Día 3
Estoy observando por la ventana. Mi próxima clase es muy tarde, así que no tengo nada que hacer. Veo como a una tropa llegar a la entrada de la universidad. Dos de esos hombres visten gracioso, uno parece un mayordomo y el otro un cazador de las películas de monstruos. ¿De dónde habrán salido estas personas tan raras? ¿Acaso hay una fiesta de disfraces y no me entere? Como sea, iré a ver qué está haciendo el amor de mi vida.
Busco a Salah, pero no se encuentra en la biblioteca como siempre. No la hallo en otras clases, así que me deprimo. Se me prende la lamparita, entonces se me ilumina la emoción de nuevo.
¡El sótano!
Otra vez está intentando entrar allí sin conseguirlo, se pelea con la puerta, pero no hay caso. Veo su espalda mientras forcejea con la cerradura, sin embargo, dejo de aproximarme, cuando noto que en su ropa hay sangre. De hecho, hay varias personas muertas en el suelo.
―¿Salah? ―Me asusto.
Se gira, en la cara también le ha salpicado sangre. En definitiva, ella hizo todo esto. Tengo miedo, aun así, no me voy.
―¿Vas a matarme? ―consulto, cuando se me aproxima.
Me tenso en el momento en que se detiene a pocos pasos de mí.
―Ni al caso, aunque me denunciaras, yo saldría ganando.
Escuchamos las pisadas y noto que es aquella tropa que vi en la entrada de la universidad. Salah se altera, corre hasta la puerta, espía un poco y luego la cierra con bastante velocidad.
―Mierda, cazadores ―se queja―. ¿Cómo me descubrieron?
―¿Cazadores? ―Quedo confundida.
Se da la vuelta a mirarme, enfadada, así que me sobresalto.
―Ni se te ocurra gritar ―amenaza.
―¿Cambiaste de opinión? ―pregunto―. Hace nada me dijiste que saldrías ganando, y ahora mírate.
―Me refería a la policía, ¿y por qué estás tan campante? Maté a todas estas personas, no te ves asustada. ―Bufa.
―No me has asesinado aún, ¿por qué será? ―Pongo la mano en mi barbilla, mientras intento analizar la situación―. ¿Será que nos conocemos?
Salah se sobresalta.
―No digas estupideces. ―Sus mejillas están rojas.
¡Ah, es hermosa!
―¡Cásate conmigo! ―chillo.
―¿Estás loca? ―Me mira, desconcertada―. Y baja la voz, nos descubrirán.
―No sé qué me pasa contigo, estoy obsesionada. No me ocurría esto desde... ―Me callo y mis mejillas arden―. Silas. ―Pienso en mi amor de la infancia, un vecino que desapareció de forma repentina, hace mucho tiempo―. Y sus nombres se parecen, pero... sería ilógico.
―Por supuesto que es ilógico, estás hablando de un chico.
Me le quedo observando, fijamente.
―No puede ser, ¿eres Silas?
―En definitiva, estás loca, ¿cómo podría? Soy una chica.
―¡¿Te cambiaste el género?! ―chillo.
―¡¡No!! ―grita, alterado―. Y baja la voz ―intenta susurrar.
Rápido me cubro la boca.
―Pero debes serlo, Silas también era un sádico, loco y asesino, la policía lo estaba buscando cuando desapareció, luego lo dieron por muerto. Lo sé, te cambiaste el género para que no te descubrieran, ahora está todo claro para mí.
―¡¿Estás loca?! ¡¡No me cambié el género por voluntad!! ―Se altera, luego reacciona, dándose cuenta de que lo admitió―. Ah, maldita sea. ―Se golpea la cara―. ¿Por qué tú siempre me arruinas todo, Nam?
―Entonces es cierto. ―Quedo en shock, luego me sonrojo, agarrándome los cachetes―. Igual no me importa, seas hombre o mujer, me gustas en todas las formas.
―Y tú me irritas, no hay forma de que desistas. Eres una desequilibrada, no tienes remedio. Amas a un desquiciado como yo, soy una mala persona, y ahora también una chica.
―Y te encanta mi obsesión por ti. ―Me río.
―Bueno, sí, puede ser. ―Rueda los ojos―. ¿No vas a preguntar por qué soy una chica?
―¿Por las voces de tu cabeza? ―digo, confundida, pues es lo que respondió antes, con respecto a eso de la magia negra y quizás ese algo que se fumó―. ¿Ahora me vas a decir que eres un ser sobrenatural y te están buscando?
―Puede.
―¡¿Qué?!
Me desmayo... literal.
―¡¡Nam, por todos los cielos!!
¡Feliz año nuevo! Saludos, Vivi.
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