era el tipo de chico que se lanzaba a los brazos de otro hombre mientras el castaño no miraba.

- O-oye, Ry... Akutagawa, m-me daba corte decirte esto, pero sobre lo del concurso... - comenzó a decir mientras sacaba el móvil de su bolsillo – He pensando que... bueno, que si te parece bien y aunque hayas votado por ese bastardo desgraciado malnacido de Dazai, pues a mí... a mí me gustaría votar por...

Akutagawa dejó de prestar atención a Chuuya cuando escuchó movimiento en la habitación donde estaban Atsushi y Oda, así que sin dejarle terminar de hablar, tomó su mano y se lo llevó por los pasillos.

- ¡AH! ¡Pe-pero...! ¡Akutagawa!

- Lo lamento, pero sígame, por favor.

- ¿Seguirte...? - su expresión de sorpresa cambió en un parpadeo, volviéndose sus rasgos faciales exagerados, como los de un apuesto protagonista de un manga shoujo de los 70 – Por ti, baby, iría hasta Marte.

- No puede ir a Marte, Chuuya-san, moriría sin oxígeno.

El rostro seductor de Chuuya se deshizo, siendo sustituido por un rostro lloroso por la frustración.

- Por favor... capta mis indirectas, por favor... ¡TE LO SUPLICO! ¡ME ESFUERZO MUCHO PENSÁNDOLAS!

- ¡No, pero no grite!

Akutagawa se dio la vuelta un momento, viendo como Atsushi y Oda salían del despacho. A esa distancia y si escuchan los gritos de Chuuya, les acabarían viendo. Chistando por lo bajo, el gótico frenó en seco, decidiendo que mejor que huir para que no los viesen eran esconderse, así que tomó el pomo de la puerta del despacho más cercano y la abrió, encerrándose allí con Chuuya.

- ¿Akutagawa?

- Chuuya-san, por favor, necesito que sea silencioso ahora mismo – le pidió dándole la espalda, con ambas manos apoyadas en la madera de la puerta.

- ¿Silencioso...?

- Sí - apoyó su oreja contra la puerta para escuchar si esos dos pasaban ya o no. Al hacer esto, su trasero quedó ligeramente alzado, mandando a Chuuya señales confusas que su pobre mente calenturienta interpretó erróneamente como indirectas. Indirectas sexuales.

- Ryu... - sus ojos, perdidos en aquel enorme trasero, se sentían como a punto de salir de sus órbitas. Había estado pensando mucho tiempo entre la relación de las fiestas y los encuentros sexuales, pero muy en el fondo, no esperaba que pasase. No a él - ¡RYU!

- ¡Chu-chuuya-san!

Chuuya se le había lanzado encima para abrazarle por la espalda, rodeando su cintura con sus brazos. Sintiendo la piel fría del otro sobre su piel desnuda, Akutagawa se ruborizó y sintió vergonzosamente como perdía las fuerzas.

- ¡Chuuya-san! ¿Q-qué pasa? E-esto es tan indecoroso.

- Mierda, es el puto mejor día de mi vida. Ryunosuke... - susurró de manera seductora su nombre en su oreja, provocando que Akutagawa cerrase los ojos avergonzado y sintiese sus piernas flaquear.

- ¿Q-qué le ocurre, Chuuya-san? ¿Es el alcohol? De ser así, recuéstese y deje que cuide de usted.

- No - desenrolló los brazos de su cintura, poniendo una mano en su hombro y haciéndole girarse para quedar cara a cara – Ryunosuke.... yo... yo también deseo hacer esto. ¡Mierda, no sabes por cuanto tiempo! Pero quiero que sepas que no soy un desvergonzado ni mucho menos un interesado. ¡Soy un hombre que afronta sus responsabilidades! - hincó su rodilla derecha en el suelo, dejó su mano izquierda contra su pecho y extendió su brazo derecho hacia él - Akutagawa Ryunosuke, antes de perdernos locamente entre las mieles del placer... ¡¿QUIERES CASAR...?!

- Oye, ¿qué hacéis?

Al escuchar una nueva voz en la habitación, ambos miraron en su dirección. Sentado frente a la mesa del despacho, Kajii manejaba un portátil mientras comía pastelitos de limón.

- Kajii... Motojiro... - le nombró Chuuya, avergonzándose completamente de cómo les había pillado. Bueno, como le había pillado a él.

- El loco de los limones – le llamó ahora Akutagawa.

- No seas grosero - protestó dando un nuevo bocado a un nuevo pastelito – Que soy un científico - presumió mientras las migas se le escapaban de la boca - ¿Sabes? El escenario es bueno, perfecto para el sexo. Una fiesta, disfraces sexis, una habitación solitaria... sí, sí - asintió emocionado con una enorme sonrisa – Yo definitivamente lo habría puesto en un juego eroge, pero eso de intentar pedirle matrimonio antes de hacerlo... la verdad es que da un poco de pena...

- ¡CÁLLATE! - le chilló entre lágrimas Chuuya.

- ¿Cómo te atreves a hablar tan descaradamente de Chuuya-san? Ha bebido y sus acciones impulsivas y extrañas son claramente producto del alcohol.

Chuuya pareció querer añadir algo, pero al final optó por quedarse con la boca cerrada y continuar llorando internamente.

- El alcohol, ¿eh? Jajajaja.

- ¿Y tú qué haces aquí? - le cuestionó Akutagawa plantándose frente a su mesa – Eres un personaje de lo más raro y friki. Me preocupa que estés aquí para robar documentos.

- Que lengua más afilada tienes. Tú desde luego que no te cortas a la hora de hablar con nadie ¿eh? Pues, mira, si estoy aquí es para supervisar las votaciones – dio la vuelta al portátil para dejar ver a esos dos el sistema al que llegaban todos los votos – No podía hacerlo en la propia fiesta. Los genios necesitamos concentración para trabajar, además, quería aprovechar el tiempo para pensar en ideas nuevas para juegos eroges.

- ¿Eroges? - Akutagawa se cruzó de brazos y le miró mal – Con que eres un pervertido más. Ahora entiendo el motivo por el cual te llevas tan bien con la gata roba hombres.

- El erotismo en los videojuegos tiene su propio encanto, no deberías menospreciarlo. Bueno y ahora... - se levantó de su asiento, dirigiéndose a la puerta.

- Oye, pero, ¿a dónde vas? - le preguntó Chuuya.

- Se me acabaron los dulces - señaló la bandeja de dulces vacía en la mesa - El cerebro es la parte del cuerpo que más glucosa demanda por sus células nerviosas y yo lo uso mucho, necesito renovar mi fuente de energía - salió de la habitación, pero se asomó una última vez - Además, Ranpo accedió a pagarme mi trabajo cediéndome todos los dulces con limón que quisiese. Como intelectual, no es adecuado aceptar chucherías como pago, pero como ser humano, no hay que hacerles asco a las cosas gratis. ¡Hasta luego! ¡Jajajajajaja!

Entre risas, Kajii se marchó de allí, cerrando la puerta y dejando a esos dos solos. Chuuya suspiró y hundió sus hombros. El buen ambiente había durado poco y nada y encima el gótico se había pensado que lo que había hecho lo había hecho por estar borracho. Buscó a Akutagawa para intentar hablar con él, pero para su sorpresa, se lo encontró detrás de la mesa, donde antes había estado Kajii.

- ¿Akutagawa? ¿Qué haces?

Los oscuros ojos del chico se pasearon por la pantalla del portátil. Kajii tenía abierta la aplicación en la pestaña de su base de datos de los votos y ahí se veían reflejadas todas las estadísticas de votos de las que se disponían hasta el momento. No tardó mucho en dar con el nombre de Atsushi, el cual ya tenía una cantidad considerable de votos, lo cual le hizo fruncir el ceño.

- Vaya, pues sí que tiene votos el novato - comentó Chuuya cuando llegó a su lado – Pero... tu disfraz es mucho mejor.

- ¿Sí?

- ¡Sí, claro! Muchísimo mejor, cien veces, ¡no, que digo cien! ¡MIL veces mejor! E-eres muchísimo más lindo que el novato.

- Gracias por sus palabras - agradeció con educación.

- Y... ha-hablando de tu disfraz... m-me gustaría votar por...

- Aunque la verdad es que el concurso me da igual - interrumpió al más bajo, sepultando sus pobres esperanzas.

- Ah... ¿en serio? - guardó su móvil mientras intentaba disimular la decepción en su rostro – Pero, ¿no quieres la cesta?

- Puedo comprarme una cesta así cuando quiera. Desearla es innecesario.

- Sí... supongo que tienes razón.

- Además, aunque sería gratificante hacerles ver a todos quien posee el mejor disfraz en la fiesta alzándome con la victoria, no me hace gracia eso de que mi foto salga en la pantalla. Lo veo innecesario.

- Ya... lo mismo te incomoda que tu foto disfrazado salga ahí. Como las fotos salen al azar, a saber, cuál sale. Lo mismo sale una en la que salías mal, aunque tú no puedes salir mal en las fotos... eso de no poder elegir que foto muestran debe ser complicado.

- ¿No poder elegir la foto que muestran...? - las palabras del pelirrojo le dejaron pensando, terminando por llegar a una conclusión que le dibujó una sonrisa maliciosa en el rostro - Sí, eso es.

- ¿Mmm? ¿El qué? ¿Akutagawa?

Chuuya se quedó confuso cuando vio al chico sentarse donde había estado Kajii, frunciendo un poco el ceño por el fuerte olor a limón que desprendían todas sus cosas, pero aun así, poniéndose a trabajar enseguida.

Su idea original era enseñar la foto a Dazai, pero, ¿por qué conformarse solo con eso? Ya que Atsushi tenía un grupito de amigos tan amplio y se llevaba bien con tanta gente, ¿por qué no enseñársela a todos ellos?

Él supo desde el principio que solo era un pobretón cazafortunas que se acercaba a Dazai solo con fines monetarios y sexuales y el resto se merecía comprenderlo también.  

Después de que Atsushi y Oda se sacasen las fotos para votar por el otro, regresaron a la fiesta. Lastimosamente, Atsushi no le pudo llevar con los demás, pues con Dazai ahí, el ambiente iba a ser tremendamente incómodo entre ellos. Al menos, para su buena suerte, Ango acabó llegando de a donde se hubiese marchado y se quedó con Oda, con lo que el albino se quedaba un poco más tranquilo, pero no satisfecho pues a él le hubiese gustado más que todos estuviesen juntos.

La fiesta continuó y en un momento dado, Atsushi sintió como dos dedos le pinchaban la piel expuesta de sus caderas, cuando avergonzado se dio la vuelta para regañar a quien haya hecho eso, se encontró con una sonriente Haruno.

- ¿Haruno-san? ¿Qué pasa?

- ¿Tienes ya mi foto?

- Jo, Haruno-san, ¿por qué tiene tantas prisas?

- Quería escribir esta noche.

- ¿Escribir...? Bueno... no entiendo para qué necesita una foto para escribir, pero... - se dio la vuelta, quedando de nuevo frente a Dazai – Dazai-san.

- ¿Sí?

- ¿Le importaría si...?

- ¡TIEEEEEEMPOOOOOO LÍMITE! - la voz de Ranpo, amplificada por un micrófono, le interrumpió. El seiyuu de ojos verdes estaba sobre el pequeño escenario de la fiesta y cuando habló, todas las miradas fueron hacia él - Espero que todos hayáis votado ya, porque el tiempo se ha acabado y es momento de anunciar a los ganadores.

- Atsushi-kun – al ser llamado por Dazai, el albino apartó la mirada de Ranpo – Al final, ¿por quién votaste?

- ¿Eh? ¿Yo? Eh... eh... ¡Ah! ¡Q-que nervios! ¿Q-quién habrá ganado? - cambió de tema, intentando que los nervios se le notasen lo menos posible, aunque eso era difícil.

- Como dije al principio, las votaciones han ido acompañadas de fotos y ahora saldrán dos al azar, una de cada ganador. ¡Recordad que pueden ganar dos personas! Vamos a ver ahora a esos dos ganadores, ¡cruzad los dedos, lo mismo estáis entre ellos!

Ranpo se apartó de la pantalla para que fuese más visible para todos. En esta se podía ver un fondo verde normal con un limón en el centro, un círculo amarillo comenzó a dar vueltas a su alrededor en señal de que estaba cargando los datos. Cuando este proceso finalizó, en la pantalla se visualizaron dos fotos, aunque en realidad, era la misma imagen repetida dos veces, aunque con dos nombres distintos.

Las expresiones de los asistentes fueron de perplejidad, pero no por los dos ganadores, sino por la foto que había salido para ambos. Viendo las expresiones confusas del público, Ranpo se dio la vuelta para mirar la pantalla, abriendo los ojos por la sorpresa de aquello con lo que se encontró.

Los dos ganadores habían acabado siendo Atsushi y Oda y la foto que se mostraba era de ellos dos bastante juntos, con el mayor sujetando su cintura y las manos del albino sobre su pecho. Teniendo la foto, pero no el contexto, cualquier podría llegar a pensar cualquier cosa. 

- ¡¿EEEEEEEEEEEEH?! - el chillido de Lucy dejó sordo a más de uno - ¡¿QUÉ ES ESO?! ¡¿TÚ Y ODASAKU MAN?!

- Vaya... - Mark pestañeó un par de veces sorprendido – No sabía... que os llevabais tan bien.

- ¿Eh? - Atsushi se tensó cuando sintió las miradas de todo su grupo sobre él, especialmente la de Dazai que era quien más confuso se mostraba – Yo... yo no...

- ¡Que bien, Atsushi! - festejó Kenji, la única persona que ignoraba el significado de la foto - ¡Has ganado! Jooo, que envidia, jajajajaja, ahora vas a poder comer dulces hasta reventar.

- Atsushi – Kyouka posó su mano en su brazo para llamar su atención - ¿Por qué dejaste que usaran esa foto para votar?

- ¡N-no, no! Yo... yo no di permiso.

- ¡¿Eh?! ¡¿Pero la foto es real?! - preguntó una desilusionado Haruno mientras mordía un pañuelo con fuerza, conteniendo sus lágrimas – Pero... ¡¿y qué pasa con el team Dazatsu?! ¡¿Qué pasa con mis fics, mis sueños y esperanzas?! ¡NO PUEDO SER DERROTADA EN EL FANDOM DE ESTA MANERA, ATSUSHI, PERDERÉ MI HONOR!

- ¿Qué...? ¿Qué? Lo siento, Haruno-san, no entiendo nada de lo que has dicho...

Aun a pesar de todo el jaleo montado en el grupo de Atsushi, Naomi no había dicho palabra, en su lugar continuaba mirando preocupada la foto en pantalla. Después de un rato, por fin se atrevió a girar la cabeza para buscar la reacción de su hermano, este se encontraba perplejo mirando hacia delante. Pensó en decirle algo, pero al final consideró que la mejor opción sería mantenerse callada.

- Atsushi-san, procura no comerte todos los dulces el mismo día - le aconsejó un sonriente Kenji - Podrían salirte caries.

- S-sí... - asintió con la cabeza algo incómodo y después intentó dirigirse hacia Dazai pero el acercamiento de alguien al grupo le interrumpió.

- Felicidades – Akutagawa se plantó ante ellos bastante calmado, con Chuuya un par de pasos por detrás de él - Ganaste el concurso, con lo que tu disfraz es oficialmente el mejor. Ser derrotado es duro, pero en fin... - miró con satisfacción el estado actual de Dazai y después clavó su oscura mirada sobre Atsushi con una pequeña sonrisita de victoria plasmada en su rostro – Lo acabaré superando.

- ¿Has sido tú? - aunque no tenía pruebas, Atsushi acabó preguntando por impulso - ¿Tú has sacado la foto?

- Lamento decirte que no tengo ni idea de lo que hablas.

- Ranpo-san dijo que las fotos tenían que ser sacadas con permiso. Tú no has pedido nada.

- Ya te he dicho que no sé de lo que hablas, además, ¿por qué te enfadas? Tú y tu querido Oda habéis ganado juntos. ¿No debería ser la mejor noche de tu vida? Ve y celébralo con tu amorcito.

- ¡Oda-san y yo no...!

- Vale, pues entonces, ¿qué estabais haciendo ahí exactamente? Tan juntitos y pegados en una habitación vacía. ¿Tienes una explicación para eso?

- Todo eso ha sido un accidente.

- ¿Sí? Pues que accidentes más afortunados tienes tú. Lo mismo es que te los buscas.

- ¡Yo no...!

- ¡Atsushi! - Ranpo le llamó desde el escenario - ¡Sube, tienes que recoger tu premio!

- ¡Waaa! ¡Ve, ve, Atsushi-san! - Kenji le empujó hacia el escenario y aunque el albino quería detenerse para explicarle todo claramente a Dazai, al final no pudo.

Con todas las miradas sobre su persona, Atsushi subió al escenario donde ya se encontraba Oda y recibió por parte de Ranpo la enorme cesta llena de dulces que era el premio. La foto en la pantalla había desaparecido, parece ser que Ranpo había dado la orden de quitarla. Aunque cuando salió la foto la reacción del público fue de sorpresa y confusión total, parece que el shock inicial ya se había pasado pues algunos comenzaban a aplaudir a ambos ganadores.

Tenía la cesta entre sus manos y eso es lo que quería desde que se enteró de que había semejante premio, pero obtenerla no se sintió tan bien como pensaba. Tal vez se debiera a las circunstancias.

Se quedó unos cuantos minutos de pie en el escenario mientras los demás sacaban las típicas fotos absurdas que se hacen en esta clase de momentos, aunque luego la termines borrando de tu teléfono y seguro que las borraban al segundo porque Atsushi ni siquiera estaba mirando hacia arriba. Su mirada estaba agachada y la cesta apretada contra su cuerpo. Notando el estado del chico, Ranpo se acercó y posó su mano en su hombro para llamar su atención.

- ¿Estás bien?

- Ha sido Akutagawa, él... él ha sacado esa foto. No tengo pruebas, pero es que... es algo tan obvio.

- Ignóralo. La cesta es tuya, ¿no? ¿No la querías?

- Sí...

- No le des la satisfacción de hacerle saber que te ha molestado lo que ha hecho.

- Es verdad – le dio la razón mientras apretaba la cesta contra su cuerpo y fruncía el ceño - Solo piensa en fastidiarme... ¡pues no me da la gana!

Aun con la gente haciendo su ronda de fotos, Atsushi se bajó del escenario, yendo directo a donde estaba antes reunido con sus amigos. No tardó mucho en localizarlos porque Kenji tenía una mano alzada para que los vieran. El albino echó a correr hacia ellos, pero cuando regresó, se llevó una pequeña desilusión.

- ¿Dónde está Dazai-san?

A todos parece que se les encogieron las bocas tras la pregunta, a todos menos por supuesto a Kenji que seguía sin comprender el trasfondo de todo aquello.

- Se ha marchado, dijo que se encontraba cansado.

- ¿Se ha ido?

- Sí, lo mismo le dolía la tripa, comer tantos dulces tiene sus riesgos, jajajajaja.

- Bueno, bueno, enhorabuena – Mark palmeó la espalda del chico – Ganaste, que suerte. Creo que tú eres el que va a tener dolor de tripa después de comer todo eso.

- Supongo - respondió sin rastro de emoción en la voz.

- Atsushi... - Naomi se acercó a él algo indecisa – Sobre la foto...

- ¿Qué pasa con la foto? ¿No es obvio que ha sido una jugarreta de Akutagawa o qué?

- Sí, pero...

- Entonces, ¿para qué preguntas? - dándose cuenta de lo grosero que estaba comenzando a ser, llevó una mano a su boca para taparla – Lo siento...

- No... la que lo siente soy yo – se disculpó en voz baja, arrugándose el dobladillo de la falda con las manos. Al final, si esa foto se había podido hacer fue porque Naomi le pidió a Atsushi que votase por Oda, con lo que la principal culpable era ella.

- No hace falta que te deprimas – le animó Haruno acercándose a su lado y sonriéndole - Sabemos que lo que ha dicho Akutagawa no es cierto. Después de todo, yo sé que el final dazatsu es un evento canónico.

- Sí... ¿el qué?

- Ryunosuke solo buscaba molestarte. Anímate, has ganado un premio maravilloso.

- Gracias, Kyouka-chan.

- Sí, porque obviamente tú no puedes llamar la atención de Odasaku Man. Si fuese yo pues tal vez, pero en fin, que se le va a hacer. Eres un adicto a comer, deberías estar subiéndote por las paredes por haber ganado un premio que es comida – Lucy intentó animarle también, a su extraña manera.

Sintiéndose arropado por su círculo de amigos, Atsushi consiguió sentirse mejor después de ese momento bochornoso. Buscó con la mirada a Tanizaki que era el único que no le había dicho nada todavía, pero este había acabado algo alejado del grupo tomándose un trago en uno de los vasos de plástico. Le habría gustado buscar consuelo en el hombro de su amigo, pero ahora mismo no tenía muchas ganas de continuar hablando ni de seguir allí en general.

Aquella cesta de dulces era la que quería, pero la persona con la que quería compartirla no estaba allí. Entonces, ¿para qué seguir en la fiesta?

- Creo que me voy a marchar.

- ¿Estás seguro? - quiso confirmar Haruno ante lo que el albino asintió con la cabeza.

- Yo no acostumbro a trasnochar, al final me ha acabado dando el sueño. Lo siento, divertíos sin mí.

- ¿Quieres que avise a Mushitaro-san para que te lleve? - ofreció Kenji - Él siempre me lleva a todos lados.

Aquello lo dijo de manera tal dulce y pura que nadie se atrevió a corregirle y decirle que aquello su mánager lo hacía por obligación.

- Gracias, Kenji, pero prefiero no molestarle. Nos vemos otro día.

Y despidiéndose con la mano, Atsushi se alejó de allí, llegando a la recepción del edificio donde Akutagawa se mantenía apoyado en una de las paredes.

- Felicidades de nuevo, ganaste una cesta enorme solo para ti. ¿Satisfecho? - le preguntó con aires de arrogancia.

Atsushi quería chillarle, saltarle encima y tirarle de los pelos, pero aunque quisiese, no tenía las energías suficientes para ello.

- Sí, ¿y tú? ¿Estás satisfecho?

- Bastante.

- ¿Sí? ¿Y por qué? Sacaste la foto para separarme de Dazai-san porque lo quieres solo para ti y aunque ahora mismo no está conmigo, tampoco está contigo. ¿Qué has logrado exactamente? - el gótico no le contestó, pero sí le dedicó una fría mirada – Eres tan... bah, qué más da. Creo que tú y yo nunca vamos a ser capaces de entendernos.

Atsushi continuó andando, pasando al lado de Akutagawa y terminando por salir del edificio donde una gélida brisa de aire le recibió. Estaban en otoño, era por la noche y él iba más desnudo que vestido. Era inevitable que sintiese sus huesos congelarse si se había dejado el abrigo dentro. Pensó en darse la vuelta y volver a por él, pero no sabía si conseguiría mantenerse entero de nuevo frente a Akutagawa.

Al final optó por la decisión más cobarde y estúpida, continuó caminando por la calle que a pesar de ser tarde, no se encontraba vacía pues al ser Halloween estaba más concurrida que en una noche normal. Al pasar al lado de un grupo de chicos, estos le silbaron de manera sugerente y algo incómodo e intimidado por eso, apretó con más fuerza la cesta en un inútil intento de taparse.

- ¡Atsushi!

Alguien detrás de él gritó su nombre y antes de que pudiese darse la vuelta para ver de quien se trataba, sintió como algo cálido caía sobre sus hombros y le cubría la espalda. Cuando logró darse la vuelta por fin, se encontró con un Oda agitado por la carrera que acababa de echar siguiéndole y viendo su disfraz, se percató de que le faltaba algo.

Su capa, la cual era ahora aquella manta que tenía sobre los hombros.

- Oda-san...

- No seas imprudente. Caminar solo por la noche y así vestido es peligroso.

- Lo siento... - tiró de la capa para cubrirse más con ella – Me dejé el abrigo.

- ¿Y lo de marcharte solo?

- Dazai-san no estaba.

- Podrías habérmelo dicho a mí.

- Ya le he molestado mucho esta noche con lo de la foto. Gracias por su capa, prometo que mañana se la devol... - intentó marcharse, pero Oda agarró su muñeca y le detuvo.

- ¿Por qué lo reduces todo siempre a Dazai? Yo también estoy aquí.

- Es que yo... yo no quería... yo no quería molestarle.

- ¿Por qué me molestarías? Voy a llamar a un taxi, te acompañaré a casa.

- Puedo ir andando...

- La capa no es un abrigo, cogerás frío y te resfriarás.

- Sí... tal vez.

Oda soltó su mano y sacó el teléfono para pedir el taxi, cuando terminó de hacer aquello, devolvió el aparato a su bolsillo y abrió la boca para hablar con el chico, pero este se le adelantó.

- ¿Cree... cree que Dazai-san esté enfadado conmigo?

- ¿Por qué lo estaría?

- Porque estuve con usted y... estáis enfadados y...

- Ese asunto es nuestro, Atsushi. No tienes que estar en ningún bando, incluso alguien como Dazai puede entender eso.

- Pero él se enfadó, se enfadó y por eso se fue, porque nos vio juntos en la foto.

En ese momento no supo bien qué contestarle al chico. Si Dazai se había ido había sido no porque los hubiese visto juntos en una foto, sino porque los había visto concretamente de esa manera en la foto, juntos, tocándose en una situación que podría causar muchos malentendidos al no tener el contexto inicial. A Dazai le habría dado igual verlos en una foto uno al lado del otro, era porque la foto había acabado siendo así que se había enfadado.

Pero si explicaba eso a Atsushi, tendría que explicarle también los hipotéticos sentimientos románticos floreciendo en el castaño y no estaba seguro de querer hacer eso.

Porque si Atsushi se enterase de la posibilidad de que Dazai estuviese enamorado de él...

Oda estaba seguro de que si le hablaba de eso estaría cortando su propio camino y además, no es a él a quien le corresponde hablar de esto. Sentimientos tan profundos no deben ser transmitidos por otra persona que no fueses tú mismo.

No era el deber de Oda hablar de los sentimientos de Dazai, solo debe hablar de los suyos propios.

- No se enfadó por eso.

- ¿Y entonces...? ¿Por qué fue entonces?

- No lo sé, pero no deberías preocuparte por eso. Los enfados de Dazai no duran mucho – salvo el que tiene ahora con él - Mañana se le pasará.

- ¿Seguro?

- Sí.

- Bueno... si lo dice usted, me quedo algo más tranquilo, después de todo, es de las personas que mejor conoce a Dazai-san.

- Sí, supongo que lo hago.

Atsushi pegó un pequeño sobresalto cuando sintió su mano ser tomada, al ver que la mano del que hacía eso era la de Oda, le miró algo confuso aunque este continuaba mirando hacia la carretera en espera del taxi.

- ¿Oda-san?

- Pensé que tendrías frío en las manos.

- Un poco sí que hace.

- Entonces - apretó el agarre, atreviéndose a dejar entrelazados sus dedos - Quedémonos así hasta que el taxi llegue.

- Sí - Atsushi se movió un poco, quedando mirando hacia la carretera al igual que Oda, apretando la cesta contra su pecho con una mano mientras que con la otra sostenía la mano del mayor – Oye, Oda-san.

- ¿Sí?

- Gracias.

- De nada.

El rostro del mayor no cambió lo más mínimo al hablar y eso provocó unas risas bajas en el chico quien levantó la mirada de la carretera hacia la luna llena en el cielo. Esperaba que lo que había dicho Oda fuese cierto y Dazai no estuviese enfadado con él.  

Abrió la puerta de su departamento de un golpe brusco y golpeó de manera más brusca la pared para darle al interruptor y encender las luces. Se quitó los zapatos sin usar las manos y los dejó caer por ahí, se arrancó el abrigo negro sobre los hombros de un tirón y de la misma manera lo lanzó al suelo. No tardó mucho en llegar al salón de su casa donde lanzó las llaves de la vivienda a uno de los sillones y después su cuerpo entero a otro distinto, quedando con la cara enterrada entre la suave tela del mueble.

Uno de sus ojos continuaba vendado y aunque fuese incómodo, Dazai sentía que sería mejor para su cuerpo quedarse como un perro tirado en el sofá que ponerse más cómodo e irse a dormir.

- ¿Por qué las cosas han acabado así...? - farfulló a duras penas por tener su boca presionada contra el sillón - ¿Y por qué me molesta haberlos visto así...? - se dio la vuelta para quedar mirando hacia el techo – Me fui sin decirle nada... ¿qué estará haciendo ahora? - el pensar que tal vez Oda hubiese aprovechado su marcha para quedarse el resto de la fiesta con Atsushi le hico fruncir el ceño y despeinar sus cabellos al frotarlos frenéticamente - ¡AH! ¡¿Por qué ha pasado todo esto?!

El sonido de su teléfono salvó a su cabeza de continuar siendo hostigada y de perder algún pelo. Sacó el aparato del bolsillo de su pantalón y tras ver que se trataba de Ranpo, puso mala cara y pegó el objeto a su oreja para descolgar y ver qué quería.

- ¿Qué pasa?

- "¿Qué pasa?" En serio... ¿dónde estás?

- En mi casa, ¿dónde voy a estar?

- Atsushi se ha ido de la fiesta.

- ¿Sí? - sintió una pequeña punzada de culpa en el estómago, si se había marchado era porque él también se había ido y le había quitado las ganas de fiesta – Era de esperar, ¿no? Atsushi-kun no ha ido a muchas fiestas y tiene el hábito de acostarse pronto, era de esperar que se acabase marchando.

- Se ha ido porque tú te has ido enfadado y lo sabes.

- No estoy enfadado.

- Dazai Osamu – el tono del seiyuu y el escuchar usar su nombre completo le provocó un escalofrío - ¿Crees que nos hemos conocido ayer? Por desgracia te conozco desde hace mucho. Así que no te atrevas a decirme que NO estabas enfadado cuando SÍ estabas enfadado.

- No estaba enfadado, solo... solo molesto.

- ¿Y por qué exactamente? - Ranpo no obtuvo respuesta a su pregunta, solo pequeños gruñidos infantiles de Dazai – A veces siento que sigues teniendo 16... ¿luego el infantil soy yo?

- No, claro que no, Ranpo-san es demasiado viejo para poder ser...

- Dazai.

- ¡Sí! - el tono duro con el que le llamó fue la advertencia suficiente para que cortase lo que iba a decir y para que se sentase recto en el sillón, tan tenso como si le tuviese delante.

- Atsushi se ha ido, pero su abrigo sigue aquí.

- ¿Eh?

- Está por la calle más desnudo que vestido y ya sabes lo inocentón que es. Ahí fuera le puede pasar cualquier cosa. Oye... no es asunto mío los problemas que tengas con Oda, pero esto no se trata de él, se trata de Atsushi. ¿Te daría igual que le pasase algo solo porque ha salido en una foto fuera de contexto con Oda?

- ¡Claro que no!

- Pues haz el favor de ir ya a buscarlo, ese aprendiz de seiyuu con rasgos de gato es profesionalmente tu responsabilidad y personalmente es alguien que te importa. ¿De verdad vas a ser tan cruel para dejarle pensando que estás enfadado con él? No creo que se lo merezca.

- Mierda... ¡soy un idiota!

- No hace falta que lo digas, ya lo sabemos.

Dazai ignoró aquel último comentario y simplemente colgó la llamada, levantándose apresurado y recuperando todas las cosas que tiró por el camino salvo su abrigo que lo dejó tirado en el suelo y salió corriendo de su apartamento.

No existía motivo ni justificación para haberle hecho esa clase de vacío a Atsushi, si algo le llegase a pasar por haberse marchado sin explicarle las causas a la cara, entonces no se podría perdonar a si mismo durante todos los años que le quedasen de vida.

Una vez que llegó a la entrada del edificio, llamó a un taxi y esperó ansioso su llegada. Cuando lo tuvo en frente, no esperó ni a que el conductor estacionara el vehículo para abrir la puerta y montarse, dándole apresurado la dirección de Atsushi y metiéndole prisa con que era algo urgente. Necesitaba comprobar que al menos estaba sano y salvo en su casa. Durante el trayecto intentó llamarle un par de veces, pero ninguna contestaba, lo cual no contribuía a disminuir su preocupación.

Mientras Dazai estaba que se subía por las paredes, Atsushi observaba frente a la puerta de su casa como la pantalla de su teléfono no se encendía, parece que se había quedado sin batería. Decidió que lo pondría a cargar más tarde y abrió la puerta del lugar, encendiendo la luz y metiéndose dentro para que Oda pudiese entrar detrás de él. Con ambos ya allí dentro, Atsushi se quedó quieto en un sitio mientras el otro echaba un vistazo a su humilde morada. En realidad no había mucho que mirar por lo pequeño que era todo y le daba algo de vergüenza porque como seiyuu exitoso que era, seguro que Oda vivía en un sitio que sería cien veces más grande que eso.

- ¿Esta es tu casa?

- Sí... es algo pequeña, ¿no? - le preguntó avergonzado mientras cerraba la puerta.

- Es... un lugar acogedor.

- No sé si acogedor es la palabra, pero aquí de momento estoy bien. Como vivo solo, tampoco es que necesite mucho espacio.

- Comprendo - caminó por el lugar hasta llegar a una de las paredes la cual señaló - ¿Por qué hay ahí un agujero? ¿Estás de obras?

- Eh... es una historia larga, aunque se puede resumir solamente en Akutagawa, pero sinceramente, no me apetece hablar de ello hoy - dejó la cesta de dulces en un lugar del suelo y se marchó a la zona de la cocina que, por el pequeño tamaño del piso, era visible desde donde estaba Oda - Prepararé un poco de té para usted como agradecimiento por acompañarme a casa, ¿le parece bien, Oda-san?

- Sí.

Atsushi le devolvió una sonrisa y se puso a trabajar en el té, mientras, Oda dejó su cesta al lado de la de Atsushi y se dispuso a echar un vistazo en lo poco que tenía el piso. No había muchos muebles, pero una cómoda pegada a la pared llamó su atención. Se acercó a ella y además de un marco con una foto de lo que interpretó era Atsushi con sus padres, halló un pequeño juguete de Odasaku Man que daban con el menú infantil de una cadena de comida rápida y con el amuleto que Dazai compró a Atsushi en verano. Ambos debían ser muy especiales si los dejaba al lado de un recuerdo tan importante como eran sus padres.

- Ya está - el albino se apresuró a llegar a su lado con una taza entre sus manos – Tome, Oda-san.

- Gracias - tomó la taza, pero no pegó ningún trago por continuar mirando hacia el mueble. Al notar esto, Atsushi siguió el recorrido de su mirada.

- Ese muñeco venía como regalo en un menú infantil del McDonald's, fui a comer allí con Dazai-san durante los días que pasé en su piso después de desmayarme. Es bastante adorable, me encanta.

Oda asintió con la cabeza y pegó el primer trago al té. Aunque llamase adorable a su personaje, aquello no había conseguido alegrarle, de hecho, había inconscientemente logrado lo contrario pues descubrir que la persona a la que vinculaba con el muñeco era Dazai y no él era algo desalentador.

- Oye, Atsushi.

- ¿Sí?

- Si te hago una pregunta, ¿la responderás honestamente?

- ¿Mm? Pues claro que sí, ¿por qué haría otra cosa?

- Ahora mismo... ¿quién es tu seiyuu favorito?

- ¿Mi seiyuu favorito? - pestañeó confuso por la pregunta – Mmm... yo diría... que Dazai-san.

- ¿Por qué? - viéndose venir la respuesta, no tardó en lanzar una nueva pregunta.

- La respuesta me da algo de vergüenza - rascó su mejilla con el dedo índice - ¿Promete no decir nada?

- Claro.

- Hace tiempo y aunque Dazai-san no lo sabe, pregunté a Lucy-san por animes en los que había participado. Al verlos, no fue ninguna sorpresa descubrir lo talentoso de su actuación. Dazai-san es genial, es capaz de interpretar personajes tan diversos.

- ¿Por eso te gusta? ¿Por su diversidad?

Atsushi estiró el brazo, haciéndose con el amuleto que le regaló Dazai y acariciándolo con cuidado entre sus dedos.

- Dazai-san es un gran seiyuu, eso nunca lo he puesto en duda, pero si de verdad puedo ponerlo en una escala superior a la de los demás creo que es porque estoy a su lado. Sus personajes en la pantalla se ven todos genial, pero la persona que les da vida, Dazai-san, se ve todavía más genial. Holgazanea y da mucho estrés a Kunikida-san, pero al final siempre saca el trabajo adelante. Coquetea y piensa todo el rato en trajes de maid con detalles de gato, pero eso no cambia lo buena persona que es. Siempre que estoy en problemas, él está ahí. Si lloro, no sé cómo, él simplemente consigue detener mis lágrimas. Tal vez no esté haciendo un buen juicio valorando temas personales, pero... así es simplemente como me siento – se encogió de hombros con una sonrisa – Dazai-san es el número uno para mí. ¡Ah, pero por favor, no le diga nada de esto a él! - aunque había estado hablando tan bien de Dazai, ahora comenzó a resoplar – Dazai-san siempre insiste en que quiere ser mi seiyuu favorito, no quiero que sepa como de en serio le valoro. Si lo supiese, seguro que iría presumiendo por ello y holgazanería más que de costumbre. ¡Y no es motivo para presumir! Es que, en serio no lo entiendo - suspiró cansado - ¿Por qué le importa tanto mi opinión? Con la de fans que tiene.

- Tal vez tu opinión es especial.

- ¿Mm? ¿Por qué lo sería?

- Porque le importas más que cualquiera.

- ¿Eh? ¿Qué quiere decir con eso?

- Nada - negó lentamente con la cabeza y devolvió la taza de té ya vacía a Atsushi – No me corresponde hablar por otros, pero sí por mí mismo. Atsushi.

- ¿Sí?

- Perdona la osadía, pero, ¿me permitirías intentar arrebatar el puesto de Dazai?

- ¿De Dazai-san? Pero Oda-san, no creo que haga falta arrebatar nada, usted también me gusta mucho como seiyuu.

- No me refería a eso.

- ¿Entonces?

- Solamente dame permiso. Yo también... yo también quiero que pienses así de mí, quiero ser el número uno para ti.

- Jo, ¿tan importante será mi opinión? - ignorando el sentido oculto de aquellas palabras, Atsushi acabó cediendo, creyendo que todas esas palabras se decían desde un punto de vista laboral y profesional - Está bien, intente superar a Dazai-san.

- Y si lo logro, quiero algo a cambio.

- ¿A qué se refiere?

- Hablo del ranking de seiyuus, usualmente quedo empatado con Dazai, pero ahora que estoy decidido a superarle, quiero algo como premio.

- ¿Un premio? Pero, Oda-san, yo es que no tengo tanto dinero como para conseguirle un premio... ¿qué le parece un poco de chazuke?

- No es nada caro, al contrario.

- ¿Qué es entonces?

- Si supero a Dazai...

- ¿Sí?

Oda se pensó unos segundos lo que iba a decir mientras se perdía en la mirada de Atsushi. No iba a echarse atrás en lo que había decidido.

- Sal conmigo.

La sonrisa cortés de Atsushi se deformó poco a poco, transformándose su rostro en uno de confusión al mismo tiempo que su rostro enrojecía completamente.

- ¡¿EEEEEEH?! ¡¿Sa-salir?!

- Hablo de una cita.

- Ah... - eso quitó peso al asunto, aunque siguiese siendo importante, pero al menos no lo era tanto como lo que había entendido al principio - ¿Una... una cita? ¿Conmigo?

- Sí.

- ¿Seguro que quiere eso?

- Completamente.

Atsushi hizo una mueca, la verdad es que una cita con él no le parecía un premio decente, no porque Oda no fuese interesante ni nada parecido, el problema lo veía en él mismo. Si Oda quería superar a Dazai profesionalmente, necesitaría un premio mayor, con más valor, pero en su lugar le estaba pidiendo una cita. Él se veía muy simple y consideraba que una cita a su lado no se podría equiparar al esfuerzo que iba a tener que hacer Oda, pero el mayor se veía tan ilusionado que al final... ¿cómo podría decirle que no?

- Vale - terminó por decidirse, dedicándole de nuevo una sonrisa – Tengamos una cita, pero solo si supera a Dazai-san. No sé si será suficiente motivación para usted.

- Es toda la que necesito – Oda se alejó de él, yendo hacia su cesta y recogiéndola del suelo – Voy a ir yéndome, no quiero que tus vecinos piensen mal si ven un hombre en tu piso a estas horas de la noche.

- De acuerdo, le... le acompaño a la puerta – dijo eso con algo de vergüenza pues todo era tan pequeño que en realidad no hacía falta acompañarle a ningún lado, si se queda dónde está verá a Oda perfectamente marcharse, pero era pura cortesía.

Con ambos frente a la puerta, Atsushi puso la mano en el pomo y la abrió. Lo normal habría sido encontrarse con el exterior de la vivienda vacío pues apenas gente vivía allí pero contrario a sus expectativas, ahí fuera sí había alguien, alguien que nada más verle y sin darle tiempo a reaccionar, se le lanzó encima, impidiendo a Atsushi reaccionar y pillando a Oda desprevenido.

Cuando se quiso dar cuenta, Atsushi ya estaba entre los brazos de Dazai, quien nada más ver al albino al otro lado de la puerta, no había desperdiciado ningún segundo en estrecharle en un abrazo. El albino se quedó de piedra, sintiendo el calor del cuerpo de Dazai sobre él y su aliento jadeante pegado a su oreja. Las manos del mayor le apretaron con más fuerza, dejando sus pechos completamente pegados.

- ¿Da... Dazai-san? - preguntó todavía sin poder salir de la sorpresa de verle allí.

- No contestas el teléfono. ¿Tienes idea...? - hundió sus dedos con más fuerza sobre el cuerpo del chico, como si quisiese comprobar que no se trataba de un espejismo - ¿Tienes idea de lo preocupado que estaba?

- Me quedé sin batería... pero... ¡más importante! ¿Por qué me regaña usted, Dazai-san? ¡Si usted desapareció primero! Era yo quien estaba preocupado antes.

- Lo siento, he sido un estúpido.

- Jo - infló los mofletes y devolvió el abrazo al castaño, solo que por supuesto no usó tanta fuerza – ¿Y no va a decir nada más?

- At...

- Atsushi - adelantándose a Dazai, Oda le llamó, provocando que el castaño se percatase por fin de su presencia y que deshiciese el abrazo al chico – Voy a ir yéndome ya. Te veo ocupado.

- De acuerdo. Nos vemos.

A pesar de que se despidió del albino, pasó al lado del castaño como si este ni estuviese presente. Dazai tampoco hizo ningún amago de dirigirle la mínima palabra y una vez que salió del piso, Atsushi tiró del cuerpo del mayor para meterlo completo en su casa y cerró la puerta para que pudiesen hablar más tranquilos.

- Dazai-san... yo...

- Lo siento.

- Ya se ha disculpado antes, no hace falta que lo haga más veces.

- Sí que hace falta – le contradijo mientras apretaba los puños con la mirada agachada. No hacía falta verle, solo con escuchar su tono de voz, Atsushi podía comprender lo arrepentido que estaba – Me marché por la foto, Atsushi-kun. Odasaku y yo no estamos en buenos términos y verte así con él... me molestó, pero ni siquiera te dejé explicarte.

- Creo... que también fue mi culpa. Yo le oculté que iba a ver a Oda-san.

- No tenías por qué. Atsushi-kun, escucha, los problemas entre Odasaku y yo son cosa exclusivamente nuestra. No puedo prohibirte verle – le informó acariciando superficialmente una de sus mejillas con las puntas de sus dedos. Al sentir aquel tacto, Atsushi inclinó la cabeza para que sus dedos le tocasen completamente – Soy un estúpido enorme, me merezco mil mordiscos rabiosos de esos tuyos.

- En realidad, no son rabiosos – le confesó en voz baja, separando su mejilla de sus dedos y estiró el brazo hasta enganchar las vendas que tapaban todavía uno de los ojos de Dazai, deshaciendo con un débil tirón aquella parte del disfraz – Mmm, ya lo suponía - pudiendo verle por fin los dos ojos, Atsushi le dedicó una sonrisa – Me gusta mucho más así, los ojos de Dazai-san son muy bonitos, es un desperdicio taparlos.

Aquel fue un comentario simple e inocente, pero aun así, Dazai no pudo controlar su reacción. El calor se subió en medio segundo a sus mejillas, dejándolas rojas y sus labios comenzaron a temblar, tal vez por la vergüenza o tal vez por el desconocimiento de no saber cómo actuar en una situación así. Al final, la única respuesta que pudo dar su cuerpo es estirar de nuevo los brazos, pasarlos por detrás de la espalda del chico y juntar sus cuerpos de nuevo en un abrazo.

- ¡¿Da-Dazai-san?! - le llamó algo sonrojado Atsushi.

- Déjame... déjame quedarme así, solo un rato, te lo prometo - pidió con su rostro oculto sobre el hombro del menor.

A Atsushi no le quedó de otra que aceptar, pero viendo que los minutos pasaban y el mayor no se despegaba, le empezaba a preocupar que de verdad Dazai estuviese bien. Además, le tenía abrazado con tanta fuerza que sus cuerpos completos estaban pegados, zonas bajas incluidas, y eso le daba algo de vergüenza.

- Dazai-san. ¿Dazai-san?

- Lo siento – recuperando por fin sus sentidos, Dazai deshizo el abrazo, mirando hacia el suelo por la vergüenza que le había provocado su propia reacción - He sido... algo grosero.

- No se preocupe, no estoy molesto por eso. Es solo que me ha pillado un poco por sorpresa. ¡Ah! ¡Dazai-san! - como si se estuviese dando cuenta de algo, sus ojos se iluminaron – Ahora que está aquí, podemos comer dulces juntos.

- ¿Eh?

- Es que mi propósito en la fiesta no era ganar el concurso, solo quería comer dulces con usted. ¡Y ahora que está aquí podemos hacerlo! - emocionado como un niño pequeño, arrastró a Dazai hacia la cesta de dulces, obligándole a quedar agachado junto a él que había comenzado a desenvolver su premio - ¿Cuál quiere probar primero?

- No sé, en realidad me da un poco igual. Escoge tú.

- ¡Sí! - asintió emocionado, barajando la cantidad exagerada de dulces que podría causarle varias caries si se los come todos seguidos - ¿Mm? ¿Esto qué es? - el albino sacó una cajita rectangular de cartón. Como no podían ser otra cosa, eran dulces, solo que en el reverso de la caja le parecía que había algo parecido a un manual de instrucciones - ¿Por qué ponen un manual de instrucciones aquí? Se come y ya, ¿no?

- No es un manual para comer, es para un juego.

- Dazai-san – el chico frunció el ceño ante su ocurrencia – Con la comida no se juega. Es una regla básica de la sociedad.

- Es para el juego del pocky, ¿no lo conoces? - el rostro desconcertado del chico habló por sí solo y le dio su respuesta a Dazai – Que remedio... en el juego del pocky, cada uno tiene que agarrar con la boca uno de los extremos del pocky y comenzar a comerlo. Quien dé un mordisco que rompa el pocky es quien pierde.

- Que juego más raro, ¿no? ¿Cuál es el propósito?

Dazai se encogió en su sitio mientras apartaba la mirada. ¿Le decía que el fin del juego era que los jugadores se besasen? No, seguro que si le decía eso no volvería a ver aquellos dulces de la misma manera y ya ha sido perdonado por muchas cosas por Atsushi, pero está seguro que hacerle cambiar su imagen de un dulce sería un acto imperdonable que no sería olvidado ni renaciendo durante cien años.

- El propósito... pues no estoy seguro.

- Entiendo - ojeó de nuevo las instrucciones del juego en la caja y luego se la mostró a Dazai - ¿Jugamos?

- ¿Ah?

- Es que como no sabemos el propósito, lo mismo jugando lo descubrimos. ¡Y además comemos! - lo último parecía hacerle más ilusión que lo primero.

- Es que...

- ¿No quiere?

Los ojitos de Atsushi se aguaron por la pena de ser rechazado y si ya cuando vestía normal era complicado negarle algo, ahora que iba medio desnudo y vestido de gato era una misión imposible.

- No... yo... sí que quiero.

- ¡¿En serio?! ¡Genial! ¡Vamos allá entonces! - sin perder tiempo, rompió el precinto de la caja y sacó uno de los pockys, girando la cabeza hacia el mayor para que pudiese morder el otro extremo.

Dazai tuvo que dudarlo durante unos segundos. El propósito del juego era que los jugadores se besasen y si casi se sintió morir al besarse con Atsushi en el videojuego de Kajii, en la vida real lo mismo le cuesta un infarto. Además de que no está bien robarle un beso a Atsushi, más aún, un, seguramente, primer beso. Aunque maldición, que rabia profunda le provocaba en el estómago pensar en Atsushi besándose con alguien más. Lo mismo sí debía tomar su primer beso para asegurarse de que ningún estúpido se lo queda...

¡¿Pero qué está pensando?!

Rápidamente, negó varias veces con la cabeza para espantar ese pensamiento tan reciente como incomprensible. Nada, jugarían, pero perdería a propósito mordiendo con fuerza el pocky y rompiéndolo.

Sin hacer esperar más a Atsushi, mordió el otro extremo y el albino, al ser consciente de la cercanía que implicaba el juego, se vio obligado a cerrar los ojos para concentrarse, gesto que se le hizo muy tierno al mayor y que le acabó provocando una sonrisa involuntaria.

Atsushi comenzó a pegar mordiscos, cortos y seguros, debía ir en serio con el juego porque conociendo su lado tragón, habría pegado un mordisco y habría acabado con todo. Dazai se vio obligado a comenzar también, pensando terminar inmediatamente en el primer mordisco, pero la suerte no estuvo de su parte y el palito de chocolate no se rompió. Suspiró para sus adentros y rodó los ojos, esta vez sería la buena.

O eso fue lo que pensó.

Al mirar hacia delante, hacia el concentrado y nervioso rostro del albino, su cuerpo pareció cambiar de planes sin permiso de su cerebro. Se perdió completamente, se perdió en ese pelo mal recortado, en ese rostro pálido y sin impurezas más propio de un bebé que de un chico de 18 y por último en esos labios que a cada mordisco comenzaban a recortar peligrosamente las distancias.

Al final acabó distrayéndose de su plan inicial y antes de poder darse cuenta, sus narices estaban a escasos milímetros de rozarse, sintiendo peligrosamente el aliento del otro en su rostro, pero por supuesto que Atsushi estaba demasiado concentrado en el juego como para darse cuenta. Seguro que el chico, inocentemente, pensaría que el juego acaba cuando los rostros se acercan y que alguno avisa de que el pocky está prácticamente acabado.

Seguro que no sabe que el final verdadero es un beso.

El mismo amargo pensamiento de antes le invadió.

No quiere a ningún estúpido robando algo tan valioso como el primer beso de Atsushi. Sabe con certeza que nunca nadie va a ser tan buena persona como para merecerlo, pero, si eso es y será así...

Entonces.

¿Importará que él se quede con su primer beso?

No...

Es que quiere ese primer beso.

Sorprendido por sus propios pensamientos, Dazai mordió con demasiada fuerza el pocky, partiéndolo cuando ya estaba muy cerca de llegar al beso. Con el dulce roto, el mayor recuperó las distancias mientras que Atsushi abría los ojos y observaba lo poco que quedaba, empujándolo con su dedo para que terminase de entrar en su boca.

- Se rompió - confirmó mientras lo masticaba - ¿Eso significa que he ganado yo, Dazai-san?

Dazai no había escuchado su pregunta, no cuando el calor en su cabeza estaba haciendo un trabajo tan bueno exterminando sus neuronas. De nuevo, tenía la mirada agachada y el rojo le llegaba hasta las orejas. Su labio temblaba de nuevo y dicho temblor no hacía nada más que expandirse pues ahora hasta sus puños, los cuales tenía presionados contra su regazo, estaban así.

¿Qué era aquello?

En realidad, nunca se ha sentido así. Ni antes de una audición, de un evento importante ni junto a ninguna de sus anteriores parejas. Esa sensación de inquietud tan incontrolable, pero a la vez agradable, ese calor expandiéndose por todo su cuerpo y ese ritmo en sus latidos tan acelerado.

Tapó su boca en un inútil intento de controlar el temblor en sus labios. En serio, ¿a qué se debía esto cuando ni siquiera había bebido?

- ¿Dazai-san? ¿Le ha sentado mal el pocky? ¡Ah! - dándose cuenta de qué podría ser el problema, señaló algo tímido hacia el baño - Ahí... ese es el cuarto de baño, esto...

- No se lo des a nadie más...

- ¿El... el qué?

Dazai chistó por lo bajo, ¿qué estaba diciendo?

-T-tuu... tu primer... t-tu primer be-be-be...

- ¿Be? - ladeó la cabeza confuso, si Dazai no se estaba entendiendo a sí mismo, ¿cómo le iba a entender él? - Dazai-san, ¿está bien? Su cara está muy roja, lo mismo por correr sin abrigo hasta aquí ha pillado un resfriado. Déjeme comprobar.

- ¡Tu primer be...!

Dazai, que no le había estado haciendo caso a lo que decía, levantó la cabeza de golpe en el momento perfecto para que Atsushi acercase su cuerpo y posase la suave palma de su mano sobre su frente, levantando para ello su flequillo.

En ese preciso momento, Dazai sintió que el tiempo se detuvo. Su corazón se saltó un latido y el resto del universo desapareció, quedando solo él junto al chico que le estaba tomando la temperatura.

Fascinante, puede que esa fuese la primera vez que se siente con los pies despegados de la tierra sin una gota de alcohol en el cuerpo.

- Yo... y-y-y-y-y-y-y-y-o... ¡AAAAAH! - de un salto se puso de pie, despegándose de Atsushi pero con el rostro igual o más rojo que antes - ¡Y-yo... m-me tengo que ir! ¡Urgene, nerpesario! - pronunció mal ambas palabras, pero qué más podía hacer si hasta la lengua le temblaba - ¡Bu-buenos días y perdón por las molestias!

- ¿Días? ¡Ah, Dazai-san, cuidado! - aunque intentó detenerle, este al final tropezó con sus propios pies y se estrelló contra el piso. Provocando un doloroso ruido seco que le indicó a Atsushi que su cara debía estar adolorida – Dazai-san, ¿se encuentra bien?

Antes de que pudiese terminar de acercarse para comprobar aquello, Dazai se levantó rápidamente, sonriéndole como si nada hubiese pasado. Sí, con esa sonrisa típica suya de caballero solo que con un hilo de sangre escapando de su nariz por el golpe, hecho que le restaba atractivo a su apariencia de príncipe.

- Estoy genial. Gracias por preocuparte.

- Dazai-san... - se señaló su propia nariz pero el mayor estaba más preocupado en marcharse que en cualquier otra cosa.

- Bueeeeeeeeeeno, que pronto es, digo, tarde. ¿Sabes? Me acabo de acordar de que estaba cocinando un estofado de res relleno de katsudon con alitas picantes y un vasito de bicarbonato para acompañar. ¡Y me lo he dejado ahí! ¡Jajajajajaja, que despistado soy!

- N-no estoy seguro de que eso se pueda cocinar así y de cualquier forma, ¿qué hacía cocinando a estas horas de la noche?

- ¡Ah! ¿Cocinar? Perdón, quería decir que estaba planchando y me he dejado la plancha enchufada encima de una camisa y...

- ¡Pero eso es peligroso, se le quemará la ropa! Pero... ¿no es un poco tarde para planchar?

- Sí, sí, bueno, pues dicho esoooooooo, me voy, tengo que sacar al perro de paseo.

- ¿Tiene perro? ¿Desde cuándo?

- Lo siento, Atsushi-kun, no tengo tiempo para contestar. El programa de ropa delicada de la lavadora está a punto de terminar.

- ¿Qué?

- ¡Waaaaa! ¡El repartidor de comida china estará a punto de llegar! ¡Me voy yendo, no quiero perder mis tacos!

- ¿No ha dicho comida china?

- ¡Aidór, buenas tardes y nos vemos en la escuela!

- Va-vale - rindiéndose con hacer entrar en razón a Dazai por las cosas sin sentido que estaba diciendo, le acompañó a la puerta solo para ver como este le despedía agitando su mano al principio y después echando a correr escaleras abajo – ¡Buenas noches, Dazai-san, tenga cuidado camino a casa! - le tuvo que gritar aquello pues ya estaba algo lejos.

El castaño no se dio la vuelta, levantó en alto la mano y la agitó para despedirse por última vez de él. Una vez que terminó de bajar las escaleras y llegó a la calle, echó a correr con todas sus fuerzas sin entender muy bien por qué. Solo sabía que había pensado algo vergonzoso sobre Atsushi y que había hecho algo ridículo para marcharse de allí, cayéndose y diciendo todas esas tonterías, pero el chico era tan angelical y amable que se había abstenido de reírse.

¡Que patético ha tenido que verse!

- ¡AAAAAAAAAAAAH! - chilló con todas sus fuerzas hacia la luna, en aquella calle desértica, asustando a algún gato que caminaba tranquilamente sobre algún tejado - ¡¿Por qué he dicho todas esas tonterías?! ¡QUIERO ESCONDER LA CARA ENTRE SUS MUSLOS Y LLORAR!

Y tal vez, si no hubiese alcanzado semejante nivel de vergüenza, lo habría hecho, pero de momento necesitaba esta noche en soledad para recuperarse y mirar a la cara de nuevo a Atsushi como si no hubiese hecho el ridículo delante de él.

El lado bueno y con el que siempre se podría consolar es que por mucho ridículo que hiciese, Atsushi siempre le trataría como si nada hubiese pasado.

Ay, siempre ha sabido que el chico era lindo, pero es que ahora le parece más lindo que al principio de conocerle. ¿Cómo es eso posible?

Con tantas dudas dentro de él, Dazai continuó corriendo por la calle siendo iluminado solamente por las farolas y la luz de la luna. 


Hola!! Hasta aquí el capítulo, uno más que tenía mejor pinta en mi cabeza pero que ha acabado resultando esto. Creo que los triángulos amorosos de Tanjiro me salen mil veces mejor que esto, qué se le va a hacer.

Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el próximo capítulo. 

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