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6

La situación en la que estaban los ponía en jaque. Existía la posibilidad de que, aunque pudieran escapar, esos seres los persiguieran y los atraparan, siendo que ya los habían atacado de forma veloz. Muchas variables podían salir de sus planes, pero eran muy pocas en donde se imaginaban ilesos o con heridas leves cuando mucho; no podían darse el lujo de no hacer nada.

Sin embargo, cuando Gatomon analizó mejor el terreno, comprendió que no todo estaba perdido. Aprovechando que ellos dos estaban en medio de los adversarios y que no habían tantos obstáculos que pudiesen dificultar su huida, acercó a Impmon y, con sumo cuidado, le susurró parte del mismo en un oído.

-¿Estás segura de que funcionará?-preguntó dudoso.

-Quizás me equivoque, pero no perdemos nada-miró el rostro molesto de su amigo-... En teoría. Pero debemos intentarlo, y requiero de tu ayuda.

A pesar de la situación en la que estaban, Impmon dudó acerca de lo que planeaba hacer Gatomon. Sólo bastaron unos segundos para que cambiara de opinión.

-Está bien. Cuéntame, ¿cómo será el plan?

-Simple: ataca.

-¿Qué?

Apenas cerró la boca, Gatomon dirigió uno de sus ataques contra una de esas criaturas, usando Ojos de gato intentó controlar a uno de sus oponentes, lo cual logró y contra su voluntad lo hizo pelear contra varios de sus camaradas; pero después de unos minutos, la criatura no sólo salió de su trance, sino que, de manera sorpresiva, uso el mismo ataque en Impmon. Éste, como era de esperarse, empezó a pelear contra Gatomon.

-¡No es posible!-la pelea fue bastante corta, pues ella deshizo el trance de Impmon, devolviéndolo a la normalidad.

-¡Agh, los odio!

Con ímpetu, empezó a usar el Dasshu Naito obu Faiā, que a la larga fue más efectivo. No tardaron en hacer lo mismo, y así las bolas de fuego aumentaron de manera terrible; Gatomon tuvo que detenerlo. Ambos tuvieron que refugiarse en el tronco de un árbol.

-¡Esto no está funcionando! -reclamó Impmon con furia-. ¡Nada de lo que hacemos parece servir de algo!

-Definitivamente los subestimé -dijo ella, sintiendo el calor de las bolas rozando el tronco-. Son más fuertes de lo que creí.

-O más astutos.

-Es... una posibilidad.

El tronco les daba protección en esos instantes, pero poco a poco empezaba a destruirse. No tardaría mucho para quedar inútil, por lo que Impmon buscó con la vista otro sitio donde pudieran refugiarse; logró dar con una roca lo suficientemente grande para que los dos pudieran refugiarse. Y a pesar de que Gatomon tenía una habilidad nata para esquivar, no era suficiente para esquivar cuanto proyectil fuese sobre ellos, por lo que pudieron llegar con varias quemaduras, siendo las de Gatomon las que más resaltaban; Impmon sin querer hizo presión en una que se hallaba en el brazo derecho de la minina, haciendo que ésta soltara un quejido de dolor.

-Perdón -dijo apenado el enano en cuanto escuchó el quejido-, fue sin querer.

-Descuida -contestó la felina con una sonrisa, a pesar del dolor que tenía-, he sufrido peores.

-... - le acarició la frente con ternura, y el momento se interrumpió cuando una bola de fuego le rozó la cara-. ¡Aagh! ¡Carajo!

Estaba por ponerse enfrente de esos seres, pero Gatomon se lo impidió sosteniendo su brazo izquierdo.

-Debemos pensar en algo mejor.

-¡Krrg! -las llamas aún seguían volando en todas las direcciones, lo que le dio la razón a Gatomon en ese momento-. Tienes razón, pero escucha: creo que puedo usar uno de mis ataques más poderosos que poseo.

-¿Y cuál es?

-Uno similar al Naito obu Faiā, pero más... Grande, y combinado con hielo. Tenía planeado usarlo como escape, pero -poco a poco las llamas se hacían escasas, lo que significaba que esa habilidad tenía un límite de tiempo-... Vaya, parece que se ha puesto muy conveniente para nosotros.

-Debemos aprovecharlo. No tenemos mucho tiempo antes de...

Un impacto con la roca los separó varios metros. Impmon pudo reponerse enseguida, pero Gatomon tenía dificultades para levantarse. Ambos voltearon a ver, y en seguida los enemigos salieron disparados, girando en una forma esférica a causa de enrollar su propio cuerpo como una cochinilla. A Gatomon se le estaba complicando esquivar a todos los contrincantes, puesto que aparte de ser muchos empezaban a juntarse, lo que daba origen a un enjambre que iba tras los dos. Un par de ellos lograron golpearla, yendo uno de esos impactos directo a la cabeza, lo cual la hizo caer bruscamente al suelo; consiguieron dejarla fuera de combate.

Impmon tuvo que usar el Dadadadada Kikku sobre varios de ellos, logrando atrapar a Gatomon e ir corriendo hasta alejarse lo suficiente. Después de varios metros por fin pudo alejarse lo suficiente y, sin nada más que podía hacer, dejó a Gatomon sobre el césped. Posterior a eso, se puso en posición de su ataque mencionado con anterioridad.

-Puede que esto no sirva -gotas de sudor recorrían su frente, haciendo notorio su nerviosismo-, pero no me queda de otra.

A unos escasos metros de llegar a ellos, los enemigos corrían a una velocidad envidiable. Hacía mucho que habían dejado de rodar, por lo que sus pasos se escuchaban como una estampida salvaje. Sujetó bien su brazo y, en el momento idóneo, cargó aquella esfera gigante.

Y, a escasos metros de donde estaban llegando, disparó.

El Samon mandó a volar a sus perseguidores por todas partes, empujando a Impmon y Gatomon para atrás debido a la fuerza del disparo, seguido de una nube de polvo densa producto del rastro que dejó aquél ataque. Impmon aprovechó esa oportunidad, tomó a Gatomon nuevamente y, como sus fuerzas se lo podían permitir, se alejó del lugar con rapidez; llegó a su humilde "casa". Adentro, recostó a la felina sobre la sábana que usaba para dormir, empezó a buscar algo que le ayudase a recuperar sus fuerzas; lo único que encontró fue comida, sin embargo sabía que era suficiente. La puso en un plato y, sin tener una idea mejor de cómo despertarla, agarró una cubeta de agua -que iba a usar para otras cosas- y se la echó encima.

Ella despertó y se sentó de golpe, tosiendo el líquido vital que se introdujo a su garganta, y volteó a ver a Impmon.

-Debo admitir que fue algo divertido -su sonrisa daba a entender que en verdad le pareció gracioso, aunque no tanto.

Frunció su ceño, alzó su pata derecha y le dio un sape en la cabeza.

-Ouch.

-Eso también fue divertido -dirigió su mirada al suelo y vio, al lado de la pierna de Impmon, el plato de comida que estaba ahí-... Eso... ¿Es para mí?

-¿No es obvio? -le acercó el plato a su amiga-. Bon apetit.

-Eh... Gracias -tomó un fruto que se asemejaba a una fresa del tamaño de una manzana, le dio un mordisco y saboreó el manjar-. Mmmm, delicioso -tragó el pedazo que había mordido-. De verdad, gracias.

-No es nada -se recostó en el piso, con los brazos detrás de su nuca-. Tenía que hacer algo para que te pusieras mejor.

-Es extraño viniendo de tu parte.

-Tal vez, pero tenía que hacerlo -movió su cuerpo hacia ella-, después de todo, los amigos se ayudan entre sí. Y yo no podía ser la excepción, así que... Lo hice.

Sintió que algo sostuvo su mano derecha, dirigió su mirada a la misma y luego le vio el rostro.

-Gracias -lo acercó a su cuerpo y le abrazó-. Eres el mejor.

Sus mejillas, antes tan claras como el color de su rostro, se tornaron levemente rojizas. De nueva cuenta estaba sucediendo lo mismo con él, por lo que se separó rápidamente de ella.

-De nada -dijo con el mismo tono de engreído que solía usar, pero su expresión era ligeramente diferente.

Estiró sus brazos, se movió un poco y, dándole la espalda, se acomodó para dormir.

-Buenas noches, Gatomon.

-Buenas noches, Impmon -también dándole la espalda, durmió como Dios manda.

Aunque estaba listo para pegar el ojo, Impmon no lograba dormir de manera inmediata. Algo lo tenía pensativo, y podía deberse a aquella batalla que tuvieron hace rato. Giró su cuerpo hasta quedar boca arriba, mirando al techo.

"No puedo creer que hubiese sucedido" pensó ", y pensar que aquello iba a ser más fácil de evadir. Pero... No sólo eran veloces. También pudieron replicar dos de nuestros movimientos, lo que les dio más ventaja aparte del número; fue algo que nunca antes había visto, no tan ejecutado a la perfección. Quizá sea por eso que no me atreví a usar el Samon. Ahora sé que no pueden replicar ataques tan potentes como el que yo tengo" sus ojos se tornaron en un gesto de preocupación, volteó su rostro y miró el cuerpo tranquilo de su amiga ". Aún así, son peligrosos. Podrían llegar a destruir una ciudad humana si se lo proponen. Y lo más preocupante es que, en grupo, son demasiado impredecibles" tocó sin querer el hombro de su amiga, que yacía dormida y tranquila"; por primera vez... tuve miedo. Bastante. Nunca pensé que podría ocurrir tal suceso"

Se acercó a Gatomon por la espalda y, temeroso, le abrazó de la cintura. Su mirada reflejaba un sentimiento que pocas veces había mostrado, y esa vez no iba a ser la excepción; estaba preocupado, y por ella. Se acercó a su oído para, evidentemente, susurrarle unas cuantas palabras.

-Gatomon -dudó en cómo iba a empezar lo que él consideraba un sermón, dado que nunca se había interesado tanto por alguien, exceptuando a Renamon, claro. Tomó un respiro y empezó-... Sé que no soy el mejor con el que ya hayas topado, ni estoy cerca de serlo. Pero, por alguna razón que ni yo conozco... Estoy preocupado, preocupado de qué te va a suceder si esas cosas vuelven, y lo que menos quiero es perderte. Eres una gran amiga y nada ni nadie lo va a cambiar, o eso espero. Ya ni siquiera sé lo que... Siento... Por ti...

Se separó unos centímetros de ella, reflexionando en lo último. ¿Sentir algo por ella, más allá de amistad? ¿Era eso posible? ¿O sólo era producto de su patética falta de comunicación con otros lo que le hacía decir esas cosas? Quizá era eso, que no había hablado con otros antes más que parar ocasionar bromas y travesuras. Dentro de sí, no obstante, se había sentido muy honesto en esos largos segundos; la realidad era que, mientras más tiempo pasaban juntos, más apegados se habían hecho.

"Quién lo diría. Sólo fueron 2 años y ahora me siento flechado" se le ocurrió por dentro ". Quizá deba dejarlo ahí antes de que siga diciendo cosas como esas, aunque" giró su cabeza hacia ella, quien se veía profundamente dormida aún "... No. Ya dije eso y no me haré atrás. No puedo ser un cobarde".

Regresó de nuevo al lado de Gatomon, volvió a abrazarla de la cintura y, de nuevo, volvió a susurrarle a la oreja.

-Sé que lo que dije te habrá sonado demasiado meloso viniendo de mi parte, pero no puedo retractarme. Ni quiero hacerlo. Así que iré al grano de una vez: no importa lo que pase o lo que deba hacer, siempre cuidaré de ti. Me es imposible prometer que estaré siempre a tu lado, pero buscaré la manera de protegerte de todo peligro, sea igual o mayor a mí, no me interesa; y si eso implica morir -un ruido empezó a sonar de entre sus labios, uno que sólo frecuentaba para hacer enfadar a los demás-... Je... Jaja... Jajajaja... Me reiré de la muerte misma, sin temor a ella, con tal de que tú puedas vivir por un poco más. Porque... ¿Sabes? -aproximó su boca a una de las mejillas de su compañera-. Vales la pena. Y mucho.

Imaginando las consecuencias que podrían traer si Gatomon hubiese prestado atención, ignoró toda idea es hizo lo impensable para él: besó su mejilla. Se acostó de espaldas y permaneció junto a la felina, de la cual no iba a separarse por el resto de la noche. Recordó una palabras que Renamon dijo cuando se le declaró:

-¿Y si te enamoras de otra chica?

"Pareciera mentira, y antes deseaba que fuera así. Pero ahora... No tengo nada que me lo impida" miró por última vez en esa noche a Gatomon, con aquél rostro que podía atraer a varios ". Sí, me he enamorado. Y esta vez, por voluntad propia".

A pesar de la decisión, era obvio que no iba a permitir que Gatomon lo descubriera, al menos por un largo, largo tiempo.

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