CAPÍTULO 30
—¿Daryl?— la sonrisa en su rostro se hizo aún más grande si aquello era posible, soltando la pequeña mano de Judith y corriendo hacía el cazador, abrazándolo fuertemente y siendo bien recibido por su parte. —¿¡Qué carajos haces aquí!?— demandó saber, su voz fingiendo enojo pero aún así cargada de aquella momentánea alegría por verlo nuevamente.
—Vino a ver a su queridísimo hermano eso está más que claro.— se acercó por detrás de Black, Merle. Quién había regresado a Hilltop en aquél mismo viaje en el que Jackson y Judith traían a los nuevos hacía Hilltop.
Los Dixon se dieron un fuerte abrazo y fue entonces que Jackson cayó en cuenta de algo que había estado evitado ver.
Carl y Daryl, ambos habían partido juntos.
¿Por qué Daryl huiría con Carl, sabiendo su historia juntos?
Su ceño se frunció momentánea, demasiados pensamientos llegando a su mente con una abrumadora velocidad, intentando procesarlos a todos y a cada uno de ellos, ¿se había perdido de algo? ¿eran Carl y Daryl tan cercanos como para irse juntos?
No, tal vez Daryl llevaba más tiempo aquí en Hilltop, tal vez sólo era una coincidencia.
—¿Cuándo volviste?— preguntó Merle hacía su hermano, pasando un brazo por sus hombros y haciéndole una seña a Judith para que se le acerque. —Mira niña, es el hombre dorado que tanto querías conocer.
—Hola destructora.— saludó Daryl, con aquella voz gruesa que aunque intentó verse tierna para la niña, realmente no había demasiado cambio allí. Dirigiéndose ahora hacía Merle, respondió, ante la intensa mirada de Jackson que intentaba leer la mente del menor de los Dixon, como si aquello fuese posible, no lo era. —Hace unos pocos días... Yo... ya les contaré.
Hace unos pocos días.
Unos pocos días...
Jackson no estaba volviéndose paranoico, ya era lo suficientemente grande para eso, él no, y repito no, estaba por colapsar o entrar en pánico por que su hermano se fue con el amor de su vida agarraditos de la mano mientras él estaba atrapado en un sucio sotano, por supuesto que él no, él ya no era así, y aquello no podía importarle menos, bien por ellos, esperaba que fuesen mucho más cercanos ahora y que se dediquen su amor al completo, él estaba bien, tenía a Judith, a Mikey y a....
—¡Mamá!— llamó Jackson, comenzado a caminar hacía la mujer de pelo blanco que le dedicó una suave sonrisa para después abrazarlo con una suavidad que se creería imposible venir de aquella mujer.
Daryl alzó las cejas ante aquello, preguntándose a si mismo qué tanto se había perdido en todo aquél tiempo que estuvo fuera, sin duda habían muchas cosas que habían cambiado.
—¿Reunión familiar y no me avisaron?— preguntó burlonamente la mujer, acercándose para dejar un suave beso en la frente del menor de los Dixon, el cuál no se pudo contener y la abrazó, logrando que la mujer suelte una pequeña risa.
—Entonces estaría faltando Carl.— mencionó Daryl, dirigiéndose a la pequeña, puesto que su hermano seguía siendo Grimes.
—Claro, con lo cercanos que se hicieron en su viajecito juntos imagino que deben ser muy cercanos ahora, como hermanos.— comentó irónicamente Jackson, no había querido sonar así de venenoso, pero vamos, ¿Carl y Daryl? ¿qué mierda?
El grupo se quedó en silencio durante unos segundos que fácilmente podría haber sido una eternidad, hasta que finalmente Daryl se alejó de Carol, comenzando a acercarse hasta Jackson, los dos siendo ya de la misma altura, el cazador observó al de las dagas y sonrió de lado, acercándose unos sentimetros más a su rostro y comenzando a olisquear, Jackson frunció el ceño sin comprender, observando como el Dixon menor finalmente se alejaba de su rostro.
—¿Qué huelo? ¿Son celos tal vez?— murmuró sólo para que Jackson pudiese escucharlo, pero tal vez no fue el único que lo hizo, puesto que en todo aquél lugar había demasiado silencio, confirmaron su sospecha de que alguien más lo había escuchado cuando Merle detrás de ellos soltó una estruendosa carcajada.
Jackson alejó al mayor colocando una mano en su rostro y haciéndolo hacía atrás, sintiendo en su palma la sonrisa socarrona que el contrario traía.
—Cállate. Teníamos algo que hacer aquí.— murmuró eso último para si mismo, esforzándose por ignorar el fuerte rencor momentáneo que había tomado hacía el mayor e intentando recordar qué era.
—Mhm... ¿Jay?— Judith lo llamó, cabeceando hacía los nuevos que seguían mirando todo aquél intercambio espectantes.
—¡Oh sí! Ellos...— velozmente Jackson comenzó a explicarle a Carol quienes eran y le recordó el por qué en Alexandria no podrían aceptarlos pero sabía que tal vez ellos podrían darle una oportunidad. Carol después de pensarlo por algún tiempo decidió aceptarlo, aún si les advirtió al resto que se los pondrían a prueba a ver que tan dignos eran como para permanecer allí.
—Venimos también por el paquete.— comentó ahora Jackson sin humor, recordando a aquél guardia de Hilltop que se habían cruzado en su viaje, el cuál les advirtió que dos Alexandrianos se encontraban allí heridos.
—¿Paquete?— preguntó Daryl confundido.
—Se refiere a Rosita.— explicó Merle, intentando contener una sonrisa, no era que esos dos le cayeran mal, si no que aquél fuerte rencor que Black mantenía hacía la mujer se le hacía increíblemente divertido, un suceso que había ocurrido hacía bastante tiempo que el menor jamás podría olvidar.
—Vengan, ella sigue en la enfermería.— Carol los guío hacía la enfermería, Judith tomó nuevamente la mano de Jackson mientras intentaba prestarle atención a el par de conversaciones frente a ella, una de sus tíos Dixon y otra de Jackson y Carol.
—¿Regresó?— preguntó sorprendida la mujer, observando mejor el rostro de Jackson, notando algunas pequeñas heridas en su rostro que en un principio decidió ignorar, sabiendo que eran comunes en el trabajo pesado del menor, viéndolas ahora de distinta manera. —¿Tú te hiciste eso?— susurró, tomando el rostro del contrario y observando que habían sido bastantes recientes.
—No- yo no... Hace tiempo que no, tranquila.— le sonrió intentando tranquilizarla y sintió como Judith apretó la mano que estaba tomando, la miró durante un momento, intentando comprender a que se debía, la pequeña mordiendo su labio inferior con fuerza, como si estuviera conteniendose sobre algo.
Jackson acarició con suavidad su cabello, logrando tranquilizarla. Mirando nuevamente a la mujer que había prestado atención a todo, como ella siempre lo hacía.
—Fue una pelea de bienvenida, supongo.— le restó importancia, finalmente entrando a la enfermería y viendo que la mujer en la camilla estaba intentando salir rápidamente de allí, se contuvo a si mismo de soltar un hastiado suspiro y presto atención a los murmuros inentendibles de la mujer.
—No pueden, no-no pueden ir a buscarlo es peligroso.
—¿Buscar a quién?— murmuró para si mismo Jackson.
—Eugene había salido con ella.— le respondió Judith en un susurro.
Jackson lo pensó durante algún momento pero no, definitivamente no le había prestado atención a ello.
—Iré a buscarlo.— dijo sólo por querer llevarle la contraria a la mujer en la camilla.
—¿A Eugene? Ya estabamos formando un grupo.— una conocida voz habló, Jackson volteó, encontrándose a Jesús y sonriéndole a modo de saludo. —Tanto tiempo.
—Lo mismo digo. Vamos.
—¡No esperen, no pueden!— Rosita intentó impedirlo, pero Jackson no la dejó continuar.
—¡Cállate! No me dirás tú que mierda es peligrosa. ¿Quién más viene?— preguntó Jackson viendo como Merle y Daryl le daban un asentamiento con la cabeza, asegurándoles que irían, prontamente saliendo de la enfermería con los gritos de fondo de Rosita.
—¡Los matarás! ¡Estás matándolos con ésto Black! ¡¡Sólo escúchame!!— la pelinegra suplicó, siendo detenida por Enid cuando intentó ponerse de pie, volviendo a colocarla en la camilla con suavidad y asegurando su intravenosa.
Jackson la miró una última vez y sonrió, si claro, él era el puto diablo, y esa noche nadie iba a morir.
—¡Vamos perras!— ordenó, haciendo un puño con una de sus manos, apretando fuertemente allí, su sonrisa debilitándose al recordar el tatuaje oculto debajo de aquél guante, pero aún así, siguió caminando, en busca de aquél viejo colega que alguna vez le salvó la vida, siendo seguido por Jesús, Aaron, Daryl y Merle.
Se despidió velozmente de Carol y Judith y emprendió camino a la peor noche de su vida, oh como iba a arrepentirse luego de esto.
***
Salió de aquélla casa que le había sido prestada temporalmente, susurros y murmuros se dejaban escuchar por todos lados, no sabía a qué se debían aquellos, hacía ya algún tiempo que Jackson había partido junto a los nuevos hacía Hilltop, le hubiese gustado seguirlos pero no se lo habían permitido.
Está muerto, eso fue lo que dijo.
Su mente pareció perturbada por un momento, deteniéndose en su lugar y sintiendo como el tiempo comenzó a pasar a gran velocidad frente a él sin que lo dejasen ser parte de este.
¿Muerto? ¿Quién había muerto?
Comenzó a caminar directamente hacía el lugar en dónde sabía, el consejo se había reunido aquella mañana como todas las mañanas lo hacía, abrió ambas puertas, aún si ya no le tenían la confianza, y tal vez él no debería tomarse tantas allí, aún así, entró a aquél lugar, deteniendo una fluida conversación que estaban manteniendo varios allí, todos se miraron entre sí y después su vista se fijó en él.
—¿Qué sucede?— preguntó firme, como intentando retar a el resto a que no le respondan.
Ya no era un niño pequeño, él era un hombre que debían empezar a respetar pronto, tal vez tendría apenas veinticuatro o menos, pero aún así, era lo suficientemente adulto como para que le dediquen aquella mirada de respeto que en algún momento le habían dado a su padre.
—Jesús murió.— finalmente se dignaron a responder, Laura fue quién lo había hecho, su mirada seria y perdida no le deparaba ninguna buena noticia.
—Rosita dijo quién fue el responsable. Yo no... No puedo creerlo.— Gabriel se quejó, colocando ambas manos en su rostro pareciendo sumamente debastado.
—¿Quién mató a Jesús?— preguntó confundido Carl, intentando comprender algo de aquella situación.
—Jackson... Jackson mató a Jesús.
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