25|Pesadillas
«El pasado termina convirtiéndose en nuestra peor pesadilla».
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Nicholas:
—Dime que no te irás Elizabeth. No esta vez —Le ruego entre susurros y me aferro a su pequeño cuerpo.
La traigo hasta mi pecho e inhalo el aroma de lavanda de su cabello rojizo. Es una tortura tener clavado su esencia en la punta de mi nariz para que luego se vaya dejándome con el recuerdo de que la sostuve en mis brazos toda la noche.
Me niego a dejarla ir cuando es lo único en este mundo que me trae paz. Siento que todo se puede ir a la mierda en cualquier instante, pero vale la pena cada jodido segundo que paso al lado de esta niña pelirroja que consigue hacerme olvidar quien soy con tan solo una palabra, hasta volverme esclavo de sus labios.
—No pienso irme a ningún lado Nicholas —Justo eso necesitaba escuchar.
Le doy un beso casto en el cuello y la envuelvo entre mis piernas, aunque quisiese no puede escapar, no de mí, nunca más.
Comprobé por mí mismo que cada vez que me alejo e intento no pensarla, vuelve para pegar más fuerte y con todo en mi débil razón.
Tengo más que claro que no soy el hombre perfecto para ella, pero sí el que está dispuesto a luchar, incluso consigo mismo, solo por verla sonreír.
Apago la luz de la lámpara de noche y me acomodo a su cuerpo. Roza su trasero contra mi entrepierna, tomándome completamente desprevenido, acompañado de un gemido ahogado. Sus manos jugueteaban con las sábanas y seguía tan inocente, tan pura, sin tener la menor idea de todo lo que provoca con tan poco.
—Vamos a dormir pecosa —Hace un gesto de negación con la cabeza, en parte tentándome y por otra dejando ver sus claros deseos —Como te sigas moviendo tendrás que dormir toda la noche con una erección pegada a tu trasero, porque las ganas no te las voy a quitar.
—Buenas noches, Nicholas —Responde, dada por vencida, llevando uno de mis brazos a la altura de su pecho.
—Buenas noches, pelirroja pervertida
—No soy...
—Shhh. Dulces sueños —Beso su cabeza y me pierdo en el silencio acompañado de su respirar y los latidos de tu corazón.
Cierro los ojos, la calma que me trae su sola presencia es indescriptible. En cambio, cuando por fin me rindo ante el sueño, las pesadillas vuelven a apoderarse de mí.
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La penumbra de la noche corrompía hasta el alma más pura, ahora expuesta a vicios que reclamaba el deseo casi incontrolable de tener una vida a la merced de su puño.
El estruendo de la puerta principal al cerrarse irrumpe el conticinio delatando a la esposa esperanzada, que contaba los segundos de la manecilla del reloj.
Corazón alerta, un nudo en su garganta, otra vez observaba al monstruo abrirse paso por los pasillos, con la embriaguez asomando por su boca y las balas de palabras obscenas arremetiendo contra ella. Un ángel aguardaba en la cocina, sumisa y con alas rotas a expensas de sobrevivir, al menos una noche más.
Se acercaba a paso lento, haciendo crujir las tablas de madera del suelo. Las muñecas de quién se hace llamar su esposo, se clavan en sus hombros en busca de la redención. Da una bofetada a Faith acompañada de insultos que usa como defensa cuando su hombría se oculta del sol. Ella no se defiende, aceptó su condición.
Un pequeño asomaba desde la puerta de su habitación, su miedo era más que perceptible y sus ojos no podían cerrarse producto a los vasos de cristal que se estampaban contra el suelo. Con sus manos tapaba sus oídos, negando la realidad que vivía una y otra vez. Sentí mi corazón detenerse junto al de aquel niño cuando, el hombre que yacía a unos metros del pasillo toma de la mano a su mujer, llevándola hasta la habitación donde, cada noche, los alaridos de dolor eran interminables.
Aquel muchacho de apenas unos ocho años de edad era yo. El mismo que vivía día tras día el infierno de ver a su madre sometida por una bestia que cedió a los encantos del alcohol, dispuesta a dejar marcas por todo su cuerpo como consecuencia de su desobediencia; solo por decir «Basta» cuando el dolor le abrió los ojos y cerró su corazón.
Me acerco, de la mano de mi "yo" de hace unos años, guiados por los sollozos de Faith. Nos asomamos por el filo de la puerta, observando cómo le arrancan la vida a una mujer que, lo único de lo que debe arrepentirse es de haber puesto el amor que sentía por encima de su felicidad.
Ese no era mi papá, irreconocible, arranca cada pieza de ropa que cubre su cuerpo amedrentado. La golpea una y otra vez.
Ella dejó de luchar, hace mucho tiempo ya.
Intento detenerlo; sin embargo, mis manos atraviesan su cuerpo y me siento completamente inútil. Esa era y es mi realidad. Vivo en mis recuerdos noche tras noche, torturándome, sin poder hacer nada al respecto y eso me hace sentir miserable.
La toma como si fuese un objeto sexual, para liberar su frustración. Yéndose luego de liberado su esperma, dejando atrás la belleza de una mujer transformada en lo que más aborrecía Faith, se miraba al espejo y no reconocía su reflejo. Demacrada, muestras de golpes por cada parte de su blanquecina piel, que ya no sabía cómo ocultar, solloza toda la noche en el suelo porque se niega a compartir la misma cama con la persona que le arrebató algo más que su sonrisa.
Minutos más tarde ve a su hijo sentado en el pasillo. Destruida porque tuviera que presenciar y escuchar los gritos e insultos; y algo mucho más difícil de borrar, lo toma en brazos y lo lleva hasta su habitación, pero este sigue sin poder dormir.
Un grito cargado de rabia de Caleb nos hace despertar: —Faith —La pesadilla no parece querer terminar...
♡♡♡
—¿¡Nicholas!? Nico soy yo, Elizabeth. Despierta Nico —Siento los pequeños brazos de mi chica moverme y consigo abrir los ojos para encontrarme con los suyos, destellando preocupación y angustia.
«No quisiera que pasase por ello, nunca»
—Estabas teniendo una pesadilla —dice en tono bajo y aliviada porque despertase.
—Lo sé.
—¿Y por qué no despertabas? Estabas sudando e hiperventilando, me asusté muchísimo.
—No puedo Callen, no puedo huir de mis pesadillas, solo enfrentarlas.
—Entonces hazlo. Entierra tu pasado de una vez por todas.
–No es tan fácil como parece.
—¡Déjame ayudarte! —Exclama suplicante y siento mi corazón estremecerse.
—Con que estés a mi lado ya haces mucho, pequeña.
Silencio. La verdad no me sorprende. Pero a través del silencio he conocido más de ella, de lo que me dejan ver sus palabras y eso, es un privilegio para mí.
—¿Quién es Faith? —Pregunta dejándome pensativo por unos cortos segundos, continúa —Escucha, si no quieres decirme no insistiré, pero lo repetías una y otra vez mientras...
—Es mi mamá —La interrumpo y sus ojos que antes denotaban confusión ahora parecen acomodar las piezas de un puzle.
—Oh... yo... no sé qué decir... pensé...
—Yo sé lo que pensaste pequeña, por eso creí necesario aclararlo.
—Con que lo sabes todo; ¿no es así?
—No todo lo que quisiera.
—¿Y qué te gustaría saber?
Sus cristales grises se clavan en mí, indagando en mi alma. Es la única persona que puede ver a través de todo lo que finjo ser y aun así no huye. Esa caída de pestañas me hace olvidar cualquier rastro de soledad, es ella, simplemente ella.
—¿Qué sientes cuando me miras? —Pregunto, sintiendo la necesidad de una respuesta que aclare la tormenta que yace en mí.
—Lo mismo que tú, ese brillo en tus ojos te delata.
—¿Estás segura? —Asiente —Porque yo ahora mismo estoy viendo a una estrella.
—Supongo que somos la luz en la oscuridad del otro.
—Yo dejaría hasta que me envolvieses en tu oscuridad.
Rodeo su pequeña cintura en mis brazos y le doy un tierno beso. Sonríe y me mira de esa forma tan especial que derrumba cualquier barrera que exista entre ella y mi verdadero yo.
—¿Nico?
—¿Sí, pecosa?
—¿Quieras que lea algo para que puedas dormir? —Pregunta con esa mirada tan tierna y una sonrisa iluminado su rostro.
«¿Quién puede decir que no a semejante bola de ternura?
—Me encantaría.
«Y sí, soy débil ante sus encantos»
Elizabeth tomó un libro de la estantería y colocó una almohada en su regazo. Me acomodé y nos cubrí con las sábanas. Su mano izquierda hacia círculos en mi cabello y mis dedos recorrían sus muslos desnudos por debajo de la tela. Escuché la primera frase, con esa dulce voz, y mi mente se transportó a lo único que me traía paz antes de conocerla; era precisamente los cuentos que me leía Faith antes de ir a dormir y que, de alguna manera, me hacía olvidar todo.
—..."Nada hay más doloroso para el alma humana, después de que los sentimientos se han visto acelerados por una rápida sucesión de acontecimientos, que la calma mortal de la inactividad y la certeza que nos privan tanto del miedo como de la esperanza..."
Y justo como si leyese mi mente, escoge a Frankenstein como lectura nocturna de entre los cientos de libros que ocupan lugar en mi habitación.
Es uno de mis favoritos de cuando era chico, en él se experimenta el dolor y la soledad, sintiéndome de alguna forma identificado con la criatura que buscaba la felicidad por medio de la aceptación, en mi caso la de mi madre. No quería que me viese como el espejo del hombre que le destruyó la vida y luego la abandonó. Siempre cuidé de ella incluso cuando el delirio ya no la dejaba vivir.
Las palabras de Mary Shelley se quedaron para enseñarme a aceptarme y no dejar que la oscuridad termine por absorber la poca luz que quedaba en mí.
La voz de Elizabeth la escuchaba cada vez más lejos mientras me perdía en su aroma y la calidez que desprendía su cuerpo. Sus caricias, la paz que trasmite me llevan a cerrar los ojos nuevamente. Pero esta vez sin miedo a reencontrarme con mi pasado sino a ver a mi pequeña en mis sueños.
¿Soñar? Hace mucho que dejé de hacerlo y gracias a ella, vivo mi realidad como si fuese un sueño.
♡♡♡
Nota de la autora:
¡Hola mis pequeñas calabazas!
¿Qué les pareció el capítulo? Por fin logramos entender un poquito más a nuestro nerd. Es muy duro lo que tuvo que vivir, pero ver cómo lo ha enfrentado y lo que hace por su mamá me hace enamorarme más de él. ¿Les pasa lo mismo a ustedes?
Si les gustó no olviden votar y comentar, siempre los leo y me encantan sus ocurrencias. Saben que amo interactuar así que no se sorprendan si me ven de fangirl por ahí.
Pueden seguirme en Instagram como lela_carmona, allí encontrarán fotitos de los protagonistas e ilustraciones.
Pregunta random:
¿Cuál es vuestro postre favorito?
El mío es el helado de chocolate con maní o almendras, ah y el dulce de leche que no puede faltar JAJAJA.
Nos leemos pronto :3
Lela♡
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