«Hay momentos en los que no depende de uno decir adiós».

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Elizabeth:

—¡¿Elizabeth?! —Me detuve a observarlo con detenimiento. Ya estaba recogiendo las cosas, Natalia me esperaba en el campus.

Había estado desaparecida por un tiempo y; literalmente, temía por mi vida. ¡Uno nunca sabe lo que pasa por la mente de esa bruja!

No me quería ir. Siempre que estoy con Nico siento que es ese momento y ya está, que cuando vuelva a verlo, nada será igual. ¡Soy prisionera de mis propios delirios!

Sus ojos dorados me miran. Sus brazos se abren y corro hacia ellos, sin pensármelo dos veces.

Me abraza, tan fuerte, como su quisiera sacar mi corazón del pecho. Yo me engancho de su cuello y le doy un beso de despedida.

—¿Por qué siento que siempre nos estamos despidiendo? —Pregunta desconcertado. ¡Por lo menos no soy yo sola!

—Quizás... porque en el fondo sabemos, que puede terminar en cualquier momento.

Y es cierto. Hay que ser realistas. Él lleva una doble vida; y mientras menos personas estén cerca de él, mejor será para todos.

—Necesito volver a verte.

—¿Cuándo? —Por favor que no se haya notado el aire de desesperación en esa pregunta.

—Yo te buscaré, Callen, pero quería que lo supieras.

—No es una respuesta tranquilizadora, más bien todo lo contrario.

—Bien chiquita ven acá —Me acoge entre sus brazos— Traté de convencerme a mí mismo de estar alejado de ti, como puedes ver, no funcionó. Traté de convencerte a ti, pero eres bien terca. Solo queda...

—¿Fugarnos a una isla desierta? —Le interrumpo, intentando sacarle una sonrisa.

—Ser precavidos —Remarca, atribuyéndole seriedad a sus palabras —Si quieres seguir con esto debes ser consciente de muchas cosas. No es un juego, eso lo tienes bastante claro; pero es importante que me obedezcas en todo, Elizabeth, tu vida puede estar en peligro. Y, por último, mientras menos sepas mejor; ¿está bien? No intentes ser la detective heroína, porque esas historias nunca acaban bien.

—¿Eso es todo?

—¿Quieres agregar algo más, señorita Callen?

—Sí —Me quedo pensativa unos segundos, algo dentro de mí tiene miedo, pero se niega a demostrarlo. Con mis palabras intento restarle tensión al ambiente; aunque, mi necesidad casi inherente de molestarlo prevalece por encima de todo —Eres un idiota.

—¿Y eso a qué viene ahora? —Pregunta incrédulo.

—Hoy no te lo he dicho.

—Eres imposible.

—¡Mierda! Me tengo que ir —Exclamo al ver la hora en el reloj —¿Nos vemos...? —Hago una pausa, sin saber cuándo será ese encuentro, esperando una respuesta por su parte.

—Pronto —Responde y no sé por qué, siento mi pecho contraerse.

No quiero pasar tanto tiempo sin verle, no puedo. Es un sentimiento tan fuerte, que sientes como su ausencia desgarra tu corazón.

«No es una despedida, es un tal vez... mañana». Engaño a mi mente repitiendo una y otra vez esas palabras.

Contengo una lágrima que está por salir y le doy un beso, finalmente, me dispongo a salir del apartamento. Cierro la puerta detrás de mí, me quedo una milésima de segundo observándola.

—No se va a abrir —me digo —Soy más fuerte que esto —Doy media vuelta y camino hasta la salida. ¡Ya no hay marcha atrás!

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Nicholas:

Al día siguiente...

Me observo frente al espejo de pies a cabeza, situado a un lado de la cama.

Subo la bragueta y ajusto el cinturón. No reconozco al hombre que físicamente es mi reflejo. Todo cambió. Cambié.

Paso la sudadera por encima de la cabeza y subo la capucha. Regulo los guantes de motocicletas y tomo la billetera junto a las llaves de la mesa de noche. Un último vistazo.

...

—¡¿Mamá!? —Pregunté, al llegar de la escuela y encontrarme la casa sumergida en un completo silencio.

—Shhh. Haz silencio Nicholas. Tu padre recién llegó de trabajar, no queremos despertarlo.

—Si lo hace... ¿volverá a pegarte?

—No. Claro que no, cariño. Papá solo está... algo abrumado por el trabajo. Él nos ama.

—Y si nos ama, ¿por qué nos hace daño?

—Nicholas, cielo. A veces, por mucho que amamos a una persona somos egoístas, sabemos que le hacemos daño; pero, no la dejamos ir. Es como... aquel pájaro que te traje por Navidad. ¿Recuerdas? ¿Phoebe? —Asentí con la cabeza —Papá y yo te dijimos al cabo de un tiempo que la dejaras libre, ¿y qué pasó?

—Murió.

—Las personas somos como Phoebe. Cuando nos encierran, poco a poco nos apagamos, hasta ya no poder cantar.

—Entonces, ¿tú eres el ave de papá?

—Hay una diferencia Nicholas, te tengo a ti. Mientras estés a mi lado seré un ave muy feliz.

...

Salgo de los recuerdos e impacto el cristal. Las lágrimas fluyen y pequeños pedazos de vidrio caen por todo el suelo. Reconozco el reflejo en cada uno que, sin compasión, muestran el monstruo en el que me he convertido.

Me escondo tras la oscura vestimenta, capucha y gafas de sol, aun cuando, el cielo gris de Brixton, cubre el más mínimo rayo de luz.

Salgo con prisa del apartamento, dejando atrás el vestíbulo viejo y descuidado. Me dirijo hacia el callejón, donde se encuentra aparcada la motocicleta. Concentrado en el ritmo de mis pies, absorto de todo a mi alrededor, tropiezo con una antigua propaganda. Se trata de una pelea en el subterráneo, de la cual, era partícipe.

«¡Por esta puta mierda no puedo hacer mi vida!»

Impotencia y culpabilidad recorren mis brazos hasta arrancar aquel pedazo de papel y estrujarlo en mi puño, acto seguido, lo lanzo hacia un bote de basura cercano.

Terminé convertido en aquello que detestaba. Ahora los golpes que una vez me llenaban de pánico, son mi atadura y de ello dependen dos vidas.

«¡Qué absurdo! Parece una sátira bien escrita».

Retiro la moto de las cajas que la disfrazaba y volvía casi imperceptible ante aquella pared de ladrillos desgastada.

Giro la llave. Meto tercera y presiono el embrague a fondo.

«¿Rumbo?»

A encontrarme con mi siguiente víctima.

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Un cuadrilátero. Observadores, unos por la vacía satisfacción que produce el sudor y dolor entremezclados, otros; a su vez, por lo lucrativo que resulta explotar la marginalidad, sacarla de las calles y llevarla al ring.

—Nick.

—Ewen —Justo a quien me apetece romperle un par de huesos.

—Veo que consideraste, de una forma inteligente, mi propuesta.

—No tenía opción.

—¿Cómo sigue la señora Grey?

—Dejó de ser Grey hace mucho tiempo —Siento la necesidad de aclararlo, no es justo para ella seguir llevando el apellido de ese miserable —Ella está bien.

—Ya veo.

—¿Algo más antes de que suba?

—Sí. Dale saludos a tu novia de mi parte.

—¿Qué?

—No te hagas el listo conmigo, sé que andas con la pelirroja que husmeaba por el bar.

—¿Cómo...?

—Yo lo sé todo Nick, ahora sube y parte un par de mandíbulas.

«Sobre todo la tuya hijo de...».

Suena la campana del primer round. Para cuándo cerré los ojos, el contrincante estaba en la otra esquina soltando sangre por la nariz e hiperventilando.

«Ni modo, yo se lo advertí».

En el descanso de los diez minutos, en tanto un montón de corruptos y casos sociales hacen sus absurdas apuestas, aprovecho para echarle un vistazo al teléfono.

En la bandeja de notificaciones había un mensaje de texto. Era de Elizabeth.

Te extraño imbécil.

P.D: Nos vemos pronto.

Tres palabras son suficientes para volverme el idiota que dice y me hace ser.

—No te merezco Callen, no el Nicholas que conociste. No dejes tu libertad en mis manos. No lo hagas. Soy egoísta y lo seré siempre contigo —me digo a mí mismo, está a punto de comenzar el segundo round.

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Nota de la autora:

¡Hola mis pequeñas calabazas!

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Están preparadas para lo que viene? *Inserto cara de sorpresa*

Pregunta random:

¿Cuáles son sus teorías para la historia? / Los leo 👀

No olviden pasar al próximo capítulo sin antes votar en este, cada voto cuenta para que esta familia siga creciendo.

Pueden seguirme en Instagram como (lela_carmona), allí encontrarán fotitos de los protagonistas e ilustraciones.

Nos leemos pronto :3

Lela♡