3
Pov Rui
—¿Y por qué no le propones a la maestra cantar una canción de Inuyasha para la próxima presentación? —pregunta Yuri de camino al club.
—No, eso sería presuntuoso para alguien de primero —respondo con obviedad.
—¿Tú qué te preocupas por esas cosas? Cantas mejor que muchas de segundo.
—Eso no es cierto —niego un poco incómoda.
—Claro que sí —dice y me ve a la cara.
—Oye, me gusta tu liga —digo al mirar sobre su cabeza y buscando cualquier excusa para evadir el tema, señalando su liga color rosa.
—Oh, gracias. Venía junto con un manga que compré.
Esta es la razón por la que esta chica es tan popular y cae bien. Conmigo habla de anime, pero la he visto hablar con otras personas sobre actores que están guapos, mangas de varios géneros, especialmente romance, y de muchas cosas más. Pero lo más importante, le toma tiempo a todas las personas con las que habla, haciéndolas sentir especiales. Es una persona sociable, lo contrario a mí. Aunque igual no pienso seguir su ejemplo.
—Falta una semana para los exámenes —digo de la nada. Me sorprendo a mí misma ya que nunca saco un tema de conversación. Entramos al salón de música.
—Ay, ni me lo recuerdes, Rui. No entiendo la terquedad de poner los exámenes exactamente antes del Golden Week. Oye tú tienes buenas calificaciones, ¿No? ¿Me puedes ayudar a estudiar hoy?
—Lo siento, no puedo.
—¿Por qué no? ¿Tienes otro compromiso ya?
—Algo así —me limito a responder, recordando lo que pasó con Yuuto ayer. Rompí toda regla que yo misma me había creado de no interactuar con personas que no conozco a fondo, y más que eso, lo invité a mi casa, dejándolo entrar a un espacio mío que nadie más de aquí ha conocido. Eso me pasa por no reportar a acosadores.
—¿Es un chico verdad? Tu expresión lo dice todo. —Me quedo pensando ya que según yo tenía mi cara seria o una sonrisa ligera de siempre, pero al tocar mi cara me doy cuenta que está colorada ya que la siento arder—. No soy tonta, Rui. ¿Quién es el afortunado, Masato? —pregunta con una sonrisa de lado a lado y los ojos más brillantes que nunca.
—No. Es Yuuto —a este punto ya me resigno y corrijo. Ahora que lo pienso sería menos incómodo si la invito a ella también—. Si quieres puedes acompañarnos, será en mi casa.
—Rui, aunque me hubiera gustado que fuera Masato en lugar de Yuuto, no puedo molestarlos en su cita, y menos en tu casa. ¿Qué tal mañana después de clases?
—Si tú dices —contesto, porque sé lo terca que es, y es mejor dejarlo así por ahora. Genial, ya tengo compromisos para ser asesora de dos personas. Y lo peor de todo es que yo solita me metí en esto. Me aguanto las ganas de rodar los ojos y suspiro.
En eso llega la líder del club y nos dice que nos separemos en partes para practicar.
—Bueno, Rui, deja tus suspiros amorosos de un lado y usa tu preciosa voz —susurra Yuri y se va con las de Soprano. Yo, como tengo la voz grave, soy de la parte Alto.
Después del club, salimos del salón y esperamos en el campo a que Yuuto acabe sus actividades. Está guardando unas cosas con su amigo medio gay.
—Hola Rui. ¿Esperaste mucho? —pregunta al llegar conmigo, ya sin la compañía de su amigo.
—Bastante. —Mentira, llevo menos de cinco minutos aquí.
—Perdón... Supongo que nos vamos de aquí directo a tu casa.
—Supones bien. Bueno... ¿Nos acompañas, Yuri? —Sé que dije que es muy terca pero no puedo dejar ir esta última oportunidad para que Yuri venga con nosotros.
—No gracias, Rui, no quiero molestarlos, bueno adiós —balbucea y se va corriendo. Si tan sólo supiera que el transcurso hasta aquí no fue para nada romántico sino enfermizo.
En fin, vamos caminando juntos. Siento las miradas de muchas personas. Ha de ser porque Yuuto es popular y llama la atención si está con una chica en lugar de su amigo gay u otro de sus amigos. Espero que no me molesten por eso.
En los árboles de cerezos ya no están las flores color rosa. En cambio unas hojas verdes comienzan a crecer, indicando el fin de la primavera, aunque todavía el clima es fresco.
—¿A qué rumbo está tu casa? —pregunta Yuuto cuando al fin salimos de la escuela.
—Está al lado contrario del hospital. Solo nos vamos a tardar cinco minutos —respondo y camino delante de él para que me siga.
Durante esos cinco minutos mencionados Yuuto intenta entablar una conversación contando chistes pero lo ignoro y me concentro más de lo usual en los árboles y las casas por las que vamos pasando. Ya enfrente de la casa toco la puerta.
—Ya llegué, abuela.
—Disculpe por las molestias.
Decimos al mismo tiempo en cuanto se abre la puerta y entramos.
—Bienvenido, Yuuto. Pueden usar la mesa de centro. ¿Quieren alguna bebida? —mi abuela pregunta alegremente.
—No gracias —dice Yuuto y se sienta en el piso quedando a la altura de la mesa de centro, ya que no tenemos sillones ni nada por el estilo.
—Tráiganos agua por favor, abuela —le susurro en su oído y también me siento.
—Bueno, ¿Empezamos con matemáticas? —pregunto y él asiente.
Qué suerte que sea lo que se me da bien: las fracciones. Cuando mi abuela nos da el agua tomamos un poco y empezamos. No puedo creerlo. Le explico decenas de veces el mismo problema y no entiende. Después de batallar una hora con eso me rindo y empiezo con ciencias. Al parecer se le hace más fácil comprender el texto, y acabamos en media hora. Gracias a Dios.
—Por dios, me imaginé que no eras bueno en cuanto me pediste ayuda pero no pensé que a tal grado. ¿Qué rayos has estado haciendo toda la primaria? —cuestiono con los ojos más abiertos de lo normal y él empieza a reír.
—Pues cosas divertidas, salir con amigos, conocer personas, no hacer tarea y ver cómo los demás se enamoran y hacer apuestas respecto a eso —dice con tal normalidad que me desespera y me pego la frente con mi mano—. ¿Y tú qué hacías?
—Estudiar.
—¿Sólo eso? ¿Y qué hacías en tus tiempos libres? —pregunta, ladeando su cabeza. Puede que con otras personas funcione ese truco, pero conmigo no.
—No me gusta hablar del pasado —contesto y un silencio al que ya estoy acostumbrada nos invade.
Está bien que hayamos roto un poco el hielo pero no es para que ande preguntando cosas que no le incumben. Yuuto mueve sus manos entrelazándolas entre sí y yo me quedo mirando el techo hasta que Yuuto rompe nuestro silencio.
—¿Por qué tus ojos son azules? —me pregunta y volteo a verlo.
—Simplemente es de nacimiento —contesto neutral. Me han preguntado eso infinidades de veces desde que entré a la secundaria.
—¿Segura que no son lentes de contacto? —Se acerca hasta dos centímetros frente a mis ojos con una sonrisa malévola. Este loco me pone de los nervios. Es demasiado guapo. Pero me dan más nervios saber que yo pienso eso.
—Tú tienes el cabello tan café que no parece natural y nadie te dice nada —digo tocando su cabello para disimular mi sonrojo. Veo que intenta acariciarme el cabello también y me alejo rápidamente—. ¿Me llenarías un chismógrafo?
—¿Y eso para qué? —pregunta, probablemente sorprendido de mi cambio de actitud.
—Para conocerte. Ni modo que para decorarlo en mi cuarto con un marco —respondo sarcásticamente.
—Sólo si tú también lo escribes —dice sin quitar su sonrisa.
—¿Tú tienes de esos?
—No, pero podrías regalarme una hoja en donde escribas tu información. —Asiento y subo las escaleras para ir por los chismógrafos. Le doy una hoja a Yuuto y yo agarro otra para llenarla.
Nombre. Dirección. Número de teléfono. Cumpleaños. Tipo de sangre. Película favorita. Programa favorito. Color favorito. Libro favorito. Palabra favorita. ¿Cómo describirías tu personalidad en una sola palabra...?
Cuando acabamos de responder esas preguntas entre otras intercambiamos los papeles.
—¿Tu cumpleaños es el 7 de julio? —pregunto al darle una vista a la hoja.
—Sí, el día de Tanabata. Pero tú cumples el 25 de diciembre, la mismísima navidad —dice soltando una pequeña risa. No entiendo que es lo que le hace sonreír tanto.
—Creo que tenemos en común que nuestro cumpleaños cae en un día festivo —digo, viendo que mi abuela nos está observando, y recuerdo que yo misma le había pedido que lo hiciera. ¿Entonces por qué no había dicho nada cuando nuestras caras estaban extremadamente cerca?
—Muchachitos, creo que ya es hora que se despidan. Ya son las 8:00. Yuuto, si quieres te doy dinero para un taxi porque no tengo carro —dice mi abuela.
—¿Puedo llamar a mi madre para que venga por mí?
—Oh claro, supongo que es mejor —responde y señala el teléfono de la casa.
Después de otra media hora más, llegan por él y nos despedimos. Ceno más tarde de lo habitual, lavo los trastes, me meto a bañar y luego a la cama. Obviamente no soñé con Yuuto. ¿O sí?
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—¿Cómo te fue ayer con Yuuto? —es lo primero que dice Yuri al entrar al salón el día siguiente.
—No fue gran cosa. Sólo estudiamos por una hora y media e... Intercambiamos chismógrafos —digo, acomodándome en mi asiento.
—Wow, qué normales —dice rodando los ojos entre risas, y se sienta en su lugar, que está detrás del mío—. ¿Al menos le avanzaron a las materias?
—Sí. Pero creo que el tarado no entendió nada de las fracciones.
—¿Acaso hablan de mí? —grita Yuuto desde la puerta del salón. Sus orejas serían capaces de escuchar su nombre desde la parte más oscura del infierno—. ¿Quieren estudiar la próxima semana con Haruya y yo en la biblioteca? Ya no va a haber clubes por el periodo de exámenes —propone acercándose a nosotras.
—¿No te molesta lo que dije? —pregunto un poco preocupada.
—Un poco, pero sé que es verdad así que no diré nada —responde con tranquilidad.
—Yo también quiero unirme —dice Aki desde su lugar, que está delante del mío.
—Muy bien, entre más cabezas más conocimiento. ¿Obviamente se apuntan, verdad?
—Yo sí —Yuri contesta al instante y yo me quedo callada.
—¿Y tú, Rui? —Yuuto pregunta, agachándose para quedar a mi altura y simplemente asiento. Creo que no saldrá tan mal.
Como ya se había dicho, Yuri, Aki, Haruya, él y yo nos juntamos en la biblioteca los primeros tres días de la semana.
El jueves y viernes fueron los exámenes y todos prometimos dar lo mejor y espero que así haya sido.
—Tengo boletos para ir al parque de diversiones este domingo. ¿Creen que puedan ir?— pregunta Yuuto cuando se acaban todos los exámenes y nos dejan irnos a casa. Me quedo impactada cuando todos dicen al instante que sí. Yo la verdad preferiría estar en mi casa viendo anime.
—Perdón por decepcionarlos pero no podré ir. No creo que mi abuela me deje —digo y Yuuto me mira de una manera que no puedo descifrar qué es.
Sin embargo todo se aclara cuando llego a mi casa y mi abuela me dice:
—Rui, Yuuto me dijo que irán al parque de diversiones este domingo y le dije que estaba bien. Sé que necesitas salir. Diviértete mucho, Rui. —Al parecer ahora mi abuela es aliada de Yuuto. ¡Por un demonio, lo que faltaba!
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