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Capítulo 4

Los días de vacaciones llegaron y con ello vendrían todas esas noches interminables de amor en las que ambos soltamos chispas, su mirada, esos ojos negros  que me hacían ir a universos paralelos se habían convertido en mi la razón de mis sonrisas. Pero mi secreto había estado ocultado por mucho tiempo, una mañana no encontraba mi inhalador, mientras yo me quedaba sin aire y caía en el suelo el no sabía que hacer y salió del cuarto corriendo buscando a mi mamá, ella vino en cuestión de segundos y le dijo a él que me cargará y me llevará así hasta el auto.

Durante el viaje, podía sentir más que mi respiración defectuosa, estaba sintiendo la de el, que iba deprisa y sus ojos estaban perdidos en el camino hacia el hospital, apenas llegamos el mismo me cargó hacia la puerta de urgencias, donde ni a él, ni a mí madre los dejarían entrar, aún los enfermeros llevando mi camilla hacia adentro podía sentir los gritos de mi novio pidiendo que lo dejarán pasar, lo último que vi fue como mi mamá lo aguantaba y trataba de calmar, después de eso todo se volvió oscuro y frío.

Desperté medio aturdido, al parecer volvía a ese lugar que detestaba, un cubículo de un hospital, junto a mí en la cama estaba mi chico que dormía con sus manos encima de las mías y mi mamá acostada a lo largo de un banco que había en el salón, lo desperté mientras mis manos sujetaban fuertemente las suyas.

– ¿Mi amor ? Raquel mira ya Fabio se despertó.

El me abrazó como si no me hubiera visto en años y mi mamá hacia lo mismo, el me miraba directo a los ojos y aunque quiso no pudo evitar que una lágrima saliera de sus ojos.

– Pensaba que te me morias amor.

Mire a mamá y lo mire a él, ella como si fuera adivina me contó que después de lo sucedido tuvo que contarle la verdad a Martín y si realmente era algo entendible. Yo realmente tenía miedo de que me acusara de no haberle dicho la verdad pero otra vez me sorprendería cuando me dijo que eso no importaba, que él estaría a mi lado sin importar que ocurriera, le hice ver que todo era muy díficil, pero a él no le importaba nada de lo que yo dijera.

Mi mamá había salido ya que el doctor la había llamado aparte mientras yo disfrutaba de los mimos de mi chico y fue cuando ella llegó tambaleándose y con sus ojos mirando fijo hacia el piso, no había sentido una sensación más mala en mi vida, automáticamente al verla se me hizo un nudo en la garganta.

– ¿Mamá que fue lo que te digo el doctor ?

– Mi niño lo mismo puedes durar unas horas que tres meses, el cáncer de tus pulmones se ha ramificado hacia varias partes de tu cuerpo.

Mientras mi mamá decía estás palabras veía como cada una de sus palabras eran como clavos ardiendo en la piel de Martín y yo aguante sus manos fuertes y abrace a Raquel, por extraño que sonase aquí estaba yo consolando a las dos personas que más yo quería y el que se estaba muriendo era yo. Fuimos a casa y aunque esa noche fue algo difícil para todos yo no me rendiría, estoy vivo y quería disfrutar cada segundo.

Al siguiente día nos fuimos de excursión a las montañas, todos juntos nos sumamos al llamado de la naturaleza, el sol, el cantar de las aves nos abrigaba para sentirnos únicos, mis pulmones estarían respirando aire puro, esa noche construimos las casas de campañas y a la luz de una hoguera comenzamos a contar esos cuentos de terror, los más macabros para mí eran los de payasos que mataban a los niños curiosos. Todo iba bien, aunque no me parecía justo que Martín pasará sus vacaciones encerrado conmigo en la casa mientras el podía estar divirtiéndose con sus amigos del fútbol, a  lo que a mis reclamos el respondía enérgicamente, que no había mayor placer que estar a mi lado, no podía enojarme con el, era algo prácticamente imposible, así que lo deje a mi lado.

Eran unas de esas noches, de las malas, estaba sudando y mi piel ardía mientras que el se había quedado dormido abrazándome para darme calor, y fue cuando intenté pararme de la cama y caí al suelo nuevamente, está vez quedando completamente inconsciente solo podía ver una luz al final de un túnel, de fondo podía oír las voces   de mis amados bien lejos, yo seguía ese túnel en el vi ese paisaje de cuando fuimos al río, el pasto esta vez estaba más verde y la brisa golpeaba mi cuerpo con tal suavidad que en algún momento pensé que estaba volando y fue cuando me di cuenta que esto no era real, quería despertar y lo hice.

Estaba enganchado a diez mil cables y máquinas al fondo estaba mi padre eso era algo raro, su cara me transmitía tristeza, podía ver por la cara de mi mamá que yo no estaba bien y ella junto con mi chico me abrazaron, yo trate de hacer lo mismo, pero al parecer mis fuerzas me habían abandonado, ellos me dieron un beso grande y me dijeron que todo estaría bien, que no tuviera miedo.

– Mami miedo a morir nunca tuve, desde el momento que me diagnosticaron trate al cáncer como un amigo secreto, yo hacía de todo por hacer las cosas bien para tenerlo entretenido y que no supiera que era yo su víctima, necesito que sepas que todo debe estar bien porfavor, eres la mejor madre del mundo, que tus flores sigan siendo las más coloridas de todo este lugar y que tu sonrisa las acompañe.

En ese momento Martín se me acercó y está vez no pudo contener sus lágrimas, yo me le acerque y le di un beso con mis últimas fuerzas.

– Amor mío, te repito la pregunta que te hize hace un tiempo atrás.¿ Vivirás por mi ?

Sus ojos se llenarían aún más de lágrimas y se lanzó hacia mi cuerpo está vez con delicadeza y me dijo al oído.

– Si mi cielo.

Con eso me bastaba, todos a los que quería se tenían los unos a los otros, no quiero tristeza,cada día es una nueva vida que nos toca vivir y solo nosotros decidimos como vivirla.

– Mi vida te amo.....

FIN

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