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Parte 6

Cris condujo muy tranquilo, pusimos la radio, esta vez trataba de no moverme mucho para no despeinarme, pero seguía cantando como una loca.

— ¿Cantaste en el auto del patán? — dijo sin quitar la vista de la carretera

— No.

— Porque sabes que pareces loca — me sonrió.

— No — dije cruzándome  de brazos

Me tomó la barbilla haciendo que lo mirara, sus ojos azules

— Una loca muy atractiva.

Quité mi barbilla de su mano y volteé mi cabeza hacia la ventana. Me volví a sonrojar

— Bueno y dime, ¿a dónde me llevas? — dije tratando de volver a mi color normal

— Es un restaurante

— Oh, y yo que pensaba que íbamos a reparar carros Cris — me di un ligero golpe en la frente-

Se rió.

— Rose, es una sorpresa, no seas desesperada volteé mirándolo, sus brazos estirado hacia el volante se veían, sus músculos se flexionaban marcándose a tráves de la camisa

— Amo las sorpresa — sonreí.

— Lo sé — dijo correspondiéndome la sonrisa.

Llegamos hasta el restaurante, no lo podía creer que Cris me hubiera traído aquí.

— ¡No!, ¡por Dios!, ¿es enserio? — grité emocionada

— Muy enserio Rose

— Si es una broma, es de muy, muy mal gusto Cris

— Para nada — dijo quitándose el cinturón de seguridad.

— ¡Es mi restaurante favorito! 

Aquí venían la mejor comida italiana de la región, una vez el padre de Cris nos trajo aquí a cenar y desde esa vez lo amé completamente, pero era un restaurante bastante codiciado y no había mucha disponibilidad, y ya ni decir de lo costoso que era.

Flashback. (Rose y Cris de ocho años)

La mamá de Cris abrió la puerta del auto ayudándonos a bajar.

— Wow — dije al ver las luces del precioso restaurante.

— ¿Te gusta? — preguntó Cris al verme emocionada.

Asentí varias veces.

— Vamos — me tomó de la mano y juntos llegamos a la entrada, entramos junto con sus padres y yo seguía embobada al ver la decoración del  lugar. Nos diera nuestra mesa y nos sentamos. 

— La pasta de aquí es deliciosa — dijo mi mejor amigo mirando su carta, que le quedaba enorme.

Reí y tomé la mía, los dos nos decidimos por el mismo platillo, tiempo después un enorme plato de pasta estaba frente a nosotros.

— Oh por Dios, esto huele exquisito — dije con baba en mi boca. Me llevé el primer boca y mis ojos se iluminaron de verdad, esto era extremadamente delicioso.

— ¿Te gusta?

Miré a Cris asintiendo.

— ¡Quiero venir aquí siempre! — grité para luego comer más.

Noté como Cris me miraba con una sonrisa.

Fin del Flashback.

— ¿Cómo lo hiciste? — lo volteé a ver incrédula.

—  Se llama magia — bajó del auto y lo rodeo abriéndome la puerta, me quité el cinturón de seguridad y acepté la mano que me ofrecía —  Anda, no hay que desperdiciar el tiempo – me tomó de la mano y salimos al restaurante.

Nos dieron nuestra mesa y mi pelirubio amigo extendió mi silla para que me pudiera sentar, lo cual agradecí.

— Gracias Cris

— Eso no se agradece, además tenías que pasar el mal trago de la cita con este idiota — dijo mientras veía la carta, que ya no le quedaba grande como en aquellos tiempos, al contrario, entre sus manos la carta parecía de juguete.

— Tengo hambre — le sonreí.

Cris llamó al mesero y rápidamente pedimos nuestra comida.

— Oh por dios, esto esta exquisito — dije saboreando cada parte de la pasta, todo era igual que la primera vez que lo comía.

— Ya estoy acostumbrado a oír eso.

Tomé una servilleta de tela golpeándolo ligeramente mientras reíamos.

— Y no sería una buena cena sin vino — dijo él tomando mi copa y sirviéndome un poco.

— Si acabo borracha inconsciente será tu culpa — dije mientras chocábamos delicadamente nuestra copas.

— Siempre voy a cuidar de ti, Rose.

Mi corazón se aceleró al oír esas palabras y le di un pequeño sorbo al vino para disimular lo que esas palabras habían causado en mí. Lo saboreé un poco, era del tipo de vino que sí disfrutaba, y Cris lo sabía.

La noche pasó en risas, yo medio borracha, y nosotros haciendo estupideces donde la gente adinerada nos veía mal, pero a nosotros nos importaba un carajo, también recordamos ciertos momentos. Después de deleitarnos con la comida, el vino, pedimos la cuenta.

— Bueno, mitad y mitad — le dije sacando mi tarjeta, porque ni loca contaba con esa cantidad de dinero en efectivo.

— Ni creas Rose —tomó la cuenta poniendo el dinero.

— Cris, ¿ya viste la cuenta? — dije arrebatándosela.

— Yo te traje a cenar y quiero pagar esta cena, no seas tan mula caramba — me quitó la cuenta de las manos entregándosela al mesero — además si pagas, no te volveré hacer de comer o a traerte.

— Solo porque me encanta tu comida, y que me traigas a cenar — le di una sonrisa de boca cerrada, ya que tenía miedo que algo estuviera atorado en mi diente-

Sentía que ahora el vestido me quedaba como de embarazada, había comido tanto que mi pancita estaba redonda, Cris me puso su saco encima, ya que la noche se había puesto fría. Abrí al puerta del auto subiéndome, y él introdujo la llave arrancando.

Puse un poco de música y me desparrame en el asiento mientras conducía hasta la casa.

— ¿Cómo le hiciste para comprar un vestido de mi talla? — dije mirándolo.

— Rose, te conozco mejor que tú.

Eso era cierto, conocíamos mejor al otro que a nosotros mismos

— Raro — canturreé

Él me miró divertido y sabía que estaba por decir una tontería.

—Ya di la babosada que tengas que decir — dije mirándolo — sé que te estas resistiendo con todas tus ganas

— Nos conocemos tan bien, que puedo adivinar el color de tu ropa interior.

— Eres bien pervertido — abrí la boca falsamente indignada — pero trata.

— Negra.

Negué con la cabeza.

— Noup, no tengo — traté de retener la carcajada pero con la cara de Cris que hizo al decirlo, fue imposible.

— ¿Qué? — dijo poniendo la cara de asombro más chistosa que pudo.

— Mentira, mentira — mi barriga dolía de tanto reír — creo que me voy a vomitar de tanto comer.

Después de esa bella y hermosa platica, llegamos a casa

—Estuvo increíble hoy — me puse de puntitas y le di un beso en la mejilla.

Me subí a mi habitación y me quité el vestido poniéndolo sobre la cama, era demasiado hermoso, busqué en mi armario una pijama y me decidí por un bluson cuando salí del baño con mi cara y dientas lavados,  vi el celular en la cómoda que tenía diez llamadas perdidas de Jim.

"Hola" — dije acostándome en la cama.

"¿Rose?"

"Sí"

"Por un momento creí que me habías dado un número falso, tengo llamándote desde ayer"

"Oh, lo siento, no estuve muy al pendiente del celular" — lo cual no era del todo mentira, pero tampoco es que estuviera muy atenta a sus llamadas.

"Hay una fiesta en dos semanas, va a estar increíble y quería ver si querías ir"

"Creo que tengo una reunión ese día" — dije no muy convencida.

"Es sábado"

La verdad era que no me apetecía mucho ir, pero se iba a ver mal si seguía dándole rodeos.

"Bueno, la cancelaré"  solté un suspiro.

"Bueno yo paso por ti, te llamo ese día, buenas noches Rose"

"Adiós Jim"

Colgué el teléfono y cuando me levanté para cepillar mi cabello, acorde que había dejado mi cepillo para el pelo en el cuarto de Cris.

Fui hasta su cuarto y vi no había nadie. Seguramente estaba en la sala, traté de buscarlo solamente con la mirada pero no vi mi cepillo en su habitación, así que seguramente estaba en el baño. Entré y comencé a caminar hacia el baño cuando se abrió la puerta, me tropecé pero unas manos me detuvieron.

— ¿Qué haces Rose? — la voz de Cris hizo que toda mi dignidad se cayera.

Levante la cara que seguramente ya estaba toda roja.

— Venía por mi cepillo.

Cris tenía una toalla atada por la cintura, siempre lo veía en bóxer, pero verlo recién bañado, con su pelo rubio alborotado, era muy sexi.

— Rose.

Volví a la realidad y bajé mi cara que ya estaba toda roja.

— Venía por mi cepillo —  me levanté y traté de recuperar mi color natural.

— ¿Segura? — me miró con una sonrisa con una sonrisa pícara.

— ¿A qué más vendría?

— A verme en toalla — levantó sus cejas.

— Por favor, siempre te veo en bóxer — puse las manos en mis caderas tratando de mantener mi compostura — no hay nada que no haya visto.

Me miró con picardía.

— Te apuesto a que hay algo — sacó su sonrisa de galán.

— ¡Cris! — grité pegándole en el hombro, y si ya había recuperado mi color, no había servido de nada.

— Tranquila, era broma — levantó las manos riéndose — tu cepillo lo dejaste en el baño.

Entré al baño y ahí lo vi, estaba en el lavamanos lo tomé y salí, vi a Cris en ropa interior acostado en la cama leyendo un libro.

— Ahh, ¿ a poco sabes leer? — caminé hasta su cama, divertida.

Me miró sin nada de gracia en su mirada.

—Tranquilo, era broma, ¿Cuál lees? — puse mi cara casi enfrente del libro.

— Es el Kama Sutra.

Tomé una almohada golpeándolo.

— Ay por dios, no has de saber qué es eso — dijo Cris riéndose mientras se cubría.

— ¡Sí sé! —  me levanté de la cama para irme.

— ¿Y qué es? — dijo mirándome bastante divertido con la situación.

— No te lo voy a explicar.

Le lancé otro zapato.

—Oh señorita esto le va a costar caro — dijo levantándose de la cama.

Corrió hacia mí y grité divertida, intenté correr pero Cris me tomó de la cintura y me tiró hacia  la cama, no sé cómo pero caí arriba de él. Sus brazos rodeaban mi cintura y mis piernas estaban alrededor de su cadera, nos quedamos mirando el uno al otro, su pecho subía y bajaba al igual que el mío.

— Eres hermosa Rose, y lo sabes, ¿Por qué estas con ese? — dijo poniendo un mechón de pelo detrás de mi oreja.

Buena pregunta, ni yo sabía por qué estaba saliendo con él, ¿Por qué era guapo?, creo que eso era todo.

— No lo sé Cris — contesté sincera

Soltó una risa pero sin nada de gracia en ella.

— ¿Estás saliendo con alguien y no sabes porqué? v me miró incrédulo.

Exacto.

— Sí.

— Rose, eres una chica extraordinaria, las más guapa y atractiva que he conocido en toda mi  estúpida vida, la más inteligente, y terca. ¿Qué hace una chica como tú con un patán como él?

— Ya te lo dije, no sé, creo que es guapo — volteé mi cara.

— Rose, para guapos estoy yo.

Me incliné para tomar una almohada y le pegué en la cara. Grave error, cuando le intente pegar, la tiró al suelo y quede más cerca de él. Su cara estaba muy cerca de la mía y mis brazos estaba a los lados de su cabeza.

— ¿Tú por qué te acuestas con esas chicas si no quieres nada serio? — dije tratando de tomar fuerza.

Me miró, su mirada era algo indescifrable

— Es solo diversión, las chicas y yo lo sabemos. Estoy esperando a la correcta.

— Cris, tú puedes tener a cualquier chica que quieras.

— En eso te equivocas Rose — sus manos comenzaron a jugar con mi cabello — la que quiero no quiere estar conmigo.

— ¿Y tú como sabes eso? — su contacto hacia que los latidos de mi corazón aumentaran.

— Porque la conozco muy bien.

— ¿Ella te lo dijo? — dije mirándolo.

— No, pero está saliendo con alguien más.

—¿Por qué no se lo has dicho?

—Llevo años intentándoselo decir — sus ojos no perdían de vista en ningún momento los míos.

Nos quedamos mirando así por un tiempo, ninguno de los dos se movía. Simplemente disfrutábamos de estar así.

— Bueno, mucha charla sentimental por el día de hoy, hay que dormir — dijo Cris sonriéndome.

Me levanté de encima de él y caminé hacia la puerta, giré mi cabeza para mirarlo.

— Buenas noches Cris

—Buenas noches Rose, descansa.

Caminé por los pasillos con la mano sobre mi pecho hasta llegar a mi habitación, estaba todavía alterado por lo de hace un momento.

¿Quién carajos era esa chica?, no conocía que Cris tuviera a una chica cercana, ¿era yo?, ¡no!

Solté una risa, eso era absurdo. Me acosté para dormir y así lo hice, todavía con esos pensamientos en mi cabeza.

***

— Levántate Rose— abrí y lo primero que vi fue a Cris sobre mi cama con una enorme sonrisa en el rostro.

— ¿Qué pasa? — dije mientras  me talle los ojos.

— Vamos a ir a la playa — tomó una de mis almohadas pegándome con ella.

— ¿En serio? 

— Sí, nos vamos en diez, empaca mucha ropa — me aventó la almohada saliéndose de la habitación.

Me levanté y fui al baño a tomar un baño lo más rápido posible, aliste mi maleta, y baje, Cris estaba con un short que le llegaba a la rodilla y una camisa playera.

— ¿Lista? — preguntó mirándome.

— lista, ¿no vamos a desayunar? — hice un puchero.

— Compramos algo en el camino — dijo sonriéndome.

— Okey — tomé mis maletas saliendo de la casa, Cris las agarró subiéndolas a la parte de atrás de la camioneta. Abrí la puerta y me subí, él hizo lo mismo y arrancó.

Nos colocamos los cinturones y así comenzamos nuestro belo viaje a... bueno, no sabía a dónde

— ¿A qué playa vamos? — dije poniendo un poco de música-

—Está un poco lejos, pero cuando la veas te vas a morir — sacó su brazo izquierdo por la ventana mientras que el otro estaba en el volante.

—¿ En serio?, Cris tú y tus sorpresas — sonreí.

— Rose tú y tus impaciencias — me miró imitándome.

Le di un codazo.

— Uy, cuidado que nos estrellamos.

Después de dormirme un rato, desperté y todavía seguíamos en carretera. Empezaba a ver letreros pero nada que me dijera a donde íbamos.

— Ah, y pedí permiso en la empresa, le dije a Andy que se encargara de ella por unos días — dijo mirando que ya había despertado.

— ¿Unos días?, ¿y tu trabajo?

— Ay, ni lo ocupo. Ademas, con Thomas atendiendo ahí es más que suficiente. Es diversión Rose, tranquilízate

Vi un letrero de Malibu, ¿qué?, ¿Malibu?

— ¿Vamos a Malibu? — dije abriendo los ojos sorprendida.

— No, la verdad vamos a Disneylandia pero se equivocaron de letrero.

Lo miré sin gracia y él me sonrió.

— Sí Rose, vamos a Malibu.

— ¡Si! —grité como si de una niña pequeña se tratara.

Soltó una risa mirándome de reojo.

— Sabía que te iba a encantar.

— Estoy muriéndome lentamente — dije mientras me desparramaba por mi asiento.

Luego de algunos minutos, Cris aparcó en una casa que estaba frente al mar. Era hermosa con unas bellas ventanas azules cubriendo casi toda la casa, su exterior blanco combinaba con la arena.

— ¿La rentaste? — le pregunté bajando de la camioneta.

—No, de hecho es mía — dijo divertido.

—¿Qué? — pregunté anonadada.

— La compre cuando venía a los Spring Break, necesitaba donde quedarme y esta era la mejor opción.

— Que lindo nacer rico.

— Tiene sus ventajas — dijo encogiéndose de hombros.

Miré nuevamente la casa.

— Es hermosa, me podría quedar a vivir aquí — dije cerrando mis ojos mientras la brisa fresca del mas abrazaba mi cuerpo.

— Puedes — Abrí mis ojos y Cris me miraba con una sonrisa tierna.

Sonreí de igual manera.

— Bueno, voy a desempacar  — dije mientras sacaba mis maletas de la cajuela.

Entré a la casa, realmente era hermosa. Todo estaba perfectamente limpio y cuidado, las ventanas enorme le daban gran vista y nos permitían ver hacia el mar-

— ¿Y las habitaciones? — pregunté girando hacia Cris

— Sí, sobre eso, solo hay una — dijo rascándose la nuca sonriéndome.

— ¿En serio? — lo miré incredula.

— Es una casa para los Spring Break, para lo que la necesitaba solo ocupaba una habitación.

Suspiré.

— Bueno, da igual.

— Al fondo a la izquierda — dijo sonriente.

Caminé hasta a la habitación con las maletas en las manos, abrí la puerta y vi que tenía un balcón donde se podía ver el mar.

— ¡Esto es hermoso! — grité asomando mi cabeza por el pasillo.

— Rose, apúrate hay que ir a desayunar.

Dejé mis maletas sobre la cama y corrí, subimos la camioneta.

— ¿ A dónde quieres ir?— -me preguntó girando la llave.

— A un restaurante donde cocinen rico y den mucha comida — sonreí poniéndome el cinturón de seguridad.

— No se diga más — arrancó.

Amaba Malibu,  ver las enormes palmeras a lo largo de la ciudad, a la gente con sus tablas de surf, amaba conducir y que el viento fresco me diera en el rostro. 

Miré a Cris, estaba feliz.

— ¿Por qué tan feliz?  — pregunté mirándolo curiosa.

— No es nada — dijo con una sonrisa.

Lo miré sospechosa, pero no me importó mucho. Luego de algo de tiempo, yo seguía viendo por la ventana admirando el paisaje.

— Bueno señorita llegamos — dijo Cris apagando la camioneta.

Casi salí corriendo, de verdad tenía mucha hambre. Rápidamente me senté en uno de los lugares que estaba vació.

Cris vino después divertido.

— Pareces una loca — dijo sentándose frente a mí.

— Pero soy una loca atractiva — le sonreí.

— Eso si.

Una mesera vino a entregarnos las cartas, casi me vuelvo loca pidiendo todo el menú, luego se retiró con nuestras órdenes.

— Rose, parece que nuca en tu vida hayas comido — Cris me miró divertido.

— Tengo mucha hambre — dije haciendo un puchero.

— Pues aliméntate que iremos a la playa a divertirnos.

Nunca había estado en uno, no me gustaban, solo se emborrachaban y ahora iba a estar en una de esas fiestas, así que no sé cómo iba a sobrevivir.

Llegó la comida y empecé a devorarla, Cris solo me veía con diversión.

— Rose, cálmate la comida no se va a ir — dijo mientras bebía de su jugo.

— Esto está buenísimo—  dije con la boca llena de comida.

Cris sacó su celular y tomó  una fotografía.

— Oye, ¿qué haces? —  lo miré molesta.

— Es para el recuerdo, cada vez que me llames va aparecer esta foto — dijo enseñandome la foto, aparecía con las mejillas llenas 

— No te llamaré más  —  le lancé un sobre de kétchup.

Después de comer, regresamos a la casa para cambiarnos y reposar un poco, desempaque algo de ropa. Me recosté un poco sobre la cama mientras toda la comida que había ingerido se me bajaba. Parecía un cerdo echado en la cama.

Algunas horas después, era tiempo de salir a la playa. Así que me levanté y me puse un bikini rojo, lo cubrí con un hermoso pareo. Salí de la habitación y vi que Cris estaba esperándome en la sala.

— Vámonos — dijo cuando me miró.

La playa estaba repleta de universitarios y gente de todas la edades. No era vieja solo les ganaba por unos años.

— Bueno Rose, sé que nunca has estado en esto, pero no tomes demasiado, siempre te me alocas — dijo divertido.

Lo miré sin expresión alguna, él sabía que no tomaba.

— Gracias por tus consejos inservibles, Cris  — rodé los ojos.

Y de un un rato a otro, Cris ya estaba entre la gente disfrutando del ambiente, Y yo no sabía muy bien qué hacer, solo estaba ahí, parada con mi vaso de agua natural en la mano. Hasta que vi que unos chicos comenzaron a hacer un tobogán improvisado con lonas, jabón y agua. Eso se veía divertido, así que camine hacia allá.

La gente comenzaba a deslizarse por ahí y yo también quería hacerlo. Me subí en la lona mientras que unos chicos ponían más jabón sobre ella. Vi que Cris me miraba con una sonrisa, así que le di algo para que de verdad sonriera. Me quité el pareo que llevaba encima puesto arrojándolo a la arena, dejando expuesto mi precioso traje de baño. Tenía sus ventajas al ser una persona curvilínea.

La cara de Cris pasó de una sonrisa burlona a una modo "mi perra" 

Me lancé por el tobogán compitiendo con otro chico. Cuando llegue a la meta otra chica me relevó bebiendo pequeños vasos de shots. Reí, eso verdaderamente había sido divertido, fui hacia una de las regaderas limpiándome todo el jabón que tenía y cuando abrí los ojos, noté varias miradas sobre mi cuerpo, pero una de las que más sentía que estaba ahí, era la de Cris.

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