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Parte 23 - Boda

LUGAR DONDE SE CASO ANDY Y THOMAS (MULTIMEDIA)

— Mamá, si sigues llorando vas a empapar el vestido, papá dile algo a ... ¿qué carajo?, ¿por qué estás llorando tú también?

Al entrar en la habitación me detuve viéndola. Su figura resplandecía delante de la luz que entraba por las ventanas. Su oscura cabellera estaba suelta, y un lado de ella caía por su hombro en unas perfectas ondas alineadas, mientras que en el otro lado estaba un hermoso arreglo lleno de bellas piedras, el vestido... wow, el vestido lucía simplemente mágico en ella. El encaje recorría sus brazos hasta el final de la muñeca, mientras que seguía disperso a lo largo del vestido, dejando un hueco entre sus pechos formando un escote que resaltaba su silueta. La tela se pegaba en su piel hasta la cintura, remarcándola para luego caer de forma suelta, estilo princesa. Su espalda estaba totalmente descubierta, a excepción de una hilera recta por su Columba vertebral con pequeños cristales iguales a los de la peineta en su cabello.

Andy lucía como... como en un cuento de hadas, lucía como una bella ninfa, con garganta de camionero pero eso era otra cosa.

— Andy — dije, tratando de deshacer el nudo de mi garganta mientras me acercaba a ella.

La abracé y ella a mí.

— Te juro que, si tú también te pones a llorar, te mato.

Reí y me separé de ella.

— Te ves... wow, y luces... wow — dije apuntándola.

— Tú tampoco luces nada mal — me guiñó un ojo.

Volteé hacia el espejo, mirándome. El vestido era azul cielo, combinado con los ojos de Andy. Era strapless con forma de corazón, resaltando así mi busto, la forma en la que la tela se pegaba a mi cintura hacía que se pronunciara más, para luego caer libremente sobre mis piernas, haciendo que mis caderas lucieran más, y sin olvidar la sexi abierta que tenía sobre una de mis piernas.

Mi cabello iba recogido en una coleta, haciendo lucir el corte.

— Quiero ir al baño, necesito ir al baño — habló y puse notar que estaba nerviosa.

— Ah no, ya fuiste al baño como diez veces, deja descansar a tu trasero — su papá la miró.

— Ahh — dijo y comenzó a dar vueltas por la habitación, y ahí comenzó su ataque de pánico.

— Tequila, traje tequila — volteé viendo a su mamá, apareciendo en la habitación.

Reí, adoraba a su mamá tanto como a Andy.

— Oh no — Andy alzó la mano — aleja esa cosa diabólica de mí, sino voy a vomitar todo el vestido.

— Ni se te ocurra — la apunté.

Una de sus prisas asomó su cabeza por la puerta.

— Ya llegó el auto, y las personas ya están en la iglesia.

— ¡AHH! — Gritó Andy, saliendo de la habitación.

Su mamá me miró.

— Diez dólares a que llora en la boda.

Sonreí y estreché su mano.

— Trato.

Mientras íbamos de camino a la iglesia, no pude evitar reírme al ver a Andy gritando las canciones que sonaban en el auto, simplemente para distraerse.

— ¡No me vuelvo a casar! — Gritó, mirándonos — ¡qué puto estrés!, ¡cómo mierdas se casaron ustedes!

Yo seguí moviendo el abanico sobre su cara.

— Simplemente fuimos al registro civil y ya — contestó su mamá tranquila.

El auto se detuvo y supe que habíamos llegado. Todos salieron y cuando estaba a punto de hacerlo yo, Andy me tomó de los hombros.

— No puedo, me voy a morir — dijo, ya muy paranoica.

Admito que toda esta situación me divertía mucho, pero mi risa no iba a solucionar sus problemas existenciales de Andy.

— A ver, ¿qué te pasa?, te vas a casar — la miré — eso ya lo sabias, pero ¿por qué carajos actúas como loca?, ¿qué te pone nerviosa?

— ¿Qué tal si dice que no?

Relajé todo mi cuerpo al igual que los músculos de mi cara, viéndola sin poder creer la estupidez que acababa de decir.

— No me estés mirando así, mierdilla — me apuntó con su dedo — es una duda valida.

— Andrea, no juegues — reí.

— ¿Qué tal si me deja ahí en el altar?, ¿qué tal si en su despedida de soltero reconsideró el no casarse conmigo... o... o que ya no me ama?

Golpeé su frente.

— ¿Estás tonta o qué?

Su mamá nos miró.

— La gente ya está esperando.

— Oh, Dios, estoy empezando a sudar como puerco — Dijo, hiperventilándose.

— Cálmate ya — la tomé de los hombros.

— Claro, como no es tu boda. No es el amor de vida quien te va a dejar.

Tomé sus mejillas haciendo que me mirara.

— Thomas te ama más que nadie Andrea, y tú bien lo sabes. No hay nada que ese hombre no esté dispuesto con tal de hacerte feliz. No puedo dejarte en mejores manos que en las de él. Y te apuesto que ahora está sintiendo el mismo terror que tú.

— ¿Qué lo voy a abandonar? — dijo, preocupada.

Asentí.

— No, no, no yo lo amo tanto a ese tonto.

— Ambos se aman, así que ahora, toma esos ovarios y póntelos bien puestos y ya no hagas sufrir a ese pobre.

Ella sonrió.

— Parecen ustedes dos las novias — volteé viendo a otra de las primas de Andy.

Ambas reímos, la abracé y bajé del auto. Escuchando mejor la música que provenía de la iglesia.

— Esa es mi entrada — dije despidiéndome.

— ¡Rómpete el culo! — la oí gritar.

— ¡Andrea! — la reprimió su mamá.

Caminé hasta la entrada de la iglesia que estaba cubierto por un arco lleno de hermosas flores blancas. El interior era completamente blanco, a excepción de las líneas alrededor de las columnas y en algunos puntos de las paredes que eran de color dorado. Los cristales de colores se reflejaban en las flores que estaban en las bancas. Unos enormes candelabros colgaban del techo llenos de cristales que suponía, debían ser muy costosos. El piso de la entrada tenía una larga tela roja en el camino hacia el altar. Mientras iba caminando vi que ya todos los invitados estaban ahí, esperando expectantes. Las niñas y niños pequeños de la familia de Andy y Thomas pasaron aventando pétalos de rosas y otros burbujas, lo cual me hizo sonreír por lo tierno que lucían con su mini ropa. Y ahora sí era nuestro turno, el de las damas de honor. Caminé al lado de las primas de Andy mirando a todos los invitados, pero mis ojos solo se posaron en una persona: Cris.

Estaba del lado de Thomas junto con los otros padrinos, pero sin comparación con ninguno de ellos. Su traje era negro como el de todos, pero solo él resaltaba. Lucía... como solo Cris podía hacerlo, irradiaba virilidad. Él sabía que era atractivo y quería hacérselo notar a todas las personas.  Me sonrió, guiñándome un ojo, le devolví la sonrisa, acomodándome con las otras damas, y ahí fue cuando comenzó a sonar otra música: la entrada de Andy.

— Por Dios — alguien susurró.

Todos volteamos. Iba entrando de la mano de su papá. Dios, no había palabras para describir lo hermosa que se veía. Unas cuantas lagrimas traicioneras se escaparon de mis ojos, y rápidamente las limpie. Miré hacía donde estaba Thomas y pude notar que él también quería llorar. Bueno, más bien, lo hizo. Me solté en lágrimas al ver cómo Thomas lloraba al ver a Andy caminar por la iglesia en su hermoso vestido, mientras se acercaba a él. Cuando su padre la dejó a su lado, él no pudo más y la abrazó.

— Aww — fue la respuesta del público.

Andy con sus pulgares le limpio las lágrimas a Thomas mientras le sonreía y trataba de calmarlo, Cris se acercó a ambos y le ofreció un pañuelo. Él lo tomó, limpiándose.  Eran una pareja completamente hermosa.

Y así comenzó la misa. En algunos momentos tuve que ir a ayudar a Andy con el vestido, ya sea para sentarse o arreglárselo para que luciera bonito en las fotografías. Estaba muy relajada oyendo al padre hasta que puse atención en lo que decía.

— Ahora, por favor que los padrinos de anillos pasen adelante.

Miré a Cris y él sonrió. Tomé la caja y caminé hasta su lado, ambos fuimos con Thomas y Andy.

— Ya te vi que lloraste pendej... — y antes de que pudiera terminar su frase se calló — te salvaste solamente porque estamos en la iglesia.

— Ay, y ahora resulta que respetas a Dios — Cris la miró, incrédulo.

— Bueno, ¿y tú qué te metes chismoso? Da gracias que no te quemaste al entrar aquí.

Suspiré, mirando al techo.

— ¿Podrían mínimo en mi boda no pelear? — Thomas los miró-

— En favor del duende, también es su boda — Cris apuntó a Andy.

— Cierto — dijo ella y ambos chocaron los cinco, a lo que la gente rio.

Tomé a Cris de la mano, abandonando el altar. Cada uno se fue a su respectivo lugar, dejando que la misa pasara con normalidad. Andy le colocó el anillo a Thomas pronunciando unas palabras, y luego él a ella, haciendo el mismo ritual.

— Yo los declaro marido y mujer — dijo el padre, y comenzó a aplaudir.

Los invitados se levantaron de sus asientos, haciendo lo mismo.

— Ya puedes besar a la novia.

Thomas la tomó de la cintura y la inclinó, besándola como escena de película. Todos aplaudimos con más fervor.

— El azul te sienta bien.

Volteé, viendo a Cris acercarse a mí. Sonreí y acepté su mano que me ofrecía para caminar hacia la salida, donde ya los novios habían salido. Andy subió a la hermosa limusina blanca y asomó su cuerpo por el quemacocos.

— ¡Diez segundos de shot al que vaya entrando a la fiesta! — y con eso, se fueron.

Reí y miré a Cris.

— ¿Vamos a ir junto con tus padres? — pregunté.

— Linda — me miró divertido — cuándo has visto que mis preciados padres se suban en un automóvil conmigo. No soportan mi encanto.

Ambos caminamos hacia su coche, negro. Cris me abrió la puerta del copiloto, ayudándome a subir.

— Yo creo que más bien aprecian sus vidas — dije, divertida.

Pero noté que a él no le importó mi comentario en absoluto. Solamente me sonrió y puso una mano arriba del techo, inclinándose hacia mí y besándome, poniendo su otra mano en mi cuello, acercándome más a él.  Cada vez que nuestros labios se unían, sentía como mi corazón daba un vuelco lleno de alegría, siempre anhelaba sus besos. No podía comparar con alguien más lo que sentía al momento de besarlo, pero tampoco quería hacerlo. En este instante era tan mágico que no había otra persona en mi mente, más que Cris.

— ¿Y tú no? — me preguntó, separándose de mí.

Necesitaba despabilarme un poco después de eso, porque en este momento no sabía de qué me estaba hablando.

— Sí — contesté, sin saber de qué se trataba su pregunta.

Cris sonrió, divertido. Me colocó bien en el asiento para luego poder cerrar la puerta y así irse a sentar al lado de mí y así encender el auto. Mientras íbamos de camino a la fiesta, ya me había quitado los tacones, dejando que mis pies sintieran el tapizado del piso.

— ¿Sabes? — comencé mientras miraba mi pedicure — siempre imaginábamos nuestra vida a futuro con Andy. De cómo ella quería ser doctora, una brillante neurocirujana, hasta que se dio cuenta de todos los años que necesitaba estudiar para ello, y aparte que no le gustaba la sangre — reí, recordando las múltiples veces en las que mi amiga se tornaba blanca, fantasma al ver alguna cortadura.

Oí su risa.

— Yo creo que hubiera muerto de hambre si hubiera seguido por ese camino. Nadie le confiaría su cerebro.

Lo miré sin gracia.

— Bueno, solo Thomas — dijo, aun divertido.

Me moví en mi asiento, quedando más hacia el lado de Cris, y mirándolo.

— Pues yo creo que se ven muy lindos juntos — sonreí — ¿no te parecen la pareja más hermosa?

Cris detuvo el auto, estacionándose. Para luego mirarme.

— Yo no creo eso.

Entrecerré mis ojos, casi asesinándolo con la mirada.

— Es su boda, Cris, no seas pesado — negué con la cabeza.

— Yo creo que son la segunda pareja más hermosa.

Suspiré y rodé los ojos.

— Agh ¿y ahora quién puede estar por encima de ellos?

Sonrió, bajándose del coche. Me esperé hasta que me abrió la puerta, me ofreció su mano, pero no la acepté, en ves de eso solo lo miré esperando a que me respondiera.

— Estamos en su boda y ahora me vienes a decir que...

Tomó la parte trasera de la base de mi cuello, acercándome a su boca. Cerró ligeramente su mano sobre él. Los primeros dos segundos mis labios se quedaron estáticos, por la sorpresa. Pero inmediatamente después, comencé a seguir sus movimientos, abriendo un poco más la boca, permitiendo que su lengua comenzara a reconocer toda mi boca y jugar con mi lengua momentos después, para terminar, mordiéndome en el labio inferior y una sonrisa llena de plena satisfacción en su rostro.

— Nosotros — dijo, volviendo a ofrecerme su mano.

***

En algún momento claro que había imaginado esta, como toda niña pequeña con mucha imaginación, había pensado en cómo sería nuestra boda. Pero ahora que veía a Andy sentada en su mesa, al lado de Thomas mientras ambos sonreían y reían a no poder más, podía ver que en ese momento, no había nadie más en el mundo para ellos que el otro.

— No seas acosadora.

Volteé, mirando mal a Cris. Él solo me sonrió dándole un sorbo a su trago de champaña.

— Tú eres quien me está acosando a mí.

Me tomó de la barbilla y presionando sus dedos en mis mejillas, me acercó hacia él para besarme.

— Claro que sí.

Negué con la cabeza, divertida y cada vez más enamorada de este hombre.

— No tienes vergüenza Michaels.

Cris puso una mano sobre mis hombros, besándome el cabello.

— Mírenlos — dijo su prima que estaba sentada en nuestra mesa, viendo hacia Andy con una enorme sonrisa — llevan más de diez años de novios. Son la pareja más bonita.

— Por los novios — dijo Cris alzando su copa.

— Por los novios — Repetimos todos alzando nuestras copas y después bebiendo un sorbo.

La boda estaba pasando como todo se había planeado, todo iba perfeto. En algún punto, el padre de Cris me había pedido bailar, mientras que Cris bailaba con su mamá.

— Los acuerdos se están firmando. También estamos en tramites para nuevos productos, Andrea y yo estamos hablando con un laboratorio para poder integrarnos en el ámbito del cuidado de la piel — comencé a explicarle a su Travis.

— Tengo un amigo que puede ayudarte a acelerar el proceso para los permisos. Y si quieres que te recomiende a alguien que te instruya para los productos, sabes donde se encuentra mi oficina.

Le sonreí.

— Gracias Travis.

— Agh, ¿pero por qué son tan aburridos ambos?

Su padre y yo volteamos, viendo a Cris y su madre mirándonos.

— Rose, cariño, es una boda. Los negocios deben de quedar a un lado — Karol me sonrió.

Me encogí de hombros.

— La costumbre.

Cris muy gentilmente, soltó a su madre y colocó una mano en mi espalda baja.

— Mucha charla de negocios, creo que es tiempo de que hablemos de algo más — dijo, mirándome en una manera muy personal.

Mentiría si dijera que no tuve que apretar ligeramente mis piernas y que el rubor e mi cara y mi respiración agitada no se debía a ese comentario.

— Hola bella esposa — saludó Travis a Karol, robándome una sonrisa de ternura.

Respiré profundamente el aroma del perfume de Cris, sintiendo su calor sobre mi cintura, esos ojos azules que me volvían loca. La manera en que mi cuerpo se ponía feliz el tenerlo cerca, en como todo mi ser reaccionaba hacia él. Y no solo de una manera sexual, como mi humor simplemente mejoraba sabiendo que él estaba ahí, conmigo.

— Hola, bella novia.

Coloqué mi mejilla sobre su pecho mientras bailábamos una canción lenta. Esto era lo que quería en mi vida, lo quería a él. Quería llegar a despertarme todos los días junto a él, regalarle mi primera sonrisa. Me veía junto a él durante toda mi vida, el algún día yo también estar con Andy planeando mi boda con el amor de mi vida, llegar al altar y verlo a él, exclusivamente a él esperándome, dispuesto a darme su vida. Que este baile era el vals de nuestra boda, que yo era a quien le llamaba como su padre a Karol. Quería todo, pero si era con él.

— ¿Ya te dije que amo tu perfume? — dije, volviéndolo a oler.

Mi cabeza se movió por la vibración de su pecho al reír.

— Amor, no hace falta que me lo digas, cada vez te pegas a mi cuello y sonríes es suficiente para darme cuenta.

Alcé mi cabeza para mirarlo a los ojos.

—Cris, quédate conmigo. No me dejes ir — sonreí ligeramente— lucha por mí.

Él me miró confundido, para luego estrecharme fuertemente en sus brazos.

— No hay otra persona más con la que me imagine compartiendo hasta el ultimo de mis días. Eres el amor de mi vida Rose Castelán. Difícilmente puedo pensar en algo más que no sea tu bienestar, me vuelve loco el querer hacerte feliz todo el tiempo, carajo, puedo ser tu bufón por el resto de mi vida si esto te hace feliz.

Mordí mi labio inferior, impidiendo que las lágrimas que estaban acumuladas en mis ojos se desbordaran. Las luces del escenario se iluminaron y dijeron mi nombre por el micrófono.

— Es tu momento mi amor — Cris limpió mis lagrimas gentilmente con sus pulgares para luego darme un cálido beso en la frente.

Caminé de su mano hasta tomar el micrófono y ahora las luces estaban sobre mí.

— Buenas noches a todos — Saludé un tanto nerviosa, volteé hacia la mesa y ahí la vi, a mi compañera de toda la vida. Sonreí y exhalé — ¿qué onda con el tiempo? Ayer todavía estábamos en la secundaria divagando sobre cómo iban a ser nuestras vidas, sobre qué carajos nos depararía el destino y ahora... estoy en tu boda — alcé mi copa hacia ella— Andy, mi vida. Te quiero como no tienes idea, no podría ver una vida sin ti aconsejándome, regañándome o bueno más yo regañándote a ti —todos rieron y ella me levantó el dedo del medio — te quiero para siempre a mi lado, porque no hay Rose sin Andy, y Thomas — volteé hacia él — quiero decírselo a ambos, que estoy muy feliz qué estén el uno con el otro, no hay otra persona a la que puede imaginar al lado de ustedes. Me hace sentir muy tranquila que ambos estén con el amor de sus vidas — una lagrima traicionera resbaló por mi mejilla y sonreí alzando mi copa — salud por este bello y loco matrimonio.

Todos se levantaron y al unísono se escuchó:

— ¡Salud!

Me baje del escenario y Andy fue la primera en abalanzarse contra mí y abrazarme.

— Te quiero — dijo y por su tono supe que estaba llorando.

Me abracé fuerte de ella y sonreí.

— Lo sé — besé su mejilla — pero yo más a ti.

Me empujó sonriendo.

— Cerda, acabas de dejar tus babas en mí.

Reí y sentí la enorme mano de Cris rodear mi cintura.

— Felicidades, alguien se animó a casarse contigo.

Andy fingió una sonrisa.

— Estaba a punto de felicitarte también por encontrar a una pobre alma caritativa e ilusa que estuvo dispuesta a soportarte, pero recordé que esa pobre ciega es mi mejor amiga — se tocó el pecho, fingiendo empatía.

Miré a Thomas, que se encontraba al lado de la pelinegra sosteniéndola de la cintura.

— Felicitaciones a ti y a mí por soportarlos.

— Salud — él alzó su copa.

Reí sintiendo la mano de Cris apretando mi cintura, y su sonrisa fingiendo indignación.

El micrófono empezó a sonar

— Ahora chicas, su momento de brillar ha llegado, así que las quiero aquí en la pista de baile, porque la batalla naval va a comenzar - dijo Liz sonriente - la novia va a lanzar el ramo, y el novio la liga, así que les pido a los y las solteras que vengan.

Cris y yo chocamos nuestras copas.

— Suerte — dije divertida.

Él caminó con una mano metida en el bolsillo delantero y con la otra sostuvo relajadamente la copa.

— No la necesito — dijo muy confiado.

Suspiré, viendo como a ese hombre que parecía un Adonis y que caminaba con tanta seguridad como si estuviera en una pasarela, le hacía falta una muy buena dosis de humildad. Caminé hacía donde ya todos los solteros estaban, alrededor de Andy, ella estaba en el medio con su ahora feliz esposo. Mi amiga levantó su pierna y Thomas le quitó la liga, listo para lanzarla al público.

— Uno, dos tres — Contó Thomas, por fin arrojándola.

Casi escupo mi trago al ver como todos los hombres corrieron en diferentes direcciones, pero ninguna cerca de la liga. Empecé a reír cuando Cris levanto la mano con la liga.

— Felicidades Cris, eres el único hombre enamorado aquí — dijo Liz enojada por el micrófono

Y como no estarlo, su novio estaba casi arriba de su camioneta listo para marcharse. Cris me miró con su sonrisa llena de ego.

— ¿Ya puedo quemar esto? — preguntó antes de lanzarla hacia los invitados.

Negué con la cabeza, divertida.

— Eso fue fácil — dije mirándolo — no tuviste competencia. Ahora vas a ver lo que realmente es hacer las cosas bien.

Cris alzó su ceja, retándome.

— ¿Ah sí?

Liz volvió a golpear el micrófono, llamando la atención.

— Ahora sí, la novia va a lanzar el ramo. ¡Y prepárate Jonathan porque ahh Dios que te proteja si agarro ese maldito ramo! — gritó apuntando a su novio.

Le di un suave beso en los labios a Cris.

— Ahora te vamos a enseñar cómo se juega como niña — le guiñé un ojo, encaminándome.

Andy se puso arriba del escenario con el ramo.

— Perras, que la más suertuda lo agarre — dijo Andy antes de darnos la espalda.

Todas empezamos a sudar frío mientras ella meneaba el ramo, y todo se volvió lento cuando por fin lo arrojó. De repente el tiempo comenzó a pasar en cámara lenta, pero esa tranquilidad no duró ni dos segundos cuando de repente, no sé ni con quién me estaba peleando por él. Todo era un mundo de manos y jalones.

— ¡Gané malditas! — grité un tanto eufórica y desorientada, levantándome y alzando el ramo como si fuera la presentación de Simba.

— ¡Felicidades a la perra mayor! — Andy gritó con el micrófono.

Fui hasta donde estaba Cris, acomodándome unos mechones de cabello que se me habían salido, y cuando llegué, el muy descarado estaba recibiendo dinero de las parejas de las otras chicas.

— ¿Qué carajos? — pregunté confundida.

— Había una apuesta de quinientos dólares, para ver quien tomaba el ramo. Todo decían que sus novias lo iban a tomar — me sentó en sus piernas — pero yo sabía que tú lo tendrías.

Abrí la boca, fingiendo estar dolida.

— Me utilizaste.

Cris me mostró todo el fajo de billetes.

— En realidad, nosotros los utilizamos — sonrió dándome un beso y guardándome el enorme fajo en mi busto.

***

El día había pasado espléndidamente, la noche había llegado y ya la mayoría de los invitados habían decidido retirarse a sus habitaciones. Pero Cris y yo seguíamos bailando.

— Yo veo esta boda muy pacífica— Dijo Cris mirándome y yo asentí— hay que molestar a esos novios.

Reí.

— Eres malo Michaels.

— ¿No quieres hacerlo?

Sonreí maquiavélicamente.

­­— Yo jamás dije eso.

Thomas y Andy también estaban en la pista, así que decidimos acercarnos a ellos.

— Hola tortolitos, ¿cómo va su boda? —Preguntó Cris sonriente.

— Ay no, ahí viene este — Andy hizo una cara de asco.

— Ehh, ya sabes — contestó Thomas — perfecta, con esta mujer, todo es perfecto — dijo dándola una vuelta a Andy.

Ella rio.

— Ay que ridícula te ves enamorada. Ya te tienen bien agarrada de los ovarios — reí mirando su cara de loca enamorada.

Ella entrecerró los ojos, mirándome fijamente.

— Mira bien perra, antes de criticarme deberías fijarte muy bien en tus ovarios, que ya esos los tiene bien estrujados este rubio oxigenado, mejor hazle un nudo menos apretado a ese mandil porque ya no te está dejando entrar aire al cerebro.

Le sonreí.

— Sí, aja — le rodé los ojos — lo que usted diga vieja mandilona.

— Creo que no seremos los únicos con luna de miel esta noche ¿verdad amor? Mira nomas, Cris tiene más labial que Rose.

Y Thomas en un intento de querernos hundir, se había hundido él solito rebelando su sorpresa. Andy abrió los ojos muy sorprendida.

—¿Esta noche va a ser nuestra luna de miel? ¿A dónde me vas a llevar?

Y ahí Thomas se dio cuenta de su error.

— Demonios, no debí mencionarlo.

—Pero ya lo hiciste.

— Pero no te voy a decir.

Miré a Cris, un tanto divertida por la situación.

— Creo que es momento de que nosotros nos retiremos. Ustedes tienen cosas pendientes — Dijo Cris.

Thomas asintió y se separó de Andy para darle la mano a Cris, despidiéndose.

— Te voy a extrañar.

— Es imposible no hacerlo — dijo Andy, abrazándome.

—  Te cuidas mucho — la separé ligeramente mirándola a los ojos — y sabes q lo que me refiero. Nada de sobrinos.

— Lo mismo va para ti — dijo, golpeándome el hombro.

— No olvides llamarme.

— No, por favor déjame coger en paz.

Le levanté el dedo medio y luego ella me mandó un beso.

— Te quiero loquita.

Abracé a Thomas.

— Por favor cuídense mucho. Y disfruten — le sonreí— y en especial cuídala. Que todos los días sin falta se tome su medicamento de la esquizofrenia.

Thomas rio.

Cuando ya todos nos despedimos y esos tortolitos se fueron para tener su luna de miel, Cris y yo nos encaminamos hacia el hotel, que cuando estuve en la habitación lo primero que hice fue mandar a volar a los tacones. Jamás había apreciado tanto estar descalza como en este momento.

— Ahh, estoy a nada de revisar a ver si sigo teniendo pies — intenté alcanzar el cierre del vestido de mi espalda, pero no pude — Cris ¿me puedes ayudar a quitarme el vestido?

Reí al ver como no llevaba ni dos segundos acostado en la cama, pero al oír esa pregunta se levantó inmediatamente.

— Rose, por favor asesíname el día en que conteste que no a esa pregunta.

Alcanzó el cierre y comenzó a bajarlo lentamente, para cuando estuvo arrugado en mis pies, sus labios comenzaron a repartir besos lascivos por toda mi espalda. Me volteé hacía él. Y entrelace mis brazos en su cuello.

— Jamás podría — dije, besándolo.

Me levantó haciendo que entrelazara mis piernas en su trasero.

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