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Capítulo 20: Comiket de sonrisas y lágrimas

El Tokyo Big Sight se alzaba frente a sus ojos como si se tratase de un coliseo que recibía a su gladiador. Parada frente al enorme edificio, Lucy no se podía creer que uno de sus mayores sueños desde que llegó a Japón se estaba haciendo realidad y nunca habría pensado que habría sido posible gracias a esas vacaciones a las que fue invitada. Como Kyouka invitó a todos a su casa (mansión) de la playa a pasar las vacaciones, la pequeña corrió con todos los gastos de su estancia, lo que se tradujo en que Lucy disfrutó de unas vacaciones de lujo sin gastar ni un solo yen lo cual a su vez se tradujo en que sus ahorros no disminuyeron este verano, así que tocaba darse un caprichito, pero sin pasarse.

Buscó el boleto de tren a Tokyo más barato que hubiese y luego indagó por varias páginas para encontrar un hotel barato pero cuyo techo no se le cayese encima y aunque le costó varias horas de sueño, al final lo logró. Pero por supuesto que no había hecho un viaje de Yokohama a Tokyo para luego portarse como una tacaña, si había sido tan escrupulosa con sus gastos de viaje era porque pensaba gastarse el resto en las compras que hiciese en la comiket.

Su primera comiket en Japón y no podía ser más feliz.

- ¡¡Es un sueño!! - alzó los brazos hacia el cielo provocando que las coletas rubias de su cosplay se mecieran con el movimiento.

Sí, como otaku que era, no se podía ir a una comiket, el evento otaku por excelencia, y no ir disfrazada de alguno de sus personajes favoritos. La ganadora de su elección fue el personaje de Nanami Luchia, de Pichi Pichi Pitch, uno de sus primeros animes y los que recuerda con más cariño. Lucy se vistió con un vestido rosa tan ajustado como corto, con tirantes adornados con perlas rosas y unos guantes y unas botas del mismo color. Todo absolutamente rosa pues era el color temático del personaje. De su cuello colgaba un collar con forma de perla rosa y sus cabellos pelirrojos estaban cubiertos por una peluca rubia atada en dos coletas extremadamente largas. Su cosplay estaba muy bien trabajado pues hasta había cambiado el color verde de sus ojos usando unas lentillas de color azul para que fuese la mismísima Luchia de carne y hueso.

- ¡Estoy preciosa! - dio una vuelta sobre sí misma acompañada de su mochila de Odasaku Man a su espalda y una maleta en su mano derecha. ¿Qué por qué llevaba eso? Pues porque necesitaba donde guardar todo lo que se pensaba comprar – Aunque me daría vergüenza que me vieran así vestida, pero... ¡qué más da, aquí no conozco a nadie!

Echó a andar demasiado feliz hacia la entrada pero sus pasos se ralentizaron y su sonrisa cayó cuando se encontró de frente con Poe.

Ninguno dijo nada mientras se quedaban mirando, Poe sin hacer nada y Lucy comenzando a sudar como si estuviese encima de una parrilla al rojo vivo. Vale, quería llorar, no, pero era muy pronto para llorar. Va disfrazada, nadie aquí la puede reconocer. Intentó hacerse pasar por una desconocida y pasar al lado de Poe, pero a esta hermosa chica nunca nada le sale bien.

- ¿Lucy?

- Oh, ¿quién es esa? Jo, jo, jo, te has tenido que equivocar.

- En tu maleta pone Lucy Maud Montgomery – el chico se había agachado para señalar una etiqueta pegada a la maleta. Maldita ella y sus precauciones por si se le perdía algo.

- ¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡VALE, ME DESCUBRISTE! ¡AHORA OLVIDA QUE ME HAS VISTO ASÍ VESTIDA POR FAVOR!

Soltó su maleta y usó sus dos manos para cubrir su rostro, había comenzando a llorar de manera exagerada pero es que le molestaba mucho. De todos los escenarios que podían pasar, tenía que ocurrir el de encontrarse con su príncipe vestida de una manera tan vergonzosa. Maldición, ¿por qué tenía que haber sido con Poe? ¿Por qué un chico guapo? Lucy conoce a mucha gente, ¿no podía haberse encontrado con Katai?

- ¡Ey, Lucy!

Y se arrepintió de haber pensado aquello porque el otaku número uno del país no tardó en aparecer.

- ¡¡DESAPARECEEEEEEE!!

- Ay, pero que grosera. No deberías gritar así a un camarada otaku.

- ¡OLVIDA QUE EXISTO!

- Buen cosplay - levantó su pulgar en señal de aprobación - ¿Puedes adivinar de qué voy disfrazado yo?

- ¡De tío petardo!

- No, de eso no hacen disfraz – Katai comenzó a realizar varias posturas para lucirse, pero Lucy nunca averiguaría de quien narices va disfrazado pues parecía un uniforme escolar masculino demasiado cliché. De hecho, era un uniforme escolar demasiado arreglado, ¿por qué Katai no había tenido menos vergüenza y había elegido un cosplay más llamativo? Qué raro.

- ¡Desaparece de mi vista! - Lucy intentó cubrirse con los brazos, ojalá la tierra se la tragase ahora mismo - ¡¿Por qué tiene que pasar esto cuándo estoy así vestida?!

- Pero... si estás bien.

- ¿Eh? - el pánico de Lucy disminuyó al escuchar a Poe.

- Digo... que es un buen cosplay. Luchia, ¿verdad? Es un anime antiguo, pero es todo un clásico.

Las mejillas de Lucy se colorearon de rojo por la vergüenza, le seguía dando pena que Poe la viese así vestida, pero al menos no parecía mirarla de manera desagradable. Como se esperaba de un príncipe, actuando siempre de manera amable con ella.

- Gracias... - llevó sus dos manos a sus mejillas, sentía el calor en ellas - ¿Qué haces tú aquí?

- Yo también estoy – Katai intentó meterse en la conversación, pero Lucy no le hizo caso.

- He venido a acompañar a Ranpo-kun.

- A Ran... ¿A Ranpo? - Lucy sufrió un tic en la ceja, sacó el móvil de su mochila e hizo lo que no había hecho antes, revisar el cronograma de actividades de la comiket. Se quedó pálida al ver que había una conferencia de seiyuus de la industria erótica y que estaban nada más y nada menos que Ranpo, Dazai, Akutagawa, Chuuya y por supuesto, Atsushi.

Y ella que creía que no se cruzaría con ningún conocido.

- ¡¿POR QUÉ?! - chilló al cielo, ya volvían las ganas de llorar.

- Odasaku Man también está - Katai le enseñó su teléfono y le señaló el mapa del lugar donde había un recinto reservado para la actuación de Odasaku Man.

Genial, más conocidos a la lista y encima conocidos guapos. Podía pasar por alto lo de Poe, pero no le gustaría que todos los chicos guapos que conocía la vieran así vestida.

- Eh, Lucy, ya que nos hemos encontrado, ¿quieres que vayamos juntos? - propuso Katai ante lo que Lucy frunció el ceño y le miró mal.

- Nunca.

- Oh, vaya... - Poe agachó la mirada – Yo sí había pensado que podríamos ir los tres juntos, Ranpo-kun se está preparando para la conferencia y no tengo nada que hacer hasta entonces.

Y la expresión de Lucy cambió por una brillante sonrisa.

- ¡Sí! Vayamos los tres juntos.

- Oye...

Katai se sintió despreciado por una chica, pero desde luego que no era la primera ni la última vez que le pasaría en su vida.  

Los primeros asistentes de la comiket se abrían paso poco a poco mientras algunos puestos terminaban de dar los preparativos finales. Entre estos puestos, en la zona de comida, todos estaban ya preparados y aunque ni siquiera fuesen las 12, ya estaban empezando a cocinar, nunca se sabe cuándo puede aparecer alguien hambriento por haber guardado cola demasiado tiempo y así fue como pasó pues frente al puesto de una señora de más o menos 30 años apareció una cabecita albina de cuya boca ya estaba empezando a escapar un poco de saliva por la buena pinta que tenía lo que ofrecía.

- ¿Te puedo ayudar en algo?

- Hmmm... - el chico observaba con ojos brillantes las fotos de comida y mantenía su dedo índice sobre su labio. Era algo lindo sí hacía eso – Tiene muy buena pinta...

- ¿Verdad? Vamos, dime que quieres probar.

- Hmmm... - alejó el dedo de su labio y lo llevó hacia uno de los platos. La señora iba a ponerse a preparárselo pero el chico movió de nuevo su dedo – Y este y... este también y este de aquí, también ese y ese y aquel, ah y de postre...

- E-eh esto... perdona chico... ¿no es mucho? Es decir, mis platos son muy caros y más si se sirven dentro del edificio así que...

- Ah, no pasa nada – al levantar un rectángulo de plástico que colgaba de su cuello y girarlo, la dueña del puesto comprobó que se trataba de una identificación que daban a los invitados a la comiket, es decir, a seiyuus, mangakas, personal de las editoriales, gente así. Era como una identificación para un VIP, los invitados tenían ciertos privilegios, acceso preferente, libertad de movimiento por todo el recinto y lo que más le fastidiaría a esa pobre mujer, la comida para ellos es gratis – Tengo entendido que con esto puedo comer todo lo que quiera – la brillante sonrisa de Atsushi podía capturar corazones, pero a esa mujer le entraron ganas de llorar.

- Marchando...

Tal y como pidió, le sirvió todo lo que pidió que era casi todo el menú que tenía. Dejó escapar unas cuantas lágrimas por su margen de beneficios, pero antes de revolcarse en su sufrimiento prefirió detener al chico que iba a meterse en la boca un perrito caliente a rebosar mientras llevaba una camisa blanca.

- Disculpa, deberías tener cuidado, te mancharás.

- Ah, sí... es verdad... - palpó su pecho, al rozar con algo ahí abajo se apresuró y lo sacó de debajo de su ropa. La mujer vio que se trataba de un amuleto puesto alrededor de su cuello como si fuera un collar – Si me mancho mi ropa, la mancha lo traspasará y lo estropearé...

- Oye... ¿no debería preocuparte más mancharte la camisa blanca que el amuleto?

Su consejo no llegó a oídos de nadie pues Atsushi guardó el amuleto en su bolsillo y se apartó a una mesa colocada al lado del puesto.

- ¡Que aproveche! - dio el primer bocado al perrito caliente y lo degustó. Estaba delicioso, pero no se debía entretener mucho, debía reunirse con Dazai y Kunikida para prepararse para la conferencia que darían.

No mentiría, estaba nervioso, era su primera vez en un lugar así y era la primera vez que se reunirían periodistas a su alrededor para hacerle preguntas. Kunikida dijo que era algo bueno que le hubiesen invitado. No era un seiyuu popular, ni siquiera tenía más de una obra, pero su CD drama con Dazai había tenido tantas ventas que había despertado la curiosidad de más de uno sobre quién era aquel seiyuu primerizo que trabajaba junto a Dazai, uno de los seiyuus más populares del país.

Se apresuró en acabar todo lo que había pedido y se levantó de la mesa, pero al no haber dejado bien metido en su bolsillo el amuleto, este se acabó escurriendo y aterrizó contra el suelo cuando el chico se levantó. Tras dar unos pasos metió la mano en el bolsillo para devolverlo a su lugar alrededor de su cuello, pero todas las alarmas sonaron cuando no lo encontró allí.

- ¡Ah! ¡No está! - se palpó ambos bolsillos y el resto de su cuerpo – No puede ser...

Desesperado comenzó a mirar por el suelo. Era un regalo especial de Dazai dado en un momento precioso, no se atrevería a mirarle a los ojos si lo perdía. Su angustia duró un poco más hasta que una mujer de largos cabellos rubios llegó a la zona y se agachó para recuperar su amuleto.

- ¿Estás buscando esto?

- ¿Eh? - levantó la mirada para ver a una mujer rubia sujetando su amuleto donde antes él estaba sentado - ¡Sí, sí! - salió corriendo hacia ella y recibió el amuleto que devolvió a su lugar dejándolo alrededor de su cuello – Muchas gracias, es un regalo muy importante de Dazai-san.

- De Dazai... ¿eh? - murmuró con una pequeña sonrisa en el rostro – Si te lo ha dado alguien importante, ten más cuidado con él.

- Sí, muchas gracias – hizo una reverencia para agradecerla, al levantarse vio de reojo que de su cuello colgaba una identificación como la que llevaba él - ¿Agatha...?

- Sí - sujetó su identificación y miró a los ojos a Atsushi para dedicarle una suave sonrisa – Me llamo Agatha Christie, es un placer.

- Yo soy Nakajima Atsushi, gracias de nuevo por encontrar mi amuleto. Si llevas una identificación es porque eres una invitada ¿no? ¿Eres una seiyuu?

- Oh, no, por favor, mi voz no es tan seductora como debería ser la de un seiyuu. Si me pongo a comparar, yo no podría enamorar solo con mi voz como hace Dazai Osamu.

- Sí, Dazai-san tiene una extraña habilidad que... ¡digo! ¡No, no, no! Bu-bueno su voz sí que es... sí que es... ¡awww! - agachó la mirada avergonzado. Con sus reacciones, Agatha solo se mostró más complacida.

- ¡Señorita Christie! - un hombre vestido de negro y con una cámara a cuestas llegó hacia ellos – Nos tenemos que ir.

- Sí, gracias por avisar.

- D-de nada - el tipo, que parecía muy duro, pareció cambiar a un osito amoroso con sus mejillas todo rojas cuando la rubia le habló.

- ¿Nos veremos luego?

- Eso seguro – Agatha sujetó la identificación de Atsushi para después dejarla caer y que revotase contra su pecho – Ha sido un placer.

- Sí, igualmente.

Con un suave giro, Agatha se dio la vuelta y se marchó con el tipo que cargaba la cámara. A unos cuantos pasos alejada de Atsushi, sonrió más ampliamente como si todo fuera de acuerdo al plan.

- Esto va a ser más fácil de lo que pensaba.

Ya con el amuleto recuperado y después de haber conocido a alguien nuevo, Atsushi abrió una puerta negra algo pesada que separaba la ruidosa y concurrida zona dedicada a los visitantes de la comiket y comunicaba con un montón de pasillos más tranquilos donde iban y venían todos los invitados del evento. A pesar de que todos eran famosos, al ser nuevo en el mundillo él no conocía a nadie así que fue directo a la habitación a la que fue llevado al llegar. Al lado de la puerta blanca de esta, tres carteles estaban pegados a la pared y en ellos se podía leer el nombre de Ranpo, el de Dazai y el último y el que estaba más abajo, el suyo. Eso le hizo sentirse tan raro pero también algo emocionado, que su nombre estuviese en la puerta de un camerino hacía parecer que él era un famoso más. 

- Regresé - informó tras abrir un poco la puerta y dejar ver su cabeza.

Ranpo estaba sentado en una silla y como algo raro en él, estaba arreglado, con una camisa blanca como la suya y unos vaqueros negros apretados. Sus ojos verdes se mantenían abiertos (y maldición, eso aceleraba su corazón sin saber bien por qué) y llevaba las gafas puestas. Estaba en modo "Ranpo formal" o algo así. Dazai estaba de pie frente a él, su atuendo era casi el mismo solo que él llevaba una corbata azul. Al verle entrar, el castaño pareció suspirar aliviado y Ranpo no se quiso callar el por qué.

- ¿Ves? Te dije que aparecería, solo porque tarde 3 segundos más en volver de lo que tú te pensabas no quiere decir que se haya perdido o le hayan secuestrado. Maldición, eres un novio demasiado paranoico.

- ¡¡¡Ranpo-san!!! / ¡¡¡Ranpo-san!!! - Dazai y Kunikida se lanzaron para chillarle, uno sonrojado y otro furioso por haber escuchado con que calificativo le llamaba.

- ¡N-no digas esas cosas en voz alta! Es decir... yo no estaba preocupado ni nada de eso... ja... ja... ja... - Dazai intentó adoptar una postura tranquila, una que no echase a perder su imagen de hombre despreocupado solo porque había visto que Atsushi tardaba mucho y se había preocupado – Era una broma, una broma.

- Ya, seguro.

- ¡Y Ranpo-san! - ahora fue Kunikida el que protestó - ¡Es imposible que el bastardo inútil de Dazai y Atsushi saliesen! ¡No bromee de nuevo con algo tan preocupante!

- Aww, ¿preocupante por qué?

- ¡Porque eres un bastardo pervertido!

- ¡¿Ah?! ¿Con qué valor dices tú eso? - Dazai le señaló de manera acusatoria – Que yo sepa, si fuese un pervertido, me habría acostado con Yosano-sensei mientras el resto estaban en el festival, ¡ah, espera! - sus labios se curvaron en una sonrisa maligna y Kunikida comenzó a sudar – Pero si eso lo hiciste tú...

- Ca... ¡¡CÁLLATE!!

- ¡Owww, Kunikida-kun! Estoy tan orgulloso de ti, por fin diste un paso hacia la adultez y perdiste la virginidad, aunque a una edad muy tardía si me preguntas.

- ¡No soy tan viejo! ¡Y entérate, la edad promedio de pérdida de virginidad en Japón está en los 20,4 años! ¡No estoy tan lejos de la media!

- Sí, tal vez - Ranpo se encogió de hombros mientras cruzaba sus piernas – Pero la media no representa a toda la población.

Sin necesidad de preguntar nada, Dazai sonrió y se señaló a sí mismo.

- 16.

- 15 – Ranpo respondió después del castaño.

- Como se esperaba de Ranpo-san, todo un senpai en todos los aspectos - bromeó Dazai.

Esos dos debían haber vivido una adolescencia muy promiscua para dejar de ser vírgenes tan jóvenes. Luego miraron a Atsushi, este no entendió nada, pero era obvio que él no podía contestar. El chico seguía siendo virgen.

- Bueno, tranquilo, que perder la virginidad depende de muchas cosas, como de la cantidad de chicas a las que les gustes, pero Kunikda-kun se ve un hombre atractivo, seguro que gustó mucho cuando era joven.

- ¿Cuándo era joven...? ¡Sigo siendo joven! ¡¿Cuántos años crees que tengo?! 

- Jajajaja, tranquilo, vale, vale, entiendo. Entonces no fue por no tener chicas entre las que elegir. Kunikida-kun era un joven atractivo y tenía la "capacidad de erección", ups, perdón, quería decir "capacidad de elección".

- ¡DAZAI!

- Dazai – Ranpo frunció el ceño - Llamas viejos a los demás, pero tú eres todo un mocoso - ¿tendría Ranpo, el seiyuu de actitud infantil, el derecho a decir eso? A Kunikida le dio igual la hipocresía del asunto, al menos salía en su defensa – Lo que le pasaba a Kunikida es que "no sabía venirse", ups, perdón, quería decir, "no sabía vestirse". Seguro que vestía como un anciano, ¿así cómo iba a ligar?

- ¡Ranpo-san! ¡Usted también!

- Oww, Ranpo-san, estamos siendo tan malos, pero, ¿ahora qué haremos? La iglesia no podrá santificar a Kunikida-kun como Santo Virgen.

- Olvida esas preocupaciones tontas, ¿no deberíamos hablar de que lo mismo Akiko está embarazada?

- ¡¿EMBARAZADA?! - Kunikida entró en pánico - ¡N-no, no puede ser!

- ¡Siiiii! ¡Osamu junior está a punto de nacer!

- Genial, Kunikida, va a nacer Osamu junior, el anticristo, ¿cómo es posible que hayas hecho eso?

- ¡Espera, espera! Yo no...

- Ay, Kunikida, no puede ser. Vamos, haz memoria, ¿llamaste a la cigüeña después del sexo?

- L-la cigüeña... ¡¿la llamé?! ¡N-no lo sé, Ranpo-san!

- ¡Rápido, Kunikida-kun, revisa tu historial de llamadas!

- ¡Voy, voy! - con urgencia, Kunikida sacó su móvil y revisó sus llamadas buscando alguna con el nombre de "cigüeña", pero no había nada. Se había dejado llevar por esos dos y estaba haciendo algo estúpido - ¡N-no lo encuentro!

- Revisa tu correo, lo mismo enviaste un e-mail.

- ¡Kunikida-kun, acuérdate de los mensajes de texto!

- ¡Voy!

- Kunikida, ¿le hablaste por Facebook?

- ¡Kunikida-kun! ¿Seguiste a las cigüeñas por Instagram?

- N-no... ¡No me acuerdo! ¡Maldición, no encuentro nada! Estaba tan ocupado en...

- Por dios... Osamu junior, ¿no te da miedo que ese futuro degenerado ponga un pie en el mundo?

- ¡No! Osamu junior acabará con las guerras y traerá paz, es el nuevo mesías.

- Mesías, cigüeña... mensaje... mensaje... - y continuó buscando alguna llamada a la cigüeña hasta que se dio cuenta de la enorme tontería que estaba haciendo. En silencio, Kunikida guardó su móvil, se arregló su traje y cerró su mano en un puño que estampó contra el estómago de Dazai, mandándole a volar contra la pared - ¡IDIOTAAAAA! ¡NO TE BURLES DE MÍ!

- ¡¿Por qué solo me pegas a mí?! - se quejó sobando su estómago, como siempre, Ranpo parecía tener un pase de oro de inmunidad.

- Vamos, vamos... - Atsushi se puso entre ambos y ayudó a Dazai a ponerse de pie – Me alegro de que haya empezado una relación con Yosano-sensei, hacen una estupenda pareja – les felicitó con una sonrisa, ante lo que Kunikida se sonrojó.

- Bu-bueno... Yosano-sensei y yo... también estamos muy contentos.

- El sexo siempre da alegría - comentó Dazai en voz baja, pero escondiéndose detrás de Atsushi por si acaso.

- ¿"Yosano-sensei"? Ay, Kunikida, a veces tu formalismo es agotador. ¿Cómo es que llamas a tu novia por su apellido?

- E-en el ámbito laboral debería ser así, en el personal pues... m-me estoy acostumbrando.

- Vaya, vaya, pero si hasta tú te sonrojas. Debe ser divertido verte en el acto.

- Ranpo-san... e-escucharle hablar así me pone nervioso... - como si fuese una colegiala enamorada, el rojo no desaparecía de sus mejillas.

- Oye, oye, Kunikida-kun, ¿es cierto que Yosano-sensei tiene ropa interior de lo más sexy?

- Cállate o te mato.

Una vez más, misteriosamente las reacciones eran diferentes si era Ranpo o Dazai el que cotilleaba.

- Esta inmunidad de Ranpo-san es tan injusta - protestó el castaño hasta que sintió un aura de gatito enfadado, por supuesto que era Atsushi.

- ¡Dazai-san! No está bien preguntar por la ropa interior de los demás - se lanzó hacia él, más específicamente hacia su cuello.

- ¡E-espera, Atsushi-kun! Delante de la gente... ¡es tan vergonzoso~! ¡Kyaaa~! - chilló con falsa vergüenza, en realidad le gustaba ser castigado así, siempre y cuando no se pasase de mordiscos como en la playa.

Ranpo se quedó mirando los falsos forcejeos de Dazai para liberarse del albino. Tras esto, suspiró, descruzó sus brazos y se puso de pie para separar a ambos.

- Suficiente. Siento ser el que interrumpa vuestro extraño ritual erótico de mordiscos, pero me temo que esto queda prohibido por el día de hoy.

- ¿Por qué? - confuso, Atsushi ladeó la cabeza.

- Atsushi, tu experiencia con la prensa es inexistente ¿verdad?

- Sí.

- Pues debes saber que delante de ellos te debes comportar, tienes que ser serio y responsable, aunque no lo seas.

- ¡Ah! - una bombillita pareció encenderse en su cabeza – Por eso Ranpo-san parece tan serio el día de hoy y por eso sus ojos están abiertos y aceleran misteriosamente mi corazón.

- Ranpo-san... - Dazai le miró con cara de pocos amigos – Cierra los ojos de una vez.

- Cállate - apartó la cara del castaño aplastándola con la mano - Escúchame, cualquiera actitud extraña, fuera de lugar o demasiado melosa o pegajosa le dará un pase de oro a la prensa para poder inventarse mil historias de ti. Actúa formal, no me llames por mi nombre y trata con respeto a los demás añadiendo un "-san" al final de sus apellidos.

- De acuerdo, entonces... - llevó sus manos a su pecho y apartó la mirada avergonzado – E-edogawa-san... ah... mi corazón late fuerte, Ranpo-san.

- ¡Ranpo-san, tu cara es más peligrosa que la diosa Medusa transformando en piedra a todo aquel que mira! ¡Exijo que cierres ahora mismo los ojos y te comportes tan infantil e irresponsable como siempre! ¡Deja de atentar contra mi sex appeal, mi atractivo es cien veces superior siempre que mantengas los ojos cerrados y seas ese bebé grande que todos conocemos! - lloriqueó Dazai.

- Ay, que pesado estás. Escuchadme, como metáis la pata en la conferencia, me enfadaré y os aseguro que no querréis verme así - se dirigió hacia la puerta y la abrió - ¿Por qué no os vais a dar una vuelta por el recinto? Pero como lleguéis tarde a la conferencia, os castigaré. ¿Queda claro?

- Sí... / Sí...

Contestaron Atsushi y Dazai al mismo tiempo, uno con el rostro rojo todavía por ser el Ranpo de ojos abiertos y actitud adulta demasiado para su corazón y el otro algo fastidiado por como Ranpo le conseguía robar la atención del seiyuu albino.

Todos menos Ranpo abandonaron el camerino. Dazai y Kunikida salieron los primeros, Atsushi fue el último y Ranpo aprovechó eso para recordarle una última cosa.

- Atsushi.

- ¿Sí?

- Akutagawa también estará en la conferencia así que...

- Iugh... - el rostro de Atsushi se torció en una mueca de disgusto, como si acabase de probar el plato más asqueroso del mundo – N-no me diga que...

- Trátale con respeto y llámale...

- ¿A... Akutagawa-san...? - se tuvo que tapar la boca porque casi vomita al escucharse decir eso – Da repelús, asco, parece la invocación de un demonio que traerá la destrucción del mundo.

- Tal vez, pero... ¿quieres que te castigue?

- Pu-pues... - jugueteó nervioso con sus dedos – S-si mantiene sus ojos abiertos... tal vez...

- ¡AY, por favor! ¡Vete ya!

Ranpo echó al albino de allí y cerró la puerta. Atsushi se quedó mirando un rato esta y al final suspiró con desagrado. Tratar a Akutagawa con respeto era algo que mucha gracia no le hacía, principalmente porque no sería recíproco, pero si había prensa, ¿el chico haría un esfuerzo?

No lo tenía muy claro. 

Kunikida, Dazai y Atsushi comenzaron a dar una vuelta por el recinto. Era la primera vez que Atsushi pisaba un evento así, por lo que no podía evitar mirar con sorpresa hacia todos lados. El sitio estaba a rebosar, te podías encontrar con gente de distintas edades y prácticamente todos iban disfrazados. Ya le advirtieron de que el comiket era un evento popular pero no se esperaba que tanto.

- ¡Hey! Por fin os encuentro – una voz femenina a sus espaldas les hizo darse la vuelta. Se trataba de Yosano que por su particular cosplay provocó un sonrojo en los tres chicos - Maldición, hace tanto calor aquí que no puedo evitar sudar – se abanicó con sus manos, el sudor escurría por el apretado escote de su cosplay y Dazai se lo quedó mirando descaradamente.

- Dos... - murmuró Atsushi detrás de él.

- ¿Eh?

- Lleva acumulado dos – no hizo falta aclarar el qué, sabía que eran mordiscos – He decidido acumularlos y morderle cuando acabe la comiket.

Un escalofrío recorrió a Dazai, no sabía si de gusto o de miedo.

- ¡A-Akiko! ¡¿Por-por qué...?! - Kunikida comenzó a agitar los brazos nervioso.

Yosano se había puesto un cosplay, un vestido negro corto por delante y largo por detrás, sin mangas, con unas botas largas del mismo color que le llegaban por encima de las rodillas. Su pelo corto se veía largo gracias al uso de una peluca de cabello oscuro. La peluca era de pelo largo, pero estaba recogido en la parte de atrás y solo caían dos mechones largos por delante. Como toque final llevaba una diadema dorada con dos rosas. Como ya mencionó Katai en su momento, el cosplay de Yor Forger le quedaría genial y así era.

- ¡¿Por qué te vestiste así?!

- Bueno, fuera de la cama no me va disfrazarme.

- Cuéntanos más, Yosano-sensei – se interesó Dazai.

- Tres - contó Atsushi y Dazai comenzó a sudar.

- Pero en estos sitios si no vas disfrazada entonces pareces rara, así que aquí estoy – se encogió de hombros, no tenía más que explicar en realidad.

- Pe-pero es muy... muy... - Kunikida la miró de arriba abajo, su rostro enrojeció entero.

- Venga, no es para tanto, te prometo que cuando acabe la comiket me desharé de él.

- Ta-tampoco es eso... - miró nervioso hacia Dazai y Atsushi, luego se apresuró en acercarse a Yosano para susurrarla – L-la verdad es ... q-que esta noche en el hotel... n-no me importaría que todavía lo llevases puesto y...

- Puff... - Yosano se tapó la boca para no reír, pero fue imposible - ¡Jajajajaja! Vale, vale, fiera. ¿Por qué los chicos tendrán estos gustos tan raros? - se pegó a su cuerpo, sus pechos se aplastaron contra el torso del más alto y sus tacones la ayudaron a llegar con más facilidad a sus labios.

Se dieron un beso que por supuesto Dazai y Atsushi observaron en primera fila.

- El rico comiendo delante del pobre.

- Cuatro.

- ¡¡¿EH?!! ¡¿Por qué?!

- Bueno – Yosano se separó del beso arreglándose un poco de pintalabios corrido con el pulgar - ¿Dónde queréis ir?

- Es que yo nunca he estado en un sitio así, no tengo ni idea de qué cosas hay.

- Claro que no, pero por algo yo estoy aquí - Chuuya se unió al grupo con Akutagawa unos cuantos pasos detrás de él. Ambos llevaban las mismas acreditaciones que el resto de seiyuus, indicando que al igual que ellos, eran invitados – He leído concienzudamente el programa de este comiket.

- Ya – Atsushi dejó de mirarle sin ninguna expresión en su rostro y después miró a Dazai – Cinco.

- ¡¿A costa de qué?!

- Chuuya-san es raro y es su amigo.

- Atsushi-kun, tengo la impresión de que cualquier cosa te va a servir como pretexto para castigarme con mordiscos...

- ¡¿A quién llamas raro?! Lo que hay que escuchar – el más bajo intentó tranquilizarse, no era profesional perder los nervios en un sitio donde cualquiera le podría sacar una foto. Se creía mucho, ni era tan famoso – Oye, Dazai, maldito bastardo, ¿no me digas que te has olvidado?

- ¿De qué?

- Pues de que la compañía Lemmon Games tiene su propio stand aquí.

- ¡Ah, cierto!

- ¿Quiénes son esos? - ante la duda, Atsushi preguntó al castaño.

- Es una compañía desarrolladora de videojuegos muy famosa. Siempre van un paso por delante del resto pues tienen las últimas tecnologías, sus videojuegos son muy buenos.

- No sabía, ¿quiere que vayamos allí?

- Sí, tengo que ir obligatoriamente allí.

Al ver la emoción algo infantil de Dazai, Atsushi sonrió y asintió con la cabeza. Como el deseo de Chuuya y Dazai era ir a ese stand, el grupo entero acabó allí. El stand era una zona grande, Atsushi supuso que era normal si era una compañía tan famosa. Por encima de su stand había un toldo amarillo que cubría toda la zona y tenía estampado de limones. Que curioso. Al poner un solo pie allí dentro, un hombre que se encontraba de espaldas se giró dramáticamente para darles la bienvenida.

- Vaya, vaya, vinieron, tal y como esperaba. Después de todo, el poder atractivo de la ciencia es inevitable.

- Chuuya-san, ¿quién es este engendro? - preguntó con calma Akutagawa.

- ¡AH! Bueno, no pasa nada, los insultos no afectan a los científicos.

- ¿Científico? - Akutagawa alzó la barbilla, mirándole con superioridad.

¿Había dicho científico? ¿Y en qué universidad había estudiado? ¿En la Universidad Estatal del Basurero? Porque por las pintas que traía... Aquel sujeto desconocido vestía unos pantalones azules que le llegaban por debajo de las rodillas con los bajos roídos y desgastados, una camisa blanca y una bata del mismo color, pero en las mismas circunstancias que sus pantalones. Podía ver los dedos de sus pies pues llevaba unas sandalias de madera con zancos con lo que cada paso suyo resonaba y lo más estúpido de su traje, unas raras gafas propias de un submarinista de color púrpuras y montura naranja, esas definitivamente no eran para ver. ¿Había dicho que lo más ridículo era eso? Lo retiraba, su peinado ocupaba ese lugar siendo su pelo castaño y teniendo su flequillo recortado como si le hubiesen puesto un bol encima.

- Entiendo, debe ser un vagabundo borracho – Akutagawa se dio la vuelta - Llamaré a seguridad.

- ¡NO! / ¡NO! - tanto Dazai como Chuuya cortaron su paso.

- ¡No es un vagabundo! - le defendió Chuuya.

- ¡Es el jefe de desarrollo de videojuegos de Lemmon Games! ¿No lo conoces? - cuestionó Dazai al gótico que prefirió apartar la mirada.

- Nunca he oído hablar de un jefe vestido de vagabundo, prefiero llamar a la policía.

- ¡OYE! ¡Pero mira bien! - el "vagabundo" se acercó hacia Akutagawa y le enseñó su acreditación colgada a su cuello.

- ¿Kajii Motojiro? - leyó con desgrado – No me suena, como sospechaba, debes ser un vagabundo.

- ¡QUE NOOOO! - algunas lágrimas parecían salir de debajo de esas gafas oscuras.

- Vaya, vaya – Yosano comenzó a darse una vuelta por el stand provocando un sonido con cada golpe de sus tacones contra el suelo – No me atrevo a opinar ya que no soy una experta en videojuegos, pero todas las maquinas que hay aquí parecen tan futuristas.

Kajii se quedó mirando con la boca abierta a Yosano, tras unos segundos en estado de congelación, se levantó las gafas, abrochó su bata y se apoyó en la consola más cercana a la mujer en un patético intento de coquetear.

- Así es, tiene usted un buen ojo, señorita - de uno de los bolsillos de su bata sacó una tarjeta con su nombre y su número de teléfono - Kajii Motojiro, jefe de desarrollo de videojuegos en la compañía Lemmon Games y a la vez su mejor programador, un placer ¿señorita...?

- Yosano Akiko.

- Akiko-san, encantado. Oh, no veo ningún anillo en su dedo...

- ¡Eso no quiere decir nada! - Kunikida se metió entre ambos y tomó la mano de Yosano para entrelazar sus dedos. Increíble, no hace mucho que ya han empezado a salir y ya se la quieren quitar.

- Oh, mierda – Kajii se guardó su tarjeta, se desabrochó la bata y se volvió a bajar las gafas, después se acercó a Chuuya y le rodeó los hombros con uno de sus brazos - ¿Por qué los chicos altos y guapos siempre se meten en los caminos de la gente honrada?

- ¿Qué coño insinúas...?

- Kajii-san, ¿qué es esto? - Atsushi señaló unos cuantos sillones de una sola plaza de color blanco alineados y con extraños cascos con forma de limón.

- ¡Pero bueno! Si tenemos entre nosotros una mente inquieta y curiosa, eso está bien. ¿Cómo te llamas?

- Atsushi.

- Pues Atsushi, me alegra que preguntes. Esto que tienes ante tus ojos es ni más ni menos que el adelanto del videojuego de realidad virtual que se volverá el número uno en tiendas y además el reboot de un videojuego más antiguo.

- Re... ¿re qué? - al no manejar la jerga, se quedó confundido.

- ¡Ah, no puede ser! - al reconocerlo por los carteles pegados al lado de los sillones, Dazai se emocionó - ¿No será Wonderful World?

- En efecto mi amigo, pero enemigo alto y guapo, verás, yo mismo estoy a cargo del proyecto y he decidido presentar la demo en esta comiket.

- ¿Demo...? - la cabeza de Atsushi tenía más lío todavía.

- ¡Vaya, Wonderful World! - igual de emocionado que Dazai, Chuuya se acercó también al cartel - ¿Te acuerdas, Dazai? Eras incapaz de vencerme en este juego.

- ¡JA! Chuuya, ¿ya has bebido?

- Veo que ante mí hay dos rivales – Kajii sujetó uno de los cascos y se los ofreció - ¿Queréis probarlo?

- ¡SÍ! / ¡SÍ!

- ¡Esperen! - Akutagawa se metió entre medias - ¿Van a probar el videojuego fabricado por un vagabundo? Es tan sospechoso.

- Pero que no soy un vagabundo, bueno, pues si tan preocupado estás, tú vienes también - le dio el casco limón y se fue hacia una mesa con un ordenador enorme al lado de los sillones – Atsushi, únete tú también.

- Pero es que yo no sé...

- Solo siéntate y ponte el casco, la realidad virtual hará el resto.

Atsushi no estaba del todo seguro, pero eso de la realidad virtual se escuchaba tan interesante y futurista. Supuso que no pasaba nada por probarla así que se sentó donde Kaijii le indicó y se puso el casco con forma de limón. Todo a su alrededor se volvió oscuridad pues el casco le impedía ver nada, pero de repente varios píxeles comenzaron a cambiar de color y devolvieron el paisaje frente a los ojos de Atsushi solo que este ya no era la comiket, sino un enorme campo verde lleno de flores, árboles y con un precioso cielo azul.

- ¡Waaaaaaooo! - Atsushi miró hacia el cielo, eso lo había creado el juego, pero se veía tan real – Es como el cielo de verdad.

- ¿A qué sí? - un limón que vestía la ropa de Kaijii y que le llegaba a la altura de sus rodillas se acercó hacia él - Agradece a la ciencia cuando tengas un momento.

- ¿Kajii-san? ¿Por qué es un limón?

- Soy el guía del juego, pero dejemos eso de lado, ¿qué te parece?

- Es genial, todo se ve realista. Es como si estuviera en el escenario de verdad, ni siquiera se siente como si estuviera en la comiket y llevase el casco de... - se llevó las manos a la cabeza para comprobar que el casco no estaba allí y así era, pero en su lugar palpó en su cabeza dos cositas suaves y esponjosas - ¿Eh? - pestañeó confuso y volvió a agarrar aquello encima de su cabeza - ¿Q-qué es...? - sintió algo mecerse al final de su espalda, echó un vistazo y se encontró con un largo y esponjoso rabito blanco – Pero que... ¡¿qué es esto?! ¡Kajii-san, algo raro ha pasado!

- Tranquilo, no ha pasado nada raro – una pantalla apareció frente al Kajii limón y tras teclear algo en ella, desapareció y en su lugar surgió un espejo que el limón giró para que Atsushi pudiera mirarse.

- Pero esto...

Palpó su rostro frente al espejo. Podía ser realidad virtual, pero como vestía no era para nada la realidad. Ya no llevaba pantalones y una camisa blanca. Llevaba unas botas blancas peluditas que le llegaban por encima de la rodilla, unos shorts blancos tan apretados que sus muslos quedaban bien marcados, un top del mismo color que dejaba al aire su ombligo y sus hombros, unos guantes largos del mismo aspecto que las botas y que tapaban sus manos, las cuales ahora por los guantes parecían garras. En su cabeza estaban las orejitas peluditas que ya palpó y por encima de su trasero creía una larga cola blanca. Como detalle final, en su cuello había un collar con un cascabel como si se tratase de un gato.

- ¡Nyaaaaaa! Digo, ¡Aaaaaaaah! ¡Kajii-san! ¿Qué ha pasado?

- Verás - chasqueó los dedos y el espejo desapareció - En el videojuego original, los jugadores pueden elegir sus propios avatares.

- ¿Sus qué?

- Su apariencia y aunque he decidido dejar esa opción, he añadido otra que es que según la apariencia física que detecta el sillón y la personalidad que detecta el casco a través de vuestros ojos, vuestro personaje nace en el juego con un avatar diseñado a partir de esos datos.

- ¡Pe-pero yo...! ¡Yo no entiendo porque soy un tigre!

- Atsushi... eres un gato, ¿no has visto el collar?

- ¡Nyaaaaa! ¿Y por qué voy medio desnudo?

- El juego ha debido detectar que eres alguien atrevido.

- ¡Pero eso no es cierto!

- Atsushi-kun – Dazai llegó con ellos con la mano alzada para que le vieran llegar.

- Dazai-san...

El albino se quedó con la boca abierta. Dazai llevaba unos pantalones azules, una camisa blanca, unas botas negras que le llegaban por debajo de la rodilla, una larga capa roja con detalles dorados, una corona sobre su cabeza y una espada enganchada en un cinturón alrededor de su cintura. Al recibir un guiño por cortesía del castaño, Atsushi cerró la boca y el rojo se extendió por sus mejillas.

- Dazai-san es un príncipe... es tan genial.

- Jajajaja, gracias, ya veo que tú eres un gatito erótico. También te queda bien.

- Soy un tigre, ¿no lo ve?

- Llevas un cascabel.

- Es un error del juego.

- No lo es - protestó Kajii – El juego ha presentado cero errores en cuanto a asignación de avatares en su fase de prueba. Si os ha asignado la apariencia de gatito erótico y de príncipe es porque así es cómo sois.

- Sí, efectivamente – Dazai asintió satisfecho.

- ¡Nyaaaaa! ¡Debe ser un error! ¡¿Y por qué no dejo de maullar?!

- ¡Aaaaaaaaah! - a unos metros de distancia de ellos, alguien gritó. Al acercarse hacia el origen se encontraron con Akutagawa en el suelo abrazándose a sí mismo. Al verles llegar, el gótico apartó la mirada avergonzado – Dazai-san, no me mire, estoy vestido de una manera tan vulgar.

Si Atsushi pensaba que su apariencia era vergonzosa y demasiado reveladora, era porque no había visto antes a Akutagawa. El chico vestía (si de verdad podía usar el verbo vestir a ir casi desnudo), unas braguitas negras que eran casi un tanga al mostrar la mitad de sus nalgas, unas botas largas de tacón y de cuero que le llegaban a la mitad de los muslos y una especie de sujetador diminuto que consistía en unas tiras sujetando dos diminutos corazoncitos negros de tela que cubrían sus pezones. Físicamente, al igual que él, su apariencia estaba cambiada. Tenía dos pequeños cuernos en la cabeza, dos alas negras a su espalda, un rabo negro creciendo por encima de su trasero cuya punta acababa en un corazón y un tatuaje con forma de corazón por encima de su pelvis.

- ¡¿Qué es esto?! - avergonzado a más no poder, Akutagawa se abrazó con fuerza - ¡Ese vagabundo pervertido lo ha hecho a propósito!

- No, de eso nada. El juego no se equivocará nunca con vuestro avatar creado mediante vuestra apariencia y personalidades. Si me permites informarte, te informaré de que eres un súcubo, un demonio sexual, te introduces en los sueños de los hombres para absorber su energía sexual. No me cabe ninguna duda, eres un completo perverti...

- ¡CÁLLATE! - Akutagawa se puso de pie y pateó al Kajii limón como si fuera un balón de fútbol, mandándole a volar lejos por el cielo.

- ¡Kajii-san!

- Tch, ese maldito vagabundo... Dazai-san, por favor, olvide que me ha visto así, es vergonzoso.

- Nada, nada, no pasa nada.

- A pesar de que Dazai-san ha aparecido como un príncipe... ¡¿por qué yo tengo que ser un sucio demonio?!

- Ya lo dijo Kajii-san, porque eres un pervertido.

Akutagawa miró con odio a Atsushi que mecía tranquilamente su colita.

- Tú... ¿quién te crees para insultarme así? Tú, que has aparecido como una prostituta con rasgos de gato.

- No soy una prostituta medio gato, soy un tigre, nyaaa.

- Maldito estúpido, no digas que eres un tigre y te pongas a maullar.

- ¿Qué me has llamado?

Atsushi y Akutagawa se miraron con rabia, Dazai se vio obligado a meterse entre ambos. Si sus peleas eran a muerte en la vida real pues imagínate en un videojuego.

- No hace falta que os insultéis por vuestro aspecto. Mirad las ventajas desde la perspectiva de un jugador, Atsushi-kun tiene garras y la agilidad de un gato, son cosas útiles en las batallas cuerpo a cuerpo y Akutagawa es un demonio, solo con eso ya implica que tiene poderes increíbles.

- ¡Pero soy un tigre, nyaaaa!

- A mí sigue sin hacerme gracia ser un demonio, ¿y por qué tiene que ser uno sexual...? - protestó Akutagawa en voz baja. A él le daba igual la mecánica del juego. No se veía como un demonio poderoso, solo como un exhibicionista medio desnudo.

- Y a todo esto – Dazai miró a ambos lados - ¿Dónde está Chuuya?

- Aquí.

La voz de Chuuya se escuchó, pero por más que los tres le buscaron con la mirada no le vieron.

- Aquí - les volvió a llamar, pero nada - ¡Mirad abajo!

Hicieron lo que les pedía y efectivamente ahí estaba, aunque no saben desde hace cuánto. Chuuya, que tenía más o menos la misma estatura que el Kajii limón vestía ropas viejas y algo desgastadas, como si de un simple aldeano pobre se tratase, sin embargo, su apariencia chibi era de cierta manera adorable.

- ¡¿Qué pasa aquí?! ¡Sois gigantes!

- No, Chuuya – Dazai posó su mano sobre los cabellos naranjas - Tú eres un enano.

- ¡¿Enano?! ¡Pero si son las criaturas de más bajo nivel! ¡¿Por qué soy un enano mientras tú eres un maldito príncipe?!

- La vida, supongo.

- La vida mis cojones - pateó a Dazai pero para el castaño fue una caricia - ¡No es justooooooo!

- Chuuya-san – Akutagawa se agachó para verle, el pobre Chuuya casi sufre un sangrado nasal al percatarse de sus ropas - Encogió.

- ¡No, no, pero es temporal!

- Aun así... - las mejillas del súcubo se tiñeron un poco de rojo – El Chuuya-san enano es algo adorable...

- ¿Eh?

- Le alzaré para que todos podamos hablar a la misma altura – Akutagawa le agarró de las caderas y le levantó para dejarle contra su pecho. Todo el enfado de Chuuya se fue y se enganchó a su cuerpo como si fuese un koala - ¿Así está bien?

- ¡Siiiiiii! - respondió con un aura de flores rodeándole mientras restregaba su rostro descaradamente en el pecho de Akutagawa.

- De-deje de hacer eso, por favor. Hace cosquillas.

- Dejando de lado los trajes raros... - Atsushi volvió a mirar hacia el cielo – El juego es muy bonito, ¿de qué va?

- ¡Yo te explico! - Kajii volvió a materializarse con la misma forma de limón - Verás, Atsushi. En este juego, los protagonistas, ósea vosotros, debéis derrotar al rey demonio.

- Suena peligroso y aparte de Dazai-san que tiene una espada, el resto no parecemos capaces de luchar.

- Hay muchas formas de luchar, Atsushi. Todos sois seres distintos, tenéis habilidades diferentes que se pueden usar de una manera u otra, además, podéis comprar nuevas armas o ir subiendo de nivel según vayáis derrotando a los monstruos al servicio del rey demonio.

- ¿Monstruos?

Y nada más mencionarlos, la tierra comenzó a temblar y el cielo se oscureció tapado por la enorme figura de un monstruo que se aproximaba a ellos.

- ¡Waaaa! ¡Apareció ya!

- Por supuesto – Dazai desfundó su espada y se puso delante de Atsushi para cubrirle – Es la temática del juego después de todo.

- ¿Va a luchar solo, Dazai-san?

- No creo tener problema, parezco fuerte con esta espada ¿no?

- Sí, tiene razón, buena suerte, Dazai-san. 

- Sí. Al igual que los príncipes de cuento luchan para recibir un beso de la princesa, yo lucharé para ganarme el derecho de descansar la cabeza sobre el regazo del erótico gatito, Atsushi-kun.

- ¡Por favor, busque motivaciones más normales! - chilló Atsushi avergonzado.

Dazai agarró con ambas manos la espada y tras aplastar con fuerza el suelo, dio un increíble salto que le catapultó directamente a la altura del monstruo que resultó ser un enorme pulpo con miles de tentáculo. Movió la espalda hacia abajo y el corte consiguió hacer caer al suelo uno de los enormes tentáculos del monstruo.

- ¡Dazai-san es muy fuerte! - Atsushi juntó sus dos manos emocionado.

- Claro que sí, ¿lo has dudado en algún momento, estúpido?

El pulpo intentó atacar a Dazai pero todavía en el aire, el castaño se impulsó hacia arriba como si volara y consiguió atacar de nuevo con la espada provocándole un corte en la cabeza que hizo al monstruo chillar.

- ¡Dazai-san, acabe con él! / ¡Dazai-san, acabe con él! - tanto Atsushi como Akutagawa chillaron emocionados por lo fuerte que era el príncipe, mientras que a Chuuya no terminaba de hacerle mucha gracia esa emoción que mostraban hacia el estúpido de Dazai.

La situación era tan penosa, Dazai solo peleaba bien porque era un maldito príncipe con una espada, si a él le hubiese tocado ese rol sería él quien se estaría llevando los gritos de ánimo de los dos chicos. Sería él quién vencería al monstruo y quien tras eso se llevaría a su Ryu a su lujoso castillo para hacerle delirar de placer en sus aposentos. Lo de Dazai no tenía nada de mérito, era hora de demostrar a esos dos que ese estúpido príncipe no era el más fuerte del equipo.

- Creo que ya es hora de que yo también me una – Chuuya se revolvió entre los brazos de Akutagawa así que el súcubo lo dejó en el suelo.

- ¿Chuuya-san también puede luchar? ¿No es solo un enano lindo?

- No me hace feliz que me llames lindo si antes me llamas enano... ¡ejem! Veréis, en este juego los enanos dominan varios tipos de magia, así que, por lo tanto, yo debo poder usar hechizos y cosas así.

- Fascinante – los oscuros ojos de Akutagawa parecieron brillar ante la nueva información, en cambio, Atsushi miraba al enano con una expresión aburrida.

- Y si puede luchar ¿por qué no lo ha hecho antes?

- ¡Cállate! Tú no ordenas a Chuuya-san cuando debe o no debe pelear.

Chuuya sonrió de manera tensa, si no se había molestado en intentar pelear antes era porque estaba muy a gusto enganchado como un koala al Akutagawa medio desnudo.

- Vale, pues allá que voy – el enano comenzó a buscar en sus bolsillos, de allí sacó un saquito marrón atado con una pequeña cinta - ¡Ajá! Aquí tengo la clave de la victoria. Esto son polvos del sueño, si se los echo al pulpo, le dormiremos y adiós muy buenas.

- ¡Increíble, Chuuya-san!

- ¡Claro que sí! ¡Jajajajaja!

Y mientras reía y se chuleaba delante de Akutagawa, una pequeña ráfaga de aire deshizo el nudo del saquito y los polvos volaron hacia Dazai. Nada más respirarlos un poco, los ojos del castaño se acabaron cerrando y su personaje impactó de manera ruidosa contra el suelo. En la vida real se habría matado, pero como era un videojuego, solo tenía un enorme chichón en la cabeza y varias zetas saliendo de su boca. Una barra de estado había aparecido a su lado y aunque en un principio era completamente verde, ese color se redujo a la mitad y a su lado apareció la palabra "dormido" para indicar su estado.

- ¡Dazai-san! - Atsushi salió corriendo a su lado - Está dormido. Kajii-san, ¿cómo lo despertamos?

- Pues de manera tradicional, con algún ítem que le haga despertar.

- ¿El qué?

- De todas formas, esa opción no os sirve pues habéis empezado el juego y no tenéis ningún objeto de valor.

- ¿Entonces?

- La naturaleza de vuestro personaje influye en sus características. Dazai es un príncipe ¿no?

- Sí.

- Pues ahí tienes la respuesta.

- No la entiendo....

- Las princesas en los cuentos se despiertan con besos – Kajii sonrió de manera sugerente – Pues aquí es lo mismo.

- Ah.... ¡¿AAAAAAAAH?!

- Vale, entendido – Akutagawa se agachó al lado del castaño e intentó besarle, pero Atsushi aplastó su cara con su mano para impedírselo - ¡¿Qué haces?!

- ¡No! ¡¿Qué haces tú?!

- ¡Despertar a Dazai-san con un beso de cuento! ¿Por qué hay que explicártelo todo?

- ¡No puedes besar a Dazai-san!

- ¿Por qué te importa? Ni siquiera es real, es un maldito videojuego.

- ¡Me da igual! ¡Está mal, está mal y está mal!

- Tch, ¿no será que lo quieres besar tú? Ningún príncipe se despierta después del beso de una sucia ramera.

- ¡¿Ramera?! ¡Pues tú tampoco eres una dulce princesa!

Mientras ambos discutían, Kajii y Chuuya se quedaban a un lado, pero ambos alzaron la mirada cuando la enorme sombra del pulpo se acercaba hacia ellos. Atsushi y Akutagawa no se dieron cuenta y como resultado, no pudieron siquiera reaccionar cuando el monstruo los atrapó con sus tentáculos.

- ¡¡Aaaaaaaah!! - Atsushi fue alzado por tres tentáculos. Uno agarraba sus dos muñecas y otros dos sus tobillos - ¿Q-qué es esto? ¡E-es tan resbaladizo! ¡Nyaaaaaa! - cerró los ojos con fuerza cuando sintió los tentáculos en sus tobillos subir y comenzar a apretarle sus muslos - ¡¡Aaaaaaah!! ¡Por ahí nooooo!

- E-esto es tan vulgar... - Akutagawa no estaba en mejores condiciones. Él también mantenía sus ojos cerrados y sus mejillas sonrojadas por la vergüenza. El pulpo lo tenía agarrado con cuatro tentáculos, uno en cada muñeca y los otros dos en sus tobillos. Había un tentáculo extra metiendo mano a su cuerpo, se había colado entre sus piernas y trepaba por su estómago hasta meterse debajo de los delgados hilos de su sujetador donde empezó a juguetear tirando de él y casi descubriendo sus pezones - ¡Chuuya-san, no mire, es tan vergonzoso!

- Ay.... ¡LA MADRE QUE ME PARIÓ! ¡QUIERO SER ESE PUTO PULPO!

- ¿No deberías ayudarlos? - preguntó Kajii viendo como la nariz de Chuuya comenzaba a sangrar – Nada, olvídalo. ¡Oye, Atsushi! ¡Vosotros también sois personajes del juego, tenéis habilidades para combatir, úsalas!

- Mmm... - Atsushi abrió uno de sus ojos para mirar a Kajii y se quedó pensando en aquello. Sí, bueno, debían tener habilidades, de hecho, Dazai ya había mencionado algo de eso - ¡Akutagawa!

- ¿Q-qué quieres, maldito gato promiscuo?

- ¡Este no es momento para insultarme! ¿No te acuerdas? Dazai-san dijo que tu personaje es un demonio y que solo por eso ya debías tener habilidades increíbles, úsalas entonces.

- ¿Usarlas? ¿Y qué se supone que deba...? Argh, maldición, qué más da.

Akutagawa volvió a cerrar los ojos. Su cuerpo fue rodeado de una tenue luz fucsia y el corazón tatuado a escasos centímetros de su pelvis comenzó a brillar. Tal vez Akutagawa fuese un demonio y eso fuese genial, pero era un demonio sexual y eso no era necesariamente útil en esta situación. Los ojos del pulpo parecieron perder un poco la conciencia después de mirar a Akutagawa pero la acabó recuperando solo que ahora el mismo corazón tatuado en la piel del súcubo estaba en los iris del monstruo y su rostro parecía sonrojado. Esté emitió un grito y apretó con más fuerza los muslos de Atsushi al mismo tiempo que añadía otro tentáculo para colarlo debajo de su top. En cuanto a Akutagawa, le dio la vuelta y le atacó con otro tentáculo que coló debajo de la tira de su tanga para comenzar poco a poco a bajárselo.

- ¡¡¡Lo has empeorado!!!

- ¡Cállate, puta! ¡Yo al menos he intentado algo!

- ¡Pues no hagas más! Jo... - intentó calmarse, los tentáculos de sus muslos se acercaban peligrosamente hacia su trasero y el que estaba dentro de su top parecía divertirse bordeando sus pezones - ¡Pues ya me encargo yo, que para algo soy un tigre! - Atsushi pareció coger aire y un brilló apareció en la piel de su garganta. Su intención era emitir un temible rugido de tigre salvaje, pero se le olvidaba el hecho de que él no era eso - ¡¡¡NYAAAAAAAA!!!

El maullido resonó en toda la zona. Akutagawa dejó la vergüenza a un lado por un segundo y lo usó para mirar mal a Atsushi.

- Patético.

- ¡¡Al menos yo no le he excitado!! ¡¡Demonio de la perversión!! ¡¡Iaaaaaaaaa!! - miró hacia abajo, los tentáculos enrollados alrededor de sus muslos habían alcanzado por fin su trasero y lo estaban masajeando superficialmente – Dazai-san... ¡¡Dazai-san, despierte por favor!!

- Argh, mierda – Chuuya apartó con dificultad la mirada del fantástico espectáculo y miró hacia el príncipe durmiendo – Es tentador ver a mi Ryu siendo desnudado, pero qué gracia tiene si no soy yo quien le desnuda.

- ¿Qué haces? - le preguntó el limón mientras Chuuya se hacía con la espada de Dazai.

- Rescatar a Akutagawa. ¡Allá voy! - el enano echó a correr con una espada que le sacaba como tres cabezas. Por supuesto que una espada podría ser usada por cualquiera, pero en este mundo, ¿un enano portando la espada de un príncipe? ¿Y siendo ese enano Chuuya? Estaba destinado a ser un fracaso total - ¡Akutagawa, voy en tu rescate!

- Chuuya-san...

Akutagawa miró hacia abajo. Se veía muy heroico como Chuuya corría hacia el monstruo sin miedo a la muerte, pero la heroicidad de la escena duró poco pues el pulpo aplastó a Chuuya con uno de sus tentáculos y al levantarlo, el personaje de Chuuya estaba gris, con dos equis en lugar de sus ojos y con su barra de vida completamente vacía. Como si fuese polvo, los píxeles de Chuuya desaparecieron.

- Descansa en paz, valiente y pervertido guerrero – Kajii juntó sus manos para rezar.

- ¡¡Kajii-san!! ¡¡Sáquenos de aquí!! - le gritó Atsushi desde las alturas.

- Lo siento, Atsushi, solo soy un personaje guía. No puedo meterme en las batallas, pero tranquilo, que siempre hay un plan B.

- ¡¿Cuál?!

Kajii no le contestó, solo miró detrás del pulpo. Atsushi iba a imitarle, pero antes de que pudiera hacer nada, una línea de fuego atravesó el campo y al pulpo, cortando uno de sus tentáculos, para ser más exactos, el que sujetaba a Akutagawa. El chico habría caído el suelo si no fuera porque alguien le atrapó antes de caer, le dejó en el suelo en un lugar a salvo y se marchó de regreso con el pulpo. Había sido tan rápido que a Akutagawa no le había dado tiempo a verle, pero él ya se hacía una idea de quién se trataba.

- Tch, qué hace ese idiota aquí - protestó con las mejillas coloradas.

Las puntas de los tentáculos dejaron de dar caricias sobre su trasero y lo apretaron con fuerza. Atsushi intentó tirar de sus muñecas para liberarse, pero no funcionó. El tentáculo en su pecho se enrolló sobre uno de sus pezones y uno de los que estaban sobre su trasero intentó colarse debajo de sus shorts. Atsushi bajó la mirada hacia sus muslos atrapados entre los tentáculos.

- Dazai-san... quería recostarse ahí cuando te venciera... ¡¡suéltame, no quiero que Dazai-san ponga su cabeza sobre tus asquerosas babas!!

Tras chillar, sintió como el agarre del pulo disminuía hasta desengancharse de sus muslos y de sus muñecas. Atsushi cayó hacia el vacío, mirando hacia el cielo solo pudo ver como varias columnas de fuego se alzaban. Cerró los ojos esperando el golpe, pero este no llegó. Con algo de temor, abrió sus ojos y se encontró de frente con Odasaku, este le tenía atrapado entre sus brazos. Las cenizas bailando detrás de su cabeza hacían que su cabello pelirrojo se meciera, el fuego dotaba de más luz a aquellos ojos azules oscuros y su expresión monótona se mantenía a pesar de ser un avatar dentro del juego. Atsushi se quedó hipnotizado mirándole, aunque estuviese dentro de un juego, podía sentir como los latidos de su corazón se aceleraban.

Los pies de Odasaku llegaron al suelo y dejó a Atsushi en este.

- ¿Estás bien?

- Sí...

Ahora que estaban frente a frente, Atsushi podía ver que el seiyuu de Odasaku Man vestía unos pantalones negros, unas botas marrones, una camisa blanca y un abrigo largo y negro que mantenía abierto. Alrededor de su cuello estaba enrollado un pañuelo de color rojo y en su cadera estaba enganchada una enorme espada que no tenía punta, pero sí un afilado filo.

- Gra... gracias...

Odasaku no dijo nada, solo se dio la vuelta y sacó de nuevo su espada. Al desenvainarla, esta ardió en llamas. En un parpadeo, Odasaku ya no estaba frente a él sino detrás del pulpo el cual había perdido otro par de tentáculos. Atsushi miraba casi sin pestañear como Odasaku luchaba contra el monstruo. No podía apartar la mirada de como el hombre se movía de un lado a otro como si fuese el mismo viento y como el pulpo era incapaz de atraparle. A medida que su mirada se perdía más en el hombre, más coloradas se ponían sus mejillas, pero al acordarse de algo, pareció despertar de la ensoñación.

No necesitó muchos más golpes para acabar con el pulpo. Cuando ya no le quedaban tentáculos, Odasaku cortó su cabeza y el monstruo se transformó en un montón de píxeles que fueron absorbidos por su personaje. Una serie de número aparecieron a su lado indicando que había subido de nivel. Se giró en la dirección en la que había dejado a Atsushi pero este ya no estaba.

- ¡Dazai-san!

Giró su rostro en la dirección del grito, Atsushi había echado a correr hacia el castaño. Al llegar a él, se agachó a su lado y levantó su cabeza para dejarla apoyada en su regazo. Odasaku miró con su rostro estoico aquella escena, pero en sus ojos sí que se podía notar algún sentimiento, por pequeño que fuera. Tal vez inconformidad.

- Oda-san – Atsushi le llamó con una sonrisa – Gracias, nos salvaste. 

Los ojos azules bajaron de la sonrisa del chico a sus pequeñas manos que acariciaban con cuidado la cabeza de Dazai. Odasaku no dijo nada más, guardó su espada, se dio la vuelta y su personaje desapareció. Un letrero de "desconectado" no tardó en aparecer cuando se fue.

Los alrededores desaparecieron frente a los ojos de Atsushi y cuando volvió a abrir los ojos se encontró con Kajii retirando el casco limón de su cabeza. Atsushi se frotó los ojos, frente a él estaban Kunikida y Yosano y a su lado, todavía en los sillones, Chuuya, Akutagawa y Dazai, este último no parecía tener una buena mirada.

Atsushi iba a preguntar qué le pasaba, pero se fijó en que Oda ya se estaba marchando así que salió corriendo detrás de él, pero un peso en su hombro le detuvo. Al mirar el origen se encontró con la mano de Dazai puesta en aquella zona de su cuerpo.

- Oda-san se está yendo y ni siquiera nos ha dicho ni una palabra. ¿No es eso raro? ¿Se encontrará bien?

- Sí, tienes razón - Dazai cambió su expresión de antes por una sonrisa que Atsushi notó algo falsa – Si te quedas más tranquilo, yo hablaré con él.

- Pero...

- Somos buenos amigos, así que tranquilo. Tú sigue recorriendo la comiket con Kunikida-kun y Yosano-sensei.

- Pero...

No pudo protestar más pues Dazai acarició su cabeza y después se marchó tranquilamente por el mismo camino por el que se había ido Odasaku. No se terminaba de quedar tranquilo, pero al final el castaño tenía razón, Odasaku y él eran buenos amigos. Si algo le había pasado a Oda, lo más seguro es que se lo acabase confesando a él.

Solo esperaba que al seiyuu de Odasaku Man no le pasase nada malo y se encontrase bien.  

- Oye Lucy, ¿por qué no somos mejores amigos?

La repentina pregunta de Katai hizo que Lucy sintiera un terrible escalofrío y que se pusiera verde por las ganas de vomitar. Se giró para fulminar con la mirada al hombre y después se movió, poniendo a Poe entre ambos para así poder seguir caminando.

- ¡Que asco! ¿Por qué me preguntas una cosa tan asquerosa?

- Es que ambos tenemos gustos en común. Es decir, somos otakus, unos cosplayer estupendos y unos fracasados en el amor. Además, somos vecinos y no me molestaría hablar con chicas de verdad en vez de con IAs.

- No somos mejores amigos porque yo soy una hermosa princesa y tú un asqueroso hikikomori, ¿te parece poco?

- Hmmm... creo que si fueras menos tsundere, sí que seríamos grandes amigos.

- ¡¿Qué me has llamado?!

- E-esto... ¿q-querías comprar algo en la comiket, Lucy? - viendo que en cualquier momento Lucy le arrancaba los ojos a Katai, Poe decidió cambiar de tema.

La expresión de la pelirroja ahora rubia por la peluca se relajó. A Katai le pareció tan cruel que con chicos guapos Lucy pasase de tigresa rabiosa a gatita adorable.

- Buscaba, bueno... figuras, merchandising, cosas así... - confesó con vergüenza - Y también pues... - bajó la mirada avergonzada – Ha-hay varios grupos mangakas que van a estar vendiendo y firmando sus ejemplares y pues... quería que me firmaran algún volumen.

- ¿Qué tipo de manga?

La pregunta de Poe coloreó las mejillas de Lucy de rojo. Ojalá se hubiese vestido con un cosplay con máscara para evitar este encuentro tan vergonzoso.

- Ya... ya... ya...

- ¿Ya?

- No conozco ese género - Katai puso su mano en su barbilla para comenzar a pensar.

- Ya-ya-ya-ya... ¡¡Yaoi, maldición!! - tras confesarlo, tapó su rostro con sus manos – Por favor... te juro que soy una persona normal...

- S-sí, lo sé. Tampoco voy a pensar mal porque te guste el yaoi – Poe intentó sonreír para tranquilizarla – De todas formas, yo hago guiones con esa temática, no deberías avergonzarte por un género que te gusta.

Lucy destapó su rostro y continuó caminando con la mirada baja. De nada servía que Poe hubiese intentado hacerla sentir mejor, para ella, que alguien (alguien guapo principalmente), la viese en un sitio así, vestida como iba vestida y con las intenciones de comprar lo que iba a comprar hacía que se muriese de vergüenza. Parece mentira que en Tokyo se hubiese tenido que cruzar con tantos conocidos. Solo caminaba con Poe y Katai pero es que resulta que en el recinto también estaban Dazai, Chuuya, el destroza paredes de su vecino, el perro rabioso de Akutagawa, Ranpo y Odasaku Man y por supuesto que si estaba Dazai tenía que estar Kunikida por ser su manager y entonces pasaba lo mismo con Ango. Maldición, en este sitio donde estaba tan vulnerable había demasiados conocidos. ¡Y en su mayoría chicos guapos! ¿Por qué tenía que tener tan mala suerte?

Bueno, en realidad no pasaba nada malo. Pensaría que eran Poe y Katai y ya está, el resto no la habían visto, aunque les dijesen después que ella había ido a la comiket, no sabrían que había ido vestida de manera tan reveladora y vergonzosa. Había esperanza, podía guardar su dignidad siempre y cuando no se cruzase con más conocidos.

Lucy respiró más tranquila y alzó su rostro más alegre y relajada pero como está demostrado que su felicidad no puede durar para siempre, en el momento en que alzó la mirada se encontró de frente con Tachihara sujetando una caja de cartón.

Ninguno dijo nada, pero Lucy había comenzado a sudar y a llorar por dentro. En cuanto a Tachihara, este estaba ahí plantado como una estatua sin decir nada más. ¿Quería eso decir que había esperanza? ¿No la había reconocido? ¡Su dignidad estaba a salvo!

- ¿Lucy?

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAH! ¡YO TE MATOOOOOO! - soltó su maleta y se lanzó hacia Tachihara para comenzar a estrangularle - ¡MUERE, MUERE Y MUERE! ¡TENGO QUE ACABAR CON LOS TESTIGOS!

- ¡¿Pe-pero qué te pasa?!

- Acabamos de llegar y ya eres tan popular - comentó un desinteresado Hirotsu sentado detrás de un stand – Eres afortunado, supongo.

- ¡¿Afortunado en qué?! ¡Y no te quedes ahí y ayúdame!

- ¡MUEREEEEEEEE!

- ¡AAAAAAAAH!

- ¡Tachihara! - una chica vestida con ropas negras, el pelo atado en una coleta y una mascarilla tapando su boca llegó hacia ellos y puso sus manos en los brazos de Lucy – No sé qué ha pasado, pero perdónale por favor.

- Gracias por venir a ayudarme, Gin, ¡pero no asumas que ya he hecho algo malo!

- ¿Gin? - Lucy le soltó y se quedó mirando a la chica que había acudido en su rescate - ¡¿Gin?!

- Sí... - tras comprobar que Tachihara estaba bien, Gin se la quedó mirando de arriba abajo – Esto... ¿nos conocemos?

- Soy... - su boca se encogió, si se delataba, aumentaría el número de gente que sabía que iba vestida así - Soy...

- Es Lucy – se chivó Tachihara después de recuperar aire.

- ¡CÁLLATE! - Lucy le pateó una pierna y el chico se quejó.

- ¿Lucy? - tras recorrerla de arriba abajo con la mirada de nuevo, al final pudo reconocerla - ¡Wao! No te había reconocido, es un cosplay muy bonito. Te queda tan bien.

- N-no es para tanto... - agachó la mirada, ya estaba de nuevo avergonzada - Tú... ¿tú también vas disfrazada?

Desde que conocía a Gin, solo la había visto llevando ropa femenina y colorida. Hermosos vestidos, su precioso biquini y por supuesto el elegante yukata del Tanabata, pero el día de hoy se veía de cierta manera... diferente. No reconocía sus vestimentas góticas como de un personaje de anime y mucho menos esa mascarilla que cubría su boca. ¿Habría decidido cambiar de look acaso? ¿Y qué hacía con Tachihara allí? ¿Y quién era ese viejo? Tenía tantas dudas.

- N-no es un disfraz, aunque... de cierta manera sí.

- Oye Gin, ¿qué haces aquí?

- ¿Eh? - la chica se quedó de piedra y sin palabras.

Gin prefirió dejar de mirar a Lucy a los ojos y juguetear con sus manos mientras pensaba en los peores escenarios. ¿Qué pensaría Lucy si descubre que dibuja manga yaoi de contenido adulto? ¿La miraría de manera rara? ¿Con asco tal vez? Habían congeniado bien durante las vacaciones en la playa. Ella no era la mejor relacionándose pues era tímida y temía ser mirada de manera extraña si se descubría a qué se dedicaba, por eso en ningún momento mencionó a Lucy en qué trabajaba. Su mayor miedo ahora mismo pasó a ser que Lucy quisiera dejar de ser su amiga cuando viese su manga.

- Pero Lucy, ¿no lo sabes? Mira bien, este es el stand de Lagarto Negro – Katai señaló hacia el cartel colgando encima del stand – Y si ellos están con este stand quiere decir que...

Lucy abrió en grande los ojos, Gin ya se veía venir lo peor.

- Lucy, verás...

- ¡¿Eres la mangaka de Lagarto Negro?!

Aunque quería contestar, un revoltijo de intranquilidad surgido en su estómago no le dejó. Para su buena suerte, Tachihara notó eso y se puso delante de ella.

- Sí, Gin es la mangaka del grupo Lagarto Negro y este viejo y yo somos sus asistentes. ¿Tienes algún problema con eso?

Lucy aplastó la cara de Tachihara con su mano y le apartó del camino. Cuando sintió a la chica tan cerca, Gin cerró los ojos esperando cualquier comentario asqueroso, pero eso nunca llegó.

- ¡No fastidies, soy tu fan!

- ¿Qué?

- ¡Sí, me he leído vuestro manga! Maldición, ¿por qué no me lo habías contado antes? Habría podido recibir un autógrafo desde hace tanto tiempo.

- ¿Fan...? - Gin pestañeó un par de veces confusa – Entonces... ¿no te doy asco?

- ¡¿Qué?! ¡¿Cómo me va a dar asco una mangaka tan buena?! ¿Puedo tener tu autógrafo?

- Sí... - Gin sonrió, un débil sonrojo adornaba sus mejillas – Claro que sí.

- Oye, oye ¿y a mí no me vas a pedir perdón por intentar estrangularme? No, para empezar, ¡¿por qué demonios intentabas estrangularme?!

- Oye, Gin, si eres una mangaka tan guapa y tan buena, ¿por qué tus asistentes son un viejo de 700 años y Tachihara? - Lucy ignoró completamente al chico - ¿No había ningún chico guapo entre tus opciones?

- ¡No me ignores!

Gin rio nerviosa, ¿chicos guapos? Pero si Tachihara es el chico más guapo que ha conocido en su vida. Y sí, Gin siempre será una eterna ciega enamorada y una mujer de un solo hombre.

- Lucy en realidad lo siente.

- ¡Pero si ella no se ha disculpado!

- Vamos, da igual.

- ¡No da igual cuando me estrangulan de la nada!

- No se lo tengas en cuenta, es nuestra fan.

- ¡Pero Giiiiiiin!

- No te enfades, no ha pasado nada malo – Gin cogió la caja que tenía Tachihara y se dio la vuelta, pero justo al hacer eso chocó de frente con una persona que acababa de llegar a sus espaldas y la chica cayó al suelo junto a la caja y los mangas que había en ella se esparcieron por el suelo.

- ¡Gin! / ¡Gin! - Lucy y Tachihara gritaron al mismo tiempo y se agacharon al lado de la chica, pero Tachihara se levantó a los pocos segundos para encarar al culpable de su caída.

- ¡Desgraciado, mira por dónde vas!

- ¿Estás bien? - Lucy la agarró de un brazo para intentar ayudarla a ponerse de pie.

- Sí, no ha sido nada serio – para tranquilizarla, Gin la sonrió - ¿Nos podríais ayudar a recoger los mangas que se han...?

- No te molestes – el sujeto con el que chocó Gin habló - La basura es mejor dejarla en el suelo.

- ¡¿Qué dices maldito gilipo...?!

Tachihara se calló cuando vio como el hombre usó su pie para pisar uno de los mangas y después patear otro para mandarlo lejos. Eso ya fue demasiado para el chico.

- Maldito imbécil - Tachihara agarró al hombre del cuello de su camisa - ¿Crees que me voy a contener porque seas un maldito viejo?

- Claro que no, de hecho, me decepcionarías si lo hicieras.

- Tachihara, pelearse está mal – le advirtió Gin después de ponerse de pie con la ayuda de Lucy.

- ¡Pero si ha empezado él!

- Ha sido un accidente ¿verdad?

- Claro que sí, señorita.

- ¿Ves?

- Pero... pero... ¡Pero Gin!

- Tachihara – Hirotsu se levantó y se agachó frente al stand para comenzar a recoger los mangas esparcidos por el suelo - ¿Qué ganas armando un alboroto?

- ¿Pero tú también, viejo?

- Vamos chaval - palmeó el hombro de Tachihara – Nadie se ha hecho daño.

- ¡¿Cómo que nadie?! ¡Has tirado a Gin al suelo!

- ¡Jajajajajajaja! - el viejo estalló en carcajadas – Pareces un perro fiel a tu ama, al final me vas a caer bien y todo. ¿Cómo te llamas, mocoso?

- ¿A ti qué mierda te importa?

- Yo me llamo Fukuchi Ochi – el anciano le tendió la mano, pero Tachihara no la aceptó.

Ahora que se preocupaba en fijarse en él, vio que quien tenía delante era un anciano de cabello canoso, un feo bigote curvado hacia arriba, unos ojos púrpuras apagados y con tres cicatrices en su mejilla derecha.

- Viejo, veo que el Alzheimer ha hecho que te confundas. Esto es una comiket, no un geriátrico.

- ¡Tachihara, para! - Gin se acercó a él, pero el chico no parecía tener intención de mejorar sus modales – Eso es tan grosero.

- ¿Grosero yo? ¡Grosero él! Ha pisoteado nuestro manga, si cree que se puede marchar de rositas pues lo lleva claro.

- No te preocupes por eso, no me pienso marchar – Fukuchi fue hacia el stand vacío situado frente al suyo y se sentó allí.

- Argh, este viejo demente, ¿qué haces ahí? ¿No ves que esta es la zona de mangakas?

- Tachihara, él es mangaka – le informó Gin a sus espaldas.

- ¿Ah? ¿Ese viejo?

- Vaya, vaya, señorita, ¿me conoces?

- Sí, Fukuchi Ochi, el líder del grupo mangaka de los Perros de Caza, ¿estoy equivocada?

- Para nada. Es agradable que la gente esté bien informada. Sois bienvenidos a mi stand, tú y tus amigos y me disculpo de antemano si te robo algún cliente.

- ¿Robar? - Lucy hizo un esfuerzo para aguantarse la risa - ¿Qué tiene de atractivo un manga dibujado por un anciano como tú? ¡Ja! Definitivamente necesitarías recibir clases de marketing, nadie te compraría ni un solo tomo.

- Jefe, ya estamos aquí.

Dos nuevas personas hicieron su aparición cargando con las cajas y la decoración del stand. El chico que había anunciado su llegada era un chico joven de cabellos blancos con los bordes de sus mechones coloreados de rojo. Iba con los ojos cerrados y de su oreja derecha colgaba un único pendiente con forma de cascabel. El chico a su lado debía tener más o menos su misma edad, su expresión era más seria y tenía el cabello castaño, corto y algo desordenado a excepción de dos únicos mechones largos que caían un poco más debajo de sus hombros. Sus ojos eran del mismo color que su pelo y debajo del izquierdo había tres pequeñas marcas que por la forma parecían pétalos de cerezo.

Lucy pestañeó un par de veces rápidamente y después suspiró profundo. Caminando hacia ellos con la mirada agachada, paró cuando estuvo lo suficientemente cerca como para meter la mano en una de sus cajas y sacar de allí uno de sus mangas.

- Me llamo Lucy~, ¿me lo firmáis? - pidió pestañeando de manera coqueta y guiñándoles un ojo después.

- ¡TRAIDORA! - gritó Tachihara furioso.

- ¡SON DOS CHICOS GUAPOS! ¡¿QUÉ OTRA OPCIÓN TENGO?!

- ¡ESA NI SIQUIERA ES UNA EXCUSA!

- ¿Quién es esta gente? - preguntó el castaño mirando hacia Fukuchi.

- Hmmm... - el albino, a pesar de tener los ojos cerrados, pareció captar sin problema todo lo que estaba pasando – Ya veo... Lagarto Negro ¿verdad?

- Sí - Gin asintió con la cabeza – Jouno Saigiku ¿verdad? Y Tetchou Suehiro, dos de los cuatros miembros de los Perros de Caza.

- Así es – Jouno meció su cabeza hacia un lado y el cascabel en su oreja sonó, tras dejar la caja que llevaba sobre la mesa de su stand, se agachó para recoger uno de los mangas tirados por el suelo y luego devolvérselo a Gin – Vaya, vaya, nuestro jefe se ha portado un poco mal ¿no? Es algo mayor para andar haciendo chiquilladas.

- Lo siento – Tetchou, que también había dejado su caja en el stand recogió en un par de segundos un montón de tomos y los apiló de manera limpia y recta de tal manera que ninguno se movía ni un ápice.

- Gracias – Gin aceptó el manga de Jouno pero sonrió tensa a Tetchou pues no podía coger todos los que él sostenía. Entendiéndola, el chico fue a su mesa y los dejó todos ahí.

- El viejo tiene dos chicos guapos y vosotros... - Lucy pasó de mirar con brillos en los ojos a Jouno y a Tetchou a mirar con decepción a Tachihara – Ay, pero que pena...

- ¡¿Por qué me miras así?!

- Jouno – Fukuchi llamó al albino - ¿Dónde está Teruko?

- Se separó de nosotros, dijo que tenía que asistir a un espectáculo de Odasaku Man.

- ¡¡AAAAAH!! ¡¡Odasaku Man!! ¡¡Es verdad!! Hay que llegar una hora antes del show o no tendrás sitio - pensó Lucy en voz alta.

- ¿Una hora...? Es un poco exagerado ¿no? - opinó Poe - Además, el público serán solo niños, no creo que tengan la paciencia de estar esperando una hora ente...

- ¡¡Odasaku Man gusta a todo el mundo, desde niños a adolescentes, incluso mujeres adultas y ancianas jubiladas!! Además, después del show puedes darle la mano, ¡¡¡DARLE LA MANO A ODASAKU MAN!!! ¡¿CUÁNTAS OPORTUNIDADES COMO ESTA OCURREN EN LA VIDA?!

- Pero... - abrumado por las llamas que despertaba Lucy, Poe tuvo que dar un poco hacia atrás - Pu-pudiste darle la mano en cualquier momento de las vacaciones...

- ¡COMO SI HUBIESE TENIDO EL VALOR PARA HACER ESO! Sin un motivo, habría pensado que soy una friki. ¡Pero aquí tengo excusa! - los ojos de Lucy brillaron, la chica se veía bien emocionada – Quien sabe, lo mismo Odasaku Man se me confiesa, no puedo perder esa oportunidad por llegar tarde - devolvió el manga que cogió a Jouno y salió corriendo - ¡Adiós Gin, adiós chicos guapos! ¡Y me refiero a esos dos, no a ti Tachihara!

- ¡Pero serás...!

- Nosotros también nos vamos. Adiós - Poe se despidió para seguir a Lucy. Katai hizo lo mismo.

- Adiós, Yamato Nadeshiko – como solo había una chica, Katai no se molestó en despedirse de nadie más y se marchó como si el resto no existieran.

- ¿Por qué nos fuimos de vacaciones con esa gente...?

- Pero fue divertido – Gin agarró del brazo a Tachihara y le devolvió detrás de la mesa junto a Hirotsu. La chica se sentó en una de las sillas y comenzó a devolver a la caja los mangas que Tetchou y Jouno la habían devuelto.

Tachihara no se sentó, se quedó de pie viendo como los dos chicos que acababan de llegar se ponían junto a Fukuchi. No puedo hacer otra cosa que fruncir el ceño.

- Esos imbéciles van y se ponen frente a nosotros. Es obvio que nos quieren robar clientes.

- Pero nosotros no podemos influenciar en la localización de las mesas.

- Argh, venga ya Gin, ¿no te jode que ese grupo de payasos venga a nuestro territorio y se porte como la mierda? Ese viejo de la era de los dinosaurios incluso te ha empujado.

- Ha sido un accidente.

- No lo ha sido.

- Bueno, ¿y qué? ¿Qué quieres que hagamos? ¿Dejo que te pegues con ellos? Si comienzas una pelea te expulsarán del recinto y yo te necesito a mi lado... ¡A NUESTRO LADO! - dándose cuenta tarde de lo extraño que había sonado eso último, Gin se enganchó con el rostro rojo al brazo de Hirotsu - ¿Ve-verdad, Hirotsu-san?

El más mayor suspiró y rodó los ojos. La idea de jubilarse sonaba cada día más interesante y tentadora.

- Sí, es cierto - habló sin ganas – Te necesito taaaaanto, Tachihara, como los girasoles al sol.

- Iugh... - el rostro de Tachihara se puso verde – Y-yo... no le doy a la gerontofilia así que... mejor olvídate de mí.

Como sabía que su deseo de golpear al viejo del bigote no se iba a cumplir, al final se rindió y se sentó junto a Gin. Mirando el stand de enfrente, frunció el ceño sin perder de vista ni un segundo a Jouno y Tetchou. ¿Qué decía Lucy? ¿Qué esos dos eran guapos? Pues no se veían para tanto. Él seguro que era cien veces más guapo. Después de todo esa había sido solo la opinión de Lucy, ella no representa la opinión de todas las mujeres del mundo. Mejor hacer una comprobación.

- Gin, ¿tú crees... que yo soy guapo?

- Para mí eres el chico más guapo del universo... ¡DIGO! ¡Para nosotros! - una vez más, Gin se enganchó del brazo de Hirotsu - ¿Ve-verdad, Hirotsu-san?

- Voy a necesitar un cigarro dentro de poco... - murmuró y luego volvió a hablar sin ganas como antes - Sí, es cierto. Eres el chico más guapo del mundo, Tachihara.

- Universo – le corrigió Gin.

- Lo que sea.

- ¡Iaaa! ¡Viejo, pero que asco! ¿Sa-sabes que soy hetero?

- Pensé que le dijiste a Gin que eras homosexual.

- ¡ESO FUE UN ERROR!

- Sí, sí, lo que digas.

- ¡QUE SÍ, QUE FUE UN ERROR!

- No deberías tener miedo de salir del armario.

- ¡¿Que armario?! ¡Para que te enteres, he visto desnuda a Gin, hemos estado juntos en la cama e incluso he tocado sus...!

- ¡¡Tachihara!! - como un acto reflejo por la vergüenza, Gin pateó la silla del chico y lo hizo caer al suelo. Solo cuando este estaba en el suelo es cuando se dio cuenta de lo que había hecho - ¡Ay, dios, Tachihara! ¿Estás bien?

- E-eres amable Gin... preocupándote a pesar de que eres tú la que me ha tirado...

- ¡E-es que te estabas yendo de la lengua!

Con dolor en el cuerpo y apoyándose en la mesa, Tachihara consiguió ponerse de pie encontrándose con la mirada burlona de Fukuchi al otro lado del pasillo. El viejo de verdad que le estaba haciendo hervir la sangre solo con estar allí.

- Gin.

- ¿Q-qué?

- Lo siento, pero me da igual si me expulsan del sitio. Si ese viejo vuelve a ponerte un solo dedo encima, juro que le arranco la cabeza.

Gin suspiró, Tachihara era siempre tan temperamental que resultaba algo infantil, pero es que esa faceta suya también le gustaba.

- Eso no me hará feliz, tonto – gracias a la máscara, consiguió ocultar la sonrisa que habían dibujado sus labios y el pequeño sonrojo de sus mejillas.

En el stand de los Perros de Caza, Jouno tomaba asiento al lado de Fukuchi que continuaba mirando atentamente la mesa de Lagarto Negro.

- ¿Está bien que los andes molestando tan pronto, jefe?

- Solo andaba jugando. Lo bueno empieza a partir de ahora.

- Demonios... que jefe tan problemático.

Jouno se encogió de hombros, a pesar de sus palabras, estaba sonriendo. En cuanto a Fukuchi, este miraba atentamente al grupo de tres. Iba a ser divertido, aunque el resultado sea predecible, después de todo, un perro puede acabar sin problema con un diminuto lagarto.  

Odasaku terminaba de ponerse su traje de Odasaku Man detrás del enorme escenario montado para su común pero popular espectáculo de Odasaku Man vs Gide. Cuando cogió la última parte que era la cabeza del superhéroe se quedó mirando su reflejo en los ojos del muñeco. Era un rostro serio, no, ni siquiera eso, no denotaba ningún sentimiento, aunque eso era típico en él. En cambio, ese peluche gigante que luchaba contra el mal tenía una enorme curva en sus labios.

- ¿Será por eso...? - murmuró.

Hace poco había ingresado a un juego de realidad virtual solo porque se veía interesante, pero resulta que había varios de sus conocidos allí dentro, entre ellos Atsushi que era víctima de un monstruo gigante que le estaba metiendo mano así que no le quedó de otra que unirse a la batalla contra el pulpo. Habría hecho lo mismo si en lugar de Atsushi hubiese sido cualquier otra persona, pero cuando tuvo al chico entre sus brazos, se alegró de que hubiese sido él.

Después de que el pulpo quedase derrotado, se esperaba recibir un abrazo o algo así pero cuando se quiso dar cuenta, Atsushi no estaba junto al héroe que le había salvado del monstruo, estaba al lado del príncipe que había fallado en rescatarle. ¿Por qué?

Debería alegrarse por Dazai, pero es que... no lo hacía.

Sus mejillas se tensaron un poco cuando intentó que quedasen estiradas hacia arriba en un extraño intento de sonreír. Lo intentó y lo intentó un par de veces más pero no había manera. Él no podía sonreír de verdad si no estaba realmente feliz. Envidiaba a Dazai en parte por ello, él puede sonreír todo el rato, en revistas, en reportajes e incluso en conciertos. Él en cambio se tiene que ocultar detrás de una enorme cabeza de peluche para luchar contra los malos con una sonrisa.

Se preguntaba... si Atsushi le hubiese abrazado después de vencer al pulpo... ¿habría sonreído?

- Odasaku.

Una voz a sus espaldas interrumpió sus pensamientos. Al darse la vuelta se encontró con Dazai que le miraba con el ceño fruncido.

- Dazai...

- ¿A qué ha venido lo de antes?

- ¿El qué?

- Sabes de lo que te estoy hablando. ¡Robaste mi momento! Yo era quien debía salvar a Atsushi-kun y ganarme el derecho a descansar sobre sus muslos.

- Ah... eso.

- ¡Maldición! ¿Cuántas oportunidades así crees que tengo?

- Hmmm... ¿lo siento?

- ¡No te disculpes si no eres consciente de lo que has hecho mal! - tras ese último grito, Dazai cogió aire y se tranquilizó. Estando menos agitado, miró seriamente a su amigo – Deja de coquetear con él.

- ¿Qué?

- ¿Crees que no lo noto? A lo mejor para cualquiera le es más difícil notarlo, pero por favor, te conozco desde que éramos unos mocosos.

- Mi intención no era coquetear con él. Nunca intentaría algo con un chico del que se ha enamorado un amigo.

- ¡¿QUÉ?! - sus palabras colorearon de rojo el rostro de Dazai pero se desabrochó un poco la camisa para que le llegase más aire al cuerpo – Creo que ya te dije que Atsushi-kun no me gusta de esa manera.

- Has dicho que me conoces desde que éramos dos mocosos, yo te conozco desde ese tiempo también y sé por ello que estás enamorado. ¿Por qué no sales ya con nadie? ¿Por qué no te acostaste con Sasaki cuando volvió? ¿Por qué te importa no haber quedado bien con Atsushi? Al Dazai del instituto le habría dado igual, si no quedaba bien delante de una chica, buscaría a otra, pero el Dazai de ahora mismo no. Ahora solo te importa que Atsushi te vea bien.

- Eso no... ¿Y tú qué?

- ¿Yo qué?

- Me pones todo el rato de excusa.

- ¿Excusa para qué?

- ¡Eres tú al que le gusta Atsushi! - gritó tan alto que su garganta comenzó a picar, pero al menos consiguió sacar aquello que llevaba ya un tiempo pensando – Pero no te atreves a hacer nada y por eso me usas a mí como excusa. ¡Vamos, admítelo!

Odasaku apretó con fuerza la cabeza del traje en sus manos y bajó la mirada al suelo.

- ¿Y si así fuera...? - al final levantó la cabeza, enfrentado sus orbes azules contra los castaños de Dazai - ¿Y si fuera así? ¿Y si me gustase Atsushi? ¿Qué harías entonces?

- Eso no...

- No tendrías derecho a molestarte, ni a enfadarte, ni a nada porque a ti no te gusta. Si fuese mi novio, no me haría gracia que dejase a otros hombres dormir en su regazo, pero sé que eso no es lo que a ti te molesta. Más importante que dormir en su regazo, lo que a ti de verdad te importa es dejar de ser el centro de su mundo.

- Pero tú... ¡¿por qué me vienes ahora con todo esto?!

- Porque me mantengo detrás esperando que des un paso que sé que no vas a dar y me empiezo a preguntar por qué. Si en el futuro pasa algo entre nosotros que no es de tu agrado, no estaré dispuesto a escuchar tus quejas.

- ¡¿Y qué me dices con eso?! ¡¿Te vas a confesar o qué?!

- ¿Y por qué no? Puedo hacerle feliz, más feliz de lo que podrías hacerle tú.

En aquel momento, el cuerpo de Dazai se movió solo. No supo en qué momento sus brazos se estiraron con violencia hacia delante y empujaron a Odasaku al suelo. La poca movilidad del traje no le permitió hacer nada para parar su caída. La cabeza del disfraz salió rodando hasta chocar con los tobillos de Ango que se encontraba revisando junto al staff que todo estuviese listo para la presentación de Odasaku Man. Al percatarse de la parte del disfraz suelta que había llegado allí, buscó al dueño y se encontró con Odasaku en el suelo y con Dazai delante de él.

- ¿Pero qué...? - tras agacharse para recoger la cabeza, se acercó a sus amigos - ¿Qué está pasando aquí?

Antes de contestar, ambos chicos se miraron. Dazai tenía la respiración agitada y el ceño fruncido. Se notaba que lo que acababa de hacer había sido un acto no planeado por su cerebro sino por su corazón, eso Odasaku lo entendía bien. En cuanto a Oda, este no mostraba ningún gran cambio en su rostro estoico a pesar de haber sido tirado al suelo por alguien que hace tres segundos se podría haber denominado su amigo.

- ¿Hola? ¿Os ha comido la lengua el gato o qué?

- Me tengo que ir – Dazai por fin se dispuso a hablar, a Ango le extrañó que usase un tono tan serio y que encima ignorase su pregunta inicial.

El castaño se dio la vuelta y dio un par de pasos para marcharse. Odasaku se puso de pie con ayuda de Ango y sacudió el polvo de su disfraz. Aprovechando que Dazai no estaba lo suficientemente lejos, decidió dejarle una última verdad.

- ¿Sabes por qué eras un príncipe en el juego? Porque los dos sois figuras demasiado idealizadas. Al final, cuando el cuento acaba y cuando tú dejas de grabar, ambos os volvéis humanos normales, que no saben cómo afrontar el día a día, confusos y que en vez de enfrentar sus sentimientos de frente preferís esconderos debajo de una piedra. No me extrañaría que al abrir el cuento de nuevo os hubieses transformado en sapos. 

Le escuchó perfectamente, pero eso no quería decir que tuviese ganas de contestarle. De lo único que tenía ganas era de mandar todo a la mierda, marcharse de este lugar y coger el primer tren a Yokohama. Que mala idea había sido asistir a este comiket. Atravesó la multitud para regresar a su camerino, no se molestó en intentar reunirse de nuevo con Kunikida, Atsushi y los demás. Ya se inventaría una excusa cuando estuviese más tranquilo. Por el camino se cruzó con alguna fan, pero tuvo que ignorarlas, no estaba de humor para saludar, fingir una de sus estúpidas pero populares sonrisas y firmar autógrafos. También decidió ignorar los saludos del personal de staff, hasta él admitía que estaba siendo un borde al ignorar a esa gente que no tenía nada de culpa de lo que había pasado, pero es que ahora mismo solo quería encerrarse en el camerino y chillar por la rabia.

Cuando llegó a su destino se metió allí dentro y cerró de un portazo. Seguro que los carteles con su nombre, el de Atsushi y Ranpo habrían temblado ahí fuera por ello. Apoyando la frente y los puños contra la puerta cerró los ojos e intentó contar hasta diez, pero la rabia del momento pudo más y dio una patada acompañado de un grito.

- ¡MIERDA!

A sus espaldas pudo escuchar como alguien ahogaba un grito por la sorpresa de su enfado. Al darse la vuelta se encontró con Atsushi sentado en el sofá del camerino con sus manos contra su pecho, tal vez para calmar a su corazón por el repentino susto de su actitud. Se veía como un gatito que se había llevado el susto de su vida y que no entendía el motivo. No era justo verlo así.

- Perdón... - separó sus manos de la puerta y le dedicó una sonrisa o al menos lo intentó - ¿Te... te he asustado?

- N-no, es solo que... no me esperaba el golpe y el grito.

- Ya... - rascó su cabeza – No tendría que haberlo hecho, si rompo algo, Kunikida-kun me perseguirá hasta el infierno.

- ¿Se encuentra bien?

A pesar de que había sonreído para calmar a Atsushi, parece que no lo había conseguido pues en la expresión del albino se denotaba preocupación.

- Sí, es solo que...

- ¿Consiguió hablar con Oda-san?

El escucharle mencionar al otro hizo que Dazai tuviese que apartar la mirada, esa acción no pasó desapercibida por Atsushi.

- ¿Ha pasado algo?

- No... nada...

- Seis.

- ¿Eh?

- No me dice la verdad y eso le suma un nuevo mordisco acumulado. Por favor, a mí puede contármelo.

- No sé si...

- Por favor – le suplicó presionando una de sus manos contra su pecho, dejando marcado el amuleto debajo de su camisa – Si tiene una preocupación, me gustaría escucharla.

- Es... es algo difícil negarte algo ¿lo sabes? - Dazai suspiró y tomó asiento en el sofá, pero mantuvo las distancias con Atsushi dejando un par de asientos de distancia – He discutido con Oda.

- ¿Por qué?

- Por... - por un segundo miró a Atsushi, a esos preciosos ojos que solo reflejaban preocupación por su culpa – Por nada.

- Siete, es otra mentira más. Sé que Oda-san y usted son buenos amigos, no se pelearían si no fuese por algo importante. ¿Cree que si lo hablan podrían arreglarlo?

- No sé.

- Pero discutir con sus amigos está mal. Tienen que hacer las paces.

- No creo que sea tan fácil.

- Pero...

- Atsushi-kun.

- ¿Sí?

- ¿Por qué has vuelto al camerino?

- Quería buscarle, pero si lo hacía acabaría perdiéndome y causaría problemas a los demás así que opté por quedarme aquí y esperarle.

- Ya veo, ya veo... oye, ¿estaba bien disfrazado de príncipe?

- ¡Sí! Le quedaba bien.

- Gracias, tú también estabas bien de gatito erótico.

- ¡Era claramente un tigre!

Se quejó y después escuchó unas risas forzadas de parte de Dazai. Era obvio que el mayor no se encontraba bien y que tampoco quería contarle qué era lo que había pasado exactamente con Odasaku. Estando así las cosas, no sabía bien qué podría hacer para animarle, pero tal vez bastase con lo mismo que hacía Dazai con él.

Simplemente se quedaría a su lado.

- Dazai-san.

- ¿Mm?

Miró en la dirección de Atsushi y como este palmeaba su propio regazo. Al alzar la mirada hacia el rostro del albino este solo sonrió y asintió con la cabeza. No necesitó más, como un peso muerto, Dazai se dejó caer en el sillón, aterrizando su cabeza en el regazo de Atsushi. No tardó en sentir como los dedos del chico se pasaban sobre su cabeza para acariciarla y conseguían adormecerle.

- ¿Se encuentra un poco mejor?

- Sí...

- Me alegra.

Dazai giró su cuerpo, quedando su rostro en dirección al estómago de Atsushi y pasando uno de sus brazos detrás de él para quedar abrazándole.

- ¿A-Atsushi-kun?

- ¿Sí?

- ¿Podemos... podemos quedarnos un rato más así?

- Sí - pasó uno de sus dedos debajo de uno de los ojos cerrados de Dazai para recoger una pequeña lágrima que escapaba por ahí - El tiempo que usted necesite.

Dazai se apretó más contra el cuerpo del chico y cerró con más fuerza los ojos para que ninguna lágrima más se escapase. Nunca en su vida se habría imaginado que acabaría peleando con Odasaku y mucho menos llegando a empujarle.

A veces le daba asco la vida de adulto y pagaría cualquier precio por volver a esa época estúpida y despreocupada de adolescente.

A aquella época en la que ni en sueños se le habría ocurrido empujar a uno de sus mejores amigos.

En un ambiente tan agitado, lo peor de la comiket no había hecho nada más que empezar.  


Hola!!! Hasta aquí el capítulo. No se vayan sin ver su meme. 

¿Por qué me harán gracia estas cosas tan tontas? Es una pregunta sin respuesta. 

¡Y la comiket no acabado! Si creen que esto ha sido malo, todavía viene lo peor. 

Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el próximo capítulo. 

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