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Parte 5

Mi amigo no le dio la mano, más bien la miró con cierto asco, como si de un leproso se tratara. Quise apartarlo con todas mis insignificantes fuerzas, pero él era muy fuerte y corpulento. Así que di un paso hacia atrás dando una pisotada en el suelo.

— Cris enserio, ya — dije molesta.

Vi a Jim asomarse por debajo del brazo de mi amigo, yo solo le di una sonrisa avergonzada por todo el drama que estábamos haciendo.

— ¿Son hermanos? — preguntó sonriendo.

Cris y yo nos volteamos a ver.

— Casi, él es mi mejor amigo, Jim él es Cris, Cris él es Jim. Y ahora enserio quítate de la puerta — me miró, lo estaba diciendo muy enserio.

Observó a Jim de pies a cabeza y casi sentí que le escupió y lo mató diez veces.

— Le haces daño y te juro que terminarás sin pelotas — gruñó.

Se quitó pero de mala gana, caminó enojado a su habitación mientras que Andy lo acompañaba. Me puse en la puerta y respiré, vi que Jim tenía un ramo de rosas en su mano.

— Son para ti — me las extendió.

— Gracias, son hermosas — tomé las flores y las puse en un florero que estaba al lado de la puerta sobre una pequeña mesa.

— ¿Nos vamos? — me extendió su brazo, le correspondí. Salimos de la casa y cerré la puerta, caminamos hacia su auto.

Me abrió la puerta para que me subiera, así lo hice y le agradecí con una sonrisa, él rodeó el auto para subir al asiento del piloto.

— ¿A dónde vamos? — pregunté mirándolo.

— Es un restaurante muy bueno — respondió arrancando.

Mentalmente me programé para recibir la típica respuesta de Cris, pero sacudí la cabeza librándome de que no estaba con él.

El camino fue verdaderamente muy lindo, estuvimos platicando acerca de nosotros. luego de un tiempo, miré por mi ventana y vi que el camino estaba lleno de preciosos arboles- Jim detuvo el auto y se bajó para abrirme la puerta. Era un lugar hermoso, un restaurante al aire libre, estaba lleno de árboles y flores. Ya que era de noche todo se veía increíblemente lindo, las mesas estaba en el césped perfectamente ordenadas con mantel y las silla rojas de terciopelo le agregaban ese estilo costoso.

— Jim esto es hermoso — dije mirando observando cada detalle.

— Todo esto se queda opacado por tu belleza.

Le sonreí algo incomoda, aunque no sabía el porqué.

Nos sentamos en una de las preciosas mesas, pusieron unas copas con vino sobre ella y yo las miré con cierto temor, no tomaba mucho alcohol y no quería que en mi primera cita y con alguien que no conocía muy bien ponerme borracha, así que solo tomé un sorbo, el vino era una excepción a las bebidas alcohólicas, pero este tipo de vino no me gustaba, sabía mucho a pasa y no me agradaba. Éramos casi los únicos aparte de otras dos parejas cenando ahí. Jim pidió algo de comer, no entendí un rábano lo que pidió, así que yo solo asentí sonriendo como si lo hubiera hecho perfectamente. Pero cuando llegó a nuestra mesa, se veía que exquisito.

— Wow, esto sabe delicioso — dije saboreando el platillo.

— Lo sé — y evité con todas mis fuerzas no rodar los ojos ante ese comentario.

Así empezamos nuestra... ¿cita?, si, creo que se le podía llamar así.

La noche comenzó bien, platicamos y cenamos muy tranquilamente. Saqué mi teléfono y vi la hora, eran las diez de la noche y todo estaba muy bien, pero ya estaba cansada.

— Creo que hay que irnos — le dije a Jim.

— Está bien — habló sin ningún problema

Pagamos la cuenta, aunque él insistía en pagarla, pero me negué rotundamente. No me sentía cómoda sabiendo que él había pagado algo por completo.

Subimos a su auto y condujo hasta mi casa. Cuando llegamos ahí, se estaciono frente a ella y yo me quité el cinturón decidida a bajarme. Jim hizo lo mismo, pero se fue acercando a mí con intenciones de besarme. Yo bajé rápidamente del auto y lo deje ahí, solo con la intención.

— Buenas noches Jim — dije casi cerrando la puerta.

— Espera, no me has dado tu número.

Saqué una tarjeta de mi cartera, que era de la empresa con mi número escrito y se lo di por la ventana yéndome hacia mi casa, abrí la puerta y me encontré a Cris mirando por las enormes ventanas, sonreí por lo chistoso que se veía entre las cortinas haciendo desaparecer los nervios que estaba sintiendo.

— ¿Qué carajos haces? — dije muy divertida de verlo desperdiciando su tiempo.

— Espiando al imbécil este — habló completamente serio.

Rodé los ojos y recordé las hermosas flores que me había dado. Miré hacia dónde estaba el florero con mis flores pero no había nada.

— ¿Dónde demonios están mis flores? — volví hacia Cris

— Tenían abejas y decidí tirarlas — dijo quitándole importancia.

— ¿Qué? — grité enojada.

— No quiero tener abejas rondando por la casa.

— Demonios Cris pareces un niño pequeño — me acerqué a él — tú no eres nadie para controlar mi puta vida, — toqué su pecho con mi dedo — ¿lo entiendes?, nadie.

De un movimiento colocó mi espalda contra pared con sus dos fuertes brazos a los lado de mi cabeza. Mi pecho subía y bajaba ya que mi respiración se había alterado de tenerlo tan cerca. Tragué grueso.

— No quiero que salgas herida Rose — dijo con una voz suave y dulce.

— Tengo que tener novio en algún momento — contesté más tranquila y mirando su cara bien afaccionada.

— Sí, pero no ese maldito, solo quiere acostarse contigo — noté como apretó los puños al lado de mi cara.

— ¿Tú me crees tan estúpida para hacerlo? — pregunté mirándolo directamente a los ojos.

Se quedó mirándome, yo hice lo mismo, me perdí en sus bonitos ojos azules. Eran verdaderamente hermosos. Su cara estaba a centímetros de la mía, lentamente y sin pensarlo, bajé mi mirada a sus apetecibles labios, pero cuando subí mi vista, él estaba viendo los míos.

— Tranquiló Cris sé cuidarme.

Le di un beso en la mejilla. Y comencé a subir las escaleras recuperándome de ese momento. Sentía que mi pecho iba a explotar de la tensión que estaba sintiendo.

—Rose...

Volteé.

— ¿Si?

— Emm.. Descansa — dijo nervioso.

— Gracias tú igual — le sonreí esperando algo más.

Entré a mi habitación y recargué mi espada sobre ella por un momento sobre la puerta.

¿Qué había pasado ahí abajo?

Sacudí la cabeza y comencé a desvestirme para luego colocarme mi pijama,  que consistía en una camisa de Cris de las que había echado a perder con cloro en los primero días que vivíamos nosotros dos, pero para mí, eran mis favoritas ya que me quedaban extremadamente grandes, y la acompañe con un pequeño short. Estaba lista para dormir, me acosté en mi cama, pero rodaba de un lado a otro, me cubría, quitaba la sábana, saqué mi pie, pero me acordé de los monstruos y volví a cubrirla.  Las horas pasaban y yo seguía sin dormir. Carajo, odiaba sentirme así, mi mente no dejaba de dar vueltas hacia el asunto de hace rato.

Hice la sábana hacia un lado y salí de mi habitación, el sonido de mis pies desnudos hizo eco por el piso, fui al cuarto de Cris, abrí la puerta. Todo estaba completamente oscuro, solo la pequeña luz de la luna que iluminaba parcialmente la habitación dejándome ver su silueta en la cama. Estaba boca arriba, lo que significaba que estaba despierto. ¿También tendría insomnio?

— Cris...

— ¿Tienes insomnio? — volteo hacia mí.

—Sí.

— Ven — se hizo a un lado para que pudiera acostarme junto a él mientras le daba unas palmaditas a su lado.

Entré y cerré la puerta, me metí en su cama, Cris me atrajo hacia él y me acurruqué en su pecho. Nunca en mi vida había tenido insomnio, todo empezó cuando él y yo comenzamos a vivir solos, el primer mes fue cuando lo descubrí. Y noté que cuando iba con él a dormir, todo se dispersaba dejándome dormir tranquilamente, algo en él me proporcionaba la seguridad que requería.

Siempre que tenía insomnio recurría a él.

— Buenas noches Rose — me dio un beso en mi pelo.

— Buenas noches Cris — susurré pegando mi mejilla a su pecho desnudo.

Quedé profundamente dormida, me sentía demasiado bien estando con él, era como si todos mis problemas desaparecieran en cuestión de segundos. Él era alguien muy importante en mi vida. Pero algo había cambiado, y no sabia qué era eso, o tal vez quería evadirlo, pero me sentía diferente, ¿qué carajos era?, no lo sé ¿era Jim?, no, ¿era yo? No, ¿era Cris? No, ¿éramos Cris y yo? Sí.

***

— Despierta dormilona — adoraba la voz de Cris recién levantado, era ronca y sexi, espera ¿qué acababa de decir?

Me tallé los ojos abriéndolos y encontrando la cara de él con una sonrisa dejando ver todos y cada uno de sus dientes perfectos.

— Buenos días — dije sonriente.

— Exacto, buenos días.

— ¿Pude dormir?, o diablos ¡pude dormir! — reí como loca y me levanté.

Empecé a brincar sobre la cama de Cris, él se unió conmigo pero riéndose, tomé una almohada y le di en la cara, parecía un maldito poste, creo que ni siquiera pestañeo, me tiró y caí debajo de él. Mi cuerpo se tensó al sentirlo así de cerca de mí, su cara estaba demasiado cerca de la mía, pude notar que sus facciones eran perfectas.

— Vamos, hay que ir a desayunar, para después ir al gimnasio — me dijo a Cris levantándose, pestañeé y sacudí los pensamientos. Él me estiró su mano para ayudarme a levantarme, yo hice un puchero como niña pequeña — ¿ah, no?

Negué la con la cabeza, divertida.

— Bueno no me dejas otra opción — me levantó del piso y me cargó en su hombro como un saco. Yo iba riéndome.

— Cris bájame — dije entre risas, la verdad que iba bastante divertida con el asunto.

Bajó las escaleras conmigo encima.

— Bájame — miré su perfecto trasero que estaba cubierto por unos bóxer azules, y me di cuenta que podía estar mejor que el mío, rápidamente miré mi trasero.

— Como usted ordene — dijo y me tiró al sofá — ¿qué hay para desayunar Rose? — se sentó en el otro sillón.

— Bueno puedo hacer un exquisito cereal con leche, uff me queda — besé la punta de mis dedos — buenísimo.

Me miró sin nada de gracia

— Okey, okey, tenemos un público muy exigente hoy. Hay ensalada de frutas y tacos de pollo.

Desayunamos de lo más tranquilo posible y después fuimos al gimnasio. Cris se puso hacer pesas y sus ejercicios, mientras que yo hacia algo más para mi peso.

— ¿De dónde conoces al patán ese? — me preguntó.

— Del restaurante italiano — contesté corriendo en la caminadora

Platicamos acerca de eso. Al parecer Cris lo conocía.

— Pero lo que me preocupa es cuando quiera besarme — dije bajando de la caminadora limpiándome la cara con una toalla el sudor.

— ¿Qué pasa? — preguntó mientras sus pies estaba cruzados, él estaba haciendo dominadas con una barra fija. Los músculos de su espalda se marcaban cada vez que subía o bajaba, y la piel estaba brillosa debido al sudor que tenía su cuerpo. Uno podía embelesarse viendo a Cris haciendo ejercicio. Cuando bajó, el sonido del impacto de sus pies contra el suelo me hizo recuperarme.

— ¿Como que qué pasa?, no he dado mi primer beso, y gracias a ti — me senté en un banquillo.

Soltó una carcajada — A ese no le importa, lo único que quiere es acostarse contigo — dijo serio.

— ¿Y tú como sabes? — lo miré fijamente.

— Siempre lo veo en el bar conquistando chicas, todas las que se ha tirado ya me las he tirado yo — dijo orgulloso.

— Ay Dios, que macho — dije sarcástica.

— Es broma — respondió sonriendo — sabes que no me gusta expresarme así.

Le tiré la toalla, a lo que él solo se la quitó con cierto asco. Yo reí.

— Cris, ¿Por qué demonios trabajas en el bar?, si tienes una empresa que te da más que el bar —pregunté ladeando mi cabeza.

El papá de Cris era uno de los mayores compradores y vendedores de bienes raíces en el país. Y obviamente Cris iba a ser el sucesor y heredero de todo eso, pero a lo que él decía, no quería responsabilidades tan grandes por el momento. Por eso mientras una gran fortuna lo respaldaba él seguía trabajando en un bar.

— Es por diversión, y para conocer chicas — se encogió de hombros.

Rodé los ojos. Terminamos de hacer ejercicio y fui a bañarme y cambiarme para ir a la empresa.

***

Al entrar saludé a todos los que trabajaban ahí y subí rápidamente a mi oficina, tomé el teléfono de planta y llamé a Andy, que apareció en cuestión de segundos.

—Hola perrita loca — dijo entrando — cuéntame tus oscuros secretos.

Comenzamos a platicar, hablar con ella era como hablar con un terapeuta, pero muy mal hablado, a ella no había cosa que le pudiera ocultar. Le tenía tanta pero tanta confianza que le confiaba mi vida. Hablé de todo con ella, hasta de lo que sentía que había cambiado con Cris.

— Rose, lamento decirte que creo que te gusta Cris — dijo sentada frente a mí con los pies arriba de mi escritorio tomando una soda.

— Estás loca, es mi mejor amigo — me peine hacia atrás.

— ¿Y?, no es tu hermano.

— Casi — respondí abriendo los ojos demás.

—La Rose del rancho le dice — dijo bromeando.

Negué con la cabeza-

— Y tú le gustas a él — sonrió.

—Sí, ya lo confirme estás absolutamente loca — me levanté caminando.

— Oh vamos — quitó sus pies del escritorio y me observó — solo piénsalo por un momento, nunca deja que se te acerquen tipos Rose.

— Ay por Dios — rodé los ojos.

— No lo sé, solo piénsalo — levantó sus manos inocente — te gusta, le gustas, ¿para qué nos hacemos? — se levantó de la silla observándome hasta llegar a la puerta— no es un pecado enamorarse — y salió.

Suspiré y volví a sentarme para arreglar asuntos de la empresa, no era su mejor momento, así que debía de poner todo mi esfuerzo en que se levantara. Era tarde, la luz del sol ya no estaba, así que decidí irme a casa. Mientras manejaba mi coche pensaba en lo que me había dicho Andy en la tarde, no era verdad. Creo.

Estacioné mi carro y bajé de él quitándome los tacones. Abrí la puerta de casa con ellos en mano.

— Hola — dije dejando las llaves en la mesita que estaba al costado.

Cris estaba viendo la televisión, fútbol americano, que novedad.

— Hola — me contestó sin despegar la mirada de ella.

Me acerqué al sofá donde estaba Cris, arrojé los tacones al suelo, me acosté y apoye mi cabeza en sus muslos

— ¿Qué estás viendo? – Pregunté solo para hacer platica, miré hacia arriba para mirarlo

— Nada interesante — apagó la televisión y me miró — vamos a cenar.

— Oh sí, esas palabras me interesan — sonreí — ¿Qué hiciste de cenar?

— Nada, vamos a ir a un restaurante.

— Bueno, deja cambiarme.

Me levanté pero Cris me tomó de la muñeca.

— Te dejé algo sobre la cama.

Subí a mi habitación y vi un hermoso vestido color vino. El cuál me llegaba por debajo de la rodillas con unis hermoso tirantes gruesos.
Sí, mi color favorito en ropa era el vino, y Cris lo sabía.

Me puse mi vestido con unos tacones color negro, una carter del mismo color. Ondulé mi pelo, y me maquille.

Bajé por las escaleras y vi a Cris vestido con un traje, me miró con una expresión parecida cuando me puse el vestido para salir con Jim, pero esta era más...sexy.

— Gracias por el vestido — sonreí encantada.

— Veo que te quedó de maravilla — dijo con un cierto brillo en los ojos.

— Gracias — y mi cara comenzó a arder.

Siempre que Cris me halagaba mis mejillas comenzaban a tomar color.

— El vestido solo es una prenda, quien hace la diferencia es quien se lo pone.

Y otra vez mi cara se convirtió en un tomate

— Bueno, vámonos.

Me extendió el brazo y me acompañó hasta su auto, abrió la puerta y cuidadosamente me dejó sobre el asiento y se aseguró de que todo estuviera bien, y la cerró cuando me subí.

Nos subimos en su auto, era un precioso Lamborghini Aventator DMC naranja, (multimedia), en lo particular me encantaba y pocas veces lo sacaba, cuando traía a las chicas salía en la camioneta, en parte porque le dije que me daba miedo que condujera a gran velocidad a la casa en el auto, y porque no le gusta que las chicas se sentaran en su auto, era como su habitación, solo Cris y yo habíamos estado en ese auto.

— ¿A dónde vamos? — lo miré emocionada.

— Ya lo veras.

Sonreí, siempre me agradaban sus sorpresas.

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