Epílogo
Milo
¿Qué clase de lugar es este? ¿Acá atrapa Crawford a todo el que secuestra? ¿Por qué camino en la nada y Loid flota en una burbuja? ¿Acaso puedo alcanzarlo y sacarlo de ahí?
Tantas preguntas sin respuesta.
―¿Te ayudo? ―Oigo detrás y me giro.
La tensión que sentía desaparece.
―¡Ace!
Corro hasta él, dándome cuenta de que, al acercarme, la nada misma ha desaparecido y ahora estamos en un descampado. Aunque Loid sigue flotando en esa burbuja amarilla, sin poder salir de esta.
―Qué grande que estás. ―Sonríe el adivino y vampiro.
―No te ves preocupado, aunque no debería sorprenderme.
―Llevo mucho tiempo aquí y puedo entender varias cosas, es un sentimiento agridulce, el cual nos revelará verdades confusas.
―Tú ya eres confuso de por sí, siempre olvido que hablas raro. ―Señalo el cielo―. ¿Sabes cómo bajar a Loid?
―Estará bien, no te preocupes.
Frunzo el ceño.
―Es probable que Crawford me amenace con lastimar a Loid, si no lo ayudo, así que nada está bien.
―Un escorpión es letal, pero con el debido cuidado, su veneno no lastimará.
―Sé más explícito.
―No puedo, soy un adivino. ―Se ríe.
―Como sea, no me estás ayudando.
―Cuando te ataque, no lo mates, va a ser mejor de aliado. ―Me guiña.
―¿Qué? ¿A quién?
Un portal se abre y veo a una chica, llegando, la cual salta y quiere golpearme. Pongo mis manos en cruz para defenderme de la energía negativa.
Magia negra.
―Odrelion, sus voces. ―Me doy cuenta.
―El nombre de este cuerpo es Silas, y venimos a cobrar una deuda, tú nos mataste en el futuro.
Miro a Ace.
―¿Por qué quisiera ser aliado de este? ―le consulto―. ¿No se había muerto? ¿No iríamos a una tal "dualidad estelar"?
―Aquí nada tiene lógica ―responde el adivino―. El tiempo es relativo, Crawford lo mueve a su antojo, antes de ir ahí, hay que acabar la historia.
―¡¿Por qué hablas en trabalenguas?! ―me quejo.
―Yo hablé muy claro.
―¡Ay! ―grito cuando Silas me golpea y caigo al suelo―. Bien. ―Me levanto, rápido―. ¿Qué culpa tengo yo de que Crawford te secuestrase? Ayudémonos, ¿no fue mi intención matarlos en el futuro o lo que sea que hice? ―digo, confundido, sin entender.
―Te escuchan. ―Vuelve a hablar en singular.
―Silas, ¿cierto? ―consulto, entonces asiente―. Si queremos que esto funcione, debemos ayudarnos entre sí, sin levantar sospechas.
―Bien, necesito recuperar a mi novia.
―¡¡Y yo a la mía!! ―grita Loid desde el cielo, en el cual sigue flotando.
―Y yo a mi amor no correspondido. ―Lo señalo.
―Yo a mi sobrino ―agrega Ace.
―Genial. ―Oímos unos aplausos, entonces vemos llegar a Crawford. Esta vez su apariencia es la de un cazador―. Todos tienen algo en común.
―Crawford ―expresa, furioso, Silas―. Escúchame...
―Todos necesitamos una explicación, claro, pero no las tengo.
Un portal se abre, entonces sale una limusina de allí. El que conduce, estaciona rápido, luego baja y corre hasta nuestro secuestrador.
―Mi señor. ―Se inclina el chófer para reverenciarlo.
Crawford lo mira de mala manera, parece que hay una brecha entre ellos, por alguna extraña razón.
―¿Qué quieres?
―Vagdae...
―Sí, lo vi ―dice, molesto―. La organización ya me descubrió.
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