Parte 7
— ¿Qué carajos traes puesto? — dijo mirándome de arriba abajo
Miré sonreí.
— Bikini, te presento a Cris, Cris este es un bikini — lo señalé.
— Ponte algo encima.
— Oye por si no te has dado cuenta los bikinis son para usarse solos — dije pasándole por un lado.
Me siguió y se quitó la camisa que tenia puesta y me la extendió.
— Póntela por favor.
Miré la camisa y luego a Cris, y pronuncia lo más detalladamente posible:
— No.
— Rose, te ves extremadamente increíble y sexi, lo juro — dijo mirándome — no hay otra quien te gane en este planeta.
— ¿Y entonces cuál es el jodido problema? — espeté cruzando los brazos sobre mi pecho.
— No hagas eso — dijo bajando mis brazos y desviando la mirada.
— Cris — lo miré seria, quería saber cuál era su problema.
Él me miro, pero sus ojos no solo estaban sobre mí, sino también en algunas personas a nuestro al rededor.
— No me gustaría que ningún idiota te faltara al respeto — intenté interrumpirlo pero agitó las manos — no, no me malinterpretes. Hay mucha gente jodida de la cabeza en este mundo, Rose, y eso es lo que me daría mucho coraje que la gente jodidamente dañada te haga algo pensando que es tu culpa.
Le sonreí.
— ¿Te estás preocupando por mí?
— Sabes que siempre es así — me abrazó poniendo su barbilla sobre mi cabeza — no quiero que jamás te pase nada.
— Pues sí, Cris. Hay mucha gente asquerosa en este mundo, pero no voy a dejar de hacer lo que me gusta, o a dejar de usar la ropa que me gusta porque a le gente no le gusta o le incomoda. Ellos son los que están mal.
Nos separamos y él me miró Cris inclinando la cabeza hacia un lado-
— Quiero que me digas inmediatamente si algún estúpido te dice algo —- reí y él me miró serio — lo digo completamente en serio, Rose. Estaré por aquí si necesitas algo.
Le sonreí — gracias pero creo que se cuidarme sola.
Me dio la espalda y levanto el dedo índice —Crees.
Reí y puse el cabello detrás de mis orejas y volví hacia donde estaba la fiesta.
***
El sol se había teñido de un hermoso color naranja, estaba a la altura del mar, dando como resultado un bellísimo atardecer. Estaba sentada sobre la orilla del mar, acurrucada escuchando sus relajantes sonidos. Hasta que mi estomago rugió ruidosamente.
— Creo que esto solo significa una cosa.
Me levanté y tomé mi pareo que después de buscarlo un rato, lo había encontrado. Caminé por la arena hasta llegar a la casa, di una vista al rededor pero Cris no estaba ahí, así que fui hasta la habitación para tomar una camiseta grande blanca con un estampado en el medio, la combiné con unos shorts azul claro y la fajé dentro de él. Por ultimó tomé mis tenis de siempre y salí a la para, tomé las llaves de la camioneta, abrí la puerta subiéndome y arrancando. y Conduje por el maravilloso paisaje, nunca había estado de esta forma en Malibú, solo había venido por cosas de negocios pero no había tenido tiempo de disfrutar.
Después de estar dando vueltas por un rato al rededor de la ciudad, y buscando un lugar en el que pudiera comer rico, y sano, después de la masacre que tuve en la mañana. Me estacioné frente a un lugar donde vendían ensaladas. Bajé de la camioneta entrando y me acerqué al mostrador pidiendo una ensalada con un jugo de naranja. Necesitaba que mi cuerpo ingiriera
Me senté en uno de los banquitos que tenían cerca de una larga barra de metal mientras esperaba mi pedido, saqué mi celular e hice unas llamadas. Principalmente para preguntarle a Andy cómo iba todo en la empresa. Mi cuerpo se relajó al escuchar que todo iba de maravilla. La chica del mostrador gritó mi nombre y me levanté recogiendo mi pedido y pagando. Salí con la bolsa de mi ensalada mientras bebía de mi delicioso jugo. Mientras caminaba por el estacionamiento para llegar a mi camioneta. Oí unos gritos.
" Adiós guapa"
"¿No te despides?"
Oh no, en las que se metieron. Teniendo un amigo mujeriego, sabía defenderme sola.
Volteé hacia ellos y puse mi voz de hombre ya entrenada.
— Hola chicos — dije con voz más grave que pude hacer.
Todos se quedaron boquiabiertos y sin más nada qué decir.
— Puff, idiotas — bufé.
Me subí a mi camioneta y conduje hasta la casa mientras bebía de mi juguito con una sonrisa en el rostro. estacioné frente a ella, y bajé con mi ensalada en la mano, entré y me senté en el sofá de la sala, prendí la televisión me puse a ver una película mientras me cenaba la ensalda que había comprado, y también mientras llegaba Cris.
Unas horas más tarde había terminado de ver varias películas y estaba en una crisis existencial, me había creado varios novios ficticios.
Cuando estaba en mi trance, oí unos golpes en la puerta, apagué la televisión y me levanté del sofá para ver quién era., Cuando abrí la puerta, lo primero que mis ojos captaron fueron a Cris con una chica.
— Hola — me saludó la chica analizándome de arriba abajo.
— Hola, oye una disculpa de ante mano — puse una cara como si de verdad me importara — hoy no se va a poder lo de tú y Cris — le di una sonrisa incomoda, mientras ella me veía sin entender — solo hay una habitación y no quiero oírlos — la chica me miro con enojo — pero gracias por traerlo — Tomé a Cris poniendo su brazo al rededor de mi cuello para intentar pasarlo, era una masa enorme — linda noche — dije cerrando la puerta con el pie frente a la cara de la chica. —Ahg, pesas como mil kilos — lo aventé al sofá y respiré, cuando volteé a verlo, él se estaba riendo.
— ¿De qué te ríes? — pregunte cruzándome de brazos mientras levantaba un ceja.
— ¿Estás celosa? — dijo mirándome pícaramente.
— ¿Celosa?, no tengo de qué estarlo — miré hacia otra parte.
Cris se levantó del sofá mirándome como una cazador a su presa, yo iba retrocediendo mientras él me seguía acorralando, cuando mi espalda tocó la pared supe que ya lo había hecho.
— Entonces, ¿no sentirás nada si hago esto? — su nariz estaba rozando mi cuello haciendo que cada vello de mi piel se levantara.
Mi cuerpo se quedó inmóvil, solo apreciando la sensación de tenerlo así de cerca — Cris — puse una mano sobre su pecho.
Él recargó su frente en el hueco entre mi cuello y hombro — Porque yo sí estoy celoso, quiero matar a Jim.
¿Qué carajos estaba diciendo?
—¿ De qué estás hablando Cris? — traté de mirarlo a los ojos, pero él retrocedió.
No pudo emitir ninguna palabra más porque se desplomó en el sofá como si se hubiese desmayado. Solté todo el aire que estaba retenido. Esto se había puesto un poco tenso. Fui por una manta de la habitación y la extendí sobre él. Lo miré un rato, de esa manera no parecía el Cris de hace un rato.
Fui hacia la ducha para darme un baño y quitarme todo el jabón, la sal del mar y pensamientos impuros que tenía.
¿De que estaba hablando Cris?.
Salí del baño con una toalla atada en todo mi cuerpo, mientras que con otra secaba mi pelo, revisé por ultima vez a Cris de que no se hubiera muerto de un coma etílico en la sala, pero todo estaba bien. Así que me fui a la habitación para poder cambiarme y así poder dormir.
***
Me desperté con el ruido de las olas, simplemente lo amaba y rezaba porque siempre fueran el ruido que siempre me despertara. Hice la sábana a un lado para poder levantarme de la cama. Fui a la cocina y prepare un poco de café, lo serví en una taza mientras le daba unos pequeños sorbos me fui al balcón para tomar un libro que había traído, sentarme y leerlo. no había cosa más relajante que eso.
— Buenos días — sonreí al oír la voz ronca y sexi de Cris.
— Buenos dia... — volteé para verlo pero estaba en bóxer, ¿en que momento se desnudó?, pero tenía algo rayado en su perfecto abdomen marcado — ¿Qué demonios traes escrito Cris? — señalé su abdomen mientras intentaba descifrar qué era.
Él bajó la mirada y solo soltó una risita.
— Creo que la chica que ayer corriste, me escribió su número.
Volví a mi libro sin importarme mucho eso, pero Cris me lo arrebató.
— ¿Qué lees?
— Pues un libro Cris — dije mirando las olas romper contra la arena.
— Oh Dios, mío, ¿sabes leer?
Lo miré sin gracia.
—No Cris, yo tomo los libros y los repaso sin saber que dicen — dije sarcástica
— Sí, eso mismo pensé — me lo devolvió.
— ¿Qué harás de desayunar? — cerré el libro.
— Pues nada, no hay nada en el refrigerador — se rascó la barriga medio borrándose lo que tenía escrito.
Me levanté de la silla y le di un golpe juguetón el estomago.
— Pues cámbiate hay que ir al supermercado, tengo hambre.
— Que novedad — rodó los ojos.
— Pero primero báñate — fruncí mi nariz — hueles a ella.
Entré a la habitación.
— ¡Celosa! — me gritó Cris saliendo.
Me asomé por la puerta y le levanté el dedo corazón.
— ¡Ya quisieras!
Rápidamente me quité la pijama y tomé unos shorts de mezclilla, unos tenis y una camisa negra holgada. Fui al baño y le toqué la puerta para apurarlo.
— Cris.
Pero no me dio respuesta.
—¿Cris?
Nada y me empezaba a preocupar.
— ¡Cris! —grité.
Nada.
A la mierda. Entré el baño pero iba saliendo de la ducha, lo más rápido me tapé la cara sin alcanzar a ver nada.
— ¿Qué haces Rose? — preguntó riendo.
—Emm...yo..yo pregunté.... y no conte.... contestaste y pues me empecé a... a preocupar.
—Nahh, para mi que querías verme desnudo — dijo quitándome las manos de la cara para que lo mirara.
— ¡No! — mi cara se estaba poniendo roja.
Me sonrió pícaramente — por mí no hay ningún problema.
Mi respiración se había descontrolado y solo podía ver a los ojos a Cris de la misma manera en la que él me veía.
— Tenemos que irnos — dije mirándolo.
Cris se hizo hacia atrás un poco y lo aproveché para salir del baño rápidamente.
Toqué mi pecho, todavía mi respiración estaba descontrolada, así que traté de relajarme. Uf, eso estuvo cerca, muy, muy cerca.
***
Caminábamos por los pasillos del supermercado mientras tarareaba una canción, estábamos justo por el pasillo donde vendían todas las cajas de harinas.
— Uhh, hay para waffles, crepas, hot cakes — dije sonriendo — Llevémonos todos.
Tomé las cajas en mis brazos poniéndolas dentro del carrito, caminamos hacia otro pasillo, y ahí había un grupo de chicas que al ver a Cris soltaron sus risitas.
Rodé los ojos y lo miré.
— ¿Si me vas a hacer de desayunar verdad? — pregunté tomándolo de un brazo mientras le sonreía.
Cris me miró respondiéndome la sonrisa.
— Sabes bien que sí.
Pasamos por un lado de las chicas y ellas lo seguían viendo, pero Cris no les tomó importancia alguna. Y eso me hizo sonreír en mi interior.
Luego de terminar de pasar por todos los pasillos sin excepción alguna, llegamos a la caja a pagar, donde intervine para que pagáramos mitad y mitad. Salimos de ahí con varias bolsas, tomamos cada quien todas las bolsas posibles en nuestras manos y las subimos a la camioneta, mis pobres manitas dolían del paso. Cris condujo hasta la casa y yo sentía que ya mis tripas se estaban comiendo las unas a las otras. Cuando se estacionó frente a la casa, supe que el momento más importante del día había llegado, el desayuno.
— Bueno Rose te toca bajar las bolsas — Dijo apagando la camioneta y mirándome.
Volteé para atrás y vi las enormes bolsas.
— Ay vamos Cris a ti no te cuesta nada — le enseñé las palmas de mis manos haciendo un puchero — además mis manitas ya me duelen.
— Yo sé que tú eres fuerte — dijo bajando de la camioneta dejándome ahí con mi drama.
Caminó hasta la casa y se recargo en el marco de la entrada a verme sufrir. Pero si creía que eso había sido todo mi drama, estaba muy equivocado. Abrí la puerta abandonarme y esperé hasta que alguien pasara. Una pareja de gente iba pasando, y supe que ellos iban a ser mis cómplices perfectos, así que comencé mi teatro.
Tomé las bolsas más grandes que había y las bajé haciendo caras de que eran mucho más pesadas.
— Sí mi amor ya voy — dije jorobándome, casi arrastrándolas — pero no me apresures, traje todas tus cervezas para que sigas tomando, pero no le grites a los niños.
La pareja se le quedo mirando a Cris indignados, él me veía atónito sin entender, pero ante la desaprobación de la dulce pareja, literalmente corrió a quitarme las bolsas de las manos.
— ¿Qué carajos Rose? — dijo claramente molesto y muy confundido.
— Gracias — le di un beso en la mejilla y me fui saltando como una niña pequeña hacia la casa la casa.
Algunos minutos después de que Cris terminó de bajar las cosas me miro con gracia.
— Así que mi amor, ¿huh? — dijo con una sonrisa en sus labios acercándose a mí.
— Ya, no seas tonto — me levanté del sofá haciéndolo a un lado yendo a la cocina — como recompensa por bajar las cosas, yo haré de desayunar — puse una mano sobre mi pecho sonriéndole.
— Puf, me he ganado la lotería — dijo sentándose.
Comencé a sacar algunas cosas de las bolsas e hice un omelette para cada uno.
— Ven — dijo tomando los dos platos yendo hacia el balcón y poniéndolos sobre la mesa que estaba ahí — es un lugar perfecto para desayunar.
Tomé las tazas de café poniéndolas igualmente sobre la mesa, para después sentarme y desayunar.
— Están muy rico — dijo Cris con la boca llena.
— Gracias, que bueno que te gustaron — le di un sorbo a mi café.
— ¿Qué vamos hacer hoy? — preguntó viendo hacia el mar.
Reí pensando en una caricatura — No sé Cris, aquí tú eres el de la ideas.
Me miró con una sonrisa.
— Creo que ya sé.
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