28|No más mentiras
«Hay veces en las que mentir es la única opción».
♡♡♡
Elizabeth:
Hace semanas no sé nada de él. Paso las horas pendientes del teléfono, esperando una llamada, un mensaje de texto, algo que calme esta exasperante ansiedad. No dejo de pensar en el día y la hora para reencontrarnos. ¡Tengo tanto que decirle! En cambio, aquí estoy. Encerrada en estas cuatro paredes. Sin poder hacer nada, salvo esperar.
En este tiempo pensé sentirme sola; pero no fue así. Mis amigas estuvieron a mi lado, sacrificando sus noches de fiesta por madrugadas enteras escuchando reproches. Viendo las mismas películas una y otra vez, acompañadas por toneladas de helado. Los juegos de mesa eran increíblemente aburridos hasta que Abigail comenzaba a pegarle con la almohada a Natalia por tramposa. Las risas, las horas que pasamos juntas, sirvió para unirnos y recordar que, a pesar de todo, seguimos siendo las mejores amigas.
No sé cómo sucedió, pero lograron convencerme para salir fuera de los límites del campus, a una cafetería que se encuentra en el centro de la ciudad. Todas necesitamos respirar otros aires, olvidarnos, al menos por unas horas, del estrés de las clases, de todo lo que acontece a nuestro alrededor.
Es sábado y la capital se convierte en un desfile multitudinario de personas que caminan hacia todos los sentidos posibles. Llegamos en apenas unos veinte minutos, lo cual es todo un record para el escarabajo de Abi; sin embargo, no tuvimos la misma suerte para encontrar un espacio libre en el estacionamiento. Al cabo de varias discusiones sin sentido con choferes misóginos y una multa por insultar a un oficial, finalmente, logramos aparcar.
Caminamos unas tres calles hasta llegar al famoso café del que hablaba Natalia durante todo el viaje. Al entrar, una camarera nos recibe atentamente y prepara la mesa de enfrente de la cristalera. Deja la carta antes de retirarse por unos minutos. Las chicas se ríen, recordando la cara del policía que casi las lleva presas por su insolencia, mientras tanto, yo me distraigo unos segundos mirando las parejas que transitan por la calle, algunas, deteniéndose para mostrar al mundo su amor correspondido.
—Liz, no te tortures así —Me dice la pelinegra que tengo en frente y tiene razón.
—¿Ya sabes que vas a pedir? —Pregunta esta vez Abi y me doy cuenta que apenas he observado la carta. La joven de hace un rato regresa a tomar la orden y apresuro a echarle un vistazo.
—Un capuchino desnatado con canela y un latte con una capa suave de espuma y tres nubes. Entendido, ¿y tú? —Clava sus ojos negros en mí esperando a que me decida por una simple infusión.
—Un café moka con bastante nata y chocolate por encima acompañado por battenberg cake. ¡Oh! Y un eton mess para después, por favor —La camarera asiente y lleva la orden. Levanto la vista del celular y me encuentro con mis amigas mirándome como si fuese una extraña.
—¿Y ahora qué?
—Nada, solo qué... ¿no crees que es mucha azúcar? —Cuestiona Abi algo desconcertada.
—No veo nada de malo, solo me apetecía comer algo dulce.
—Si tú lo dices– responde esta vez Natalia, rodando los ojos.
—Venga, no te quedes callada —La conozco bastante bien como para saber que, quiere decir algo —probablemente inapropiado— y por eso contiene las ganas.
—¿Cuántos días tienes de retraso? —Pregunta tan directo, tan frío, que me hizo caer en cuenta que ya van seis días desde que debía haber comenzado mi período.
—¿A qué viene eso ahora?
—La semana pasada vomitaste dos veces y tienes cambios de humor.
—Sabes que estaba deprimida y encima me obligaban a comer, eso no significa nada
—Y ahora tienes estos ¨antojos¨, no sé Liz, pero; ¿estás seguras que no te encuentras embarazada?
Me quedé en silencio. La palabra «embarazada» retumbaba en mis pensamientos como una posibilidad que me hizo entrar en pánico.
—No la atormentes, Natalia —Le recrimina Abi —Compraremos una prueba de embarazo para quitarnos la duda, luego, que Liz decida lo que va a hacer.
—Lo que tiene que hacer es ir a interrumpir ese embarazo. No tiene ni que pensar más allá de eso, ¡por dios! Piensen por un momento, no puede faltar a clases, le quitarán la beca, no puede hablar con sus padres, todas sabemos lo que pasará y lo más importante, no tenemos ni puta idea de dónde o qué está haciendo el padre.
«Prueba de embarazo. Interrumpir. Beca. Padres. Nicholas».
Todo sonido se vuelve superfluo y solo alcanzo a escuchar esas palabras. Repitiéndose una y otra vez. No puedo respirar. No puedo...
—Natalia para, la estás alterando.
—Solo digo la verdad, parece ser que soy la única con dos dedos de frente en esta mesa.
—¡Basta! —Doy un golpe en la mesa lo suficientemente estruendoso como para que me presten atención —No quiero escuchar ni una palabra más —Me sobresalto e intento pararme para ir al baño.
La cabeza me da vueltas y no puedo mantenerme en pie con facilidad. El camino se vuelve borroso e intento llegar a la barra para sostenerme. Siento, siento que me desvanezco.
♡♡♡
—¡Liz! ¡Liz! ¡Despierta! —Escucho la voz preocupada de Abigail y abro los ojos.
—¿Qué me sucedió? —Pregunto desconcertada al hallarme en la clínica de la beca, conectada a varios aparatos que, aparentemente, medían el ritmo cardíaco y la presión arterial.
Una bata blanca cubría mi cuerpo, se sentía tan extraño. La luz fría de la habitación me hace ver más pálida de lo normal, resaltando los imperceptibles moretones en mis rodillas y antebrazo. Percibo un cambio de temperatura, por lo que desplazo mi mano hasta la frente, topándome con unos paños húmedos que, de seguro, son obra de Abi.
—Te desmayaste en la cafetería y te trajimos para acá —Respondió Natalia sin tanto rodeo —¡No vuelvas a asustarnos de esta manera, calabaza! —Sonríe y retira la tela que comenzaba a gotear por mi rostro. «¡Gracias, Dios!»
—Liz, creo que es mal momento para esto; pero, aquí tienes una prueba de embarazo. Solo cuando estés lista, no te sientas presionada.
—Muchas gracias por todo, chicas.
—Si nos necesitas estaremos en el lobby. Tu celular está en el bolso, no dejaba de vibrar hace un rato. Cualquier cosa, llámanos.
—Voz preocupada, semblante serio, desde luego no es típico de ti, bruja.
—Me importas, calabaza; así que, más vale que te portes bien y hagas reposo.
—En un rato estaré correteando, no se preocupen.
—De eso nada, debe hacer reposo y no saltarse los horarios de comida. Puede otra fatiga ocasionarle un desmayo y no quiere eso; ¿verdad? —Primero, ¿acaso es una enfermera ninja? ¿Cuándo diablos, entró sin que nos percatásemos? Segundo, ¿fatiga? Al parecer las chicas no dijeron nada del presunto inquilino en mi vientre. ¡Menos mal! Lo último que quisiera en estos momentos es tener que dar explicaciones al consejo de la universidad.
—Por supuesto que no —Me apresuro en decir y me lanzan una última mirada de advertencia, a la par que se despiden mis amigas, cerrando la puerta a su paso.
Aquella mujer comienza a liberarme de todos los artefactos mientras hablaba de una dieta sana, equilibrada y un montón de cosas que no estaba prestando para nada atención.
«¡No veo la hora de estar en mi departamento! Necesito poner en orden muchas cosas, entre ellas, mi vida».
Me ayuda a incorporarme poco a poco, puesto que sigo con un leve mareo. Al cabo de un rato consigo ponerme en pie y procedo a cambiarme en el baño del sanatorio.
Recojo mis cosas a toda prisa, cerciorándome de que no se quede nada. Tomo el test en la mesita y lo guardo en mi bolso.
«Y pensar que pronto nos veremos las caras».
No me puedo creer que esté hablando con una prueba de embarazo, definitivamente, necesito descansar.
♡♡♡
Llego al departamento luego de una caminata de quince minutos. «¿Reposo? Sí, claro, cuando tenga auto propio». Vuelco mi bolso encima de la cama y tomo en mis manos el maldito examen que cambiará mi vida.
Desabrocho el vestido y lo dejo caer. Semidesnuda, frente al espejo del aparador, me detengo a observar mi silueta, ya no tan perfecta. Algo imperceptible para los ojos ajenos, lo nota los míos.
Paso mis manos por el abdomen. No está del todo plano, algo cambió. ¡Es una sensación tan diferente! Eres consciente de que algo o, mejor dicho, alguien, crece en tu interior y es responsabilidad tuya, por tus hábitos, tu alimentación, estado emocional, por todo. Esa criatura depende de ti. Es muy poco tiempo como para notar algo más allá de un pequeño bulto y la sensibilidad, acompañada del aumento en los senos, pero no puedo negar que ver mi reflejo cambiado y tener el peso de decidir sobre una vida, es abrumador.
Me sugestiono demasiado, es cierto. Quizás es el miedo, quizás... solo quizás sea todo producto de una paranoia o una mala pasada de mi mente. «¡Es hora de quitarme las dudas!»
El procedimiento es muy básico y sencillo. Hacer pis sobre el aparato y esperar si una o dos rayitas cambian todos tus planes o no. Tomo mi celular con la otra mano y veo unas seis llamadas perdidas. Abro el buzón de voz.
—Callen, soy yo. Necesito verte. Cuando escuches mi mensaje, llámame por favor —Es de Nicholas; en cambio, estoy demasiado aturdida como para llamarlo. Tampoco tengo el valor de hacerlo. La prueba aun no da resultados, así que lo mejor será esperar.
El tono de llamada de mi celular me saca de mis pensamientos y cuando veo el remitente, casi sale mi corazón del pecho.
«¿Qué hago? ¿Lo cojo, le cuelgo? ¡Dios, por qué es tan difícil!»
Me pongo tan nerviosa que el test se me resbala de las manos. Por tratar de capturarlo, mi otra mano desplaza la opción de llamada. «¡Genial, Liz! Lo haz cagado, pero bien».
—¿Callen? ¿Estás bien?
«Claro, como siempre. Probablemente esperando un hijo tuyo, ya sabes lo de todos los días».
—¿Por qué no me contestabas el teléfono? —Insiste, al ver que no respondo.
—Me quedé dormida, perdona —Debo darme una palmadita en la espalda, esa es una buena excusa —¿Y tú cómo estás? Hace semanas no sé nada de ti.
—Bien, unos cuantos rasguños, pero nada de lo que preocuparse. Lo más importante para mí es que estés bien.
—¿Cuándo podré verte?
—Por eso llamaba pecosa, estaré llegando a Londres en la noche. Mañana pasaré a buscarte.
—¿Mañana? —Es muy poco tiempo, no estoy lista. Quiero verlo, lo necesito. Hasta ayer lo deseaba con todas mis fuerzas, pero no puedo. Tengo miedo. Miro la prueba y aun nada. ¡Maldita sea! Esta ansiedad me está consumiendo por dentro. «Rápido Liz, busca una excusa» —Mañana no va a poder ser, tengo trabajos pendientes y...
—No te robaré mucho tiempo, lo prometo.
—Lo sé, pero en verdad no puedo...
—No sabes lo mucho que deseé todos estos días poder abrazarte, tenerte cerca. Me conformaba hasta con admirarte de lejos, como hace un año atrás. Me haces mucha falta, Callen y no aceptaré un no como respuesta. Pienso ir a la residencia y raptarte yo mismo.
—Nicholas...
—Callen, no te imaginas lo que provocas en mí con solo oírte pronunciar mi nombre —Silencio. No puedo decir nada más, he abarcado todas mis opciones. No puedo luchar contra algo tan fuerte como lo que siento por él, mi estúpido, engreído y sarcástico nerd.
—Ya que parece que se te acabaron las excusas... —Escucho una risa socarrona del otro lado de la línea, típico de Nico —Te paso a recoger mañana. Hay muchas cosas que quiero decirte.
—Yo también, Nicholas.
—Eres lo más importante para mí, Callen. No más mentiras, lo prometo —Una lágrima recorre mi rostro y bajo la mirada.
«¡Esto es demasiado para mí!»
Observo el test que sostenía con mis temblorosas manos. Para mi bien o mi desgracia marcó dos rayas. Dio positivo.
—No más mentiras, Nicholas —digo con lágrimas en los ojos y cuelgo el teléfono. Posteriormente, llamo a Natalia, quien contesta luego de varios tonos.
—Necesito un favor.
♡♡♡
Nota de la autora:
¡Hola calabazas!
¿Qué les pareció el capítulo? La prueba dio positiva, ¿qué creen que le espera a nuestra Liz? ¿Estáis tan ansiosos como yo de saber el final? Leo todas vuestras teorías en los comentarios *guiña un ojo*
Pueden seguirme en Instagram como (lela_carmona) para ver ilustraciones de los personajes y estar al tanto de las actualizaciones.
Recuerden votar para que la historia pueda llegar a más personitas cada día. ¡No sean fantasmitas!
Nos leemos pronto :3
Lela♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro