—Deja de actuar como si fueses una niña pequeña, y abre la puerta, por favor.

—No quiero Mami.

—Por favor, vamos tarde

Lo pensé unos minutos y decidí que era hora de salir, por una parte me daba tristeza con mi madre ya que la situación no se encontraba muy bien, pero por otra me molestaba que no tuviese en cuenta mi opinión.

Subí al auto arrastrando los pies, mi mamá sabia que yo detestaba a Zack y aun así, me obligaba a ir con el.

Mama iba conduciendo mi auto algo rápido  sabia que íbamos tarde, pero ella estaba exagerando, de repente llegamos a un condominio de cosas blancas con techos color arena, las casas eran enormes y muy bellas.

Mama detuvo el auto, y antes de salir tenia que intentarlo una vez mas.

—¿Por que no puedo ir con papá?

—Leah, tu sabes las razones.

—No las sé

—Leah, compórtate.

Salimos del auto, y justo cuando íbamos a entrar la puerta se abrió, dejando ver al que supongo yo era el señor Hemmings  y su mayordomo.

—Leah, bienvenida— dijo abrazándome— dime will.

—Gracias, señor Hemmings.

—Will, gracias por dejar que Leah se quede acá.

—Adriana, no te preocupes, para eso están los amigos.  —dijo e indicó al mayordomo que guardara mi equipaje

—Hija, sabes que te quiero, y vendré pronto, te quiero Leah, y compórtate.—dijo besando mi frente

—Te quiero mamá.  — dije y ella sonrió,en seguida llegó un taxi que supuse el señor Hemmings le había pedido, se subió al taxi y se marchó.

—Ven Leah, te mostraré tu habitación.— dijo y yo lo seguí.

La casa era enorme por dentro, era muy hermosa, la sala era enorme, tenia varios sofás y una televisión, como del tamaño de la pared, la cocina era realmente increíble, tenia una barra tipo americana.
Subí las escaleras de cristal, y llegue a la segunda planta, había dos puertas.

—Esta es tu habitación, te dejaré para que descanses.

—Muchas gracias señor Hemmings.

El salió de la habitación cerrando la puerta, esto era realmente hermoso, la cama era doble, las paredes de un tono crema, y un escritorio con un computador.

Tenia un baño privado, y un vestidor, esto era jodidamente hermoso.

Mire el reloj y eran las 12 del día, genial, estaba agotada, así que decidí tomar una siesta y luego organizaría mis cosas.

Desperté ya que sentí unos gritos que probablemente venían de la planta de abajo, me coloque unas pantuflas y decidí ir a averiguar que ocurría

—¿Por que traes a una desconocida a vivir acá?

Santa mierda, yo conocía esa voz.

—No es una desconocida, ella estudia contigo, probablemente son compañeros de salón.

—A ver, ¿Como se llama?

—Leah, Leah Garret.

—¿Garret? No, no la conozco.

Maldito imbécil, vamos juntos desde primer año y no sabe quien soy.

—Apuesto que si, sube a saludarla

No escuche ninguna respuesta, solo un gruñido por parte de Zack, y como subía las escaleras con enfado.

—¿Leah?— escuché su voz a mi espalda.—¿Así que vamos a vivir juntos?—dijo

—Zack.— dije y asentí como una tonta.

—¿Segura que vamos a la misma clase?

—Si.

El y yo íbamos juntos desde pequeños, y en una fiesta nos habíamos besado, obviamente yo era una cría estaba locamente enamorada de el, bueno, no enamorada algo así como obsesionada, un día el estaba ebrio y me besó, yo creí que había sido amor, que patética soy, lo sé.

El caso es que yo empecé a escribirle cartas, y un montón de estupideces, y el simplemente se burló de mi con todos sus amigos, así que gracias a eso había decidido llevar una vida con un bajo perfil, algo invisible para todos.