18
Pov Mari
Hoy Yuuto me habló después de mucho tiempo. Me dijo que nos viéramos en la azotea después de clases, así que supongo que quiere disculparse por ser tan grosero conmigo. Pero cuando abro la puerta, no solo está Yuuto, sino que también Rui y Aki.
—Hola, supongo que no tenías idea de por qué fuiste llamada. La verdad es que necesitamos que nos ayudes con Kanami —acota Rui en cuanto me ve.
—¿Por qué te ayudaría a ti? Tú eres mi rival en el amor, no te debo nada —digo molesta.
—¿Qué tal si te decimos que expandiremos rumores malos sobre ti si no lo haces? —interfiere Aki.
Me sobresalto, y me acerco lentamente a Rui, tratando de intimidarla.
—¿Por qué tienes que hacerme esto si lo único que quería es el amor de Yuuto? No puedes llegar así sin más y quitarme a la persona que estaba destinada a estar conmigo.
—Yo siempre estuve ahí como tu mejor amigo, pero nunca dije que me gustaras. No puedes culpar a nadie por sus sentimientos —dice Yuuto solemnemente. Empiezo a fingir que estoy llorando y me tapo mi cara con las manos.
—¿Sabes cuántas noches he dormido pensando en ti? ¿Sabes cuánto me esforcé para destacar entre todas las chicas para que te fijaras en mí? No es justo que ella logre en meses lo que yo nunca logré en años.
—Al menos Rui no lastima a los demás para lograr su objetivo. Con todo lo que has hecho podríamos expandir rumores de que eres una acosadora y que obligaste a Yuuto a salir contigo, y no sería mentira. Tú ya sabes qué tanto puede afectar la opinión de los demás a tu vida cotidiana, ¿verdad? —Trago saliva por las palabras de Aki. Está haciendo referencia al incidente de Rui—. No te preocupes, si nos dices todo lo que sabes de Kanami y no hablas con nadie más sobre lo que pasa aquí, tampoco nosotros diremos nada de ti. Ahora márcale a Kanami.
Al final sí me descubrieron en mi plan, y Kanami ni siquiera me ayudó después de expandir rumores locos de Rui. Si a ella no le importó mi bienestar, a mí tampoco me importa el suyo. Dejo de fingir mi llanto y saco mi celular.
Pov Kanami
Camino por el pasillo después de clases y mi teléfono suena. Qué raro, normalmente nadie me llama. Veo el nombre y contesto.
—Hola, Mari. ¿Qué pasó?
—Kanami, necesito que vengas a la azotea, es una emergencia —Su voz se oye nerviosa pero no apresurada.
—¿Pero por qué?
—Por favor, necesito tu ayuda —ahora chilla. Se oyen unas voces detrás pero no muy claramente—. Me tengo que ir, adiós.
Cuelga sin más y guardo mi celular después de suspirar. Supongo que todavía no me puedo ir a casa, así que voy caminando sin ninguna prisa hacia la azotea. De todos modos, viniendo de Mari, debe ser otro problema relacionado con Yuuto. Cuando subo las escaleras y abro la puerta, están cuatro personas paradas; un chico poniendo sus manos en los hombros de la damisela en apuros y un travesti con los brazos cruzados molestando a la chica popular que fue rechazada. Claro, ya pasaron tres días desde que regresamos a clases y apenas se enfrentan a mí porque tenían que prepararse.
—¿Qué? ¿Todos ustedes van a reclamarme por jugar con Rui? Lo siento pero ya conseguí otro juguete mientras ella no estaba —digo sin mucho interés y los rostros del travesti y la pareja cliché se llenan de rabia.
Mari sigue nerviosa. Aki abre la boca.
—Supongo que ese nuevo juguete son las drogas.
Vaya, sí que vinieron preparados.
—¿Acaso tienes pruebas de algo? —cuestiono, acercándome a Aki y rozando mi dedo con su barbilla.
Si fuera hombre sería muy popular. Hace un ademán de querer golpearme y me alejo rápidamente.
—¡Yo sí! Cada vez que necesitabas competir en una carrera, te tomabas unas pastillas que según tú te hacían "correr más rápido". Las ocultas en una caja fuerte de tu cuarto —exclama Mari vehementemente.
Su bella cara y cabello no son nada comparado a lo mío.
—Ajá, si sabe todo eso, ¿no sospecharon que ella también las tomaba? —Intento cultivar duda en los demás pero Yuuto responde rápidamente.
—No, porque Mari siempre ha corrido rápido y no necesita de esas cosas.
El punto es defenderse el uno al otro, ¿No?
—¿De dónde obtienes la droga? —Aki regresa la conversación hacia mí.
—Un narcotraficante no revela sus fuentes, ¿no crees? —digo tratando de sonar lo más arrogante posible.
—¿Tú misma la produces? —Aki insiste.
—Claro que no, no tengo tiempo.
—Entonces la compras —afirma Aki para sí misma.
—No la compro, me la regalan. ¿Recuerdas la vez que me arrebataste mi celular y encontraste fotos de callejones, Alice? Pues aparte de dar noticias, sirve para que los narcotraficantes sepan dónde se va a juntar la atención de los policías y no vayan ahí. A cambio de hacer eso, me dan un poco de drogas y dinero.
Digo dirigiéndome a Rui y la única que se ve confundida es Mari. Pero unos segundos después, los otros tres abren los ojos como platos y se miran entre sí. Parece que solo una palabra de lo que dije se les hace impactante.
—¿Cómo sabes mi otro nombre? —Por primera vez estando aquí, Rui abre la boca y pregunta.
—¿Por dónde empiezo? ¿Será que tal vez mi padre atropelló a tu madre y lo arrestaron a causa de eso?
Rui palidece ante mis preguntas retóricas.
—Pero...
—Lo sé, de seguro tu abuela nunca mencionó nada y tú nunca checaste ningún periódico o un medio masivo. Pero en realidad fueron noticias famosas. Mis padres se divorciaron y mi mamá tiene mi custodia, pero yo seguía viendo a mi padre a escondidas ya que él siempre obtenía dinero fácil por ser narcotraficante y me daba un poco a mí también. Pero un día llegaron los policías y arrestaron a mi padre, y no solo por tener drogas, sino por haber matado a la esposa de Alan Bérle.
—Entonces nunca estuve sola en esto —susurra Rui y se tapa la boca, sorprendida.
—Vieron en las cámaras de seguridad y muchas cosas para llegar a mi padre, pero estoy segura de que sin dinero de por medio no habrían llegado tan lejos —sigo hablando como perico para no tener que escuchar las reacciones estúpidas de Rui-¿—. Pedí permiso para ver las cámaras de seguridad también, y descubrí que la víctima era tu mamá. Sentí tanta rabia que decidí hacerte la vida imposible hasta el punto de querer morir. Y lo he logrado dos veces.
Para mi sorpresa, nadie se ve furioso por lo que estoy diciendo. O a lo mejor solo están oprimiendo sus emociones para no provocarme.
—Sé que es una pregunta imprudente pero, ¿Por qué te cambiaron de escuela a mitad de ciclo? —pregunta Aki.
—¿Segura que no te asusta saber? —bromeo pero todos tienen expresiones seriasv. Obviamente en un caso normal me regañarían por romper las reglas y hacer bullying, por lo que soborné a los maestros para que me dejaran hacer lo que se me dé la gana. Pero eso no era suficiente: el director estaba a punto de suspenderme cuando se dio cuenta. Aun así me las arreglé para que no me expulsaran en ese momento... Descubrí que era pedófilo. Aun así, una vez nos descubrieron juntos, pero ya saben, mi mamá es abogada y se las arregló para culpar por completo al director y que lo despidieran. Pero nos tuvimos que mudar porque era obvio que ya no podía estar en la otra escuela.
—¿No te da vergüenza hablar de eso? —comenta Mari con desagrado.
—¿Lo sigues haciendo? —cuestiona Aki.
—¿Qué? —Regreso una pregunta, pues no entendiendo a lo que se refiere Aki.
—Lo que hacías en la otra escuela —aclara indiferente.
—Ah, sí. Yo solo quería recordarles que el mundo gira en torno al dinero y las apariencias. Bueno —agarro una coleta de Mari—, nosotras ya nos tenemos que ir, y no se preocupen, ya no torturaré más a Rui —digo y jalo a Mari de su coleta para irme de la azotea.
—No es como si te dejáramos hacerla sufrir de nuevo. —Oigo mascullar a Aki cuando cierro la puerta.
—¡Me duele! Ya suelta mi coleta vse queja Mari en cuanto bajamos de la azotea.
—Mari, no es culpa mía que Yuuto no te corresponda, ¿entiendes? Con tu carácter débil y fácil de persuadir, era obvio que no lograrías nada. Nunca más me vuelvas a llamar amiga —la reprendo para luego cachetearla. Ahora su cara tiene una imperfección.
Después de eso la dejo sola y bajo las escaleras para dirigirme fuera de la escuela e irme a casa. Todo este tiempo fue manipulada por mí y confió casi ciegamente en mí, pobre ilusa. Tampoco me afecta mucho que le haya dicho mis secretos a los que estaban en la azotea.
Todavía es hora de los clubes pero yo no estoy en ninguno, por lo que salgo de la escuela discretamente y camino por veinte minutos para llegar a mi casa. Cuando llego, abro la casa con las llaves que siempre llevo y subo a mi cuarto. Ahí me cambio a una ropa llena de olanes, bordados, y con características de ropa que son consideradas femeninas. Nadie pensaría que alguien con mi apariencia investiga crímenes y ayuda a los narcotraficantes.
Me acuesto en mi cama y saco mi celular para marcarle al traficante al que siempre le comparto la información.
—Hola, hija del Líder, que raro que me llame —saluda la voz de un señor de treinta años.
—Hola, Tigre Azul —le regreso el saludo con su nombre de pandilla—. Solo quería avisarte que unos compañeros ya saben todas las cosas en las que estoy involucrada y probablemente hoy haya sido mi último día de clases ahí.
—¡Oh no! Eso es terrible —exclama con una voz alta.
—No necesitas fingir lástima. De todos modos eso era lo que quería desde que arrestaron a mi padre. Y esta vez mi mamá no querrá abogar por mí.
—Bueno, respeto tu decisión, pero... ¿Estás segura que quieres echar a perder tu vida de esta manera? —pregunta.
Ja, mi vida se empezó a arruinar irreversiblemente desde que encontré a mi padre y me metí en asuntos ilegales.
—Claro, vivir sin mi padre es como no vivir en absoluto, así que sería muy feliz si estuviera en la misma cárcel que mi papá. —En cuanto articulo la última palabra, suena que se abre la puerta —. Ya tengo que colgar, gracias por atender mi última llamada.
Él también se despide y cuelgo la llamada.
—¡Ven de inmediato a la sala y trae esa caja fuerte! —grita mi mamá desde el primer piso.
Ahora sí viene lo interesante. Cargo la caja grande y su llave para bajar lentamente las escaleras.
—Hola mamá. ¿Por qué llegaste tan temprano hoy? —pregunto cuando bajo el último escalón y veo a mi mamá en frente de mí cruzando sus brazos.
—Me llamaron desde la estación de policías. Vamos al sofá a hablar mejor —dice. Sonrío y obedezco.
—Todo lo que dijeron los policías es cierto —acoto sin quitar mi sonrisa de la cara.
—Yo te ofrecía todo lo que necesitabas; una linda casa, ropa de tu gusto y comida. —Lo último no era periódico y saludable pero bueno —. Incluso te defendí cuando sabía que hiciste un desastre en la escuela. Pero sabes que lo único que no puedo perdonar es que te relaciones con tu padre mediocre, y menos que consumas sus drogas.
Ruedo los ojos ante sus palabras.
—Preferiría mil veces estar en la cárcel que vivir contigo. Tienes el dinero suficiente para que no me falte nada pero tú nunca estás cuando te necesito y no me das amor y comprensión que mi papá sí me daba —contraataco.
¿Ahora quién es la mediocre?
—Tú eres menor de edad, no irás a la cárcel; irás a un psiquiatra para criminales que está lejos de aquí —revela.
Prostituta, manipuladora, psicópata. Estoy siendo lo que dije que Rui era. Puede que en toda la historia que me inventé, me haya reflejado a mí misma. ¿Por qué mi mamá se empeña tanto en alejarme de mi papá si es la única persona que de verdad me importa en este mundo?
—Al menos estaré lejos de ti -mascullo y le doy la caja fuerte y la llave a mi madre.
—Qué ingrata eres—dice mi madre al recibir lo que llevará con la policía. Estaría perfectamente bien sin ella; yo hago mi propio dinero y sé cuidarme sola. De todos modos ella solo asumió la responsabilidad de cuidarme para pretender que es una gran persona moral y socialmente, lo cual no es cierto—. Seca esas lágrimas y empaca tus cosas porque el tren de camino al psiquiatra sale mañana a las seis de la mañana.
Pov Rui
—Santo cielo, sí que el sistema policiaco está corrupto como para que no te hicieran caso hasta que dijiste el nombre de tu padre.
Refunfuña mi abuela cuando acaba de comer todos los deliciosos platillos que hizo para el desayuno. Sigue muy indignada por lo de ayer.
Yuuto, Aki y yo fuimos a la estación de policías con el audio que grabamos de todo lo que dijo Kanami y otros videos que Aki había tomado antes, pero nos dijeron que no tenían tiempo para unos mocosos de secundaria.
Yo dije "bueno, tendré que hablarle a mi padre... esperen, no puedo hacer llamadas internacionales." El policía me miró curioso y le enseñé una foto con mi papá y mi hermana que había tomado en mi celular. Cambió su actitud de repente y nos pidió cortésmente que le enseñáramos los videos y audios.
Es sorprendente cómo Aki la descubrió cuando iba a entregar las llaves y pasó cerca de la oficina del director. Pero lo más sorprendente es que no tuvimos que sacar esas pruebas en frente de Kanami para que lo admitiera.
—Ay, abuela, ahí sí hubiera sido mejor si usted nos hubiera acompañado —digo a reprimenda y me paro para ir al lavabo y lavar mis platos.
Tan entusiasmada que estaba para reclamar a la escuela.
—Pero no hizo falta, tú pudiste hacerlo sola con tus amigos y yo hubiera sido un estorbo. —Encoge los hombros.
Abro la llave del agua y le pongo jabón a la esponja.
—Puede que me vea muy madura para usted, pero apenas tengo trece años —suspiro.
Mi abuela no contesta y se espera a que acabe de lavar los platos para colocar sus brazos en mis hombros. La volteo a ver y su rostro está serio.
—Así es, Rui, eres demasiado madura para tu edad. Pero no dejes que eso te impida disfrutar del momento. Al fin y al cabo, los problemas se han ido. Relaja tus hombros y toma aire.
Hago lo que dice mi abuela. En este momento estoy todavía más atrasada en los estudios, y si mi abuela fuera normal, diría que no pierda el tiempo y estudie, causándome un estrés que me haga sentir inferior.
—De todos modos no creo que sea difícil divertirme y morirme de risa teniendo un amigo como Yuuto.
Mi abuela sonríe ante mis palabras, pero sus ojos se ven tristes y también siento que sus brazos son más delgados que antes. En eso suena que tocan la puerta y mi abuela abre. Necesitamos un timbre en esta casa.
—¡Buenos días, Aki! —saluda mi abuela al abrir la puerta. Rápidamente me voltea a ver—. Ve a lavarte los dientes.
—Iba a hacer eso sin que me lo pidieras —contesto y me voy corriendo.
Después de lavarme los dientes, agarro mi mochila y salgo a encontrarme con Aki.
—¡Buena suerte a la escuela a ambas! —se despide mi abuela y nosotras movemos nuestras manos en respuesta.
—¿No es emocionante poder ver el mundo sin agachar la mirada, aterrada por los comentarios hirientes de los demás? Ahora podrás ser tú misma, porque en realidad tú eres más simpática, alegre y amable, ¿No es así?
—Eh, ¿Por qué lo dices? —pregunto un poco incomodada porque Aki describió cómo era yo antes de lo de mi madre.
—De vez en cuando mi práctica observando personas da frutos —bromea y me empuja con su cuerpo, jugueteando. Yo le regreso el empujón, pero no le hago nada porque está mucho más alta que yo.
—Debe ser genial poder leer a las personas —comento y Aki sonríe. Tengo que inclinar un poco la cabeza para ver su cara porque es bastante alta.
Nunca había dudado de Aki, pero, ¿y si ella de alguna manera ya sabía que mi papá es famoso y planeó todo esto para chantajearme y pedirme dinero?
—Por cierto, ¿seguiremos juntándonos en nuestras casas y yendo a lugares baratos, verdad? Solo estoy preguntando para asegurarme de que no se te subió el ego por saber que tu padre es rico.
Vaya, creo que mi preocupación fue en vano.
—Nah, ni que fuera Mari o Yuri —menciono y Aki se ríe a carcajadas.
Luego de eso subimos las escaleras hacia el salón.
—Lo siento mucho, Rui, no debí dejarme llevar por alguien tan falsa y manipuladora como Kanami. ¿Amigas de nuevo? —balbucea Yuri y me extiende la mano en cuanto entro al aula.
¿En serio cree que la voy a perdonar solo porque se disculpó? Quiero decir, no me afectaría volver a ser su amiga, pero lo haría por lástima. Ignoro su mano y digo fríamente.
—¿Ahora sí quieres ser mi amiga porque ya sabes quién es mi padre?
—Eh... ¡¿A quién no le interesaría tener alguna conexión con una de las personas más ricas del mundo?! —exclama y suspiro, meneando la cabeza.
—Bueno, yo no tengo su dinero, así que no tengo nada que ofrecerte. Mejor sigue divirtiéndote con las tragedias ajenas junto a tu novio y tus amigas —digo y la hago a un lado para poder sentarme. Aki pide prestado el asiento de al lado a Haruya.
—¿Cómo se enteró ella? ¿A Mari no le importa que le exijamos privacidad en el asunto? —susurra Aki.
—¿Y si usó a alguien usualmente callado para desahogarse y esa persona le dijo a Yuri? —respondo de una manera igual de discreta.
—Puede ser, ojalá no se haga tanto escándalo.
—Oye, sí oíste que Kanami estaba metida en las drogas y prostitución y por eso la expulsaron? —Oigo que un amigo de Yuuto dice en frente de la puerta.
—Qué lástima, era divina —se lamenta Kenta.
—¿La apariencia es lo único que te importa? Bueno, me debes 500 yenes porque no anduviste con ella —acota el amigo.
Ahora entiendo a lo que se refería Yuuto con apuestas de amor.
—Si es bonita, no importa su personalidad. Me podría enseñar el lado oscuro y malo de este mundo, arrastrándome a la mala vida con ella y yo sería feliz —explica Kenta entrecerrando los ojos y estirando su boca de manera perturbadora.
Este es un verdadero pervertido.
—Qué asqueroso —interfiere Haruya, y recibe una mirada asesina de Kenta.
—¿Te digo qué es asqueroso? Gustar de un hombre siendo tú también un hombre —contraataca Kenta.
—¿De qué demonios hablan? —gruñe Yuuto, uniéndose a la conversación.
—Que deberían hacer pública su relación que va más allá de "mejores amigos" —recalca Kenta.
—¿Qué? ¿Tan temprano y ya estás buscando peleas? —suspira Yuuto y lleva su mano a su cabeza.
—Es que no puede ser, primero rechazas a Mari, tu amiga de la infancia, pero en lugar de conseguirte novia, te haces mejor amigo de Rui. ¿No sonaría sospechoso?
Ups, en parte yo tengo la culpa.
—¿Desde cuándo tu vida es tan aburrida como para que estés al pendiente de cada cosa que hacen los demás? —burla Yuuto y los otros dos también se ríen.
Kenta está a punto de explotar cuando suena la campana y todos se van a su lugar. La maestra Saida de ciencias sociales entra junto a una joven de aproximadamente veinte años con el cabello agarrado y unos lentes de armazón café.
—Antes de empezar la clase, quiero avisarles que su asesor ha tenido problemas y no se presentará el resto del año escolar. Por lo tanto, ella será su asesora por los tres meses que quedan -anuncia la maestra Saida y le da un pequeño empujón a la joven maestra para que se presente.
—Mucho gusto a todos, me llamo Takahashi Kumiko, voy en cuarto grado de universidad, espero llevarme bien con todos y aprender mucho —habla en voz baja después de escribir su nombre en el pizarrón—. Estaré con ustedes en cada clase que tengan, si necesitan ayuda, pueden pedírmela cuando quieran.
Todos empiezan con sus parloteos y unos hasta le empiezan a hacer preguntas imprudentes a la maestra. La maestra Saida da palmadas y los calla.
—Ya podrán hacerle preguntas luego. Por el momento, empecemos con la clase —articula la maestra y empiezan los bulleos pero todos sacan su cuaderno.
Después de clases, la maestra Takahashi y la maestra Saida me llaman y me llevan a una sala escondida para hablar en privado. Ahí nos ponemos a discutir sobre mi retraso en las materias y los exámenes que no hice. Dicen que harán un paquete de estudio especial para mí para que me ponga al corriente rápido y termine el año sabiendo lo mismo que los demás. También la maestra Saida sugiere que regrese al club de coro cuando entre a segundo de secundaria si es algo que de verdad me gusta, y que todas las que me molestaron ya recibieron un castigo. ¿Yuri las habrá delatado?
—Gracias por venir, eso es todo lo que teníamos que discutir. Échele ganas, y cualquier problema, consúltenos a mí o a la asesora temporal, o a quien quiera pero recuerde que somos las más confiables.
Dice la maestra Saida. Entiendo, ella no fue sobornada como el asesor que teníamos en 1-5 y sí me hará justicia. Después de intercambiar miradas cómplices, hago una reverencia y regreso a mi salón junto a la maestra Takahashi, un poco aliviada después de todo.
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