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5|De nerd, solo las gafas

«Desde Austen hasta Brontё, el ser humano se ha centrado más en idealizar los sentimientos, en lugar de vivirlos».

♡♡♡

Caminaba sin sentido por la habitación desde hace dos horas. No debería estar nerviosa, era un aburrido trabajo de latín.

«Exacto, no era el qué sino ¨quién¨ me hacía resonar el suelo de madera como si bailase claqué».

Seguro los del piso de abajo estaban planeando atascar el ascensor la próxima vez que lo usara.

¡A partir de mañana bajaré por las escaleras!

Miraba el reloj. Diez en punto y seguía sin aparecer, no era capaz, ni tan siquiera, de enviar un mensaje de texto para excusarse. ¡Menudo imbécil! Mi paciencia tenía un límite y hace dos minutos se volcó la copa.

Me puse el pijama y leí algo antes de dormir, debía disfrutar esa noche sin la bruja husmeando en mi vestidor, intentando desaparecer todo lo que no fuese de color negro. Probablemente era la única vez que lograba convencer a Natalia de ir a dormir con Heather y Jules.

No podía dejar de mirar el reloj. Pasaban los minutos y se volvía cada vez más difícil concentrarme en la lectura. No cuando tenía su voz metida en la cabeza, devorando mis pensamientos.

«Estaba claro que no iba a venir. ¿Por qué seguía esperando?»

Unos toques en la puerta... «¿Será Natalia?». Seguro Heather la mandó a la mierda y no tiene dónde dormir, o quizás Jules confirmó sus teorías sobre su hermano, en cualquiera de los casos, no me quiero imaginar sus índices de cabreo.

Dejé mi libro en la mesita de noche y abrí la puerta. Para mi sorpresa, no era la sarcástica y malhumorada de mi amiga sino el capullo que me había hecho esperar como si fuese el mismísimo príncipe de Gales.

—¿Qué mierda haces aquí? —Estaba mosqueada; pero es comprensible cuando llevas dos horas mirando las malditas manecillas del reloj.

—Menudo recibimiento —Se apoyó en el marco de la puerta y bajó su mirada.

Sus ojos se oscurecieron cuando recorrieron mis piernas desnudas. Con el mismo descaro continuó por todo mi cuerpo hasta perderse en mis pechos. Podía sentir mis mejillas arder de la vergüenza.

—Aunque vale la pena soportarte, solo por las vistas —Su sonrisa se ensanchó. Sabe que consiguió ponerme nerviosa, lo que suma otro punto a su favor.

«Detesto que tenga este efecto en mí».

—¿Puedo pasar? —Asentí con la cabeza.

Las palabras se atascaron, otra vez, y quedé como una idiota frente a sus narices. Una vez dentro, cerré la puerta detrás de él y sentía su mirada escanearme sin pudor alguno.

«¡Mejor me cambio, antes que consiga ponerme más nerviosa!»

—¿Podrías... darte la vuelta? Necesito cambiarme —Expliqué y se encogió de hombros.

—Pedirme que no te mire es como pedirle a un ciego que sí lo haga, es absurdo —Caminó hasta mi librero con aire indiferente.

—Hablo en serio, Nicholas —Intenté parecer ruda, pero fracasé en el intento.

—¿Y qué te hace pensar que yo no lo hago? —Está científicamente probado que hacerme enojar es inherente en él.

—Eres un imbécil.

—Tienes que ser más creativa Elizabeth —Recorría los libros con sus dedos, inerte de su alrededor; pero a la vez, pareciese que analiza todo en segundos, descifrando cada detalle, cuan caso de Conan Doyle.

Discutir con un cascarrabias como Nicholas era un caso perdido. Me cambié frente a él. Escondí mis piernas paliduchas en un pantalón holgado y los pezones, que sobresalían de la tela traslúcida del pijama, los cubrí con un suéter. El muy cínico volteó a ver mis bragas y como si nada, continuó rebuscando entre mis libros.

—¿Haremos el trabajo hoy o solo has venido a molestar?

—No me puedo creer que tengas tantas novelas románticas —dijo entre risas, pero con cierta incredulidad en su rostro.

«¿Eso a qué viene ahora?».

Para mi asombro, seguía perdido en sus pensamientos e ignoró por completo mi pregunta de apenas segundos.

—El amor no es como te lo cuentan en los libros; ¿sabes? En la vida real es un eufemismo más que idealizado por los escritores, esos que no describen todas sus caras. Lo cierto es, que te puede hacer sufrir más de lo que llamarías tú amar.

Sus palabras abatieron contra años de utopía construida en bases a esos libros. Cientos de novelas románticas y todas hablan del inefable sentimiento, pero pocas del vacío y el dolor que lo acompaña. Años de espera, con la esperanza de que llegase alguien que cumpla las expectativas que crearon esas historias.

La realidad se volvió mi Goliat.

—Esas novelas de las que hablas son mi escape, Nicholas. Escribir también lo es. Recuerda que cada quién tiene una visión distinta de la vida y los sentimientos, no necesito enamorarme para crear una historia de amor.

—Corrección, tienes miedo a darlo todo y, aun así, hieran tu corazón. Se vuelve tu refugio y barrera a la vez —Hizo una pausa y se acercó hasta colisionar nuestras miradas —Quieres ser escritora, entonces; ¿por qué seguir ajustándote a estilos y tramas desgastadas? Aunque está claro, para escribir una historia de amor distinta, real, primero hay que vivirla, ¿no crees? —A estas alturas ya estaba completamente perdida en sus palabras. Después de todo... «el capullo tiene razón».

—Ya sé, es solo que...

—Mira, Elizabeth —Me interrumpe, con su voz apacible —Escribir no se trata solo de la capacidad de dejar volar tu mente sino; también, del cúmulo de experiencias —Realizó una pausa; sin embargo, me observaba tan callada que continuó sin pesar —Respóndeme algo —Dudé por un momento, pero terminé asintiendo —¿Cuál es tu libro favorito? Y por favor no me digas que ¨Orgullo y Prejuicio¨ o ¨Cumbres Borrascosas¨ porque juro que me lanzo por la ventana —Una pequeña risa apreció en su rostro.

—Capullo —Dije casi en un susurro imperceptible y me limité a responder —Mi libro favorito es ¨Al faro¨. ¡Qué lástima! Confieso que habría escogido a Jane Austen solo por verte caer por la ventana.

—Bueno quizás en otra ocasión —Me guiñó un ojo y tomó el libro en sus manos.

—Así que Virginia Woolf, ¿eh? ...¨Todo es efímero como el arcoíris¨ —Dijo pasando sus dedos entre las páginas.

—...¨Una luz aquí requiere una sombra allá¨.

—...¨Porque nuestra penitencia merece solo un vistazo; nuestro esfuerzo solo un respiro¨ —dejó el libro en la cama y se acercó tanto, que mis palabras se escapaban como suspiros, arremetiendo contra sus labios.

—...¨No hay nada más aburrido y pueril e inhumano que el amor, pero, que, al mismo tiempo, es bello y necesario¨.

—...¨Porque nada era simplemente una cosa. El otro faro también era cierto¨

Me abstraje en mis pensamientos, intentando recordar otra frase, pero trago en seco cuando su dedo índice selló mis labios.

—Elizabeth, no sigas.

«¿Son imaginaciones mías; o su voz se ha vuelto más ronca?»

—¿Po... por qué? —Ay por Dios, díganme que no me escuché tartamudear.

—Porque si una palabra más sale de tu boca dejaré de comportarme, ¿Te queda claro? —Asentí. No tenía idea de a qué se refería, pero siendo sincera, me dio miedo averiguarlo.

«Aunque me cueste admitirlo, Nicholas tiene el poder de dejarme sin palabras».

Comenzamos el trabajo luego de tanto divagar. Sentados en la cama, yo a una distancia considerable, él reposando su peso en el cabecero. Sus ojos dorados me miraban en fugaces momentos mientras tomaba notas de los textos sugeridos en clase. Concentrarme no era nada fácil si cada vez que volteo a verlo, sus gafas, cristal divisorio entre mi mirada y la suya, su mandíbula rígida, músculos contraídos, labios mojados, todo él, ocupaba mi campo de visión.

Luego de apuntes enredados, búsquedas inútiles, lecturas aburridas y miradas que enmudecen la habitación, mis palabras son olas que embistieron el falso sosiego que nos controlaba.

—Aún después de diez años logran llegar al faro, es lo que vale después de todo, no desistir a tus sueños.

—Siempre tienes que tener la última palabra, ¿verdad? —preguntó mientras se acomodaba y fijaba su iris color miel, en mí.

—Sí.

—Siento decirte que te equivocas, no es solo llegar y ya. El faro tiene un significado diferente para cada uno. Se ve reflejado en el libro como aquello que cada protagonista desea; sin embargo, es el mismo faro lo que con distintas percepciones. Así es la vida y el amor, Elizabeth. Distintos sueños, distintas maneras de contarlo. Tanto el sentimiento como el camino mismo son uno. Tú decides como quieres vivirlo —Sus palabras hicieron estancia en mis pensamientos, enmudeciéndome por completo.

«Ojalá me callara de otra forma».

¡Mierda! No pienses esas cosas, Liz.

Mi debate interno debía resultarle gracioso porque tiene una sonrisa ladeada y no dejaba de mirarme como si fuese una niña pequeña. Era lo más cercano a una risa que conozco de Nicholas.

¿Cómo sería una carcajada suya?

«Sí, apuesto a que te mueres por eso».

Uf, ¡cállate conciencia!

Estaba sentada encima de mis piernas. Me acerqué cuan depredador a su presa; sin duda, mi sonrisa me delató. Le hice cosquillas por los lugares que nunca fallan, el cuello, estómago y axilas, pero ni siquiera se movió.

—¿Qué crees que haces?

«¿En serio, ni una risa? Este chico no es humano».

—Pero a ti que te pasa, ¿eres un extraterrestre o qué? ¿No tienes cosquillas?

—No —Respondió tan simple y a la vez, me observaba como si estuviese loca.

«Tal vez es de hierro y por eso no siente».

Sí, seguro es eso.

—Ya verás —Me lancé arriba de él y empecé a hacerle cosquillas por todo el cuerpo. Nada. Ni una risa. Cuando caigo en cuenta me veo encima del regazo de Nicholas. ¡Mierda!

Sentí algo crecer debajo de mí. ¿Acaso es...? No, no, aleja esos pensamientos impuros Liz.

Me dio la vuelta con impresionante habilidad y en un segundo estaba tumbada en la cama con el nerd encima mío. Me tomó de ambas manos y las subió por arriba de mi cabeza. Mi aceleración se me aceleró.

—No intentes eso de nuevo.

—¿Por qué? —No tenía ni idea de por qué me sentía tan valiente si estaba atada de manos y me temblaban los pies como fideos.

Con su mano libre separó los mechones sueltos de cabello de mi frente y sus dedos comenzaron a recorrer lentamente la comisura de mis labios.

«Joder; ¿qué me está pasando?»

—Créeme, lo último que quieres es que te haga mía, porque una vez que lo haga Elizabeth, no pienso dejarte ir —Se me hizo un nudo tan grande en mi garganta que solo me quedé aséptica, mirándolo.

Soltó mis manos y me incorporé, sentándome en la cama aun con el pulso sin control.

—¿Y eso piensas que quiero? ¡Eres un estúpido engreído! —Si te quedas sin palabras, recurre al insulto.

—Como tú digas —Rodó los ojos y retomó su indiferencia.

«¿Matar a un nerd pedante, es delito?»

Lancé a su regazo el libro de Oscar Wilde, ¨El retrato de Dorian Grey¨ y me gané una mirada confusa y expectante —Léelo. Tienes más cosas en común con el protagonista que solo el apellido.

—Si insistes, Elizabeth —Se levantó, llevándose mi libro y casi caí de la punta de la cama en un intento de alcanzarlo.

—¿Ya te vas? —Lo retuve en la puerta.

—Sí, a menos que quieras que me quede.

—¿Y el trabajo? No hemos terminado.

—No te preocupes, yo lo termino en la casa.

—Pero...

—Si quieres que me quedé solo dilo.

—¡Capullo!

—Un capullo que lo menos que quiere hacer contigo es dormir —Me costó asimilar sus palabras.

«¿Va a ser siempre así? ¿Me quedaré muda ante cada comentario que salga de su boca?»

Una muy sexy boca.

«¡Ahora no, conciencia!»

—Buenas noches Elizabeth —Me sonrió, hizo ese absurdo gesto cada vez que sabía que me ha dejado sin respuesta. Su maldita sonrisa de triunfador.

—Buenas noches Nicholas —Cerré la puerta detrás de él y me recosté unos instantes en ella.

Una y otra vez escuchaba su voz. No quería pensarlo. Es un capullo engreído, malhumorado e indiferente. ¿Por qué le sigo dando vueltas si solo es el nerd del salón?

«De nerd solo tiene las notas y las gafas, lo descubriste hoy Liz».

Maldita conciencia, si pudiera hacerte desaparecer hace ya bastante lo habría hecho.

Me acosté en la cama y mirando hacia el techo, pensando en las últimas horas. Estuve a penas un centímetro de perder el control y besar al capullo engreído. Entre reproches y un hubiera me quedo completamente dormida.

♡♡♡

Nota de la autora:

¡Hola calabazas!

¿Qué les pareció el capítulo? Pueden estar seguros de que si me dice esas cosas el sexy capullo disfrazado de nerd se quedan sin autora por culpa de un paro cardíaco XD.

Recuerden votar antes de leer el siguiente capítulo, así ayudan a la historia a seguir creciendo y me motivan a escribir.

¡No sean fantasmitas!

Nos leemos pronto :3

Lela♡ 

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