Capítulo 1
Gloria
Temblaba de frío, mi ropa estaba cubierta de tierra, mi frente estaba llena de sangre y me encontraba acostada en una cama.
Abrí lentamente mis ojos, vi a una mujer y un hombre acercarse a mí.
-Mi'ja, ¿cómo se siente? -preguntó la mujer.
-Tengo mucho frío, ¿dónde estoy?
-Usted se encuentra en Tierra blanca, no parece de por aquí, la ayudaremos a llegar a su casa. ¿de dónde es?
Me quedé pensando unos segundos que parecían una eternidad. ¿Dónde vivo? Ni siquiera recuerdo tener casa.
La pareja se acercó a mí, tenía miedo de que estos señores me hicieran algo malo.
-Le entrego su credencial -el hombre me entregó un pedazo de plástico.
Pude ver que decía "Vladimir's Hotel" me quedé pensando en esto, yo no conocía ningún lugar llamado así, pero el nombre Vladimir se me hizo familiar.
Estas personas estaban asustandome, quería salir corriendo, pero ¿a dónde? No conozco a nadie, ni siquiera sé dónde estoy.
-Señorita Gloria -me llamó la mujer. ¿Ese es mi nombre?-. No queremos hacerle daño, díganos en dónde vive y con gusto la ayudaremos a llegar.
-Yo... no recuerdo nada.
Me miraron asustados, no podían creer que yo no recordara nada, la cabeza me daba vueltas y veía borroso.
-¿Está diciendo que no recuerda ni su nombre? -preguntó la mujer.
-Ni mi nombre, ni mi hogar ni cómo llegué aquí.
Hundí la cabeza en la almohada. ¿Cómo era posible no poder recordar nada?
La señora me ofreció una taza de té verde, la cual tomé con mucho cuidado, me sentía rara, este lugar era muy extraño, podía ver la lluvia por la ventana que estaba a mi lado. Todo parecía muy tranquilo, hasta que la lluvia paró y ví un caballo, solo se quedaba ahí mirándome fijamente. Me daba miedo ver que este no se iba. El hombre entró a la habitación.
-Muchas gracias por todo -le agradecí nerviosa, mientras me levantaba lentamente de la cama-. Usted y su esposa han sido muy amables, pero no quiero causarles más molestias, lo mejor será que me vaya.
-No, mi'ja, está chispeando, no se encuentra en las condiciones adecuadas para irse. Usted puede quedarse, no es ninguna molestia. Mi esposa está tratando de buscar el hotel o alguna otra identificación.
Estaba incómoda, estos señores trataban de ayudarme y yo no recordaba nada, me dolía todo el cuerpo a causa del accidente, necesitaba ir a un hospital, pero dudaba que hubiese uno cerca de ese lugar.
El señor me explicó que tuve un accidente en auto, lo que me hizo pensar en que eso significa que venía desde lejos.
La mujer entró a la habitación en la que me encontraba.
-No encuentro el hotel -anunció preocupada-. Nadie ha oído hablar de él y aquí no hay señales de internet para localizarlo.
-Gracias por tratar de ayudarme, pero esto es inútil, tendré que irme y buscar por mi cuenta -me levanté cojeando y me acerqué a la puerta.
-Oiga, no puede irse en esas condiciones -la mujer me detuvo-. Usted no está bien, traeré a la enfermera más cercana, pero usted de aquí no se mueve.
Ambos salieron, me quedé sentada en la cama, no quería volver a acostarme, esperé a que la enfermera llegara, después de examinarme me vendó mi tobillo y mi brazo, puso una gasa en mi frente y dijo que debía descansar, pero no podía quedarme en esa casa durante toda la noche, esto me ponía nerviosa, quería saber quién era, de dónde venía y dónde estaba ese estúpido hotel, revisé la credencial, tenía escrita una dirección aunque estaba tan gastada que las letras estaban por borrarse, lo único que pude notar fue la palabra "Río" eso significa que trabajo cerca de un río, solo debo buscar uno y llegaré a ese tal Vladimir's Hotel.
Ni siquiera pude preguntar nada, me ganó el sueño y cerré los ojos para caer en un profundo sueño. Me despertó el kikiriki de un gallo. ¿A qué diablos se dedicaban estas personas? ¿Acaso tenían una granja?
Vi por la ventana el sol del amanecer, ¡Oh por Dios! ¡El amanecer! ¡Me había quedado aquí toda la noche!
-Buenos días -entró la mujer a la habitación-. ¿Quieres venir a desayunar con nosotros?
-No, gracias. No tengo hambre -mi estómago me delató y decidió gruñir en ese instante.
Ya no tuve opción, me senté a desayunar con ellos, me sirvieron un café negro con un pan. Cuando terminé ambos se presentaron conmigo, la señora se llamaba Sandra, y el señor, Humberto, me contaron que desde hace años viven en este lugar, tienen un gran establo con caballos, vacas, cerdos y más. También tenían un gran terreno en el que sembraban maíz.
Me sentía invadida de animales, traté de ayudarle a la señora Sandra con los trastes, pero ella se negó a aceptar mi ayuda, desde la ventana vi al señor Humberto subirse a un caballo e irse, yo también quería intentarlo, pero era inútil con un brazo lastimado.
-¿A dónde va? -pregunté a la señora, sin despegar la mirada de la ventana.
-Todas las mañanas sale a repartir la leche para los vecinos. Como podrás darte cuenta nos dedicamos a la ganadería.
Esa respuesta me mantuvo intrigada, me daba mucha curiosidad, estuve mirando por la ventana durante un buen rato.
Estas personas fueron muy buenas conmigo, me llevaron a recorrer el establo, el cual me gustó a pesar de tener un olor no muy agradable.
Regresé a la casa y comí un delicioso pozole, el lugar podría ser muy bonito, pero definitivamente debía encontrar aquel río en el que daría respuesta a todas mis preguntas.
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