Parte 4
Desperté y me levanté para admirar la bella vista de toda la ciudad desde las amplias ventanas de mi habitación. Abrí mi armario y tomé unos pantalones que se amoldaban perfectamente a mi cuerpo curvilíneo, junto con una blusa color crema formal y la conviné con unos tacones del mismo color.
Bajé las escaleras mientras me peinaba, y vi a Cris sentando en un banquito del desayunador despeinando su pelo, cuando oyó mis pasos volteo hacia mí.
— ¿Podemos hablar? — me dijo, unas ojeras muy notables estaban colocadas debajo de sus ojos.
— No — tomé una taza de la alacena para servirme café de la máquina.
— Rose...
— Tengo muchas cosas que hacer, ¿Cómo entraste? — lo miré.
— Le pedí sus llaves a Andy.
Tomé mis llaves y salí. Me subí en mi coche, era un hermosísimo "Lamborghini Aventator S Cupe", amarillo, era mi sueño, y después de muchísimo trabajo lo conseguí, siempre me han gustado los autos deportivos, así que desde una vez que el padre de Cris nos llevó a un viaje de negocios y vi un Lamborghini supe que ese era el tipo de auto que quería.
Fui a la casa de Andy y toqué la puerta.
— Hola —me dijo abriéndola.
— Hola — le sonreí.
— ¿Porque Cris se quedó sin llaves ayer? — me preguntó desconcertada
— De eso venia hablar.
— Por supuesto, pasa — Se hizo a un lado para que pudiera entrar.
Caminamos y nos sentamos en la cocina, desayuné una ensalada de frutas, mientras le contaba todo a Andy.
— ¿Te gritó? — me preguntó asombrada.
— Sí — seguí comiendo mi deliciosa ensalada— pero no es solo eso lo que me molestó, sabes que yo los amo como a nadie y siempre quiero lo mejor para ustedes, pero hay veces en que yo también me canso de estar detrás de él.
— Uy, le hubieras rotó una botella en la cabeza, no, ya sé — me miró sonriente — lo hubieras dejado sin descendencia, y está bien que lo hayas dejado afuera, perdón por prestarle las llaves.
— No importa — me encogí de hombros — igualmente vive ahí.
— ¿Sabes qué?, hay que hacer un día de chicas — se levantó de la silla.
—Ahh, por Dios, eso estaría increíble.
Nos subimos en mi carro, Andy y yo decidimos que la mejor idea era ir al centro comercial, entramos a muchas tiendas, cada quien eligió algunas cosas.
—Me están rigiendo las tripas — dijo Andy mirandome.
—Para mí que estás embarazada — me acerqué a su barriga.
—Ay, cállate babosa — me empujó y reí.
Decidimos ir a un restaurante que estaba cerca de ahí, y para concluir nuestro día, fuimos al spa.
— Fue maravilloso — dijo Andy dentro del carro.
Las dos estábamos muy relajadas después de la visita al Spa.
— Estoy de acuerdo contigo amiga — encendí el auto.
Dejé a Andy en su casa y después conduje hasta llegar a la mía. Estacioné el auto y subí con todas las bolsas en mis manos, abrí la puerta, cuando volteé vi una manta colgada del techo que decía "Soy un imbécil, ¿me disculpas"?
Dejé caer las bolsas y vi la sala arreglada como un cine. Cris estaba vestido con un pijama de smoking.
—Soy un imbécil Rose, no pensaba bien lo que hacía y me dolió mucho lo que dijiste y te quiero mucho, aunque implique que te esté cuidando como un maldito acosador. Te preparé la cena de disculpas —Eran tacos, oh rayos, mi debilidad — ¿me disculpas?
Me quedé pensando, vi la mesa y estaban todos mis dulces favoritos, íbamos a ver mi película favorita.
— Hiciste todo un puto drama Cris — Crucé mis brazos sobre el pecho actuando enojada y haciendo un drama, la verdad era que se me estaba cayendo la baba por los tacos.
— Lo sé Rose, de verdad sé que fui un completo imbécil.
— Y loco — repuse reprimiendo una sonrisa.
— Y loco — rió — pero lo siento muchísimo, juro que no pasará de nuevo.
Miré hacia arriba pensando... en los tacos.
— Te quiero — dijo en un susurro — ¿me perdonas?
Lo miré con un puchero, se veía tan lindo.
— Sí, te perdono — reí.
Vino a abrazarme.
— Pero lo vuelves hacer y te dejo sin descendencia Michaels — lo amenacé apuntándolo
— No habrá próxima vez, ahora ¿Qué esperas? Cámbiate.
Subí a mi habitación y me puse mi pijama de Star Wars, baje rápidamente y nos pusimos a ver una película. Era la una de la madrugada y me había quedado dormida.
***
Un sonido me despertó, el ruido de ollas.
Me froté los ojos y vi a Cris cocinando, era un magnifico chef.
— ¿Qué haces Cris? — pregunté bostezando.
— Juego con las ollas para hacer una batería, Rose — dijo sarcásticamente, como vio que no me dio gracia , hbaló nuevamente — chilaquiles — sabía que adoraba los chilaquiles, y más los suyos
Su madre en una visita a México se había enamorado de su comida, ¿y cómo no hacerlo?, así que tomo un curso de cocina mexicana, y por supuesto que nos enseñó.
Me levanté y me fui a servir jugo de naranja, me senté en el desayunador mientras golpeaba los cubiertos al lado del plato fuertemente.
— Quiero comer, quiero comer — cantaba mientras veía a mi amigo casi queriéndome aventar la olla en la cara.
Me sirvió los chilaquiles y empecé a devorarlos, él se sentó frente a mí.
— ¿Que vamos a hacer hoy? — le pregunté con la boca llena de comida.
— Hoy no puedo — dijo sentándose mientras comía.
— ¿Te toca trabajar? — era domingo lo más seguro era que sí.
— Sí.
— ¿Vas a tomar?
— No
Ja. Que gran mentira, no sé para qué le preguntaba, obviamente iba a tomar. No era que fuera a controlar lo que bebiera, simplemente me preocupaba por su seguridad.
— ¿Qué vas hacer tú? – me preguntó sacándome de mis pensamientos.
—Voy a cenar en el restaurante italiano — me encogí de hombros — hace bastante tiempo que no voy y se me antoja.
— ¿Vas a ir con Andy? — Preguntó mientras tomaba de su vaso.
—No, quiero ir sola — dije masticando la comida.
— ¿Que? — casi se atraganta.
—Ay por favor, solo está a unas calles, no pasa nada — rodé los ojos.
— ¿Estas segura? — preguntó mirándome directamente.
— Completamente – seguí comiendo.
Después de desayunar tranquilamente, cada uno subimos a nuestras habitaciones. Tomé mi computadora y comencé a hacer algunas modificaciones sobre algunos pedidos. La empresa comenzaba a ser nombrada y un poco reconocida y obviamente estaba muy feliz por ello, había trabajado arduamente durante años para que así fuera. El tiempo avanzó demasiado rápido que cuando vi por mi ventana, entre varias tazas de café ni siquiera había sentido hambre. Así que me levanté del pequeño escritorio que tenía en mi habitación y fui directo a mi armario para ver qué podía usar, no quería algo muy arreglado así que opté por unos Jeans ceñidos a mi cuerpo, una blusa azul celeste y mis Vans negras. Bajé las escaleras y me despedí de Cris, decidí ir caminando al restaurante, ya que solo quedaba a unas calles.
Cuando llegué a la puerta, vi que no había mucha gente.
— Buenas noches, ¿mesa para uno? — me preguntó la chica de la entrada.
Asentí, sí, así era mi vida, una mesa para uno.
— Sígame por favor — dijo amablemente tomando la carta.
Me colocó en una mesa que estaba casi en la entrada, en lo que veía el menú alguien se acercó a mí.
— Hola.
Volteé hacia arriba, era un tipo, guapo, de pelo castaño, piel trigueña y su rostro parecía esculpido.
— Hola — Respondí mirándolo.
— Me llamo Jim — me extendió su mano.
— Rose — se la estreché un poco extrañada.
— Es muy bonito — dijo sonriéndome.
— Gracias.
— ¿Vienes sola?
— Sí,pero me sé de memoria el número de la policía.— los programas sobre asesinatos que veía, debían estar muy decepcionados de mí por contarle a un extraño que venía sola.
— ¿Puedo sentarme?
—Claro — dije igualmente no muy convencida.
Se sentó en la silla que estaba frente a mí. Casual, cuando vas a cenar y te encuentras a un desconoció, ¿Qué hacen los demás? lo ignoran, lo que hago yo, lo invito a cenar. Sí, creo que mis padres nunca me dieron la charla de " no hables con extraños", "no le digas a extraños cosas sobre ti", "no invites a extraños a cenar contigo", y si en algún momento lo hicieron, creo que escuche "habla con extraños", "diles todo acerca de ti", "invítales una cena"
— Y dime, ¿eres de aquí? — me preguntó.
— Sí, me mude hace algunos años, ¿y tú? — contesté mirando la carta.
— Sí, toda mi vida he estado aquí.
Empezamos a platicar sobre nuestras vidas, me di cuenta de que su padre era dueño de un emporio hotelero, tenía veinticinco años, y era condenadamente sexi. Terminamos cenando juntos, y platicamos más a fondo de nosotros, sí, no era para nada lo que esperaba de esta noche, terminar hablando con un extraño acerca de nuestras vidas.
Terminamos de cenar y decidí que era tiempo de terminar este... lindo encuentro.
— Bueno, creo que es tiempo de irme — dije pidiendo la cuenta.
En seguida la trajeron.
— Déjame pagar a mí — dijo Jim.
— No, como crees — saqué mi cartera.
— Yo he sido el intruso aquí.
— De ninguna manera, mitad y mitad — dije haciendo un trato — trabajo para eso.
— Eres muy terca.
— Gracias — sonreí.
Me levanté de la mesa y fui hacia la salida del restaurante.
— Déjame llevarte — dijo detrás de mí.
— Tranquilo mi casa está a unas calles de aquí — me encogí de hombros.
— ¿Qué clase de chico sería si te dejara hacer eso?, por favor sube.
—Creo que sería, ¿Qué clase de desconocido sería si no te llevo en mi auto? — los dos reímos.
Me indicó con su cabeza el auto, su carro era un Lamborghini Veneno color blanco (MULTIMEDIA)
— Wow – dije mirándolo.
— Lo sé — sonrió arrogante, yo rodé los ojos, punto menos atractivo extraño.
Me abrió la puerta del copiloto, le agradecí con una sonrisa de boca cerrada y me senté, la cerró y después rodeo el carro entrando, le indiqué la calle, en cuestión de segundos llegamos
— Gracias por traerme — abrí la puerta.
Me intenté bajar del carro cuando me sujetó la muñeca.
— Rose, la pase increíble contigo esta noche, quería saber ¿si quieres salir conmigo mañana por la noche?
¡Diablos! ¡DIABLOS! un chico me estaba invitando a salir, ¡sí!, y era demasiado sexi, ¡contrólate Rose!, era una adulta, no una jodida adolescente.
— Está bien — traté de sonar lo más normal, pero creo que soné muy formal, tal vez como la Reina Isabel ll
— Paso por ti a las ocho.
Y antes de que cualquier otra cosa ocurriera, bajé y cerré la puerta dela auto, corrí hasta la entrada y abrí la puerta de la casa, subí corriendo a mi habitación y recargué mi espalda sobre la puerta. ¡Carajo!, parecía una universitaria idiota, bueno, creo que solamente era idiota. Cris estaba en el trabajo, seguramente iba a llegar a altas horas de la noche.
Me quité mi ropa y busqué entre mi armario alguna pijama que ponerme, opté por una camisa larga negra, me acosté en mi cama y dormí. Escuche ruidos en la sala, vi mi reloj y eran las tres de la mañana.
—Que escándalo — dije tallando mis ojos mientras bajaba las escaleras hacia la sala, pero cuando pude enfocar bien mi mirada, me di cuenta que era Cris y con una chica— ¡puaj!— Subí habitación de inmediato, tomé mi teléfono y comencé a teclear — ¿cómo des-ver algo?— pero mientras tanto puse música para evitar oír eso.
***
Me levanté con la luz de mi ventana, ¡Dios!, como amaba mi casa. Bajé para desayunar, tomé un plato hondo y me serví de mi cereal favorito, tomé el cartón de leche vaciandolo sobre el cereal. No vi a la chica en la sala, gracias a Dios la había sacado. Cris no dejaba que ninguna chica se metiera en su habitación, desde la preparatoria no las dejaba, y yo estaba sumamente de acuerdo.
Llamé a Andy para que me acompañara a salir mientras comía deliciosamente.
— Buenos días — era una voz ronca, Cris.
Dejé el teléfono a un lado y volteé para verlo.
—Buenos días, ¿Cómo te fue anoche? — dije entre risas y llevando una cucharada de cereal a mi boca
Me miró confuso, pero cambio su cara por una sonrisa arrogante.
— Mejor que a ti — sonrió victorioso el muchacho.
— Eso lo dudo — le contesté con una sonrisa.
Me miró inexpresivo.
— ¿Qué paso? – dijo penetrándome con su mirada.
— Lo veras esta noche — sonreí.
— ¿Vas a tener sexo con a alguien?
— Tal vez — reí molestándolo.
Frunció el ceño.
— ¿Que hay para desayunar? — me preguntó cambiando de tema.
— Pues, yo estoy desayunando cereal — dije encogiéndome de hombros.
—Entonces cereal será — se sentó en el banquito con una sonrisa.
Después de desayunar, subí a mi habitación para cambiarme. Me gustaba estar cómoda pero al mismo tiempo no tan desarreglada así que me decidí por unos jeans, una blusa rosa y unos tenis, bajé las escaleras y Cris seguía en el desayunador.
— ¿Porque tan misteriosa Rose? — me miró de arriba abajo para intentar encontrar alguna pista.
— Es una sorpresa — sonreí divertida.
— Ay no — dijo abriendo demasiado los ojos.
— ¿Qué? —pregunté frunciendo el ceño.
— ¿Se va a casar Andy? — llevó las manos a su boca asombrado..
— ¿Qué?, no — dije confundida.
Alguien tocó la puerta y supe que era mi momento de irme.
— Hablando de la perra de roma, me voy — ajusté el bolso a mi hombro caminando hacia la salida.
Abrí la puerta y tal y como supuse, mi mejor amiga pelinegra estaba tras la puerta..
— Hola — dije sonriéndole. Su pelo negro estaba atado en una coleta, y llevaba puesto ropa de deporte — pero que guapa te ves hoy.
—Cállate y cuéntame todo — puso sus manos en mis hombros mirándome como una acosadora.
—Deja que lleguemos al carro, porque alguien — le pegué a la puerta y se escuchó un brinco detrás de ella — está espiando.
Cris abrió la puerta.
— Es que, estas muy misteriosa — dijo rascándose la nuca.
— Adiós, oh Cris — me detuve — gracias por sacar a la chica — levanté los dos pulgares sonriendole.
— ¿Nos viste? — dijo sorprendido y avergonzado.
— Solo cuando entraban, gracias a Dios — caminamos las dos hacia la salida. Apretó un botón de las llaves para quitar el seguro del carro.
Entramos y Andy seguía levantándome las cejas promoviendo a que le dijera algo mientras sus manos estaban sobre el volante. Así que mientras Andy conducía yo soltaba toda la sopa, comencé a platicarle todo, de pies a cabeza y sin escatimar en los detalles.
— ¡Oh por Dios!, ¡te invito a salir! — gritó como loca, bueno, ella era una loca.
— Lo sé, por eso no quería que Cris lo supiera, pero por favor no despegues la mirada de la carretera, quiero seguir viva está noche — imploré aferrándome a mi asiento.
— No seas dramática idiota, soy una excelente conductora, pero volviendo al tema de tu relación extremadamente toxica con tu mejor amigo — rodé los ojos riendo — tienes razón, Cris habría espantado al pobre chico, ¿y cómo es? — preguntó mirándome.
— ¡Ojos en el camino! <v volteé su cara — Alto, piel trigueña, pelo castaño, ojos negros y muy, muy sexi.
Nos detuvimos en un café, porque necesitábamos una dosis de cafeína en nuestros cuerpos para empezar a trabajar correctamente. Estuvimos platicando ahí, sobre la empresa y posibles nuevos distribuidores, y cuando miré hacia la televisión que estaba en el establecimiento, sonreí. Acababan de nombrar a la empresa.
— Estoy muy feliz — dije comiendo mis hot cakes.
— Hemos trabajado muy duro para esto, y verás que vamos a llegar más lejos.
Terminamos de desayunar así que fuimos a la empresa, ya inspiradas y comenzamos a arreglar algunos de los modelos que se tenían que exportar para que no hubiera problema alguno con ello. Cuando casi era hora de la cita nos fuimos a casa.
Andy estacionó su auto frente a ella y bajamos, saqué las llaves de mi bolso y abrí la puerta. En ese momento sus tripas sonaron y las dos reímos fuertemente.
— ¿Que se traen entre manos? — dijo Cris desde el sofá.
— Dedos — contesto mi mejor amiga.
— Pero le pregunté a las personas normales, no a enanos — Andy y él se levantaron los dedos de en medio mentándose la madre mutuamente.
Negué con la cabeza y miré a Cris.
— Tranquilo, bájale a eso de hermano mayor — dije sacando unas galletas del gabinete y tirandole un paquete a la pelinegra.
Subimos a mi habitación y buscamos algo en mi armario que ponerme.
— Necesito un puti-vestido — dijo mientras veía mi ropa.
Fruncí el ceño.
— No es que no me guste, ni que no tenga. Pero no crea que sea lo adecuado para una primera cita.
— Ash, le quitas lo divertido, ¡quilate lo aburrido! — Canturreo sonriéndome.
Seguimos buscando hasta que vi un precioso vestido azul fuerte, sonreímos al mismo tiempo. Había sido uno de los primeros modelos que se habían vendido en el primer día en las tiendas. Tenía un belicismo corte princesa, con unos hombros descubiertos.
—Andy tene hambe — dijo ella hablándome como si fuese un bebé y haciendo pucheros
Reí y volvimos a bajar.
— ¿Hiciste algo de comer Cris? — pregunté acostándome en el sillón, Andy se acostó encima mío.
— Pizza – contestó desde la cocina
— ¡Si! — mi mejor amiga y yo gritamos levantándonos. Los tres nos sentamos en el comedor a deleitar la pizza de Cris, sin dudarlo era una de las mejores, él sabía cocinar muy bien y esto era una de sus especialidades.
Eran pasados de las seis de la tarde.
—Bueno chica, es momento de hacerte bella — dijo Andy dándome su mano para que la siguiera a mi habitación.
—¿Me quieres violar? — le di una mirada falsamente ingenua.
—Tal vez — me guiñó el ojo.
Cris nos miró un poco asqueado y asombrado.
—Se los juro que si no las conociera, pensaría que están casadas y cogen todos los días.
—¡Hey!, eso me ofende muchísimo — dije obviamente no ofendida.
—Solamente no estamos casadas.
Subimos las escaleras hasta llegar a mi habitación, Andy me sentó en la silla del tocador y comenzó a maquillarme.
—Esto me recuerda a los maquillajes que hacen los payasos en las fiestas infantiles — dije mientras mis ojos estaban cerrados.
—Uhhh, ¿quieres que te maquille de leona?
Abrí los ojos y ella me veía con una sonrisa.
—Paso.
El tiempo pasó y sin darnos cuenta ya faltaba muy poco para que Jim estuviera aquí. Me levanté y rápidamente me puse el vestido, mi amiga me pasó los tacones que combinaban perfectamente.
—¿Qué bolsa? — pregunté mirándola.
Aunque ella ya la tenía en sus brazos, esa era apenas uno de los prototipos de bolso que estaba diseñando.
— Quedaste preciosa — dijo mirándome de arriba abajo — yo te doy mamacita y no consejos — me guiñó un ojo.
— Gracias mi amor — reí.
Bajé las escaleras, ahí estaba Cris sentado a sus anchas sobre el sillón de la sala mientras veía televisión, cuando escuchó el ruido de mis tacones bajando las escaleras volteo. Me miró y se quedó boca abierta
— ¿Me veo bien? — pregunté bajando la mirada, no sé porque mi cara comenzó a arder.
— Te ves muy bonita siempre, y eso lo sabes — dijo sonriéndome tiernamente.
— Gracias — me sonrojé.
— ¿A dónde vas? — volvió a su puesto de perro protector.
— Un chico me invito a salir — sonreí.
Casi se le salieron los ojos, pero después se puso rojo y dudo que fuera de alegría.
— ¿No llevas un sweater? – me apuntó con las dos manos.
— Si quieres le ponemos una falda de monja y la metemos a un convento — dijo Andy divertida desde las escaleras.
— Ganas no me faltan — contestó Cris.
— Ay Dios, cálmate — rodé los ojos.
Alguien estaba tocando el timbre.
— Y empiezan los juegos del hambre. señores — la voz de Andy hizo eco por la casa.
Nos quedamos mirando, Cris corrió hacía la puerta, traté de llegar antes que él pero fue imposible, llegó primero y abrió la puerta.
— Hola, ¿está Rose? – Oí a Jim decir tras la puerta
— No, ¿Quién demonios eres tú? – preguntó mi pelirubio amigo tomando la puerta con uno de sus brazos impidiéndome el paso
— Jim — le extendió la mano, yo estaba atrás del enorme cuerpo de Cris tratándolo de quitar ya que no me dejaba pasar.
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