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Capítulo 6.- El mundo de los cambiantes

El mundo de los cambiantes, a través de los años, había evolucionado por los conocimientos que lo mismos se iban entregando entre unos a otros, a medida que se iban conociendo, Bernardo no conocía a más de cincuenta personas con el don, los que estaban divididos por el nivel de manejo de sus habilidades en:

· Los iniciados: que eran los que aún no podían obtener la capacidad de ver, no importaba cuanto tiempo llevaban siendo "cambiantes" el entrenamiento o la falta de maestro no era el necesario o ellos no lograban tener la capacidad de control suficiente, para mantenerse en estado de tranquilidad necesaria para lograr avanzar, muchos de ellos no tenían la capacidad espiritual para meditar, lo que los mantenía en la parte más baja de la cadena, muchos de ellos se perdían en el cambio y al enfrentarse a sus primeros días como cambiantes o al ver por una única vez, quedaban completamente atrapados en esa experiencia, estando la mayoría de ellos en esa etapa.

· Los observadores: que podían ver a voluntad después de mucho entrenamiento. Guillermo ya se encontraba rápidamente en ese nivel, al contar con la capacidad de ver más de un presente a voluntad, con la ventaja de poder regresar a su paralelo en forma voluntaria. Ellos solo podían ver las capas del presente, quedando mucho atrapados en este nivel, al conformarse pudiendo observar a quienes querían o ya habían partido. Los observadores habían decidido no avanzar por sus capacidades, sin embargo, la mayoría de ellos desistió al ver sus distintos presentes, encontrándose con las peores versiones de ellos mismos.

· Los proyectivos: que eran los cambiantes que tenían el don altamente desarrollado y que podían ver el impacto de sus decisiones y acciones en los distintos futuros, lo que los fortalecía ya que les permitía generar cambios proactivos en su vida, pudiendo sacar algún tipo de partido concreto, sabiendo con plenitud lo que podrían lograr en ellos y en su entorno como consecuencia de estos. Los proyectivos por lo general aspiraban a subir de nivel, a ascender a lo más alto de la cadena, por lo que muchos preferían no quedarse atascados en la etapa, buscando un maestro superior que los pudiera hacer crecer aún más.

· Los alfas: son los cambiantes que poseen capacidades anexas que diferían entre unos y otros. Se les conocía como alfas al no requerir de mentores para adquirir nuevas distinciones de sus capacidades, teniendo un nivel de conocimiento, meditación e incluso riesgo que los hacia experimentar, llegando a niveles completamente distintos que el resto. Los alfas eran muy fuertes, lo que hacía que este grupo, que era el más minoritario, fueran completamente distintos entre ellos con capacidades y muchas veces objetivos distintos. Los pocos alfas que había, solían ser maestros o mentores de los proyectivos más avezados.

Bernardo era un alfa hace muchísimo tiempo, mientras que su antiguo pupilo, Luciano, era un proyectado que luchaba día a día por cambiar de nivel, logrando ascender para transformarse en uno de los que estaban en el tope de la cadena. Según lo que el sacerdote podía ver en su nuevo pupilo, este pensaba estar frente a un potencial alfa, ya que observaba en sus conversaciones y entrenamientos a alguien, lo suficientemente fuerte como para avanzar luego por su propia cuenta. El sacerdote sabía que Guillermo seguiría trabajando, haciéndose sólo de habilidades nuevas, ya que era muy joven en comparación con los avances que había logrado, pues le quedaban setenta años de vida límite para aportar nuevas distinciones a su persona. Lo que era muchísimo tiempo en el mundo de los cambiantes.

Todos tenían claro que no había límites para el avance, que era la individualidad misma de cada uno de ellos lo que los hacía avanzar o no, a distintas velocidades, según el control que tenían de su mente y cuerpos, sin tener que ver en eso el nivel de inteligencia con que contaran. Por lo que todos podían ser categorizados de distinta forma, manejándose en su mayoría en la más completa individualidad, no existiendo organizaciones o jerarquías en las cuales se remarcaran los niveles de cada uno de ellos.

Después, existían dos categorías en las que se dividían los cambiantes, según el cómo utilizaban sus capacidades. En estas sólo participaban los proyectistas y los alfas. Esas dos categorías no los dividían en buenos y malos, ya que la mayoría de los hombres y mujeres que llegaban a transformarse en cambiantes eran personas de bien, pero a medida que avanzaban en su transitar de vida con el don, podía cruzar líneas peligrosas como consecuencia de la ambición, o el sentido de pertenencia que podían llegar a sentir con una persona o capa en específico. Por lo mismo estas categorías eran:

· Los vigilantes: Ellos eran las personas con el don que no intervenían en nada, en ninguno de sus procesos de la vida al utilizar su don, es decir, no accionaban con ellos, solo observaban los presentes y sus proyecciones para encontrar respuestas u oportunidades de no cometer errores con su vida en la capa actual. Ellos creían que el don no era gratis, que no había sido recibido por ellos para generar cambios en la humanidad, por lo que se negaban en su mayoría a sacar provechos personales al utilizar su habilidad proyectista, por más que todos ellos la tuvieran.

· Los empoderados: Ellos eran una categoría constituida por un grupo importante de proyectivos y por casi absolutamente todos los alfas, ellos no solamente miraban los presentes y los movimientos futuros en cada uno de ellos, ya que buscaban intervenir de alguna forma en estos, para beneficio propio o el de la comunidad, no todos tenían los mismo objetivos con su vida y se reunían muy poco, ya que el nivel vibratorio era tan alto cuando se juntaban más de uno en un mismo lugar, que los hacía sentirse tan afectados que terminaba generándose un rechazo de carácter natural entre ellos, sin poder nivelar ninguno su vibración al estar frente a un par de las mismas características. Los alfas empoderados, eran lo que más efectos de cambio podían traer al mundo, ya que contaban con habilidades adicionales potencialmente peligrosas de ser mal utilizadas, por lo mismo eran muy cautos a la hora de aceptar o elegir un pupilo a quien transferir su conocimiento, sabiendo que en manos equivocadas todos podían estar en riesgo.

El viejo sacerdote cuando ascendió al máximo siempre fue un alfa empoderado, había logrado aumentar sus capacidades en los periodos de tiempo en que prefirió vivir en soledad, como un ermitaño alejado del resto de los seres humanos, sobre todo en el periodo de su vida en que era más culposo.

Sus nuevos dones los mantenía en completo hermetismo, ya que la implicancias u oportunidades que estos generaban eran altamente positivos, pero podían llegar a ser tremendamente destructivos. El principal de sus dones era, el no solamente poder mirar hacia un paralelo, él había aprendido a trasportarse momentáneamente hacia este sin la necesidad de quitarse la vida. Acción que era momentánea, pero que le permitía vivir en carne propia su vida presente en otra capa.

Otra de sus habilidades importantes y que mantenía en secreto, era la capacidad elegir a voluntad el paralelo o capa donde quería llegar una vez que había fallecido, don que aprendería solamente a causa de la cantidad de veces que se suicidó buscando obtener la habilidad. Él estaba convencido, de que, si no le enseñaba esas distinciones a Guillermo, él saldría a buscarlas solo y no pensaba exponerlo con su familia a la perdida de noción del sentido de la vida, que se consigue al caer en la adicción a quitarse a la vida, ya que como una droga se transformaba en algo difícil de controlar una vez que le encuentras cierta ventaja de aprendizaje a esa acción. Bernardo sabía que sí tenías la suerte de caer en un paralelo levemente mejor, sería improbable que un ser racional quisiera salir de ahí. Por lo mismo, el sacerdote, después de vivir cientos de presentes decidió pararse solamente en uno, después de darse cuenta de que ninguno de los que había transitado eran completamente perfectos ni lo satisfacían plenamente, buscando mucho más, por lo que, en su mente, se desvirtuó en forma completa lo que era la perfección o el gozar del hoy, por lo mismo se sentía más pleno manteniéndose en una sola capa, en una sola vida.

El viejo sentía que su vida debía ser enfocada en ayudar a entregar paz a Guillermo, el sacerdote no había tenido mucha suerte con sus otros aprendices, ya que algunos de ellos cayeron en el mundo de la ambición, sin poder rescatarlos de ahí, prefiriendo alejarse al no sentir la capacidad de corregir sus errores o falencias. Esa realidad lo mantuvo alejado mucho tiempo, del rol de maestro, sin sentirse capacitado de volver a tener un pupilo, hasta que encontró a Guillermo y se dio cuenta de que su rol era solamente ayudar sin poder hacerse responsable de las decisiones posteriores que tomaran sus aprendices.

Algo distinto había en Guillermo, que su mentor había sido capaz de ver, y lo había hecho merecedor de entregarle la mayor cantidad de conocimientos que pudiera. Además, estaba convencido que en el camino del hombre se cruzarían otros "cambiantes", lo que no tenía por qué ser malo, pero prefería tenerlo preparado para enfrentar una situación así. Estaba claro que Luciano rondaba desde cerca, por lo mismo era importante comenzar a dar más herramientas y a su vez comenzar a comentarle cómo funcionaba el nuevo mundo donde se estaba moviendo, que al igual que cualquiera, tenía sus ventajas y desventajas.

Los alfas eran muy pocos, se mantenían alejados entre sí, y sólo se comunicaban entre ellos cuando había algún cambiante que podía ascender y llegar a formar parte del selecto grupo, ellos en su mayoría eran mayores, no gustándoles mucho que otros llegaran a igualar o superar sus habilidades, entre ellos no conocían a que se dedicaba cada uno de ellos, ni tampoco sabían que ocurría al llegar a la edad límite, lo cual era un misterio que algunos de ellos intentaban de develar, dedicando su vida a eso. Algunos creían, que si lograban dar con todos los secretos podrían obtener la inmortalidad.

Los sabios alfas, tampoco sabían si había una etapa o categoría superior a la que ellos habían llegado, por lo que estaban todo el tiempo observando a través de las distintas capaz si había cambios en los presentes, que pudieran indicarles que algo nuevo estaba ocurriendo. Algunos de ellos, como Facundo, un alfa de noventa años, se sentían casi semidioses intentando en algunas oportunidades de intervenir en el avance o vida de otros cambiantes que pudiera considerar riesgosos para ellos. Por lo que Bernardo tenía ciertas aprensiones de lo que su par era capaz de hacer, incluso sacando de su camino a los que podrían generarle algún tipo de incomodidad.

No era un estilo de vida fácil ya que como lo indica la naturaleza humana, gran parte de nuestras tragedias no llegan por casualidad, la cual para el viejo sacerdote ni siquiera existía, lo trágico llegaba de la causalidad de los actos voluntarios que llevaban a cabo los seres humanos, por lo mismo era necesario estar preparado y Guillermo tendría que enfrentarse a en pleno a ese mundo, cuando su maestro cumpliera la edad en que desaparecería definitivamente. Por lo que el deseo del viejo era dejarlo con la mayor cantidad de posibilidades que pudiera entregar.

No había ningún tipo de literatura ni referencias donde uno pudiera encontrarse con la existencia de los cambiantes, ya que por siglos habían sido tremendamente cautos en no demostrar sus capacidades, creyéndose que Nostradamus o da Vinci, por su visión anticipada que lograban mostrar del mundo, por sus descubrimientos o revelaciones podrían haber sido proyectivos, dejando escritas realidades que se dieron y otras que nunca llegarían, ya que el presente va mutando con el tiempo lo que trae impactos lógicos en los distintos futuros, es decir los traslapes habrían hecho que en este presente algunas predicciones no se cumplieran, mientras en el mismo instante si estaban ocurriendo en un presente distinto. De ahí que algunos de los vigilantes dedicaran su vida a no dejar rastros de la existencia de los humanos que tenían el don. Nadie quería que esté, llegará a manos quien quisieran hacer un uso inadecuado de ellos, o al develarse su existencia perdieran el control de la independencia que tanto valoraban, prefiriendo pasar completamente inadvertidos para el resto de la raza humana.

Todos los cambiantes tenían una vibración distinta, al igual que el resto de los seres humanos, lo que los permitía detectarse, pero de ahí nacía otro impedimento, al vibrar de distinta forma, si alguno producía algún tipo de cambios era complicado que otro alfa pudiera intervenir y dejar las cosas tal como estaban con anterioridad, ya que el movimiento del presente a través de sus capas, paralelos y traslapes era tan móvil, que era difícil intervenir cuando algo ya había sido llevado en curso.

Ese día Guillermo comenzaba a trabajar en un nuevo empleo, por lo cual no podría verse todos los días, por la cantidad de horas que se reunían con su maestro. Para Guillermo, el comenzar a generar dinero para su familia era un logro que llevaba su vida a una naturalidad distinta, pero más cercana a una vida normal. Para su fortuna su trabajo estaba muy cerca del colegio de sus hijos y de la parroquia a cargo de su mentor. Por lo que después de integrarse bien a su trabajo, podrían retomar una dinámica diaria de entrenamiento a medio día, sin intervenir en el tiempo que necesitaba para estar con sus hijos. Por lo que tenía la tranquilidad de que podría ordenar su vida de buena forma.

Un día salió del trabajo durante un momento, para tomar algo en la cafetería que estaba a los pies del mismo edificio en que trabajaba, estaba sólo y buscaba un momento para estar tranquilo, pues el ingreso a un nuevo trabajo demanda mucha energía y estrés a cualquier persona, más cuando vuelves a tener un equipo de trabajo a tu cargo, debiendo comenzar a reportar a superiores, lo que él no hacía hace mucho.

Mientras estaba sentado bebiendo su café en su mesa se sentaría Luciano, visita que Guillermo no esperaba para nada, al no poder esquivar el encuentro, ambos se saludaron cordialmente con sus manos.

"Buenos días Guillermo, es un placer tener la posibilidad de conversar contigo, aunque sea sólo un momento.

Ya nos hemos topado en muchas oportunidades y te pido estés tranquilo, ya que ha sido solo una casualidad, en ningún momento te he estado siguiendo. Veo que estas sorprendido al no haber sentido mi vibración cuando me acerqué a ti, lo cual hice para que te dieras cuenta de que el viejo no te lo ha enseñado todo, de hecho, te ha ocultado cosas. Él también fue mi maestro, asumiendo que aprendí mucho y le debo mi gratitud, sin embargo, cuando me percaté de que sabe más de lo que es capaz de enseñar, tuvimos diferencias irreparables que nos separaron definitivamente.

Después de un tiempo me di cuenta de que estaba siendo utilizado por él, ya que el viejo no soporta el estar sólo, buscando tener pupilos para pasar sus días enseñando, en búsqueda de recibir el perdón por los actos atroces que cometió en su pasado. Él vio en mí, y ahora ve en ti, una herramienta para llegar a sus ciento diez años con un espíritu mejor, con más paz, por esa razón lo enfrente, ya que tengo la seguridad de que él tiene claro lo que ocurres después de la vida límite, sin querer decirlo a nadie". Fueron las palabras de Luciano que sorprendían de mala forma a Guillermo, que recién conociéndolo escuchaba como un par, desacreditaba a su maestro.

"Luciano, no conozco el objetivo que tienes con esta visita, recién nos estamos conociendo y no me parece correcto que dediques tú tiempo a desprestigiar a quien se dio el trabajo de enseñarte. Si Bernardo tiene secretos está en todo su derecho. El sacerdote ha visto y vivido mucho más que nosotros, por lo que confío en su criterio de contar o no contar. Gracias a él logre salir de un estado en que pensaba que había caído en la locura. Así que te pido que te retires, ya que no estoy disponible a tener una conversación que considero no va a lugar", fueron las duras palabras de Guillermo en defensa de su maestro, por el agradecimiento que tenía hacia su persona y la amistad que habían logrado formar en ese tiempo, palabras que hicieron que Luciano se levantara de la mesa y le dijera solamente una cosa más antes de despedirse.

"Ten cuidado amigo mío, hay gente que está pendiente de ti y es poderosa. Sólo te recomiendo que tú ingenuidad no se transforme en una tortura o en tu fin".

Guillermo evito darles importancia a las palabras del tipo, que a todas luces era un amargado, por lo mismo, pidió la cuenta para cancelar su café y volver hasta su trabajo. Lo único que le llamaba la atención de la advertencia, era que otros lo observaban, creyendo tener la seguridad de que al igual que Luciano, otros "cambiantes" podían estar interesados de su aparición. Sin embargo, vería a Bernardo hasta el otro día para poder comentarle de su encuentro y ver que le decía al respecto, el viejo más sabio que había conocido en su vida. Otra cosa que era nueva para Guillermo fue la capacidad que mostro su visitante de ocultar su vibración, lo que le había mostrado una parte del don que no sabía podía obtenerse, ya que las otras veces que lo había visto y sobre todo en el funeral de Liliana, la energía que se produjo entre ambos llego a causarle hasta molestia.

En ese momento en la parroquia, Bernardo oficiaba la misa matinal, sin imaginarse que sus dos últimos aprendices se habían visto cara a cara. El viejo se veía más cansado que de costumbre, por lo que después de la misa se fue a acostar aprovechando que ese día no le tocaba trabajar con su pupilo. Cuando se acostaba en su cama, se daba un tiempo en que escribía sus memorias, las cuales mantenía ocultas de todos y nadie tenía conocimiento de estas. Las comenzó a escribir a medida que se iba haciendo más viejo y comenzaba a tener miedo de perder la cordura en algún momento. Por lo que algunos días solo escribía mientras en otros, solo se dedicaba a leerlas.

Recordando en su lectura su enfrentamiento con el perro salvaje que resultó ser un cambiante y la vibración que este producía, viniendo a su mente lo que ocurrió ese día después de encerrarse en su casa de la montaña, asustado por el rabioso animal. El como con el tiempo y a través de alimento, el perro se fue haciendo más dócil, llegándolo a acompañar al viejo por un tiempo, siendo su refugio para conversar mientras estaba completamente alejado del mundo, pensando que los otros seres vivos eran parte al igual, que él, de este mundo que se le había aperturado casi hasta el infinito.

Lo extraño era que nunca logro nivelar en sincronía su vibración con la del animal, por más que lo intentaba, día tras día, sin poder ver las capaz de un ser completamente distinto a él, lo que le era fácil cuando se enfrentaba en misma situación a un ser humano. Hasta que después de unos días, su compañero de cuatro patas se fue sin nunca volver, por lo que Bernardo había perdido a quien lo escuchaba mientras hablaba, meditaba o perfeccionaba su don.

Después de cinco años, en la ciudad, volvió a sentir esa vibración, que era el sello de ese animal, siendo la oportunidad donde conoció a Facundo, otro de las alfas que tenía capacidades asombrosas y que, tras la identidad de un animal, logro conocer los secretos del ahora viejo sacerdote, demostrando que dentro de sus pares había algunos lo bastante maquiavélicos como para aprovechar sus dones buscando ocultar sus verdaderas intenciones.

Mientras leía sus memorias el viejo recordaba con sus propias palabras, la sensación que rodeo su cuerpo y su espíritu al enfrentarse las vibraciones de ambos, lo duro y doloroso que era y la sonrisa siniestra con que lo miraba, quien lo enfrentaba en esa calle. Ya se conocían y el sacerdote mientras fue ermitaño había cuidado y alimentado a quien tenía como persona, parado frente a él, haciéndolo sentirse demasiado incomodo, lograba descolocarlo en forma inmediata. Facundo riendo, lo saludo a la distancia con el bastón que llevaba en una de sus manos, su rostro demostraba que, en ese lugar, indudablemente se reconocieron, pero en lugar de caminar hacia Bernardo el tipo dio media vuelta y camino lejos de él.

Esos recuerdos eran los que más habían perturbado al sacerdote, el saber que hay dominios del don que aún estaban lejos de él, y que involuntariamente había entregado los suyos, a otro cambiante que se ocultaba tras otra piel y forma. Bernardo en años no logro entrar en las capas de un animal, por más que lo intento, por lo mismo en su casa no tenía ninguna mascota y cuando le ofrecían alguna, se negaba diciendo que era tremendamente alérgico a ellas. Impresionándole siempre, esa afición incontrolable que tenían los cambiantes, la cual no podían controlar y que consistía en buscar en encuentro constante con alguno de sus pares, había algo dentro de ellos, que los hacía buscarse, sin tener claridad del para qué. Sin ese magnetismo, en un mundo tan grande y con millones de habitantes, la probabilidad de encontrar a alguien con las mismas habilidades era casi estadísticamente imposible.

Después de leer por largas horas sus memorias, el viejo se quedaría dormido, necesitaba recuperarse para estar bien para Guillermo al otro día, lograr la habilidad de la proyección era dura, compleja y no sabía cuánto tardaría en entregar a su pupilo las distinciones de la nueva habilidad, pero eso era algo de lo que debería preocuparse hasta el otro día. Mientras comenzaba a quedarse dormido sintió una vibración demasiado familiar al lado de él, por lo que tranquilamente se sentó en su cama y observaría a Luciano que estaba sentado a los pies de esta.

"Mi querido viejo, hoy fui a visitar a mi reemplazo, la verdad, él tiene un tremendo nivel de lealtad hacia tú persona, no creyendo ninguna de las verdades que le dije sobre ti.

No te imaginas su rostro al no ser capaz de sentir mi energía cuando me acercaba hacía él. Se nota que aún no le enseñas las mejores habilidades o simplemente no quieres hacerlo, eso logro mantener en mí su atención.

El hombre se ve bastante fuerte, te felicito por tu hallazgo, sin embargo, insistes en no contar ni revelar toda la verdad, tal como lo hiciste cuando yo era tu pupilo. Espero no quieras perderlo a él también, ya que Luciano lo está observando con mucho interés. Ya no te queda tanto viejo amigo, créeme que aún sigo convencido de que sabes lo que después nos depara, el mismo convencimiento tiene mi nuevo maestro.

No te asustes, que solo vine a visitarte, a veces extraño tus palabras tan rebuscadas como queriendo dar paz a un mundo al que ambos sabemos lo que fuiste capaz de hacerle, tus pecados no pienso que sean perdonados por más que intentes de llevar a Guillermo por el camino equivocado, lo único que te pido, si es que entre nosotros queda un poco de aprecio, es que le digas la verdad y dejes que él sea quien elija su propio camino. Deja de una vez de interferir en la vida de otros Bernardo, déjalo que vuele de verdad". Fueros las palabras de Luciano, quien se pondría de pie y se iría de la habitación del viejo. Bernardo no esperaba esa visita, teniendo mucho susto de que su ex aprendiz se hubiera presentado de esa forma, solo para hacerle una advertencia, que el viejo había entendido completamente.

Por lo mismo volvería a intentar dormir, necesitaba calmar el ánimo de su alma. El quiebre con Luciano había sido muy duro para él, ya que lo crio por años como si fuera un hijo y nunca había dejado de tenerle cariño, por más que este hubiera elegido otro camino.

Mientras tanto, a esa misma hora Guillermo jugaba con Leonardo, mientras escuchaba como Antonia se preparaba para una prueba y constantemente le preguntaba alguna duda. Esa noche después de que los niños se quedaron dormidos, su padre se sentó en el cuarto de estar, entro en trance a través de su meditación, para mirar por horas otro presente donde estaba junto a su hermosa esposa, verla viva era un privilegio.

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