Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3

El sol reflejó su luz en el interior calmado de la habitación, estorbando en sus ojos e impidiendo que pudiese disfrutar de unos minutos de descanso más, por lo que no tuvo de otra que girar su cuerpo al otro lado; su nariz rozó con la de su camarada lanzallamas. Notando eso, se sonrojó y su cara se puso más roja al ver su rostro sin ese casco que se la cubría, obviamente porque si lo tenía no iba a dejar dormir en paz a ninguno de los dos. Se levantó, se estiró y volteó a ver al lagarto gigante, se acercó a él y... le implantó un beso no tan discreto en su mejilla e inmediatamente fue a la cocina para hacerse algo de desayunar, completamente roja, preguntándose por qué lo había hecho mientras empezaba a hacer unos hot cakes en la cocina. Él, por su parte, despertó debido a que sintió un cosquilleo en su mejilla y eso le gustó. Bastante. Se levantó de la cama y, al oler lo que Renamon estaba preparando, se presentó con rapidez en la mesa; se sonrieron al mismo tiempo y ella puso los platos en la mesa. Ya desayunando, Flamedramon recordó lo sucedido el día anterior.

-Con que fue Impmon-su rostro reflejaba aquél sentimiento que sólo los hartos de acoso saben expresar-. Debí adivinarlo.

-Apenas le dije que le gustabas reaccionó de forma violenta y empezó a decir que eras suya o... algo así.

Recargó su espalda en el apoyabrazos del sofá. Era más que evidente que no iba a desistir de su meta, no pronto. A Flamedramon, en cambio, se le vino a la mente preguntarle algo.

-Oye... ¿Impmon te gusta?

-Un poco-volteó a verle la cara y se sonrojó levemente-... Como un amigo o hermano. Siempre procuré que estuviera bien y eso, pero no lo puedo ver con otros ojos; he intentado pero... no me es posible.

Flamedramon se quedó callado, reflexionando lo dicho por su amiga: la posibilidad existía. Pero como lo había mencionado Renamon, la misma era relativamente baja, por lo que una relación entre ellos estaba muy lejos de cumplirse. Ella, por su parte, lo miró nuevamente a los ojos y ambos se sonrojaron, y así siguieron hasta que éste se alzó del sofá. Sintiéndose mejor, vió por la ventana y se dió cuenta de que ya era tarde...

-¿Flamedramon?-lo hizo volver a la realidad- ¿Estás bien?

-Um-hum, lo estoy. ¿Por qué la pregunta?

-Vi que estabas pensativo, así que me pareció raro el que no me hablaras y-se detuvo a reflexionar en si le iba a decir lo que empezaba a sentir por él-... Yo...

-Querías preguntarme si estaba pensando en vengarme, ¿no?-no acertó en nada, pero ella lo agradeció de que fuera así- Tranquila, no lo haré.

Le sonrió de nueva cuenta, haciendo que él se sonroje un poco, y siguieron desayunando hasta que pasaron 3 minutos. Terminaron, lavaron los trastes sucios y volvieron a acomodarlos después de que secaran, posterior a eso dejaron la casa y se dirigieron a su lugar de entrenamiento. Siguieron practicando por 4 horas más, el doble de lo normal, compensando así el tiempo perdido del día anterior; después de dicho transcurso se sentaron en el pasto, Renamon abrazada a sus piernas y Flamedramon con las suyas estiradas, contemplando el cielo por un buen rato. Una sensación de ser vistos desde los alrededores interrumpió aquél momento de tranquilidad. Exaltados, se pusieron alertas y observaron el lugar atentamente, pero nada. Volvieron a sentarse en el pasto, con la frustración reflejada en sus rostros, especialmente el de Renamon, y era de esperarse: no sabían ni siquiera por dónde empezar. Sentada de nueva cuenta, con las piernas cubriendo su cara muy avergonzada y algo triste, Flamedramon sintió la necesidad de abrazarla y así consolarla. Su acción dió frutos, pues ella se deshizo de su posición anterior y recargó su cabeza en su pecho; nuevamente se vieron a los ojos y voltearon a ver el cielo mañanero, después de un rato se pararon y emprendieron el camino de regreso a casa, agarrados de la mano a su estilo; por el trayecto Flamedramon se preguntaba si Renamon tenía el mismo presentimiento, el cual dictaba que Impmon no tenía nada que ver con esa sensación y que era algo más que eso. Mientras seguían caminando, se le vino a la cabeza hacerle una pregunta.

-Oye, Renamon...

-¿Sí?

-Tal vez está pregunta te haga enojar, pero es sólo por curiosidad y nada más, ¿entendido?

-Claro-la forma en la que ella le sonreía lo hacía sonrojarse siempre, y como en las anteriores agradeció el tener puesto un casco-, hazlo.

-Em, bueno, quería saber, ¿crees que Impmon no tenga nada que ver con lo que ha estado ocurriendo?

Se paró en seco.

-¿A qué viene eso?

-Vamos Renamon, sabes lo que quiero decir. Impmon está obsesionado, sí, pero no creo que sea capaz de vigilarte, no desde un escondite o algo así; lo conoces bien y seamos honestos: es demasiado terco, pero no es un idiota ni un psicópata para esas cosas. Quizás se trate de otra situación.

-¿Otra situación?

-Quise evitar la frase cliché de "algo más".

-Te entiendo. Pero la verdad-retomó el camino, sin soltarse de él-, ni siquiera estoy segura.

Estando a mitad del camino, lo volvió a ver de reojo. Su sonrojo era más nítido y leve, por lo que difícilmente la sorprendería, manteniendo ese sentimiento bien oculto hasta que se aclarara todo; no obstante su presentimiento volvió a activarse cuando vio de lejos a Impmon andando a ninguna parte. Éste volteó e inmediatamente se fue directo a ella, quien apretó más la garra de Flamedramon con sumo cuidado. Al llegar, Impmon los vió de esa manera muy típica de él, pero por alguna razón no se sintió tan celoso, limitándose a fruncir el ceño. Frente a frente, respiró profundo y soltó el aire molesto.

-Vaya que haces lo que sea, ¿eh?-empezó a aplaudir sarcásticamente mientras sonreía de forma falsa-. Bravo, bravo, eres de lo peor Flamedramon.

Se puso frente a él y, acto seguido, le aplicó una fuerte bofetada que dejó a Impmon atontado y a Flamedramon sorprendido. Se apartó del enano y se juntó de nuevo con el dragón, lanzó una mirada de enojo hacia Impmon y retomaron el sendero. Él, de nuevo, sólo frunció el ceño y empezó a andar al azar. Al llegar, Renamon y Flamedramon se soltaron ya.

-Bueno... Fue agotador estar contigo-admitió.

-Ni lo digas, soy consciente de eso-respondió cándidamente-. Me gusta que mis amistades sufran un poco, aunque quisiera que fuéramos algo...-calló de inmediato al saber lo que estaba a punto de decir.

-Algo... ¿Como qué?-indagó el digimon de armadura roja.

-N-No es nada-abrió la puerta y entró a su casa-. Vamos, pasa.

-Quisiera, pero ya debo irme y no quiero abusar de tu hospitalidad-empezó a dar pasos en reversa-, así que...

-Entendí. Descuida, no estoy molesta-sonrió de nuevo, aunque sentía que esa sonrisa no era del todo sincera-. Hasta luego-cerró la puerta tras de sí.

Así, Flamedramon se fue a su hogar, sintiéndose culpable en el trayecto por rechazar a Renamon, debatiendo si en volver de nuevo o no, y al final vió que ya era tarde para eso, por lo que sólo llegó y después de entrar arregló el desastre que había ahí. Luego se hizo algo de comer y volvió a salir, esta vez para buscar a otro amigo suyo.

Con Impmon, la cosa era distinta. En lugar de acercarse de nuevo a la casa de su amor platónico y besarla de una vez para enamorarla y vivir felices por siempre, puso en marcha otro pendiente: recoger algo de fruta y llevársela a Gatomon, a modo de disculpas por lo dicho. Horas de ardua búsqueda fueron suficientes para cumplir lo primero, así que arregló una cesta que encontró una vez en un lugar abandonado, puso las frutas ahí y marchó hacia la vivienda de Gatomon; por una razón se sentía nervioso, pero siendo el insensible con los demás que era ignoró esa sensación. Su plan era simple: llegar, pedir perdón, dejar el cesto y largarse. Muy básico y con un toque de cursilería, pero 100% efectivo según su criterio. Se dirigió rápido a la casa de la ofendida y, al llegar, tocó la puerta impacientemente. Gatomon la abrió y frunció ligeramente el ceño al ver quién tocaba, Impmon sonrió con esa actitud arrogante que tenía y le mostró el cesto con una sonrisa de triunfo. Ella no entendía nada.

-¿Qué significa esto?

Aún mantenía aquella actitud, no era fácil de inmutarse.

-Sólo un buen regalo para ti-le entregó el cesto en las manos, siendo igual de campante y arrogante que era de costumbre-, me lo agradeces después-una sonrisa de vanidad se reflejó en él.

-Impmon-vió el cesto de regalo, suspiró con un fastidio perceptible, le devolvió el regalo a sus manos de nuevo y empezó a cerrar la puerta-... Vete-terminó de cerrarla frente a él.

Fue tomado por sorpresa. Algo había salido mal, ya que usualmente ella adivinaba lo que sentía y después bromeaba del hecho; era obvio que aquello que le dijo con anterioridad le había hecho mella. Con el obsequio en sus manos, se recargó en la pared y, desilusionado, suspiró profundo; reflexionó sobre lo que le había dicho y pensó... No quiso imaginar que fuera esa razón, no. Se levantó de nuevo, volvió a la puerta y tocó más calmado. Cuando ella abrió, ya reflejaba ese sentimiento de culpa y tristeza en su rostro, aún ofreciéndole el obsequio; ella soltó un suspiro y aceptó su regalo. Justo antes de que él se fuera, lo detuvo y le hizo la señal de que pasara, a lo cual accedió. En su interior, se sentaron y ella tomó una fruta de la cesta, Impmon la vió con relativamente un poco de simpatía y Gatomon con ojos de aceptar su disculpa de buena manera. Al verla así se sonrojó levemente y apartó su vista de ella, dejándola dudosa; así que se le acercó y se recargó en su hombro.

-¿Te pasa algo?-indagó preocupada.

-N-No... Estoy bien-respondió algo nervioso, aunque sin expresarlo demasiado-. De verdad, no es nada-dijo con el ya típico tono de molestia de él, aunque de menor intensidad, como si no quisiera que se volviera a repetir lo mismo.

-Oh bueno, entonces demos un paseo-la cara que puso el enano indicó que debía dar el por qué-. No me agrada mucho quedarme aquí sin hacer nada-sonrió de nueva cuenta. El chaparro púrpura pensó un poco, y asintió con la cabeza.

Shoutmon se hallaba parado en medio de su huerto de frutas, admirando las cosechas que habían a su alrededor, liberándose por un rato de las preocupaciones que suelen amargar a un gobernante. Respiraba hondo y suspiraba lentamente mientras, paso por paso, veía cada planta que tenía; siguió así hasta que observó que unos árboles no mostraban alimento alguno. Viendo más de cerca, notó que habían sido arrancadas de los mismos, lo cual lo puso muy pensativo. Una sensación de que algo le miraba, oculto en alguna parte que ni él mismo conocía; dicho momento se esfumó cuando Gumdramon llegó al sitio.

-Shoutmon-hizo una reverencia-, alguien vino de visita.

-Que pase.

-No es necesario que lo haga-la voz de Flamedramon comprobaba su presencia-. Ya estoy adentro.

Ambos se saludaron como los viejos amigos que eran. Yendo al interior del palacio, se dirigieron a la sala de entrenamiento, sentados en las bancas que usualmente no eran muy ocupadas.

-No lo entiendo-dijo Shoutmon después de escuchar la historia-. ¿Por qué simplemente no se da por vencido?

-Es muy terco, sencillamente está obsesionado por ella, no hay otra explicación. Pero-se encogió de hombros-... No creo que se atreva a espiarla desde lejos.

-Hablando de eso, hay algo que debo decirte, pero antes una pregunta que debes responder.

-Con gusto.

-Renamon y tú han estado entrenando, ¿no?-indagó Shoutmon.

-Sí.

-Bueno, es agradable saberlo. Porque me temo-se paró con cara de preocupación- que se viene algo bastante horrible al Digimundo. Y no sé si seré capaz de detener su proceso.

El silencio sepulcral hacía notar la seriedad del asunto, y no pudo quebrarse por un buen tiempo.

Patamon se encontraba sentado, frente a la cascada que halló una vez por casualidad. Admiraba el paisaje cuando, de repente, sintió la presencia de alguien. Alarmado, volteó a todos lados tratando de localizar a su "acosador", volviendo a la calma cuando se percató de que era Biyomon; se saludaron de lejos y se acomodaron en el césped.

-Tiempo sin vernos, ¿eh?

-Eso parece. Todo vuela muy rápido.

-Um-hum.

El silencio que había entre ellos denotaba lo poco que podían decir realmente. No sabían que novedades contarse, o al menos así era hasta que Patamon le hizo una pregunta.

-Y... ¿Dónde estuvieron Agumon y tú en este periodo?

-Bueno, digamos que nuestra luna de miel fue placentera.

-Espera-su sorpresa se marcó en su cara y la curiosidad estaba presente en él-, no me digas que-asintió con la cabeza-... Wow, es asombroso. Ustedes dos unidos en sagrado matrimonio.

-Pensé que ya lo sabías.

-No nos hemos reunido en un par de años, ¿cómo querías que me enterara?

-No sé. Gatomon debió de haberte di-al verlo notó que éste cambió de expresión a uno de nostalgia, lo que no daba un buen presentimiento-... ¿Pasó algo entre ustedes?

-...-soltó un suspiro y levantó el rostro a ella, viéndose  ya relajado- No importa. No ahora-su sonrisa denotaba una genuina calma en lo que a Gatomon se refería-. Ella y yo... somos buenos amigos, ni siquiera conseguimos que lo nuestro funcionara; pero si te soy honesto... Es lo mejor que pudo haber pasado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro