Capítulo 2
Gabriel
Extrañaba bastante a Gloria, y por más que la buscaba, ella no aparecía. Tuve que conseguir a otra chica para que ocupara el cargo de ama de llaves, la muchacha llegó y se presentó conmigo su nombre era Jimena.
-Bien, Jimena, soy Gabriel Quezada, soy el gerente general. Bienvenida a Vladimir's Hotel.
-Gracias, señor quesadilla.
-QUEZADA -le corregí.
-Lo lamento -soltó una risita y se cubrió la boca-. Me pondré a trabajar, señor quesadilla.
Volteé los ojos y no le presté más importancia, ahora mi atención estaba centrada en un folder que se encontraba debajo de las escaleras, me costó trabajo agacharme para alcanzarlo, pero lo logré, fui corriendo a mi oficina y abrí el folder, el cual contenía dos hojas.
Suponía que era de un cliente, me llevé la sorpresa de leer una de ellas, en la que decía que Vladimir entragaba la cadena hotelera a Gloria. Me sorprendió leer todo. Odiaba su maldita relación amorosa, me ponía furioso, tenía ganas de quemar esos papeles.
Un ruido me interrumpió, alguien había tocado a mi oficina, era Hannia.
-Disculpa por interrumpir, pero te buscan en la entrada.
-¿Quién? -pregunté frunciendo el ceño.
-Mejor averígualo tú mismo.
Salí a ver de quién rayos se trataba, para mi sorpresa era el hermano de Gloria, y venía acompañado por una mujer que tenía la ropa desgastada, los zapatos sucios y su cabello suelto, se parecía bastante a Gloria.
Los miré sorprendido. ¿Qué venía a hacer aquí?
-Buenas tardes -saludé nervioso.
-Buenas tardes -respondió Sebastián-. Mi madre y yo hemos venido por Gloria.
¿Cómo les diría lo que pasó con aquella muchacha? Su familia se volvería loca, pero tampoco podría ocultarlo.
-Gloria no está, renunció ayer -fue lo primero que se me ocurrió.
-¿No será más bien que la han corrido? -preguntó su hermano enojado y cruzado de brazos.
-No, no. Gloria fue una excelente trabajadora para Vladimir's Hotel, pero al parecer encontró un lugar mejor.
Su hermano no me miraba convencido, él sospechaba que algo raro estaba ocurriendo. Yo solo quería que se fuera, me estaba poniendo nervioso.
Después de tratar de convencerlos, Sebastián me explicó que le urgía encontrar a su hermana, puesto que su madre ya no estaría en el hospital psiquiátrico y ella quería quedarse a vivir con Gloria.
Me quedé preocupado todo el día, debía encontrarla, pero sabía que si me veía a mí, se pondría agresiva como la última vez.
Solo se me ocurrió una idea muy estúpida, pero podría ser la única alternativa.
Subí a la habitación más prestigiada, sí, a la suite presidencial, no podía creer que estaba a punto de pedirle un favor a un muerto.
-¡Vladimir Smirnov! -grité estando en la habitación-. Tienes que ayudarme a encontrar a Gloria.
Literalmente me estaba volviendo loco, pero no veía otra opción, si llamaba a la policía, esto sería un caos, si le decía a su familia, entrarían en pánico y si la buscaba yo, no querrá regresar.
Sabía que esto iba de mal en peor, me fui al bar más cercano, necesitaba algo para olvidar los problemas.
Me senté en la barra, tomé tres tragos amargos de tequila, después perdí la cuenta, hasta quedar totalmente inconsciente y no saber de mí.
A la mañana siguiente, me despertaron los brillos del sol, estaba acostado en una cama, una mujer en ropa interior se encontraba a un lado de mí, se despertó y se levantó.
-Buenos días, bello durmiente -me dijo mientras se dirigía al baño.
No sabía cómo había llegado a ese lugar, ¡Oh por Dios! ¿Me había acostado con esa mujer? Levanté las mantas, afortunadamente tenía la ropa puesta, agarré mis cosas y salí corriendo de ese lugar.
Fui a Vladimir's Hotel, todos me miraban raro, vi a Hannia, pero a Penélope no.
-¿Puedo saber por qué trae el cabello de esa forma? -preguntó Hannia.
-Hoy no me dio tiempo de peinarme. Tuve asuntos más importantes.
-Yo hablo del color de su cabello.
Seguía sin entender qué tenía que ver el color de mi cabello, hasta que me miré en un espejo y grité horrorizado, lo tenía pintado de color verde. ¿Cómo diablos había terminado de esa manera? La noche anterior yo tenía el cabello de mi color natural, seguro alguien me hizo una broma mientras me encontraba ebrio.
Agarré mi saco, y me lo coloqué en la cabeza, me fui al supermercado más cercano a comprar un tinte, no sabía qué color escoger, supongo que un negro azabache no me quedaría mal.
Llegué a casa para pintarme el cabello, ni de broma iría con el cabello verde a trabajar, me sentía avergonzado ante todo lo ocurrido últimamente, quería que me tragara a la tierra. ¡Todo es culpa del estúpido de Vladimir! Si el nunca hubiese venido a México, él estaría vivo en Rusia y sin quitarme al amor de mi vida.
El ruido del celular interrumpió mis pensamientos. Era Penélope.
-Sí, diga -respondí molesto.
-Sebastian y la madre de Gloria están aquí, les comenté lo ocurrido y quieren hablar con el gerente, les dije que no estabas, pero no dejan de insistir.
-Diles que en serio no puedo.
-Ya traté, pero no están nada felices.
-¡Penélope, haz algo! -insistí-. En serio, quisiera atenderlos, pero no es un buen momento, estoy en casa aplicandome un tinte.
-Wow, qué gran excusa -me respondió sarcástica-. ¿En serio esperas que me crea eso?
-Es la verdad -colgué la llamada.
Después de treinta minutos, me lavé el cabello, afortunadamente habia regresado a un tono natural.
Penélope siguió insistiendo con llamadas, decidí tomar mi auto e ir al hotel, creo que lo mejor era atender a esas personas antes de que el problema creciera.
Sebastián se acercó a mí en cuanto me vio.
-¡Usted dijo que mi hermana había renunciado! -reclamó Sebastián molesto-. Ahora dígame en dónde está Gloria.
-¿Podemos hablar en privado un momento?
-¡No! Lo que me tenga que decir, lo dirá frente a mi madre.
Esto sería más difícil de lo que yo creía, su hermano era más necio que nada.
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