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Capítulo 25

—Tienes que comer algo.— dijo Dakota.— Estas adelgazando.

—Esta bien.—dije derrotada.—Una malteada.

La mesera asintió y se fue.

—Leah, tienes que comer, no es nada saludable.— dijo Kylie.

— Chicas yo sé, solo que no tengo apetito.

—Cuando tu mamá despierte no querrá verte flaca Leah.— dijo Nicole

—Esta bien, ya entendí.— dije algo molesta.

—Esa es la Leah que conozco.—dijo Hailey y todas rieron. 

La tarde fue divertida, una tarde de chicas era lo que necesitaba, estas chicas eran realmente increíbles,te hacían sentir mejor aunque todo estuviese una mierda.

Mi teléfono sonó y lo que me sorprendió fue que era una llamada de un numero privado.

—¿Hola?

— ¿Señorita Garret?

—Si, con ella.¿Quién habla? 

—Señorita la llamamos del hospital es sobre su madre.

—¿Que ocurrió?

—Será mejor que venga.

Colgó la llamada, y yo salí en dirección a mi auto, que gracias a Dios ya había salido del taller.

—¿A donde vas?.— gritaron a mis espaldas.

—Es sobre mamá, tengo que ir al hospital.

—Te acompañamos.— dijo Kylie.

Subimos al auto, y conduje en dirección al hospital, quizá solo quizá sobrepase los límites de velocidad. Intente llamar a Zack pero no contestaba, ni mis llamadas ni mis mensajes a WhatsApp.

—Doctor.— grité en cuanto llegamos.

—Señorita Garret.

—¿Cómo esta ella? 

—Necesito que tome asiento.

—¿Que ocurrió?.— dije preocupada.

—Su madre falleció.

—¿Qué? No, no, esto no puede pasar.— dije al borde de las lagrimas.— Usted dijo que ella se iba a recuperar, que iba a despertar.

—Eso creímos, pero hoy tuvo una decaída, y no pudimos reanimarla.

—¿Y ME LO DICE ASÍ COMO ASÍ?—grité alterada.

—Leah respira.— dijo Dakota a mi lado.

—Esto no puede estar pasando.—empecé a llorar.— ¿Porque la vida me odia? 

La vida le da las peores batallas a sus mejores guerreros.

—Dak, ¿porqué? ¿Porqué el universo se empeña en hacerme sufrir?.— seguí llorando.

—Te traeremos algo de agua.— dijo Nicole.

—Todo estará bien Leah, todo va a mejorar.— dijo Dakota.

—¿Llamamos al señor Will Hemmings?.—dijo el doctor y yo asentí.

Unos diez minutos después llegó el señor Hemmings, pero no había rastro de Zack.

—Yo me haré cargo de todo lo del sepelio, Leah ve a descansar.— dijo el señor Hemmings.

—Muchas gracias.—dije a través de las lagrimas.

Subimos al auto y por obvias razones yo no conduje, lo hizo Kylie, cuando llegamos esperaba ver a Zack pero el no se encontraba ya que no vi su auto.

—¿Quieres que estemos acá?—preguntó Dakota.

—Quiero estar sola.— ella me lanzó una mirada de advertencia.— Estaré bien.

Salieron de la habitación y ahí me llegó un mensaje algo extraño.

Desconocido: "¿Te acuerdas cuando viniste a Miami? Yo si querida, y déjame decirte que te tengo una sorpresa, o bueno te tenemos. Un beso."

Decidí ignorarlo, ya que solo tenía cabeza para lo que estaba sucediendo, no quería pensar en ninguna otra cosa que no fuese mi mamá. Pero la vida me odia y el teléfono empezó a sonar.

—¿Hola?

—Leah querida.

—¿Kate? ¿Que mierda quieres?

—Saludarte, y decirte que lamento mucho lo que ocurrió.

—¿Que?

—Me siento tan engañada como tú, ya te mando una foto, nos vemos Leah.- colgó

Y llegó un mensaje de Kate con una foto adjunta, la cual era Zack con esa chica de Miami.. ¿Laura? si, creo que era ella, estaban muy juntos, y si mi vista no fallaba se estaban besando, pero yo no le podía reclamar nada, ya que en esa época no eramos nada, o bueno, sólo nos habíamos besando.

Entre pensamiento y pensamiento, me había quedado dormida.

(...)

Me encontraba en el entierro de mi madre, habían sido dos días bastante difíciles, pero de cierta forma ya había asimilado la muerte de mi madre, sé que no es fácil de hacerlo y que la herida estaba ahí, no digo que ya la había olvidado, es que cada uno tiene una forma de afrontar el duelo.

Mis amigos, mis familiares lejanos, mi padre y su familia estaban en el entierro, también algunos amigos y compañeros de mi madre.

No podía dejar de llorar, el día estaba oscuro y mis ojos estaban irritados. Cuando llegó la hora de hablar ,Zack quien había estado muy raro estos días se acercó a mi, tomo mi mano y de cierta forma me dio fuerzas para hablar.

—Quiero agradecerles por venir a despedirse de mi madre, ella fue una gran mujer y me duele mucho su partida.— dije.

No tenía más que decir, decir algo más sería muy hipócrita, en verdad odiaba que estuviésemos reunidos y más por la muerte de mi madre.

—Estaré contigo..¿Si?, para lo que necesites.— dijo abrazándome.

Quería reclamarle por su actitud de estos días, pero no tenía fuerzas para hacerlo.

—Gracias.— dije y el besó mis labios.

(...)

Una semana desde que mi madre se había ido, no diría que es fácil, pero intentaba no sentirme tan triste.

— Me siento impotente Leah.— dijo Drake.

Estábamos pasando uno de esos momentos de mejores amigos, el me hacía sentir mejor.

—¿Ah?

—Que no quiero verte así, quiero hacer algo por hacerte sentir mejor.

—Todavía duele, pero intento hacer como si no, mi madre siempre decía que cuando ella falleciera no le gustaría verme triste.— dije.— Y eso estoy intentando.

—Estoy acá para lo que necesites.— sonrió.

—Gracias. ¿Y como esta todo con Ky?

—Bien, o algo así, dice que le estoy ocultando algo, pero no oculto nada.— dijo nervioso.

—Pues demuéstrale que no ocultas nada.— reí.— Ella es una de mis mejores amigas, y tu puedes ser mi mejor amigo, pero si le haces algo juro que te golpearé.

—No le oculto nada.— rió.— ¿Vamos a casa?

—¿La tuya o la mía?— dije divertida.

—Eres tonta, vamos a la tuya, ya esta tarde.

Salimos de el centro comercial y fuimos hacía "mi casa", pero algo me llamó la atención cuando llegamos había un auto color rosa chillón en el parqueadero , Drake no lo notó ya que iba conduciendo. 

—Voy abriendo.— gritó Drake mientras yo sacaba unas bolsas de lo que acabamos de comprar.

Cuando llegué a la puerta Drake estaba pálido, y no sabía porque, quizás había visto el auto.

—¿Vas a entrar o te vas a quedar fuera?.— dije.

—¿Porque no vamos a cenar?.— dijo nervioso.

—¿Que ocultas?.

—Nada.

—Entonces déjame entrar.

—No creo que sea buena idea.—dijo en un susurro.

—Quítate.— dije entrando.

Sentí como mi rostro perdía el color, como mis manos empezaban a sudar, y mis ojos a picar, como cuando quieres llorar, no podía creer lo que estaba viendo, esto tenía que ser una maldita broma.

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