Parte 26 - ¿El tenedor?
La repulsiva imagen de Karl estaba frente a mí.
—¿Quién dejó entrar a esta cosa?— pregunté pero todos negaron.
Viendo la situación suponía que había entrado a la fuerza. Suspiré tratando de encontrar paz.
—Karl, vas vale que te larguen antes de que te eche seguridad.
—¿Quién te crees que eres? ¿Acaso crees que tienes algún derecho de quitarme el dinero?
Sonreí.
—Sí, de hecho. Si en este mismo instante quisiera tú estarías pudriendote en la cárcel.
Karl comenzó a acercarse a mí, haciendo que todos se pusieran nerviosos.
—¿Cómo una mujer es que puede crees tener ventaja? — comenzó a reírse como un loco — Ah, eso es algo que tú y tu madre comparten. Piensan que pueden escapar de toda la mierda que tienen detrás, pero al fin y al cabo ustedes siguen siendo eso, mierda.
Jamás había sentido odio, algunas personas me llegaban a disgustar. Pero lo que sentía por la escoria de ser humano que estaba frente a mí era otra cosa.
—¿Dónde está Ana?
—Oh bueno, creo que no le gustó que la tratara como la puta que es. Ay no, su padre estaría muy decepcionado.
Fruncí el ceño. Ni siquiera cuando llegué a tener a Ana como buena madre, ella alguna vez mencionó a su padre. Y ahora que lo pensaba, jamás había mencionado a su familia de México.
—Quiero mi dinero ahora — comenzó a acercase más a mí y por instinto — o si no...
Un pie se colocó en su pecho, tirándolo bruscamente de una pata al suelo.
—¿O si no qué imbécil?
Volteé a mi lado, viendo a Cris con las manos en los bolsillos de su pantalón. Me miró cersiorandose de que estuviera bien, y solo asentí. Volvió a mirar a Karl.
—¿No crees que estás muy grande para no meterte con alguien de tu tamaño? — vi cómo Cris apretaba los dientes.
Y ahí supe que tenía las manos en los bolsillos para contenerse.
Karl tosió tratándose de levantar.
—Tú qué vas a saber de esto, niño rico. ¿Sabes acaso la mierda con la que está cubierta Ros...
Cris le volvió a dar una patada, sin dejarlo terminar.
—No. Y la verdad me vale verga. Pero algo que sí me importa es — se agachó — te juro que si vuelvo a ver tu horripilante rostro cerca de ella. Te mató.
Hizo un ademán con la mano, haciendonque seguridad se lo llevara. Volvió hacia mí y simplemente le sonreí, abrazándome de su tórax.
—No te hizo nada, ¿verdad?
Negué connla cabeza y aspiré su exquisito perfume.
—¿Cris?
—¿Mmm? — preguntó recargando su barbilla en mi coronilla.
—Sé que es raro pero. Quiero ir a ver a Ana, sé que este desgraciado algo le hizo.
Me separó un momento de su cuerpo para mirarme a los ojos.
—¿Estás segura?
Lo miré con ojos llorosos.
—¿Está mal que me preocupe por ella cuando Ana jamás en su vida se ha interesado por mi bienestar?
Cris me sonrió tiernamente y negó. Limpió algunas lágrimas escurridizas que se resbalan de mis ojos con sus pulgares.
—No nena. No tienes la culpa de tener un corazón bonito.
Me tomó de la mano, acompañándome a su carro. Me detuve al verlo.
—¿Y esto? — apunté al coche.
—Bueno, en mi defensa pensé que lo ibas a ver en otro momento.
Volví a voltear al auto. Era un jodido Bugatti... la verdad no sabía qué modelo era, porque desconocía mucho de la lujosa y cotizada marca. Pero era simplemente majestuoso.
Ambos nos adentramos en el coche y mientras Cris manejaba yo no dejaba de observar el interior.
—Mi pregunta iba dirigida hacia, ¿de dónde salió? No es como si fueras al súper a tomar uno de la estantería.
—Ya estaba en lista que quería uno. Y justo hoy me llamaron de la agencia para ir a recogerlo.
Reí y negué con la cabeza.
—Cris, pero enserio. Hay que ir a comer algo — hice un puchero.
Volteo hacia mí, y sonrió tomándome el labio inferior.
—Ayy, pero qué bonita se ve haciendo pucheros.
Golpeé su mano, quitándola de mi labio. Y él rió. Sin tener que decirle a dónde quería, justamente me trajo al restaurante en el que estábamos pensando mi estómago y yo.
—Buenas tardes, bienvenidos a Juan el Torito. ¿Qué van a llevar? — preguntó la chica por el Drive Thru.
Cris me miró y asentí. Desde que estábamos en la secundaria veníamos a este restaurante, ya habíamos probado todo el menú. Pero siempre pedíamos lo mismo.
—Buenas tardes. Serían dos tacos renacimiento... — golpeé suavemente el brazo de Cris riendo — disculpa. Quisiéramos tres órdenes de tacos al pastor.
—¿Algo más?
—Y tres aguas de horchata.
—En ventanilla recoge y paga su pedido.
Aplaudí como niña pequeña mientras Cris avanzaba hacia la ventanilla. Cuando recibió el pedido avanzó y me miró.
—¿Segura quieres ir a verla?
Asentí.
—Seguramente ese desgraciado se fue a beber a algún lado y dejó a Ana sola en su casa. Es el mejor momento para ir a verla.
Sin decir nada más asintió y me tomó de la mano durante el camino. Verdaderamente estaba muy nerviosa y... no sabía cómo explicar ese sentimiento. Había algo en mi corazón que todavía no lograba descifrar del todo en cuando a lo que sentía por Ana.
No sabía qué tan metida estaba en mis pensamientos hasta que de un segundo al otro, Cris se detuvo estacionandose en el lugar. Miré por la ventana viendo la pequeña casita y en mal estado en la que vivían ambos. Según lo que sabía, era simplemente de Karl.
—¿Todo bien? — Cris me miró cersiorandose de que seguía en marcha.
Tomé las órdenes y bajé del auto. Caminé hasta la puerta y sin pensarlo muchomo iba a arrepentirme, golpeé la madera. Pero no hubo respuesta, sin ponerle mucho empeño iba a irme. Era una clara respuesta de que no me quería ahí pero mi mano actuó antes que mi cerebro y giró la perilla, y mientras la puerta se iba abriendo poco pude ver a Ana en el suelo.
—Ana — dije preocupada, agachandome con ella.
Su cuerpo estaba todo golpeado, al igual que su rostro.
—¡Cris! ¡Cris llama a una ambulancia!— grité entre llantos.
En el momento en que él entró, pude ver que ya estaba realizando la llamada. Y yo simplemente no me solté de su mano hasta que la ambulancia llegó, llevándola al hospital. No sabía si lloraba porque dolía ver a cualquier persona así, o... porque después de todo seguía siendo mi madre.
Mientras esperaba a que Ana despertara, los días iban pasando y yo la miraba desde la silla frente a su camilla. Todavía podía recordar como ella había sido de madre, había sido alguien buena, cariñosa y... en algunos momentos se derrumbada ahora que hacia memoria. Pero siempre era en el baño, escondiéndose de que yo no la pudiera ver. Y u día de repente, todo dió un giro de ciento ochenta grados. Parecía que habían cambiado por completo a mi madre. Le guardaba el más grande de los rencores por haber dejado tan herido a mi padre.
Vi cómo sus ojos comenzaron a abrirse y me levanté, despabilando todos aquellos pensamientos.
—¿Qué... qué hago aquí?— preguntó, hablándome en español.
Mi corazón dolió un poco, hacía mucho que no la escuchaba hablar en su lengua natal. Cuando era pequeña ella y yo siempre hablábamos en español.
—Te traje al hospital por los golpes — contesté igualmente en español.
Me miró y pude ver unos microsegundos unos ojos débiles. Pero rápidamente cambiaron.
—No tengo dinero para pagar esto — dijo secamente, intentado quitarse todo lo que le habían contectado.
—¿Por qué no te controlas? Esto lo pago yo.
Me miró muy extrañada.
—¿Y Karl? Es mejor que te vayas no...no quiero verte aquí.
Sentí asco al escuchar su nombre. No sabía si preguntaba porque estaba preocupada si algo más le iba a hacer o...porque realmente él le importaba. Al fin y al cabo había dejado a mi padre por ese imbécil.
—En la cárcel, no sé. Supongo que no lo vas a ver en días — contesté asqueada — y bueno, yo tampoco disfruto mucho de tu compañía.
Tomé mi bolso, dispuesta a irme.
—Rose.
Volteé hacia ella, pero me miró unos segundos para luego voltear su mirada sin decirme nada más. Acepté su rechazo, como lo llevaba haciendo ya muchos años y me largué de ahí.
Cris estaba en la sala de espera, y en cuanto salí se levantó de la silla mirando mi expresión.
—¿Todo bien?
Negué y tomé la mano que me estaba ofreciendo.
—Vamos por los chicos.
Habíamos decidido traer la Hummer, porque íbamos a ir al aeropuerto. Sí, hoy era el día en el que iba a ver a mi alma gemela y la dueña de mis comentarios más impuros.
—¡Ahhhhh!
Andy dejó su maleta en el suelo y vino corriendo hacia mí, se me abrazó como si fuera un koala, haciendo que cayeramos al suelo.
La abracé fuertemente y reí.
—Eres una abandonadora — la miré, casi llorando.
—Ayyy — rió, levantándose con ayuda de su ahora, esposo.
Cris me tomó de la cintura, levantándome. Volví a abrazarla, y le hice un puchero.
—Me vuelves a abandonar y te mato para después morirme.
Todos caminamos hacia la salida.
—¿Qué tal el viaje? — oí que Cris le preguntaba a Thomas.
Durante el viaje, Andy me habló tan eufórica y felizmente de su luna de miel, que no pude evitar soltar uno que otro "aww"
Habíamos decidido ir los cuatro a cenar algo, pero al final decidí quedarme en casa con Andy y dejar que Cris y Thomas salieran solos.
—¿Ahora sí me puedes contar que te pasa? — me acarició mi cabello.
Suspiré y apoyé mi cabeza en sus enorme melones.
—Hace unos días Karl fue a la empresa a decir mierda...
—Bueno, ese hijo de puta quiere que lo mate a golpes — Andy no pudo evitar interrumpirme, en su mirada se veía que realmente era su intención.
Le di una media sonrisa.
—Y bueno, después descubrí a Ana en su casa, muy grave.
Andy abrió los ojos, sorprendida.
—Sé que Ana no es santo de mi adoración, pero ni ella se merece eso.
Asentí y suspiré.
—Me siento muy rara.
Ella me abrazó.
—Rara ya eres chula — reí y me separé de ella.
Cuando estaba a punto de mentarle su madre, alguien tocó la puerta. Miré a Andy con el entrecejo fruncido.
—¿Olvidó sus llaves? — pregunté, refiriéndome a Cris.
—Ojalá se le haya olvidado que vive aquí — dijo, alzando las manos hacia el techo.
Me levanté del sofá y caminé hacia la puerta, abriendola. Una chica estaba del otro lado pero...
—¿Hola? — pregunté al verla.
Estaba vestida... o bueno, casi vestida. Admitía que ese conjunto de lencería era para ella, sabía escoger.
—Holi — sonrió — debes de ser la mucama. Busco a Cris.
Volteé hacia atrás para ver la reacción de Andy. Y ella se levantó del sofá con una sonrisa.
—Aparte de que confundieras a esta preciosura con una mucama. Tengo una duda, ¿caminaste desde tu casa así? ¿No te dió frío?
La chica rubia sonrió.
—No, cómo crees. Vine en taxi. Es que hace algunos meses que ya no veo a Cris, y me acordé de su dirección y decidí venir.
—¿No te has preguntado por qué ya no lo has visto? — Andy se veía muy entretenida.
La chica no pestañeo, simplemente se quedó ahí procesando. Suspiré y me di por vencida.
—Entra, debes estar pasando frío — me hice a un lado para que entrara.
Las tres caminamos hacia la cocina.
—Oh si, es como lo recuerdo. Sólo que se ve más... hogareño.
Le di un té a la chica, mientras ella se sentaba en el banquito de la isla.
—No sé cómo suavizar esto, así que ahí va — puse los codos sobre el mármol, mirándola — Soy Rose, la novia de Cris. Tal vez por eso no lo has visto en unos meses.
La pobre chica se atragantó con el té y se levantó de un salto.
—Perdona, no — me miró — no sabía. De verdad. No soy una roba maridos.
La vi con ternura e hice un ademán con la mano para que se tranquilizara.
—Tranquila, te creo. ¿Quieres mi teléfono para llamar un taxi?
Ella asintió y luego de hacer su llamada, le di un abrigo para que se cubriera. Unos minutos después, aparecieron Cris y Thomas.
—Rosita, ya llegué amor...
Las tres lo miramos. Él vio a la chica, y luego a mí, luego a la chica y nuevamente a mí. Frunció el ceño y conectó los cables en su cabeza.
—Yo no sé nada— levantó las manos al aire — Lo juro, no he vuelto. Soy feliz y tengo novia.
Le di un sorbo a mi té disfrutando de esto.
—Bueno... el taxi ya llegó por mí — la chica se despidió agradeciendome por todo y nuevamente disculpándose.
Andy tomó a Thomas de la mano, saliendo.
—Nuestro taxi también llegó.
Y con eso todos desaparecieron. Cris se acercó lentamente y tuve que reprimir las ganas de sonreír porque parecía un perrito regañado.
—Te juro que yo no le hablé. La verdad no tengo idea de cómo llegó aquí y... ese abrigo, yo no sé lo di.
Lo miré y le di una sonrisa tranquilizadora.
— Te creo.
Asintió y me abrazó.
— Vámonos a dormir, que mañana hay una cena importante.
Cuando vi que Cris cayó completamente dormido a mi lado, mis dudas comenzaron a taladrarme la cabeza, así que tomé mi celular de la comoda y entré en su perfil. Vi a quienes seguía y ... me lo esperaba pero igualmente dolió. Desde que habíamos iniciado nuestra relación no había dejado de seguir a todas esas chicas. Entre ella modelos y todas con las que tuvo algo que ver. Sabía que no había vuelto a tener contacto con ninguna de ellas pero... simplemente dolía.
La noche en la habitación de Cris fue verdaderamente larga. No le había tomado mucha importancia a la chica de esta noche, ya que confiaba en Cris. Pero sí había movido muchos pensamientos en mi cabeza. Sabía que yo era linda y tenía lo mío, pero cada vez que me topaba con alguna chica con la que él había estado, no podía evitar el compararme, sobretodo en el peso. Era una chica voluptuosa, con mis caderas y curvas pronunciadas al igual que mi trasero. Pero ya fuera en que veía en lo delgadas que eran, o que sus pechos eran más grandes, o eran rubias... o a veces era todo. Y en estos momentos no me sentía bien emocionalmente como para subirme el ánimo.
Todo el día sentía que era un relleno hasta la noche. Realmente no podía concentrarme en el trabajo ni en nada, no tenía del todo claro por qué esta cena me tenía tan nerviosa. Bueno, tenía una idea.
Cuando la noche llegó, me sentía realmente extraña. Estaba acostumbrada gracias a mi trabajo a estar en fiestas con personas importantes y con una vestimenta elegante. Pero éste era otro nivel. Las personas con las iba a estar hoy eran las cabecillas del país. Gente sumamente...prepotente. Amigos de toda la vida de la familia de Cris, los cuales no conocía.
—Pero qué mujer tan guapa.
Volteé viendo a Cris sonriéndome.
—Te ves muy bien — caminé, acercándome a él. Tenía muchas ganas de preguntarle acerca de las chicas de su perfil, pero no sentía que era el momento.
Llevaba un traje especial, era hecho a la medida como todos los demás que tenía. Pero tenía un estilo diferente, más clásico y elegante. Volteé nuevamente hacia el espejo contemplando mi vestido. Cris lo había escogido especialmente para hoy con mucha atención, pensaba en ponerme un vestido de los cuáles no había estrenado pero él negó rotundamente diciendo "creo que pudiera haber algo más apropiado"
Era muy lindo y elegante completamente. Me gustaba, mucho, pero con toda esta situación. Era color hueso, pegado desde el busto hasta las caderas, y un poco más suelto hacia abajo, teniendo un cuello tipo collar dejando dos tiras sueltas, como si de un amarrado se tratara.
La fiesta se iba a realizar en un... cómo decirlo. Parecía un enorme castillo, como los de mis libros. Jamás había estado en un lugar como este. Toda la temática la sentía muy similar a los antiguos bailes con personas nobles y de la realeza. Y aunque tal vez no era lo mismo, no estaba tan equivocada.
Al entrar del brazo de Cris pude ver a muchas personas que juntas, podían acabar con la pobreza de un país.
—Rose, querida —Karol fue la primera en saludarte — Ah, pero que bella elección.
Sonreí agradecida por el cumplido, aún sabiendo que yo no había escogido este vestido.
—Vayan a saludar, aquí podrías encontrar gente muy útil e importante para tus proyectos querida.
Se despidió con un beso en mi mejilla y siguió a su esposo. Volteé hacia Cris, pero él estaba totalmente relajado, y yo por el contrario me sentía como una mancha roja en media de un cuadro blanco pulcro.
—¿Cuánto va a durar esta cena? — pregunté mientras caminábamos entre la gente.
—Amor, ya te lo había comentado. Es una reunión y quieren que nos quedemos hasta mañana. Habrá una caza para los hombre y creo que las mujeres se quedaran en el jardín y van a disparar.
No pude evitar mi cara de disgusto, no tenía problema en ver a la gente haciéndolo, me dolía ver a los animalitos muertos.
—Ah, okey.
Tomé un profundo respiro y sonreí. Justo como había dicho Karol, a pesar de que este no era mi ambiente, podía sacar provecho.
—¿Te pasa algo? Te noto rara —Cris me miró.
Podía decirle que tenía tantas cosas en mi cabeza revolviendola que me sentía más rara de lo que me veía. Pero no era comentario para empezar la noche.
— Solo no estoy acostumbrada — dije, forzando una sonrisa.
Él asintió y seguimos caminando mientras saludaba a las personas. Cris se notaba lleno de vida y alegre. En las conversaciones jamás le faltaba su enorme sonrisa blanca. No podía dejar pasar como los hombres con los que estábamos hablando le presentaban "sutilmente" a sus hijas, así como también le comentaban "sutilmente" todo lo que ellas iban a heredar, y claro por consiguiente sumarlo al patrimonio de Cris, y todo, mientras yo estaba ahí, agarrada de su brazo.
—Qué lindo — dije después de que el hombre terminó de mencionar las increíbles ventajas de unir sus familias.
El hombre me miró pero no cambió la expresión de superioridad en su rostro.
—Me halaga que lo encuentre... lindo. Siempre debemos de pensar en beneficiar a los nuestros, ¿no lo cree señorita?
Mordí el interior de mis mejillas. Que haya dicho la última palabra en español era un claro ataque.
—Mi novia y yo nos despedimos.
Cris simplemente tomó mi mano, caminando. Pero mi furia estaba hirviendo dentro de mí. Suspiré tratando de encontrar calma, pero la hora de la cena había llegado. Claramente no me sentía lista para estar en una mesa llena de estas personas. Pero igualmente así fuimos. Cris se sentó a mi izquierda, y una chica cuyo nombre desconocía a mi derecha.
—Dime que no están sirviendo lo que creo que están sirviendo. — rogué, mirando a Cris.
Él mordió su labio inferior soportando la risa y asintió.
—Tu favorito nena. Provecho.
Le pellizqué la pierna haciendo que diera un pequeño brinquito y sonreí satisfecha. Pero volví a mirar el plato. Una cabeza de animal muerto me estaba mirando.
— Sí te lo terminas. También puedes pedir otra para llevar.
Cris se notaba bastante divertido con mi sufrimiento.
— Y si te lo hecho en ese traje costoso, ¿crees que me den otro para arruinarte el pelo? — Pregunté con un falso puchero.
Y sin invitación enviada, la chica a mi lado, rubia y delegada, se metió en nuestra conversación, arruinando todo.
— Creo que es un gran platillo, ¿no lo crees Cris?
Analicé su rostro y la manera en que se inclinaba más mostrando sus lindas bubis. Lo cual no era extraño que le coquetearan, pero en ella había algo raro.
— Creo que Rose no piensa lo mismo —contestó mirándome, todavía divertido — ¿verdad amor?
Solamente pellizqué su muslo en respuesta.
—Oh, así que ella es tu novia — dijo la chica, nuevamente tratando de hacer conversación —Sí, algo me había comentado mamá que tu madre le había dicho —me analizó con una sonrisa de superioridad — qué interesante cambio.
Y ahí mis cables conectaron, ella había tenido algo que ver con Cris. Cuando volteé hacia él y veía su cara de incomodidad, pude confirmarlo.
Le sonreí.
—Bueno, hay que cenar. No desperdicies tu rico platillo. Se nota que te gusta probar varias cabezas.
La chica me dió una sonrisa falsa pero volvió a su platillo. Cris se inclinó hacia mí oído.
—¿Quieres que te cambie de asiento?
Mordí nuevamente el interior de mi mejilla, tratandonde ccalmarme. Volteé hacia él con una ceja levantada.
—No Cris, no quiero que me cambies.
Como mierdas iba a preferir que estuviera a su lado. Mi paciencia cada segundo iba disminuyendo y estos dos personajes no eran los mejores para calmarme. Respiré profundo y me concentré en mi celular, contestando correos del trabajo y otras cosas. Hasta que sentí como comenzaron a retirar los platillos de todos. Agradecí con una enorme sonrisa al mesero que me quitó mi platillo, y él solo rió al ver mi plato entero. Luego de unos minutos, trajeron una ensalada que, a comparación de lo anterior, lucía rica.
—Gracias — dije al ver algo que al fin iba a poder comer.
Pero todo se complicó cuando miré la cantidad de tenedores que había frente a mí. Creo que no lo había notado por estarme fijando en los ojos del platillo anterior.
Miré hacia los lados pero todos estaban muy sumergidos en sus platicas, hasta Cris seguía riendo con uno de sus amigos de la universidad.
Vamos Rose, te has enfrentado a cosas más difíciles, si fueras un animal serías una perra. Esto ensalada no puede contigo.
Así que me animé y tomé uno de los tenedores que se veía más normal y comencé a comer, realmente estaba rica. Disfrutaba cada bocado.
—Y con esto confirmo todo.
Volteé hacia la chica, la cual sabía que ese comentario iba dirigido a mí.
—De verdad cállate — fue lo que primero se me vino a la mente — si le quieres irle a coquetear a Cris, anda. Te lo juro que te sedo el lugar.
Ella rió.
—Aw, ¿tú crees que eres competencia para mí? — y volvió a reír — no, mira. Simplemente me desagrada muchísimo que haya personas que no reconozcan su lugar, como tú. Mira al rededor niña. Tú no eres una de nosotros y se te nota a kilómetros. Todos estamos viendo como ni siquiera sabes comer una ensalada con el tenedor correcto.
Mordí mi mejilla, tratándome de contener.
— Niña imbécil — le sonreí — ¿crees que en tu estúpido mundo de caramelo todas jugamos a competir quién utiliza el mejor tenedor? — alcé una ceja — te presento el mundo real. Tienes que usar tu cabeza.
Volteé hacia enfrente y pude ver como unas chicas me miraron, apuntaban hacia mí y luego rieron. No estaba mintiendo.
— Va de afuera hacia dentro. ¿ Por qué Cris no te lo dijo? Así cómo tampoco te dijo que fuimos algo, ¿no es cierto? — hizo un suspiro dramático — qué coraje. Hay que usar la cabeza.
Mis ojos estaban llorosos y todo mi cuerpo temblaba de furia.
— El baño está saliendo por esa enorme puerta.
Antes de retirarme, me acerqué a ella.
—Toda tu estupidez de lugares en la sociedad, me importa un carajo. Para mí no eres más que una niña con mierda en la cabeza a la cual su papi usa como objeto intercambiable con hombres —le sonreí — Yo te sigo recordando como la chica que no podía pasar sus exámenes. Claramente no somos competencia la una de la otra.
Me levanté de la silla caminando rápidamente hacia la salida del comedor. Como adiviné nadie notó mi salida, todos seguían muy inmersos en sus platicas. Cuando estaba caminando ya hacía el pasillo que daba hacia la salida de esta enorme casa, una mano en mi muñeca me detuvo.
—Rose, ¿a dónde vas? — Cris se veía notablemente confundido.
—A casa.
Me solté de su agarre y seguí caminando. Pero él nuevamente me detuvo.
—¿Qué te pasa?
—Oh por un caraj... —tomé aire — no me preguntes qué me pasa.
Cris se notaba confundido.
— ¿Hanna te hizo algo?
Reí irónicamente.
— No Cris, una persona la cual me importa un bledo no me puede hacer nada. Tú sí, ¿por qué no me dijiste que ella habías estado contigo?
Mi declaración lo tomó por sorpresa, abriendo los ojos.
— ¿De verdad me crees tan estúpida como para no darme cuenta?
— Rose... ella no...
— Ah, ya por favor. "No significó nada para ti" —hice unas comillas al aire — estoy enascada de oír esa frase con cada mujer que me cruzo. No Cris, no me importa tu conteo de mujeres pero ¿por qué sentarme al lado de una que me odia y sin decirme? Que a veces me haga la estúpida para hacer las cosas más fáciles no significa que soy una.
— ¿Por qué dices todo eso? Yo sé que no eres tonta, simplemente pensé que no iba a comportarse de esa manera.
— ¿Y nuestra confianza a dónde va? Lo único en lo que creo que pasaron o no las cosas es la confianza entre nosotros Cris. Tengo una venda en mis ojos cuando se trata de ti. Y si dices algo te voy a creer, pero ¿en qué lugar la dejas mintiendome con eso?
Él solo bajó su cabeza.
— Sabías que no sé nada sobre este tipo de etiqueta, y aún así no me diste un solo consejo. Todos vieron como comí una ensalada con un tenedor de no sé qué carajos.
— Te lo juro que muchas de las personas que están ahí tampoco saben —intentó acercarse a mí pero me alejé.
— ¡Cris, es que ese no es el punto!
— ¡Entonces no sé a qué te refieres! — dijo, exasperado.
Lo miré con la boca entreabierta. Me había dolido, no solo ue levantara la voz, sino, que realmente no comprendía mi dolor. Tomé aire y lo miré.
— Entonces no tiene caso que lo hablemos. Tú sigue con tu fiesta. Da igual que un puto anciano me restriegue en la cara que quiere a su hija contigo y me dice poca cosa y tú solo le sonrías. Deja que tu ex siga tratando de humillarme. Todo eso no me importa, lo que me duele fue tu reacción ante ello.
—¿Y qué quieres que haga? Ya sé, me agarró a golpes al anciano y le digo groserías a Hanna.
—¿Y qué tiene de diferente eso a lo que has estado haciendo? — levanté las cejas, retadora — Ah sí. Que esta vez sí me habría ayudado.
Cris comenzó a reír sin gracia.
— Ay Dios. A veces pienso que nada de lo que hago es suficiente para ti —tomó un profundo suspiro — he cambiado por ti. ¿Y realmente estamos discutiendo por un tenedor?
Me quedé sin habla. Realmente no lo había entendido.
—¿El tenedor?
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