<<Paciencia>> es un dictador. Meticuloso y gran ajedrecista. Fue en universidad que logró someter a una cantidad importante de voces en mi mente. Y le agradecí. Por un tiempo.

En el transcurso de los meses y los años que descubrí que <<paciencia>> había engendrado una hija. <<Indiferencia>>. Una mañana me encontré con paciencia, ya que era de la voz con la que más platicaba.

–¿De dónde vienen las voces?

–De ninguna parte. Existimos, nos transformamos y a veces desaparecemos.

–¿Que hay sobre indiferencia? ¿Ella es tu hija?

Paciencia vestía con ropa descuidada y sandalias viejas. Sin embargo permanecía perfectamente peinado y era apuesto.

–Indiferencia soy yo. Solo es una transformación de mí mismo. A final de cuentas, ¿No son los hijos exactamente eso? Un miedo a no morir, un deseo de transformarse. Esperar que la siguiente generación no cometa las mismas asquerosidades que la presente.

–¿morirás?

–Claro, todos lo hacemos. Aunque sobreviva en indiferencia, al final, tarde o temprano veré mi fin.

Paciencia se puso de pie y se dirigió hacia la puerta donde estábamos. Giro el pomo y se abrió ante mí una imagen campirana. Era el lugar donde yo había visitado a la abuela, pude sentir el calor húmedo entrando entre mi ropa. Paciencia se agachó a mirar el paso firme de una hilera de hormigas.

–Creo que deberías de hacer algo diferente- dije yo.

–¿para qué?, al final no haremos ninguna diferencia en nuestras existencias. Debemos de hacer aquello que nos guste y plazca. Existimos por ello.

–No te entiendo– respondí

–Y no te obligo a que lo hagas, simplemente toma una decisión y síguela. Hasta que encuentres el final, hasta que te aburras o hasta que escojas una opción mejor.

Permanecí en silencio. Conocía a paciencia y utilizaba la defensa como su arma predilecta. No pelearía conmigo, por el contrario me daría la razón. Apoyaría todas y cada una de mis opiniones hasta que yo quedara cansado. Entonces, cuando ya no tuviera fuerzas para pelear ni argumentar nada, llegaría conmigo y con una mirada paternal me diría que hacer.

Aquel día no quería hacerle caso. No pretendía seguir su juego, por lo que una pregunta curiosa cruzó por mi mente y decidí hacerla para cambiar un poco el tema.

–¿Has visto a <<necesidad>>?

Paciencia dibujó una sonrisa en la comisura de sus labios. Esa sonrisa que me atemorizaba viniendo de tan "gentil" personaje. Me recordaba a <<Orguyo>> excepto que este último era una voz fácil de distinguir y cuando aparecía, encendía mis alarmas de manera instintiva.

Sin embargo en el interior de paciencia habitaba algo que no podía distinguir. Era como si fuera un monstruo disfrazado de benignidad. Cuando miraba atentamente a paciencia podía distinguir una sonrisa maquiavélica en sus triunfos.

–¿Necesidad?– Con su dedo índice golpeó su mentón como haciendo memoria–. O sí, me la comí. No puso resistencia. Estaba cansada. No te preocupes, le canté. No sufrió.

Desconocía la escena de lo que acababa de oír. Pero recordé a humildad; con las vísceras de fuera y las costillas rotas. Me alejé un par de pasos de paciencia y él volteó a mirarme.

Sonrío. Distinguí dulzura en sus labios y un poco de... Humildad.

–No te preocupes. Nacerá de nuevo. Todos lo hacemos. Morirá de nuevo. Todos lo hacemos.

–¿Quiénes son ustedes?– A cada paso que me alejaba, paciencia se acercaba un paso más.

–Somos tú. Tú eres nosotros. Vamos, tantos años y no lo has distinguido. ¿Qué piensas hacer? ¿Platicarle al mundo sobre nosotros? Adelante. Dudo que te crean. Pero hazlo.

–Voy a buscar ayuda– Un paso más me alejaba, un pasó más <<paciencia>> se acercaba a mí–. Un psicólogo me ayudará.

­–Sabes que no puede. Somos tu vida y no puedes negarte a la vida. Eso es suicidio. Y tú no quieres hacer eso ¿Cierto? Puedes escribir sobre nosotros, quizá al menos te vuelvas un buen escritor. Y quien sabe, probablemente "Orguyo" te agradezca esos trozos de triunfo que puedes obtener. Vamos, inténtalo.

–Aléjate, déjame salir. Quiero irme.

Por favor lector. Por favor, ayúdame. Temo más a paciencia que a "orgullo" "ira" y "rebeldía" juntas.

–Déjame regalarte algo, responderé a tu pregunta. Prometimos no mencionarte nada para que no te causara una impresión grande. Pero creo que ya tienes edad para saberlo. ¿Recuerdas a que edad supiste como nacían los bebés? Bueno, hoy aprenderás algo mejor.

Paciencia dio media vuelta y se alejó. Tomo una silla, su postura había cambiado, ahora el dominaba la situación, yo deseaba que aquello acabara.

–Nosotros no nacemos, no morimos. Nos reciclamos. Incluso "Orguyo" no necesita comida. Él lo hace porque disfruta la sensación de carne cruda en su boca, solo eso. "Necesidad" nacerá de mí, quizá como ella misma o tal vez con una nueva esencia. Anhelo, deseo, ¿qué se yo? Dejo que la vida nos sorprenda. Aquello que llamas las voces en tu cabeza se reciclan dentro del creador que eres tú–Paciencia apoyaba el mentón sobre sus palmas cruzadas–. Sin embargo, hay algo que siempre me he preguntado. ¿Qué pasaría si el creador fuera comido?

Paciencia se lanzó sobre mí dispuesta a morderme, yo grité con miedo. Estaba sudoroso, temblando y en mi cama.

Hoy me siento cansado, no dormí bien, soñé con un hombre apuesto de vestimenta roída. Pero no puedo recordar nada más. 

Siento  además un pequeño dolor constante en una de mis costillas. Creo que debo visitar un médico.