30 de noviembre de 1945.

Reich estaba en su habitación. Habian pasado dos semanas desde su encuentro con Imperio Japonés, y no se lo podía sacar de la cabeza.

El nacionalsocialista estaba jugando con sus guantes cuando escuchó un ruido proveniente de su ventana, no pudo evitar sentirse curioso y se asomó. Al ver a un pájaro que se había chocado con la ventana, rió un poco y cerró la ventana. Volvió a sentarse en su silla y, a los pocos segundos, escuchó algo chocarse con su ventana por una segunda vez.

"Seguro que es otro pájaro" pensó, y siguió jugando con sus guantes hasta que escuchó un segundo golpe en su ventana

"Creo que no es otro pájaro" dijo antes de levantarse de la silla y asomarse por la ventana. Cuando se fijó qué o quién era, se sorprendió un poco. "Pero que mier-"

"¡Ciao, Reich!"

"Fascista, ¡¿Qué mi3rd4 haces aquí?!"

"Bueno, yo... teseguidespuesdetuconversacionconImperio"

"¿Qué?"

"No importa. ¿Puedo pasar un rato?

"Dudo que pueda dejarte. Me traicionaste y literalmente me diste un golpe en la espalda"

"¡No tenía otra opción!"

"Si piensas que voy a perdonarte, estás equivoca-"

De repente, el alemán de cruz esvástica empezó a escuchar pasos cerca de su habitación, así que cerró las ventanas y las cortinas en un abrir y cerrar de ojos, luego se sentó e hizo que estaba leyendo, esperando que alguien entrara, pero lo único que escuchó fueron los pasos alejarse. Se volvió a poner de pie y abrió las ventanas y cortinas.

"¿Al final puedo pasar o no?"

"¿Por qué quieres pasar?"

"Imperio me pidió que te diera algo"

"¿De acuerdo?"

El alemán nacionalsocialista miró hacia dentro de su habitación y sacó de uno de los cajones de debajo de la cama su maleta. Empezó a buscar cosas que podrían servirle, y luego encontró una soga que tiros por la ventana.

"Binde alles, was das Imperium mir geben will, mit dem Seil fest (Ata lo que sea que quiera darme Imperio con la soga)"

"¿qué dijiste?"

"¡Qué ates el p#t0 papel, idiota!"

"No tienes porqué gritarme" dijo el fascista antes de atar con la soga el papel.

"Bien..."

El alemán de cruz esvástica acercó el pedazo de papel, lo desató y se lo guardó en uno de los bolsillos, para luego darse vuelta e ignorar al fascista.

[...]

"¿Por qué sos así con el italiano? ¡Si es re piola!" dijo Córdoba mientras caminaba con un vaso de plástico en la mano.

"Las apariencias engañan. El fascista puede parecer una persona agradable, pero en realidad es una p3rr4 traidora que hace cualquier cosa por un poco de dinero" dijo el nacionalsocialista

"Estás hablando muy mal de él, creo que te estás pasando"

"No me estoy pasando..."

"Si, te estás pasando"

"No lo estoy"

"Si te digo que te estás pasando, es porque te estás pasando. Ahora andate a c4gar y ponete a hacer otra cosa que no sea sacarle el cuero a quienes eran tus aliados." dijo la cordobesa antes de irse por las escaleras, viendose molesta. El nacionalsocialista se la quedó viendo por unos segundos, y luego frunció el ceño.

"Estúpida" dijo para si mismo y se dio la vuelta, pero a los pocos segundos sintió que alguien lo golpeó con un vaso de plástico.

"¡Te escuché!" exclamó la cordobesa, sonando un poco enojada "¡Después no vengás a pedir que te ayude a ver tu noviecita a menos que te disculpés, pedazo de pel0tudo atómico!"

Después de escuchar eso, el nacionalsocialista decidió no prestarle atención y siguió su camino.

Minutos mas tarde, Reich se encontró a CABA.

"Señorita CABA, ¿Qué te trae por aquí?" Dijo Reich, en un intento de ser respetuoso con CABA.

"No te hagas el estúpido, Naz, los dos sabemos por lo que vine." Dijo CABA, con su típico tono serio "Quiero que seas sincero, ¿Mataste al niño Massachutts?"

"No, no lo hice. ¿Qué te hace pensar eso, señorita?"

Al no escuchar lo que quería escuchar y pensar que le estaba mintiendo, la ciudad autónoma lo amenazó con su arma y lo acorraló en la pared.

"Escuchame una cosa, nazi de mi3rd4, te juro que si no me decís laa verdad vas a acabar hecho z0re-

"CABA, ¿Qué c4raj0 es esto?"

Argentina estaba justo al final de las escaleras, viendo la situación con una mezcla de sorpresa y decepción por quien era la representación humana de la capital de su país.

"Mamá, lo puedo explicar. Yo-

"Sé que querés encontrar al asesino de ese nenito" dijo la república, quien sonaba un poco comprensiva, pero su cara mostraba una seriedad enorme y un poco de decepción ", pero si querés encontrarlo, tendrás que buscar afuera de esta casa, no adentro."

"C-cómo vos digás, mama" la ciudad autónoma se puso roja de la vergüenza y se fue. La república miró a Nazi un poco apenada por unos segundos "Lamento que le haya pasado eso."

"No se preocupe, estoy acostumbrado"

"Por favor, insisto" dijo la argentina, tratando de ser un poco amable con el nacionalsocialista "Juro que hablaré con ella-"

"No hace falta, no se preocupe. Ella tiene todo el derecho de sosprechar de mi, todos sabemos el tipo de persona que soy" dijo Naz, quien le sonrió un poco incomodo, y luego se sintió un poco mejor cuando Arge le devolvió la sonrisa incomoda. "Como sea... ¿Cómo le fue en el trabajo?

"Preferiría no hablar de eso."

"¿Fue un día demasiado estresante?"

"Lo fue, pero no hablaré de eso"

"Como quiera..."

El nacionalsocialista empezó a bajar las escaleras, y se detuvo bruscamente cuando escuchó un nombre que le resultó demasiado familiar:

"¡Weimar!"

Un cosquilleo recorrió el cuerpo del alemán de cruz esvástica y su corazón dio un brinco.

"Quien sea que fuera quien dijo eso, ¿Cómo sabe ese nombre?" Pensó mientras bajaba lentamente las escaleras, un poco asustado. Él solo escuchaba ese nombre cuando alguien estaba molesto con el "... Dios, ahora que hice mal"

Siguió bajando por las escaleras a paso lento, con una mano en el pecho y la otra en la baranda de la escalera, y con una respiración agitada.

Cuando terminó de bajar las escaleras, escuchó otra vez esa voz:

"Weimar... ¡Weimar, Weimar, Weimar!... Qué nombre más raro..."