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30|Voces del otoño

«Escucha como te digo ¨te amo¨ en el lenguaje del alma».

♡♡♡

Elizabeth:

—Necesito un favor —Suplico y no puedo evitar escucharme con aire desesperado.

—Dime calabaza, ¿de qué se trata? —Siento la voz preocupada de Natalia del otro lado de la línea.

—No quiero hablar esto por teléfono; ¿por dónde andas?

—Estoy cerca, en unos minutos estoy ahí.

Ella es la única persona que puede ayudarme. Soy consciente de que es una decisión precipitada, pero no tengo otra alternativa. La posibilidad de perder mi beca, todo por lo que tanto me había esforzado, es abrumador. Veo el rostro de decepción de mis padres y el pánico toma el control de mi cuerpo.

No hago más que caminar por la habitación. Los segundos se vuelven eternos, en tanto, me sumerjo en la soledad de esas cuatro paredes. Pensé no volverme a sentir así, pero hay ocasiones en las que es necesario meditar consigo misma. La cabeza no para de dar vueltas y en todos mis pensamientos, esa me parece la solución más lógica.

«Tengo que resolver este problema antes de que se entere el consejo, o peor, mis padres».

Y pensar que lo único que ansiaba era reencontrarme con Nicholas. Estoy a tan solo un día de volver a verlo y puedo sentir el miedo correr por mis venas. No tengo idea de cómo le diré tampoco, ni tampoco tengo el valor suficiente para hacerlo. Es mucha presión sobre mí, no sé si pueda con tanto.

Siento que mi cabeza va a estallar en cualquier momento.

Unos toques en la puerta me sobresaltan.

«Relájate Liz, seguro es Natalia».

Me decido a abrir la puerta y veo el semblante angustiado de Natalia. Me abraza, como si me quedase poco tiempo de vida.

«Es solo un embarazo, es la cosa más normal del mundo».

—Me dejaste preocupada por teléfono, ¿pasó algo? ¿Estás bien? —dice todo de carretilla, mientras inspeccionaba con sus manos mi temperatura corporal.

«Por suerte no estudió enfermería, habría matado unas cuantas personas».

—Pues vaya que volaste, no pensé que estuvieras tan cerca.

—Estaba despidiendo a Benja en la entrada de la residencia.

—¡Oh, ya! —exclamo y trato de retener una risa.

—Eso no viene al caso, ¿para qué me llamaste? —Esquiva el tema de conversación, pero igual más tarde me terminará contando.

—Venga vamos a sentarnos —La tomo por la muñeca y nos dirijo hasta la cama.

Se quita sus botas negras para recostarse a mi lado. Yo, en cambio, cruzo los pies y acomodo una almohada, ocultando mi vientre, me recuesto en el cabecero de la cama.

—Tomé una decisión —Afirmo, luego de haberlo meditado por un tiempo.

—¿Y bien?

—Lo mejor será hacer la interrupción —digo lo más fría que me permite mi pensar.

—¿Estás segura de esto...?

—Sí y tienes que ayudarme.

—Conozco una clínica muy buena a las afueras de Londres. Allí te podrán atender.

—Tiene que ser lo más pronto posible, Natalia.

—Eso déjamelo a mí —acaricia mis manos, mostrando su apoyo.

—Gracias, siempre puedo contar contigo.

—Para eso estamos, calabaza —La abrazo y unas lágrimas caen por mi rostro.

—¿Por qué lloras ahora? —Cuestiona incrédula.

Había sido fuerte por mucho tiempo, me derrumbé.

—¿Quién soy yo para decidir por una vida humana?

—Pero tienes que decidir por ti, y si no haces esa interrupción arruinarás tu vida —Me quedo en silencio, en el fondo sé que tiene razón, pero no puedo evitar sentirme culpable.

—Le voy a escribir a mi ginecóloga a ver si ella tiene un huego libre para esta semana.

—Está bien.

—Y no te preocupes, hoy me quedo contigo a ver la película que quieras. Como si quieres ver otra vez ¨Madagascar¨, ya sabes, por los viejos tiempos —Consigue sacarme una sonrisa y asiento.

—Eres la mejor bruja que he conocido.

—Shhh, no digas eso en voz alta, tengo una reputación.

Es reconfortante saber que no estoy completamente sola. Esa noche la pasamos riéndonos y me olvidé de todo lo que me atormentaba, al menos por unas horas.

♡♡♡

Al día siguiente...

Me despierto temprano, quedan pocas horas para que Nico venga a recogerme y no puedo evitar sentirme tan nerviosa. Ni siquiera sé qué hacer o decir.

Trato de despertar a Natalia que, como siempre, necesito de una fuerza superior porque resulta imposible.

«No sé cómo puede dormir tanto».

—¡Natalia es tardísimo llegaremos tarde a clase! —Exclamo, casi en un grito y consigo despertarla.

—No jodas. La profesora de arte contemporáneo me dijo que, a la próxima ausencia, no me permitirá el derecho a examen.

Se levanta deprisa y es como un torbellino, camino al baño. Se sube los pantalones mientras un cepillo de dientes aun deambulaba en su boca. Su cabello rebelde y despeinado le aporta un ápice de diversión a la situación.

Mira la hora en su celular y pone cara de pocos amigos.

«¿Ahora es cuando debo correr por mi vida?»

—Es un maldito sábado, ¿por qué me haces eso, calabaza?

—¿Es sábado? Ni si quiera me había dado cuenta —Me hago la sorprendida y puedo ver en los ojos de Natalia los deseos de matarme.

—¿Se puede saber por qué me levantaste tan temprano?

—Nicholas puede estar al llegar en cualquier momento.

—Y eso a mí qué —Responde con su mala leche, las ojeras sobresalen de su rostro. ¡Da mucho miedo, ahora mismo!

—¿Como que y qué, Natalia? No puedo ser un matojo de nervios cuando llegue.

—Yo no sé qué estará pasando por esa cabecita loca, pero te aconsejo no decirle nada, al menos no antes de la interrupción.

—Eso sería mentirle...

—No le vas a mentir, solo vas a ocultarle la verdad por un tiempo.

—Hablando de eso, ¿ya tienes fecha con la ginecóloga? —Cuestiono, es un tema que me pone aún más nerviosa.

—Deja ver si me escribió —Revisa su celular y continua —¡Estás de suerte! Me dio cita para dentro de dos días.

—¿Y crees que puedas acompañarme?

—Justo ese día tengo una cita con Benja, pero no te preocupes que la puedo cambiar...

—No hagas eso, está bien —No soy tan egoísta como para hacerle cambiar la fecha de su cita, por el simple hecho de que me da miedo ir sola a la consulta.

—También puedo escribirle a la doctora, lo mismo tiene otro turno para el resto de la semana.

«¡Qué pesada! Que no bruja, enamórate en paz».

—Dije que no, tengo que hacer eso lo antes posible. No te preocupes, estaré bien.

—Cualquier cosa que necesites calabaza, recuerda que siempre puedes llamar y estaré allí.

—Lo sé bruja, gracias.

♡♡♡

Son alrededor de las diez de la mañana. Siento que los minutos transcurren cada vez más lento. Natalia está parloteando sin parar sobre Benjamín y me alegro por ella, en verdad, se merece a alguien que la haga sentir bien, pero no puedo sacar de mis pensamientos a Nicholas.

Escucho unos golpes en la puerta. Debe ser él. Natalia intenta esconder una risa por el hecho de que me puse muy nerviosa.

Giro el pomo de la puerta y ahí está, con su mirada embelesadora y sonrisa perfecta.

—Elizabeth —Lo recibo sorprendida, por inercia puse mi mano en el vientre.

—¡Nicholas! —Exclamo, volviendo mi mirada hacia Natalia que estaba sentada en el borde de su cama.

—¡Es un placer volver a verte, pecosa!

—Me... me alegra verte —Me pilla desprevenida cuando me toma de la cintura y planta un beso, corto, pero cargado de deseo, en los labios.

—Uff, tórtolos, ¡fuera! Este cuarto es anti–cursilerías —dijo Natalia con una mueca de asco.

Ambos reímos y no me demoro en coger mi bolso y cerrar la puerta, dejando a Natalia entretenida con el celular.

Salimos a las afueras de la residencia donde estaba aparcada la motocicleta. Me ayuda a subir, sin decir una palabra. Emprende camino y veo como poco a poco nos alejábamos de la ciudad.

—¿A dónde me llevas?

—Ya verás —Acelera y me sujeto con fuerza de su abdomen.

En poco tiempo llegamos a un lugar rodeado de árboles, esbeltos y robustos. Algunos rojos, otros, naranja, forman un camino cubierto por un manto de hojas secas, que no dejaban de caer de los majestuosos gigantes del otoño.

A medida que caminamos la brisa despeina mi cabello y el cantar de las aves entremezclado con el sonido propio del viento, le proporciona una magia indescriptible al lugar.

Pasamos por un puente de madera, vestido de hojas de arce, tomados de las manos. Debajo de él, corre un río y alcanzo a ver varios peces en sus cristalinas aguas.

—¡Es precioso! —Exclamo y una sonrisa aparece en el rostro de Nico.

—Sabía que te gustaría.

Llegamos al otro lado del río y Nicholas me sorprende al lanzar el bolso al suelo y echarse como si no importara nada más. Lo sigo y recuesto mi cabeza en su abdomen.

Es muy pacífico. Es justo lo que necesitaba.

—Ya conoces mi lugar favorito —dice mientras acaricia mi cabello.

—Ya sé por qué te gusta tanto, es muy tranquilo.

—No solo por eso —Hace una pausa y mira a su alrededor —¿Puedes escuchar eso?

—¿Las aves? Sí, cantan hermoso...

—Las aves no Elizabeth —Se echa a reír —Las voces.

—¿Qué voces, Nicholas? —«A este se le fue la pinza».

—Te traje para que escucharas las voces del otoño.

—¿Las voces del otoño?

—Umjú.

—¿Y cómo...?

—Siéntate y cierra los ojos —Hago exactamente lo que me dice —Ahora concéntrate en escucharlas.

—Siente como un montón de voces a la vez, susurran en tu oído y desaparecen con el viento.

El aire, el sonido de las hojas al caerse, el agua del río que corre, todo ello se mezclaba en la sinfonía perfecta. Sonrío.

—Ahora abre los ojos.

Al abrirlos me encuentro con los suyos que destellan felicidad. Toma mi mano sin aparatar la mirada.

—Después de todo lo que me ha tocado vivir, quería que supieras que eres la razón por la cual no me rendí nunca —Siento, con cada palabra, como mi corazón quiere salir del pecho — Aquí, ahora... que solo el otoño sea testigo de lo mucho que te amo Elizabeth Callen —Sin poder evitarlo, comienzo a sollozar.

Sostiene mi mano izquierda y puso un anillo en el dedo anular. Era una antigua alianza con detalles grabados. Seco mis lágrimas, él acaricia mis manos.

—Quiero que siempre lleves una parte de mí, que te proteja.

—Nicholas, esto es...

—Tuyo. Cuídalo, significa mucho para mí.

—Yo ... no sé qué decir, es... hermoso.

—Te amo, Callen.

—Yo también te amo Nicholas —En un beso sellamos las palabras y el sentimiento que guardan.

Pasamos horas sentados conversando, disfrutando de la agradable brisa. Riéndonos, sintiéndonos uno solo en aquel lugar, nuestro lugar.

De repente comenzó a reír.

—¿De qué ríes? —pregunto curiosa.

—Me enamoré de la niña pija, torpe y gruñona del salón —Suelta una carcajada y verlo así de feliz, me llena por completo.

—Y yo del estúpido nerd engreído y apático —Respondo entre risas.

—Ven acá pequeña calabaza —Me abraza fuerte y despeina mi cabello en un remolino con sus manos.

—Oye...

—Shhh, no hables. Deja que lo haga por ti el lenguaje del alma.

Me besa, mientras se escuchan las voces del otoño.

Con él descubrí que la magia está en todas partes, pero también, que vive dentro de nosotros mismos.

♡♡♡

Nota de la autora:

¡Hola mis calabazas!

Muchos de ustedes seguro de preguntarán, ¿Y qué pasó con el bebé de Liz? Pues les cuento que falta el epílogo.

Sí así es, el final de los finales, pero por el momento; ¿qué les pareció el capítulo? Y ahora que saben el porqué de las voces del otoño, quisiera saber qué opinan del libro en general.

Cuéntenme, ¿cómo ha sido su travesía hasta aquí? *modo sentimental activado*

Estoy muy emocionada de por fin publicar este final tan esperado y muero de ganas de leer sus comentarios. Sé que aman esta pareja tanto, o más que yo.

No olviden votar, no lleva nada de tiempo y ayudarían a esta hermosa familia a seguir creciendo. No sean tímidos, no duden en comentar o entablar una conversación conmigo cuando deseen, aquí no somos tóxicos y acogemos a todos con mucho amor.

Pueden seguirme en mis redes como (lela_carmona), los mantendré al tantos de las novedades por allá.

Sin más,

Nos leemos pronto :3

Lela♡





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