Las horas pasaron y recién al caer el sol fue que el hombre decidió salir del cuarto, totalidad sediento y agotado.
Tras hidratarse e ir al baño las cosas se calmaron un poco, ya no sentía ese mal estar desde hacía rato y la presión del pecho se había esfumado. Fue en ese instante que mientras preparaba algo para comer, una idea cruzo por su mente.

Quizás sería buena idea hacer un atentado contra el hospital, de seguro terminar con el sufrimiento de los pacientes sería algo entretenido pensó el muchacho. Ni bien terminó de darle un mordisco a su emparedado, todo se descontrolo.

Un escalofrío recorrio todo su cuerpo y la temperatura del lugar descendió notablemente, de pronto sintió como si su piel estuviera hirviendo además de que el aire a su alrededor pesase una tonelada.

Antes de que las luces comenzaran a parpadear, el sujeto corrió lo más rápido que pudo hacia su arma, pero una silla se movio tan violentamente que lo arrojó el suelo, una vez allí se arrastró temiendo por su vida y cuando estaba a punto de levantarse... una bota en mal estado le aplasto los dedos.

Sin darle tiempo a mirar de quien se trataba, lo que sea que lo estaba reteniendo habló con una voz extremadamente grave y de ultratumba haciendo que el hombre palideciera

-Espero que no seas ruidoso-

Lo único que vio antes de que las luces se apagaran por completo, fue una sonrisa macabra contrastada con un elegante traje.