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1|No hagas que me arrepienta

«Después de todo, los castillos se desmoronan cuando la princesa deja de creer en ellos».

♡♡♡

Una semana antes...

Miraba por última vez mi habitación. Esas fotografías que cuentan historias, risas, momentos que no recuperaré jamás; colocadas en una especie de collage encima del cabecero de la cama. El cactus de la mesita de noche que pasaba semanas sin regar. El estand con algunos libros que, por cuestiones de espacio, no podían viajar conmigo, los mismos que me acompañaban hasta las altas horas de la madrugada.

Pasaba horas sentada frente al ventanal, con vista a la aburrida ciudad de Stratford, observando a las personas pasar. ¡Era mi pasatiempo favorito!

Quizás, mirar tras el cristal, constituía mi forma de conectar con el mundo desde aquel pequeño dormitorio. Intentaba entender tantas cosas y cuestionaba otras, a la vez. Volviéndose el silencio refugio, mientras respiraba cerca de la soledad.

«Muchos recuerdos y sueños se quedaban en esas cuatro paredes».

Un suspiro se llevó el verano y llegaron nuevamente las despedidas. Otro año fuera de casa, en Londres, donde solo regresaba a Stratford para las fiestas navideñas. ¡Era perfecto!

Hice un ademán de llevarme mi peluche de unicornio; sin embargo, sonreí, le planté un beso y volví a colocarlo en la cama. La nostalgia me invadió mientras recorría con los dedos las paredes en tonos pastel. Cerré los ojos. Era un nuevo comienzo, al menos para mí.

Terminé de hacer las maletas a contra reloj, como de costumbre, y las llevé por el pasillo hasta las escaleras —tal parecía que iba a expulsar los pulmones por la boca—. Eché un vistazo y respiré profundamente.

«¿Dónde diablos estaba papá cuando se necesitaba?»

Bajé las dos a la vez y terminaron cayendo cuesta abajo, una se deshizo en el último escalón. ¡Era predecible!

«Y sí, era mentira. Las espinacas no dan fuerza, acababa de comprobarlo».

Rehíce las maletas y las llevé, esta vez de una en una, hasta la entrada de la casa.

Me di la vuelta y tropecé con los ojos de mi madre. Aún no me había marchado y podía ver la ansiedad reflejada en su semblante.

—A papá le gusta hacerme sufrir, ¿verdad? —dije en tono de burla mientras, poco a poco, iba recuperando la respiración.

—Está en el garaje, tratando de hacer funcionar ese trasto antiguo. Si eran muy pesadas podías haber esperado por él.

—Ya, claro —Respondí con sarcasmo

—¿Ya tienes todo listo? —me limité a asentir con la cabeza ante su pregunta —¿No se te queda nada? —Reiteró con preocupación.

Era divertido verla en su postura paranoica año tras año. Se me escapó una risita burlona.

—¿No se supone que ya pasamos por esto el año pasado? —Rodé los ojos, le di un beso en la frente y me dispuse —una vez recuperada algo de fuerza— a llevar las maletas fuera.

Escuché sus estrepitosos tacones seguirme hasta el porche.

—¿Estás segura Liz? —Preguntó y asentí, otra vez —Tu historial dice todo lo contrario.

Se rio y no pude negarlo, pero el hecho de ser olvidadiza no tiene por qué marcarte para siempre, ¿verdad?

—¿Celular, cargador, tampones, horario? —Afirmé a todo con la cabeza, a ese paso necesitaría de un cuello nuevo —¿Condones...? —Hice una mueca de asco ante su última pregunta.

—¡Mamá! —Sentí mis mejillas encenderse.

No hallaba lógica a su necesidad de hacer leña del árbol caído. No iba a dejar de ser virgen solo porque lo recordase en cada oportunidad.

—¡Solo digo! —Se encogió de hombros —Recuerda que tu sueño es ser escritora. Tienes un gran futuro mi niña, un chico solo sería una... —Me adelanté a hablar, diciéndolo al unísono.

—Distracción. Lo sé.

Al poco rato llegó mi padre.

—¿Están preparadas mis dos hermosuras para partir? —dijo entusiasmado, seguramente, el dinosaurio con ruedas logró encender.

Mi respuesta fue poner cara de pocos amigos al ver como guardaba las maletas en el maletero, como si de dos almohadas se tratase.

«Me debes una espalda nueva, papá».

Una vez dentro, giró la llave y emprendimos un viaje de dos horas camino a la Universidad.

Durante el trayecto, me dediqué a sentir la brisa en mi rostro, en tanto miraba mi ciudad natal por el retrovisor. Dejaba atrás la monotonía que guardaba en su perfecta composición, mi antigua vida. Eufórica, tarareaba canciones de rock viejas que ponía papá en la radio. «It's My Life», de Bon Jovi, se escuchaba en mis oídos. Sin despegar la vista de la carretera, papá subió el volumen mientras gritaba —¡Eso es verdadera música! —Me reí, en el fondo tiene razón.

♡♡♡

Me encontraba frente a la residencia. Otro año más respirando el césped de la entrada, las flores, todo lo que transpiraba cambio.

Recogimos las llaves en recepción. La mujer de unos treinta y pocos me devolvió la sonrisa y guiñó un ojo a mi padre. En cambio, la pelirroja que tenía a mi lado no estaba nada contenta. Apoyó sus manos en el mostrador y mostró, muy intencionalmente, su anillo de casada.

Contengo la risa y subimos en ascensor. Los miraba de reojo, mamá seguía inquieta, el señor alto y de barba oscura a su lado, divertido.

—Es..., ¡aquí! —dijo ella, entusiasmada y deprimida al mismo tiempo.

Era la misma habitación de hace un año, con una panorámica perfecta del campo de fútbol donde entrenan los chicos. «Nada mal, ¿cierto?» Recuerdo que Natalia la escogió porque teníamos ¨buenas vistas¨ desde aquí; y con buenas vistas se refería a un montón de descerebrados con abdómenes desnudos corriendo y defendiendo un balón de rugby.

A pesar de tener vértigo, ella insistió en que nos quedásemos en un quinto piso. Enfrenté mi miedo gracias a un tarro de Nutella, cortesía de la manipuladora de mi amiga.

«En fin, daños colaterales».

—Bueno, creo que llegó el momento de despedirme —expresó la pelirroja con voz apagada.

«¡Ay no, aquí vamos de nuevo!»

—Muñeca, cuídate mucho y escribe al menos una vez por semana, céntrate en tus estudios, nada de chico, ni fiestas, ni alcohol...

—Pero cariño, le quitas lo divertido a la vida —interrumpió mi padre con cierto tono de burla y mi madre se limitó a asesinarlo con la mirada —Tienes que entender que Elizabeth ya es mayor de edad, además de ser muy responsable, solo déjala en paz —Gesticulé un «gracias» con mis labios y él me guiñó el ojo en señal de complicidad.

—Cállate Brad, sigue siendo mi niña —protestó, a lo que papá y yo rodamos los ojos —Tú y yo tendremos una charla luego —Yo que el corría por su vida.

Me abrazaron ambos y les susurré un —los amo—, seguidamente, se dirigieron a la puerta.

Mamá iba a decir algo, pero él la tomó de la cintura y se fueron, lo cual agradecí. Aproveché para instalarme antes de que llegase Natalia y se quedara con las tres cuartas partes del tocador.

Estaba acomodando mis libros en el librero de al lado de mi cama cuando un ruido me saca de mis pensamientos.

—Mierda— tiró de una patada la puerta —Es la última vez que le pido a los de primero que me ayuden con la maleta. ¡Mira nada más este desastre! —Y ahí estaba mi mejor amiga. El cuarto, sin sus gritos y mala leche en el ambiente, no es igual.

—¡Hola Liz! ¿Qué tal tus vacaciones? ¡Te he echado de menos! —imité su voz en tono irónico. Pasaron tres meses y seguía igual de borde; «¿qué se le va a hacer?»

—Deja toda esa mierda y ven acá —Tiró de mi brazo y dejé caer uno de los libros que colocaba en el estand, me abrazó tan fuerte que sentí como me iba faltando el aire.

«Si tan solo hubiese sospechado que me iba a extrañar tanto, me habría escondido en el armario».

—Te he extrañado mi calabacita gruñona —dijo, a la par que desordenó mis cabellos con su mano libre, pero; ¿de dónde diablos sacaba tanta fuerza?

—Nat no puedo respirar —Mi voz salió entrecortada y cómo no, si casi me estrangula la peli negra del demonio.

—Lo siento, Liz. A veces se me olvida que más que brazos tienes fideos —Me soltó seguida de una risa socarrona.

—Sí, lo que tú digas. ¿Vas a usar esas repisas de ahí? —Tenía cinco libros en la mano que no tenía dónde colocarlos. El librero estaba lleno.

—Liz, pensé que tú obsesión por los libros había pasado, pero resulta ser que empeoró. ¡Qué novedad!

—¿Puedo usarlas o no? —Hice un puchero, cuan niña pequeña cuando quiere salirse con la suya.

—Toda tuya, le da un aire bohemio e intelectual al cuarto —Siempre funciona. Traté de esconder mi sonrisa triunfal, pero era inevitable.

—Ah, respecto al cuarto, creo que... —Me interrumpió como si supiera lo que iba a decir.

—El niño autista ya sube las cajas. Traje edredones y cortinas que alegrarán este deprimente lugar —Soltó un bufido —No tengo ni idea de por qué se ha demorado tanto, menudo flojo —Asentí y me eché a reír.

♡♡♡

Después de dos largas horas, todo estaba recogido y ordenado. Nos dejamos caer en el colchón agotadas; sin embargo, el descanso no duró mucho. Natalia soltó un bufido al ver la hora del reloj de su muñeca.

—¡Mierda, es tardísimo! —Se levanta a toda prisa y abre el vestidor en busca de ropa y bragas limpias.

—¿Tarde? ¿Para nuestra maratón de películas? —Pregunté curiosa, se suponía que hoy íbamos a tener noche de chicas después de tres solitarios meses.

—Serás tonta, no me voy a pasar la noche llorando y comiendo como si superáramos una ruptura mientras vemos Titanic, por décimo quinta vez —Suspiró y enseguida, agarró su toalla negra para bañarse, sí, negra como su alma —Vamos a la fiesta de bienvenida así que ponte guapa. Abre la maldita puerta del armario y escoge algo que yo aprobaría —Soplé, mi primera noche en el campus y en vez de descansar tengo que hacer de niñera.

—Natalia, no creo que sea buena idea que... —Me interrumpió, como era habitual.

—¿Qué? Si sigues poniéndote excusas solo estarás viviendo como los demás quieren que seas y no tu propia vida —Me cantó las verdades en la cara sin tapujos —Así que tú decides, te quedas con tus estúpidas leyes de moral y perfección barata; o lo tiras todo a la mierda y buscas ser feliz de una puta vez.

—No hagas que me arrepienta —Le advertí, decidida a ir a esa fiesta y tomar las riendas de mi vida.

—Mueve ese trasero, calabaza. Enséñale al mundo la nueva Elizabeth Callen.

♡♡♡

Nota de la autora:

¡Hola calabazas! ¿Qué les pareció el primer capítulo? ¿Qué opinan de Elizabeth? ¿Qué pasará en esa fiesta de bienvenida?

Dejen en los comentarios sus opiniones y no olviden votar para que esta hermosa familia siga creciendo.

Si desean interactuar y ver fotitos de los personajes pueden seguirme en Instagram (lela_carmona)

Nos leemos pronto :3

Lela♡

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