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Parte 18 - El misterio

Thomas, Cris, Andy y yo nos miramos entre sí.

— Dile que tenemos habitaciones reservadas — dijo Andy mirando a su novio.

— Vaya, eres toda una genio, ¿Cómo no se nos había ocurrido antes? — Cris la miró — oh espera, eso ya lo hicimos.

La chica de la recepción nos veía con una sonrisa sin entender un carajo.

— Bueno, estamos sin hotel — Andy sonrió — pero en Paris, que elegante.

— ¿Y cómo es que hicieron la reservación? — pregunté mirándolos.

Cris volteo hacia Thomas, y él nos dio una sonrisa avergonzada —En realidad le dije a mi primo que la hiciera, es que él habla francés.

— ¿Y cómo es que no habla inglés? — Cris bufó.

— Oye, eso es racista — mi amiga lo miró.

— No, solo que si es una zona tan turística como Paris, supondría que hablan inglés — suspiró.

— Oh genial, entonces nos vamos a quedar aquí — Andy suspiró.

— ¿Qué Cris no tomó clases de francés? — preguntó Thomas.

Lo miré con una sonrisa — Cierto, tú tomaste clases de francés — le di una sonrisa burlona.

— Este no es momento para reprochármelo — dijo, avergonzado.

— ¿Entonces no sabes hablar francés? — Thomas lo miró.

Reí —No, Cris de lo único que se acuerda de sus "clases de francés"— hice comillas en la última frase — es de su linda maestra.

Mi amiga lo miró —Por eso te frienzoneaba, culero.

Cris me miró y abrió la boca, pero luego la cerró, yéndose a sentar.

— Chica — Andy puso sus manos en el mostrador — nosotros — nos señaló — habitación.

Pero ella solo nos miró raro.

— Vaya, que nivel de francés amiga — la miré, burlesca.

Me dio la misma sonrisa — Igual que el de tu novio.

— ¿No sería mejor si le muestras tu identificación? — miré a Thomas, ignorando completamente el comentario de Andy.

Él asintió, entregándosela a la chica. Ella asintió y tecleo algunas cosas en su computadora, dándonos unas llaves y escribiendo en un papel el número de las habitaciones.

— Que fácil fue — dijo Andy sarcástica, tomando la llave.

Tomé la mía y sonreí — Vamos — agarré mis maletas.

La mano de Cris se posó sobe mi brazo.

Volteé y lo miré — ¿Qué sucede?

— Yo... yo lo siento que...

Tomé su rostro — Si piensas pedir perdón por acostarte con tu maestra — él se puso todavía más rojo — no lo hagas, todos lo hemos hecho algunas vez — mordí mi lengua, tratando de no reír.

— Oh sí, es lo típico. El pan de cada día — agregó mi amiga, pasando por nuestro lado

Cris suspiró — Que vergüenza.

Reí — Oye — le sonreí — Yo te amo a ti, y eso incluye tu pasado, no es nada malo.

— Lo único malo es que no ayudaste en una mierda — Thomas lo miró.

Cris le sacó el dedo — Chúpame las bolas.

Comencé a caminar — Y no es algo que debas cargar como algo malo, ¿sí?

— Puedes sentirte incomoda, recordando eso — dijo apenado, siguiéndome.

— Sí, es algo incómodo imaginar una imagen en mi cabeza de tu con tu maestra — reí — pero eso no tiene que ver con lo que siento por ti.

Él me abrazó, y subimos al ascensor.

— Sé que hubo muchas antes que tú...

— Bastantes — aseguró Thomas.

Cris lo miró — Deberías de dejar de juntarte con Andy — le sacó el dedo — esperan, ¿Dónde está?, creo que perdimos a Andrea. Alguien llamé a la Paw Patrol.

Mordí mi lengua, evitando reír.

— Estoy aquí abajo, junto con tu dignidad — dijo ella, sonriente.

Cris suspiró, y las puertas del elevador se abrieron. Los cuatro comenzamos a caminar por los pasillos hasta que encontramos nuestra habitación. Puse la llave y giré la perilla.

— Esto es muy bonito — dije mirando la habitación de hotel.

Las paredes en tonalidades claras, y los muebles de madera oscura hacían un perfecto contraste dándole ese toque vintage pero caro.

Cris sonrío, y me tomó del rostro — Lo que trataba de decir, es que eres la única a la que quiero, y la ultima en mi vida.

— Hay veces que nos ponemos un poco cursis — dije sonriendo.

Él hizo un puchero — ¿No me veo más bonito en Francia?

— No, al contrario, hay muchos franceses guapos.

Volteamos viendo a Andy pasando por nuestra habitación.

— Realmente a veces pienso que estás enamorada de mí — Cris la miró.

Mi amiga sonrío — En todo caso, si estuviera enamorada de alguno de los dos, sería de esa chica culona a tu lado — lo miró con cara de asco — no eres mi tipo.

— ¿Y Thomas? — pregunté, cambiando de tema.

— Una chica está tratando de ligar con él — dijo Andy volteando hacia el pasillo.

Cris y yo salimos de la habitación, viendo a Thomas hablando con una francesa.

— Ah mira, por fin va hacer algo bueno — Cris sonrío.

Thomas nos miró algo desconcertado y volteo hacia su novia, casi suplicándole que lo sacara de ese embrollo.

— Ni puta idea qué le esté diciendo — agregó mi amiga, mirándolo.

Volteé hacia ella — No parece que esté disfrutando de la plática.

— Nah, ni un poco — sonrío — por eso lo amo —  y caminó hacia ellos dos, hizo algunas señas a la chica, y luego tomó el cuello de la camisa de Thomas con unos saltitos, lo que me causó mucha gracia y lo besó.

— Quiero dormir — dijo Cris, tomándome de la mano y entrando nuevamente en la habitación.

Me recosté sobre la cama, viendo como Cris se quitaba la ropa.

— Nuestro viaje a Francia, ¿y lo primero que vas a hacer es desvestirte? — pregunté mirándolo.

Él sonrío, comenzando a gatear sobre la cama, poniendo su cara a centímetros de la mía — Sí — me dio un beso sobre la punta de la nariz — un striptease solo para ti.

Luego de tomar un pequeño descanso en nuestras habitaciones, los chicos habían planeado un bello viaje por el sur de Francia.

— ¿Qué es esto? — pregunté tomando el papel.

Cris la miró y luego a mí — Es un boleto para encontrar una amiga de tu altura.

— O un novio con un pene...

Thomas y yo suspiramos, sabiendo la discusión que iba a venir.

— Son boletos de tren — explicó Thomas, tomando a Andy de la mano antes de lanzarse sobre Cris.

— ¿Vamos a viajar en tren? — pregunté emocionada.

Cris me miró —No, solo los compramos para ver cuál era su reacción.

— Qué gracioso.

Andy volteo hacia mí — Admite que sí fue una pregunta pendeja.

— Pin, pon, sobras — le sonreí.

Cris me extendió la mano — Vamos.

— ¿Y exactamente a dónde vamos? — preguntó Andy, comenzando a jugar con sus pies.

Cris alzó los boletos —Vamos a Perpiñán*

*Perpiñán es el perfecto ejemplo  de lo que supone el Sur de Francia. Una ciudad que vive en medio de varias culturas, entre otras la ascendencia catalana.

— ¿¡En serio!? — Andy se abalanzó contra Thomas, besándolo.

Miré a Cris — Quiero tomarnos muchas fotos juntos en nuestro primero viaje como... pareja.

Él tomó mi mano, dándome un beso en la palma — Este es el primero de muchos viajes juntos, como pareja — tomó mi mejilla, besándola cariñosamente.

Thomas alzó su mano, deteniendo un taxi. Los cuatro subimos y Cris le enseñó su celular al conductor, indicándole a dónde tenía que ir. A lo cual el señor asintió y comenzó a avanzar.

— Si estuviéramos en Nueva York, seguramente le habría robado el celular — comentó Andy, mirándome.

Volteé hacia ella — Si estuviéramos en Nueva York, no hubieras conseguido así de fácil un taxi.

Mientras veíamos la ciudad pasar por la ventana. El taxi se detuvo y señaló la pantalla la tarifa.

— Espero que eso sea en dólares — dije mirándola.

Andrea sacó su cartera, entregándole en dinero y los cuatro bajamos.

— Mi sugar mommy — comenté, abrazándola.

Alzamos nuestra vista, admirando la hermosa construcción de color blanco que se encontraba frente a nosotros.

— ¿Es un restaurante? — preguntó, mi amiga.

Entrecerré mis ojos, tratando de ver lo que decía — Gare du Nord Paris — miré a Cris — ¿qué dice?

— Estación de Paris Norte — sonrió, orgulloso.

— Rose, ahí abajo lo dice traducido — Andy lo señaló con su dedo.

Cris la miró — ¿No puedes dejarme ser el interesante por unos segundos?

— Para la siguiente, campeón – le guiñó un ojo, para luego irse con Thomas.

Cris me tomó de la mano — Aquí vamos a tomar el tren.

Caminamos directamente hacia la estación, y luego de formarnos en la fila. Pudimos ingresar al tren.                                                      Jamás había viajado en tren, nunca había estado en Europa. Muchas de mis primeras cosas las estaba compartiendo con Cris.

Luego de encontrar nuestros asientos compartidos, un hombre vino a revisar nuestros boletos.

— Piensan que llevamos una niña secuestrada — dijo Cris, mirando a mi amiga.

— Yo creo que es porque tienes cara de loco psicópata vagabundo, se acercaron.

Miré a Cris, eso era totalmente mentira. Parecía un modelo de Vogue en un muy buen día. Su cabello rubio brillante bien peinado y una sonrisa alineada y mentolada exquisita. Su nariz recta y fina, sus labios eran sensuales y voluptuosos.

— ¿Algo que se te antoje? — me preguntó, volteando hacia mí. Pasó enorme brazo fornido, sobre mis hombros, acercándome más a su cuerpo, y besándome sobre el cabello.

Él era mi novio, y no podía expresar todas las buena mociones que sentía. Sonreí, pegando más mi cabeza a su duro  y trabajado pecho.

Los cuatro estábamos embobados mientras mirábamos por la ventana los hermosos paisajes que Paris ofrecía para nosotros.

— ¿Alguien quiere algo de tomar? — preguntó Cris, levantándose — voy a ir al baño.

Andy lo miró — Un juguito de mango.

Él asintió yéndose.

— ¿Cómo demonios vamos a sobrevivir si aquí nadie sabe hablar una pizca de francés? — pregunté.

— Por la magia del amor — contestó Andy, burlona.

Luego de unos minutos de estar sentados. El tren se detuvo por completo. El mismo hombre que nos había revisado nuestros boletos, nos dijo algo, a lo que nosotros asentimos sin entenderle.

— Llegamos, conclusión — Andy se levantó rápidamente de su asiento, tomando a Thomas de la mano, y saliendo del tren.

Cris y yo hicimos lo mismo. El paisaje era absolutamente hermoso. El césped era inimaginablemente verde, el cielo muy azul y los edificios tenían un toque antiguo único.

— Tommy — Andy le entregó su cámara a él — tómanos una foto.

Nos tomamos de la mano, acomodándonos frente a un edificio, y comenzamos a posar.

No había lugar en el cual no nos detuviéramos a tomarnos fotos los cuatro.

— Cariño, ven — Cris me extendió su mano para luego abrazarme y Andy no dudó en tomarnos la foto.

Nos detuvimos en un pequeño café rustico para merendar algo luego de estar todo el día caminando visitando lugares y tomándonos fotografías.

— Siguiente parada —Thomas sacó su mapa — el Museo del Louvre.

¿Qué más podía decir al respecto de esto? Todo se sentía como un sueño.

— Se ve más pequeña — dijo Andy.

— Sip — Cris concordó con ella.

Los cuatro habíamos entrado hace buen rato al museo, y ahora estábamos frente a la famosa pintura de La Mona Lisa.

— Sí luce un poco más pequeña que en fotos —admití.

Andy nos miró — dicen que era un hombre.

— Según yo era la esposa del alguien — comentó, Thomas.

Los cuatro inclinamos la cabeza, tratando de apreciarla mejor.

Y así fueron los siguientes días. Había veces en que las únicas que visitábamos Paris éramos Andy y yo, ya que los chicos también habían venido por motivos de trabajo, así que no todo el tiempo estaban disponibles.

— Estás loca — miré a la pelinegra.

Ella sonrió — Oh sí.

— ¿Lo vas a hacer hoy? — miré el aparador.

— No — negó, mirando lo que estaba a punto de comprar — cuando mis chacras se alineen.

Volteé hacia ella, lentamente — Dime por favor, que eso que acabas de decir es broma.

— Sep — sonrió. Y a continuación, le dio su tarjeta a la empleada, para que así pudiera realizar el pago.

— Estás muy loca, ya lo súper confirmé.

— Cállate Dora — me levantó el dedo medio.

Sonreí, levantándoselo igualmente.

Los cafés que estaban en las calles eran los lugares donde normalmente desayunábamos y teníamos video conferencias con varios empleados. Mostrábamos algunos de los diseños que habíamos estado realizando, ya que una nueva colección era lo que teníamos en mente. Este viaje a Paris iba a ser una gran herramienta para poder lograr la colección que teníamos en nuestra mente.

— Un tono más cálido sería mejor — dijo Andy, mirando mí boceto.

Suspiré y dejé mi lápiz a un lado. Volteé hacia ella — ¿Algún día te imaginaste estar así?

— ¿Limpiar el abrigo de tu mejor amiga porque una paloma la cagó?

— No — reí — estar en Paris dibujando bocetos para tu marca — sonreí — este es mi sueño. A mis veinte comparto una grandiosa compañía de moda con mi mejor amiga.

— Todavía tenemos tiempo para ser mejores — sonrió — y lo seremos, bitch.

La tarde se hizo noche, y ahora ¿Dónde estábamos?

— Están de broma — dije, mirando a ambos.

Thomas y Cris sonrieron — ¿Les gusta?

— ¿Qué si nos gusta?, vamos a cenar en la maldita Torre Eiffel. Claro que nos gusta — Andy sonrió de oreja a oreja.

No pude evitar aferrarme a la cintura de Cris, apreciando la imagen de mis mejores amigos felices y enamorados.

— ¿Quién pensaría que iban a durar tanto — dijo Cris, apretándome contra su cuerpo.

Flashback

Andy y yo estábamos en su casa, ya que en la pequeña habitación del departamento en la que vivíamos mi papá y yo luego de que Ana se quedara en la casa, no era lo mejor que había. Y además debía de ayudar a arreglarse.

— Andy, ¿Qué te dijo? — le pregunté, sentándome en su cama.

— ¡Que me invitaba a salir!

Ambas gritamos de la emoción. A Andy le había gustado Thomas desde la primera vez que lo vio, así que estaba muy feliz por ella.

— ¿Qué vas a usar? — pregunté, levantándome y comenzando a buscar en su armario.

— Creo que el vestido que compramos la otra vez, es el azul.

Le sonreí — Ese resalta tus ojos.

— ¿Y mis bubis?

Le sonreí — Esas se resaltan solas — miré sus zapatos — los tenis negros te quedaran bien.

— Yo pensé lo mismo.

— ¿Y a qué hora va a pasar por ti?

Ella me miró muy sonriente — Hoy a las cinco.

Volteamos hacia el reloj.

— ¡Son las cuatro! — gritamos al mismo tiempo.

Andy se fue a bañar rápidamente, mientras yo me sentaba en la tapa del inodoro contándole los minutos. Luego la ayudé a vestirse, y mientras ella se maquillaba, yo la ayudaba con su hermoso cabello negro.

— Yo soy madrina de su boda — dije, mirándola por el espejo.

Ella sonrió — ¿Crees que nos casemos?

Pero antes de que pudiera contestar, oímos un claxon.

— ¡Debe ser él! — gritó Andy, casi echándome la silla del tocador encima.

Le di su bolso.

— ¿Me veo bien? — preguntó antes de salir.

— Yo sí me caso contigo — le guiñé un ojo.

Ella sonrió, satisfecha y ambas salimos de su casa. En la calle estaba un auto que yo conocía : era el de Cris. Seguramente se lo había prestado para que salieran.

— Hola — le saludó Thomas, muy sonriente viéndola.

— Hey — contestó ella.

Ambos se quedaron viendo unos segundos.

— Hola Rose — dije, tratando de romper el encantamiento.

— Oh, perdón Rose, hola — pude notar sus mejillas rojas. Se había quedado tan embobado en mi amiga, pero no lo culpaba.

— No importa — Me encogí de hombros — trátala bien Thomas, se donde vives — lo apunte con mis dedos

Los dos se rieron nerviosos , y Andy me lanzo una mirada asesina, yo levanté las manos.

— Adiós — se despidió ella, subiéndose el auto, al que Thomas ya le había abierto la puerta.

Los despedí con la mano.

Me quedé ahí en la acera, viendo como el auto se alejaba, y cuando ya no lo vi más, saqué mi celular llamando a Cris.

"Hola" — Saludé primero.

Oí un suspiro de su parte — "¿Vas a ir a espiarlos?"

"Sip" — contesté, sin tratar de disimularlo.

"Estaré ahí en cinco" — y con eso colgó.

Luego de esperarlo ahí, Cris estaba frente a mí, ofreciéndome un casco para subir a su motocicleta. Lo acepté sonriente, subiendo a ella, y abrazándome de Cris para no caerme. Ambos ya sabíamos a cuál café iban a ir, no hacía mucho que se había inaugurado y ahora era la sensación del momento.

— Rose, esto es una mala idea — Comentó, siguiéndome.

— Tranquilo en muy grande el café, no nos van a reconocer.

Entramos al café y rápidamente vi a Thomas y a Andy sentados en una mesa, estaba tomando un frappuccino.

— Aww, míralos tan lindos — dije muy sonriente.

— Ay Rose, ven vamos a sentarnos antes de que nos vean — y me jaló hasta una mesa.

Fin del Flashback

— Deja de verme así — dije mirando a Cris.

Estábamos en la habitación del hotel arreglándonos para la increíble cena de esta noche. Bueno, mínimo yo sí me estaba arreglando. Cris seguía acostado en la cama devorándome con la mirada como un depredador, lo cual me hacía sentir escalofríos.

Él levantó las manos, inocente.

— ¿Así cómo?

Le lancé una mirada de advertencia.

— Michaels, te juro que si intentas hacer algo te asesinaré.

— ¿Qué podría yo hacerte? — preguntó, de la manera más inocente que pudo.

Volví hacia el espejo, colocándome mis hermosos pendientes dorados, que era a juego con la demás joyería que llevaba puesta; mi collar y anillos. Rocié un poco de laca sobre mi cabello, para fijar cualquier cabello que estuviera fuera de su lugar. El moño que me había hecho había salido perfecto y quería que toda la noche se mantuviera así. Mi vestido era simplemente hermoso, amaba el corte que tenía. Era uno de nuestros nuevos diseños ara vestidos de noche que habíamos diseñado Andy y yo, y que en unas pocas semanas estaría a la venta.

Mi pecho lucía más grande de lo que realmente era por el corte strapless que tenía, y los guantes que le habíamos añadido le daban un toque más refinado. Sonreí satisfecha con mi apariencia. Me levanté del taburete frente al tocador, chocando contra el pecho desnudo de Cris.

— Hola — dijo dándome una sonrisa pícara.

Puse las manos sobre su pecho tratando de apartarlo — Debes de arreglarte.

— Estaré listo en cinco minutos.

Miré hacia arriba, encontrándome con su mirada.

— Pues... ya debes hacerlo — dije tratando de que mi voz no sonara nerviosa.

Intenté apartarme, pero él sostuvo mis manos sobre su pecho, pegándome a él.

— Tú tranquila — habló para comenzar a repartir besos en mi cuello.

— Cris... — suspiré sintiendo como sus besos bajaban a mi clavícula. Tuve que sostenerme de sus firmes hombros cuando llegó a la parte que sobresalía de mis pechos.

Comenzó a saborearlos y yo sentía que cada vez perdía más la fuerza en mis piernas.

— ¿Cómo es que eres tan preciosa?

Mi respiración era irregular, y yo sentía que en algún punto iba a terminar sobre la cama hecha un desastres.

Alguien golpeo a la puerta, haciendo que Cris gruñera de odio.

— ¿Ya están listos? — la voz de Thomas sonó al otro lado.

Mordí mi labio inferior, soportando la risa al ver a Cris.

— No, váyanse a la mierda — resopló Cris.

— En unos minutos bajamos — hablé con cierta diversión.

Los pasos se oyeron alejarse y yo seguía mordiendo mi labio inferior para contener la risa.

— Deja de hacer eso o le encontraré un mejor uso a esos bonitos labios tuyos — dijo, para luego entrar al baño.

Inmediatamente dejé de morder mi labio.

Luego de que Cris se bañara y cambiara, los dos bajamos al lobby, donde Thomas y Andy ya estaban esperándonos.

— Fiu fiu — Andy se levantó del sofá, mirándome.

Le sonreí, viendo el escote de su hermoso vestido azul marino.

— Déjame morderte una chichi, se me va a hacer ojo.

Cris me tomó suavemente de la cintura.

— ¿Listas para ir a cenar?

Ambas asentimos, y los cuatro subimos a un taxi que ya nos esperaba en la entrada del hotel

Cenar en La Torre Eiffel, ver toda la ciudad, las luces a nuestros pies, era cosa de otro mundo. Las risas mientras comíamos queso y bebíamos del mejor champagne. Mi vida había cambiado drásticamente. De estar borracha en un departamento sin planeas a futuro. A ser cofundadora de una empresa de moda en crecimiento junto con mi mejor amiga. Estar completamente enamorada y feliz al lado de una persona que me amaba y estar en una de las ciudades más turísticas con mis mejores amigos divirtiéndonos.

— Si el ventilador se llega a caer, ¿a quién creen que le caiga? — Andrea nos miró.

Thomas le quitó la copa de champagne de la mano.

— Linda, creo que una botella de champagne es suficiente para ti.

Recargué mi cabeza en la hombro de Cris. Él me acercó una pedazo de queso a la boca, y yo lo recibí con gusto.

— Mañana tenemos que tomar un vuelo hacia Italia — comentó Thomas con Andy abrazada de su brazo

— ¡Estamos en Paris perras! — gritó mi amiga sonriente — toma eso, maestra que me dijo que no iba a ser nadie en la vida.

***

Cris se deshizo rápidamente de mi peinado, tirando los pasadores al suelo sin despegarse de mi boca. Sus manos bajaron rápidamente a mi trasero, levantándome, haciendo que un chillido de sorpresa saliera de mi boca. Hábilmente cerró la puerta de la habitación que todavía seguía abierta con una patada.

Entrelacé mis piernas en sus caderas y me aferré a su nuca, pegándolo más a mi boca.

Me dejó cuidadosamente uno de los hermosos muebles de madera. Comenzó a quitarse su traje, mientras yo lo miraba expectante. No tardó mucho en que toda la parte de arriba quedara al descubierto, permitiéndome ver sus tatuajes.

— Amé tu vestido — dijo besando mi cuello — pero te verías mucho mejor sin él — y comenzó a bajar el cierre de este, tirándolo al suelo, dejándome únicamente con mi ropa interior negra.

Sentí escalofrió cuando su respiración se acercó a mis pechos.

— Tus senos están implorándome que los toque — y con su pulgar, comenzó a trazar cirulos sobre uno de ellos, robándome un gemido cuando su boca empezó a devorar el otro.

Me aferré a su musculosa espalda sintiendo la humedad entre mis piernas.

Cris abandonó mis pechos, para comenzar a bajar hacia mi estomago, quitándome la ropa interior y dejándome expuesta.

— Amor, parece que aquí necesitas atención — dijo comenzando a acariciar mi clítoris con sus expertos dedos.

Gemí, arqueando mi espalda al sentir su lengua dentro de mí.

—No... — intenté decir, haciendo que Cris levantara su rostro para mírame — eso... eso no es lo que quiero.

Sonrió, levantándose para desabrocharse su pantalón, quedando en bóxer. Una enorme erección fue lo primero en lo que mis ojos se concentraron.

— ¿Ah sí? — Preguntó, bajándose el bóxer, dejando a la vista a su enorme miembro —¿entonces qué quieres?

Mi garganta se secó al verlo masturbarse frente a mí.

— Yo... — mis ojos no podían apartarse de su mano, subiendo y bajando — a ti — logré decir.

Me tomó de las caderas, bajándome del mueble y pegándome contra la pared. Las palmas de mis manos junto con mi pecho, quedaron apoyados contra esta. Cris comenzó a besar toda la línea de mi columna vertebral, subiendo al cuelo, haciendo que mi cuerpo produjera deliciosos espasmos. Tomó mi barbilla, haciendo que lo mirara. Abrí la boca, chupando su dedo pulgar haciendo que soltara un grave gemido. Me besó apasionadamente y pude sentir su erección en mi espalda. De allí bajó su mano por todo mi cuerpo, hasta llegar a mi muslo, lo tomó haciendo que separara mis piernas.

— No voy a ser suave contigo — dijo mientras acariciaba mi húmeda entrada con la punta de su miembro.

—No... no quiero que lo seas — hablé entrecortadamente.

Sin darme un segundo más, entró en mi de una sola estocada, sin piedad alguna. Se aferró de mis caderas comenzando a moverse.

Todo mi cuerpo lo recibía alegremente, pidiendo más de él.

— Sí... — gemí inclinándome para que pudiera entrar más en mí. Pegando más mis nalgas contra su trabajado cuerpo.

Aferré mis uñas en la pared. El placer que sentía en este momento hacia que no pudiera pensar en otra cosa que en Cris estando dentro de mí.

Deslizó una mano, llegando a mi zona sensible y comenzando a acariciarla.

— Amo cuando me recibes tan bien — dijo, aumentando el ritmo.

Mi mente estaba en blanco como para poder contestar algo. Sentía que me iba a venir en cualquier momento, la ola de placer que estaba sintiendo era masiva.

Gemí fuertemente, sintiendo el clímax llegar a mí. Cris tuvo que sostenerme de las caderas para evitar que cayera al suelo, ya que mis piernas en este momento no estaban funcionando.

Mi pecho subía y bajaba. Lo único que se oía era mi respiración irregular junto con la de Cris.

— Cariño — susurró en mi hombro — esto es el calentamiento, estamos muy lejos de terminar — y me mordió el lóbulo, comenzando a moverse en mí.

***

Por fin habíamos llegado al hotel. Luego de no dormir nada en la noche y tomar el vuelo, estaba muerta de cansancio.

Pero, aún con todo el agotamiento que tenía, no podía negar lo espectacular que era esta lugar. Aunque por fuera parecía solo un hotel construido en una cueva, por dentro era muy diferente. El restaurante era lo más famosos de este hotel así que fue lo primero que visitamos. Las paredes eran de roca con unas iluminaciones naranjas, junto con las mesas que estaban adornadas con manteles blancos y las sillas simplemente de madera, le daban ese toque rustico pero costoso.

— Wow — fue todo lo que pude articular.

—¿Cansada? — Preguntó burlón, abrazándome

Oí los gritos de Andy y volteé.

—¡Gracias! — gritaba una y otra vez, mientras se le colgaba del cuello a Thomas.

Sonreí al verlos tan felices.

—¿Quieres un tour? — me preguntó Cris.

Le lancé una mirada.

— Quiero dormir.

Extendí mis brazos por el barandal de metal, apreciando la hermosa vista que tenía ante mí. El mar tenía un color azul que deseaba nadar en él, la suave brisa golpeaba mi rostro haciendo que cerrara mis ojos.

— Te amo Rose — Sentí las enormes manos de Cris sobre mis caderas, pegándose a mi cuerpo.

Volteé para mirarlo.

— Pues yo no.

Él me miró algo sorprendido.

— ¿Ah no?

Negué con la cabeza.

— No.

Me dio una sonrisa maliciosa que casi me hizo arrepentirme de mi broma.

— Vamos a ver.

Me tomo las piernas, cargándome en su espalda mientras bajaba las escaleras de pierda blanca. Nos dirigíamos al mar

— ¡No Cris, suéltame! — Pedí viendo cada vez más cerca el agua azul.

— ¿Me amas? — Dijo deteniéndose.

Mordí mi labio inferior.

— No — hablé, manteniendo mi postura.

Y de un momento a otro, estábamos lo más cerca a la orilla, casi a punto de caer al agua.

— ¿Te arrepientes? — Me preguntó.

— ¡Sí! — Grité aferrándome a la tela de su camisa como un gato.

— ¿Me amas?

— ¡Sí, sí, sí!

— Está bien.

Sentí como el corazón y el alma me regresaron al cuerpo al oír esas palabras. Estaba lista para que me bajara, pero de repente, se aferró más a mi cuerpo, saltando hacia el mar.

— ¡Michaels! — grité antes de caer al helad agua.

Mi cuerpo se hundió por completo, pero no tardé muchos segundos en subir a la superficie.

— ¡Juro que te mato, Michaels! — Grité, buscándolo al rededor.

Pero solo estaba yo en el agua.

— ¿Cris? — comencé a asustarme

Pero sentí como alguien me tomaba de la cintura alzándome.

— Es bueno saber que me amas — dijo Cris con una sonrisa, besándome en la mejilla.

Le empujé la cara, nadando hasta la orilla.

— Idiota — fue lo único que me salió.

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