Capítulo 23: El segundo botón (1ª Parte)
- ¡¡¡¡Giiiiiin!!!! ¡Maldición, eres muy linda!
Mori apuntaba con su cámara de fotos como por trigésimo octava vez en aquel día a su sobrina vistiendo su uniforme escolar, pero con una flor de cerezo enganchada en la chaqueta de este, señal clara de que se estaba graduando de la escuela.
- Tío... para, por favor – la niña agachó la cabeza avergonzada, desde luego que estaban llamando demasiado la atención del resto de personas en la escuela.
- ¡¡WAAAAAAA!! ¡¡GIIIIIN, TE AMO, SERÁS SIEMPRE MI NIÑA!!
- ¡CÁLLATE! - Ozaki golpeó con fuerza la cabeza de Mori, haciendo que este cayese al suelo y que de su cráneo saliese humo – Por dios, que pesado – sacudiendo sus manos, Ozaki se plantó frente a Gin y se agachó para quedar a su altura, ahora sonriendo – Felicidades, Gin. Graduada de la escuela ya eres casi toda una mujer.
- N-no creo...
- Dime, dime, ¿ya le has pedido a algún compañero el segundo botón de su uniforme?
- ¿El segundo...? ¿Por qué? Mi hermano quería el segundo botón del uniforme de Dazai-san cuando se graduó, pero no entiendo el por qué...
- Owww, ¿eres una dama y no lo sabes? Escucha, los botones del uniforme masculino de las escuelas tienen distintos significados. El primer botón representa al dueño del uniforme, el segundo a la persona que más ama, el tercero a sus amigos, el cuarto a su familia y el quinto a sus conocidos. El segundo botón es el más importante del uniforme porque es el más cercano al corazón. Cuando un chico te da su segundo botón, también te está dando su corazón.
- Su... su... ¡¿S-su corazón?! - las mejillas de Gin no tardaron en colorearse por aquello.
- Sí, tener ese segundo botón también es una manera de llevar el afecto que tiene por ti, al igual que sus buenos recuerdos de la época escolar.
- Ah...
- ¿Y? ¿No estás interesada en ningún segundo botón?
- ¡¿PERO QUÉ DICES?! - Mori se levantó del suelo solo para discutir con su hermana - ¡¿Acaso intentas meter a mi dulce e inocente Gin en los sórdidos y pervertidos mundos de los chicos?!
- Pero que exagerado eres, solo la pregunto que si hay algún chico que le guste al que le quiera pedir el botón.
- ¡A GIN NO LE GUSTA NINGÚN HOMBRE DEGENERADO!
- ¿Me haces el favor de dejar de exagerar, maldito viejo?
- ¡¿Ah?! ¡¿Viejo, yo?!
- Pues sí, por el montón de arrugas que tienes.
- ¿Y tú qué?
- ¿Yo qué? ¡¿Eh?!
Gin se encogió de hombros y fue retrocediendo poco a poco mientras sus tíos discutían y llamaban la atención de los alumnos y familiares reunidos en el patio de la escuela. Aprovechando que estaban ocupados gritándose entre ellos, Gin se escabulló dentro de la escuela con una idea en mente que coloreó sus mejillas de rojo.
- El segundo botón... - llevó su mano contra su pecho. La idea aceleraba inevitablemente sus latidos.
Con la idea arriesgada de pedir su segundo botón a aquel chico, Gin fue comprobando aula por aula si por un casual se encontraba en alguna pues no le había visto ni el pelo en el patio de la escuela. Al asomarse por una de las puertas, sus mejillas se volvieron a colorear al distinguir la conocida cabellera puntiaguda de cabellos negros, pero no tardó en echarse para atrás debido a que no se encontraba solo, sino con un pequeño grupo de amigos.
- Que mierda, ninguna chica me ha firmado el anuario – se quejó uno de los chicos sentados sobre una de las mesas.
- Ni te lo van a firmar, con lo feo que eres.
- ¡Oye, pero de qué vas!
- Nuestra época escolar acaba... y no he besado nunca a una chica, ¡¿por qué dios se ríe de mí?!
- ¿Ah? - Tachihara, que estaba sentado en una de las sillas mirando por la ventana, se giró para mirar desconcertados a sus compañeros - ¿Tanto importa eso?
- Pues si no quieres morir virgen, sí. Por dios, Michi, tengo la impresión de que vas a morir solo.
- Mi juventud desperdiciada con hombres... ¡que desgracia!
- Oye... pero somos amigos, ¿no?
- Claro, pero Michi, recuerda esto, si te echas novia antes que yo, te mataré.
- Ah... pues menos mal que somos amigos.
- Que mierda – uno de los chicos metió sus manos en los bolsillos y levantó sus pies para ponerlos sobre la mesa - ¿Y ahora qué?
- Pues o trabajas o sigues estudiando.
- Hmm... ¡aaaaah! Pero que fácil lo pones, estudie o trabaje, lo más seguro es que acabe siendo un pobre oficinista.
- ¿Y qué quieres?
- Yo que sé, ser alguien importante.
- Ya, como si fuese tan fácil.
- Esos bastardos de Oda y Dazai lo hicieron tan fácil.
- No pongas como ejemplos a senpais tan diferentes a nosotros, ellos... son guapos - soltó como una jarra de agua fría que deprimió a todos menos a Tachihara que se había quedado sin aportar nada a la conversación - Oye, ¿y tú, Michi?
- ¿Mm? ¿Yo qué?
- Tu hermano se graduó de esta escuela con matrícula de honor, le dieron hasta una beca para una universidad super prestigiosa, tus genes están bendecidos ¿verdad? Seguro que en el futuro acabas siendo un magnate del petróleo.
Tachihara no contestó y bajó la mirada.
- ¿Qué pasa?
- Tonto – otro chico le dio un codazo – Sensei se decepcionó por sus notas bajas, guardaba tanta esperanza en su apellido.
- Ah, yo... no sabía... ¡bueno! ¿Qué más da? La gente cambia, quien sabe, lo mismo un día nos volvemos todos super inteligentes.
- O nos quedamos como unos estúpidos.
Los chicos compartieron una carcajada grupal que fue seguida por todos menos por Tachihara.
- Vamos – uno de los que estaba sentado más cerca le dio una palmada en la espalda – No te deprimas, seguro que puedes ser como tu hermano algún día.
- Hey, chicos, vámonos, que ya somos graduados. En esta escuela sobramos.
El grupo casi entero se levantó y se marchó hacia la puerta, viendo que se dirigían hacia ella, Gin se pegó a la pared como si así no la fuesen a ver, para su buena suerte, se marcharon en la dirección contraria a la que estaba ella. El último de la fila se quedó quieto tras salir por la puerta y aunque eso casi corta la respiración de Gin, escuchar que no era por ella le devolvió el oxígeno.
- Michi, ¿no vienes?
- Luego os alcanzo.
- Como veas.
El chico de la puerta se marchó detrás de los demás, pero a pesar de que Tachihara se había quedado solo en el aula, Gin no se decidía a entrar. Sus tobillos temblaban demasiado como para moverse. Pasaron demasiados minutos en lo que pensaba en decidirse o no, pero acabó por hacerlo y entró de golpe en el aula, abriendo su boca para hablar alto y claro, aunque al final no dijo nada cuando vio al chico con la cabeza apoyada en el pupitre echándose una cabezadita.
- Se durmió... - lamentó en voz baja.
A pesar de que sus intenciones se vieron frustradas, Gin no se marchó, en su lugar se quedó mirando como el rostro del chico estaba apoyado en sus brazos cruzados, su mejilla se presionaba contra su brazo y dejaba su rostro aplastado. Al estar sentado al lado de la venta abierta, varios pétalos de cerezo que revoloteaban por el aire se habían colado por ahí y habían aterrizado sobre su pupitre y sobre su cabeza. Rio un poco al ver el contraste de sus hebras azabaches con aquellos coloridos tonos rosados.
Con delicadeza para no despertarle, Gin tomó uno de los pétalos sobre su cabeza y lo soltó al lado de la ventana, dejando que la corriente de aire se lo llevara de vuelta al exterior. La brisa que por ahí entraba meció también sus oscuros cabellos y los bordes de su falda.
Un quejido proveniente de Tachihara le hizo devolver su atención al chico, parece este seguía dormido y tal vez fuese lo mejor, no sabía si su corazón le habría permitido hacer lo que iba a hacer antes. Apoyado al lado de la cabeza del chico, estaba su anuario, el cual Gin abrió con una sola mano. No tenía muchas firmas y por supuesto que no había de ninguna chica, pero eso la tranquilizaba. Las firmas más largas o con algún comentario que pecaba de confiado las identificó con las del grupo de chicos que estaban aquí antes, si eran sus amigos, eran con los que más confianza debía tener. Otras en cambio, más secas y frías, las identificó con compañeros de clase que firmaban por compromiso. Una de ellas le hizo quedarse mirándola fijamente.
"Ojalá seas como tu hermano"
Suspiró por la extraña dedicatoria, no le parecía un comentario adecuado. ¿Por qué tendría Tachihara que ser cómo otra persona? Definitivamente quien hubiese firmado eso no le conocía ni de haber hablado con él ni tres segundos. Con la tranquila respiración del chico como ruido de fondo y con las flores de cerezo colándose en el aula todavía, Gin se atrevió a hacerse con un bolígrafo de la mesa del profesor y se agachó para poder escribir más cómodamente sobre el anuario del chico. Cuando acabó, devolvió el bolígrafo a su sitio y se dirigió hacia la puerta del aula desde donde le miró una última vez.
Al final, no había sido capaz de transmitir lo que le quería decir. Tal vez, nunca más le volviese a ver y era una pena porque gracias a que no cuestionó sus dibujos, ella había conseguido el valor para decidir qué quería hacer en el futuro.
El mañana es incierto, pero si por un casual, si se diese el caso de que sus caminos se volvieran a cruzar, le gustaría contarle como se lleva sintiendo desde el primer día que le conoció.
Dejando todo en manos del destino, Gin se marchó del aula y varios pétalos de cerezo aterrizaron sobre la reciente dedicatoria de aquel anuario.
Está bien que sigas siendo como eres ahora
Posdata: Si nos volvemos a ver, dame tu segundo botón por favor
A.G.
Dazai había terminado de ponerse el pijama después de haber podido dar por finalizado aquella comiket tan caótica. En la soledad de su habitación en aquel hotel, se sentó en silencio sobre el colchón y se quedó mirando hacia sus pies como si estos fuesen lo más interesante del mundo. Aunque mirase hacia abajo, su mente no estaba sobre nada que pudiese estar allí.
Hace unas horas, Tachihara había llamado a su puerta preguntando por Gin, parece que ambos habían tenido algún tipo de problema y ahora no era capaz de ponerse en contacto con ella. Seguro que eso era un problema, pero es que en su cabeza estaban antes sus propios problemas que los del resto.
Seguía pensando en Odasaku, en él y en la discusión que tuvieron. No le había llamado ni pensaba hacerlo, porque, ¿qué decirle? ¿Perdón? ¿Se arrepentía de lo que pasó? El día había sido espantoso, su peor comiket sin lugar a dudas, porque también estaba el hecho de que Agatha se puso a soltar especulaciones que habían acabado haciendo daño a Atsushi.
Las lágrimas del chico en el camerino todavía eran un recuerdo demasiado reciente en su cabeza.
- Con todo esto... ¿acaso voy a ser capaz de dormir? - levantó la cabeza y ahora se quedó mirando hacia el techo.
La habitación era lujosa, grandes vistas a toda la ciudad, cama king size con sábanas suaves que debía ser como dormir sobre una nube, un minibar con todos los aprovisionamientos deseables, televisión de plasma y un baño de color blanco tan pulcro que había tenido miedo de meterse ahí dentro y que un solo pelo de su cabeza cayese y estropeara todo.
Que sitio tan lujoso para sentirse tan miserable.
Se desplomó sobre el colchón como un muñeco sin vida. No cerró los ojos, dudaba que dormir en estas condiciones fuese a ser una tarea fácil. Tampoco le dio tiempo a intentar viajar al mundo de los sueños porque unos tímidos golpes en la puerta llamaron su atención.
¿El servicio de habitaciones tal vez? Pero él no había pedido nada.
- ¿Quién es? - preguntó alto y claro para que la persona al otro lado pudiera escucharle bien.
- S-soy yo... ¡A-Atsushi! - se apresuró en aclarar el chico al escucharse ese "soy yo" algo bastante estúpido e impreciso.
Como si tuviera un resorte en la espalda, Dazai se levantó rápidamente para abrirle. Esbozó una sonrisa para el chico, pero esta desapareció a medida que le terminó de recorrer con la mirada.
- Buenas no.... muslos - terminó por soltar al ver al chico usando solamente la camisa que le cedió tras su estadía en su casa. Ante su reacción, las mejillas de Atsushi se colorearon de rojo y tiró de la camisa hacia abajo con ambas manos.
- ¡Ti-tiene una explicación! E-es que en casa... a-a veces la uso y....
Perfecto, su cerebro le daba así de gratis una imagen de Atsushi en la soledad de su casa, durmiendo en su futón y moviéndose en sueños, acabando en poses cada vez más reveladoras. En una acaba flexionando sus piernas y la camisa se sube dejando sus muslos completos al descubierto y un poco de su...
- ¿Dazai-san?
- Ah, pe-perdón, jajajaja. Estaba pensando en... - giró su rostro cuando escuchó un ruido por los pasillos del hotel. No le hacía especial ilusión que alguien disfrutara de esa vista de Atsushi así que agarró su muñeca y le hizo entrar – E-es incómodo si alguien más te ve así ¿no?
- Sí, bueno, no me importa si lo hace Dazai-san... ¡Pe-pero porque él ya me ha visto! So-solo por eso...
- ¿Sí? - cerró la puerta y se quedó más tranquilo. Al menos el chico ya no estaba expuesto a cualquier desconocido del pasillo – De todas formas, si querías salir podrías haberte cambiado.
- Es que nuestras habitaciones están cerca y pensé que no pasaría nada.
- Pero yendo así... - su mirada estuvo tentada a bajar y quedarse mirando sus muslos, pero decidió ser fuerte – E-em... ¡ejem! Si-siéntate si quieres.
- Sí.
Atsushi estuvo mirando alrededor de la habitación. Se decantó por sentarse sobre la cama, sus muslos quedaron pegados y más expuestos y Dazai maldijo la suerte de aquellas sábanas por tener a alguien tan lindo como Atsushi encima.
Mierda, ¿estaría usando siquiera ropa interior ahí abajo? No podía preguntarlo, era demasiado pervertido y él no era Chuuya (aunque se parecieran en esos ámbitos).
- ¿Ha ocurrido algo? - le preguntó al mismo tiempo que tomaba asiento a su lado en la cama.
Ante su pregunta, Atsushi se le quedó mirando raro.
- ¿No se acuerda?
- ¿De qué?
- Pues de todas las veces que se ha portado mal hoy.
- Ah... oh... - no entendía al principio, pero cuando comenzó a hacerlo, sintió como su frente comenzaba a sudar – Cla-claro...
- Usted me dio el permiso de castigarle cada vez que se comportase mal y prometí no hacerlo hasta que la comiket acabase y como ha acabado...
- Ya... esto... ¿te apetece tomar algo?
- Dazai-san... ¿usted quiere escapar?
El castaño tragó duro. ¿Qué otras opciones había?
- ¡Que hambre! Pediré algo al servicio de habitaciones.
En un intento desesperado por huir, Dazai se puso de pie para ir hacia el teléfono de pared que les comunicaba con dicho servicio, sin embargo, Atsushi fue más rápido y agarró su muñeca para tirar de él y devolverle a la cama.
- Atsu... ¡¿Atsushi-kun?! - gritó presa del pánico al ver como el chico se le subía encima. Que buena compra fue esa camisa, sobre todo por lo grande que le quedaba al chico y como dejaba tan visible una parte tan extensa de su pecho.
- Debo castigarle, Dazai-san, porque usted me dio el permiso.
- Ya, ya, si eso no te lo estoy negando, es solo que...
Lo que tuviese que decir Dazai, poco le importó a Atsushi, pues se inclinó hacia su cuello y como había vuelto costumbre antes de morderle, humedeció primero la zona con cortos lametones de su lengua. Ya Dazai no pudo hablar, abrir la boca significaría dejar escapar algo más que palabras así que se quedó ahí quieto mientras Atsushi comenzaba a morder su cuello cual vampiro. No sabe si inconscientemente o a propósito, el chico había alzado su trasero y puesto sus manos sobre las muñecas del mayor, dejándole aprisionado contra el colchón.
Claro que él era más fuerte y claro que sería tan fácil como agarrarle de la cadera y empujarle hacia el colchón, pero es que, si le acababa tirando de esa forma, no podía prometer que le iba a dejar levantarse de la cama.
Atsushi separó la boca de su cuello, pero no pasó mucho tiempo hasta que la volviese a juntar contra su piel, primero lamiendo la zona y después comenzando a morder.
Dazai, que hace mucho se había rendido, se dejó hacer completamente. Mordió sus labios en una forma de autocastigarse, ¿por qué no era capaz de parar al chico? Mientras el albino seguía a lo suyo, Dazai flexionó una de sus piernas en un intento de buscar una posición más cómoda. Tal movimiento no fue esperado por su acompañante y no disimuló su sorpresa cuando la rodilla del mayor acabó chocando contra su trasero.
- ¡Ah~!
Abrió bien en grande los ojos al escuchar ese dulce sonido producido por ángeles. Un gemido, Atsushi había gemido. Buscó su rostro con la mirada, no tardó en encontrarlo al tenerlo encima. El chico se había separado de su cuello y le miraba con el ceño fruncido, los labios temblando y un tierno sonrojo en sus mejillas.
- A...
- ¿L-lo ha hecho a propósito?
- ¿Eh?
- Jo... - los mofletes del chico se inflaron – Dazai-san... ¡Esto solo incrementa tu castigo!
- ¡Pe-pero si no he hecho nada!
Atsushi se lanzó de nuevo contra su cuello, esta vez sin tener la delicadeza de lamer la zona primero. Clavó sus colmillos sin pensárselo dos veces y a Dazai se le escapó un gemido que intentó disimular desesperadamente. Aunque se lanzó motivado por la vergüenza de pensar que Dazai había rozado su rodilla contra su trasero a propósito, el albino no tardó en sentirse culpable a los pocos segundos y despegó los colmillos, pero no su boca.
Dejó de morder, pero lo que hizo fue comenzar a succionar.
Dazai entregó su alma al ser todopoderoso que estuviese ahí arriba.
Nakajima Atsushi, el lindo, sensual, tierno, adorable, simpático, dulce y risueño chico por el que, por supuesto no sentía ningún interés romántico, le estaba haciendo un chupetón, inconscientemente, pero se lo estaba haciendo.
No supo si fue por lo tarde que se estaba haciendo, porque las sábanas eran muy suaves o por lo entumecidos que se sentían todos sus sentidos cuando Atsushi se le subía encima, pero al final, entre cosa y cosa, Dazai acabó cayendo dormido una vez que sintió, después de varios minutos, la boca de Atsushi despegarse por fin y al chico cayendo a su lado exhausto por su tarea de castigo.
Llegaron las seis de la mañana y un energético y madrugador Kunikida avanzaba por los pasillos con una no tan descansada Yosano que bostezaba a cada segundo.
- Oyeeee, Doppooo – le llamó con la voz algo ronca por el madrugón mientras frotaba uno de sus ojos – ¿Sabes el desperdicio que es dormir con tu novia en una habitación de hotel para hacerla madrugar al día siguiente?
- N-no tengo más opciones, tengo que volver a Yokohama y planificar las siguientes actividades de Dazai, además, si él se queda aquí...
- Así tú no tienes que estar encima de él.
- Sí y... - Kunikida se detuvo, apartando la mirada avergonzado – No-nosotros podemos... estar más tiempo juntos.
Yosano abrió la boca en forma de "o" por la sorpresa de aquella confesión, pero no tardó en curvar sus labios en una sonrisa de lado y acercarse a quien ahora era su pareja.
- ¿Y eso? ¿Quieres descuidar tu trabajo para estar con tu novia~? Quien te viera y quien te ve. ¿Eres Doppo de verdad?
- Cla-claro que sí.
- ¿Mm? - Yosano alzó las cejas sorprendida, eso no se lo esperaba.
- Somos pareja, quiero... quiero tiempo a solas contigo.
Aunque quiso hacerlo, Yosano no se permitió hacer un comentario sucio sobre qué es lo que harían en ese tiempo a solas. Seguro que usarlo como lo habían estado usando desde que oficializaron su relación. Haciendo la compra juntos, haciéndole pasar a tiendas de lencería solo para avergonzarle, yendo juntos al cine y luego a cenar en algún restaurante cursi adornado con velas o simplemente cenando sobras congeladas en la desordenada casa de Yosano cuando no les apetecía salir. Al principio pensó que a Kunikida le daría un infarto viendo su ocasional desorden, pero se lo tomó mejor de lo que pensaba pues se entretenía mucho ordenando.
Nunca pensó que llegaría a experimentar una felicidad tan tonta de mujer enamorada, esa felicidad que te llega por el simple hecho de ver que tu pareja ha llevado su cepillo de dientes a tu baño porque tiene la intención de dormir muchas noches contigo y despertar a tu lado.
Maldición, si Ranpo viese su sonrisa de estúpida de ahora mismo seguro que se burlaba de ella.
- Oye, pero Doppo, ¿crees que hace falta molestar a Dazai a estas horas? Todos saben que hoy volvemos a Yokohama, nos veremos de nuevo cuando ellos vuelvan.
- No vengo a despedirme de él - al llegar frente a la puerta del castaño, se arregló su chaleco y su corbata, colocó bien sus gafas y dio un par de golpes a la puerta – Vengo a dejarle una advertencia de muerte.
- Ah, vale... espera, ¿qué?
- Pues que Atsushi ha querido quedarse más días aquí y ese descerebrado, degenerado y pervertido se va a quedar cuidándolo. Obviamente hay que dejarle alguna advertencia de lo que puede pasar si silencia a su cabeza de arriba y le da los mandos a la de abajo.
- Ósea que... - Yosano se puso a su lado, mirando la puerta cerrada – En resumen, que vienes a advertirle de que ni se le ocurra acostarse con él.
- Sí.
- Doppo... - la chica suspiró - ¿Acaso acabas de conocer a Dazai? Al final acabará haciendo lo que le dé la gana. Si quiere hacer cosas como dormir en su regazo, lo acabará haciendo y en cuanto al sexo... pues mira, eso ya me parece un poco difícil que pase.
- ¿Subestimas a Dazai?
- No, lo que digo es que el sexo es un poco... argh, por dios, es que estamos hablando de sexo, ¿hace falta explicarlo? Sinceramente, no sé si Atsushi tiene el suficiente conocimiento para dejarse hacer. Graba CD dramas de sexo, pero eso es todo, no creo que sepa para nada cómo van las cosas en realidad.
- Pero Dazai es un pervertido, tal vez use trucos sucios para meterle en su cama.
- O tal vez estés usando neuronas de más para entrar en paranoia.
- Lo siento, Akiko, pero no pienso marcharme de aquí sin dejar una advertencia y una patada en su entrepierna para dejarla fuera de funcionamiento.
- ¡Oye, Doppo! - Yosano frunció el ceño y aunque al principio pensó que era para regañarle por su comportamiento violento, era más por otra cosa - ¡Que tiene que grabar mis CD dramas! ¿Qué haremos si tu patada le deja sin voz?
- La recuperará si toma agua con miel.
- Eres un caso perdido...
Kunikida continuó llamando a la puerta. Dentro de la habitación, los golpes habían acabado despertando a Atsushi, que estaba recostado sobre el pecho de Dazai. Todavía somnoliento y haciendo un gran esfuerzo por despegarse de la calidez del mayor, apoyó ambas manos en el colchón e intentó sentarse como pudo.
- ¿Qué hora es? - frotó uno de sus ojitos con su puño que, por lo grande que era la camisa de Dazai, estaba tapado por la tela – Ah... es de mañana... - miró por la ventana para después mirar hacia sus piernas, todavía en estado de zombi recién despertado – Tengo... que ducharme...
Como si sus piernas pesasen toneladas, Atsushi las bajó con dificultad de la cama al estar todavía medio dormido. Una vez de pie, estiró sus brazos hacia arriba, haciendo que la camiseta se levantase hasta casi mostrar su trasero.
- Ducha... ducha... - continuó farfullando medio dormido.
Las manos del chico viajaron a los botones de la camisa y comenzó a desabrochársela dando la espalda a Dazai que continuaba sumergido en un profundo sueño. Con los botones desabrochados, dejó caer la camisa de sus hombros, pero no se la quitó porque se quedó escuchando por fin como alguien llamaba a la puerta.
- ¿Quién es...? - con la camisa abierta, se dio la vuelta, dejando a la vista de Dazai su desnudez si este hubiese estado despierto.
Las llamadas de Kunikida parecieron conseguir despertarle, pero no lo suficiente. El albino se volvió a colocar bien la camisa y se abrochó unos cuantos botones de abajo, olvidándose de los de arriba por las prisas.
- ¡V-voy! - abrió la puerta. La luz de fuera le cegó por un momento, pero al reconocer a Kunikida y a Yosano, les dedicó una sonrisa – Kunikida-san, Yosano-sensei, buenos días.
- Ay dios... - susurró Yosano mirando de reojo a su pareja.
El escenario podía ser sacado de contexto fácilmente, pero es que, ¿cómo explicabas que Atsushi estuviera en la habitación de Dazai, vistiendo solamente una de sus camisas a medio abrochar y que por lo tanto dejase sus pequeños y pálidos hombros al descubierto? Yosano solo esperaba que Dazai usase esa mente calculadora que tenía y pensase una excusa que le librase de morir asesinado ahí mismo.
- Oye, Doppo...
- Tranquila – para su sorpresa, Kunikida no se alteró, optó por la vía del raciocinio - Escucharé lo que tenga que decir Atsushi. Soy un adulto, al fin y al cabo, no saco conclusiones antes de tiempo.
- Oh... s-sí...
- Atsushi, ¿qué haces aquí y dónde está Dazai?
- Mmm... - el albino miró dentro de la habitación. Sus sentidos estaban ahora más despiertos y le permitieron saber que esta, efectivamente, no era su habitación - Amm... sí, vine a... a castigar a Dazai-san.
¿A sentones? Se preguntó internamente Yosano, pero comprendió que la situación no estaba para preguntar eso en voz alta.
- Y si viniste a eso, ¿por qué sigues aquí? - le preguntó el mayor.
- Mmm... supongo que... porque lo hice muy fuerte y me cansé.
A sentones, Yosano a cada segundo se convencía más de que lo que había pasado allí habían sido sentones, aunque por supuesto que Atsushi se refería a los mordiscos. En cuanto a Kunikida, este no sabía si dejarse llevar ya por la ira o esperar un poco más.
- Oye, Atsushi, ¿y se puede saber qué era lo que hiciste tan fuerte como para cansarte? - apretó los puños con fuerza. Todavía podía encontrar una explicación razonable.
- Mmm... - rozó sus labios con sus dedos delicadamente – La boca... se me acabó cansando.
Yosano se tapó de golpe la boca. Su rostro se había puesto rojo, su lado de guionista de CD dramas yaoi le exigía escribir algo de esto ahora mismo, pero sabía que lo que en realidad tendría que estar haciendo es parar a Kunikida de cometer un asesinato.
¿Hablaba de sexo oral? ¿Eran sentones en realidad? Yosano no sabía, solo podía decir que no se esperaba que Atsushi acabase cayendo así de rápido en las sábanas de Dazai. Es decir, no estaba ciega, notaba química entre ellos, pero esto había sido ridículamente pronto. Ese Dazai debía desprender feromonas desde su entrepierna.
- Déjame pasar – Kunikida intentó entrar, pero Atsushi no le dejó.
- E-espere, Dazai-san está durmiendo.
- ¿Y ese por qué necesita descansar tanto?
- Pu-pues porque acabamos muy tarde en la noche. Dazai-san intentó aguantar, pero acabó cayendo dormido, aunque yo seguí.
- Atsushi... - Yosano se le quedó mirando sorprendida – E-eres... ¿eres uno de esos ukes timiditos que en realidad son bestias sexuales?
- ¿El qué?
- ¡DAZAIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!
E importándole poco la explicación lógica y no cochina que pudiese tener todo esto, Kunikida se acabó metiendo en la habitación con la intención de matar al castaño. Gracias a Atsushi y Yosano, no tuvo lugar ningún asesinato, eso sí, Dazai se llevaba unos lindos mordiscos combinados con chupetones en su cuello para el resto del día, cortesía de Atsushi.
- ¡¡¡Waaaaaaa!!! ¡Todo Tokyo se ve desde aquí! - con estrellitas en los ojos, Atsushi observaba desde el mirador de la Torre de Tokyo, a 150 metros del suelo, como la ciudad se expandía ante sus ojos – Tal vez sea igual de alta que la Cosmo Clock 21, ¿no, Dazai-san? - preguntó mientras miraba a través de unos enormes prismáticos situados allí para que los turistas pudiesen ver más de cerca algunos lugares de la ciudad.
- Bueno, la Torre de Tokyo es la segunda estructura más alta de Japón.
- La segunda es una posición muy alta, ¿se podrá ver Disneyland Tokyo desde aquí? - moviendo los prismáticos de un lado a otro, Atsushi buscaba su objetivo, tanta inocencia dibujó una sonrisa en el rostro de Dazai aunque no duró mucho cuando se dio la vuelta para ver a Gin sentada sola en uno de los bancos del sitio dibujando en un cuaderno. Al percatarse de aquello, Atsushi soltó los prismáticos - Si está preocupado, debería hablar con ella.
Dazai miró durante un par de segundos al albino y después suspiró, con sus manos en sus bolsillos se dirigió hacia la chica y se sentó a su lado.
- ¿Qué tal?
- Bien – le contestó con una pequeña sonrisa sin apartar la mirada del papel – Tokyo tiene bastantes paisajes que me gustaría dibujar. Este es uno de ellos.
- Ya... y sobre lo que ha pasado... ¿quieres hablar?
- ¿De qué?
- Ayer por la noche, Tachihara intentó hablar conmigo, te estaba buscando, pero no le abrías la puerta de tu habitación del hotel y tampoco contestabas a sus llamadas. ¿Os habéis peleado?
- Yo... - la chica bajó el cuaderno a su regazo – Le he despedido.
- ¿Qué? - abrió bien en grande los ojos, no era ningún secreto, al menos para él, que Gin estaba enamorada de ese chico - ¿Estás segura de eso?
- Sí, creo... que alejarnos es lo mejor para ambos, probablemente.
- Pero bueno, ¿a ti no te gustaba ese chico?
- ¿Qué tiene eso que ver? - Gin apretó con fuerza uno de los laterales del cuaderno, arrugándolo en el proceso – Que te guste alguien no te vuelve la mejor opción para esa persona ¿o sí?
Dazai se giró un poco hacia atrás, viendo como Atsushi les observaba todavía pegado a los prismáticos con los que había estado antes. Al sentirse observado, le devolvió la mirada, aunque no entendió bien por qué, cuando sus ojos se cruzaron, Dazai le rehuyó rápidamente e intentó volver a la chica, pero esta de repente estaba muy cerca de su rostro.
- ¡¿Gi-gin?!
- ¿Y tú?
- ¿Yo qué?
- Esto de aquí - su dedo señaló una extraña venda envuelta alrededor de su cuello - ¿Qué ha pasado?
- Ah, esto... - se tocó su cuello, pero no dijo nada, en su lugar solo pudo recordar como ayer por la noche, Atsushi cumplió con las mordidas que le debía. Se podía haber resistido, pero una vez que estuvo sobre el colchón con el albino encima de él mordiendo su cuello, su cuerpo dejó de responder – M-me picó un bicho, sí, eso - intentó excusarse, pero el rojo extendiéndose sobre su rostro no convenció a Gin.
- ¿Es motivo para vendarse el cuello?
- Q-qué más da...
- Es algo raro la verdad – Gin miró a Atsushi un momento, pero después devolvió su atención al castaño - ¿Qué ha pasado por la noche?
- ¿Q-qué va a haber pasado?
- Mmm... llevo mucho tiempo sin ver a Dazai-san quedando con alguna mujer - miró otra vez a Atsushi y luego de nuevo al castaño - Mmm...
- ¡O-oye! ¡Q-que estábamos hablando de ti, no de mí! - chilló rojo hasta las orejas.
Desde lejos, Atsushi observaba la confusa escena de Gin invadiendo el espacio personal de Dazai y de como este se sonrojaba. Sabía que no era nada de "eso", Gin era una amiga de la infancia, pero, aun así, se encontró a si mismo inflando sus mejillas en un puchero propulsado por un sentimiento que no entendía.
- Es increíble como la gente estropea sus propias historias de romance - comentó Lucy que se había puesto al lado del albino.
- ¿De qué habla, Lucy-san?
- Yo me enteré del despido de Tachihara ayer por la noche, Gin me llamó y vino a dormir a mi hotel.
- ¿Eh?
- Tal vez era inevitable – se lamentó Katai al lado de la pelirroja – Pero siempre recordaré a Tachihara como un héroe, un héroe friki que casi consigue echarse novia. ¡Será considerado un dios en el mundo otaku!
- ¿Por qué te has puesto a mi lado...? - farfulló Lucy mirando mal al otro.
La comiket había terminado para ellos, pero no su estadía en Tokyo, al menos no para todos. Mientras la mayoría había decidido volver a Yokohama, Dazai, Gin, Atsushi, Lucy, Katai, Chuuya y Akutagawa habían decidido quedarse un día más. Por supuesto que a Atsushi no le importaba ir de turismo con aquel grupo, a excepción de Chuuya y Akutagawa, pero como eran amigos de Dazai, prefirió mantener la boca cerrada.
- Es lo mejor – el grupo de tres miró hacia un lado, allí estaba Akutagawa asegurándose de mantener distancias con ellos, pero observando las vistas del mirador – Ese delincuente es una mala influencia para mi hermana.
El comentario dibujó enseguida un ceño fruncido en Atsushi. Si de verdad el despido de Tachihara era lo que la había puesto triste, él como su hermano no debería estar regocijándose en aquello, pero se trataba de Akutagawa al fin y al cabo, ¿qué esperaba?
- ¿Cómo te atreves a decir eso? ¿No los vistes juntos en las vacaciones de verano? Eran muy felices uno al lado del otro, ¿por qué te alegras de que tu hermana esté triste?
- ¿Acaso estás sordo? ¿Cuándo he dicho eso? Lo que digo es que distanciarse de él es lo mejor para ella.
- ¡No, claro que no! Ahora ella está triste.
- Tú lo has dicho: ahora. ¿Quién dice que mañana no esté mejor?
- ¿Cómo se le va a pasar en un día? ¡Tachihara-san es alguien que le importa mucho! Deberías estar preocupándote porque hicieran las paces.
- ¿Me vas a decir tú qué hacer? - Akutagawa se dio la vuelta para mirarle enfurecido – No puedo hacer nada cuando metes tu fea nariz en la vida de Dazai-san, pero no creas que toleraré que intentes hacer lo mismo en la vida de MI hermana.
Las chispas comenzaron a saltar entre ellos y ninguno de los allí presentes se quiso meter. Chuuya se mantuvo alejado preguntándose como narices se atrevía Dazai a meterse entre esas dos bestias de presa para parar sus peleas. Gracia al cielo, nadie se tuvo que meter entre esas dos fieras que enseñaban los colmillos pues se acabaron separando solos cuando vieron llegar a Gin y Dazai.
- ¿Ocurre algo? - preguntó la chica confusa al ver sus ceños fruncidos.
- No / No – ambos se dieron la vuelta para dar la espalda al otro. Gin ladeó la cabeza confusa mientras que Dazai suspiraba, seguro que se debían haber estado peleando.
- Lo que digáis... Gin-chan, perdón, Gin – se corrigió por la manera tan infantil de llamarla cuando esta hizo un puchero mientras le miraba – Quiere dibujar más escenarios de Tokyo. ¿Tú quieres ir a algún lugar en concreto, Atsushi-kun?
- Ah, pues... yo es que no conozco muchas zonas de aquí, no sabría bien donde ir.
- Eso es evidente - farfulló Akutagawa.
- Oye... - el albino se giró para mirarle mal, pero antes de que comenzaran a pelear, Lucy se acercó al castaño y le habló.
- Emm... esto... bu-bueno, yo tampoco conozco Tokyo pero... emm... he, he escuchado de un barrio que... so-solo lo he escuchado, no penséis que lo conocía ni nada por el estilo, es solo que...
- Seguro que es Akihabara - soltó Katai para al segundo recibir un puñetazo en el estómago por parte de la pelirroja que le obligó a doblarse. Tras el golpe, Lucy volvió a juguetear con sus dedos mirando hacia el suelo como si nada hubiese pasado.
- Tampoco pasa nada si no queréis ir. Y-yo solo iba a ir por curiosidad no porque existiese algo allí que me interesase. Después de todo, no soy una otaku ni nada por el estilo – para mantenerse digna, alzó la barbilla y echó una de sus trenzas hacia atrás - So-solo lo proponía y... no sé, parece un barrio animado. También... - dejando la vergüenza de lado, el sonrojo en sus mejillas disminuyó mientras miraba a Gin – Creo que es un buen lugar para que busques algo que dibujar y tal vez... consigas animarte.
Gin apretó el cuaderno entre sus manos, en su rostro había una pequeña sonrisa. La situación actual minaba su ánimo, pero ver cómo la gente de su alrededor como Dazai o Lucy se preocupaban por ella le devolvía un poco las energías. Ellos querían animarla y ella debía poner de su parte también.
- De acuerdo, vayamos allí.
La chica de cabello oscuro aceptó con una sonrisa todavía en su rostro, pero a pesar de este gesto, Atsushi se mantuvo mirándola preocupado.
Deambulando como un zombi en aquel hotel, Tachihara avanzaba con las manos en los bolsillos mientras pensaba una y otra vez qué narices era lo que había hecho mal. ¿Fue por perder los mangas? Ella le dijo que no, pero es que... tampoco le dijo el verdadero motivo y ni siquiera se dignaba a hablar con él de nuevo. No atendía sus llamadas y le evitaba desapareciendo de su hotel. Gin le había expulsado de su vida o eso era lo que parecía. ¿Era eso de verdad? Ella ya no quería verlo, pues de ser así, de ser rechazado y despreciado por la chica de la que lleva tanto tiempo enamorado, a él solo le quedan dos opciones.
O lloriqueaba como un niño con el corazón roto y seguía buscándola cuando era evidente que ella le estaba evitando o se levantaba y rehacía su destrozado espíritu. Tal vez dejar de buscar una explicación que nunca iba a llegar era la mejor opción. Gin le había despedido, con lo que lo único que podía hacer era tomar un nuevo rumbo y eso es lo que estaba dispuesto a hacer.
Detuvo sus pasos cuando llegó a la habitación de aquel hotel. Ayer, antes de dejarle tirado, Gin le había dado la tarjeta de los Perros de Caza. No es que tuviese una buena opinión suya, pero él ahora mismo estaba sin trabajo y ese grupo le había ofrecido uno. ¿Quién era él para negarse? Debido a eso es que se puso en contacto con ellos. Habló con Fukuchi pero este se había ido ya de Tokyo con lo que le dio la dirección del hotel donde estaba el resto del grupo para que se presentase con ellos como el nuevo miembro.
Podría haber esperado a volver a Yokohama para sociabilizar con sus nuevos compañeros, pero sentía que necesitaba algo que le ayudase a alejar su mente de los recientes acontecimientos. Llamó a la puerta de la habitación del hotel, pero nada pasó. Llamó de nuevo y ahora escuchó un ruido fuerte provenir de dentro. ¿Se habría caído algo? Levantó su puño para llamar de nuevo, pero no hizo falta, la puerta se acabó abriendo y le recibió un Tetchou a medio vestir, con los pantalones puestos pero desabrochados, al igual que la camisa. Esperó que dijera algo, pero nada, solo estaba ahí plantado en la puerta mirándole con esos simples e inexpresivos ojos castaños. La verdad es que este hombre parecía un juguete que funcionaba cuando le dabas cuerda.
- Eh...
- ¡Pasa de una vez! - le ordenó una voz desde dentro.
- Vo-voy... - pasando al lado de Tetchou, Tachihara se adentró en la habitación, este le siguió tras cerrar la puerta.
- Jouno, ¿qué haces? Invitando a otro hombre a tu habitación... ¿debo entender esto como una infidelidad?
- Haz el favor de callarte - farfulló rabioso para después cruzar tanto sus brazos como sus piernas – Con que al final cambiaste de opinión, ¿eh, Tachihara? Eres todo un perrito arrepentido con el rabo entre las patas.
Ante los aires de superioridad del albino, Tachihara apartó la mirada algo molesto, aunque no pudo evitar devolverla hacia aquel hombre al darse cuenta de que en la silla en la que estaba sentado, estaba sobre un montón de cojines. También giró su rostro hacia las camas de la habitación, una de ellas estaba destrozada, tanto la cabecera como las patas y el colchón.
- Esto... ¿os han entrado a robar?
- No, Jouno pedía más y le di más - respondió con simpleza Tetchou.
El rostro de Tachihara palideció mientras que el del albino comenzaba a temblar de la rabia por lo bocazas que era el otro.
- ¡Tetchou, que te calles!
- Cuando Jouno lo pide más fuerte, es mejor hacerle caso, aunque al final me acaba arañando la espalda igual así que...
- S-sí, claro... - Tachihara prefirió apartar la mirada de Tetchou, parece que este no sabía el concepto de "intimidad de pareja".
- ¡Tetchou! - hizo el amago de intentar levantarse, pero bajó el rostro al sentir un pinchazo en su cadera y al final se quedó dónde estaba, recuperando su posición digna y sus aires de grandeza como si el otro no hubiese revelado nada vergonzoso – Bien, ahora que eres un Perro de Caza...
- Cambió de tema... - murmuró, al segundo el rostro de Jouno ensombreció a pesar de seguir sonriendo – N-no he dicho nada...
- Me lo imaginaba... bien, como decía, ahora eres un Perro de Caza. No sé cómo te habrán educado esos de Lagarto Negro, pero nosotros somos un grupo disciplinado y maduro.
- ¡Mamaaaaaaa! - Teruko entró llorando con un peluche de Odasaku Man entre sus manos - ¡La capa de mi Odasaku Man se está descosiendo, waaaaaa!
- Nunca faltamos a las fechas de entrega – ignorando a Teruko, Jouno continuó hablando - Después de todo, la puntualidad en el trabajo es lo que se espera de unos profesionales como nosotros.
- Hola, buenos días - comenzó a hablar Tetchou desde un lado de la habitación con el teléfono que les comunicaba con el servicio de habitaciones - ¿Nos puede cambiar una cama entera? La he destrozado haciendo el amor con mi novio. Ah, por cierto, él se confesó primero, parece que me ama demasiado, aunque a veces le cuesta admitirlo.
- Pues eso, profesionalidad, madurez, puntualidad y seriedad. Esos son nuestros valores.
- ¡Waaaaaa! ¡Sin su capa no podrá volar!
- ¿Qué si me importaría describirle como tenemos relaciones para subirlo a una página de fan fics? Bueno, vale.
- Y esos son los valores que espero de ti.
- ¡¿Qué haré si no puede volar a dónde le necesiten?
- Ya veo... con que hay una escritora dazatsu que le pone las cosas complejas... no sé qué es dazatsu, pero el mundo de la escritura parece difícil. ¿Cómo dice que se llama esa escritora? ¿Haru qué?
- Dame un segundo - todavía sonriendo, Jouno se levantó de la silla y le arrebató el auricular del teléfono a Tetchou para golpearle la cabeza con él - ¡¿QUÉ MIERDA HACES?!
- Ay, Jouno, me golpeaste.
- ¡Porque eres un bocazas! ¡Y Teruko-san, deja de llorar, coseremos el peluche!
- ¡Pero ahora, hazlo ahora, ahora, ahoraaaaaaa!
- ¡Ahora no!
- Jouno, ¿qué será el dazatsu?
- ¡BUENO, YA BASTAAAAAA! - chilló hasta quedarse a gusto.
Tachihara se sentía ajeno a todo lo que pasaba en aquella habitación, como si solo su cuerpo estuviese ahí mientras que su mente andaba en otro lado. Notando su extraño estado de ánimo, Tetchou se alejó del teléfono y se fue hacia el chico.
- ¿Estás bien?
- ¿Eh? S-sí, es solo que... Gin me echó, yo... no me lo esperaba.
- Lo siento por eso – a pesar de que su rostro seguía estoico, Tachihara notaba que le estaba hablando en serio.
- No... ya da igual. Es un despido, solo me ha afectado más porque... pues porque ella me gustaba.
- Que la persona que te guste te rechace debe ser duro. Yo no lo sé porque Jouno no para de decir lo mucho que me quiere.
- ¡¿Perdona?!
- Ahora se disculpa, no sé bien por qué, debe ser por amarme tanto. Jouno, no hace falta que pidas perdón por eso.
- ¡AAAAARGH! - el albino perdió la paciencia y se llevó las manos a la cabeza.
- Y-ya... - Tachihara se rascó la mejilla algo incómodo, la relación de pareja de estos dos era... ¿peculiar? Pero al menos se tenían en uno al otro, él, ¿a quién tenía? - Da igual, supongo... que puedo enamorarme de nuevo o... o ahogar mis penas jugando a algún videojuego como hacía en el instituto.
- Sí, te recomiendo el de Thousand Shadows, el modo difícil es realmente desafiante, te entretendrá.
- ¿Eh? ¿Conoces... Thousand Shadows? ¡¿Y has desbloqueado el modo difícil?!
- Sí, no tardé mucho en pasármelo.
- ¡¿EEEEH?! ¡Pe-pero...! ¿Cómo venciste al ogro del calabozo?
- Con la espada santa oculta en la misión voluntaria del pontífice.
- ¡N-no sabía que se podía conseguir así! Vaya... o-oye, jugabas también a Wonderful World, ¿no? Dime, ¿conseguiste la espada de Indigno de ser humano?
- Sí, tras la misión del tigre devorador de humanos.
- ¡¿Te pasaste esa misión?! ¡Con lo difícil que es!
- Es fácil si optas por la opción de enamorarlo, además ganas un nuevo compañero con buenas estadísticas.
- Vaya... sorprendente, supongo que está justificado que en el nuevo videojuego hayan hecho un personaje con tu nombre...
- Tachihara, ¿te gustan los videojuegos entonces?
- Sí.
- ¿Quieres ir a Akihabara? Las tiendas de tecnología deben tener ofertas y novedades.
- Y-yo... - la perplejidad en sus ojos se transformó rápidamente en emoción al encontrar a alguien con sus mismos gustos en cuanto a entretenimiento digital - ¡Sí, sí quiero!
- ¿Eeeeeeh? No es justo, papá - se quejó la chica haciendo un puchero.
- ¿Quieres venir? Vente.
- ¡Yeiiiiii! ¡Te quiero, papá! - Teruko rodeó su cadera con sus brazos para abrazarle.
- Mira Jouno, nuestra hija me prefiere a mí antes que a ti. No te deprimas.
- ¿Qué hija? Se os va la cabeza demasiado fuerte – frustrado, estampó su mano contra su rostro.
- Vámonos - Tetchou arregló bien su ropa y extendió su mano a la chica, esta la tomó con alegría. Tachihara no tardó en seguirlos, en cuanto a Jouno, este se quedó sorprendido al sentir como todos tenían la intención de dejarle ahí tirado.
- Eh... ¡¿me vais a dejar aquí solo?!
- Jouno se siente solo sin mí - Tetchou había parado de andar para explicarle aquello a Tachihara – Su amor es increíblemente apasionado, en el terreno sexual también.
- Y-ya...
- ¡Vuelve a hablar de sexo y te ato a la cama!
- Sí, como ves, a Jouno le van las prácticas extrañas en la cama.
- ¡Que te calles! Es que de verdad que sois... - tras coger una buena bocanada de aire, recuperó un poco la tranquilidad – Yo también voy.
- Jouno viene porque no soporta estar lejos de mí. Es un enamoramiento muy fuerte.
- Eso parece – Tachihara asintió con la cabeza dándole la razón.
- ¡QUE NO ES ESO! ¡NO LE CUENTES COSAS QUE NO SON!
Cuando todos salieron, Jouno cerró de un portazo y se quedó el último del grupo, escuchando con el ceño fruncido como Tetchou y Tachihara hablaban de cosas que él no entendía y como Teruko canturreaba el opening del anime de Odasaku Man. Al final no tenía muchas alternativas, por órdenes de Fukuchi, tenía que asegurarse de que Tachihara estuviese cómodo en su nuevo grupo.
Los edificios hacia los que miraba Atsushi parecían no tener fin. Todo lleno de colores, de luces, pantallas y de enormes dibujos de personajes de anime. Por supuesto que la gente que se concentraba en aquel barrio no era escasa y desde luego que eran de lo más variopintos. Había gente joven, mayor, hombres y mujeres, algunas de estas últimas llamaban la atención por los colores pastel de sus vestidos pomposos o por la oscuridad de sus looks góticos y sus piercings. En aquel barrio de Tokyo no había un solo tipo de persona, era como si todas estuviesen allí concentradas.
- Va-vaya... - el albino no pudo hacer otra cosa que pestañear perplejo por el escenario a su alrededor.
- S-sí... es... fascinante – Gin se encontraba más o menos en sus mismas circunstancias, mirando sorprendida todo.
Dejando de lado a las dos personas perplejas, había otras dos que no estaban impactados, sino emocionados, hasta tenían estrellitas en los ojos.
- ¡AAAAAH! ¡Akihabara! ¡El paraíso de los míos! - chilló de la emoción Katai - ¡AH! ¡Ahí está Yadobashi Camera, es la mejor cadena de tiendas de electrónica de consumo de todo Japón!
- ¡Y ese edificio de ahí es el Radio Kaikan! - Lucy señaló, igual de emocionada que Katai, un enorme centro comercial de más de 10 plantas – Lo he visto en tantas fotos... ¡pero ahora está tan cerca! Allí vende de todo, desde figuras a mangas. ¡Mierda, tendría que haber traído más dinero!
- Jajajaja, compañera otaku, si es por mangas, debemos ir a la Librería Animate.
- Jajajaja, vuelve a llamarme compañera otaku y te corto lo único que te hace hombre, pero... sí, hay que ir.
Ante la charla estúpida de los dos otakus del grupo, Akutagawa rodó los ojos con los brazos cruzados. Él no tenía ninguna necesidad de ir a este lugar, pero como su hermana había querido para buscar escenarios que dibujar, pues aquí había acabado.
- Estando en Akihabara... ¡oye, Dazai! Pasemos por Super Potato - sugirió Chuuya al acordarse de esa tienda.
- ¿A la tienda de videojuegos viejos de consola? Sí, buena idea, así recordaremos los viejos tiempos en los que te daba una paliza jugando a cualquier videojuego.
- ¡¿Ah?! ¡Tú nunca me has ganado, que te quede claro!
- Sí, sí, lo que digas.
Atsushi y Gin continuaron mirando alrededor. Gente y más gente, teniendo el mismo pensamiento, ambos se agacharon un poco para tomar una mano de Dazai. Al ver que habían hecho lo mismo, se quedaron mirando confuso al otro. La primera en reaccionar fue Gin que soltó la mano de Dazai que había agarrado con un sonrojo en las mejillas.
- ¡Lo-lo siento! E-es que... e-era un hábito cuando era pequeña... ja... ja...
- No me importa que lo hagas, Gin.
- Pe-pero a mí sí, ahora soy una adulta, ¿sabes?
- Jajajaja, awww, crece lo que quieras, siempre serás mi dulce y tierna Gin-chan.
- ¡Dazai-san! - la chica protestó todavía sonrojada por el trato infantil cuando Dazai acarició su cabeza.
Atsushi, sujetando todavía su otra mano, infló los mofletes otra vez en un puchero y acarició él mismo su cabeza imitando lo que estaban haciendo ellos. Pensó que ese trato solo lo tenía Dazai con él, pero resulta que con Gin también fue así en su infancia. Saber eso le hacía sentirse... no sabía cómo, pero un nudo extraño se le formaba en el estómago.
- Gin – Akutagawa se acercó a esos tres y le dedicó una mirada de odio a Atsushi por tener tomada la mano de Dazai, aunque este no pensaba soltarla solo por eso - ¿Qué zonas quieres visitar?
- Pues... es que yo nunca he estado aquí, no sé a dónde ir.
- Yo tampoco, pero Lucy-san y Katai-san parecen muy informados, ¿dónde nos recomendáis ir?
- ¿Eh? ¿Yo? - Lucy se señaló a sí misma – Q-que va, no conozco nada de este sitio. Por favor, si ni siquiera soy de este país, cla-claro que no conozco este lugar, jajajajaja.
- Mentirosa – la delató Katai que al segundo siguiente se tuvo que sujetar el estómago por el dolor de haber recibido un puñetazo allí.
- ¡Ejem! Bueno, de todas formas... - echó una de sus trenzas con elegancia hacia atrás mientras Katai se retorcía de dolor detrás de ella - Sí que tengo conocimiento de algunas zonas, por cultura general más que nada. No iba a venir a un país con cero conocimientos sobre las zonas turísticas.
- Entonces, te lo confío a ti, Lucy-san – Gin hizo una educada reverencia frente a la chica.
- Sí, seguidme.
Y como le pidió Gin, Lucy se aseguró de darles un recorrido por las mejores zonas de Akihabara, explicando con tanto detalle a qué se dedicaban las tiendas o a que grupo urbano pertenecían las personas con vestimentas llamativas que paseaban por la zona, que a todos les resultaba difícil pensar que sus conocimientos eran exclusivamente por cultura general. La guía de Lucy le sirvió mucho pues todos los lugares a los que la chica los llevaba, a Gin les resultaba interesantes de dibujar y así lo hacía, realizando bocetos y sacando fotos para continuar los dibujos que no le daba tiempo a terminar. Las indicaciones de la chica les acabaron llevando a otro edificio alto y negro, tan elegante por fuera que Atsushi podría haber pensado que eran unas oficinas.
- ¡Esto es el Mandarake Complex! - lo señaló emocionada Lucy – Ocho plantas de puro manga, videojuegos, figuras e incluso disfraces. Tienen mangas que en la actualidad están descatalogados, pero ellos los tienen en perfecto estado y a precios bastante asequibles. Definitivamente... debo hacer una parada aquí - comentó eso último en voz baja.
- ¿Tienen videojuegos? ¿Miramos un rato, Chuuya? Quizá así encuentres uno que se me dé lo suficientemente mal como para que tú me ganes.
- O lo mismo me sirve para tener una excusa para empujarte por las escaleras.
- Tomaré el ascensor entonces – cuando el castaño dio un paso hacia delante, Atsushi soltó su mano - ¿Atsushi-kun?
- Hay mucha gente, creo que esperaré fuera.
- Yo también me quedaré fuera - informó Gin – Este edificio me gusta mucho, quiero dibujarlo por fuera.
Todos entraron en el edificio menos Atsushi y Gin. Tal y como dijo la chica, esta comenzó a dibujar el edificio en su cuaderno mientras que Atsushi la observaba algo pensativo. Tal vez se estaba metiendo donde no le llamaban, pero...
- Gin-san.
- ¿Sí? - le respondió sin despegar su vista de su dibujo.
- ¿Por qué despediste a Tachihara-san?
Su pregunta provocó que la chica dejase de dibujar. Por un momento, Atsushi pensó que había hecho mal en preguntar, pero aun así, Gin giró su rostro en su dirección con una sonrisa.
- Parece que nos hemos vuelto el centro de atención... Dazai-san también me preguntó por ello.
- Lo siento... s-sé que no me incumbe, pero es que...
- Atsushi.
- ¿Sí?
- Alguna vez... ¿has estado enamorado?
- ¿Ena...? Yo... creo... creo que no.
- ¿No? Pues en mi caso... creo que yo sí que soy bastante enamoradiza.
- ¿En serio? - mentiría si dijese que eso no le sorprendió. ¿Gin era de enamorarse de varios chicos al más puro estilo Lucy? Pero la verdadera pregunta que le llegaba a la cabeza era... ¿Dazai era uno de esos chicos? Gin no tardó en aclararle a qué se refería.
- En la escuela... me enamoré por primera vez de Tachihara.
- ¿Eh?
- Cuando nos volvimos a encontrar, él chico del que me enamoré no parecía el mismo y es que algunas cosas habían cambiado de él, sobre todo en lo físico. Aun así... me volví a enamorar de él.
- Gin-san...
- Cada vez que algo cambia en él, me descubro a mí misma enamorándome de nuevo de él.
- Pero si eso es así... ¿por qué has hecho esto?
- Pues porque... - cerró su cuaderno y lo apretó contra su pecho, girándose para sonreír al albino – Porque me gusta y quiero lo mejor para él. Si resulta que eso no soy yo, entonces lo aceptaré y seguiré adelante. El amor es así de complicado, seguro que algún día lo comprendes, si no es que ya lo has comprendido.
- ¿Qué?
- Nada. Ah, por cierto, no pongas esas caras cuando estoy cerca de Dazai-san, yo nunca le vería de esa manera. Para mí ha sido siempre como un hermano mayor.
- ¿Q-qué dices? Y-yo no pongo caras - protestó con las mejillas coloradas. Tras abochornarse por otra risa de Gin, Atsushi se calmó un poco para hablar con más seriedad – Gin-san, ¿quién decide exactamente qué es lo mejor para ti y Tachihara-san?
- ¿Eh?
- Es que... - el chico apretó sus puños y miró indeciso hacia abajo, no sabía bien como expresar aquello, pero quería hacerla saber lo que él pensaba de todo esto - ¿De verdad... de verdad puede ser lo mejor para alguien alejarse de una persona que quiere?
- Atsushi...
- ¿En algún momento...? - aun temiendo meter la pata con sus palabras, se atrevió a elevar el rostro para mirar directamente a los ojos de la chica - ¿En algún momento Tachihara-san te ha dicho que no es feliz dibujando contigo?
Ante su pregunta, Gin agachó la mirada y clavó con más fuerza sus uñas contra su cuaderno de dibujo. Claro que nunca le había dicho eso, pero era porque el chico siempre la pondría a ella por delante de su desarrollo profesional.
- Tachihara... se merece algo mejor que yo.
- ¿Y ya está?
- ¿Qué?
- Es que... has dicho que te gusta ¿no? Si consideras que no tienes nada que ofrecerle, ¿por qué no te esfuerzas para que no sea así? Si de verdad te gusta, ¿por qué te rindes tan fácilmente?
Viendo como sus palabras calaban profundo en la chica y como entristecían su mirada, Atsushi no tardó en arrepentirse de lo que estaba diciendo, aunque sintiese que son todo verdades.
- Lo siento... no... no quería...
- Tranquilo, está bien.
Temía haber metido la pata con la chica así que no se atrevió a hacer más. Era curioso como una discusión se podía desarrollar de manera tan distinta dependiendo de con que Akutagawa hablase. Si hubiese tenido estas mismas palabras con su hermano, seguro que no habrían tardado en llegar a los gritos e incluso a los golpes.
- Atsushi – la dulce voz de la chica volviendo a sonar le provocó un pequeño sobresalto. No se la escuchaba enfadada – Tengo algo de hambre, ¿quieres que comamos algo mientras el resto vuelve?
- Pero... no has terminado tu dibujo, ¿no?
- Bueno...
- Puedes quedarte aquí, yo puedo buscar un sitio de comida y traer algo.
- Pero, ¿estarás bien? - el gesto de la chica se torció en una mirada de preocupación - Ni tú ni yo conocemos bien esta zona.
- Tranquila, no iré lejos y este edificio es fácil de identificar, sabré volver si me desoriento.
- Si tú lo dices... ve con cuidado.
- ¡Sí!
Atsushi la despidió con la mano y buscó con la mirada un sitio que ofreciera comida para pedir algo para llevar, pero la verdad es que no sabía diferenciar los sitios que se dedicaban a la comida de los que no. Todos los locales se veían iguales a sus ojos, con gente disfrazada de manera tan pomposa que no sabía si eran camareras o gente corriente. Se dio la vuelta para asegurarse de ver todavía aquel edificio negro, tampoco quería ir tan lejos como para perderse y preocupar a los demás.
Dando vueltas todavía en busca de comida, llegó a un local con una entrada de aspecto rústico, con pantallas digitales en la entrada y puertas automáticas, las cuales se abrieron cuando una parejita salía por ahí con una bolsa en la mano. Ambos salieron contentos y bien agarrados. Entre risas, la chica comentó que esa noche acabarían bien llena. Sin conocer el contexto y pecando de ingenuidad, Atsushi relacionó el estar lleno con estar satisfecho después de comer así que se metió contento a la tienda donde de seguro se encontraría de todo menos comida.
Caminando recto, llegó a un expositor de varios niveles de donde colgaban pequeñas bolsas de plástico cuyo contenido eran collares con correa. Atsushi se quedó confuso mirándolas. No entendía, ¿era una tienda para perros? Pero abajo había látigos y fustas, ¿era legal vender eso para maltratar animales? Dando vueltas todavía, ahora acabó frente a una pared de la que colgaban maniquís con disfraces. Bañadores, biquinis, trajes de maid, de conejita, de policía con una falda exageradamente corta e incluso solamente delantales. Ahora estaba más confuso, ¿era una tienda de disfraces o de mascotas?
Viendo desde el mostrador su confusión, la dependienta salió de allí y se dirigió hacia él.
- Hola.
- Ho-hola.
- ¿Buscando un regalito especial para tu compañero de cama?
- ¿Mi com...? No, yo no... - cortó sus palabras al acordarse de que esa noche, tras castigar a Dazai mordiéndole el cuello, había acabado con tanto sueño que se había quedado dormido en la cama del castaño. Dazai no le echó y Atsushi supuso que fue porque su amistad estaba en el nivel de dejar dormir al otro en su cama, como si fuese una fiesta de pijamas y además, no era la primera vez que compartían colchón. ¿Serían esa clase de amigos los compañeros de cama? - Mmm... en realidad... no venía a eso, pero supongo que no estaría mal buscarle un regalo. Él siempre cuida de mí.
- ¿En serio? Que bien, que bien. Dime, ¿a él le gusta que le hagas un show antes de comenzar la acción?
- ¿Eh? - pestañeó confuso un par de veces. ¿Un show? Sentía que no hablaban el mismo idioma. A ver, Dazai se dedicaba al mundo del entretenimiento, le deberían gustar los shows ¿no? - Su-supongo que sí le gustan esas cosas.
- Perfecto. Entonces tengo un juguetito ideal para vosotros, mira, ven – la mujer regresó al mostrador y de la estantería detrás de ella se hizo con una caja que en su interior contenía un objeto alargado de color carne con dos circunferencias en la zona inferior que Atsushi no supo identificar - ¿Qué te parece? ¿Muy grande para ti?
- ¿Grande? - lo analizó de arriba abajo, alargado y con... ¿propulsores abajo? Debía ser un cohete, pero de ser así, no era el más grande que había visto ni de lejos – Pues los he visto más grandes.
- ¿En serio?
- Sí, he jugado mucho con ellos.
- Vaya... - la chica se quedó con la boca abierta, le veía más inocente – Te tendré que buscar uno más grande todavía. Oye, háblame un poco más de tu compañero, ¿qué cosas le gustan?
- El cangrejo y... - puso un dedo sobre su barbilla y miró hacia arriba para pensar – Mmm... a veces se emociona mucho por algo llamado el legendario traje de ero-maid neko, pero no tengo claro que es.
- Ah, sí, conozco ese traje, es difícil de conseguir por lo demandado que es, pero yo puedo conseguírtelo. Dame tu número y te avisaré cuando lo tengamos disponible.
- Va-vale – como pidió, le dio su número, tras apuntarlo, la mujer le dedicó una sonrisa traviesa.
- Si le gusta tanto ese traje, entonces le van las cosas de gatitos, ¿no?
- Creo que sí, siempre me está llamando gatito.
- Ya veo, ya veo - su sonrisa se ensanchó, se agachó para buscar algo detrás del mostrador y se volvió a poner de pie. Antes de que Atsushi pudiese preguntar, unas orejas de gatito blancas con un cascabel a cada lado aterrizaron sobre su cabeza.
- Eeeh...
- ¡Pero que lindo estás! Esto definitivamente va a encender con fuerza la llama entre vosotros.
- ¿Llama...? No quiero que nos quememos.
- Me estás cayendo bien así que las orejas te las regalo, pero esto otro no, te lo tendré que cobrar – sobre el mostrador puso una cola de gatito a juego con las orejas. A Atsushi le extrañó que en uno de los extremos el pelaje de gato desaparecía y en su lugar había un pequeño cono con una punta redondeada - ¿Te gusta el blanco? Creo que es tu color.
- S-sí, pero...
- ¿Qué me dices del lubricante? ¿Eres de sabores o de emociones fuertes?
- Pu-pues...
- Ah, ya sé, tenemos unos especiales para "masajes íntimos", ¿qué me dices?
- ¿Masajes? Ah, pues sí, el trabajo de esta semana ha sido duro. Seguro que le alegra que lo masajeé.
Y mientras Atsushi se imaginaba masajeado sus hombros, la mujer sonreía pensando en cómo el albino masajearía otra parte del cuerpo de su compañero.
- Vale, pues creo que solo me queda... - la mujer miró alrededor del mostrador y acercó una caja con una amplia variedad de paquetes de colores que a Atsushi le parecieron de chicles – La protección por supuesto, ¿o te van más los creampie?
Atsushi sonrió, por fin algo que entendía.
- ¡Sí, amo los creampie! Son deliciosos.
- Y lo dices bien alto... ¡cada vez me caes mejor! ¿Te los hace mucho tu compañero?
- Cuando puede. Son cremosos y pringosos, pero me gustan mucho. Esto... ¿está bien? - viendo como la dependienta se tapaba el rostro con las dos manos, roja hasta las orejas, Atsushi se preocupó un poco.
- No, es que... me caes muy bien.
- Ah, me alegro.
- Vale, te haré un descuento. ¿Te parece?
- ¡Amo los descuentos!
- ¿Más que los creampie?
- Pues eso es difícil de decidir.
- Jajajaja, definitivamente te conseguiré ese traje de ero-maid neko. Tu compañero me hará un altar.
La chica comenzó a pasar los artículos por el lector de códigos de barras. Atsushi esperó quieto ahí hasta que Dazai apareció por la puerta. Al albino le sorprendió verle, pero Dazai se veía venir que acabaría en un sitio así.
- Atsushi-kun... - suspiró cansado.
- Dazai-san, hola.
- ¿Se puede saber qué hacías?
- Buscaba comida para Gin-san, pero... no encontré. Pensé que aquí habría, pero al final no.
- ¿Y se puede saber qué estás compran...?
- Vale, pues un vibrador marca sex games de 25 cm, un plug anal estilo kitty tale, las orejitas van de regalo, un lubricante para masajes íntimos estilo massage and play, preservativos no porque amas los creampie y te dejo encargado el traje de ero-maid neko, ¿algo más? - la chica les interrumpió con una sonrisa.
- ¡¿ERO-MAID NEKO?! ¡NO, DIGO! ¡Atsushi-kun, no puedes comprar estas cosas!
- ¿Está mal? - preguntó confuso, la verdad es que no se había enterado de nada de lo que le había dicho la mujer.
- Pues.... - frunció el ceño al mismo tiempo que un pequeño calor se hacía notar en sus mejillas a través de un color rojizo - ¿Co-con quién piensas usar estas cosas, eh?
- Pues... con usted, ¿no le hace feliz?
- ¡¿Conmigo?! - se señaló ahora más sonrojado – N-no quiero estás cosas, vámonos.
- ¿El traje tampoco? - preguntó la dependienta dando la vuelta a la pantalla de su portátil para enseñárselo.
- Señorita... - Dazai la miró serio, pocas veces adoptaba esa postura, solo para hablar de cosas tan importantes como esta – Nunca escuchará de mis labios decir que no quiero el legendario traje de ero-maid neko. ¡Pero no compramos nada, vámonos!
Tomó la mano de Atsushi y se lo llevó de allí. Al tener las orejas de gatito todavía puestas, estas hacían ruido con cada paso que daba por los cascabeles que llevaba. Antes de cruzar la puerta, Atsushi se despidió de la chica con la mano y esta le devolvió el gesto. Mejor intentaba conseguir el traje, quien sabe, tal vez la parejita en el futuro lo quisiese.
- Esta tienda entonces no era de comida, ¿no? ¿Qué vendían entonces, Dazai-san?
- Pues... no, es que si te cuento, Kunikida-kun me asesinará, ¡y ya casi me mata esta mañana! Escucha, Atsushi-kun, que un objeto tenga forma de salchicha, ¡no implica que te lo debas meter a la boca!
- Ah... ya...
Como Dazai se había dado la vuelta para decirle eso último, dejó de fijarse por donde caminaba y chocó de lleno con una de las personas que caminaba por aquella zona. Apartó la vista de Atsushi para pedir disculpas, pero al ver con quien había chocado, su boca se cerró de golpe. Cabello rubio desordenado, con una trenza corta que caía por uno de sus hombros y unas gafas de sol que impedían verle los ojos. De repente, sentía que había vuelto al instituto.
- ¿Albatross?
- ¿Mm? - el rubio le miró confuso un par de segundos, después, esbozó una enorme sonrisa - ¡Dazai!
- ¡Jajajajajajajaja! ¡Maldición, Chuuya, sigues igual de enano! ¡Jajajajaja!
- ¡Ah! - Chuuya se quedó sin palabras, estaba contento por el reencuentro con uno de sus mejores amigos del instituto, pero ese comentario golpeaba con fuerza su orgullo - ¡Oye, pero de qué vas! ¡Tú tampoco estás tan alto!
- ¡Jajajajaja!
Atsushi bebía de su batido de vainilla decorado con nata y una cereza en la cima sin despegar la mirada del rubio con gafas de sol que se reía a carcajadas de Chuuya. El grupo había acabado yendo a una cafetería cercana después de que saliesen del Mandarake Complex. Una vez allí, Dazai presentó al rubio a los demás como Izaki Ryujiro, aunque él y Chuuya le llamaban Albatross, parecía que ese era su mote.
- Entonces, ¿sois amigos del instituto? - preguntó Lucy a los chicos, aunque quien le respondió fue Gin.
- Sí, íbamos a la misma escuela.
- ¿Oh? ¿Tú también le conoces?
- Sí, Izaki-san es una buena persona.
- Entonces, tú también lo conoces ¿no? - preguntó ahora Katai a Akutagawa pero este solo se cruzó de brazos y apartó la mirada.
- ¿Por qué debería compartir cosas de mi infancia con alguien como tú?
- Oye, no seas grosero, que solo te ha preguntado – Atsushi no tardó en salir en defensa de Katai, notablemente molesto por la bordería del gótico.
- ¡Jajajajaja! Parece que la altura de Chuuya no es lo único que no ha cambiado ¿eh? Ryu-chan sigue igual de arisco que siempre y maldición, Gin-chan está tan bonita, ahora es una auténtica mujer.
- N-no digas esas cosas, por favor - replicó una avergonzada Gin.
- ¿Y Odasaku y Sakaguchi? Ellos viven en Yokohama como vosotros ¿no? ¿Están aquí también?
- Se fueron ayer, parece que Odasaku tenía que grabar un anuncio el lunes y Ango quería que descansase bien los días antes – le contestó Chuuya ante el silencio de Dazai al preguntar por el seiyuu de ojos azules.
- Ese Sakaguchi tan aguafiestas como siempre. Y ese Oda... ¡maldición, es un maldito super héroe de peluche! ¡Jajajajaja! Ya se notaba desde el instituto que llegaría lejos.
- Sí, supongo – Dazai le dio la razón algo desanimado. Atsushi se preocupó al verle poner un rostro tan decaído al hablar de Oda.
- Dazai-san también es un gran seiyuu – para intentar animarle, Atsushi intentó halagarle un poco – Ha participado en muchos animes y tiene canciones muy buenas. ¿Verdad, Lucy-san?
- ¿Eh? N-no sé, y-yo no veo anime así que no sabría decir.
- ¿Por qué mientes, compañera otaku? ¡Ay! - Katai se quejó cuando la pelirroja le pisó con fuerza debajo de la mesa.
- Sí, sí, claro que también he oído de Dazai – el rubio le dio la razón a Atsushi – El muy desgraciado era solo el guaperas de la escuela, ¡pero mírale ahora! Que envidia, guapo, famoso y con un novio tan lindo. Haz el favor de dejar un poco para los demás - codeó su estómago en señal de broma.
- Oye, ¿se puede saber de qué novio hablas? - le cuestionó Akutagawa con el ceño fruncido.
- ¿Ah? Pues del gatito - señaló al albino que todavía llevaba las orejas de peluche puestas, aunque parece que se había olvidado de ellas.
- ¡¿Qué?! - Dazai se atragantó con su bebida mientras el rostro de Atsushi se sonrojaba por la confusión - ¡No, no, no! Atsushi-kun es un seiyuu nuevo, somos amigos, compartimos manager y soy algo así como su mentor en el negocio. ¿Por qué sigues siendo tan malpensado como cuándo éramos adolescentes?
- Ah, pues perdón, es que si os veo salir juntos del Pop Life Department M's, que es un enorme sex shop, pues tiendo a malpensar.
- ¡¿De dónde?! - Akutagawa golpeó la mesa furioso por aquello.
- ¿Qué es un sex shop? - preguntó Atsushi al oído de Lucy. La pelirroja solo pudo girarse para mirarle raro.
- A veces siento que me estás tomando el pelo.
- ¿Por qué?
Mientras Akutagawa pensaba qué cubierto sería el mejor instrumento para matar a Atsushi, Gin se quedaba pensando que el nombre del local le sonaba de algo. Juraría que a su casa habían llegado paquetes a nombre de su hermano de una tienda con un nombre parecido. ¿Sería casualidad? Su tiempo de pensamiento se vio interrumpido al sentir la mirada de Albatross fijamente sobre ella.
- ¿Ocurre algo, Izaki-san?
- No, nada, es que me alegro de verte. Ahora estás muy alta, es difícil de creer que fueses la misma niña pequeña que recuerdo.
- Lo de comentar su altura lo dices para luego burlarte de la mía de nuevo... ¿no?
- ¡Jajajajaja! Como te he echado de menos, Chuuya. Tan acomplejado con tu altura como siempre. Que mal que al final no dieses el estirón.
- Oye, sí que crecí - todas las miradas fueron hacia él, por la vergüenza, tuvo que agacharla – 1 cm...
- ¡Jajajajajaja!
- Izaki-san se ve también igual que en su época de instituto – Gin sonrió. El Albatross de sus recuerdos era como el de ahí enfrente – Aunque por supuesto que ahora se ve más como un adulto. Yo también me alegro de que no haya cambiado.
- ¿Tú crees? Bueno, sigo siendo despreocupado, increíblemente guapo, bromista y todavía me sigues gustando. Sí, supongo que no ha habido muchos cambios desde el instituto.
- Sí, eso parece.
La chica le sonrió de nuevo. Dio un trago tranquila a su té de manzana mientras los rostros de los demás se descomponían por la sorpresa de lo que acababa de decir. Procesándolo la última, los colores se le subieron al rostro cuando la información llegó a su cerebro.
- ¡¿Q-qué has dicho?!
- Que me gustas, desde el instituto de hecho, ¿no lo sabías?
- ¡¿Qué?! ¡Cla-claro que no!
Si que era cierto que algunas veces Albatross bromeaba diciendo que se casarían en el futuro, pero Gin nunca se lo tomó en serio, después de todo, el chico era bien conocido por sus bromas y por tomarse pocas cosas en serio.
- Pues me gustas, jajajaja. Oye, si no tienes novio, ¿te importaría darme una oportunidad?
- E-eh... e-es que... es que... - la imagen de Tachihara pasó por su mente, trayéndola de nuevo la tristeza por cómo había cortado su relación - Y-yo... es que no sé...
- ¡Para, para, para! - Lucy formó con sus dos brazos una cruz, cortando la conversación - Necesito tener una conversación de chicas urgente. Volvemos en un rato – se puso de pie, tomando la mano de Gin para llevársela de allí. Cuando había caminado un par de pasos frunció el ceño y regresó a por Atsushi, llevándosele con ellas - ¡No tardaremos, lo prometo!
Lucy arrastró a ambos a la zona de los baños, sin entrar en ninguno solo quedándose al lado de las puertas. Una vez allí, se permitió explotar contra Gin.
- ¡¿Qué estás haciendo?! - su grito provocó que la chica cerrase los ojos por el susto - ¿Le ibas a decir que sí?
- N-no, yo... - cerró una de sus manos en un puño y lo apretó contra su pecho – No lo sé.
- Pero vamos a ver, ¿no te has pasado toda la noche llorando en mi habitación por Tachihara? Haz el favor de no aceptar la confesión de amor de un chico que no te gusta.
- Pero... - los oscuros ojos de Gin pasaron de mirar a la chica a mirar tristes hacia el suelo – Yo misma he renunciado a él, ¿de verdad voy a seguir esperando a un chico que yo misma he apartado de mi lado?
- Pero... pero... tch, ¡oye, tú también, dile algo!
Atsushi se asustó un poco por el grito de Lucy, pero no tardó en tranquilizarse y dirigirse a la otra chica.
- Gin-san... ¿estás segura de esto?
No recibió respuesta alguna, la chica solo bajó la mirada triste. Eso, a ojos de Atsushi, era un claro "Para nada estoy segura". Antes de que pudiese abrir la boca para decir nada, la puerta del baño de chicos se abrió y como estaban pegadas a ella, esta golpeo la espalda de Atsushi. Cuando el albino se dio la vuelta para pedir perdón por estar en medio, la persona que salía del baño le interrumpió.
- ¡Atsushi!
- ¿Eh? - Atsushi pestañeó un par de veces. Pelo recortado como si le hubiese puesto un tazón encima, bata blanca como de científico loco (tal vez lo fuese) y unas extrañas gafas que impedían ver directamente sus ojos – Ka... ¿Kajii-san?
- ¡El mismo! Cuanto tiempo.
- Esto... nos vimos ayer.
- El tiempo vuela ¿eh? ¡Pero que bien me viene nuestro encuentro! Y vienes con más gente ¿eh? Perfecto, así el estudio será más completo. Cuantas más muestras, mejor.
- ¿Mu... muestras? ¿Estudio? Kajii-san... ¿de qué habla?
El amante de los limones no le contestó con palabras, solo sonrió ampliamente. La inocencia de Atsushi le impidió sentir sus intenciones, pero las dos chicas tragaron duro al verse venir lo peor.
Hola!! Hasta aquí el cap.
Gracias por leer, os quiero y hasta el próximo capítulo.
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