Parte 19 - La sorpresa.
Cris me había dicho que comprar un vestido para la cena de hoy, y al parecer a Andy también le dijo Thomas. Y aquí estábamos, en una linda tienda viendo hermosos vestidos.
-—¿Qué crees que tramen? — me preguntó Andy, mientras se acomodaba las bubis en el vestido.
-— No tengo la más remota idea — Respondí, sinceramente, viéndome el trasero en el espejo.
-—¿Algo malo?
-— No — la miré divertida — no nos pedirían que compráramos vestidos lindos para una noticia mala.
-— No lo sé Rose, esto me huele mal.
-— Pues báñate.
-— No imbécil — me golpeo el hombro — tengo un presentimiento.
-—¿Malo o bueno? — Le pregunté, sobándome el hombro.
Se encogió de hombros.
-—Bueno, espero que sea bueno — sonreí — no quiero noticias malas.
-— Ah, ¿y yo sí — me miró — estúpida, pues yo tampoco.
Volteé hacia ella — ¿Hace cuanto no tienes sexo? porque tu mala vibra está matando la mía.
— Lo que te está matando es Cris, mira nada más cómo caminas — me apuntó.
La miré sonriente.
-— A eso, le llamo envidia — dije tomando otro vestido y entrando al probador.
-— No gracias, yo quiero mantener mi vagina bien.
-— Cállate — saqué la cabeza por la cortina — tú debes de tener la vagina más mallugada que las frutas del mercado.
Andy y yo miramos a la empleadas que nos veían con los ojos muy abiertos.
— Me voy a llevar este — dije alzando el vestido, y una de ellas lo tomó, yéndose a la caja.
Miré a Andy.
— ¿Hablaran inglés?
Ella me miró, incrédula.
— Imbécil, las saludamos y te entendió lo del vestido, es obvio que hablan ingles — dijo entrando al probador.
Luego de pagar, salimos a toda prisa de esa tienda. y mientras íbamos caminado por las calles platicando, no pude evitar voltear hacia un aparador.
-—Andy, encontré tu vestido.
Ella volteo a ver el aparador.
-— Encontraste mi vestido — sonrió.
***
Abrí la puerta de la habitación. Sonreí al ver lo bonita que era. Todas las paredes eran de color blanco, al igual que muchos de los muebles que habían ahí. El piso era de un precioso acrílico color azul haciendo alusión al mar, o mínimo eso era lo que yo me imaginaba al verlo. al igual que los vidrios, haciendo un hermoso contraste. Entré y dejé mi vestido sobre uno de los sillones de la pequeña sala que había en la suite. Caminé hacia el balcón, deslizando las puertas de vidrio.
La vista que teníamos desde nuestra habitación era espectacular. La noche había caído y las hermosas luces anaranjadas me hacían imaginar a que era Rapunzel viendo las linternas.
Caminé hacia la habitación, pero todo estaba extremadamente callado.
-— ¿Cris? — Hablé, pero no hubo respuesta.
Vi una nota sobre las blancas sabanas de la cama. La tomé y leí lo que decía.
"Las esperamos en el restaurante, te ama: Cris :P"
No pude evitar reír al ver su nota.
Tome un baño y mientras hacia una video llamada con Andrea, me maquillaba. Ella no tardó en desesperarse y cortar la llamada. Le ponía los pelos de punta el no saber qué estaba pasando. Luego de que arreglé mi cabello y el resultado de mi maquillaje me agradó, me puse mi vestido. Era de un color café algo rojizo, y por la tela que era de satín, lo hacia lucir aun más lindo. Era largo y de manga larga, aunque con su respectivo escote y una ligera abertura en la pierna. Me coloqué mis pendientes largos de plata que hacían juego con el collar.
Me rocié un poco de perfume y salí de ahí.
Iba de camino al restaurante cuando me encontré con Andy. Definitivamente ella era la estrella de esta noche. El vestido era precioso, blanco, largo y con unos tirantes muy delgados, haciéndole lucir su enorme busto. Su cabello negro estaba ondulado en unas preciosas ondas haciendo contraste con el color de su vestido, y sus enorme ojos azules.
— Wow — dije al verla.
Ella sonrió.
— ¿Qué tal? — preguntó, estirando una mano para agarrar la mía y dar una vuelta.
— Mamacita, yo sí te daba como televisor descompuesto.
Amabas sonreímos, caminando.
— Somos bien puercas — dijo divertida. Para luego mostrarme lo que tenía en su bolso
La miré asombrada — ¿Lo vas a hacer?
—¿Por qué no? — sonrió feliz.
La abracé — Me siento feliz por ti.
— Yo siento muchos nervios.
— ¿ Y Thomas? — Le pregunté, cambiando de tema.
Me enseñó una nota, que decía lo mismo que en la mía.
— A mí igual
— Agh, siento que me voy a cagar de los nervios — dijo poniendo las manos en su vientre.
Reí.
— Mal momento para usar blanco.
Me dio una mirada, y yo le sonreí.
Bajamos al restaurante y nos quedamos pasmadas. Todo estaba arreglado con velas y flores. Cris y Thomas estaban esperándonos vestidos con trajes.
— Creo que...
Pero Andy no me dejó terminar mi frase y fue inmediatamente con Thomas, abrazándolo. Yo caminé con Cris y lo abracé.
— ¿Qué están tramando? — entorné los ojos, mirándolo.
— Qué bonito escote — dijo, metiendo la mano en mi busto.
Le pegué sobre la palma, haciendo que la retirara.
— Chsst — lo apunté.
— Ya — y levantó las manos.
— ¿Me vas a decir qué está pasando?
— ¿Me vas a dejarte hacer el amor?
El tono de mi cara se subió.
—Yo... yo tengo hambre — dije caminando hacia la mesa.
— Yo también habló, posando una mano sobre mi espalda baja y retirando una silla ara que me sentara.
Los cuatro nos sentamos en una mesa del centro, cubierta por un bonito mantel blanco y velas
— ¿Por qué solo estamos nosotros — Preguntó mi amiga, viendo a los chicos.
— Porque no ha venido más gente — respondió Cris, como si fuese lo más obvio del mundo.
Poco después nos trajeron una botella de vino, y miré a Cris.
— No me voy a emborrachar. Este vestido me lo voy a quitar yo sola — le susurré.
Él sonrió, llenando mi copa — El orden de los factores no altera el producto.
Y así comenzamos a cenar. Pero nosotros seguíamos siendo los únicos.
—Cris, deja de manosearme el traser...
Me apretó la mano, haciendo que me callara.
Miré hacia el frente viendo a Thomas agarrándole las manos a Andrea.
— Amor, ahora quiero hacer algo que desde hace años he estado planeando — se levantó — Andrea, amor mío. Sabes que eres la luz de mi vida, mi único amor. La primera y ultima mujer. Te amo tanto que... — río — estoy loco de amor por ti. Y por todo el tiempo que llevamos juntos me atrevo a pedirte esto. ¿Quieres...
— ¡Sí! — Gritó mi amiga abalanzándose a él.
Y ambos cayeron al suelo.
Sonreí, aplaudiendo mientras sentía como unas lagrimas rodaban por mis mejillas.
—¿Es enserio? — preguntó Thomas, anonadado.
— ¡Sí tonto!
Él le deslizó nerviosamente el precioso anillo con un diamante sobre su lindo dedo a mi amiga.
— De hecho, si tú no lo hacías hoy — buscó en su bolso, sacando aquel anillo que habíamos comprado en Paris — lo iba a hacer hoy.
Thomas le sonrió mientras Andrea le deslizaba el anillo or su dedo. Para luego besarse,
— Bueno creo que nosotros nos vamos — Cris me extendió la mano y yo la acepté gustosa.
Mientras caminábamos hacia nuestra habitación, me limpié las lagrimas.
— Fue tan bonito — dije sorbiendo mi nariz.
— Ambos casi se desnucan cuando cayeron al suelo-
—¿Qué no estás feliz por ellos?
Cris me miró divertido
— Estoy muy felices por ambos, enserio — se encogió de hombros — solo creo que se casaron muy pronto. No quisiera estar en sus zapatos.
Lo miré mal.
— Que feo eres — me detuve frente a la puerta, pasado la tarjeta y haciendo que se abriera.
Pero antes de que pudiera entrar, Cris me sostuvo contra él. Poniendo su cabeza en el hueco de mi cuello.
— ¿Estás enojada conmigo?
Suspiré.
— No.
Levantó su cabeza.
— Yo siento que sí.
Respiré profundamente y puse mis manos sobre las de él que estaban en mi abdomen.
—¿No quieres casarte algún día?
— Rose — dijo y me solté de su agarre.
Entré a la habitación, deshaciéndome de mis tacones negros.
— Ahora sí que estás enojada — habló cerrando la puerta.
Volteé hacia él.
—Te estoy preguntando qué es lo que quieres. ¿Es acaso eso tan difícil?
—No — me miró — lo difícil es que me preguntes si quiero casarme o no.
Reí amargamente.
— Dime qué estás buscando, porque si no te has dado cuenta, yo también estoy incluida en tus planes.
Cris se pasó la mano por la cara.
— ¿Por qué tenemos que hablar de esto ahora?
— ¿Y cuándo será el momento?
Respiró profundamente, quitándose el moño del traje.
— ¿Acaso es tan malo que no quiera casarme?
Lo miré.
— Yo sí quiero.
— Rose, por favor. Hay que olvidarnos del tema, estoy muy cansado. Y lo ultimo que quiero es que te enojes conmigo — intentó acercarse a mí pero me alejé — ¿por qué está mal que yo no quiera casarme y tú sí?, ¿acaso tengo que ser yo el único que de el brazo a torcer en esta relación?
— Porque tú claramente sabías que algún día quería casarme — lo miré.
— Tú también sabías que yo no quería eso.
Caminé hasta el baño.
— También sabía que no querías estar en una relación. Y mírate — comencé a desmaquillarme.
Cris se recargó en el marco de la puerta, cruzando los brazos sobre su pecho, haciendo que sus bíceps se vieran aún más grandes.
— Amor, es muy diferente que te ame con toda el alma a querer casarme.
Tomé una toalla secándome la cara.
— ¿Cuál es la diferencia? — le pregunté.
— Lo mismo te pregunto a ti — me miró — te amo, y lo sabes. ¿Quieres jurar algo ante Dios, algo que igualmente voy a cumplir? ¿Para qué quieres una boda llena de gente que ni te conocen?
Me recargué en el borde del lavadero.
— Y si te digo que quiero hijos, ¿tampoco quieres eso?
Pude ver como se estaba exasperando.
— Rose, tenemos veintiuno. No, no quiero hijos, ¿acaso está tan mal que quiera gozar mi vida sin ellos?
Mordí mi lengua, tratando de sostener las lagrimas.
— Yo quiero tener a tus hijos — dije sin romper milagrosamente en llanto.
Cris se desarmó y suspiró.
— Es mejor que vayamos a dormir. Si no soportas mi presencia dormiré en el sofá — y con eso se fue.
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