A todas las personas que en algún momento de nuestra vida hemos sufrido de amnesia.

Habían pasado alrededor de tres horas, Gabriel estaba sentado en la orilla del mar con la cabeza gacha, las muletas a un lado y muy deprimido ante lo ocurrido.

Penélope y Hannia no paraban de verlo desde la puerta del hotel. Discutían acerca de la situación.

—¿Has intentado llamar a Gloria? —preguntó Penélope.

—Es la décima vez que marco el número. Ella no contesta.

Ninguna sabía qué podía hacer.

Penélope se acercó a donde se encontraba Gabriel, intentó consolarlo.

—Sé que estás pasando por un momento difícil, pero tienes que entender que, no puedes quedarte aquí, tienes que seguir con tu vida.

—¿Crees que me voy a suicidar?

—No lo sé, eso parece. Llevas horas aquí sentado viendo el mar, vamos Gabriel, no te puedes deprimir por esto, existen muchas chicas bonitas que te harán caso.

Él soltó un largo suspiro, extrañaba a aquella chica, tenía el corazón roto y sentía que jamás iba a volver a amar a otra persona igual que como amaba a su linda Gloria.

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Tierra blanca, Veracruz

Dos señores tenían un cultivo de maíz muy cerca de la carretera en un pueblo, cortaron algunos elotes y los depositaron en una cubeta, antes de cruzar la avenida, pudieron ver a una chica inconsciente en el suelo con la frente ensangrentada.
Se acercaron, al darse cuenta que su torso subía y bajaba, pudieron saber que se encontraba viva.

—Señorita —la mujer le tocó el hombro tratando de despertarla.

—¿Qué haremos pues? Aquí no llegará una ambulancia.

—Podemos llevarla a casa con nosotros e intentar despertarla con un poco de alcohol —la mujer notó que la chica tenía un gafete en su ropa—. Se llama Gloria y trabaja en un lugar llamado Vladimir's Hotel. No tengo ni la más remota idea de en dónde se encuentre.

Intentaron llamarla por su nombre para ver si despertaba, pero ella seguía inconsciente.