3
Estoy obsesionada
con los pedazos de cielo vacío
que veo,
tengo, soy
y no me canso
de nombrarlos,
una y otra vez,
en distintos versos,
estrofas dedicadas
al agujero que hay
en medio de mi pecho,
donde va el alma,
esperando
como si buscara auxilio
que alguien me ayude
a buscarla
o a recoger los trozos, unirlos
o decirme que al menos,
pese a todo, a lo roto,
a lo dejado, abandonado
el cielo que refleja
es bonito,
cálido, colorido.
Tal vez algo triste.
Pero bonito,
muy bonito.
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