Capítulo completo

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Un olor a tortitas me despierta, miro la hora en el móvil, ¡mierda!, son las ocho y cuarto. Salgo de la cama, me recojo el pelo en un moño flojo y salgo de mi habitación.

Aún adormilada llego a la cocina donde me encuentro a Aleix haciendo obviamente tortitas que ha decorado con sirope de chocolate y helado. Creo que he empezado a babear al verlo, me refiero a las tortitas, no a Aleix sin camiseta. No voy a negar que sea guapo o que tenga buen cuerpo, pero todavía no me cae bien del todo y no es mi tipo.

− Creo que se te han pegado las sábanas y creo que iré a buscarlas para que te limpies la baba que se te cae – dice riendo. Sé que para mi edad estoy bueno, pero no hace falta que me mires así – añade mientras se sujeta la tripa de la risa.

Mi respuesta es obvia y es lo que haría cualquiera en su sano juicio, le miro duramente y con odio. Como el sigue sujetándose el estómago no le da tiempo a impedirme que le robe el desayuno. El que ríe el último ríe mejor, sobre todo por la cara de idiota que se le ha quedado.

− Ese es mi desayuno – dice tratando de no reírse. Pero no suena nada serio.

− Ahora es MI desayuno, cuanto antes lo aceptes mejor para ti. Por cierto también quiero un batido – digo mientras voy al salón.

− No soy tu criado – dice de mal humor.

− Yo solo soy una débil humana, tu como eres un fuerte y rápido vampiro tardarás menos y así mientras me voy comiendo MI desayuno – digo haciéndole bufar.

− Que conste que solo lo hago para que tardemos menos en abrir la maldita caja − dice.

− Claro – pienso para mí.

− Toma − dice dándome el batido y sosteniendo una taza con café − ¡¿Cómo es posible que te hayas acabado ya las tortitas?!

− Tú tendrás súper-fuerza, súper-velocidad, etc... pero yo tengo el poder de comer rápido − él ríe − No quería que intentaras quitármelo – digo con voz de niña pequeña y bajando la cabeza, provocando que el ría nuevamente.

− Voy a por el joyero – dice y al segundo está de nuevo aquí.

− No sé si quiero abrirlo – digo muy seria.

− ¡¿Cómo?¡

− No me chilles – digo chillando.

− Perdón – dice bajando su cabeza como había hecho yo antes.

− No sé si quiero emprender una búsqueda y hacerme ilusiones para encontrar que lo mataran. Recuerdas que ¡yo vi como lo mató mi hermano!

− Si no quieres no lo hagas, pero yo necesito saber si mi hermano aún vive.

− ¡Lo dices como si yo no necesitara saberlo! ¡No he vuelto a querer a nadie como le quise! Jamás podré, y no quiero hacerme ilusiones para acabar en el mismo sitio que al principio, viendo su tumba. ¿Crees que lo he superado? Pues no, aún no lo he superado y no creo que lo supere jamás. Ese día murió una parte de mí. Por qué crees que en la facultad me llaman la abogada de hielo, porque ese día murió con él la parte de mi corazón que sentía, por eso dicen que soy de hielo y que no tendré escrúpulos en los juicios.

− Yo...− dice rascándose la nuca – no lo sabía – dice derrotado.

− Lo siento no quería gritarte – digo secándome los ojos llenos de lágrimas de frustración y de dolor.

− Quizás recordar ese momento tan trágico nos ayude a saber si hubo una mínima posibilidad de que sobreviviera antes de emprender la búsqueda y de abrir la caja.

Asiento

Flasback

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Gracias por leerme desde México, Argentina, España, Bolivia, Colombia y Estados Unidos. Una mención especial para CrushNutella por su apoyo, tanto en esta novela, como en "Mar de arena". También a @majo958 por sus palabras en un mal momento personal, gracias guapa. Y a la que considero una gran amiga, gracias por todo @sofia941.