El primer encuentro.
Era algo torpe y para nada disimulado. Durante toda la boda de Sam el padrino me estuvo mirando. Sabía por Sam que era amigo de Theo desde la universidad, se consideraban prácticamente hermanos y él estuvo presente el día en que Theo y Sam se conocieron en el hospital hace un tiempo.
Luego de la boda y de ese bochornoso momento en donde raramente me sonrojé gracias a que el ramo de Sam cayó directamente en mis manos, nos dirigimos al salón de fiestas. Era uno de los lugares en donde tenía que estar más atenta en los detalles, de si había bocadillos o bebidas, si el DJ estaba colocando la música perfecta, los discursos, el picar el pastel. Todo. No podía darme el lujo de distraerme por más que Sam me lo pidiera. Era la boda de una de mis mejores amigas, quería disfrutarla junto a ella, pero me habían asignado el trabajo de organizadora y quería que todo saliera perfecto, quería que este día fuera inolvidable para ambos.
—¿Penny, cómo van las cosas por la cocina?—pregunto a mi mano derecha por el auricular.
—Todo bien, tranquila, nada va a salir mal. A veces realmente me estresas, Stella.
Penny era demasiado tolerante, definitivamente. Ella siempre fue así, esa es una de las pocas cosas que no ha cambiado en su forma de ser.
Reviso mi reloj y veo que es hora del primer baile. Me acerco al DJ para que coloque la canción escogida por Theo y Sam. Me retiro a una esquina cuando empieza a sonar, todos aplauden emocionados, incluso yo, me encanta ver la felicidad en los ojos de Sam, es tan feliz.
Por un momento, al ver como las demás parejas se integran en la pista, pienso en todo lo que he perdido y en lo que ya no deseo tener. Soy tan insegura respecto a los hombres, temo que se me acerquen, mis problemas de confianza ascienden cada vez más y no hay nadie que pueda ayudarme en eso. Claro, tampoco es que yo me ayude demasiado cuando rechazo todas las ofertas de citas que me ofrecen.
De repente mis ojos chocan con el padrino, se acerca hacia mí con total determinación dejando atrás esa fase algo torpe que vi en la iglesia. Estando frente de mí le sonríe a mi ceño fruncido, no es personal, a todos le doy el mismo gesto.
—¿Me concederías este baile?—pregunta extendiendo su mano hacia mí. Me extraño, ¿él realmente lo dice en serio?
—Estoy trabajando—doy como respuesta.
—Una pieza no te hará daño, además, sé que hay otras personas verificando que todo esté en orden.
—No bailo con invitados de las fiestas que organizo—contesto esta vez.
—Eres una chica difícil—sonríe de medio lado, siento como mi mirada se vuelve aún más gélida. Se percata de que me incomodaron sus palabras—. Oye, solo quiero bailar una pieza contigo. Si quieres que sea media canción o solo un minuto, me sentiría muy honrado.
Sé que está tratando de arreglar sus palabras. Lo pienso un poco antes de finalmente tomar su mano. Caminamos hacia la pista a los ojos de todos, sé que Sam y Theo deben estar muy sorprendidos, pero no quiero voltear hacia ellos para corroborarlo. Coloca su palma abierta en mi espalda y me acerca a él ocasionando que volviera a tensarme. Trato de poner un poco de distancia entre nosotros.
—Cuidado con la mano.
—Tranquila. Solo un baile. ¿Eso acordamos, no?
Solo un baile, Stella, tranquila.
Nos balanceamos de un lado al otro al ritmo de la suave melodía. Estábamos en silencio hasta que él lo rompe con una frase algo usada.
—Me gustan tus ojos.
—Solo son marrones—le destaco lo obvio.
—Comunes, sí, pero muy intrigantes.
—No me voy a sonrojar por la palabrería barata que me digas...
—Blake—termina por mí—. ¿Tú eres Stella?
Como si fuera posible profundizo más mi ceño.
—Me imagino que Sam y Theo te hablaron de mí.
—Después de mucho insistirles de quien había decorado la casa en donde me estoy hospedando me hablaron de ti, sí. Y no quería hacerte sonrojar, realmente pienso que tu mirada esconde muchas cosas.
—Y lo hacen—susurro.
—¿Cómo conociste a Sammy?—Wow, buen cambio de conversación.
—Pertenecíamos a una fraternidad, fuimos compañeras de habitación. A pesar de que yo dejé la universidad nunca perdimos el contacto—digo con soltura, las cosas no son realmente así, solo le doy lo que quiere, información, no importa si es verdadera o falsa—, años después nos volvimos a reencontrar en el hospital en donde ella trabaja en Nueva York, estuvo en un... momento muy difícil de mi vida. Su familia también es mi familia, ellos son una parte importante de mí ahora.
—Hablas muy bien de los Wexter.
—¿Tu de dónde conoces al novio para que te haya elegido como su padrino?
—Tercer año, universidad de Nueva York. Un chico se quiso pasar de listo con mi hermana menor. Ese chico resultó ser Theo. Me olvidé de él luego de unos días pero después me tocó verlo en una de mis nuevas clases, al parecer el chico estaba estudiando periodismo, no recuerdo como terminamos en un bar tomándonos unas cuantas cervezas—se ríe, tal vez recordando aquella situación—. Como Sammy para ti, Theo estuvo en uno de los momentos más difíciles de mi vida, al igual que yo he estado en los de él. Es como mi hermano.
—Entonces fueron cosas negativas de nuestras vidas los que nos hizo ser más unidos con los novios, ¿no?
—Tal vez.
Me percato que otra canción empieza así que me detengo. ¿Bailé más de una canción con ese hombre? ¿Qué rayos acaba de pasar? Lo miro fijamente.
—Creo que te di más de lo que prometí. Debo volver al trabajo.
—Me gustó hablar contigo, Stella.
Hago una mueca y me alejo de él buscando la salida. Hay un pequeño jardín a las afueras del salón de fiesta, restiro profundo y luego dejo salir el aire lentamente. Levanto la mirada percatándome de las millones de estrellas que están en el cielo. Siento una figura a mi lado, sé que es Sam, estoy segura de que está muriéndose de las ganas de preguntar por qué decidí bailar con su padrino. La cosa es que... no puedo dar una respuesta a esa pregunta.
—¿Stella?
—No lo sé, Sam—respondo a una pregunta no formulada en voz alta—. Me invitó a bailar y dije que sí, no sé por qué.
—Blake es un buen partido, es un chico muy dulce.
Finalmente la miro y con una pequeña sonrisa niego con la cabeza.
—Aun no estoy lista.
—Tranquila, pronto lo estarás. Lo sé. Eres una guerrera amiga, sé que podrás dejar de tener esas espantosas pesadillas con respecto a ese hombre.
He tenido cuidado con respecto a no encontrarme con Victor, sé que se mudó a Los Angeles pero mensualmente venía a Nueva York. Tenía algo a mi favor, él no sabía mi nombre, para él seguía siendo Berry. La cosa es que Berry está muerta.
—Gracias, Sam.
—No tienes que dármelas, ahora... volveré con mi marido.
Me da un pequeño abrazo y vuelve dentro dejándome sola con mis pensamientos. Esos pensamientos que eran un arma mortal para mí.
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