10
Pov Yuuto
—¡Ya llegué, mamá! —digo en cuanto toco el timbre. Pasan unos segundos hasta que la puerta se abre.
—Bienvenido de vuelta. ¿Cómo te fue, Yuuto?
—Genial. ¿Puedo usar el teléfono?— pregunto sin pensarlo mucho.
Es lo único que he pensado desde que salí de la casa. Mi madre asiente y voy corriendo hasta bajo las escaleras, donde está el teléfono. Me doy cuenta de que no me sé el número y subo rápidamente a mi cuarto para tomar la hoja del chismógrafo. Bajo las escaleras corriendo y conforme voy agregando los números mi corazón empieza a palpitar cada vez más rápido. Ayer ya lo había intentado pero estuve tan nervioso que, estando a punto de llamar, me arrepentí y ni siquiera guardé el número. Pero esta vez me armo de valor y oprimo el botón de llamar.
—¿Diga? —contesta la abuela de Rui. Siento que recupero el aliento.
—Buenas tardes, soy Yuuto. ¿Me podría...?
—¡Hola, Yuuto! ¿Cómo has estado? Por cierto, mándale saludos a tu mamá de mi parte, y también dile que muchas gracias por traer a Rui de vuelta —me interrumpe y me incomodo un poco pero respondo.
—Muy bien, gracias. Seguro, le daré sus palabras. ¿Podría hablar con Rui?
—Claro, muchacho. Solo espera a que la llame. —Suena música de fondo como de espera e intento prepararme psicológicamente. Después de treinta segundos que me parecen una eternidad, la voz de la abuela de Rui regresa—. Lo siento, quise convencerla de que hablara contigo pero no quiere. ¿Se pelearon o algo por el estilo?
¿Pelearnos? ¿Tan mala fue su reacción?
—No tengo idea de por qué estaría enojada. De igual manera, gracias, y espero verla luego —digo un poco dudoso.
—Gracias a ti, Yuuto. —Baja su tono de voz —. Si quieres hablar con ella te puedo ayudar. —Por alguna extraña razón no me sorprende su propuesta, tal vez porque también nos conocimos de una manera extraña.
—¿Cómo sería eso?
—Cuando tengas una oportunidad, te llamaré.
—¿Entonces solo debo esperar?
—Claro, pero eso sí, tendrás que ser muy paciente. —La verdad no me importa esperar con tal de que pueda hablar con Rui.
—Gracias por su apoyo. Entonces...
—Sí, te hablo uno de estos días. Cuídate, Yuuto.
—Igualmente... ¿Señora Yokoyama?— Lo digo en forma de pregunta porque no estoy muy seguro de cómo llamarla.
—Dime Hazuki. —Oigo cómo se ríe incómodamente.
—Bueno, señora Hazuki, adiós —me despido y cuelgo después de unos segundos. Me voy a la cocina lentamente y ahí está mi madre haciendo la cena—. Mamá, la abuela de Rui te manda saludos y te agradece por llevar a Rui de vuelta a casa. —Ella asiente y sigue en lo suyo—. ¿Quieres que te ayude en algo?
Levanta su mirada para contestarme.
—Sí, ve a regar las flores de afuera.
—Claro. —Abro la ventana y lleno de agua la regadera.
Hay unas asagao y girasoles. La verdad no combinan porque una es de un color azul triste y la otra de un amarillo alegre. Las asagao representan mi estado de ánimo antes de llamar a la casa de Rui, y los girasoles el de después.
Pov Rui
Estoy sentada en el piso, y la mesa de centro me separa de mi abuela. El ambiente es tan silencioso que da miedo. Antes de la cena dijimos que teníamos que hablar de algo casi al mismo tiempo, y aún después de la cena, ninguna logra abrir la boca.
—Respecto a Yuuto...
—Creo que necesito un celular.
Lo decimos, otra vez al mismo tiempo, y nos quedamos calladas. Menuda suerte que tenemos hoy.
—Hable usted primero, abuela.
—Yo ya tuve toda una vida para dar mi opinión, así que tú primero —responde mi abuela. Suena como si dentro de poco se fuera a morir, y eso me molesta pero empiezo a hablar.
—Necesito un celular para poder llamarla si hay una emergencia o para comunicarme con mis amigos.
—En mis tiempos no existían esas cosas y aun así no nos perdíamos ni nada por el estilo —objeta y su cara se torna seria.
—Son diferentes tiempos, y ahora es más práctico tener un celular.
—Esas cosas debilitan la habilidad de comunicación.
Y yo que pensé que estaría de acuerdo porque siempre actúa con cierta juventud-inmadurez.
—Tampoco es para tanto, solo haría llamadas y mandaría mensajes si es necesario.
—No tenemos dinero para comprarlo.
Y ahí es donde ella pone punto final, a pesar de que no tiene lógica porque cuando se trata de salidas y el dinero que se necesita para eso, ella siempre es la primera en apuntarse y ofrecer. No tiene caso seguir esta discusión, pues lo único que lograría es parecer una niña malcriada.
—¿Qué me iba a decir usted? —pregunto y mi abuela me mira un poco distraída.
—Ahora que lo pienso no era nada importante, así que olvídalo —dice y frunzo el ceño.
—¿Está segura? —pregunto y ella asiente. Miro el reloj que marcan las 10:00 y me levanto del piso.
— En ese caso, buenas noches, abuela, que descanse —acoto y subo las escaleras para ir a mi cuarto y dormir, ya que mañana iré a una alberca techada cerca de aquí, con Aki, Yuri y, como era de esperar, Yuuki.
Originalmente íbamos a ir a un parque acuático fuera de la ciudad pero los padres de Aki se opusieron y en lugar de eso iremos a esa alberca, ya que es propiedad del gobierno y es gratis la entrada.
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Después de haber comido, mi abuela y yo salimos de la casa al mismo tiempo. Según ella, va a hacer unas compras muy importantes.
—¿A qué hora va a estar de regreso? — pregunto con mi bolsa de playa en mi mano.
—Por ahí de las 4. No creo que tú llegues primero que yo —responde despreocupada.
—¿Pero qué tal y sí? Me voy a quedar esperando sola aquí afuera —digo en tono acusador.
—Relájate, Rui, sólo procura no llegar antes de las 4.
—Está bien, abuela, nos vemos luego.
Nos vamos por caminos contrarios. El clima está como para morir entre sudor, y el sonido de las chicharras no ayuda mucho. Aunque el hecho de que las chicharras solo hacen esos sonidos para atraer a la hembra, reproducirse y morir, me hace pensar que mi vida es mejor de lo que pienso. Después de quince minutos de caminar, llego a la alberca y veo a Yuri y Yuuki abrazados en la entrada. Le toco el hombro a Yuri desde atrás y ella se sobresalta.
—¡Eh! Ah, hola Rui.
—Perdón por haber interrumpido —carraspeo y los dos se dirigen miradas cómplices—. Por cierto, ¿Todavía no llega Aki?
—No, pero creo que llega en unos minutos más —dice Yuuki y vuelve a abrazar a Yuri.
Me quedo a su lado de mal tercio hasta que llega Aki y nos vamos a los vestidores. Nos quitamos la ropa sin ningún remordimiento porque abajo ya traemos el traje de baño. El mío es blanco, de una pieza completa con una falda, el de Aki es un traje de baño escolar azul oscuro de dos piezas, y Yuri lleva un bikini color rosa. Vamos primero a mojarnos en la regadera para luego pasar a la alberca de 25 metros que está separada en la profundidad de 1 metro, otra parte de 1.30 metros, y la más profunda de 1.70 metros. La alberca está sola, y la única persona presente es la salvavidas.
—¿Qué pasaría si infrinjo las reglas ahora?—dice Yuri recargándose en Yuuki y lo tira a la alberca.
En cuanto levanta su cara, Yuuki jala sus pies y la mete también. Se empiezan a pelear lanzándose agua.
—Hoy no estoy para cursilerías —masculla Aki y se acerca al área más profunda.
—Espera, yo no sé... —Se da un clavado y empieza a nadar antes de que complete la frase.
Supongo que tendré que ir con la parejita pero ellos están en su mundo. Ni siquiera sé nadar, así que no podría competir con Aki. Me arrepiento de haber venido, pero voy con la salvavidas a ver de qué puedo hablar.
—Buenas tardes. —Cuando la saludo y se voltea, descubro que ya la conozco—. Oh, usted es la novia de...
—Sí, soy Hikari, la novia de Shuuto. Me da gusto verte aquí, Rui. —Nos pasamos hablando por un rato hasta que parecen llegar otras personas—. Mira, parece que la pandilla de Yuuto ya llegó.
Señala, pero yo no volteo, porque ya no debería mostrar interés. Quiero preguntar si ellos vienen frecuentemente, pero tampoco lo hago.
—¡Miren, ahí está Rui! —uno de los chicos exclama y escucho cómo se van acercando. Siento una mano en mi hombro.
—Hola, Rui. —La persona que me toca el hombro es Haruya. Suspiro profundo y saludo.
—Hola, Haruya. ¿Cómo has estado?
—Muy bien. ¿Qué haces aquí en lugar de estar en la alberca? —pregunta y no respondo.
Luego se asoma a la alberca y parece comprender. Pero alguien que no capta nada empieza a decir.
—Rui, tú también deberías unirte a ellos —dice Kenta.
—Hay unas razones por las que no quiero entrar.
—No creo que sea tan grave —acota y me da un empujón. Me abalanzo hacia atrás a punto de perder el equilibrio pero alguien agarra mi muñeca.
—¿Por qué no mejor cada quien hace lo que quiera? —La voz de Yuuto suena y todos se distribuyen en la alberca, unos retando a Aki y otros yéndose con Kenta.
—Presiento que necesitas unas lecciones de natación —murmura Haruya.
Él es el único que se queda conmigo, junto con Yuuto.
—¿Por qué presientes eso? —pregunto de forma sarcástica.
—Si no sabes nadar, ¿Por qué vendrías a una alberca en vacaciones? —pregunta Yuuto, confundido.
—Yuri me prometió que me iba a enseñar, pero evidentemente lo olvidó. —Señalo a la parte menos profunda de la alberca, donde todavía se están echando agua.
—Bueno, nosotros te podemos enseñar —Yuuto sugiere y voltea a ver a Haruya—.¿Verdad, Haruya?
—Si tú lo dices.
Ya estando dentro del agua, ellos me dicen que yo también entre. Pero yo solo me quedo mirándolos.
—Vamos, ¡al menos mete un pie! —exclama Haruya—. Si ayuda, te podemos jalar.
Yuuto lo fulmina con la mirada.
—Yo te ayudo. —Me ofrece su mano.
Con un poco de duda, me agarro de ella y salto. El agua me llega hasta el ombligo, y siento frío. Veo que se sumergen y los observo escéptica.
—Tú también sumérgete, Rui —me dice Yuuto y yo ladeo la cabeza. —A ver. —Me agarra de los hombros. —Vamos juntos a la cuenta de tres. Uno, dos, ¡Tres!
Me empuja con él hacia abajo. Cierro los ojos por la sorpresa y me levanto inmediatamente. Creo que no estuvo tan mal. Después de eso me sumerjo yo sola y lo más que duré fueron cinco segundos, y luego empezamos a jugar con la parejita. Como a las 3 de la tarde, Yuri dice que ya deberíamos irnos y se va a llamar a Aki. Yo la sigo.
—¡Aki! ¡Ya nadaste suficiente! ¡Vámonos! —Aki se queda flotando a medio camino y al ver que Yuri levanta su mano, nada hacia donde estamos. Nos vamos a los vestidores.
—Oye, Rui, perdón por dejarte sola, no sabía que no sabías nadar —dice Aki avergonzada.
—No te preocupes, está bien.
Después de cambiarnos, nos despedimos y cada quien toma su rumbo. Camino lo más lento posible, ya que sé que no va a estar mi abuela en la casa. De igual manera cuando toco la puerta de la casa no hay nadie, así que me quedo sentada en las escaleras a esperar. El sol está a su máximo esplendor.
—Eh, ¿Por qué tan sola? —Aparece Yuuto frente a mí y frunzo el ceño.
—¿Qué haces aquí?
—Tu abuela llamó a mi mamá para decirle que se iba a tardar más de lo acordado y le pidió que cuidara de ti por mientras.
Lo miro con una mirada incrédula y desdén.
—Entonces debería venir tu mamá también.
—Es que ella está muy ocupada y me dijo que viniera a acompañarte. —Cruzo mis brazos y lo sigo mirando—. ¿Te molestaría si me siento contigo?
—Adelante, de todos modos vas a hacer lo quieras. —Se acomoda y ve las casas de alrededor—. ¿Por qué querrías acompañarme después de ignorarme por una semana, conseguir novia y decirle que ya no quieres ser mi amigo por arruinar tu fiesta? —Me voltea a ver estupefacto y confundido.
—¿De qué rayos estás hablando? Yo no te ignoré, es más, ni siquiera tengo novia.
Ruedo los ojos.
—Sí que me ignoraste por estar junto a Mari agarrados de la mano. —Yuuto finalmente parece acordándose de eso.
—Es que ella me pidió que lo hiciera a cambio de las respuestas de las tareas —Levanto una ceja—. ¿Qué? Ella y yo somos mejores amigos.
No es como que sepa mucho de amistad, pero siento que esa no es una verdadera amistad. Pero a él le gustan los jueguitos, así que supongo que los dos son felices siendo tóxicos.
—Pero dijiste que ya no querías ser mi amigo, ¿No?
—¡Claro que nunca dije algo así! —Volteo a ver su rostro para descifrar si está mintiendo o no.
—¿Entonces por qué Mari dijo todo eso?
—¿Mari te dijo todo eso? Parece que no le agradas mucho, pero no pensé que sería tan perversa.
En serio que Yuuto debería reflexionar el tipo de amistades que tiene.
—Bueno, cuéntame tu versión. —En ese momento, una sonrisa aparece en el rostro de Yuuto.
—Pues no te hablé la última semana porque Mari me fastidiaba diciendo que pasara más tiempo con ella, que es mi mejor amiga. Y al contrario de lo que ella dijo, esa fue mi mejor fiesta de cumpleaños de toda mi vida gracias a ti. Y lo voy a repetir, Mari no es mi novia. —
Se me estremece el corazón ante esas declaraciones, y me siento tonta por haberme preocupado sin siquiera haberle preguntado si todo era verdad.
— ¡Mira, ya llegó tu abuela! —señala Yuuto. Mi abuela se acerca lentamente.
—Hola Yuuto, gracias por cuidar a Rui. —Mi abuela le guiña un ojo de una manera para nada discreta—. Y perdón por hacerte esperar, Rui. Vámonos.
Me despido de Yuuto y mi abuela abre la puerta con la llave. Llevo mi traje de baño a la secadora y luego le hablo a mi abuela.
—Usted había planeado esto desde el principio, ¿verdad abuela?
—¿De qué hablas, Rui?
—No creo que sea coincidencia que Yuuto haya venido para que no estuviera sola.
Mi abuela hace un gesto de aguantar la risa.
—Así es, Rui, yo fui la que le sugirió que viniera hoy, porque te llamó varias veces y no quisiste atender sus llamadas.
En serio mi abuela actúa como si fuera mi mejor amiga adolescente. Diría que su gesto está de más, pero en cambio digo.
—Gracias, abuela, si no fuera por usted todavía creería que Yuuto me odia.
—No hay de qué.
—Por cierto, ¿A dónde fue que se tardó tanto?—Recuerdo ese detalle y mi abuela desvía su mirada. Lleva una bolsa de compras realmente pequeña.
—Ya te dije, Rui, de compras.
Pov Yuuto
Estas vacaciones de verano básicamente me la pasé enseñándole a Rui a nadar y viendo cómo mis amigos hacían carreras con Aki.
Pero hubo un día en el que el chico raro que cargó a Rui en el campamento hizo que Aki ya no les pusiera atención a mis amigos. Se peleaban como hermanos y no dejaban de competir por cualquier cosa. Yo casi no hablo con Aki, pero sí me duele cuando mis amigos son ignorados.
Pero al final empezamos las clases bien. Hoy es el regreso a clase y cambiaron los equipos. Yo sigo siendo del equipo 1, pero ahora una chica nueva llamada Kanami está a mi lado, Haruya y Rui están atrás de mí, y otros dos niños atrás de ellos. El raro queda en el mismo equipo que Aki, así que espero que no tengan muchos problemas. En un descanso, todos se acercan a Kanami.
—¿De qué escuela viniste? —pregunta un chico medio menso y embobado.
Al parecer piensan que ella es bonita, solo por su cabello corto y rizado adornado con un moño y su falda acortada.
—Vengo de la secundaria Sasadani y de hecho conocí a Rui en primaria —responde con una sonrisa "impecable".
Volteo a ver a Rui, junto con otros chicos que le están poniendo atención a Kanami, y se ve un poco tensa.
— Bueno, ¿Y por qué te cambiaste de escuela? —pregunto para hacer que no hable más de Rui.
—No me gustó la escuela, y como mi mamá es abogada, fue fácil cambiarme.
—¡Niños, empiecen a guardar sus cosas en la mochila! —grita el maestro y cada quien se va por su mochila que está atrás.
Pov Rui
No pudo haber un peor inicio de clases. Una de las chicas que solía ser mi amiga y me empezó a hacer bullying después de la muerte de mi madre ahora está en mi misma escuela, mismo salón, es más, en frente de mí. Tal vez debería decirle a un maestro para que la cambien de lugar, o simplemente ver qué pasa. Cuando voy distraída por el pasillo después de clases, una voz chillona me sorprende.
—Hola, Rui. Supongo que ya sabes por qué vengo.
Siempre llega en un momento inoportuno. ¿Será que Aki y Yuri se olvidan de mí cuando más necesito que me recuerden? ¿O Mari siempre se las ingenia para atraparme sola?
—Sí, vas a decir que deje a tu novio, y que sabes que pasé mucho tiempo con él. No, no pienso hacerte caso porque eres una mentirosa —digo, tratando de no sonar nerviosa y Mari me mira con furia. En eso pasa Kanami por un lado y le dirige una mirada maliciosa a Mari.
—¿Qué está pasando aquí? ¿Puedo ayudar? —comenta Kanami. Las dos se siguen mirando como si estuvieran haciendo un pacto diabólico.
—Lo que pasa es que esta niñita no deja de meterse conmigo, y ya quiero que me deje en paz —dice Mari con una voz todavía más fingida de lo normal.
—Ah, esa niña es huérfana. Si se mete contigo de nuevo, podemos revelar todos sus secretos.
—¿Cuáles? —Mari parece bastante interesada.
—Ella es una asesina con cara de inocente. Podemos torturarla con tal de hacerle pagar la muerte de su madre. Y su padre ni siquiera recuerda su existencia porque las abandonó cuando ella era una niña. ¿Cómo alguien la va a querer si ni siquiera su padre la quiere?
—Bueno, ahora sabes cómo quedará tu reputación si me pones un dedo encima.
Las dos comparten sus risas malévolas y siento cómo mi cara va perdiendo color. Si ella empezó todo el problema y logró culparme, no puedo ni imaginar lo que sería capaz de hacer para que todos crean que soy la peor persona del mundo.
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